La amistad es un árbol que nos cobija I

Quizás algunas historias deberían ser reales para poder llegar a desarrollar nuestro verdadero yo sin miedo a que nadie nos pueda juzgar por ello, esta historia es el vivo reflejo de lo que en muchas ocasiones pienso

21 diciembre, siete de la mañana

Los rayos del sol luchaban por hacerse hueco entre las espesas nubes cubrían la ciudad; poco a poco y a pesar de ser sábado, la urbe comenzaba a despertar, los ruidos provenientes de la calle eran difusos y se mezclaban con los últimos gritos de los jóvenes universitarios que volvían de una jornada de fiesta a casa.

En una plaza del centro de la ciudad apareció por uno de los extremos un chaval joven caminando sólo, entrada a un buen ritmo en la misma, se dirigia hacia las escaleras que daban acceso a la biblioteca de la Universidad. Se detuvo un instante delante de la estatua que la ciudad había concedido a uno de sus más ilustres habitantes, necesitó apoyarse en ella un par de segundos para recuperar el aliento. El joven tras descansar unos cuantos segundos habiendo apoyado el brazo izquierdo en la estatua, continuó su camino, no sin antes subirse la cremallera del abrigo debido a que empezaba a soplar el viento frío del oeste. Cruzó diagonalmente la plaza y entró en el uno de los portales que tenían acceso directo a ella.

Una vez hubo llegado a la última planta del edificio y sin haber siquiera llamado a la puerta, está se abrió de repente. El joven fue recibido por su compañero de piso, Thiago:

-      ¡Por fin, Héctor! Ven, rápido entra en casa.

Héctor siguió a su compañero hasta el comedor. La verdad es que su aspecto era deplorable, chorreaba sudor y tenia la mirada como perdida, Héctor se sentó a duras penas en el sofá. Thiago sentado del revés en una silla enfrente suya, por momentos bajo la mirada para no ver el espectáculo que estaba dando su amigo.

-      Me llamó Mónica – comenzó diciendo Thiago - ¡Me dijo que estabas muy borracho y que no te veía bien!

Héctor se limpio el sudor de la frente, no decía nada, hubo un silencio incomodo hasta que arranco a hablar su compañero:

-      Pero ¿Qué cojones pasa? – preguntó - ¿Qué no tiene suficiente con joderme la noche que te manda a ti también para joderme la mañana?

Héctor cerro los ojos y respiró profundamente.

-      No sé lo que ha pasado entre los dos, solo se que así no puedes seguir Héctor. El peligro es que algún día tengamos una desgracia porque cada vez que discutes con ella pierdes el norte. ¿Qué puedo hacer para que lo entiendas?

-      Nada – Respondió Héctor meneando la cabeza mientras abría los ojos – No puedes hacer nada más de lo que ya has hecho, puedes irte a dormir.

-      No es esto lo que me interesa – respondió Thiago – Dime ¿qué ha pasado ahora?

Héctor inclinó la cabeza y se volvió a crear un silencio:

-      No tienes ninguna respuesta que darme, ¿verdad?

-      No, Thiago, no me comprendes. El hecho está en que esta persona me está torturando con el tema del trio joder, me ha vuelto a decir que se aburre conmigo en la cama y que quiere probar cosas nuevas.

-      Por tanto, otra vez está con el puto tema, ¿no lo aclarasteis ya?

-      ¿tú que crees? ¿Qué debo responderte?

-      ¡La verdad joder! Soy tu amigo, si quieres que te ayude tengo que entenderte bien.

-      Creo que tiene razón en el fondo, pero no se… no lo veo, hacer un trio con otro chico delante, ver como ella folla con otro en mis narices…. No sé, no sé.

-      Te comprendo. Pero el único que puede decidir eres tú.

-      Tal vez. Pero no se trata solo de eso, a veces me vienen imágenes de otros chicos con ella… son como relámpagos que estallan en mi cerebro.

-      Pueden ser imaginaciones, todos tenemos fantasías, yo más que nadie.

-      No, no son imaginaciones tio, cuando me refiero que la veo follando con otro es como si te estuviera viendo como a ti aquí ahora mismo.

Thiago suspiró:

-      Te aconsejaría…

-      ¿el que?

-      … acepta su reto. Deja el miedo que puedes tener aparcado, disfruta de la vida, otros lo han hecho y les ha ido bien. Tal vez ese miedo que sientes de la primera vez se esfume de vuestra relación. Pero no creo que quieras seguir mi consejo…

Héctor puso los pies en el suelo y se levantó.

-      No, no puedo permitirlo tío, no quiero compartir a mi novia con algún descerebrado.

-      Entonces… tengo la solución, si no quieres que ella elija con quien hacerlo, elíjelo tu con o para ella, haz un casting en una red social, así podrás saber quien es el individuo en cuestión.

Héctor asintió:

-      Es una buena idea. Como se nota que usas aplicaciones para follar cabrón, el grinder te tiene que echar humo.

Ambos se rieron.

Me gustaría dedicar esas líneas a todos los que hacen posible que la imaginación vuele día tras día con interminables lecturas.

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