La apuesta. Fase 2

Yo he ganado la apuesta, pero eso no impide que Ana quiera llegar hasta el final, aunque ya no se juegue nada, pero un polvo es un polvo.

Ana, por supuesto, había seducido a mi hermano, el problema para ella fue que yo fui mucho más rápida y gané la apuesta. Cuando volví de la playa y de ganar la apuesta, nos juntamos y nos contamos todos los detalles. El mismo día que yo hacía contacto con su padre, ella iba a casa de mi hermano para hablar con él. Como ya he dicho, mi hermano la conocía perfectamente, y ya que ha sido toda la vida un ligón, en parte por su aspecto y en parte por su carisma, estaba segura de que hacía tiempo que le habría echado el ojo a mi amiga. Ana no debería tener ninguna dificultad en seducirle y montárselo con él.

Javi, mi hermano, vive en un piso no muy lejos de mis padres, trabaja en una empresa como informático y es muy alto, cerca del metro ochenta, moreno y con cara aniñada; desde siempre ha sido la debilidad de todas la chicas, incluidas mis amigas, pero que yo supiera nunca había tenido relación con ninguna de ellas. Cuando comprendió lo mucho que les gustaba a las chicas, se aprovechó de ello y se convirtió en un ligón de campeonato. Cada fin de semana ligaba con una diferente. Yo muchas veces le veía en las discotecas, donde a veces coincidíamos, y tenía que reconocer que si no fuera su hermana, yo también habría ligado con él; además, por lo que me contó alguna chica que estuvo con él, aunque sólo fuera un rato en el asiento trasero de su coche o en los servicios de alguna disco, parece que no era sólo su cara lo que volvía loca a las chicas.

Ana fue a su casa con una camiseta muy escotada, sin sujetador, unos shorts blancos muy ceñidos que marcaban perfectamente un tanga negro y sandalias. No había reparado en gastos para seducir a mi hermano. Javi la abrió y sonriendo pícaro la hizo un par de piropos. Mi hermano es así, cualquier chica es susceptible de ser ligada, y él no se corta un pelo a la hora de ser descarado. La excusa de Ana era pedirle consejo con un problema que tenía con el ordenador, y se sentaron en el sofá para que se lo explicara con detalle; el "problema" era que el escote de mi amiga le hacía muy difícil a mi hermano concentrarse y Ana estaba encantada de esa falta de concentración, y más cuando se puso a jugar con los dedos de los pies y una de sus sandalias, y a rozarse peligrosamente con las piernas de mi hermano. ¡La zorra había aprendido ese truco de mí!

Mi hermano se olvidó de que estaba con mi mejor amiga, ya sólo tenía ojos para su escote y sus piernas. Se inclinó sobre ella y la besó la boca, cosa que ella recibió con agrado y alivio, pensando que ya estaba todo hecho y que estaba a punto de ganar la apuesta. Pero la sorpresa llegó cuando Javi le dijo que tenía que irse a trabajar, y que ese día era importante y no podía llegar tarde, que si le hubiera avisado antes, lo habrían organizado de otra manera. Ana tenía la urgencia de ganar la apuesta, y cuando se enteró de que mi hermano no volvería hasta la noche, casi pierde los nervios, pero manteniendo el control, le dijo que volvería por la noche.

-Bueno, me encantaría, pero hay un pequeño problema. Verás… ahora estoy viviendo con una chica… no es una cosa muy seria, pero claro, sería un poco raro, ¿no crees?

-Muy bien, si no quieres follarme

Ana dijo esto bajándose un poco el escote y parándose justo antes de llegar a mostrar los pezones.

-Dudo que nadie te la haya mamado como yo lo hago, ni siquiera esa zorra con la que dices que duermes.

-¡Joder!...

El tono de voz de Ana, su lengua humedeciendo sus labios, sus ojos fijos en los suyos y su mano apoyada en su paquete debió ser más de lo que mi hermano pudo resistir, así que le dijo que viniera esa noche sobre las diez. Ana se levantó y se despidió apretándole ligeramente la polla durísima bajo el pantalón y besando su boca.

A media tarde recibió mi llamada en su habitación, y se masturbó escuchando a su padre follando conmigo. Ya había perdido la apuesta, pero un polvo era un polvo, y más con el buenorro de mi hermano, así que esa noche se vistió igual de sexi que por la mañana y se fue otra vez a casa de Javi. Cuando abrió la puerta, la miró encantado, Ana le besó y le mordió el labio inferior hasta casi hacerle sangre.

-¿Y bien?, ¿qué has hecho con tu novia?

El tono era claramente burlón y despreciativo, pero eso le excitó aún más. Le explicó que la había drogado, que había disuelto unos polvos en un zumo que ella se había bebido, eran unos polvos que hacía unos días un amigo le había dado prometiéndole que harían dormir a cualquier persona profundamente durante horas, sin enterarse de nada de lo que pasara a su alrededor. Hasta ahora no sabía qué iba a hacer con esos polvos, y esa noche, por fin, le había encontrado uso. Su novia dormía profundamente en el dormitorio, y ellos podían hacer todo lo que quisieran en el salón.

Ana había entrado en casa de mi hermano con el móvil conectado, me había llamado justo antes de llamar a su puerta, y lo estaba escuchado todo. Oí cómo Ana se desnudaba y dejaba el móvil apenas tapado por su camiseta para que no me perdiera detalle. Mi hermano alabó su cuerpo, lo acarició, lo tocó, lo sobó, recorrió con las manos y los dedos todo su cuerpo, mientras yo hacía lo mismo con mis manos y mis dedos y mi cuerpo desnudo, en la oscuridad de mi habitación, en mi cama. Javi se sentó desnudo en el sofá y Ana se sentó sobre él, clavándose su polla hasta dentro, follaron así, con las manos de él apretando los pechos de mi amiga, sus pezones, besándose, frotando sus lenguas, ella moviéndose encima de él.

El primer polvo fue rápido. Javi se corrió muy pronto, tanto le provocaba mi amiga, después se tumbaron en el sofá y mi hermano con su lengua la hizo correrse. Si el supiera que cuando la hizo correrse me hizo correrme a mí también, tuve un orgasmo al mismo tiempo que Ana, ella gracias a la lengua de mi hermano, yo con mis dedos.

Oí cómo seguían lamiéndose y besándose, aumentando la intensidad a medida que sus cuerpos se recuperaban y pedían más; y el mío también pedía más. Oí cómo mi hermano la follaba analmente, oía sus gritos y jadeos de placer, y se imaginaba a la novia de su hermano durmiendo plácidamente en el dormitorio, sin sospechar que Javi estaba follando con otra chica en ese mismo momento en el salón. Me corrí de nuevo, con ganas, disfrutando del placer que me estaba dando a mí misma, mientras escuchaba a la zorra de mi amiga follarse a mi hermano en las mismas narices de su novia.

Quedaron agotados, casi tanto como yo, Ana apagó el móvil, se duchó y se vistió, besó una última vez a mi hermano, y se fue, dejándole de recuerdo sus bragas rosas. Me pregunto que habrá hecho con ellas mi hermano, ¿las habrá escondido para olerlas de vez en cuando y masturbarse con ellas, con cuidado de que su novia no las encuentre?

Cuando Ana llegó a casa me llamó de nuevo. Yo seguía desnuda en mi cama, acariciándome suavemente esperando su llamada.

-Vaya pollazo que tiene tu hermano, cariño, y además sabe usarlo.

-Ya he oído lo bien que os lo habéis pasado. Qué cabrón mi hermano, poniéndole los cuernos a su novia con la primera zorra que encuentra

-No te extrañe que después de este polvo mande a su novia a tomar por culo y me pida a mí que me vaya a vivir con él. Dime, cielo, ¿te has corrido escuchándonos?

-Dos veces, casi al mismo tiempo que tú… lo he disfrutado tanto como tú. Pero me gustaría disfrutarlo también contigo.

-Pues mis padres siguen en la playa, como muy bien sabes… te espero.

Una hora después estábamos las dos desnudas en la cama de sus padres, que es considerablemente más grande que la suya, acariciándonos.

-Bien, has ganado la apuesta, pero no me resigno, quiero doble o nada.

No pude evitar reírme mientras la apretaba los pezones.

-Has perdido, reina, no tienes nada con qué mejorar tu apuesta, ya no hay emoción, podemos tirarnos a tu padre o a mi hermano en cualquier momento.

-Estaba pensando en darle la vuelta a la apuesta….

Mi cara de extrañeza debió de ser todo un poema, ahora era ella la que se rió, y cogiéndome de las muñecas y colocándose encima de mí, me contó su plan.

-Doblo la apuesta, y la doblo un mil por cien. Ahora la apuesta es ver quién es capaz de follar antes, tú con tu hermano y yo con mi padre.

Me quedé de piedra. Jamás habría imaginado que Ana llegara tan lejos. Se puso a chupar mis pezones mientras dejaba que la idea fuera entrando en mi cerebro. Lentamente fue bajando, recorriendo con la lengua mi vientre, mi ombligo, mi estómago, la acaricié el pelo con las manos cuando su lengua se puso a recorrer los labios de mi coño, me lo comió, y como siempre, tuve un orgasmo fabuloso.

-¿Me estás diciendo que serías capaz de follarte a tu propio padre?

-Y tú a tu hermano… vamos, confiésalo, ¡te pone!

-Esto sería lo más fuerte que hayamos hecho nunca.

-Te apuesto que me follaré a mi padre mucho antes que tú a tu hermano. ¿Aceptas?

-¡Por supuesto que acepto, puta!

La cogí del pelo y la besé la boca, rodamos por las sábanas, enlazadas en el beso. La apuesta estaba decidida, ya no nos podía parar nada.