La anfitriona
Como descubrí mi otra yo luego de ser una esposa aburrida en casa...
Mariela Anfitriona
Capítulo 1: La iniciación
Me aburro en casa mientras mi esposo trabaja como un esclavo para poder pagar a duras penas las deudas de la casa. Soy tímida y fue solo a través de internet que intercambie alguna coquetería en un chat anónimo, hasta que llegó una prima de mi esposo llamada Sandra. Apenas les cuento
Primero me describo, tengo 22 años y me encanta la bailoterapia, me mantengo en muy buena forma y poseo unos senos que para mi tamaño de 1,60 cm. son grandes. Mis piernas son duras por el ejercicio y siempre uso zapatos de tacón muy alto con minifaldas. Me encanta una tanga y la libertad de sentir mis nalgas libres en contacto con la brisa. De mi cara ya me han comentado que es angelical y bonita y luzco mejor cuando estoy sonrojada, cosa que fácilmente me pasa, especialmente cuando me dicen un piropo subido de tono en la calle.
Bueno, Sandra es muy atractiva, de mi edad y de andar muy alegre. Siempre nos visita y comparte ratos con nosotros. Jacinto mi esposo, agradece su presencia porque ayuda a hacerme compañía y tanto es así, que el día que me invita a suplir la ausencia de una compañera de trabajo, es él el primero en aceptar y convencerme. Ella dice que trabaja para relaciones públicas y que podría ganarme un dinero y pasarla agradable. Jacinto insiste que vaya y a pesar que es de noche el trabajo él no se preocupa porque tiene que acostarse temprano para madrugar para ir a su oficina. De manera que acompaño a Sandra en nuestra primera noche de trabajo
Sandra me instruye que me vista sexy sin ser vulgar y sobretodo que recuerde que debo ser muy amigable No entiendo del todo pero aceptos consejos. Mi minifalda negra de combinación con una bonita blusa algo transparente hace un bonito juego con mis tacones delgaditos de 10 cm. y el conjunto de sostén y tanguita blanco. Esta combinación resulta en un efecto hermoso en mis piernas que se ven más largas y resalta el blanco de la piel mis muslos. Llegamos a uno de los hoteles más lujosos de la capital y casi no podía creerlo. Sandra con mucha confianza me lleva de la mano directamente al bar donde según ella están los clientes que debemos atender esta noche. Al entrar en la penumbra del bar apenas puedo ver a dos caballeros muy bien vestidos y elegantes que nos saludan. Uno de ellos que conoce a Sandra la saluda con mucha confianza con un ligero beso en los labios y una palmadita en sus nalguitas, el otro gentilmente saluda y nos sentamos a conversar. Los asientos son muy bajos y al sentarme no puedo evitar que Jorge, el ejecutivo que tengo que atender, mire entre las piernas hasta las mismas braguitas blancas que rematan el final de la suave piel de mis muslos. Siento un cosquilleo extraño en el vientre y algo de culpa al pensar en Jacinto. Llegan los tragos, cosa que no estoy acostumbrada y a pesar de mi negativa Sandra me obliga a tomar. Mi cabeza parece flotar y al rato me encuentro bailando con Jorge un poco para alejar las brumas de mi cabeza. Colocan una pieza romántica y él me toma de la cintura y se pega a mí. Su colonia me inunda los sentidos y sus manos me acarician con suavidad la espalda. Mis senos inmensos se estrujan contra su pecho y mis pezones se ponen duros inmediatamente y siento como una de sus piernas se mete entre las mías, frotando discretamente mi entrepierna. Joder, me esta gustando lo que siento y dejo que siga con las travesuras. Igual. No estoy haciendo nada malo. Aunque me sonrojo hasta las raíces de los pelos.
Termina la pieza y regresamos a la mesa. De nuevo me enredo y vuelvo a mostrarle mis muslos. Con la excusa del ruido se pega y comienza a hablarme al oído mientras una de sus manos acaricia suavemente la cara interna de mis muslos. No sé como reaccionar, pero al ver a Sandra besándose apasionadamente con el otro hombre mientras le amasa las tetas como par de melones, creo entender en que consiste el trabajo de relaciones públicas de la prima de mi marido. Con más razón freno a Jorge y él un poco renuente lo acepta. Lo invito a bailar para cambiar el momento y divertirnos un poco. De nuevo suena la música lenta y vuelve a las andadas. Lamento decir que todo esto me tiene mareada, entre las bebidas, el ruido y las luces pareciera que alucinara y el cuerpo masculino que tenía entre mis brazos se siente sabroso. Mi lenguaje corporal me delata y me aprieto a él. Mis pezones se ponen duro por el roce contra el pecho masculino. Sus manos acarician mis nalgas suavemente paseándose por la línea de mi tanga. Sus dedos suben y bajan llegando a la rajita y regresan a mi cintura. Su pierna entre las mías la sustituye sus caderas apretada fuertemente y percibo la forma de su verga chocando contra mi vientre. Siendo más pequeña no podía acariciarme directamente el pubis pero el sentirlo inmenso me estaba excitando.
Termina el baile y cuando el miedo y el sentimiento de culpa casi me convencen de salir corriendo, ellos deciden terminar la noche porque tenían que trabajar temprano y se despidieron rápidamente. Mientras Sandra recibía un beso de lengua y un agarrón de nalgas descarado a mí solo me despidieron con un toquecito en los labios y un apretón de mano. No sabía como reaccionar. Pero al final, estaba muy apenada por mi comportamiento. Mis pantaleticas estaban mojadas y mis deseos se cruzaban con mis sentimientos de culpa. Pensé en Jacinto durmiendo tranquilamente en casa y yo excitada en los brazos de otro hombre. De regreso a casa, Sandra me da un sobre y me dice que ese es el resultado de la noche. Para mi gran sorpresa es una cantidad de dinero muy grande la cual escondo en mi mesa de noche. Esa noche tuve mi primer sueño erótico acompañado de un orgasmo onírico.
Capitulo 2: El despertar
Pasaron los días y me deprimí mucho, Jacinto preocupado llama a Sandra para que me saque a pasear y me convence de que la acompañe. Sandra con su personalidad tan contagiosa me obliga a vestirme muy bonita y sexy, logrando subirme el ánimo y las ganas de salir. Me lleva al estilista y de paso me obliga a depilarme mi cuquita completamente lo que finalmente acepto renuente pero curiosa. Siento como la tela de la pantaletica se me mete por la rajita y apostaría que hasta se puede apreciar la forma de mi pepita que siempre la he tenido muy grande y se me sale entre ellos. Para mi es una experiencia nueva, pero la sensación de contacto directo con la piel me agrada mucho. Además, se notan mis labios gruesos sobresalientes en la tela del tanguita. Sandra comenta que hoy tenemos un servicio muy importante y de mucho dinero. Yo me negaba y me atemorizaba que me pudiera gustar y terminara besándome y manoseándome con un extraño como lo había visto hacer a Sandra. Es verdad que el dinero es bastante y me hace falta pero mi deseo de serle fiel a Jacinto podía más que cualquier cosa.
Al final acepto renuente y nos vamos a un hotel algo menos lujoso en donde se observan muchas mujeres como Sandra en la recepción. En esta oportunidad subimos a la suite presidencial y luego de retocarnos el maquillaje tocamos la puerta. Antes, Sandra me había desabotonado la blusa un poco para que se viera mejor el nacimiento de mis hermosos senos. Abre la puerta un joven vestido a la usanza del llano es decir jeanes, botas y camisa de cuadro. Nos hacen pasar y en el sofá se encuentra sentado un gordo fumando un inmenso tabaco y con un vaso de whisky en la mano. A duras penas se levanta y me abraza dándome un baboso beso en la mejilla muy cerca de la comisura de los labios mientras me aprieta una nalga, tal como si estuviese probando la mercancía. Me obliga a que me siente a su lado mientras Sandra se retira de la habitación de la mano del joven.
Trato de iniciar una conversación con el gordo y solo sirve para darle oportunidad de que trate de meterme la mano entre las piernas. Acepto un trago para agarrar fuerzas y solo sirve para nublarme la razón. El gordo saca un fajo de billetes y los coloca en la mesita del centro y me los ofrece si me comporto bien y cometo el error de preguntarle que quiere decir con comportarme bien. El gordo me mira los senos con descaro y se abre la cremallera del pantalón. Me obliga a arrodillarme entre sus piernas y me ordena que se lo chupe. Me quedo petrificada de miedo pero las manos del gordo son pesadas y me empujan con fuerza. Aterrorizada le saco la verga pequeña y floja de entre el pantalón y me la meto en la boca. Mis habilidades en esta materia son pocas ya que Jacinto no le gusta las relaciones orales. Aún así, la verga del gordo comienza a tomar cuerpo y a endurecérsele rápidamente y en un momento ya llenaba mi boca. Sin saber que hacer, solo le daba unas tímidas lamidas y besitos como si fuese un helado. El gordo me agarra por el pelo y me dice que me lo meta todo y me empuja.
Siento como la cabeza de su verga me llega hasta la garganta y me ahogo con la arcada, pero es el propio gordo quien lleva el movimiento con su manota agarrándome el cabello. Me duele y me siento violada, pero no sabía lo que me esperaba. Al gordo no le gusto lo que le hacía y con rabia me dice que me va a enseñar como se tira. Me pone en cuatro en la mullida alfombra y de un jalón me arranca la tanguita rompiéndola con el gesto. Con una agilidad que no parece tener se desnuda y tomado su verga en sus manos, me la mete erecta con fuerza en mi vagina seca, el ardor es insoportable y el muy bestia piensa que es que yo estoy estrecha, me hala por los cabellos como si estuviera montando una potranca y sus movimientos son rudos. Sus manotas me nalguean mientras grita como un cowboy americano arreando el ganado. Cada nalgada me enviaba electricidad a mi cuquita. El ardor cedía en la medida de que mis jugos fluían. Era mi reacción al trato, aún así la imagen de la situación se me antojo excitante. El gordo no aguanto y terminó, rociándome su leche en las nalgas y manchándome la minifalda. Se desplomó encima de mi y pensaba que le había dado un ataque al corazón o similar, pero no, estaba muy vivo.
Se voltea en la alfombra y acostado boca arriba me manda a limpiarle la verga con mi boca de nuevo. Quise negarme y solo sirvió para que me tomara del pelo y me empujara encima de él. La rudeza lo excitaba y de un tirón me arranco la ropa dejándome solo con los zapatos puestos. Mi imagen lo excitaba, tenía el pelo todo revuelto, el maquillaje se me había corrido por las lágrimas, mis nalgas estaban rojas y mis grandes tetas subían y bajaban con mi respiración, pero lo más importante era que mis labios vaginales se notaban rojos e hinchados. Me obliga a que me siente encima de él y sea mi turno en montarlo. Me aprieta las tetas y me las muerde produciéndome dolor y mientras me meto nuevamente su verga, él continua llamándome puta y perra caliente, la vejación era muy fuerte y no aguanté y le di una cachetada, pero mi sorpresa fue cuando me pidió que le pegara más duro. Cada cachetada que le daba lo excitaba más y su verga parecía crecerle. Mi sorpresa fue mayor en mi misma, cuando mis jugos empezaron a fluir realmente con gusto. Golpeaba al gordo, lo arañaba en el pecho y hasta un mordisco le di el cuello y toda esta violencia me excitaba tanto como lo excitaba a él. Su verga entraba y salía con cada movimiento mío. Sentía como mi orgasmo venía fuerte con cada roce en mis maltratadas paredes vaginales, y con los ojos llenos de colores y mi mente girando descontrolada seguía golpeando al gordo y con un alarido de loba en celo, deje que mis extrañas explotaran en un hermoso orgasmo jamás antes disfrutado. Mis contracciones vaginales exprimieron el miembro del gordo tal cual vaca lechera y me desplome encima de él. Muy cariñosamente solo me susurraba suavemente: eres una puta deliciosa!!! ...
De vuelta a casa con más dinero del que Jacinto producía en un mes de trabajo en la cartera, regresé decidida a contárselo todo. Tenía la necesidad de encontrar una respuesta a esa sensación tan horrible de culpa por haber alcanzado el placer en esa situación tan bizarra. Jacinto dormía por efecto de los somníferos y no pudo ver que llegaba sin pantaletas, despeinada, con la falda manchada de semen y muy tarde en la madrugada. Mientras me daba un baño tibio en la bañera, los recuerdos de la noche volvieron y la sensación fue tan excitante que terminé masturbándome con el cepillo de dientes eléctrico. Luego de revisar mi cuerpo y observar que mis nalgas presentaban algunos moretones así como uno de mis senos tenía un mordisco, decidí no contarle nada a Jacinto. Juré que no se repetiría
Capítulo 3: La convención
Mi estado anímico mejoro especialmente cuando pude comprar algunas cosas que tenía años deseándolas. Jacinto me miraba algo extrañado por los paquetes pero no dijo nada. Le gustaba verme alegre y no iba a arruinar el momento. Sandra vino a acompañarnos en varias oportunidades y nos divertimos mucho. En su última visita le pidió a Jacinto que si podía llevarme a una convención en Puerto La Cruz, que éramos un grupo grande y que hasta uniforme nos iban a regalar. Él acepto, más cuando ese fin de semana tenía que trabajar y de nuevo me encontré en manos de Sandra. A pesar de haberlo hablado y de haberle confirmado mi juramento, ella me prometió que esto no era como lo anterior. Íbamos a actuar como anfitrionas en un gran evento.
Debí de sospechar algo cuando me enseño el uniforme. Lo primero fue el hilo dental que era una brevísima telita para que no se notara debajo del mono o pantsuit de lycra que parecía una talla más pequeña que lo normal. Arriba era de tirantes de manera que mantenía la tela estirada entre las piernas para que se metiera entre las nalgas y otros pliegues femeninos. Mis tetas apenas la sostenía una corta remera algo suelta dejando libre los senos en sus movimientos. Era cierto que me veía espectacularmente sexy pero el verme fue suficiente para sonrojarme. Llegó el gran día y nos colocaron en distintos sitios estratégicos donde las personas y especialmente los hombres se podían deleitar en mirar nuestros cuerpos cubiertos apenas por el llamado uniforme. Aún así hubo mucho respeto y aparte algunos comentarios muy subidos de tono, nadie se atrevió a tocarme.
Llegó la noche y las cosas comenzaron a caldearse. Sandra me toma de la mano y me dice al oído que nos toca bailar en pareja en la tarima y que solo haga lo mismo que ella y por ningún motivo se baje porque entonces perdería su trabajo. Algo preocupada la sigo y cuando subo a la tarima me doy cuenta que son varias y en cada una de ellas hay igualmente otras parejas. Eso me relaja y me olvido un poco de la mirada de los hombres muchos de ellos ya mostrando signos de ebriedad cuyas miradas lascivas parecían acariciarme la piel. Sensación que durante el día, había descubierto que me gustaba. Comienza la música y se encienden unos reflectores directamente en cada tarima. Sandra comienza a bailar muy sensualmente desplazándose por la tarima con soltura. La imito y me encuentro que no es difícil. Comienzan los silbidos y las expresiones de que nos quitemos la ropa comienzan a oírse.
Sandra se acerca a mi y me abraza mirándome a los ojos de una manera muy extraña y se acerca a mi oído y me dice que disfrute el momento y que solo piense en todos esos hombres que me desean y como sería sus vergas metidas en todos mis agujeros. Devuelvo el abrazo y de repente me besa. Es un beso al principio tierno pero al meter su lengua entre mis labios algo explota dentro de mí. Le devuelvo el beso con la misma pasión mientras sus manos me acarician por encima de la suave tela. Por reflejo le agarro las nalgas y me sorprende lo suave y blandas que son y lo delicioso que se siente. Comienza a bajarme los tirantes del pantsuit y yo hago lo mismo con los de ella. Con un gesto muy coqueto y sacando el culito para detrás sin separar nuestras bocas seguimos bajándonos el pantsuit hasta los tobillos. En un instante nos quitamos toda la ropa quedándonos solo vestidas con el hilito dental, y nuestros zapatos de tacón de estilete. Me siento excitada por lo rápido que sucede todo. Me gustó el contacto con la piel y los besos de Sandra, así como los gritos de los hombres y sus expresiones vulgares y soeces. Me siento realmente húmeda y temo que mis jugos se me corran por las piernas. La algarabía aumenta y parece que somos las que más llamamos la atención.
Las luces no me dejan ver los rostros de los hombres, pero puedo ver sus manos, algunas de ellas con billetes ofreciéndolos para que nos acerquemos a la orilla del estrado. Me da miedo y me excita a la vez. Tímidamente me acerco a coger uno y el hombre se hace oír entre todos y me pide que me agache y abra las piernas para él. No era feo y con la excitación lo hice lentamente. El hilito lo tenía metido entre los labios rojos e hinchados y el espectáculo era de puro sexo y deseo. La humedad era obvia y descarada y en un momento de locura, me pase el dedito medio por entre los labios depilados para luego metérmelo en la boca, siempre manteniendo contacto visual con el hombre. Sandra me agarra de la mano y me lleva al centro y me dice al oído que vamos a darle una lección para que se pajeen todos en su casa y me manda a ponerme en cuatro.
Doblada en el piso me sentía terriblemente excitada y de repente siento los labios de Sandra en mi culito. Siento el beso negro llevarme a las puertas del cielo, primera vez que me ocurre y Jacinto jamás se atrevería. Fue la única vez que su nombre vino a mi mente. Sandra continuaba mamándome la cuquita por detrás y alcance un orgasmo muy rapidito pero delicioso. Era el abre bocado de lo que venía. Sandra me separa las piernas y con mucha habilidad se mete debajo de mi cuerpo de manera que quedamos en posición del 69. Sin perder más tiempo, con una mano retira a un lado mi pequeño hilo y sigue mamándome, esta vez directamente en mi pepita. Me sorprendo al verme con la cuquita de Sandra frente a mi y solo me queda hacer lo que estoy sintiendo en la mía. Aparto el pequeño trozo de tela y por primera vez en mi vida pruebo los jugos de otra mujer. El olor de sus jugos, el salobre de la mezcla de sudor y fluidos, el calor de su cuquita y el roce de sus labios depilados contra mi lengua hacen que me sienta divina y vagabunda.
El gordo tenía razón, soy una puta caliente y deliciosa. Le meto la lengua duro dentro de la vagina a mi prima mientras mis dedos abren sus nalgas para que vean su culito y siento como gime y se contrae. Sigo chupándole duro la pepita y ahora le meto un dedo en su cuquita. Sandra tiene un orgasmo y siento como sus contracciones aprietan mis dedos que tengo metidos dentro de ella. Su huequito del culo se abre y cierra como una flor. Sus jadeos casi no la dejan respirar. Yo con todo el bullicio no termino pero siento como el abrazo invertido de Sandra se afloja y me separo de ella. Los billetes caen en la tarima como premio por el show que presentamos y juntas riéndonos recogemos nuestras ropas y nos dirigimos a los vestuarios. Al pasar por el pasillo de hombres que nos aplaudían, también estaban aquellos morbosos que aprovecharon para agarrarme las nalgas y hasta tratarme de meterme un dedo en la cuquita. Solo reía y servía para excitarme más. Al llegar al vestuario ya solas, Sandra me abraza y me vuelve a besar diciéndome que era un hermosa zorrita caliente y que por primera vez le maman tan sabroso su cuquita, en eso llega un moreno con una caja toda llena de billetes arrugados y contentas nos ponemos a contarlos sin preocuparnos en vestirnos.
Luego de la alegría y de asearnos y vestirnos nuevamente con el uniforme, Sandra me dice que todavía nos quedaba un par de horas en el piso y que debíamos de congeniar con los invitados. Pensando un poco en el trato respetuoso recibido temprano en la mañana, no me importa y solo se me enciende una lucecita cuando me dice que no de nada gratis, que todo tiene su precio y picándome el ojo me deja sola. Con algo de duda y sonrojada hasta la coronilla pensando que me iban a reconocer salí y me fui directo a la barra a pedir un refresco. Cuando el barman me entregaba el refresco, me felicita y me dice que tengo mucho futuro. Sus palabras fueron sinceras aunque no entendí claramente porque me felicitaba. En ese momento siento que se pegan a mis nalgas y me abrazan por detrás. Molesta pero muy tranquila me volteo y me encuentro con el hombre del billete y mi sonrojo parecía alcanzar hasta la punta de mis cabellos. Quiere que lo acompañe a un reservado y le digo que no estoy disponible. Me ofrece el doble de la tarifa y en vista de que dudo lo triplica. Era bastante dinero y él estaba bien. Sin ser un adonis tenía buen cuerpo. Decidí acompañarlo y en minutos me encontraba en un sofá con este extraño besándome como un desesperado, majándome las tetas por debajo de la franelita que tenía enrollada casi en el cuello y mi pantsuit en las rodillas. La situación se me hacía graciosa y a pesar de tener ese cosquilleo en la cuquita como de necesitar una verga grande me resulto que mi enamorado no aguantó mucho, pero a él le pareció que había estado en la gloria.
No había terminado de salir cuando entra otro hombre que quiere cogerme. Me asusté pero cuando saco un fajo de billetes acepte con alegría. No me imagine que lo que quería era sodomizarme y cuando me voltea que me moja el huequito de saliva con un beso negro muy mojado y una lengua larguísima que se introduce en mi recto entro en pánico. Al tratar de separarme, recibo una nalgada y recuerdo el capitulo del gordo. Opto por relajarme y dejarme llevar por las sensaciones. Por suerte el hombre tenía una de esas vergas pequeñas y delgadas. Es verdad que nunca me imagine perder la virginidad de mi culito de esta manera pero la rudeza del momento me estimulaba. El extraño poco a poco me lo fue metiendo. Sentía un calor intenso y ganas de cagar pero al aflojar más el esfínter termine siendo cogida completamente. El dolor fue sustituido por ese calor raro y después por placer. Me agarro por las nalgas y me lo metía y sacaba con maestría. No podía apretar el culito porque me dolía pero sus movimientos hacían efecto en mi cuquita dejando que mis jugos vaginales se deslizaran por mis piernas. Ayudado un poco por mis dedos en mi cuquita y por los movimientos más rápidos del hombre me llegó un orgasmo que se me cortó rápidamente al momento de contraerse mi culito con una puntada de dolor. Solo bastó un ratito más y el hombre me bañaba de leche el culo, la raja entre las nalgas y hasta las piernas. Wow que cantidad de leche. Sin despedirse y tirándome el dinero encima de mis nalgas se subió los pantalones y salio apresuradamente, dejándome recuperarme de mi dolor. A pesar de todo no había alcanzado un buen orgasmo y tenía ese cosquilleo en la cuquita de querer algo más rudo. Un pensamiento de la noche del gordo me erizó los cabellos y me dirigí rápidamente a la salida del reservado cuando me tropiezo con un morenazo de casi dos metros de altura que quiere que yo le preste servicio. Digo no entender pero solo sirvió para que me cargara como un pequeño saco de harina y me metió de vuelta en el reservado.
Luego de colocarme en el piso me indica que me desnude toda y que quiere apostar conmigo. Todo era tan loco y extraño que con un murmullo le dije que aceptaba. La apuesta era sencilla, si le aguantaba la cogida el me pagaba el doble pero si me quejaba no pagaba nada. Me dije para mis adentros que después del gordo podía soportar esto y más cuando el moreno tenía un cuerpazo. Me ordena que lo desnude y mientras le quito la camisa me pide que le chupe los pezones. Apenas le llegaba por el pecho y no tuve necesidad de inclinarme para estar a la altura necesaria. Agarre con mis labios y comencé a chupárselo como un caramelo y a morderle las puntitas endurecidas con los dientes.
El moreno jadeaba de gusto. Cuando le fui a quitar el pantalón me tropecé con algo muy grande entre sus piernas y no entendí, pero cuando finalmente sus interiores y pantalones llegan a sus tobillos se levanta una inmensa estaca de entre las piernas del moreno. Era negra como el ébano, 30 cm. por lo menos, mi mano no lograba cerrarse alrededor de su tallo y su cabeza parecía una inmensa bola de carne palpitante. Al principio me quede sin aire y hasta sentí temor pero la morbosidad en mi había tomado control de mi mente y pensaba lo divino que sería tener ese inmenso tolete de carne dentro de mi. Lo agarre e inmediatamente comencé a chupárselo. Algo había estado leyendo para no cometer lo mismo que con el gordo, pero en ningún momento había leído sobre como hacérselo a algo tan inmenso. Improvisaba con lamidas y chupadas alrededor de su cabezota, la cual llenaba mi boca completamente dejando mucho tallo fuera por absorber. Lo majaba de arriba abajo en el tallo, buscando y chupaba duro el huequito en la punta. Sentí un salobre de las primeras gotas de semen pero muy lejos de ser una eyaculación. Yo estaba muy mojada e inflamada de excitación por lo que decidí aceptar el reto solo si yo lo cabalgaba.
Acosté al moreno en la alfombra y me encaramé encima de él. Tome su hermosa verga y la fui dirigiendo poco a poco dentro de mi. Con movimientos calmados fui recibiendo la verga más grande y hermosa que jamás haya tenido. Mis movimientos se hacían más frenéticos hasta que finalmente me senté enteramente encima de él. Sentía que su verga empuja mis ovarios y mi útero hacia mis extrañas y hasta un peo se me salió. Coño!... pero la sensación era indescriptible, con mis manos apoyadas en su amplio pecho seguía subiendo y bajando y por la amplitud en mis paredes vaginales, las contracciones de mi orgasmo se corrieron hacia mi culito y mis tetas. Casi desvanecida le doy mis tetas al moreno para que me las maje y chupe. Le entrego mis pezones para que me los muerda y nuevamente comienzo a subir y bajar mis nalgas en su inmensa verga. Sus manotas juegan con mis nalgas y ayudan al movimiento, se nota que esta acostumbrado a tirar de esta manera y le propongo que me coja en cuatro. Él decide que es mejor si se sienta y yo me monte encima de él, ya que demostré que podía soportar toda la magnitud de su enorme verga. Aún así, me volteo y le doy mis nalgas para que me coja por detrás y sus manotas me alzan en vilo y me lo vuelve a meter pero esta vez con mas fuerza. El movimiento me causa un poco de dolor por lo rápido, pero siento como comienza a bombearme cada vez mas duro. Siento como su cabeza palpita dentro de mí y le pido que me coja como un burro que es y esto parece gustarle. Me muevo más frenéticamente y uno de sus dedos me lo mete en el culito, grito de dolor y placer, sintiendo como sus granos explotan en una fuente de semen caliente que me llena y se me derrama por las piernas. Su eyaculación lava los restos de mi orgasmo y quedo desvanecida sentada encima de él. En el fondo creo escuchar aplausos y rechiflas y hasta vivas por lo que he hecho. Me recupero y me aseo un poco y luego que el moreno se va después de pagar su apuesta que me estoy vistiendo observo bien que el reservado era una especie de tarima y que los múltiples espejitos solo sirven para mirar lo que esta pasando en él. Wow resulta que me estaban viendo cuando tiraba con esos hombres. Me sonroje como una tonta y me fui al vestuario. En el camino recibía felicitaciones y papelitos con números de teléfonos y propuestas indecorosas. No se cansaban de agarrarme el culo y meterme los dedos entre las nalgas y los labios. Finalmente llegue al camerino y me derrumbe en un sillón. No podía creerlo, no solamente había montado un show lésbico sino que me habían sodomizado, me había cogido un extraño y un morenazo con la verga más grande del mundo y además fui parte del show pornográfico principal. Me dolía el cuerpo, me ardían mis huequitos, tenía sentimientos de culpa pero estaba satisfecha y la experiencia había sido inolvidable, sin tomar en cuenta la pequeña fortuna que me había ganado en esta noche de locura. Realmente estaba cansada, sino regresaba por más
Capítulo 4: La aceptación
Después de esa noche pasó un tiempo que no supimos nada de Sandra, con el dinero ganado hice algunas reformas al apartamento y mi esposo estaba radiante porque de alguna manera le había quitado un poco la presión de la generación del dinero para los gastos de la casa. Yo sentía un vacío en algunas oportunidades y cuando mis sueños se llenaban de imágenes y sensaciones ya vividas terminaba dándole un uso al cepillo de dientes eléctrico que no era propiamente en los dientes. Había aceptado que dentro de mí ardía una mujer muy caliente y que las experiencias vividas con Sandra eran inolvidables y hasta deseables.
El solo recordarlos solo sirve para mojarme la cuquita que ahora para curiosidad de mi esposo siempre la tengo totalmente depilada. Opté por llamar a Sandra y me sorprendió encontrármela apenada y hasta cohibida conmigo. Estaba menos alegre o era solo mi impresión Una tarde que estaba sola en casa la invite a tomarnos una botella de vino y acepto y fue cuando entendí que le pasaba. Nuestro episodio lésbico había hecho estragos en ella y ahora no tenía el mismo gusto con los hombres y siempre me recordaba. Llegó vestida muy sencillamente de sandalias y un vestidito de verano, sin maquillaje. Yo solo tenía puesto una franela larga y descalza y cuando nos vimos nos abrazamos muy tiernamente.
Comenzamos a hablar del tema mientras consumíamos el vino. Yo estaba sentada en el sofá y Sandra se acuesta apoyando su cabeza en mis piernas. Con la excusa del calor del vino se abre el vestido dejando ver sus lindas tetas y gentilmente comienzo a acariciárselas jugueteando con sus pezones que rápidamente se le ponen duros. Seguimos hablando y de repente me inclino y le doy un besito en los labios, dejando que mi lengua deje un trazo de saliva en sus labios. Un pequeño gemido se le escapa de los labios levantando las piernas de manera que su vestido se le suba completamente y deje descubierto su tanguita transparente que apenas cubre sus depilados labios vaginales. La telita está toda mojada y bastó apenas unas caricias con mis dedos en su pepita roja e hinchada para que tuviera su primer orgasmo mientras nuestras bocas se deleitaban entre si. Más calmadas, sin gritos ni espectadores y con la ayuda de un cepillo de dientes eléctrico como juguete, continuamos con el juego y al rato, exhaustas por nuestros orgasmos, descansábamos abrazadas en la alfombra de la sala. Fue lindo y tierno y creo que sirvió para que ella recuperara su confianza y control. Me agradeció mucho la tarde y me repitió que era una hermosa zorrita caliente!!!
Este último encuentro con Sandra ratificó mi naturaleza sexual. Me gustaba en toda su magnitud y ponerle una etiqueta era una tontería. Amaba a Jacinto y también amaba a Sandra. Amaba una verga grande, así como una buena mamada. Amaba que me vieran muchos y amaba que solo me viera Jacinto. De manera que acepte mi naturaleza y al menos una vez a la semana me encuentro con ella y cada vez que hay un evento de relaciones públicas asistimos y ya somos famosas en la ciudad sobretodo con nuestro show lésbico. Lástima que no he vuelto a ver a mi morenazo de la convención porque extraño la magnitud de su instrumento
Marie