La apuesta
Por una pequeña apuesta que hice con mis amigas, me convierto en su esclava por una tarde.
La Apuesta
Hola mi nombre es Jazmin, a mis 24 años soy una de esas chicas que cortan el aliento. Con una altura de 1,70 mts, mis 58 kg de peso se encuentran repartidos como se debe. No soy una de esas escuálidas hembras que se ven en las pasarelas de moda. Unos pechos llenos, un culo de hermosas formas y carne por todos lados, pero firme debido a 3 horas de gimnasia a la semana. Unas piernas interminables coronadas por unos muslos perfectamente torneados, que son mi mayor orgullo. Pero ahora son mi mayor problema. Es que ahora estoy sobre una mesa, balanceandome sobre mis rodillas, bien separadas entre si unos 50 cm. Una cadena va desde unos circulos de acero en cada una de mis rodillas hasta las patas de la mesa, impidiendome cerrar las piernas. Si quisiera podría separarlas aún más, pero no me conviene. Mi único otro punto de apoyo es el lado derecho de mi cara. Mis manos están juntas justo donde mi espalda pierde su buen nombre.
Mis tobillos están juntos y cruzados, encadenados entre sí. Un grueso cinturón de cuero me marca aún más una ya estrecha cintura. Los talones de mis pies están contra los cachetes de mi espléndido culo, debido a una corta cadena que va desde la cadena de los tobillos hasta una argolla en el cinturón. Me gustaría estirar un poco los brazos, pero no puedo. Las esposas pasan por la misma argolla en la que está fijada la cadena de los pies. De los circulos de acero en las rodillas van unas cadenas hasta un collar de cuero.
De la parte de atrás del cinturón sale una tira de cuero que pasa por entre mis preciosas, carnosas pero firmes nalgas, entre los labios mayores y termina en la parte de delante del cinturón. Esta tira sujeta en su lugar un tapón anal y un vibrador.
Mi cuerpo parece un trípode, el torso está a unos 45 grados de inclinación con respecto a la mesa, mis tetas rozando apenas la superficie de la misma, mi culo bien levantado. Una cadena que va desde el collar hasta la parte de adelante de la mesa me impide incorporarme, y si quisiera estirarme, las cadenas entre mis rodillas y el collar me impedirían acostarme boca abajo. Solo podría estirarme un poco, hasta apoyar las tetas en la mesa. Pero entonces se tensionaría la cadenita que va desde el collar hasta la parte posterior de la mesa, y es lo último que quisiera hacer.
Los tirones en mi cuello me dicen que ya es hora de cambiar de posición. Despacito, pero muy despacito, me apoyo primero en la transpirada frente y luego en el lado izquierdo de la cara. Suspiro aliviada, porque no fué como la vez anterior en que casi me resbalo y estuve a un paso del desastre. Las rodillas ya no me duelen, están dormidas después de mantener la posición tantas horas, pero mis piernas se me están por acalambrar. Se que tengo que relajarme, pero con lo que me duele el culo por el gigantesco tapón y la mandíbula por la enorme bola de goma, me resulta difícil. Para colmo la bola me hace babear, y la saliva después me dificulta apoyar la cara sin que se me resbale. Así que repaso como llegue a esta situación, para distraerme.
Un miercoles en la noche estaba reunida con mis amigas, como siempre, en la casa de Daniela. Nos conocíamos hace ya varios meses, y salvo que nos gustaba hacernos bromas más o menos pesadas, eramos 3 amigas normales.
Que les parece si jugamos un strip Poker - dijo Pati, una chica de buen cuerpo y muy atractiva
Y donde está la gracia?, si somos todas mujeres - , le contestó yo.
En que la que queda desnuda, se tiene que masturbar con esto - agregó Pati, y a continuación saco un consolador con forma de pija.
Ninguna de las tres era demasiado pacata, y aunque en realidad ninguna de nosotras deseaba demasiado terminar con ese pedazo de plástico en la concha, la oportunidad de ver a alguna de nosotras en esa situación bien valía la pena el riesgo. Asi que limpiaron la mesita redonda, buscamos las cartas y a jugar.
Al par de horas ya estabamos todas en ropa interior y medias. Pati (que tenía los pechos más grandes de todas) ya había perdido el corpiño y cada vez que largaba una carta las tetas le rebotaban de arriba abajo. A la que peor le había ido era a mi, ya había perdido una medias y sólo me quedaba la otra y la bombacha.
- Estaría bueno que alguien golpeara la puerta -, decía Daniela, - yo me tendría que poner una bata para atender y ustedes dos tendrían que meterse así como están desnuditas en el dormitorio-.
Pero yo, no le prestó mucha atención porque después de todas malas me había tocado una mano buena, poker de reyes.
El problema era que Daniela había abandonado en esa mano y yo estaba jugando contra Pati, que era la mas vestida. Yo sólo podía apostar dos prendas (mi bombacha y la media) y con eso no ganaba casi nada, a lo suma que Pati se sacase la camisa y una media. Si no aprovechaba esta mano seguro que terminaba con la pija de plástico en la concha, por como iba la cosa. Empece a sentir como una opresión en mi garganta.
Y no era la emoción por la buena mano de cartas, era que me estaba quedando dormida y me estaba resbalando, y las cadenas entre mis rodillas y mi cuello y la cadenita entre el collar y la mesa se estaban tensando.
Cuando me di cuenta comence a tensar los músculos, pero después de casi 5 hrs. en esa posición estaba casi agarrotada y apenas logre volver a asumir la posición, (con las tetas rozando la mesa y el culo bien levantado), que me permitía aflojar las benditas cadenas. Y es que la cadenita en realidad constaba de dos tramos, unidos entre sí por medio de una cajita, en la que habían metido el control remoto de la alarma. Si tiraba mucho de la cadenita, la cajita se abría, y quedaba al descubierto el control remoto, el que mediante una cinta adhesiva en uno de sus botones, estaba fijado para activar la alarma. Adentro de la caja el haz infrarrojo no era capaz de activar el sensor, pero afuera seguro que sí.
Sólo imaginar que al sonar la alarma los vecinos me encontraran así, encadenada, con las piernas bien abiertas y con la concha y el ano bien expuestos a quien quisiera ver, le revolvían el estómago.
Alcanzaba a ver el reloj de pared, las 8:30 de la tarde. Tenía que soltarme antes de las 9:00!!!!!!!. Hasta ahora había probado de manera meticulosa, haciéndo fuerza primero con los brazos sobre las esposas, o los pies sobre las cadenas, o tratando de meter panza y sacarme el cinturón. Pero ahora la desesperación me hizo agitarme de forma espasmódica, haciendo fuerza con los muslos contra las cadenas que ,atadas a la pata de la mesa, me hacían abrirme de piernas, y con los brazos contra las esposas que retenían mis brazos a mis espaldas. Pero sólo consigui resbalar las rodillas sobre la mesa húmeda por mi transpiración, abriéndome aún más de piernas. El dolor por los tirones en la ingle se hizo insoportable, y solo pudo asumir una posición segura tensando todos los músculos de la cadera, con lo cual el esfínter anal se apretó contra el gigantesco tapón anal que me invadía, y me hizo gritar de dolor, que apenas se sintió debido a la bola de goma que tenía en la boca.
Trate de sacarmela empujando con la lengua, pero la banda de cuero con la hebilla en la nuca me lo impidió. Cuando pasaron las puntadas trate de alcanzar el tapón anal para sacarmelo ,pero las esposas y la banda de cuero sólo me perimitieron retirarlo un par de centímetros, con lo cual la parte más ancha estuvo en mi esfinter y sólo me provocó más dolor. Quizás si la cadena de las esposas fuese más larga hubiera sido diferente la historia. Pero por ahora tenía ese tapón en el culo y ahí iba a quedarse. Aunque no estuviera la tira igual todo se quedaba en su lugar. Lo comprobe mientras mis amigas me ataban, primero me metieron el tapón y el vibrador y al rato la tira. Pero la posición, con el ano y la concha bien abiertas, si, pero con el culo hacia arriba, hacía que no me salieran solos. Y por las esposas no los podía sujetar bien como para retirarlos.
Si bien por orgullo hasta ahora no había querido hacer pis, la última vez que había ido al baño, ( justo después que mis amigas me habían ordenado que me desnudara y me habían esposado con las manos a las espaldas), había sido hace muchas horas. Ya no aguantaba más y aunque realmente no quería mi cuerpo fue mas fuerte y me orine. Aunque tenía las piernas bien abiertas, y arquee la espalda (con eso logre que la tira de cuero entre las nalgas me metiera más adentro el tapón y el consolador), el chorro de orina al chocar con la tira de cuero entre la vulva se pulverizó y me mojó todas las piernas. Suerte que la parte de la mesa donde tenía la cara estaba más alta y no me llegó la orina. Grite por la frustración, pero sólo logre babearme aún más y hacer más resbalosa la mesa.
Eran las 8:45. Yo sabía que a las 9 el temporizador pondría en funcionamiento el vibrador que tenía metido en mi concha por unos 45 minutos. Yo ya sabía por experiencia previa que los primeros 15 minutos ni fu ni fa, pero después empezaba a mojarme y aunque yo no queria a eso de los 30 minutos me llegaba el primer orgasmo. La primera vez me agarró por sorpresa, no pensaba que pudiera tener un orgasmo en estas condiciones. El problema es que yo era multiorgasmica, y el segundo y el tercero (hasta eso llegaba en los últimos 15 minutos del vibrador) eran bastante violentos. No sólo los orgasmos me provocaban dolor en el ano por el tapón, sino que los espasmos me hacían resbalarme con el peligro de activar la alarma.
Y esta vez sabía que iba a ser peor. Al forcejear para tratar de soltarme, los pechos me rozaban la mesa, y el roce sobre los pezones me habían hecho excitarme y mojarme de sobremanera. Sentía como los jugos me corrían por el estomago. Es que al tener el culo levantado, los jugos no iban como siempre por los muslos, sino por la panza. Sabía que esta vez el primer orgasmo llegaría antes de los 30 minutos, y habría tiempo para más de tres.
Sigamos pensando -, me dijo a si misma, para tratar de relajarme y perder la excitación.
Estaba en la opresión en la garganta -, pensaba, recordando como empezó todo. Ahí decidi jugarme todo. Tenía poker de reyes, asi que me sentía segura.
Hagamos esto -, le dijo a Pati, -si yo pierdo, pierdo la bombacha, la media, y por lo tanto me masturbo con el consolador y además, siempre que no intervengan más personas, por una tarde yo haré lo que me digan, pero si gano, tu te sacás toda la ropa y terminás tu con el consolador -
Pati lo pensó un buen rato. Tenía 3 ases, y podía pedir cartas una vez. Si ella proponía eso debía tener una buena mano. Por otro lado, la idea de ver a una de sus amigas con el consolador la exitaba, ya que ella era lesbiana. Y particularmente si era Jazmin, con este cuerpo espectacular aún para el ojo de una mujer. Además tenía que vengarse de la última broma de Jazmin, que había sido de lo más pesada. Aparte, que era lo peor que podía pasar si perdía?. Sabía que eso de jugar con un consolador la exitaba, porque lo había hecho alguna vez ,la primera borracha, con su novio y le había gustado. Presentía que podía llegar a disfrutarlo. Y sus amigas de todas maneras ya sabían del tema, porque les había contado de aquella primera vez. Asique aceptó, y cuando pidió cartas y le tocaron dos ases, la sonrisa que se le dibujo en la cara hicieron palidecer a Jazmin.
Yo me saque la media que me quedaba, la bombacha, y sin decir palabra, tomó el consolador y el tubo de lubricante que me dieron y se fui al dormitorio. Me acoste, boca arriba, y dobló y separó bien las piernas. Después me puso gel en un dedo y e lubrique bien la concha. Acerque la glande del consolador a mi cuerpo y empece a hacer fuerza. Aunque estaba seca, el consolador penetró enseguida por el gel. Recién después de 30 minutos de dale y dale me permitieron parar. Pero para mi fue tal vergüenza que no disfrute nada. Me puso tan roja, que a la mañana siguiente mis compañeros de trabajo me preguntaron si me sentía bien porque todavía me duraba el rubor.
Daniela propuso que me lo metiera en el culo, pero Pati no acepto porque el acuerdo era que yo iba a hacer lo que ellas quisieran sólo una tarde, y querían preparar el asunto bien.
Por la verqüenza, no vi a mis amigas como por 2 semanas, pero después comence a frecuentarlas otra vez, aunque no me atrevi a preguntar por el tema. Hasta que una tarde, unos 3 meses después ( o sea hoy después del mediodía), me estaba levantando de una siestita a eso de las 2 de la tarde cuando siento que golpean la puerta. Cuando veo que eran Daniela y Pati, supe que esta tarde iba a tener que pagar la apuesta que había perdido.
- Hoy es tu cumpleaños, he amiga ? - me preguntó Pati. Cuando respondi afirmativamente, Daniela me preguntó - y mañana te dieron el dia libre en tu trabajo verdad? -
Cuando le dijo que sí, y entonces Daniela me contestó, - Pues bien, vas a recibir el regalo de tu vida. Primero sacate toda la ropita, y después date vuelta con las manos en la espalda -.
Como si fuera una esclava hice lo que me ordenaron, y senti como me colocaban un par de esposas. Despúes me hicieron abrir la boca y me metieron una bola de goma roja, sujeta por una tira de cuero que abrocharon con una hebilla atrás de mi nuca.
A continuación me aconsejaron ir al baño, consejo que aproveche de buen grado. Tenía la intención de, una vez adentro, tratar de aflojar algo la mordaza para eventualmente poder sacarmela, pero aunque me retorci todo lo que pude, con las manos esposadas detrás de mi espalda no pudr hacer nada. Asi que fui al baño y después sali.
Cuando volvi con mis amigas, estas me ordenaron arrodillarme, con las piernas bien separadas. Por la habitación corría una leve brisa, que se me metía en la vagina debido a que la posición hacía que tuviera los labios de la concha bien separados. En esa posición vi como limpiaban mi escritorio de trabajo, hasta dejarlo vacío. También observó como ataron dos cadenas, una a cada una de las patas traseras de la mesa. El asunto no me gustó nada, y empece a protestar, pero de mi boca sólo salieron una serie de mmHmms que sólo consiguieron hacer reír a mis amigas y que la saliva, que se me estaba amontonando en la boca porque la bola no me permiitía tragar, se me corria por el mentón primero y por las tetas después. Me sentí tan humillada que me quede callada.
Entre mis dos amigas me ayudaron a subir a la mesa, y me pusieron boca abajo y con las piernas bien abiertas. Senti como me pasaron unos anillos de acero por los pies hasta mis rodillas, y después como me engancharon las cadenas que iban hasta las patas de la mesas y que me obligaban a estar abierta de piernas, con las rodillas bien separadas exponiendo la concha y el culo a quien quisiera ver. A continuación me pusieron un collar de cuero con varias argollas y sujeto por un candadito. Me soltaron una de las manos, para pasar la esposa por una argolla en el cinturón y volvieron a esposarla. De esta manera las manos me quedaban justo donde empieza el culo, y no podia moverlas ni para arriba ni para abajo. Después entre las tres me levantaron el torso, y mientras estaba con las tetas colgando (Pati aprovechó para pellizcarme el pezón derecho), Daniela me puso las cadenas que iban desde el collar hasta los anillos de acero en las rodillas. Cuando me bajaron trate de deslizarme hasta acostarme boca abajo sobre la mesa, pero las cadenas entre el collar y las piernas se tensaron y quede en posición de tripode, apoyada sobre mi frente, las rodillas y las canillas, con el culo bien levantado y las tetas apoyadas sobre la mesa. El estómago a unos 15 cm de la mesa, la concha y el ano bien abiertos y expuestos.
Por último colocaron la cadena que iba de la parte delantera de la mesa hasta mi collar, para evitar que alivie la posición deslizandome hacia atrás.
- A ti no sé, pero a nosotras esto nos va a encantar -, dijo Daniela, mientras me metía un vibrador en la concha. Despúes llamó a Pati y le dijo, - ven a ver lo que tengo acá, en el bolso -.
Mientras me dejaron sola, sacudi el culo arriba y abajo, y hacia los lados, para tratar de sacarme el vibrador, pero como por la posición, para salirme éste debía deslizar hacia arriba, me quedó donde estaba. Asi que cuando mis amigas volvieron, yo estaba todavía culo arriba con el vibrador en la concha, pero con las muñecas doloridas por las esposas.
Mirá de lo que vas a disfrutar ahora -, me dijo Daniela. Abri bien los ojos y empece a retorcerme y a tratar de soltarme, pero sólo consegui clavarme las esposas en las muñecas y babearme toda. Gotitas de transpiración me corrían por la frente y los muslos. Tiraba con fuerza de las cadenas de las piernas, marcando los musculos de los muslos y haciendo más atractivas unas ya preciosas piernas. Las tetas me rebotaban contra la mesa y dejaban improntas de transpiración sobre la superficie de madera de la misma.
Calmate - , me dijo Pati mientras me dió un palmazo en el culo que me lo dejó rojo por un buen rato.
Lo que me habían mostrado era un tapón anal, de unos 8 cm de longitud, y unos 4 cm en su parte más ancha. En su parte más angosta debía medir unos 2 cm. Yo nunca había visto uno, y ni sabía que existían. Pero cuando lo vi enseguida supe de que se trataba. Me di cuenta de que una vez que me lo metieran, (si es que entraba) una vez que la parte más ancha hubiera pasado el esfinter, este se cerraría ( o trataría de cerrarse) alrededor de la parte más angosta, y no habría manera de sacarlo salvo ayudando con la mano.
Daniela sacó un guante de goma y un tubo de gel lubricante y despacito, acariciándome apenas, me lubricó el ano, metiéndome inclusive un dedo en el culo. - Es que somos tus amigas y no queremos que te duela más de lo necesario - dijo entre las risitas de las dos.
Después me acercó la punta del tapón al ano y empezó a empujar. Yo instintivamente me tiró todo lo que pude hacia delante, hasta que el collar se me clavó en el cuello y los anillos de acero en las piernas. Pero las cadenas hicieron su trabajo y mantuvieron mis piernas de bien abiertas, y el culo bien para arriba, sin poder cambiar la posición de tripode.
- En el sex-shop nos dijeron que esto entra en un culo virgen como el tuyo sin romper nada - me decían mis amigas entre risitas.
Entre el gel, la fuerza de Daniela y que la posición me hacía tener el ano medio abierto, poco a poco el tapón me fue invadiendo. Yo sentía como me lo iba distendiendo el esfinter anal, milímetro a milimetro, puntada a puntada. Después de unos segundos (pero horas para mi), pasó la parte más ancha y repentinamente y con la ayuda de mis propios músculos, el resto del tapón se deslizó dentro de mi. Sólo quedó afuera el extremo posterior, un disco de unos 6 cm de diámetro diseñado para evitar que la penetrase la totalidad del tapón.
En verdad quería retorcerme y romper las cadenas y gritar que me soltasen, pero el dolor en el culo me mantuvo inmóvil atreviendome apenas a respirar.
Escuche unos preparativos que hacían mis amigas, sin entenderlos. Unos 5 mintos después, mi cuerpo se acostumbró un poco a ese objeto extraño dentro de mi y me resigne a que tanto el tapón en el culo como el vibrador en la concha se iban a quedar ahí hasta que alguien me los sacara. La posición en que me habían encadenado hacía imposible que se deslizaran fuera de mi por si mismos.
Pero por las dudas, al volver mis amigas me colocaron una tira de cuero de unos 2 cm de ancho, bien apretada, que pasando por entre los labios mayores y la raya del culo, estaba sujetada al frente y a la parte de atrás del cinto, y mantenía firmemente el tapón y el vibrador en su lugar
Senti como me encadenaban entre sí los tobillos, cruzados, y me doblaban las rodillas hasta que sólo éstas tocaban la mesa, y los talones me tocaban el culo. Despúes una cadena hasta el cinturón de cuero mantuvo mis piernas dobladas en esa incómoda posición.
A continuación, mis amigas trajeron dos cadenitas unidas entre sí por una caja de pequeño tamaño. Uno de los extremos lo fijaron a la parte trasera de la mesa, y el otro al collar en mi cuello, la cual era sostenida por Pati de manera tal que las cadenas entre mis rodillas y cuello quedasen flojas, llevandome los hombros más cerca de las rodillas. Entonces, el culo me quedaba más levantado, y las tetas ya no se me apoyaban sobre la mesa, apenas la rozaba con los pezones.
- Deslizate para adelante -, me ordenó Daniela. Yo obedeci, pero antes de que las cadenas entre mis rodillas se tensaran, la alarma de la casa comenzó a sonar, puesto que la cadenita se tensó y la cajita se abrió.
Mis amigas apagaron la alarma antes de que llamase la atención de los vecinos, volvieron a acomodar el control remoto en la cajita, me explicaron que la longitud de la cadenita era tal que antes que se tensaran las cadenas entre mis rodillas y el collar se abriría la cajita y sonaría la alarma, me volvieron a acomodar y me dijeron (entre risitas):
- Nosotras ahora nos tenemos que ir porque estamos ocupadas, si podemos venimos antes de las diez (más risitas). Y si por alguna razón necesitás soltarte antes, estirate, activá la alarma, y seguro que tus vecinos te ayudan con mucho gusto (francas carcajadas, ahora). Para que te entretengas cada dos horas se va a encender el vibrador. Chau -
Alcanzaba a divisar un reloj que marcaban las 4 de la tarde .Al principio me quede quieta confiando en que al rato mis amigas vendrían a soltarme, pero a medida que pasaban los minutos me fui convenciendo que realmente mis amigas pensaban dejarme en esta situación. Cuando llegaron las 5 de la tarde, me encontraba furiosa y el temporizador se activó y el vibrador comenzó a funcionar. El mismo me hacía cosquillas más que nada, algo incómodas pero nada más. Dentro de la incomodidad general (las esposas se me clavaban en las muñecas, el cinturón me apretaba, las piernas se me agarrotaban por la posición y debía mantener en general todos los músculos tensos para evitar resbalarme y con ello abrir la cajita), el vibrador era lo de menos. Comence a probar soltarme, viendo si podía soltar una mano, pero al hacer fuerza sobre el cinturón solo consegui que la cinta de cuero entre los cachetes del culo se tensara más y me metiera el vibrador y el tapón más adentro. Probe a ver si podía soltar un tobillo, pero hizo fuerza con las piernas y solo consegui deslizarme un poquito hacia delante. Con gran esfuerzo volvi a la posición original, dejando por lo tanto suelta la cadenita con la cajita, y trate de incorporarme, pero la cadena que iba desde el collar hasta la parte de delante de la mesa me lo impidió.
Miró el reloj y eran eso de las 5:15. Con sorpresa note que empezaba a sentir una sensación de calor entre las piernas. Con disgusto me doy cuenta que mi cuerpo estaba comenzando a responder, en contra de mi voluntad, al vibrador. Unos 15 minutos después ya estaba toda mojada y los jugos me llegaban al ombligo. Trató de contenerme pero el reflejo fue más fuerte y tuve un orgasmo como hace tiempo no tenía. Empece a llorar con amargura, sintiéndome avergonzada de mi misma debido a haber sentido placer encontrándome en una situación tan indigna. Con más sorpresa aún notó que mi cuerpo comenzaba a responder una vez más. Comence a retorcerme desesperada tratando de soltarme de mis ataduras, hasta que me llegó un poderoso orgasmo. AAAAAAAhhhh, AAAAhhhh suspiraba detrás de la mordaza, mientras espasmos de placer recorrían mi cuerpo. Mi espalda estaba adornada de gotitas de transpiración, mi culo tambíen cubierto de transpiración, los labios mayores y menores cubiertos por mis jugos. Pero las gotitas se juntaban en gotas más grandes que corrían primero por entre los cachetes del culo (por debajo de la tira de cuero), por los muslos hasta las rodillas. Y cada suspiro expulsaba la baba que se me juntaba en la boca debido a la imposibilidad de tragar, y con tanta lubricación comenze a resbalarme, e irme hacia delante.
Frenética trate de evitarlo, tensionándome, marcando todos mis músculos, poniendo en evidencia aún más su característica de magnífica hembra. Primero consiguió no deslizarse más y estaba recuperándo la posición cuando senti los espasmos del tercer orgasmo. Con cada espasmo la cadenita se tensaba un poco más. Imaginó la alarma activada, y unos minutos después alguien entrando en la casa, un policia desconocido con suerte, o peor,un vecino . Sabía que la magnitud de mi humillación solo sería comparable al espectaculo que proporcionaría. Porque aunque el que entrase fuese un hombre de bien, que lamentase mi situación, era conciente que el primer sentimiento sería de placer. Es que no había otra reacción al ver a una mujer completamente desnuda, con las piernas bien abiertas, con su ano y su femenidad groseramente visibles, debido a la posición que las cadenas me obligaban a adoptar, arrodillada, con el culo bien parado y la cabeza apoyada sobre la mesa, mis llenas, firmes, magnificas tetas colgando, las manos encadenadas a la espalda.
Tome real conciencia de la humillación a la que iba a estar expuesta, la espera de minutos quizás, pero que serían horas para mi, mientras encontraban una manera de soltarme, de desencadenarme, de sacarme los objetos que me invadían y me humillaban. Me di cuenta que no había manera de no tener que permanecer algun tiempo en esa indigna posición con extraños en la habitación. Si tenía suerte alguien se daría cuenta de cubrirme primero y si no tendría que sufrir las miradas de sus rescatadores, cada una de las cuales le dolería como una puñalada.
Con un esfuerzo sobrehumano, desgarrando casi mis músculos abdominales, consegui adoptar nuevamente la posición de tripode, con los pezones tocando apenas la mesa, la posición que hacía que la cadenita con la caja no estuviera tensa. Simultaneamente el temporizador apagó el vibrador.
Lagrimas de amargura llenaron mis mejillas, al pensar que me sentía contenta de haber podido adoptar una posición (con las piernas bien separadas, sobre mis rodillas y mi cara, con el culo bien abierto), que ni en mis peores pesadillas pense que tendría que soportar.
La sensación de hormigueo en mi vagina me hizo abandonar mis pensamientos. Ya eran las 9 de la noche y el vibrador empezó a funcionar.
Suspiraba, con infinito cuidado cambie el apoyo del lado derecho al lado izquierdo de la cara, y trate de relajarme. Tenía que evitar tener otro orgasmo. Pero estaba tan excitada. Es que el roce de los pezones sobre la mesa y la irritación del tapón y el vibrador en mi culo y vagina eran más fuertes que mi voluntad. De alguna manera aguante unos 15 minutos, pero a partir de entonces mi concha empezó a ponerse mas y mas mojada. Los jugos enseguida me llegaron al ombligo y de ahí goteaban a la mesa. A pesar de tenerlas ya muy abiertas, separe un poco las rodillas, buscando una zona más seca de la mesa. Me tire lo más que pude hacia atrás, tratando de levantar lo más posible el culo, buscando una posición mas estable. Además de esa manera se me abría un poco más la concha y sentía un poco menos el vibrador. Escupi lo más que pudo la saliva que me llenaba la boca lo más lejos posible hacia la derecha y me cambie hacia la izquierda. Y entonces llegó el primero. Un orgasmo pleno, violento, que me hizo agitarme y estremecerme y gemir detrás de la bola de goma en mi boca. No podía creer que tuviese en esa situación degradante un orgasmo tan bueno. La baba en mi cara se juntó con mis lagrimas, de rabia, de frustración, de vergüenza. Y llegó el segundo, por suerte menos intenso, debido a que el dolor en la ingle, por las piernas tan abiertas, lo suavizó un poco. A desgano, las juntó un poco, porque sabía que si no lo hacía, corría riesgo de acalambrarse, y de activar la alarma.
Un poco más cómoda, senti que me comenzaba a tener otro orgasmo. Llegó el tercero de esa hora ( y el noveno del día, 3 a las 5 , 3 a las 7). Otro orgasmo pleno, mi ano se contraía contra el tapón, mi vagina apretaba el vibrador, jadeaba con fuerza, escupiendo y atragantándome con la saliva, bañando la mesa y mi cuerpo con transpiración. Los espasmos de mis brazos y piernas tensaban y aflojaban rítmicamentee las cadenas, las que tintineaban al compás de sus gemidos ahogados por la mordaza.
De alguna manera evite estirarme, tensar la cadena que abriría la cajita y activaría la alarma.
Pero cada orgasmo me dejaba más laxa, menos fuerte para mantener la posición. Además la mesa está empapada con sudor, lagrimas, saliva y jugos vaginales, resbalosa como si estuviese engrasada.
Ya son las 9:35, pero 10 minutos son suficientes para que el vibrador me produzca otro orgasmo.
Me demore lástimandome las muñecas a propósito con las esposas, tensando los muslos para lastimarme los tobillos, apretando el ano contra el tapón para sentir dolor, dislocando la mandíbula contra la bola de goma. Y el orgasmo llegó, pero débil por el dolor, aunque de todas maneras me dejó al borde del desastre, con las rodillas muy separadas, demasiado, y la cajiita al borde de abrirse. Lo sabía porque esa primera vez en que mis amigas me hicieron estirarme, para probar si la cajita se abría, senti que en el momento justo de abrirse la cajita, mis tetas apoyaron plenas contra la mesa, y ahora mis pezones estaban plenamente apoyados sobre la mesa, no rozandola apenas como cuando estaba la cadenita suelta.
Me quede quieta largo rato, sin respirar apenas, para no moverme, esperando que la calefacción de la casa secase un poco la mesa, para acomodarme un poco mejor, esperando a mis amigas para que me liberen.
Ya no tengo esperanzas de soltarme. Se que mi única alternativa es que alguien me encuentre en esa humillante posición. Se que mis amigas me han dejado sola, para que sean ellas las que me liberen o para que en mi desesperación, active la alarma y me encuentren mis vecinos. Y la vergüenza de soportar que me examinen, como sin duda tendrán que hacer para descubrir como soltarme. Y el contacto de manos extrañas, soltando mis ataduras, si, pero también tocando zonas intimas que sólo han sentido el contacto hasta ahora de unos pocos amantes. Seguro que primero me sacan las esposas que es lo más fácil y expuesto a la vista, mientras las cadenas me obligan a estar culo arriba y cabeza abajo, con las piernas abiertas y las tetas colgando. Después quizás me liberen del collar, con lo que voy a poder incorporarme, pero seguire exponiendo mi vagina debido a las rodillas bien separadas. Alguien me quitará el tapón y el vibrador, o me permitirán quedarme con algo de autorrespeto.
Empiezo a apartar esas ideas de mi cabeza. Ya falta poco, sólo unos minutos, la inminencia del arribo de Pati y Daniela me dan fuerzas, soy perfectamente capaz de resistir unos minutos más los objetos que me invaden, la posición que me degrada, mis músculos agarrotados.
Son las 9:55. Y empiezo escuchar con atención todos los ruidos, esperando escuchar la llave en la puerta, los pasos de Pati y Daniela en la entrada. Pero en su lugar, el contestador automático con la voz de Daniela me informa que no podrian venir a liberarme, que hasta las 8:00 de la mañana siguiente, no podrián estar en mi casa.
Desde el exterior de la casa es imposible percibir que yo estoy aullando con todas mis fuerzas, en un grito agónico pero amortiguado por la mordaza, que expulsa la saliva que me llena la boca por entre la bola de goma y mis labios, un grito infrahumano, que lastima mi garganta y me hace ponerme de color azul, que dura hasta que se me acaba el aliento y recomienzo con una nueva bocanada de aire. Los músculos de mis brazos y las piernas estan totalmente contraídos, intentando zafarse inútilmente de mis ataduras metálicas, que se clavan cruelmente en mi carne, marcandome la piel. Mi ano y vagina distendidos por los objetos que me invaden .Mi cuerpo adolorido me pide que me estire, que busque la liberación pidiendo ayuda a través de la alarma, pero mi pudor me lo impide, me obliga a mantener la torturante posición, soportar los dolores antes que someterme a la humillación de ser vista de esa manera por ojos extraños.
Continuará .......
Podre aguantar?, me rescatarán mis amigas?, o entregada, activare la alarma a pesar de la humillación?.
Autora: Jazmin