La apuesta 4 - Final

Después del incidente con Ali tras nuestra primera noche juntos, me planteo si quiero continuar la relación o no. Dudas, celos y un amor del que no estoy seguro son los componentes de mi dilema, y siento que no va a poder resolverse mientras Iván forme parte de la ecuación.

Avisos:

  • Este relato no está basado en hechos reales. Los personajes no tienen descripción física para dejarla a gusto del lector.

  • El objetivo del relato no es ofender a nadie y no se debe tomar como un ataque a ningún colectivo.

Este episodio es la tercera parte del relato La apuesta. A quien no haya leído los capítulos anteriores le recomiendo hacerlo antes de empezar este nuevo capítulo.

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—Dios mío, qué bien lo haces Iván —gemía Ali —, sigue ahí, más rápido.

Al escuchar eso paré de repente y tras forcejear un poco retiré la cabeza mientras la miraba incrédulo. Esto devolvió a Ali a la realidad, y por su cara deduje que ella también se había dado cuenta de lo que acababa de decir.

—¿Cómo que qué bien lo haces Iván? —pregunté inquisidor.

—Ay, no, cariño, lo siento, qué tonta soy —dijo mientras se llevaba las manos a la cara.

—¿Qué pasa, te estabas imaginando que era él el que te comía el coño? —le reproché mientras me separaba de ella.

—No, no, de verdad, no es lo que parece —decía nerviosa —. No, no sé qué me ha pasado, solo estaba...

—No me expliques nada, que me ha quedado muy claro —le dije yo mientras me ponía de pie y me llevaba las manos a la cabeza —joder, no puede ser.

—Cariño, déjame explicarte, de verdad —se levantaba y venía hacia mí.

—No, calla, no quiero oírte, me estás mareando —le dije mientras le daba la espalda.

—No pensaba en él, pensaba en la historia de ayer —me decía mientras me agarraba por detrás tratando de captar mi atención.

—¡Que me sueltes, joder! —le grité —¡Déjame ya! —en ese momento se me empezaron a salir las lágrimas.

—No grites, que te va a oír —me advirtió Ali.

—Que me oiga, me da igual ¿no es lo que quieres? —le reproché de nuevo.

—Corazón, por favor no digas tonterías —me pidió ella —tranquilízate un poco y lo hablamos.

—No, no quiero hablar contigo, ni verte, vete de aquí —le pedí mientras me alejaba de ella, momento en el que perdí por un momento el equilibrio.

—Siéntate cari, no seas irracional.

—¡Que me dejes en paz! Y no me llames así —Le grité, momento en el que empecé a marearme, por lo que me fui a la cama a sentarme resignado.

—Vamos, descansa un momento y hablamos, por favor —me dijo mientras se sentaba a mi lado.

—No me encuentro bien ¿puedes abrir la ventana? —le pedí, pues me estaba mareando aún más y la vista se me empezaba a nublar.

—Estás muy blanco ¿qué te pasa? Cielo, túmbate, voy a traerte agua —me dijo mientras iba hacia la puerta.

Justo antes de que la abriese, oí cómo llamaban con los nudillos. Abrió Ali y enfrente estaba Iván.

—He oído gritos ¿qué ocurre? —preguntó Iván tras un momento de silencio.

—Trae un vaso de agua, está muy pálido —dijo Eva con voz preocupada.

Iván me echó una vista rápida y fue rápido a la cocina, mientras tanto Eva cogió el pantalón de la cama y se lo puso.

—Cariño, lo siento mucho —me dijo mientras me acariciaba la cara—, luego lo hablamos tranquilamente. Pero por favor, no le digas a él nada de lo que ha pasado.

No le contesté, no tenía fuerza ni ganas. Apareció Iván con una botella y un vaso.

—Te he traído una isotónica, te vendrá bien.

—Gracias, trae —Ali se lo cogió y sirvió un vaso, del que me intentó hacer beber.

—Puedo yo solo, gracias —le dije malhumorado.

—Tú mejor quédate así y no hagas nada, no te la juegues —comentó Iván —. Voy a traer unos cojines, te vendrá bien levantar los pies —dijo mientras salía.

Mientras Iván estaba fuera de mi cuarto Ali aprovechó para hablarme.

—Lo siento mucho cariño, soy una tonta. Por favor, no me odies, luego lo hablamos con calma —me dijo mientras me acariciaba la cara, y me dio un pico que no correspondí.

—Aparta, que me estás agobiando —respondí yo lo más fríamente que pude.

—Amor, no digas eso —dijo Ali apenada —. Mira, ahora cuando se acabe el susto te dejo descansar a solas y hablamos con calma después ¿vale?

—Bueno... —le dije sin estar muy convencido.

Apareció Iván con varios cojines del salón.

—Te debe de haber dado una bajada de tensión, pon los pies aquí encima —me indicó —creo que con descansar un poco será suficiente, veo que ya estás recuperando color.

—Sí, supongo que ha sido algo momentáneo —respondió Ali.

—La próxima vez ten más cuidado con él, a saber qué estabais haciendo —bromeó Iván.

—Tranquilo Iván, tengo claro que no vamos a repetirlo —respondí yo, mandándole indirectamente un mensaje a Ali.

—Bueno, creo que ahora lo mejor es que le dejemos descansar un rato, yo me quedo por aquí —dijo Ali.

—Tranquila, vete a casa si quieres, ya te llamaré yo —hablé yo.

—No seas tonto hombre, yo me quedo hasta que te recuperes —protestó.

—No hace falta, si necesito algo ya está Iván en casa. ¿Vas a quedarte aquí? —le pregunté.

—Sí, en principio no voy a salir esta mañana —dijo extrañado por mi comportamiento.

—Gracias, arreglado entonces —concluí —. Gracias por venir Ali.

Se dieron cuenta de que quería que ella se fuese y no iba a dar mi brazo a torcer, así que se marchó en un silencio incómodo. Cuando salió, me reprochó Iván.

—Tío ¿qué te pasa, por qué la echas así?

—Cosas mías —dije secamente.

—No entiendo nada ¿qué mosca te ha picado? Eso no está bien.

—No te digo que no, pero no quiero hablar de eso ¿vale?

—Bueno, como quieras —se rindió —si me necesitas para algo avísame.

Salió y me quedé a solas con mis pensamientos. Ya se me había pasado el mareo, pero todavía no me encontraba bien y empecé a hacerme preguntas. ¿Desde cuándo estaba Ali pensando en Iván mientras estaba conmigo? ¿Solo ahora mientras le comía el coño o también anoche? ¿Imaginaba que estaba con Iván cuando dormía conmigo? ¿Era él el motivo por el que se quedó a dormir? Ayer pensé que era algo que ella tenía pensado antes de venir, pero tras todo lo que ha pasado después, quizá no fuese yo el motivo que la animara. Esta hipótesis tenía sentido, tras tanto tiempo juntos prácticamente lo único distinto que había ocurrido es que Iván había estado un buen rato con nosotros.

Me fui angustiando más y más. ¿Y si ella llevaba interesada incluso desde hacía más tiempo en él? ¿Y si en realidad no siente nada por mí? No, eso no era posible. ¿Pero y si solo es cariño? Pensándolo bien, había pasado una época muy dura emocionalmente antes de conocerme y quizá le vino bien en ese sentido salir conmigo. ¿Y si en realidad era eso y no me quería de verdad? Cada pensamiento era una punzada más en el corazón.

Escuché vibrar el móvil varias veces, probablemente por notificaciones, pero no quería levantarme a verlo. No tenía ganas de nada. Tras un rato, que no sé cuánto fue, me harté de estar tumbado y salí a estirar las piernas. Tenía mal cuerpo, pero no problemas para andar.

—Bueno, ya te veo bastante mejor —me dijo Iván -. ¿Ya puedes explicarme qué ha pasado?

—Mira, prefiero no hacerlo —le respondí -, gracias por tu ayuda, y perdona por ser tan brusco antes, pero tengo mis razones.

—Bueno, como quieras, tú mismo —dijo encogiéndose los hombros -. De todas maneras, creo que deberías ir a hablar con Ali, pero eso ya es cosa tuya.

—Gracias por el consejo —respondí con desánimo —, ahora mismo no tengo ganas, pero ya hablaré con ella.

Iván había preparado comida para los dos, pero almorzamos cada uno en nuestro cuarto, se había dado cuenta de que no estaba de humor para hablar con nadie, aunque no sabía si él conocía el motivo. Después de comer miré el móvil y vi que tenía muchos mensajes en WhatsApp. Los fui revisando, dejando la conversación con Ali para el final, y vi que Iván había pasado por el grupo de los amigos del trabajo una foto mía en la cama justo después de marearme, bromeando sobre ello y diciendo que se me había ido toda la sangre al pene. Hubo algo de interacción entre los amigos preguntando por mí, e Iván explicó que ya estaba mejor. Sebas me preguntó por privado qué me había pasado, no sabía qué contestarle en ese momento así que lo dejé para el final.

Terminé por abrir el chat de Ali, que me pedía quedar cuanto antes para hablar, y le propuse ir a tomar un café esa misma tarde, plan que aceptó.

Fuimos a una cafetería cercana a mi casa, cuando llegué vi que estaba esperándome. La vi un poco avergonzada, sin estar muy segura de cómo venir a saludarme. Finalmente me dio un abrazo, yo le dejé, pero no se lo devolví.

—Hola cari ¿qué tal te encuentras? Te veo mejor, me habías preocupado mucho.

—Sí, ya estoy mejor, gracias por preguntar —le dije intentando no mostrar emociones.

—Me alegro ¿pasamos dentro? Fuera hace un poco de frío.

—Como quieras.

Nos sentamos en una mesa y nos atendieron, pedimos un café con leche cada uno. Empecé yo a hablar.

—Bueno ¿y de qué quieres hablar?

—Pues... de lo de esta mañana, claro —respondió algo descolocada.

—¿El qué de esta mañana? Han pasado muchas cosas, sé un poco más concreta.

—Por favor, no lo pongas más difícil —dijo nerviosa —. Que cuando estábamos en la cama dije el nombre de tu compañero de piso.

—Sí, de Iván, me acuerdo —la corté secamente.

—Eso, sí. —se le veía incómoda —Oye, no quiero que pienses cosas que no son, quería poder aclarártelo.

—Bueno, pues adelante, te escucho —le dije con desgana.

—Mira, te voy a contar lo que pasó —comenzó nerviosa —. Cuando tú estabas ahí abajo empecé a acordarme de la historia que nos contó anoche, y justo cuando llegó a esa parte la dije en voz alta. Pero no estaba pensando en él, solo en la historia que nos contó, nada más.

—¿Pero por qué estabas pensando en eso mientras te comía el coño?

—No sé, simplemente me vino a la cabeza —dijo nerviosa —, fue una tontería, tendría que haberme olvidado de eso en ese momento.

—Ali, quiero que seas sincera conmigo, no me creo que te viniera a la cabeza así sin más —me puse serio.

—Vale, tienes razón... —suspiró —. Mira, me estaba costando excitarme y fue lo primero que pensé para ponerme a punto.

—Entonces yo no te pongo y tienes que pensar en otras cosas para calentarte —argumenté yo.

—Pero ¿qué dices? Mira, no seas irracional, sabía que ibas a ponerte así.

—Eso es lo que acabas de decir ¿no? Conmigo no te excitas y te pones a pensar en otro tío.

—No, cielo, te estás confundiendo —intentaba buscar la forma de explicarse con mucha complicación —. Mira, yo te quiero mucho y disfruto mucho de estar contigo. Pero esta mañana en la cama me empecé a desesperar porque no me ponía lo más mínimo.

—Vamos, que para ti soy un inútil en la cama —concluí yo.

—No te estoy reprochando nada —protestó.

—Bueno, pero es lo que has dicho.

—A ver, no te pongas así —dijo en una mezcla de enfado y desesperación —. Se te nota que eres inexperto, pero ya irás mejorando. Mira, sé que ha sido un error lo que he hecho, pero no volverá a ocurrir.

En ese momento apareció el camarero con nuestros cafés. Por el volumen de la conversación me dio la impresión de que habría podido escuchar parte de lo que estábamos hablando, aunque no sabía cuánto.

—Gracias por sincerarte Ali —le respondí yo —. Pero hay una cosa que no me termina de encajar ¿tú de verdad me quieres?

—¡Pues claro que te quiero! —exclamó —¿Cómo puedes dudarlo?

—Bueno, me acabas de decir que necesitas pensar en otras cosas cuando estamos en la cama, eso me parece un motivo más que suficiente —le argumenté.

—¿Ya estás otra vez con eso? —dijo enfadada —Mira, tienes muchísimas cosas buenas, y si en eso no tienes mucha experiencia ya irás aprendiendo, no me importa esperar... Tú has esperado mucho también por mí. —me cogió de la mano —Pero por favor, no dudes que te quiero.

—Mira, tengo muchas cosas en la cabeza, no sé qué pensar —le contesté un poco confuso.

—Y te voy a decir una cosa, ya que me estoy sincerando. ¿Sabes qué es lo que más me duele? Que pienses que no te quiero. Me jode muchísimo más eso que el que todavía no seas muy bueno en la cama.

—Vale, pero quiero que entiendas que para mí lo de esta mañana ha sido algo muy humillante —le dije dolido.

—No era mi intención, lo siento muchísimo, sé que fue una estupidez —respondió cabizbaja —. Pero nadie tiene por qué saberlo, podemos olvidarlo.

—No, yo no voy a poder —le contesté firme —. Dime ¿qué sientes por Iván?

—¿Por Iván? Nada, de verdad, es un chulo y un prepotente.

—Ayer mismo te referiste a él como un pibón —protesté.

—Bueno ¿y qué? Eso no tiene nada que ver —puntualizó —. Vale, es guapo, sí, pero seguro que no ha respetado a una mujer en su vida. No me gusta ese tipo de tíos. Y yo me siento muy humillada también por haber fantaseado con algo que él ha contado.

—¿Pero él te pone? —le pregunté.

—Bueno... Sí, un poco. Pero es solo eso, y ya está. También me parece guapo el camarero que nos ha traído el café, pero no vas a rallarte por eso. No deberías sentir celos de él.

—Ali, creo que no has parado un momento a ponerte en mi posición y pensar cómo me siento.

—Muy dolido, supongo —contesté entristecida.

—Voy a serte sincero yo también —le anuncié —. Había venido con la intención clara de cortar contigo. Ahora mismo no lo tengo tan claro, pero tampoco estoy seguro de querer continuar juntos.

—¿Cortar? —preguntó sorprendida —No digas eso... ¿Qué quieres que haga para que te encuentres mejor?

—No lo sé, tengo que darle una vuelta a todo esto, necesito pensarlo. Pero gracias por sincerarte.

—Lo entiendo, entiendo que sea duro lo que ha pasado. Pero por favor, no dudes que te quiero.

Pedimos la cuenta y mientras sacaba la cartera se ofreció a pagar ella. Me dijo con una sonrisa que ya lo haría yo la siguiente vez, a lo que yo no contesté. Salimos y nos despedimos con otro abrazo, que esta vez sí acompañé.

—Te quiero mucho —me dijo con una tímida sonrisa que me contagió.

No supe cómo responder, y nos fuimos cada uno por un lado. Estuve dando vueltas sin rumbo, hasta que recibí una llamada, era Sebas.

—Hola Sebas, dime.

—Hola tío, menos mal que lo has cogido. ¿Estás bien?

—Sí, ya estoy mejor, ha sido un susto.

—Joder, es que veía que no me contestabas al WhatsApp y me he asustado.

—Ya, perdona. Hoy no le he hecho mucho caso, no estoy con ganas la verdad.

—Bueno, te llamaba también por el pádel de mañana, no sé si estás para jugar.

—Ah sí —de vez en cuando jugábamos con Edu y otro amigo suyo, y este domingo tocaba —. Sí, tranquilo, sigo en pie.

—¿Seguro? No sé si puedes recaer, igual viene bien que te vea un médico.

—No, tranquilo, creo que ha sido algo puntual... Ya te contaré más mañana cuando nos veamos.

—De acuerdo, pues hasta mañana.

La verdad es que este no es un tema que quisiera hablar con nadie, pero pensé que podría ser buena idea desahogarme, y ellos podrían comprenderme. Volví a casa, y esa noche no hablé más del tema con Iván.

Al día siguiente fuimos a jugar al pádel y no noté nada del mareo del sábado. Al terminar nos despedimos, pero con Marcos y Sebas me quedé hablando un rato en el bar con unas cervezas.

—Joder ¿y qué te pasó ayer? —preguntó Sebas -. Que mandó Iván la foto, pero no aclaró mucho más.

—Pues ha sido una buena movida, estoy un poco rallado. Pero prometedme que esto no va a salir de aquí.

—Puedes contar conmigo —respondió Sebas.

—Conmigo también —añadió Edu —Vamos, no será para tanto.

Les expliqué lo que ocurrió la noche del viernes y el sábado hasta la conversación con Ali, aunque no le di muchos detalles de la historia que nos contó Iván sobre Eva. Me escucharon atentamente toda la narración, y después me dieron sus impresiones.

—Pues menuda movida, macho —dijo Sebas —. Yo no sé muy bien qué decirte, pero no me gusta nada cómo pinta.

—A ver, es una situación complicada —comenzó a hablar Edu —. Pero creo que a la larga lo mejor que puedes hacer es cortar con ella.

—¿Tan seguro estás? —pregunté sorprendido.

—Ten clara una cosa —empezamos a escuchar expectantes los dos a Edu —. No te creas totalmente lo que te ha dicho, habrá cosas que sean completamente ciertas, y otras que no. Lo que está claro es que ha estado fantaseando con Iván, y diría que viene ya de antes.

—¿Entonces dices que no me quiere, que le quiere a él? —pregunté sorprendido.

—No, eso no es lo que he dicho —aclaró —. He dicho que a ella le mola Iván, aunque probablemente le joda por su personalidad, pero eso no quita que tenga fantasías con él, que quiera llevarlas a la realidad o no ya es otra cosa.

—Bueno, pero no entiendo por qué tienen que cortar —contestó Sebas —. Si ellos se quieren, lo otro se puede arreglar ¿no?

—Porque este va a continuar rallado —contestó Edu refiriéndose a mí —. Ali no va a dejar de sentirse atraída por Iván, y siendo tan cercanos, la tensión sexual va a seguir creciendo. Cuanto antes lo dejéis, mejor será para ti.

—Joder, pero es que cortar sin más es un poco drástico ¿no? —protesté —. Quizá sea mejor esperar a ver si puede arreglarse.

—Como veas, pero la ostia de realidad te la vas a tener que dar y cuanto más esperes más te va a doler —afirmó Edu -. Si prefieres esperar a que vuelva a decir su nombre, o a que se lo folle en un calentón, eso ya es tu decisión.

—En parte estoy contigo —dijo Sebas —. Lo que pasó con Eva fue una mierda, pero me ha hecho darme cuenta de que he estado haciendo el tonto demasiado tiempo, ojalá hubiera ocurrido antes.

—¡Justo, es un ejemplo perfecto! —exclamó Edu.

—Ya, pero es que tú con Eva no tenías nada —argumenté yo —. Ali sí es mi novia.

—Tampoco había muchas diferencias —dijo Edu pensativo —. Era tu novia solo de forma nominativa, pero no había nada sexual entre vosotros.

—Ya hemos hablado ese tema —le respondí —, necesitaba ir poco a poco en eso para tener seguridad.

—Y no se había quedado a dormir hasta escuchar la historia de Iván ¿no? —contestó Edu.

—Bueno... —empecé a dudar —Pero quizá tenía ya pensado lo de quedarse antes de venir ¿no?

—No intentes justificarla, sabes perfectamente que tuvo el calentón en ese momento —afirmó Edu.

—Respecto a esto, tengo una pregunta —saltó Sebas —. ¿Ali se llevó cepillo de dientes, ropa para hoy o algo?

—Cepillo creo que no... —intenté recordar —Y ropa tampoco. Le tuve que dejar un pijama, además.

—Entonces no tenía pensado quedarse a dormir antes de ir ¿verdad? —argumentó Sebas.

—Pues blanco y en botella —sentenció Edu.

—Joder, qué movida —empecé a desesperarme —. Pensaba que me quería y ahora veo esto.

—Mira tío —dijo Edu —. Te tiene cariño, puede incluso que te quiera, pero la tensión con Iván se va a hacer insostenible siendo tan cercanos, y estando él tan al acecho, a no ser que terminéis la tontería de la apuesta. Y tampoco creo que sea buena idea que se entere Ali de que le atrae a Iván, solo faltaba eso.

—De todas formas, no nos precipitemos —intervino Sebas —. El problema principal es que Iván está en un círculo muy cercano ¿verdad?

—Sí, claro —respondió Edu.

—Quiero decir, igual le mola más Brad Pitt, pero no es, digamos, un peligro —continuó Sebas.

—No sé a dónde quieres llegar —dijo Edu extrañado.

—A ver cómo os lo digo... —empezó a dudar Sebas —Creo que lo mejor es calmarnos, no tomar ninguna decisión precipitada, y ver si las cosas evolucionan de forma favorable.

—¿Qué quieres decir? —pregunté extrañado —No lo entiendo.

—Vamos viendo —dijo Sebas —. Pero ante recordad lo que hemos dicho al principio. Nada de lo que hemos hablado puede salir de aquí.

—Sí, sí —dijimos Edu y yo.

—De acuerdo —sentenció Sebas —. Creo que deberías esperar unos días antes de cortar con Ali, a ver qué pasa.

—Estás muy raro, Sebas —protesté —, pero me parece razonable esperar unos días. Oye ¿y qué tal te encuentras tú? Que no te hemos preguntado. ¿Estás mejor con lo de Eva?

—Pues ha sido un jarro de agua fría, pero ya estoy mejor —afirmó Sebas —. El haber tenido esperanzas con ella me estaba condicionando mucho la vida, y ahora estoy liberado, por decirlo de alguna forma.

—¿Sí? ¿Por ejemplo? —preguntó Edu.

—Pues he visto que no tiene sentido estar viviendo tan lejos, he decidido que voy a mudarme al centro, no me merece la pena lo que me ahorro en alquiler.

—Pues sí, tienes razón —dije yo —. Pero está un poco complicada la cosa de todas maneras, pillar un piso solo es una pasta y encontrar buenos compañeros es complicado.

—Lo sé —contestó Sebas —. Vamos a ver estos días si las cosas evolucionan de forma favorable.

—Qué pesado con eso, muy optimista te veo yo —dijo Edu.

—Ya veremos —siguió Sebas desviando la mirada —. Pero ya sabéis, nada de esto puede salir de aquí.

Asentimos un tanto extrañados, y nos despedimos. Pasé el resto de la tarde en casa, sin mucho que hacer, y al día siguiente fuimos a la oficina como un lunes normal. Cuando llegamos, Iván comentó extrañado:

—Tengo en un rato una reunión con RRHH en el calendario, ¿vosotros habéis recibido algo?

—Yo no ¿para qué es? —respondí.

—No pone nada —dijo extrañado —no sé qué cojones será esto.

—A ver, déjame ver —dije yo acercándome a su ordenador —. Anda, tienes un aviso de otra el viernes pasado ¿a las 16:30?

—¿Qué cojones? —exclamó extrañado —¿Para qué ponen reuniones a esa hora? Si ya saben que la mayoría hacemos horario intensivo los viernes.

—Yo qué sé... —contesté —Bueno, a ver qué será, ya nos contarás.

Se fue al rato a la reunión, y volvió unos 45 minutos después notablemente cabreado.

—Me han despedido los muy hijos de puta.

—¿Cómo? —pregunté —Pero ¿qué ha pasado?

—No jodas, tú ¿para eso era la reunión? —preguntó Marcos desde otra mesa.

—Pues sí, para eso era —dijo Iván —dicen que no rindo lo suficiente, tengo absentismo laboral y hago uso personal del ordenador en tiempo de trabajo.

—Joder, ¿pero así de primeras, sin más? —se extrañó Carlos —Conozco algún caso más así y primero dan una advertencia.

—Pues parece que esta vez se la han saltado —dijo Iván enfadado —. Y encima dicen que es despido procedente y no me indemnizan ni nada.

—¿Pero pueden hacer eso sin más? —preguntó Edu —Podrá recurrirse o algo ¿no?

—A ver, es complicado —argumenté yo —. Podría intentarlo, pero hay mucha burocracia y papeleo, y posiblemente juicios, no sé si valdría la pena con la poca antigüedad que tienes, acuérdate de que empezaste por ETT y eso no lo cuentan.

—Qué cabrones, cómo se aprovechan —Iván estaba enfurecido. Tengo que devolver mis cosas, pero primero quiero darles un regalito, a ver qué putada puedo hacerles.

—No te precipites, que lo que hagas puede ser peor, irían a por ti —le detuvo Sebas —. No vas a ganar nada.

—Qué asco, joder. Bueno, pues nada, a ver qué hago ahora.

Le dimos todos un abrazo y se marchó con sus cosas. El resto del día lo pasamos con un silencio incómodo, hasta que me acordé de la conversación del domingo con Sebas y quise hablar con él a solas.

—Sebas, tenemos que hablar —le dije serio —. ¿Qué has tenido tú que ver en todo esto?

—Yo nada, no ha sido decisión mía —me contestó firme, aunque algo nervioso.

—Me acuerdo de lo que hablamos ayer.

—Lo que se habló ayer no sale de ahí, acuérdate.

—Tú sabías que hoy iban a echarle ¿verdad?

—Mira —echó un vistazo alrededor para comprobar que no hubiese nadie —. El viernes me quedé trabajando después de comer y vinieron preguntando por él, yo les dije que ya se había ido. Me dijeron que habían programado una reunión con él para hablar de su absentismo y uso personal del ordenador en horario de oficina, y que irse a casa sin haber asistido era algo muy serio, por lo que la advertencia que tenían para ese día se traduciría en una consecuencia mayor el lunes.

—No jodas ¿no podían haberla puesto antes? No son formas de hacer las cosas.

—Mira, estoy convencido de que querían una excusa para echarle. Diría que incluso esperaron a que se fuese para poner la reunión y que él no la viera a tiempo.

—Joder, ¿y no pudiste hacerles entrar en razón, intentar que le dieran otra oportunidad? —le pregunté.

—Pues la verdad es que... —se paró un momento —no sé si podía haber hecho algo, pero no tenía ganas. Piensa de mí lo que quieras, pero no vi en ese momento ningún motivo para luchar por él.

—Tío... Bueno, no te juzgo, sí que tenían razón en algunas cosas, pero no creo que sea para echarle sin más —argumenté.

—Lo sé, pero qué se le va a hacer. No me siento orgulloso de cómo he actuado, pero tampoco puedo decir que me arrepienta —dijo Sebas —. Pero recuerda, esto no puede salir de aquí.

Tras salir ese día de la oficina, empezamos a pensar en casa cómo arreglar la situación. Iván sin ingresos no iba a poder seguir mucho tiempo pagando el alquiler si no encontraba otra cosa más o menos rápido. Sebas, que ya había tomado la decisión de mudarse, se ofreció a cambiarse por él en el contrato, e Iván decidió volver a casa de sus padres en el pueblo y desde allí empezar a buscar un nuevo futuro. No estaba con ánimo de hacer nada especial de despedida, así que todo fue bastante frío. No salió el tema de la apuesta en ningún momento, parecía que se le había olvidado.

Me acabé reconciliando con Ali, y poco a poco volvimos a la normalidad y olvidarnos de aquel incidente. Tras algunas semanas empezamos a tener relaciones sexuales completas, lo que fue una alegría para mí. Disfrutaba mucho, aunque algunas veces me daba la sensación de que ella no alcanzaba el clímax, pero nunca se quejaba y me decía siempre que era muy feliz conmigo. Afortunadamente todo parecía haber terminado bien.

EPÍLOGO

Al llegar el mes de diciembre empezamos a organizar la cena del grupo. Iván, que aunque no se había salido del grupo de WhatsApp llevaba mucho tiempo sin hablar, anunció que se apuntaba para despedirse de nosotros como es debido, ya que estaba con mejor ánimo y no quería perderse una cena gratis.

Fuimos a un restaurante de moda, estábamos los seis del grupo, además de Ali y las novias de Marcos y Carlos. Hablamos de todo, pero especialmente sobre Iván y su situación.

—Pues estoy trabajando de reponedor en un supermercado —nos contaba -. No es el mejor trabajo del mundo, pero mejor eso que nada.

—¿Y tienes pensado seguir por ahí o estás buscando más cosas fuera?

—Pues si surge algo guay, pero tampoco me hace mucha gracia volver por aquí, me he dado cuenta de que con la pasta que me dejaba en alquiler no vale la pena —argumentó Iván.

—Bueno, eso es cierto —dijo Sebas.

—Sí, no me cierro a nada pero de momento quiero quedarme allí. Pero quería volver un día a despedirme de vosotros —sonrió.

—Brindemos por tu futuro —dijo Marcos, y todos le acompañamos.

Al terminar la cena nos dividimos en taxis para ir a una discoteca a terminar la noche, Ali y yo fuimos con Sebas. Él se puso delante y nosotros detrás, empezamos a hablar.

—Cari, no sabía que fuera a venir Iván —me comentó.

—Ya, estuvo un tiempo en el aire pero al final se apuntó.

—Bueno, pues me alegro de que le vaya bien en el pueblo.

—Sí, fue una putada lo de que le echaran —dije yo.

—Ya, claro... —dijo sin mucho convencimiento.

—No lo dices muy convencida —le repliqué.

—Lo que no entiendo es que tú sí lo estés —me reprochó, mientras comprobaba que los demás no nos estuvieran escuchando.

—Si te digo la verdad, fue en parte un alivio que se fuera, aunque me siento mal por pensarlo —dije apenado.

—Yo no quiero desearle ningún mal a nadie, pero prefiero que sea feliz en otro lado —afirmó Ali.

—Puede que sea lo mejor, sí... —razoné —Pero vamos a dejar de hablar de ello.

Nos cogimos de la mano y nos sonreímos, dispuestos a disfrutar del resto de la noche.

Llegamos y nos esperaban dos reservados que habíamos conseguido a buen precio. Nos dieron las respectivas botellas, más una de tequila de regalo de la casa. Empezamos a beber chupitos y Edu y yo empezamos a picarnos a ver quién aguantaba más. Nos la llegamos a terminar, por lo que acabamos bastante borrachos, y al cabo de un rato empezamos a notar las consecuencias.

—Es que eres idiota, parecéis dos críos —me dijo Ali enfadada.

—Joder, no es para tanto, un día es un día —protesté yo.

—A ver si me sacas a bailar ¿no? —me replicó.

—Que sí, tranquila, voy a pedir agua y me despejo un poco —me levanté y perdí el equilibrio.

—¿Pero adónde vas a ir tú? Mírate.

—¿Me dices a mí? Mira cómo está Edu —le señalé.

—¿Eh? ¿Qué pasa? —preguntó tras darse cuenta de que decían su nombre.

—Bueno, pues yo quiero ir a bailar un rato, como las demás. Sebas ¿me acompañas? —le preguntó.

—Sí, claro. ¿A ti te parece bien? —me preguntó.

—Que le parezca lo que quiera, faltaría más —decidió Ali.

—Sí, id y divertiros, anda —exclamé.

Fueron a la pista y empezaron a bailar. Era música latina, bastante movida, y vi que ambos se desenvolvían sorprendentemente bien. Tras algunas canciones, Sebas debió llamar la atención porque vi que una chica se acercó a Ali, me dio la impresión de que quería que se lo prestara un rato, ella accedió y Sebas se fue con ella, por lo que Ali volvió a la mesa.

—Oye, no sabía que Sebas supiese bailar tan bien —me dijo sorprendida.

—Sabía que había dado clases hace tiempo, pero no lo había visto nunca —respondí yo.

—Si se lo monta bien puede ligar hoy, hay más de una interesada, pero creo que piensan que viene conmigo —razonó.

—Podemos ir ahora nosotros y les mostramos que no es así ¿eh? —le propuse mientras le daba un pico.

—Anda, toma un chicle, que te apesta el aliento —me lo ofreció disgustada -. Pero sí, a ver si podemos bailar un rato.

Volvieron Marcos y Carlos con sus novias y estuvimos un rato hablando. Nos juntamos en solo uno de los reservados, pues Edu había ido fuera con Iván a airearse, y solo éramos seis. Al cabo de un rato decidimos ir todos de nuevo a bailar, y aguanté un par de canciones, tras lo que vi que no podía más.

—Tengo que ir a sentarme un rato —le dije a Ali.

—Yo voy contigo —habló Marcos, que estaba cerca y me oyó. ¿Vosotras qué hacéis? —les preguntó a las chicas.

—Vamos a quedarnos un rato más bailando ¿no? —preguntó Ali.

—Sí, nosotras nos quedamos.

Nos fuimos a nuestro reservado y hablamos mientras las veíamos.

—Tío, ¿para qué cojones te pones tan pedo? ¿Qué necesidad había? —me reprochó Marcos.

—Ya tío, ha sido una cagada, pero no vuelvo a hacerlo —le contesté.

—¿Cuántas veces has dicho eso en tu vida? —me preguntó.

—Pues seguramente más o menos las mismas que tú, que tampoco estás para echarle la bronca a nadie.

Nos reímos y volvimos a mirar a la pista. Uno de los fenómenos que más ocurren en una discoteca es que las chicas sin acompañantes masculinos suelen atraer a muchos hombres, y esta vez no fue distinto. Ellas iban a su bola, pero varios tíos se les acercaban. Unos de forma más discreta, cuando veían que no tenían interés se retiraban; otros arrimaban cebolleta de forma más insistente, provocando cierta incomodidad en ellas. Llegado cierto punto, decidimos que era el momento de ir a intervenir, y nos levantamos. Mientras llegábamos, vimos que Iván también se había acercado con la misma idea, y se pusieron a bailar los tres.

—Tíos, las tenéis muy desatendidas ¿eh? Que esto está lleno de babosos —nos dijo al vernos.

—Tranquilo, nos valemos por nosotras mismas —replicó Rosa, la novia de Marcos.

—¿Qué pasa, quieres que me vaya? —rió Iván —¿No te deja bailar conmigo?

—No, quédate un rato más, está bien.

Estuvimos los cinco en la pista, y al poco empecé a sentir náuseas, por lo que tuve que ir al baño.

—Tengo que ir un momento al baño, ahora vuelvo —anuncié.

—El tequila tío, que eres un bestia. Venga, échalo todo y te quedas como nuevo —me aconsejó Marcos.

Fui al baño, y por suerte había un váter libre. No me costó vomitarlo todo, y tras unos momentos descansando, efectivamente me encontré algo más despejado, por lo que volví a la pista.

Mientras me acercaba a la música, me di cuenta de que habían puesto bachata, concretamente una de Romeo Santos. No me acuerdo del nombre de la canción ni me interesa demasiado, solo sé que su letra habla de poner los cuernos, pero eso no es algo que ayude demasiado a filtrar la búsqueda. Vi bailando por parejas a Marcos y Rosa por un lado, y a Iván y Ali por otro. No fue algo que me hiciese especial gracia debido al contacto físico que tiene este tipo de baile, pero pensé que lo peor que podía hacer era intervenir, así que fui a por otro chicle para arreglar el aliento y más agua.

Me quedé mirándoles mientras sonaba la canción, Iván y Ali bailaban agarrados, al principio no veía nada inapropiado, pero poco a poco vi que Iván se arrimaba más de lo necesario y bajaba poco a poco la mano por la espalda hasta llegar justo al principio del culo. En ese momento, noté que alguien me agarraba el hombro y me daba la vuelta.

—¿Buscas a alguien? —era uno de seguridad, con mirada seria.

—¿Eh? No, no ¿qué pasa? —pregunté sorprendido.

—Mira amigo, no quiero líos. Llevas un rato mirando a esa pareja de ahí, y ya hemos tenido quejas hoy. A la próxima te voy a tener que pedir que abandones el local.

—¿Qué? No no, si es mi... —no sé por qué, me dio algo de vergüenza decirle que la que estaba mirando bailar con otro era mi novia —son amigos míos.

—Creo que me he explicado con claridad. Si noto algo raro te largo ¿entendido?

—De verdad, estoy con ellos. Ahora me acerco y les saludo.

—Haz lo que veas, yo ya te he advertido —me dijo y se fue.

Tras ese pequeño susto miré a la pista y se habían ido, pero me fijé en que Marcos y Rosa volvían al reservado, así que fui con ellos.

—¡Ey! ¿Ya estás mejor? —exclamó Marcos.

—Sí, casi como nuevo —respondí -. Oye ¿sabéis dónde está Ali?

—¿No está en la pista? —preguntó Rosa, a lo que negué con la cabeza —Pues ni idea, por ahí andará, estará con Iván.

—¿Cómo? ¿Pero dónde? —pregunté nervioso.

—Habrán ido a liarse —respondió Rosa entre risas, que no compartimos nosotros —. Joder, que es una broma. Nosotros nos vamos ya a casa, ha sido un gusto vernos.

Nos despedimos, y Marcos me dijo al oído que no me preocupase, que todo estaba bien. Parecía confiado en sus palabras.

Me quedé un poco más esperando en el reservado, preguntándome por dónde andarían. Me di cuenta entonces de que el único abrigo que estaba ahí era el mío, por lo que el resto probablemente se habrían ido ya. ¿Cómo podía ser? Pensé que habrían ido fuera, aunque ninguno de ellos fumaba, pero de todas formas me vendría bien aire fresco. Salí y me encontré a Sebas con una chica.

—¡Ey Sebas! —oye ¿has visto a Ali?

—¡Hola! Sí, ha salido hace un rato con Iván a tomar el aire, si no han entrado andarán aún por aquí —respondió con calma.

—No jodas tío, tengo que encontrarlos —dije algo angustiado.

—Joder ¿te estás escuchando? No te emperanoies ¿es que no te fías de ella? No va a pasar nada, ya lo verás —de pronto llegó un taxi —. Bueno, yo hoy no duermo en casa, ya nos veremos.

Dicho esto, se metió en el coche con la chica, y el taxi arrancó.

Aunque no dejé de preocuparme, me di cuenta de que era un poco estúpido seguir actuando así, por lo que decidí simplemente mandarle un mensaje a Ali preguntando dónde estaba, algo inocente. Saqué el móvil y vi que tenía una llamada perdida suya de hacía unos minutos. Le llamé rápidamente, y respondió. No se oía mucho por la música, así que supuse que estaba dentro y fui a buscarla. La vi en el reservado, y al vernos me dio un gran abrazo.

—¡Ali! Qué cariñosa estás de repente —le dije, extrañado por su repentino cambio de comportamiento.

—Te quiero, cielo —me dio un pico —. Oye ¿nos vamos ya a casa?

—Sí, claro, estoy un poco cansado —contesté.

—Pues no lo estés mucho, que no es para dormir —rió.

Me sorprendió su respuesta, pero acepté la idea de buena gana. Salimos y llamamos a un taxi para que nos llevara a casa. Mientras esperábamos, quise preguntarle por Iván, tratando de ser discreto.

—Oye ¿sabes algo del resto? Me he despedido de Marcos, Rosa y Sebas, pero al resto les he perdido la pista.

—Ni idea, yo solo sé que Edu se fue a casa pronto e Iván se ha ido con Eva —dijo, con cierto malestar que parecía tratar de ocultar.

—¿Eva? ¿Eva la del curro? —pregunté sorprendido —¿Qué me he perdido?

—Sí, me dijo que como ahora no tiene casa aquí se quedaba con ella esta noche.

—Anda, pues mira qué maja —comenté.

Llegó el taxi, y nos subimos. Le di al taxista mi dirección, y arrancó, tras lo que volví a hablar.

—¿Y dónde os habíais metido? Te estuve buscando después de ir al baño y no te vi.

—Bailamos un rato y luego salimos fuera —me contestó -. Y no, no ha pasado nada, que sé por dónde vas.

—Pero ¿qué dices? Era solo una pregunta.

—Parece que no confías en mí. Qué manía tus celos con Iván, si yo quisiera algo con él no se habría ido a casa de Eva ¿no? —me dijo enfadada.

—Baja un poco la voz, anda —le repliqué en un susurro, en referencia al taxista —¿Y quién te dice que se habría ido contigo en vez de con Eva si hubieras querido?

—Pues... no sé... —se mostró duditativa y desvió la mirada —¿podemos dejar ese tema ahora, por favor?

—De acuerdo —respondí.

El taxi llegó a casa, y tras salir empezamos a besarnos de nuevo mientras subíamos a casa.

—Cariño, te quiero muchísimo —me decía, y noté sinceridad en sus palabras.

—Lo sé Ali, y yo a ti —le dije sonriendo, y añadí juguetón —y ya me siento otra vez con fuerzas.

—Pues vamos a aprovecharlo —respondió.

Hicimos el amor y fue fantástico para los dos. Normalmente era yo el que tomaba la iniciativa para tener sexo, pero esta noche fue ella quien me lo pidió desde que decidimos volver de la discoteca.

Me acabo de despertar esta mañana con Ali al lado todavía dormida, y muchas preguntas me vienen a la cabeza. ¿Qué pasó en el lapso de tiempo en el que yo no los vi? ¿Qué intentó Iván con ella? Y aunque tengo claro que hiciese lo que hiciese, Ali le paró los pies ¿llegaron a algo, más allá de lo que vi en el baile? ¿A qué? ¿Tuvo él algún papel en la excitación de Ali, más elevada de lo normal?

No sé si estas preguntas tendrán respuesta, y creo que sería injusto para Ali seguir indagando en ello, ya que hasta ahora siempre me ha demostrado que me es fiel. Ahora toca disfrutar de este nuevo día y confiar en que nada parecido vuelva a suceder.


Espero que hayáis disfrutado leyendo esta historia. Me gustaría saber vuestra opinión, así que os animo a transmitirme vuestras valoraciones, bien en los comentarios o por correo electrónico a joseperezjop@hotmail.com