La apuesta de Susana (II)
¿Seguirá adelante Susana o perderá la apuesta?
Por un momento nos quedamos paralizados los 3; Andrés, divertido con mi sorpresa, yo aterrada y engañada y Paco absorto en mi cuerpo comiéndome con la mirada
En ese momento ya no había remedio. Paco me había visto completamente desnuda; Paco me estaba viendo desnuda. Podía decir cualquier cosa y volver al despacho de Andrés, vestirme, discutir con Andrés, mandarlo a la mierda y no volver a verlo en mi vida pero eso no iba a cambiar que Paco, el portero del edificio de oficinas donde trabajaba, Paco, el gordo y repulsivo que veía todos los días y que sin embargo era invisible para mi, ese Paco me había visto desnuda. Me había visto no solo las piernas o un escotazo sino todo; en este momento tenía una completa visión frontal mía
Maquinalmente me acerqué a Andrés. Me había imaginado tantas veces la situación que seguí el guión y le ofrecí mis labios para que me diese el pico pactado. Noté como su mano derecha me tomaba de mi cintura cayendo ligeramente por detrás hacia el inicio del culo
- “Estás preciosa, Susana”, me dijo al oido.
Yo asentí con una mueca sonriente. Suavemente, la mano de Andrés que todavía tenía en el inicio de mi culo me hizo girar hacia donde estaba Paco
- Creo que lo conoces aunque dudo que te lo hayan presentado. Él es Francisco. Tú a lo mejor lo conoces más por Paco. Paco, ella es Susana”
Sin el traje gris que normalmente llevaba, Paco todavía parecía más mayor. No mediría más de 1,65 cms de manera que yo le sacaba al menos 10 cms. Unas grandes gafas de pasta cuadradas predominaban en una cara redonda y regordeta salpicada por una barba canosa de cuatro días. Llevaba una camisa de estampado imposible abierta más de lo necesario y un pantalón gris muy parecido al que llevaba entre semana. No podía quitar los ojos de mis tetas. Por fin, me acerqué a él y con lo más parecido a una sonrisa que pude conseguir me dispuse a darle dos besos. Instintivamente, mis manos buscaron las suyas como para controlarlas
- “Encantada, Paco” le dije al tiempo que le ofrecía una mis mejillas
Mis pezones, inexplicablemente erectos todavía, me avisaron al tocar con su camisa que me había acercado demasiado a él
- “Joder niña, qué buena estás….” balbuceó cerca de mi oreja.
En este instante sentí que sus dos manos se escaparon de las mías y me tomaban por las caderas, bajando sin pudor hasta tomar posesión de mi culo. Esto provocó que instintivamente todavía me apretase más hacia él y que mis brazos se alzasen hasta su cuello para no quedarse aplastados entre los dos cuerpos. Sus manos, dueñas y señoras de mi culo ya no se conformaban con tocar sino que apretaban ligeramente como si quisiesen comprobar la dureza del mismo. Noté su barba de varios días en mi mejilla mientras intentaba besarme. Tras unos segundos que parecieron días, lo empujé suavemente de los hombros hacia atrás y me conseguí zafar de él
Incomprensiblemente para mi, algo más que un cosquilleo dominaba mi estómago. Estaba horrorizada y atraída a partes iguales por la situación. Aunque por encima de eso, estaba furiosa con Andrés.
- “Andrés por favor, ¿puedes venir a la cocina y me dices qué vasos pongo? Ahora mismo volvemos, Paco “
Estaba furiosa. Cachonda también pero sobre todo furiosa por el engaño de Andrés
- “Andrés… ¡¡¡ me has engañado!!! Eres un hijo de puta”, le grité
- “¿Porqué Susana? ¿En qué te he engañado? “, respondió Andrés
- “Me dijiste que no lo conocía…. “ le dije a punto del llanto
- “Eso es mentira. Tú no me preguntaste si lo conocías. Lo que te dije es que no vivía aquí y con eso, supusiste que no lo conocías”
- “Eso, eso… que no vivía en la ciudad. Y Paco vive aquí…..”
- “Vivía, pardilla, vivía… si no hubieses estado tan ofuscada en el trabajo y en tus fantasías sexuales, te habrías dado cuenta que Paco se jubiló hace diez días. Ya no vive aquí. Vive en su pueblo que es el de mis padres y por eso lo conozco”
- “Pero…. “, me estaba quedando sin argumentos… “… es muy mayor y…”
- “Me preguntaste por su edad y yo te dije que era mayor que yo. Si hubieses insistido te hubiese dicho que tiene 66 años…Te ofrecí enseñarte una foto y al final dijiste que preferías que no. Mira; no te he engañado en nada. Ahí tienes lo que habíamos hablado. Si ahora no lo ves claro, no pasa nada. Salgo, le digo que no te ves en esto y ya está. De eso se trataba, de una apuesta. Podías atreverte o no. Has demostrado coraje; no te has tapado cuando lo has visto y has aguantado el refrotón que te ha dado”
- “66 años….” Repetí. El cosquilleo era cada vez más agradable. “43 más que yo…. ¿has visto como me ha sobado el culo?”, le pregunté ajena a su discurso
- “Sí, lo he visto. También he visto que a ti no ha parecido importarte mucho y que llevas los pezones excitados…. ¿no estarás…..? Déjame ver” dijo al tiempo que llevaba su mano a mi sexo
Le aguanté la mirada seria a Andrés al tiempo que me quedaba inmóvil. Él, acercó dos de sus dedos a mi clítoris acariciándolo delicadamente. Un calambre recorrió mi cuerpo. Acercó su dedo índice a mi coño y lo hundió sin dificultad dentro de mí. Me ruborizó que se diese cuenta de mi calentón
- “Ya veo que el repaso que te ha dado el viejo te ha puesto cachonda, pardilla…”
- “No digas eso Andrés” , le corté
- “Está bien Susi, esto era un juego pensado para divertirnos, no para sufrir o pasarlo mal. Salgo y le digo que se acabó el juego. No pasa nada”
Andrés se dispuso a abandonar la cocina
- “Espera”, le dije, “Dame un minuto. No digas nada. Saldré enseguida”
Me quedé sola en la cocina. Intenté examinar la situación. ¿Qué había cambiado? En realidad nada. Si Paco se había jubilado, es como si desapareciese de mi vida. Pero claro, yo me imaginaba a alguien de la edad de Andrés y no un viejo como él. No me quería rendir. Andrés se iba a salir con la suya. Tenía un bloque mental. No estaba preparada para esa situación aunque por otra parte, ¿porqué mi cuerpo me mandaba señales positivas?¿porqué ese cosquilleo cuando se me apretó y me sobó el culo? ¿porqué tenía los pezones duros? Tenía que separar mente y cuerpo, escuchar solo a mi cuerpo y disfrutar. Y de paso, darle una lección a Andrés
Suspiré. El cosquilleo creció. Iba a salir. Iba a exponerme delante de ellos. Salí….
- “Bueno, caballeros…. ¿qué van a desear los señores?”
Andrés sonrió. Paco quedó nuevamente absorto en mis tetas
- “Dos cubatas, Susi. Ponte tú otro y así nos acompañas”, me dijo divertido Andrés
Lentamente me giré para que tuvieran una buena visión de mi culo y contoneándome ligeramente me fui a la cocina a preparar las copas. Mientras lo hacía podía escuchar la conversación entre Paco y Andrés
- “Bueno, qué te ha parecido, Francisco?”, le preguntó Andrés
- “Increíble, Andrés, está buenísima…. ¿y tú dices que te estás zumbando a esta tía?. Joder, qué suerte…. Nunca había visto una tía que estuviese tan buena. Y mucho menos, tocarla”, contestó Paco
- “Me parece que te has pasado cuando os habéis dado dos besos. Prácticamente le has metido mano…. Has estado a punto de cagarla”, le reprendió Andrés
- “¿Eso crees? No, no creo yo…. Susana nos ha salido un poco putilla creo yo. Si solo quisiese calentar, lo seguiría haciendo a distancia, tumbada en tu terraza. Pero me parece que ella quiere además, que la toquen. La verdad es que le he sobado el culo y me parece que le ha gustado”, reflexionó Paco
- “Bueno, no sé”, contestó Andrés. “No lo tengo tan claro”
- “Oye, ¿crees que le tengo que dar el regalo ya?” preguntó Paco
- “No, casi mejor que esperes un poco. Yo te avisaré”, le contestó Andrés tranquilizándolo
¿Putilla? ¿Me había llamado putilla? ¿Y que era eso que me habían traído un regalo? No me había dado cuenta. Claro que tampoco había estado como para fijarme en detalles. Por fin regresé al salón con las bebidas. Todavía le daba vueltas a lo de putilla y el regalo. Brindamos y me senté en la silla justo enfrente de Paco, cuya mirada cada vez me calentaba más
Andrés cumplió su parte y llevó la conversación para que no decayera en ningún momento. Paco no me quitaba ojo de la misma manera que yo vigilaba las miradas que me lanzaba. Cada vez más cómoda, seguramente en parte por el cargado cubata que me había servido, llegó un momento en que me levanté un par de veces con la excusa de buscar unos posavasos y unas servilletas, todo para buscar algún roce por pequeño que fuese. Cualquier contacto de mi piel lo notaba como multiplicado por mil. Especialmente excitante fue el comentario de Paco sobre la ausencia de marcas de sol en mi cuerpo, ello dio lugar a una pequeña conversación sobre el tema
- “Veo que tomas el sol desnuda, Susana. Estás morena pero no tienes marcas ni en las tetas ni el coño”
Me excitó sobremanera el comentario del viejo. Primero porque aunque obvio implicaba que me había mirado con detenimiento, segundo me gustó como sonaron las palabras tetas y coño, mis tetas y mi coño, en su boca. Me acaricié las tetas mientras le miraba y abrí ligeramente las piernas para que tuviera una pequeña visión de mi vulva. La situación se me empezaba a ir de las manos
- “Normalmente no lo hago, Paco. Pero he tomado rayos UVA en cabina y un par de días he ido a casa de mi amiga Marina a tomar el sol. Tiene una terraza donde nadie nos puede ver”
- “Bueno, creo que tú hubieses preferido que unos cuantos tíos te hubiesen estado mirando, ¿no crees?”
Nos echamos a reir los tres. El viejo me había llamado exhibicionista. Bien mirado, era lo menos que podía decirme.
Nos habíamos bebido ya las copas. Estaba muy cómoda y muy excitada. No quería que se acabase la situación. No sé si quería más o no pero al menos quería que no se acabase. Me levanté y les dije;
- “¿Quién se apunta a otro de lo mismo?”
- “Susana, en realidad la apuesta ya la has ganado. No hay necesidad”, dijo Andrés
- “Ya sé que la he ganado. Os estoy preguntando si queréis otra copa”, insistí
- “Pero… ¿vas a seguir desnuda?”, insistió Andrés
- “¿Tú qué dices, Paco? ¿Me ves bien así?”, le pregunté comprometedoramente a Paco
- “¿No te das cuenta que le gusta estar así, Andrés?. Susana se está calentando por momentos….”, concluyó Paco
La referencia a mi calentura cayó como una piedra en un estanque en calma. Por unos segundos, se hizo el silencio solo roto cuando yo me eché a reir
- “Tal vez, Paco, tal vez….luego quizá lo comprobemos… ”, le contesté todavía riéndome, “¿os apuntáis a la segunda copa o qué?”
- “Por supuesto. De lo mismo, para no pensar”, dijo Andrés
- “Cuando vuelvas te daré un regalo que te he traído, Susi”, anunció Paco
- “¿Un detalle? No tenías que haberte molestado, Paco. Ahora mismo vuelvo”
Mientras ponía las copas en la cocina admití por primera vez que estaba excitada. Muy excitada. Y no parecía que fuese solo por la situación, ya que cada vez quería más. ¿Tanto se me notaba que lo estaba? El anuncio del regalo dio pie a una pequeña estrategia
Cuando regresé con las copas reparé en una bolsa cutre, del Alcampo o similar que estaba junto a Paco. Tras colocar las bebidas en el posavasos Paco se levantó torpemente del sofá para darme la bolsa
- “¿Qué es Paco? Muchas gracias. Espera, dame un beso” dije sin siquiera recibir todavía la bolsa
Esa era la estrategia. Quería que Paco, como poco, me tocase. Y que fuese un beso. Dos besos implicaba mejillas, un beso era labio con labio. Esperaba que Paco lo entendiese. Quería otro repaso
No sé si porque Paco entendió la sutileza o más bien por mi manera de acercarme a él, pasando los brazos por sus hombros y enfrentando mis labios a los suyos, pero el caso es que Paco inundó mi boca con su lengua enorme y áspera al tiempo que la mano que le quedaba libre (en la otra sujetaba la bolsa que no me había dado todavía) empezó a acariciarme una teta. Paco adelantó un poco una de sus piernas colocándomela entre las mías. Instintivamente, yo abrí las mías provocando el roce de mi sexo contra la tela de su pantalón. Tuve que reprimir un suspiro de placer. Como pude me separé de él, tomé la bolsa y regresé a mi silla. Una enorme erección se le adivinaba a Paco debajo de su pantalón gris
Sin mucho preámbulo metí la mano en la bolsa. Estaba preparada para un perfume, un collar… cualquier cosa. Pero no para lo que contenía la bolsa; un enorme consolador negro
- “¿Pero…. esto qué es?”, pregunté sorprendida
- “Un consolador. Una chica como tú seguro que tienes muchos pero éste me han asegurado que es de lo último en silicona. Tamaño XXL… “ contestó Paco
- “No suelo usar consoladores, Paco”, respondí todavía fascinada por el aparato. “De hecho, no los he usado en mi vida. Cuando he querido o necesitado un rabo, lo he tenido”, respondí todavía sin poder apartar los ojos del regalo
- “Bueno, si no te parece bien el regalo, se puede devolver….”, intervino Andrés
- “No, no…. Deja al menos que lo pruebe”, le contesté sonriendo
Ya no era consciente de lo que decía. Solo podía mirar el consolador. Era gigantesco. Se marcaban todas las venas de un miembro viril. Al tacto era muy agradable. Me lo quería meter todo, entero, hasta el fondo y sobre todo, que ellos dos no se perdieran detalle
La silla no me permitía abrir mucho más las piernas. Con el consolador en la mano derecha, empecé a recorrer con su punta mi cuerpo empezando por las tetas muy despacio, bajando por el ombligo y por fin tras entretenerme en los muslos, llegué a mi clítoris. Miré a Andrés. Hacía rato que no lo hacía. Sonreía de un modo extraño y estaba muy empalmado. Después miré a Paco, babeaba hipnotizado con el movimiento del falo sobre mi cuerpo. Bruscamente me puso en pie, les sonreí y llevándome el consolador hacia la boca, amagué con empezar a lamerlo.
- “Un favor me gustaría pediros chicos”, les pregunté parando por un momento mi espectáculo, ”ya que nunca he usado un consolador, ¿qué os parece si me hacéis un sitio ahí en medio de los dos y me ayudáis a utilizarlo?”
Instintivamente los dos hombres se apretaron contra los apoyabrazos del sofá para dejar sitio en el centro. Paco acertó a decir
- “Andrés, tu chica es… ya sé que no es tu novia ni se la vas a presentar a tus padres pero si se sienta aquí, ya sabes que no respondo”
- “A mi me parece una idea excelente, pardilla”, dijo Andrés
Me acerqué al sofá, me giré y lentamente me dejé caer en medio de los dos. Paco quedaba a mi derecha y Andrés a mi izquierda. Levanté las dos piernas, pasándolas por encima de sus rodillas para abrirlas lo máximo que pude. Le entregué el consolador a Paco, quería que fuese Paco, jubilado de 66 años el que me follase con el consolador a mi, a la abogada Susana de 23. Paco, antes de ocuparse del consolador, comenzó a chuparme las tetas. Andrés me comenzó a besar.
Una vez que Paco se sació de mis tetas, comenzó a masajearme el clítoris para prepararme. No hacía falta. Cuando él creyó que ya estaba, me introdujo dos de sus dedos. La facilidad con la que entraron, le convenció que ya podía comenzar con el consolador. Le besé como recompensándole el esfuerzo
Poco a poco, con un movimiento rítmico, la polla de silicona empezó a penetrarme. Paco sabía lo que hacía. Yo me adapté bien al ritmo que marcaba Paco y el consolador empezó a desaparecer dentro de mi. Cerré los ojos, ya no sabía quien me tocaba las tetas. Noté como se alternaban en el manejo del consolador. Pasados unos minutos en los que me corrí varias veces y aprovechando una pequeña pausa, les dije
- “Chicos, se me ha ocurrido otra idea…. ¿qué tal si nos vamos los tres a la habitación?”
Andrés sonrió. Parecía que le fuera a estallar el pantalón
- “Andrés, coge el consolador… hoy con Susi lo probaremos a fondo”, murmuró Paco