La anciana mucama del hotel
Por trabajo debo alojarme en unas cabañas, donde conozco a Elena, una mujer ya de edad avanzada, pero más que activa. Físicamente era extremadamente delgada. De su falda colgaban dos palillos, sin culo, sus brazos flaquitos y nada de tetas, pero fogosa a más no poder
Mi empresa me traslado de supervisor de una obra en construcción que teníamos en el norte, casi a 2.000 km de de mi ciudad. No era tanto el sacrificio, ya que me pagaban los pasajes en avión y el bono por distancia era muy rentable. Aparte que las cabañas donde estaban instaladas las faenas estaban copadas así que, por mi cargo, me arrendaron una más cerca de la ciudad, un apart hotel con cabañas para veraneantes, una cabaña para mí solo. Con piscina, servicio al cuarto, lavandería, en fin, todas las comodidades.
Yo dejaba todo un desparramo en la cocina, cama sin hacer y cuando volvía, estaba todo limpio y reluciente. Era genial, pero por horario nunca podía ver a la mucama que lo hacía, hasta que me cambiaron el turno por el de la noche. El primer día, me levanté, entré a ducharme y cuando salgo del baño, completamente desnudo, voy a la cocina a buscar algo, cuando me encuentro cara a cara, con la señora que limpiaba mi cabaña.
Fue muy vergonzoso para ambos, rápidamente me tape con las manos y salí a ponerme algo. Ya de ahí converse con ella, ambos riéndonos por la situación, ella pidiéndome disculpas , diciéndome que a ella le informaron que en ese horario yo no estaba , que si no venía mas tarde o tocaba antes de entrar. Le dije que no se preocupara, que mejor que eso para entrar mas en confianza, sacándole carcajadas.
Se llamaba Elena, una mujer ya de edad, unos 65 años le calculaba yo pero muy activa y conversadora. Físicamente era extremadamente delgada. De su falda colgaban dos palillos, sin culo, sus brazos flaquitos y nada de tetas.
Como yo también soy bueno para conversar, mientras hacia el aseo de la cabaña, conversamos de mi trabajo, de mi familia, de la ciudad, del clima , de su vida , etc. Era separada hace años, sin pareja y “disponible” como me dijo riéndose, con hijos ya adultos. Todos los días a la misma hora, llegaba a mi cabaña hacer el aseo y conversábamos largo rato, de todo un poco, siempre tratándome de usted.
Se notaba que yo le gustaba, a cada rato me hacia algún piropo o halago, y la forma como me miraba, era como pidiendo a giritos que me la cogiera, demasiado evidente. Una y otra vez se me insinuaba, hasta que me dijo que esa ciudad era muy aburrida, no tenía vida nocturna, que si quería pasarlo bien, lo mejor era que me buscara una amante que seguramente me iría muy bien.
No tenía ninguna duda de que la veterana quería conmigo y estando solo, a kilómetros de distancia de mi casa , aburrido y caliente cómo soy , comencé a seguirle el juego y a decirle que le encontraba razón , que comenzaría a buscar a alguien por ahí. De inmediato me prestó mucha atención, dejó de hacer lo que estaba haciendo y me preguntó que como me gustaban a mí las mujeres.
Le dije que para mí, el físico no me importaba mucho, lo que si me gustaba que fuese una mujer fogosa, que sea buena para la cama, que le guste hacer de todo, sin restricciones. Ella me decía que concordaba conmigo, que para ella el sexo tenía que ser sin tapujos , hacer todo lo que a uno se le viniera en mente , sin prohibiciones, que ella se consideraba una mujer de mente abierta y que aunque le daba algo de vergüenza decirlo, se encontraba que era muy caliente. Le dije que una mujer así era la que necesitaba, que llevaba harto rato sin nada y andaba algo “cargado”. Mirándome muy coqueta me dijo que estaba igual que yo, que hace mucho tiempo que “no le tocaba” y que se moría de ganas por pegarse un buen polvo.
Ya no quedaba más que decir, me acerque a ella y descaradamente le metí la mano bajo su falda, peguntándole si quería pegarse uno bueno conmigo. Ni siquiera se sorprendió, ya que era más que evidente que ambos lo queríamos, respondiéndome con su mano en mi pantalón, diciéndome que se moría de ganas.
Nos empezamos a meter mano por todos lados, luego la di vuelta y le bajé la cremallera de su vestido de trabajo. Este cayó al piso sin que ninguna parte de su cuerpo lo impidiera, quedando con una ropa interior para nada sensual. Me apoyé detrás de ella, agarrándole sus diminutas tetas que bailaban dentro de su brasier. No me costó nada levantárselo y sacar sus tetitas al aire, muy pequeñas, pero con uno pezones negros, largos, puntiagudos muy marcados. Jugué con ellos , mientras la veterana estiraba la mano hacia atrás, desabrochándome el pantalón.
Nuestra ropa quedó en el piso, ambos desnudos tocando al otro, admirando por primera vez el esquelético y viejo cuerpo de mi compañera, se le podían hasta contar las costillas , pero no me importaba , era algo diferente a lo acostumbrado, algo nuevo. Le metí la mano entre sus piernas, metiéndole los dedos en su vieja concha que de inmediato comenzó a mojarse. Nos masturbábamos mutuamente con fuerza. Veía mi verga en su pequeña mano, se me veía enorme y sin siquiera pedírselo, la veterana se agacho con sus piernas abiertas y comenzó a chupármelo, cmo si le estuviesen pagando.
Que ganas de verga tenía esa mujer, se la engullía por completo, haciéndolo demasiado bien. Se la tragaba casi hasta el fondo, sentía el final de su garganta contra la punta de mi verga, hasta que la sacaba, me la escupía y mientras me masturbaba, me chupaba las bolas.
Me senté en el sofá y ella arrodillándose en la alfombra se dedico a darme placer oral como una profesional. Me tenía las bolas todas mojadas con su saliva y seguía chupándomela con total devoción, con ambas manos , agarrándome los huevos , tirándome el cuero hasta abajo, extasiada con el pedazo de carne que tenía a su disposición.
La hice levantarse y la dí vuelta. Mire su nalguitas, pequeñas, se las abrí con mis manos y le coloqué un beso entre ellas. Mi anciana amante , no solo se dejo,, si no que ella misma se las abrió y se dobló en 90º entregándome su culo para saboreárselo.
Ya de ahí la hice sentarse sobre mí, enterrándose en mi verga, las que sin ningún problema desapareció dentro de ella. Apoyando sus manos en mis piernas, comenzó a levantarse y sentarse, diciéndome lo rico que la tenía y el gran placer que le estaba dando. Con los brazos hacia los lados, la deje a ella hacer todo el trabajo. Se movía a un ritmo constante, dándome placer, mirando su espalda huesuda y su culito subir y bajar.
En la misma posición de espaldas a mí, la hice subir los pies al sofá, sentada sobre mí, con las piernas completamente abiertas, mis manos recorrían su delgado cuerpo por todos lados, agarrándole las tetas, bajando hasta su peluda concha, masturbándola mientras mi verga seguía dentro de ella. No me mintió cuando me dijo que era caliente, efectivamente la veterana era muy caliente, quejándose me decía , que le encantaba estar ensartada en mi verga, que le hiciera todo lo que yo quisiera, que sería mi puta , que se la metiera por el culo, que acabara en su boca, que le gustaba tragárselos, todo, todo lo que yo quisiera.
Me puse de pie, ella sentada se pego como lapa a mi verga con su boca. La hice darse vuelta mirando a la ventana encima del sofá, con las piernas bien abiertas y su culo flaco parado. Ahora fui yo el que se pego a su sexo con la boca y se lo chupé degeneradamente un buen rato, alternando entre su concha y su culo, dejándoselo bien mojado para lo que se vendría. LA viejita se quejaba y se quejaba , diciéndome lo rico que sentía , que le comiera la concha , que le comiera el culo , que era mi puta y al escucharla, mas me calentaba. Bruscamente se lo mande a guardar nuevamente y ella empinada, resistía mis embestidas sin acusar dolor, solo placer. Sin preguntar, le metí un dedo en el culo, el que curiosamente entró sin ningún problema, ni siquiera se quejo, comencé un mete saca con mi dedo, luego con dos y su ano se dilataba sin ningún problema. Jadeando, le pregunté si la quería por el culo y me dijo que se la metiera entera, solo que lo hiciera despacio. Que caliente resultó ser la veterana, cambie la posición de mi verga y no costó mucho para que esta entrara en el culo de la viejita, que gemía de placer. Al rato mi verga entraba y salía de su ano, sin ningún problema, se notaba que no era un terreno virgen, quizás cuantas vergas ya se había comido por ahí. Sentía los huesos de sus caderas en mis manos, era una sensación extraña, morbosa.
La hice pararse sobre el sofá y la masturbe tan fuerte, que la hice acabar, sintiendo como se orinaba al hacerlo, dejándome la mano mojada, y yo dándole mano, chapoteando con los jugos que salían de ella. Fue tanta la calentura, que bruscamente la baje y le metí la verga en la boca, donde al minuto comencé a eyacular ahí, y la veterana sin ningún asco tragaba y tragaba, no desperdiciando ni una sola gota.
Terminamos exhaustos, rendidos, habíamos follado por casi una hora. Se disculpo diciéndome que tenía que irse hacer las otras cabañas, me pidió el baño para darse una ducha rápida, sin mojarse el pelo , caminando.
Al otro día fue casi tan salvaje como el anterior. Cogimos bruscamente ahora en la cama, colocándola en todas las poses que se me ocurrieron. Era tan delgada y liviana, que me la montaba encima y podía hasta caminar con ella ensartada. En una de esas que estaba dándome una mamada magnífica, bajo a mis bolas y luego más abajo, metiéndome la lengua en el culo. Cuando le dije que me gustaba sentir su lengua ahí, me hizo colocarme de boca y abriéndome las nalgas, me chupó el culo deliciosamente.
Era tan rico sentir su lengua ahí, que me deje llevar por la calentura y le pedí que me metiera un dedo. Las anciana siguiendo mis órdenes, comenzó a meterme un dedo, sintiendo una sensación rara, algo de dolor, pero a la vez placer. Ya de ahí mi cuerpo aprendió otra forma de sentir placer. Me colocaba yo mismo en cuatro patas y la veterana me masturbaba como si estuviese ordeñando una vaca y su lengua en mi culo.
Cada día tramaba nuevas formas de cogérmela, cada una más morbosa que la otra. Un 69 de pie, con ella colgando de cabeza, nos duchábamos juntos, haciendo que se arrodillara para orinarle encima, le metía vegetales por el culo , y ella a mi, en fin todo lo que se podía hacer , lo hicimos.
Fueron 2 meses y medio de cogerme a la viejita casi todos los días, hasta que me trasladaron nuevamente a la capital y deje de verla. La faena terminó, pensaba viajar a la inauguración, pero se me presentó un problema y no pude viajar. Años después viaje y me quede en las mismas cabañas, pero ya ella no trabajaba ahí y a pesar que consulté por ella, no la pude encontrar