La amiga de mi esposa

Me encontre con una antigüa amiga de mi señora y terminamos cogiendo.

Esto me sucedió hace dos semanas cuando al salir del trabajo me encontré con Viviana, ella es una amiga de mi esposa que por cuestiones de la vida se fueron alejando hasta no tener ningún tipo de vinculo.

Ella me saluda como si nada hubiera ocurrido entre ella y mi señora y me invito a su departamento que queda al lado de mi oficina.

Como era una tarde de mucho calor Vivi me dijo que me sentara que iba a ponerse algo cómodo para estar en la casa y preparar unas bebidas.

Desde su dormitorio me pregunto por mi señora y yo por su marido, me contó que él estaba de viaje por negocios, que había partido hace casi un mes.

Cuando volvió al living vestía un pantaloncito de Jean y un corpiño que dejaba casi al descubierto sus pechos.

La verdad que el matrimonio le había sentado muy bien porque había adelgazado bastante y se veía muy bien.

Viviana me decía que siempre había lamentado la distancia que se había generado entre ella y mi señora pero que eran cosas que nadie podía explicar.

La charla fue cambiando de tema hasta que llego a como nos trataba la vida conyugal, hay ella bajo su cabeza y entre sollozos me dijo que su matrimonio había sido un error, su marido salía todos los días cuando estaba en la ciudad y si no siempre le salían sospechosos viajes de negocios que rara vez duraban menos de un mes, por lo que su vida se resumía a una eterna espera.

Por lo triste de la situación me senté a su lado para consolarla, le pase la mano por los hombros y le dije que tal vez su marido se sacrifica para que a ella no le falte nada.

Ella rompió en llanto y me dijo que ojala pudiera creer eso pero que el único dinero que entraba en la casa lo traía ella.

La situación que se había creado era muy confusa, los dos en un sillón, ella medio desnuda y confesándome que su marido hacia mucho que no cumplía con sus obligaciones.

Le tome la cara con mis manos con la única intención de secarle las lagrimas que habían empezado a caer por sus mejillas.

De pronto algo paso sin pensarlo mi pené se despertó y ella se dio cuenta, me miro a los ojos y luego de unos segundos comenzó a besarme como seguramente le hubiera gustado besar a su marido siempre ausente.

Los besos dieron paso a las caricias por todo el cuerpo y ya era muy tarde para frenar o arrepentirse.

Realmente se notaba el tiempo que había pasado sin una pija para ella sola porque enseguida se zambullo sobre mi miembro y lo devoro como si en eso se le fuera la vida, parecía que tenia intención de arrancarla de su lugar y dejársela en la boca para siempre.

Como pude la acomode y empecé a mecerle la lengua en su ya lubricada cueva y nos fundimos en un 69 que nos llevo a pasos agigantados al orgasmo casi simultaneo.

Automáticamente se acomodo con las piernas abiertas sobre el sillón y sin mediar palabras la clave hasta el fondo, ella gritaba de una manera que todo el edificio se debió enterar que la señora del 4º B estaba pasando una gratificante tarde, nunca imagine que Viviana fuera tan fogosa, era una desesperada por tener todo el tiempo su ración de pija, por eso su malestar con los viajes de su marido.

Era multiorgasmica porque no habían pasado 10 minutos que la había penetrado y ya había acabado como 4 veces.

Mientras le daba por su concha unos de mis dedos estaba perdido en el interior de su caliente culo, cuando me acercaba al orgasmo le avise y me pidió que se lo tirara en el boca, rápidamente se la saque y ella se la trago hasta hacerme acabar, se trago hasta la ultima gota que salió de mi pene.

Increíblemente después de semejante batalla mi pija seguía erecta, Vivi se puso en cuatro patas y me dijo que le inaugurara el orto que su marido siempre se lo pedía pero ella en forma de castigo se negaba a dárselo.

Mientras le bombeaba por la puerta trasera le estimulaba el clítoris con mis dedos, llevándola a otra seguidilla de orgasmos que la dejo extenuada.

Cuando acabe nos quedamos un largo rato recuperando fuerzas en el sillón, cuando de pronto su boca volvió a apoderarse de mi pene casi flácido y pronto volvió a estar como para dar pelea, entonces me tomo de la mano y me condujo hasta el baño donde nos duchamos mientras nos echábamos el polvo de despedida.