La apuesta
Perdi la apuesta con mi novia. Y tuve que pagar un precio que jamas sospeche
Llevaba saliendo con Eva, 4 años. Nuestra relación era intensa. Nos compenetrábamos en casi todos los aspectos. En la cama fantaseábamos mucho, pero siempre eran fantasías que jamás llevamos a la realidad. Cuando terminábamos de follar, siempre volvíamos al punto de tu eres mío y solo mío y yo le respondía, tanto como tu mía y solo mía. En esas fantasías entraban muchas cosas y personas, pero jamás las llevamos a cabo. En lo demás nos llevábamos como el resto de mortales, días buenos, regulares y malos, con nuestras discusiones, que después solventábamos con un buen polvo. La mayoría de ellas por dos causas, una su familia, que a mí me caían como una patada en los huevos, sobre todo su madre, que me veía como el intruso que le ha robado su niña, y la otra el futbol. Más de una tarde de sábado o domingo habíamos discutido por ello, acabando ella por ahí con sus amigas o en casa de su madre, mientras yo veía el partido en el bar con los colegas, mea culpa. Luego pagaba las consecuencias, bien sin follar o bien teniendo que aguantarme que ella se fuera de compras con sus amigas y yo de pasmarote de carga bolsas.
Pero ocurrió lo que nunca imagine. Habíamos estado de cena con los amigos. Después nos fuimos a tomar unas copas y a bailar un rato. En esas estábamos, cuando se planteó una discusión. Mi chica y yo hicimos una apuesta sin límites. Ganó ella, como era de esperar, puesto que las tías, en general, apuestan sobre seguro en estos casos. Le dije de pagar mi apuesta y ella, dándome un beso cariñoso, me dijo: “tranquilo nene, que tengo que madurar como cobrármela”.
Pasaron los días y no daba señales del asunto. Llegue incluso a pensar que se le habría olvidado; iluso de mí. Un miércoles, mientras veíamos la tv, daban las noticias de deportes. El sábado siguiente se jugaba la final de la copa del rey entre el Madrid y el Barsa. Vi cómo se le iluminaba la cara y pensé que me la jugaría a pagar la apuesta dejándome sin ver el partido. Error.
Llego el sábado en cuestión y a mediodía me dijo que me tenía una sorpresa preparada en pago a la apuesta perdida este mismo sábado. Le pedí más detalles y me dijo que todo a su tiempo, pero que tuviera calma. Me estaba oliendo que se le antojaría ir al cine o a algún otro sitio y no dejarme ver el partido.
El partido empezaba a las 10 de la noche. Ella estuvo toda la tarde acicalándose, se bañó, se perfumo, se estuvo depilando por completo. Vamos, que me estaba poniendo los nervios de punta. Al menos después podría comérmela a ella.
A las 9 estaba vestida para comérsela íntegramente y sin desnudarla. Una minifalda vaquera con tablas, de las de niña juguetona. Un top sin mangas ni tirantes, de esos de corte recto que tapan los pechos, de color blanco. Iba sin sujetador. Tiene unos pechos pequeños, duros y redondos, la verdad que quieta el hipo. Se sentó en el sofá frente al televisor y me dijo:
-Hoy serás mi esclavo sumiso, harás todo cuanto yo quiera, lo que yo quiera, y no abrirás la boca. No podrás decir nada ni durante la noche. Y lo que ocurra se quedara en esta casa, no saldrá de ninguno, nadie podrá saber nada. Yo en cambio hare lo que me dé la gana, como me dé la gana y con quien me dé la gana. Si cumples, habrás pagado la apuesta, sino, quedará pendiente y me cobraré otra a mayores. ¿Aceptas?
-Qué remedio, ¿tengo otra alternativa?
-No haber apostado, pero que sepas que pase lo que pase, mañana al despertarnos, habrás pagado la apuesta.
-Bien
-Pues venga, empieza por traer un par de cervezas.
Estaba claro que me iba a poner caliente, que no me dejaría ver el partido. Y que me iba a tocar los huevos con las amigas, que se vendrían aquí y yo las tendría que atender, mientras los colegas de sus novios estaban en el bar disfrutando del futbol. ¡Qué inocente por mi parte!
Puse las dos cervezas en la mesa y cuando me iba a sentar a su lado…
-¿Quién te ha dicho que te sientes?
Recordé lo del silencio, así que me levante y me quede de pie. Ella cogió su cerveza y hecho un trago, miro el reloj, justo en ese momento sonó el timbre.
-Vete a abrir, ya viene la visita.
Fui y mi sorpresa fue mayúscula. El peor de los amigos que podría encontrarme, Mi enemigo número uno: Me caía como una patada en los cojones. Fernando, un culé forofo hasta mas no poder. Encima, yo sabía que el muy cabrón le tiraba los tejos a mi chica de vez en cuando, pero que esta le daba largas. Estaba saliendo con Sara. Y habían entrado en el grupo porque Sara era la hermana de uno de los colegas, mi mejor amigo Marcos. A mi desde el principio me cayó mal, era prepotente y un poco chulito. La verdad es que mi chica me la había jugado bien. Más cabrona no podía haber sido. Me quedaba la esperanza de que al menos viniese su chica.
No le dije nada, no podía, así que entro, me dio las buenas noches y se fue raudo al salón. Me quede perplejo de ver la familiaridad que tenía con la casa. Que yo supiera, era la primera vez que entraba en ella. Quizás era porque se oía el ruido de la tele y porque era la única puerta abierta.
Llego y se sentó al lado de Eva, un par de besos y cogió la cerveza que tenía en la mesa.
-Bueno, ya estamos en onda –dijo Eva- Haber cariño, ahora quiero que te vayas a la cocina, nos hagas la cena para dos, a Fernando y a mí, vamos a cenar aquí viendo el partido. Tú puedes cenar en la cocina si quieres y tienes hambre. ¿Qué te apetecería cenar Fernando?
-Ummm, algo ligero, una ensalada y algo de untar, quizás queso o pates, cosa fría. Aaaa y que nos traiga otro par de cervezas y tenga fría una botellita de champagne para la celebración de las 12. Jejeje
-Ya has odio, ala, vete.
Joder que encabronamiento me había entrado. Tener que obedecer a mi chica, pasaba; pero encima tener que seguirle a ese cabrón como que me dolía el alma. Pero bueno. Lleve otro par de cervezas y me volví a la cocina donde empecé mi tarea. Oía que el partido había empezado, les oía a ellos como hablaban del grupo y de la gente, se entendían bastante. Además, trabajaban en lo mismo, aunque en empresas distintas, ambos en publicidad. Con lo que charlaban animadamente mientras veían el partido.
-Cariño, tenemos sed y hambre, tráenos la cena.
Era el descanso del partido, Empate a cero. Lleve las bandejas con las cenas para cada uno y un par de cervezas más y me volví a la cocina. Al regresar pude escuchar unas risas humillantes y como hablaban por lo bajo. Pegue el oído a la puerta, pero no escuche nada. Solo el ruido de la televisión. Mientras pique de mala gana algo y me bebí una cerveza. Risas, cuchicheos, algún uyyyy por el partido. Fin del partido, empate, prorroga. Yo en la cocina sentado.
-Tráenos más cerveza
Otro par de cervezas. Cuando llegue me di cuenta que mi novia había perdido el carmín de los labios, que el top estaba algo descolocado. Me empecé a mosquear. Me estaba entrando una ligera idea de cómo iba a ser la noche. Y no me gustaba nada.
-Vete y no salgas hasta que te llamemos.
Me volví a la cocina y pegue mi oído a la puerta, solo cuchicheos tras el ruido del partido.
Un gol que se oía por todo Madrid, había marcado Cristiano en la prórroga. El Madrid a punto de ganar la copa del rey al todopoderoso Barsa de Guardiola.
Oí como Fernando se cagaba en todo. Como despotricaba contra todo lo que oliese a blanco y un “jódete mamón” salió de mis labios por lo bajo. Fin del partido, no habría celebración, jejejej.
-Cariño, tráenos el champagne, que vamos a celebrar el final del partido.
Una sonrisa por mi cara, al fin se terminaba la humillación.
-Me cagüen la puta, estos cabrones de merengues-Decía Fernando- ¿estarás contento, no? Ya es hora de que ganéis algo. Etc. etc. Si pudiera le daría por culo a todos los merengues.
Despotricaba contra nosotros, pero al verme allí parado.
-Mira tío, me han jodido la celebración, pero como a mi tu culo no me gusta, me voy a follar el de tu novia, para joderte.
Me quedé blanco, mire a mi chica que sonreía y tenía un cierto regusto en su cara.
-Cariño, nos vamos a ir a nuestra cama Fernando y yo, me va a follar hasta que se canse, luego se ira. Mientras, tú puedes irte a donde quieras o dormir en el sofá o ver la tele, pero no podrás entrar en nuestra habitación hasta que yo salga de ella. Déjanos ya
Me quede más blanco que el traje del Madrid, era increíble, me estaba humillando hasta mas no poder. Me iba a poner los cuernos y con el peor tipo que me podía imaginar.
Por supuesto me marche sin esperar a nada. Estuve deambulando por las calles de Madrid, sin saber muy bien donde ir ni que hacer, mientras mi cabeza daba vueltas a la humillación que me había hecho mi chica. Pase que tuviera que pagar la apuesta, pero no con mis sentimientos. Volví un par de horas después, entre sin hacer ruido, la puerta estaba abierta y se les oía hablar, en silencio, me senté en el sofá. Al fondo su conversación
-Joder, creo que me ha pasado con el-Decía Eva. Vale que sea ingenuo y no se entere de nada, pero es un buenazo y me quiere con locura. No sé si me podrá perdonar la jugarreta.
-No te comas el coco tía, llevábamos tiempo buscando la manera de follar en esta cama y de que el cornudo ese se enterara de que los lleva puestos. Ya se enteró y encima se lo tiene que comer
-Ya, pero yo le quiero Fer, aunque me moría de ganas de volver a sentir esta polla, me siento mal por humillarle así, no se lo merece.
-Ven acá, anda, que te voy a poner mirando a Cuenca, cuando venga seguro que ni se entera, se habrá bebido hasta los charcos.
Y volvieron a follar. Sus gemidos retumbaban en mi cabeza. Se la oía gemir como nunca lo hacía conmigo, le pedía más y más polla, incluso que la diera bien por culo, cosa que yo intentaba muchas veces y conseguía pocas por su parte. No aguanté más y salí como entré, sin hacer ruido. Se oían los ruidos del vaivén de la cama. El golpe fue más duro, me estaba engañando desde hacía tiempo, y yo sin enterarme. Me había humillado, utilizado y se había reído de mí. Lo pagaría, lo pagarían. Fui a casa de Marcos, el hermano de Sara. Al verme en aquel estado, me dejo entrar y en su habitación me derrumbé, le conté la historia y juro que si en ese momento tiene a su “cuñado” a mano se lo carga a ostias.
-Mira tío, en el fondo me alegro-me dijo-. Mi hermana siempre ha estado coladita por tus huesos, pero tú, el chico fiel y responsable solo bebías por tu niña. Ya ves la ironía. Ella se trae un cabrón que la humilla y resulta que le abre la puerta para sus deseos. No seas tonto. Olvídate de esa zorra.
-¿Dónde está tu hermana ahora?
-Pues creo que ha llegado hace un par de horas. La oí entrar. Espera, que miro
Al poco entraron ambos, (decir que ella vivía con Fernando, pero que, cuando este salía, ella se iba a dormir a casa de sus padres, que es la casa donde aún vivía Marcos).
-Ya me ha contado algo mi hermano, lo siento. Yo intuía que ese cabrón se estaba tirando a alguna del grupo, pero nunca sospeche que fuera Eva, jamás.
-Ya, pues ya ves, a ti te ponen los cuernos con la misma que me los pone a mí. Somos colegas, nos crecen juntos.
-Pues lo solucionamos cortándolos juntos, ¿qué te parece?
En ese momento me di cuenta de lo buena que estaba Sara. Jamás me había fijado, era la hermana de mi mejor amigo y la veía como una buena amiga y no como una mujer. Y vaya, era una mujer y ¡qué mujer!
-¿qué te parece si te vienes conmigo a mi cama y me follas y ya veremos mañana que hacemos? Los cuernos duelen menos cuando se comparten y, cuanta más gente, mejor, no vamos a ser tú y yo solos, ellos también portarán los suyos.
-Me parece bien, vamos
-Jajaja, como sabe mi hermanita alegrarle la cara a los amigos. Pasadlo bien, os quiero a los dos.-Dijo Marcos.
Nos metimos en la habitación de Sara y puedo aseguraros que eche uno de los mejores polvos que recuerdo haber echado jamás. Ni siquiera con Eva conseguí disfrutar tanto en tan poco espacio temporal. En cuanto Sara sentía que mi polla se aflojaba por la descarga, se esmeraba en volverla a recuperar y colocarse en cualquiera de sus agujeritos para darle todo el placer posible. Mientras yo me esmeraba en bombearla y culearla más y más veces. Mi cabreo y malestar por la humillación recibida se tornó en pasión y placer, se me olvido por completo.
Agotados por el esfuerzo y el placer, nos quedamos dormidos abrazados.
Cuando desperté, el sol ya estaba en su apogeo. Un domingo radiante, Solo en la cama de Sara, me levante y me encontré en la cocina a los dos hermanos. Desayunamos juntos y comentamos la situación.
-Deben saber que estas enfadado y dolido, pero no deben saber que has hecho ni qué decisión vas a tomar. Con calma nos vengaremos de ambos, ¿te parece?-Dijo Sara fríamente
-Llévate un bote de cerveza y antes de entrar en casa te echas un poco por encima, que huelas a alcohol. Darás la sensación de haber acabado borracho en algún sitio por ahí.
Me fui a mi casa sin saber muy bien que me iba a encontrar y cómo iba a reaccionar, pero había cambiado algo, estaba más sereno, más frio, más calculador y por tanto llevaba ventaja sobre ellos.
Entre sin molestarme en tener cuidado alguno, me importaba un pimiento si estaban dormidos o despiertos. Solo esperaba no encontrármelos follando de nuevo. La puerta de la habitación estaba abierta y la cama deshecha sin nadie. Sonaba ruido en la cocina
-Estamos en la cocina, cariño, ven a tomarte un café con nosotros.
Sera hijadeputa, encima como si no hubiera pasado nada. Como si todo hubiera sido un sueño.
Cuando llegue me los encontré sentados en la cocina, ella con un albornoz recién duchada, el con una toalla de baño por la cintura, con café y tostadas sobre la mesa. No dije nada. Me fui a la habitación, recogí la ropa de Fernando que había por el suelo, la saque fuera de casa y volví a la cocina.
Le agarre del brazo tirando de él. Eva me miraba asustada. No esperaba mi reacción. Y sabía que yo podía darle duro a Fernando, por mi constitución y mi entrenamiento.
Fernando intento soltarse, pero iba casi a rastras por el pasillo hasta que lo saque fuera, quitándole la toalla y dejándolo en pelotas. Cerré la puerta tras ello y me fui a la ducha.
No dije nada más. Silencio. Estuve más de 20 minutos bajo el agua, pensando que hacer tras el episodio. Cuando salí, me puse unos vaqueros y una camiseta limpios. Metí un poco de ropa de cambio en una maleta y me dispuse a salir. La cama seguía deshecha. Eva en la cocina sin decir nada, en silencio.
-¿Dónde vas? ¿José, podemos hablar antes de que salgas por esa puerta?
-¿Ya he pagado la apuesta? ¿Puedo hablar ya?
- No seas idiota, sabes que sí. Siento haberme pasado con esto, pero pensé que una fantasía que hemos tenido muchas veces sería un buen pago de la apuesta.
-¿Si?, y dime, ¿has quedado satisfecha?, ¿te has divertido?
-Sí, bueno, no, no sé. La verdad que no estoy contenta con esto. Noto que tu estas muy dolido. Perdóname, lo siento.
-Bien, y dime, ¿Cuánto tiempo lleváis follando vosotros dos?
-¿Qué?, solo esta noche,…
-Me voy, te he dado la oportunidad de sincerarte conmigo, pero veo que no eres capaz ni de ser honrada. Si tenías ganas de meterlo en nuestra cama, lo podías haber hecho en cualquier momento sin tener que humillarme. Pero claro, no te hubiera sabido lo mismo, así sabe mejor, el cornudito humillado. Me tomas por un estúpido, os he oído. Todo lo teníais organizado. Hasta la apuesta. Pero mira, me alegro de que sea así. Ya ves, tu perfecto plan solo ha tenido un pequeño inconveniente, mientras tú te dejabas follar en nuestra cama, yo me he follado a Sara en la suya y te diré que ahora me voy a por ella a follármela hasta que me canse, porque, ¿sabes una cosa? Folla cien veces mejor que tú, es más honrada que tú y menos puta que tú. Espero que cuando vuelva no quede ni rastro de ti en esta casa.
Me di la vuelta sin esperar respuesta alguna, aunque me dio tiempo a ver las lágrimas que caían por sus mejillas.
………..
Esta mañana paseaba con mi pequeña Sarita por el Retiro, hacia 3 meses que había venido a este mundo. Tan bonita como su madre. A mi lado mi cuñado Marcos me contaba que El ex de su hermana, Fernando, había emigrado a Alemania, se había quedado sin trabajo.
De Eva lo último que supe es que tuvo que volver a casa de sus padres en Asturias, había caído en una depresión y no se recuperaba. Su madre me llamo varias veces para interceder por su hija, pero vaya, se la devolví como tanto había deseado, para siempre.
Y yo feliz con mi mujer, Sara, y con mi niña.
A veces perder una apuesta no es tan grave.