La amiga de mi mujer
Hola a todos me llamo Gabriel con los 55 años recién cumplidos pero intento conservarme lo mejor posible, tanto física como intelectualmente, 1,75 de estatura y una cabellera con sus matices canosos, jubilado y siempre dispuesto a agradar a cuanta dama lo necesite. Una de estas damas necesitada de a
Hola a todos me llamo Gabriel con los 55 años recién cumplidos pero intento conservarme lo mejor posible, tanto física como intelectualmente, 1,75 de estatura y una cabellera con sus matices canosos, jubilado y siempre dispuesto a agradar a cuanta dama lo necesite.
Una de estas damas necesitada de algo mas que una palabras es Amelia, amiga de mi mujer de 68 años bien llevados, vive en otra ciudad pero con un marido de 92 siempre tiene alguna excusa para visitarnos.
Tiene una habitación de la casa para ella y es como una más de la familia, así que cuando viene se comporta como en su casa, tanto a la hora de vestir informal como en todo su comportamiento.
Al estar jubilado soy el que cocina en casa y no se me da nada mal, cosa que Amelia lo aprecia mucho así que procuro complacerla.
Siempre se ha dicho que el roce hace el cariño y en nuestro caso ha sido verdad, ya nos miramos de otra forma, cuando nos quedamos solo no hablamos del tiempo si no de nuestras necesidades.
Amelia tiene unas tetas algo caídas pero para su edad todavía duritas de las que los ojos siempre van a su canalillo y un culo muy apetitoso.
Nuestra primera vez ocurrió cuando mi mujer tuvo que salir de viaje de manera urgente y Amelia estaba en casa, al principio quiso volver a su casa, pero fue mi mujer la que insistió para que se quedara, no hizo falta mucha insistencia y nos quedamos los dos solos en casa, el día transcurrió como de costumbre, la noté más alegre, provocativa o eso me pareció a mí, en mi mente la idea estaba clara, era mi oportunidad de follarme a Amelia.
Cuando llegó la noche le preparé una cena especial a base de mariscos y un vino blanco fresco de los que entran bien, Amelia se sorprendió mucho al ver todo en montaje pero lo aceptó dándome en un beso en la mejilla y una sonrisa picarona. La cena resultó amena entre risas y miradas cómplices, terminamos de cenar y nos fuimos al salón a seguir conversando, esperaba que nos fundiríamos en abrazos y besos por doquier, cuando se levanta me da dos besos y me dice que se va a dormir. Me cambió el humor y me dejó descolocado pero en fin seguía pensando que todavía nada estaba perdido, estuve un rato viendo la televisión cuando escucho a Amelia que me llama, sorprendido voy para su habitación, me hace sentar en la cama y me pide perdón por su comportamiento, desea tanto como yo follar pero que no quiere traicionar a su amiga, la entiendo y le cuento como son las relaciones sexuales con mi mujer que son pura rutina y cada vez más espaciadas, de las necesidades que los dos tenemos y que será nuestro secreto y nos fundimos en un gran beso esta vez fundiendo nuestras lenguas.
No sé el tiempo que pasamos besándonos, acariciando cada poro de nuestros cuerpos, descubrí lo ardorosa que era, me contó que hacía años que no estaba con un hombre pues su marido hacía tiempo que ni la tocaba y que llevaba tiempo que soñaba con estos momentos, seguimos besándonos hasta que nos desnudamos y vi esas hermosas tetas con sus pezones grandes y duros a los que ataque sin ningún tipo de pudor porque me encantan, los estiraba con mi labios y los primeros gemidos salieron de su garganta, sus manos fueron a mi polla que ya comenzaba a despertarse y mis manos a su concha que estaba empezando a lubricarse.
Después de saborear las tetas y sus pezones bajé por su abultadita tripita hasta ese coño canoso y húmedo, comencé a comérmelo de arriba abajo metiendo mi lengua todos los lados hasta que encontré un clítoris bien duro al que ataqué sin compasión, los gemidos eran cada vez más fuertes y sus manos en mi cabeza casi ni me dejaban respirar, hasta que un grito me anunció que sus fluidos a punto de salir de sus entrañas, entre gemidos y gritos tuvo su primera corrida.
Me pidió descansar un poco, pues hacia tanto tiempo que no había tenido un orgasmo estaba abrumada, comenzó a pajearme al principio suavemente hasta que estuvo empinada cuando se la metió en la boca y comenzó una mamada como nunca la había tenido, lamía mi polla, mis huevos y el ojete de mi culo, relamiéndose como si no hubiera un mañana, estuve a punto que correrme dos veces pero con habilidad paró a tiempo, así que la abrí de piernas y poco a poco le fui introduciendo el miembro hasta que lo tuvo todo dentro, así estuvimos un ratico hasta que mi polla se fue acomodando a su rajita y comenzamos un mete y saca cada vez más rápido, mientras mi boca de nuevo atacando su pezones y sus piernas enlazadas en mi culo haciendo fuerza para que mi polla entrara más y más dentro de ella, hasta que un nuevo grito anunció su nuevo orgasmo y pidiéndome que la llenara de lechita, cosa que ocurrió enseguida.
Los dos en la cama satisfechos, a descansar sin dejar de besarnos y acariciándonos descubriendo nuestros cuerpos con sus defectos pero para nosotros hermosos como dos jovencitos que follan por primer vez, lo que en parte es lo que nos ocurría era la primera vez que follábamos juntos.
Pasado un rato cuando ya nuestros cuerpos estaban un poco recuperados de nuevos comenzamos con más intensidad nuestras caricias la polla comenzó a despertar y sus pezones a endurecerse, una nueva manada la puso en pie de guerra, la puso a lo perrito y después de saborear su coñito un rato ya si mucho miramiento se la inserte hasta el fondo mientras el dedo pulgar se lo metía por el culo, se sorprendió un poco pero no dijo nada así que seguí la enculada estaba metiendo dos dedos, los rechazó porque nunca se habían metido por ahí, seguí clavando mi polla en su chochico cada vez más mojado cuando de nuevo comenzó a gritar sabía que era el preludio de una nueva corrida, todos su fluidos regaron mi polla aceleré y le di más fuerte hasta que se la saque de su coño y le di a beber mi leche golosa ella dejo mi polla sin un gota y bien limpia. Su cara estaba sonrojada como si hubiera corrido una maratón pero con una sonrisa especial, me dio las gracias por esos momentos mágicos que habíamos tenido y yo a ella
Hacía tiempo que no follaba de esa manera y ella tampoco como que dijo, los días que estuvimos solos, fue como una luna de miel, recuperando todo el tiempo perdido y ahora cuando podemos nos comportamos como una pareja de recién casados y nos estamos poniendo a día en el tema amatorio. Es nuestra segunda juventud pero con más calidad que cantidad.