La amante secreta del concejal: rutina
Como se puede quitar el estrés de un día de trabajo evitando a la tan odiada rutina
Cada día que pasa mis ocupaciones se hacen mas intensas. El ir y venir de un lado a otro a veces se hace monótono y tedioso, mis obligaciones me tienen tan ocupada y estresada que hasta no alcanza el tiempo ni para comer. Lo más temprano que llego a casa es a las ocho y media de la noche, para darme un baño, terminar pendientes y dormir. Una rutina diaria que se repite día tras día.
Pero, porque todo tiene sus peros, a veces esa rutina se rompe con una simple llamada o un simple mensaje. A veces lo hago yo, a veces lo hace él. Y es entonces cuando comienzan a hacerse realidad mis fantasías más fantásticas, y las que ni siquiera llegué a pensar.
Hoy ha culminado mi día… estoy cansada, de mal genio y solo deseo llegar a mi casa a descansar. Antonio me envío un mensaje “Tengo ganas de ti” y yo solo deseo dormir. Ignoro el mensaje y me dirijo a mi casa. Llego a esa casa sola y oscura, “sola otra vez” me digo, y una vocecita dentro de mi me contesta “porque quieres”, “pero estoy tan cansada”, insisto, y la vocecita vuelve al ataque “con él descansas de todo, de tu trabajo, de tu trajín, de tu soledad. Tiene deseo de ti, contéstale”.
Ignoro a la vocecita y me dirijo al baño, me desnudo, entro a la ducha y comienzo a bañarme. Tomo el jabón en mis manos y lo paso por mi cuerpo acariciando suavemente cada curva, cada parte de mi. El agua fría y las caricias poco a poco me quitan el estrés de un día tan duro. Comienzo un masaje suave en mi pubis, y ante mi sorpresa me doy cuenta que si quiero, que si deseo tener un hombre a mi lado en ese momento. Mis senos hinchados piden caricias. Las cúspides de mis pezones desean ser mordidos y chupados hasta la saciedad, mi clítoris hinchado y mi vulva desean satisfacción. Comienzo a frotar mi clítoris con mis dedos, poco a poco entro en un estado de relajación y calma, deseo mas, meto uno de mis dedos en mi vulva y lo saco, lo dejo en la entrada y lo muevo rápida y suavemente, frotando la entrada, gozando de la sensación, con la otra mano, agarro mi seno sintiendo como su forma llena la llena, mis ojos cerrados, no quiero sentir nada excepto lo que hacen mis manos.
Siento mis jugos calientes llenar mi mano, el orgasmo esta cerca, coloco la palma de mi mano cerrada en movimiento circular sobre mi vagina, el dedo del medio haciendo ese movimiento rápido en la entrada que tanto me gusta, y comienzo a dar suaves pellizcos a mis pezones. Mis gemidos se pierden en la soledad de la casa. Una vez y otra vez me detengo antes de llegar para luego continuar, quiero alargar el momento, y, por fin, con un grito de éxtasis culmino ese momento, el orgasmo es intenso.
Tras recuperarme me doy cuenta que mi mal humor ha desaparecido y que ya estoy relajada, pero que un dedo no satisface la sensación de sentir un hombre entre las piernas. Así que envuelta en una toalla, salgo de la ducha y me dirijo a mi habitación, tomo mi teléfono celular y respondo al mensaje de Antonio “¿donde? Y a ¿Qué hora?”, la respuesta no tarda “en diez minutos te busco, por favor usa ese hilo negro que me enloquece, me encanta como te ves con él”. Me quede observando el celular “Diez minutos y apenas tengo una toalla”, mire por toda la habitación buscando no se qué y me dirijo al closet, reviso entre mis cosas y encuentro un vestido corto, informal que en algunas ocasiones uso cuando quiero descansar pero a la vez estar presentable por si alguien llega.
Lo tomo y me lo coloco así nada mas, sin ropa interior ni nada. Me coloco unas sandalias bajitas, me peino y lista “ya estoy, menuda sorpresa se va a llevar cuando se de cuenta que no lo complací”, justo en ese momento oigo la corneta de la camioneta. Salgo de mi casa, cerrando todo. No critico que no se baje del vehículo, la plana mayor de la chismografía de la calle (léase vecinas) estaba parada en la puerta de la casa de al lado. Al sentir sus miradas y cuchicheos volteo y las saludo con una mano y una sonrisa diciéndome en mis adentros “chao, me voy a disfrutar lo que ustedes todas juntas no disfrutan”, rodeo el vehículo y subo. Antonio me mira, sonríe, me da un beso en la mejilla y me dice “vámonos”.
Cuando nos alejamos me observa y me dice “estas linda, ¿te colocaste ese hilo que te pedí?”, yo le contesto “cuando quieras que me coloque algo especial para ti, me lo compras y me lo das, mientras, usare lo que yo quiera usar”, sonrió y me contestó “tienes razón, lo tendré en cuenta para la próxima, te llevare a mi casa, acuesta el asiento para que nadie se de cuenta que entro acompañado”.
Acosté el asiento y lleve mi mano a su entrepierna, él dió un respingo, no se lo esperaba, comencé a dar un masaje a su pene por encima de la ropa, suspiraba al sentir mis caricias y que no decir cuando comencé a bajar el cierre de su pantalón, baje el elástico de su bóxer y saque su pene, estaba duro y erecto en su plenitud, ante mi contacto mas duro se colocaba, comencé a pajearlo en la base mientras acercaba mi boca a su cabeza. Cuando Antonio se dio cuenta de lo que iba a hacer, con una voz ronquísima logro decir “mami si me haces eso no voy a poder conducir y nos vamos a estrellar, ¿te imaginas?”, yo sonreí y le dije “lo que es justo, es justo, hoy te toca”,. Antonio suspiró y dijo “mami…”, “ssssssssh, déjame hacer”.
Me incline sobre él y dije “sexo apasionado en un auto, tengo la sensación de que esto solo es un abreboca, prepárate papito porque después viene el plato fuerte”, Antonio no alcanzó ni a contestar, pues yo ya devoraba su miembro, con un ronco susurro logro decirme “Mami no puedes…”, “claro que puedo y lo estoy haciendo, así que relájate y llévanos a tu casa” le susurré mientras mi lengua acariciaba su glande, trazando un camino desde su orificio hasta donde alcanzaba, recorriendo esa venita tan sensible, mi boca en un suave mete-saca, que cada vez que bajaba arrancaba quejidos de placer de Antonio. Me gusta que se queje, no hay nada más excitante que un hombre que demuestra su placer, su disfrute. Lleve mi mano a esa zona entre el recto y sus bolitas, esa zona que es tan suave y tan sensible, luego baje mi boca y meti uno de sus testículos en ella chupándolo y acariciándolo con la lengua, luego le di el mismo tratamiento al otro. ¿Y Antonio?, no se.
“Mami será mejor que te detengas o tendremos un accidente” alcanzó a decir Antonio a media voz. “Pues concéntrate papito, ya me imagino como lo publicarían en los periódicos – susurré mientras lo chupaba - Concejal sufre accidente de transito mientras recibía una buena mamada del asesor jurídico, fenomenal ¿eh?”. Antonio rio y apretó el acelerador. Yo seguía en lo mío, mi lengua y mi boca aceleraban el ritmo y justo cuando Antonio frenaba a las puertas de su casa, sentí como se corría en mi boca. Recibí su caliente y abundante leche, y la trague toda. Antonio me apartó, con sus manos a cada lado de mi cara me besó apasionadamente diciéndome “Me gusta tu sabor, sabes a sexo y a intimidad”, nuestras lenguas se encontraron y él trató de acariciarme, retire sus manos de mi cuerpo, agarrándolo de las muñecas, no quería que me tocara quería mantener la sorpresa, y le dije “abre esa puerta hay que terminar lo que comenzamos”.
No se dejó decir más. Se bajó del vehículo, abrió el garaje y subiendo nuevamente metió el vehículo al garaje. Yo espere a que terminara de cerrar. Una vez asegurados de que nadie se daría cuenta de mi presencia, baje del vehículo y entre a su casa. Era la primera vez que entraba, la casa era hermosa muy bien decorada, pero no me dio tiempo de observar nada, Antonio me miraba con esa mirada de depredador que tanto me gustaba, así que corrí pero él me agarro de la cintura y comenzó a besarme empujándome a su habitación. Sentí como me besaba tan apasionadamente y como una de sus manos acuno mi seno. Su cara era todo un poema. “mami no llevas sostén”, me dijo, sonriendo lo mire y le dije “no, no llevo sostén y el hilo… tampoco”, “¿nada de ropa interior?, que agradable sorpresa”, lo empuje alejándolo un poco y levanté mi vestido para quitármelo, quedando completamente desnuda con ese movimiento.
Sonriendo me dirigí a su cama, me subí y senté en el medio de ella “bueno, lo del auto era el abreboca. ¿No vienes por tu plato fuerte?”. Antonio se deshizo rapidamente de sus prendas, y se me aproximó lentamente, me mordí un labio, apenas podía respirar de la excitación que sentía, cuando estuvo a mi lado se sentó junto a mi, ambos arrodillados en medio de la cama y, comenzó a besarme. Comenzó a cubrir mi cuerpo de pequeños y suaves besos, suave y lentamente, saboreándome, tuve que hacer un esfuerzo para relajarme y aceptar lo que quisiera darme, ser paciente y disfrutar cada paso sin acelerarme ni llegar al clímax rápidamente. Esta noche seria una gran y relajante noche.
Él me besaba el trasero, metía sus dedos en mi totonita, acariciaba suavemente mi clítoris. Cada caricia suya hacia que lo deseara mas, cada roce de su lengua me hacia arquearme contra él, invitándolo a tomarme. Me besaba y acariciaba con maestría. Me besaba por todo el cuerpo, y cuando lo sentí en mi cadera, abrí una pierna y apoye el pie en la cama para que él pudiera tener mejor acceso. Él me empujo suavemente y entendí que quería que me acostara, lo hice y un segundo después sentí su lengua en mi clítoris, “oh, Dios mío” dije con un gemido, mientras cerraba los ojos. Antonio me lamia, probándome, mordiendo y chupando mi hinchado clítoris, sus dedos penetraban mi vulva, todo lo hacia suave y lentamente, torturando mis sentidos, sentí una y otra vez que llegaba al orgasmo, pero justo en ese momento Antonio se retiraba y observaba, haciendo esquivo el tan anhelado fin.
Frustrada por lo que se me negaba, lo tomé de los hombros y lo levante hacia mi boca. Nos fundimos en un beso con sabor a mi sexo. Abrí mis piernas completamente, invitándolo a entrar en mi vagina. Él se hacia del rogar, ya desesperada tome su pene con mi mano y lo coloque en la entrada de mi vagina impulsándome hacia arriba, se levantó un poco apoyándose en sus codos, mirándome con esa pasión con que siempre me miraba y empujó su pelvis hacia abajo penetrándome, lo envolví con mis piernas y comenzamos a movernos al unísono. Yo estaba demasiado caliente así que no fue difícil llegar a un intenso orgasmo, pero él estaba desahogado por lo del auto así que tenia aguante para rato.
No había culminado mi orgasmo cuando sentí que él se rodaba llevándome consigo, colocándome encima de él, con lujuria subí una de mis piernas y apoye mi pie a la altura de sus hombros y comencé a moverme disfrutando el control que me daba. Apreté mi pelvis lo más que pude, cerrando mi vulva, haciéndola en lo posible mas estrecha, y me movía primero lentamente, subiendo el ritmo a medida que sentía que avanzábamos al clímax. Fue intenso y Antonio estaba quietecito con los ojos cerrados, disfrutando el regalo que le daba. Aunque, no aguantó mucho en esa posición, pues cuando se dio cuenta de mi orgasmo me tomó de la cintura y se sentó en la cama, pasando de esta manera a la acción. Ustedes se preguntarán, ¿y yo? Corazones lindos, ESTABA EN LA GLORIA.
Perdí la cuenta de los orgasmos que sentí esa noche, pero sucedieron una y otra vez. Antonio me enseñó cosas que no había sentido hasta ese momento. Y lo increíble es… que la rutina no ha afectado nuestros encuentros, haciéndolos cada vez más intensos, cada vez mas deseables.