La amiga de mi esposa (2)

Otro encuentro, un lugar diferente y la aproximació de ser descubiertos.

Hubo muchos encuentros entre Roxana y Enrique, luego de ese primer encuentro. Algunas veces se encontraban en la casa de él, otras en la casa de ella y otras

Llegó un día Enrique a su trabajo, y llegó de muy mal humor.

-¡Buenos días Quique! –dijo Juan, un compañero de trabajo- ¿Cómo estás?

-Mirá, para el culo –respondió Enrique indignado-. En primer lugar el reloj despertador no sonó, así que me levanté tarde, cuando voy a salir, se me rompe el auto. Después me tomo un taxi que chocó a dos cuadras de mi casa. Me subí a un colectivo: iba tan lleno, que me cagaron a pisotones y encima un trolo me tocó el culo. ¿Qué te parece?

-Me parece que te tomés un te de tilo y te tranquilices, porque el jefe dijo que te quiere ver urgente en su oficina y no sé para que cuernos es que te quiere ver.

-Lo único que me faltaba.

Enrique dejó sus cosas en su oficina y partí resoplando hasta la oficina de Pablo Radeudo, su jefe. Golpeó la puerta y en el interior se escuchó un cálido "Pasá Quique". Abrió la puerta y sus ojos se dirigieron a aquello que parecía una visión: Roxana estaba sentada en el sofá de la oficina de Pablo. Estaba extraordinariamente vestida: blusa y vestido negros y un gran escote que no dejaba nada a la imaginación.

-Buenos días señor, ¿Qué se le ofrece?

-Presentarte a mi esposa. Roxana, te presento a Enrique Taonino, uno de mis hombres de confianza. Esteban, ¿conocías a mi esposa?

-Creo que a través de fotografías –dijo Enrique mientras estrechaba la mano de Roxana.

-Mucho gusto en conocerlo –respondió Roxana, mientras notaba que ambos tenían las manos sudadas- mi marido ha hablado mucho de su eficiencia en

todos

los asuntos.

-Muchas gracias señora.

-Bueno Quique, te cité aquí para informarte que a partir de hoy, Roxana va a colaborar con vos en tu trabajo de marketing: es lo que ella estudió e insistió mucho en trabajar conmigo en la empresa y pensé que lo mejor sería dejarla en tus manos. Confío plenamente es vos, se que vas a hacer que esto se convierta para ella en una formidable experiencia

Mientras el largo discurso continuaba, Roxana y Enrique se miraban continuamente, el fuego había comenzado a encenderse dentro de ellos y estaban tan absortos en sus fantasías que no prestaban atención a lo que decía Pablo.

-… ¿estás de acuerdo entonces? –concluyó Pablo

-¿Perdón? Me desconecté por un momento, ¿qué decías? –se apresuró a decir Enrique

-Que si tenés algún problema con que instale un escritorio en tu oficina para mi esposa, de esa manera van a poder trabajar más juntos, se van a convertir en una sola mente.

(Y en un solo cuerpo), pensaron ambos al unísono.

Pablo mostró a Roxana las instalaciones y dejó a su esposa en la oficina de Enrique "para que vayan conociéndose".

En cuanto la puerta se cerró, ambos se miraron a los ojos y sólo atinaron a besarse apasionadamente. El deseo era tal, que el bulto en el pantalón de Enrique comenzó a crecer en su máxima capacidad. Sus lenguas se entrelazaban, mientras el deseo aumentaba progresivamente. Enrique interrumpió este encuentro apasionado, corrió a la puerta, miró hacia fuera para asegurarse de que nadie vigilaba y cerró la puerta con llave:

-Así nadie podrá interrumpirnos.

Se abalanzaron sobre el escritorio, tiraron todo lo que había encima y comenzaron un salvaje ritual que llevaban realizando desde casi un año.

Las manos de Enrique se perdieron en la falda de Roxana, que estaba sentada sobre el escritorio durante ese interminable beso.

Los labios de Enrique comenzaron a bajar por el cuello y escote de Roxana hasta que las cuatro manos de desprendieron de la blusa. Sus senos estaban tibios y la lengua de Enrique paseándose por ellos hacían que la excitación entre ambos continuara creciendo.

Enrique ya se había despojado de la camisa y los zapatos, cuando las piernas de Roxana se abrieron y sus manos impulsaron la cabeza de él hasta su vagina.

-Dale, chupame el coño un rato, que estoy que hiervo.

Enrique jugaba tocando con las manos los senos de Roxana, mientras que su lengua se perdía y masajeaba el clítoris, Roxana sólo atinaba a revolcarse de placer por todo el escritorio, hasta que tomó a Enrique del cabello, lo apartó, se bajó del escritorio e hizo que se sentara él.

Desabrochó su cinturón, le quitó el pantalón y el slip y masajeó fuertemente el pene de Enrique, mientras lamía su glande y sus testículos. Los ojos de Roxana buscaban permanentemente los de Enrique.

-¡Dale puta! Chupá, dale, más fuerte.

El semen comenzó a salir del pene de Enrique y Roxana lo lamió todo. Luego comenzó a frotar sus sexos entre sí: quería más, él también.

Enrique se paró, se sentó en una silla muy cómoda que había en la oficina y Roxana se arrodilló para seguir succionando. Él la agarró de los brazos y dijo:

-No, eso no. Sentate arriba de mi pija, tengo el deseo de hacerte el amor sentado: nunca lo hicimos así.

Roxana se sentó de espaldas en el regazo de Enrique, pero sin dejar que la penetrara, comenzó a rozar su suave y tibio culo por las piernas de Enrique, que segundo a segundo se excitaba más y más. La tonó de las caderas, la obligó a darse vuelta, hizo que abriera las piernas, la sentó sobre su pene y la penetró suavemente. Ella colocó sus manos en los hombros de su pareja, y comenzó a moverse lentamente, aumentando la velocidad segundo a segundo. Mientras esto sucedía, la lengua de Enrique jugueteaba con los senos de Roxana y sus manos masajeaban sus muslos.

Los movimientos ya estaban muy acelerados, el orgasmo ya estaba próximo.

-¡Sí!, movete perra, sacame toda la leche, dale.

En este momento último sus labios se encontraron y besaron apasionadamente. De repente, el orgasmo, los gritos y gemidos se vieron interrumpidos cuando recordaron donde estaban, pero sin embargo las convulsiones no cesaban, el deseo y el placer eran tan grandes, que la noción del especio y del tiempo se habían perdido.

Enrique la tomó de la cintura, la levantó y la sentó sobre el escritorio, ella se recostó con los pies colgando y él se agachó y comenzó a lamerle la vagina, jugosa y empapada de semen y fluidos vaginales. Al terminar la besó, se apartó y comenzó a vestirse. Ella hizo lo mismo, se peinaron mutuamente y se volvieron a besar antes de salir de nuevo al mundo real.

Abrieron la puerta que aun estaba con llave y en ese preciso instante golpearon la puerta. Asustados ambos, él más que ella, se sentaron apresuradamente cada uno en su lugar y al unísono respondieron diciendo: ¡Pase!

Tras la puerta estaba Pablo. Entró, cerró la puerta con una seriedad jamás vista en su rostro dijo. Enrique y Roxana comenzaron a sudar de susto e incluso no sabían que decir, pensaron que habían sido descubiertos.

-¿A que no sabés quien llegó? ¡Tu esposa! Hace más de media hora que está aquí, pero la entretuve charlando en mi oficina; es muy simpática.

Mientras decía esto y otras cosas más que ni Enrique ni Roxana escucharon, entró María por la puerta y con una tierna sonrisa y un beso saludó a su esposo y dio un gran abrazo a su amiga.

NADIE SOSPECHABA NADA. ¿O SÍ? EN EL PRÓXIMO EPISODIO EL FINAL Y EL ESCLARECIMIENTO DE LA VERDAD.