La amante.Ella, su vida (X)
Hicimos el amor en el baño con el agua recorriendo nuestros cuerpos junto al sonido de las gotas al chocar con nuestra pieL Gracias x seguirme
¿Era bueno lo que estábamos haciendo? ¿Que olvidara momentáneamente sus problemas? Suponía que si, así que la seguí besando, hasta llegar a mi habitación, le propuse bañarnos, observaba como se desvestía, no cabía duda seguía teniendo un cuerpo bonito a pesar de 3 hijos, sentí envidia de rodrigo porque había disfrutado de ella en otros tiempos y sentí lastima porque su matrimonio hasta el momento se había basado solo en el cariño y amor que el sentía por Milena.
- Te quiero milena, pobrecita, debió ser fea esa escena, déjame curarte el dolor- dije acercándome y dando pequeños besitos alrededor de la mejilla.
Vamos bobita desvístete para bañarnos
Mientras me desvestía recordé sus palabras “desde que estoy contigo no he tenido relaciones con Rodrigo” maldición, porque Samanta tuvo que llegar en este momento de mi vida? Claro que no era el mejor era amante de una señora que me llevaba 13 años, las cosas comenzaban a salirse de control y comenzábamos a enamorarnos una de otra, me acerque a ella y la conduje al baño. Ya dentro de la ducha y al sentir la tibieza de su cuerpo me sentí momentáneamente alegre por su presencia inconscientemente quería que eso pasara todos los días al ir a dormir y tenerla ahí bañarnos juntas para después dormir, como me fascinaban sus senos con pezones grandes y la piel blanca, dios mío, en tan solo meses me había cautivado atrapado en su bella persona. Hicimos el amor en el baño con el agua recorriendo nuestros cuerpos junto al sonido de las gotas al chocar con nuestra piel los besos que compartíamos con el agua que se filtraba entre nuestras caras, al sentir sus manos entre mis piernas me perdí. Poco a poco fue internando los dedos abriéndose paso entre mis labios, eso me causo tanto placer porque fue una caricia inesperada y me sobresalte solo di apertura a aquel espacio y comencé a besar su cuello sus hombros, cerré la llave del agua y comencé a saborear nuevamente sus hombros absorbiendo el rastro de agua que quedaba en ellos, las caricias que me brindaba eran mas y mas placenteras y comencé a morderla suavemente deslice mis manos por su espalda hasta llegar a sus glúteos y comencé a apretarlos gentilmente, subí con mi lengua hasta su oreja internándola en el conducto auditivo causándole estremecimientos y susurrándole
- Llevame a la cama Milena, hazme tu mujer. Por favor amor no aguanto mas
Hizo un ademán para sacar su mano que ya era prisionera de mis piernas, nos envolvimos en toallas y nos dirigimos a la habitación, comenzó a besarme, me encantaba que tomara la iniciativa de vez en cuando
- Te haré mi mujer toda la noche Paula - dijo con su voz ronca de pasión. Me quito la toalla que le impedía el contacto directo de sus manos y mi piel comenzó nuevamente a besarme con esa intensidad que a veces sentimos al poseer a alguien y el deseo de que este sienta todo nuestro amor durante la entrega. Me recostó en la cama posándose encima de mi y enrede mis dedos en su cabello rizado que caía abundante sobre mi cara, no logro describir aun las sensaciones que me hacia sentir aquella dama, mientras tanto con una de sus piernas fue abriendo las mías para posarse entre ellas, me sorprendía a cada caricia, cuando sentí su pubis pegada a la mía no pude reprimir un gemido ese calor que emanaba me erizaba la piel. Comencé a mover las caderas en forma circular y ella comenzó a embestirme al principio suave y ligeramente, al paso de los minutos lo hacia con mayor presión y agilidad, que sensación tan preciada al sentir aquello y mirar su rostro excitado con los ojos cerrados y escuchar su respiración acelerada. Sabía que pronto tendría un orgasmo y me prepare para escucharlo para sentirlo y disfrutarlo. Mi damita se desplomó algo fatigada sonriente y agitada tras un sonoro gemido de satisfacción, hice su cabello a un lado u comencé a besarla primero solo los labios y poco a poco fui internando mi lengua en su boca ella la recibía muy bien y me dejaba jugar con la suya. Tomamos un respiro entre esos besos, ahora era mi turno dimos media vuelta en la cama ahora yo arriba me senté mis piernas a cada lado de su cadera con las rodillas flexionadas con un movimiento de cabeza lance mi cabello largo hacia atrás, ella me miraba hipnotizada mordiéndose los labios incitándome a probarlos y comencé a mover las caderas hacia delante hacia atrás, ella me lanzo un sonido mágico perverso y sexual e hizo que aumentara el ritmo, puse sus manos en mi cintura ahora movimientos circulares, tome sus senos entre mis manos y ella apretaba mi cintura hacia abajo para tener mas presión entre nuestros cuerpos, baje hasta sus labios y la bese como nunca nos habíamos besado lamí su barbilla succione su cuello no paraba mis movimientos de caderas. Necesitaba algo mas necesitaba tenerla dentro de mí, así que entrelace mis piernas con las de ella y dimos otra media vuelta. Volví a besarla apasionadamente y le rogué me penetrara. Lo hizo con cautela, pero yo necesitaba mas en ese estado necesitaba mucho mas se lo hice saber y agrego un dedo mas, comencé a sentir tantas emociones el espasmo llego y con ello abundante flujo. Sentía tantas cosas me desconecte por un segundo por tanto placer y al volver y abrir los ojos ella estaba ahí con un semblante distinto jamás lo había visto impresionada satisfecha, alarmada quizás, fue entonces que sentí un liquido caliente rodando por mis mejillas ¿estaba llorando? Si eso pasaba las lágrimas recorrían parte de mi cara y se perdían por mi cuello. Solo la abrace fuertemente hacia muchísimo tiempo que no sentía tanta emoción al estar con alguien, con ella hice el amor realmente, había olvidado casi por completo que samanta había estado ahí, había olvidado a su marido lo había olvidado todo
- Gracias por todo esto damita, me haces sentir tanto
- Te adoro Paula.
Con estos diálogos nos quedamos dormidas, agotadas pero tan felices como no lo habíamos estado en mucho tiempo.
Mientras tanto lejos de nuestro escondite del amor prohibido, se encontraba Rodrigo sumergido en un bar escuchando canciones de desamor
“Déjame, quiero irme ya muy lejos y perderme en un desierto para no volver jamás, déjame son tus besos asesinos son tus ojos tan divinos los que me hacen sufrir mas Déjame tanto tiempo te he aguantado, siempre me has traicionado, no te quiero ya ver mas”
-Déjame ya no quiero ser en tu vida el juguete que con mentiras, tú, tú lograste enamorar- rompió a llorar y no pudo continuar con la canción que se oía de fondo.
-Oye amigo quizás deberías irte a casa- le ajo una voz a tres sillas de la barra.
-amigo, no tengo casa sabes, me ha echado mi mujer, jaja- rió nerviosamente- ¿tu porque estas aquí? ¿Vienes a celebrar o a olvidar como yo?
Fue entonces que el dueño de la voz se acerco a el, era un hombre pequeño no lograba distinguirse su edad, guapo aunque un tanto afeminado, delgado y con voz suave.
- Ja que cosas dices caray! soy Alberto Jiménez,
- Rodrigo Peralta.
Ambos hombres brindaron por las malas mujeres que se marchan, charlando trivialidades entro la madrugada.
-Me caes bien Alberto, ¿también te ha corrido tu mujer?- pudo apenas articular aquel hombre.
-no que va, no tengo mujer sabes
-¿Cómo, eres maricon?
-que paso amigo, no te expreses así de las personas, caray que al fin y al cabo aparte de sus elecciones son iguales. No, he venido en busca de la mujer de mi vida, apenas ahora la encontré, la he buscado por mas de 20 años.
-jajaja que historias Alberto- se burlo Rodrigo
-Vamos amigo es hora de irnos, cerraran el lugar pronto.
Pagaron su consumo cada uno y se marcharon. Por suerte el hotel de Rodrigo estaba cerca y se fue caminando solo nuevamente tarareando canciones.
-hasta pronto- le grito su compañero de copas