La apuesta

Como una adolescente por una apuesta se mete en una fiesta demencial.

Francisca era una joven que estaba en una escuela femenina, tenía una vida normal, con sus amigas, sus estudios, pero había profesoras profundamente religiosas que decían que los hombres solo querían abusar de ellas, que nunca se acercasen a ellos, esto provocó un cierto temor hacia los chicos.

Pero su mejor amiga, la jefa de la pandilla, sentía otra cosa, una morbosa curiosidad, además, si era peligroso, mas la atraía, se reunió con sus amigas.

-¡chicas! Os propongo poner cada una veinticinco euros en esta caja, ¿cuál es el objetivo? Reunir fotos de chicos, quien reúna la mayor cantidad de fotos de chicos desnudos se llevara el premio.

La pandilla estaba compuesta de veinte chicas, si todas ponían su parte y ganaban, podían reunir 500 euros, esa cantidad hizo a las chicas soñar, una soñó con una playstation 3, otra con un set de maquillaje de los caros, otra con unos vestidos que vio en un escaparate, cada una tenia un deseo que ese dinero convertido en billete rosado podía ofrecer, cada una cogió el dinero y cogió su cámara.

Francisca no tenía ningún deseo en su mente, pero ese dinero podía servirle en el futuro, al coger su cámara, sus dos hermanos mayores, unos muchachos de veinte años le dijeron.

-escucha canija, queremos que vayas a casa de tus amigas durante esta noche, aquí tienes pasta para que no vengas aquí ¿vale? – dijo uno de los hermanos con voz severa y prepotente.

Francisca sabia que no estaban sus padres y ellos aprovecharían para hacer una de sus fiestas prohibidas, Francisca, harta de que la traten como una niña de pecho, aprovecharía no solo para hacer fotos sino para enseñárselas a sus padres, así aprenderían a tratarla con respeto.

Al llegar la fiesta, ella se escondió, sus hermanos pensaron que la "pequeñaja" se había largado con las "enanas" de sus amigas.

Los dos jóvenes prepararon bebidas y comida, la pequeña jovencita pensaba que seria una reunión, pero aparecieron las primeras personas, se saludaban, se hablaban, ponían música, pero poco a poco esos invitados trajeron bebidas alcohólicas, algunos trajeron cocaína, éxtasis y marihuana, la fiesta se convertía en un espectáculo demencial, Francisca tomaba fotos de hombres moviendo sus penes mientras tenían los pantalones en la cabeza, gente fumando un rudimentario cigarrillo de forma somnolienta, una chica que le tiraban licor en sus pechos mientras unos chicos se los lamían y varios chicos llevándose a chicas hacia arriba.

¿Qué diversión había en todo eso? Algo dentro de ella no quería salir, pero necesitaba saber, Francisca salio del escondite y se bebió uno de los vasos de licor que había como si fuera agua, noto como ardía su estomago y se doblo de dolor, tuvo que tomar uno de los refrescos que habían para sentirse mejor.

-hola, preciosa, no te había visto por aquí.

Francisca la vio, era una chica enorme de melena teñida de lila y con un traje de cuero, también tenía botas de vaquero con espuelas, la chica se acerco a ella apoyando su frente en la de Francisca mientras le decía.

-¿tu primera fiesta?

Francisca respondió afirmativamente, es cierto que ella iba a fiestas de cumpleaños, pero nada parecido a eso.

-Entonces, déjame enseñarte a beber, debes llenar la copa, puedes hacer la combinación que te parezca, pero has de beberlo poco a poco, coge el gusto.

Francisca hizo lo que le indico, le cogía mas el sabor, empezaba a sentirse bien, mas eufórica, entonces unos chicos le ofrecieron una calada de su porro, ella acepto, la primera vez que fumaba, se noto extraña, tenia ganas de reír, era una risa tonta e ilógica, pero la disfruto.

Vio una raya de coca, sentía deseos de probarla, la esnifo la raya entera, noto de inmediato sus efectos.

El mundo que veía ella le pareció una gozada, vio a una chica que se arrodillaba a un chico, le estaba haciendo una felacion, entonces Francisca busco a alguien para hacérsela, empezó a preguntar por ahí.

Entonces una docena de chicos la rodearon, se desabrocharon los pantalones enseñando sus vergas.

Ella se arrodillo y chupo una a una todas esas vergas tan grandes y tan potentes.

Sus manos y su boca no tuvieron descanso, pasaban de polla a polla saboreándolas, hasta que todos los chicos a la vez echaron su leche en ella, duchándola.

Todos se fueron con sus chicas, pero Francisca quería divertirse mas, en ese momento vio a una pareja de chicos borrachos, se acerco a ellos, cogío sus manos y las puso en sus pequeños y juveniles pechos.

Ellos la llevaron arriba.

Entraron en la habitación de Francisca, una habitación llena de peluches.

La rodearon y la desnudaron.

Las lenguas de los chicos recorrían el cuerpo de Francisca, ella sentía que se derretía de placer.

Ambas cabezas bajaron, una hacia su culo y otra hacia su concha.

Noto como la invadían, como sus fuerzas decaían hasta perder el equilibrio,

En la cama, una verga entro en su boca, la otra, tenía una dificultad, ya que era virgen y apenas entraba.

Ella estaba colocada, solo sentía el placer, ningún dolor.

Entonces noto como la bombeaban, como su himen se rompía matando a la niña para convertirla en mujer.

Ambos chicos se corrieron a la vez.

En ese momento, ella se puso sobre un chico y el otro encima de ella, convirtiéndose en un sándwich.

Noto como ambas trancas entraban en ella, las recibió con sumo placer.

Ambas pollas bombeaban con fuerza, casi rompiendo la pequeña concha de Francisca, pero ella disfruto y recibió con gozo la leche de sus dos amantes.

Los padres aparecieron de pronto, todos se fueron disparados, dejando la fiesta en una estampida, el padre, furioso, fue a pedir explicaciones a sus hermanos.

El padre se desmayó.

La madre se llevo las manos a la boca.

Ahí estaba su preciosa hija Francisca, penetrada doblemente por sus hermanos mayores.

Epilogo.

Ambos hermanos se fueron a una residencia universitaria en Inglaterra, el padre, después de lo que vio no se explica como no les rompió sus cabezas.

Francisca fue llevada a los doctores, la limpiaron de droga y sanaron posibles heridas físicas.

La pandilla de Francisca la visito al hospital, cuando las chicas preguntaron si estaba bien, Francisca respondió.

-¡HEMOS DE HACER UNA FIESTA IGUAL!

Una inocencia corrompida.