La amante secreta del concejal: celos y...
Penúltimo capitulo
CELOS Y…
Es increíble como puede una persona acostumbrada a ser independiente llegar a depender de encuentros sexuales ocasionales pero intensos. Antonio y yo seguíamos con nuestra relación clandestina. Yo no quería perder mi independencia y él no quería perder la atención que llamaba por ser el macho cachoneado por su esposa. Aja, ¿Qué les parece?, Antonio había descubierto a la susodicha con un hombre en su propia cama un día que llego de sorpresa y la corrió. Desde ese día vivía solo y todos lo miraban con el debido pobrecito pintado en la cara.
Un día el partido nos cito a una reunión. Nos presentamos todos, nadie sabía para que era. Cual no seria nuestra sorpresa ver llegar en pleno acto a Antonio acompañado de la Secretario General del partido a nivel nacional. Una mujer dura, de esas que son arrechotas, bonita y con buen cuerpo, le tenían el mote de La Generala. ¿Y Antonio? Como perrito degollado pegado a sus faldas. Yo lo miraba así de sumiso en su presencia, con toda la atención puesta en ella, ni una mirada para mí. Sentí la serpiente de los celos recorrer mi cuerpo, la rabia corroyéndome, pero me contuve. Ese es el papel de toda amante, aguantar la pela callada y sin derecho a nada.
La Generala se levantó y se dirigió a todos nosotros “Compatriotas, tenemos que trabajar duro por el partido, se acercan las elecciones y debemos mantenernos tal y como estamos, no podemos permitir perder lo que ya tenemos. El Presidente ha decidido que todos hagamos un taller sobre ideología política de carácter obligatorio. Nos trasladaremos a un lugar turístico alejado, donde recibiremos ese taller durante tres días y dos noches. No quiero que nadie quede por fuera, todos iremos”
Mi cerebro copiaba todo lo que decía la Generala, pero mi concentración estaba en Antonio, quien la miraba con devoción y servilismo. Esos celos.
Así pues, me vi comprometida a pasar tres días y dos noches en un lugar turístico llamado “La Trampa”. Culminó la reunión después de expresados y discutidos todos los puntos de la agenda y no pude hablar con Antonio, ni siquiera me le pude acercar. Los celos me corroían. Me ignoró por completo, ni siquiera una de esas miradas furtivas que siempre me dirigía. Toda su atención estaba sobre La Generala y yo olvidada y despechada.
Llegué a mi casa y preparé mi bolso con mis cosas, teníamos que partir al otro día. No pude dormir esa noche. La rabia y los celos hicieron mella en mí y eso me preocupó. Yo no era así, tenia que controlarme o estallaría mi tan conocido carácter y ahí si que nadie me pararía. En la mañana temprano me di una ducha y me vestí, como nos dirigíamos a un centro vacacional, me coloque un top corto que dejaba ver mis duros abdominales, un pantalón corto de jean y una chaqueta abierta también de jean, me calce zapatos deportivos, me veía sexi, quería subir mi autoestima y una prenda así la subía, preparé todo y lo subí a mi auto, en un momento de debilidad llame a Antonio y el celular reportó apagado. “Tranquila mujer, cálmate”. Cerré los ojos, respire profundo y encendí mi auto.
Me dirigí al partido por si acaso había algo pendiente. Todos estaban allí, habían planeado salir en caravana y me estaban esperando. Antonio estaba con su camioneta y a que no adivinan con quien. No, no estaba con La Generala (después me entere que ella se había ido a Caracas una vez culminada la reunión), estaba con su ex (con la cachera). La muy bicha sonreía de oreja a oreja y mas de uno de los presentes los observaban con risas cínicas y falsas.
Yo solo observaba el panorama que se me presentaba, tres días y dos noches de esto. “Bueno mamita usted ya sabe su lugar y su papel” me dije. Francisco, el secretario, al verme se me acercó y me dijo: “Mi Ángel uno de nuestros compañeros se lastimó un pie y no puede conducir, como tú viajas sola ¿será que lo puedes llevar?”, “por mi no hay problema” contesté. Era mejor tener compañía que estar sola en mi auto comiéndome de la rabia. En eso se acerca un tipazo de unos treinta y ocho años, de esos que están más buenos que comer con los dedos. Un morenazo lindo, alto y con un cuerpo trabajado en el gimnasio, con la palabra pecado escrita por todo su cuerpo. Francisco me lo presentó, su nombre Asdrúbal, “Mucho gusto, espero no ser una molestia para ti”, yo quede impactada, hasta la voz la tenia bonita.
El tomó mi mano que desapareció en la suya, y me dirigió una mirada apreciativa de esas que dicen muy bien, corrí con suerte. Por el rabillo del ojo observe como Antonio no me quitaba la mirada de encima. “Bien llegó mi turno – pensé – ahora soy yo la que viaja con grata compañía”. Antonio le dijo algo al oído de su ex y se retiró acercándose a nosotros, mientras Francisco y yo acomodábamos las cosas de Asdrúbal en mi auto, “Buenas, hola mi Ángel- me dijo observándome y volteo su rostro dirigiéndose a mi compañero - Francisco, estaba pensando en llevar al compañero Asdrúbal en mi camioneta, así podrá viajar mas cómodo”, Yo que en ese momento me encontraba con medio cuerpo dentro del auto acomodando los bolsos y ofreciendo un panorama completo de mi culo y mis piernas, me quede quieta esperando el desenlace, como si no hubiera escuchado nada, con una sonrisa traviesa oculta tras los bolsos. Asdrúbal lo miro con una sonrisa y le dijo “Tranquilo compañero, ya mi Ángel se esta haciendo cargo de mi y no dudo que en su compañía voy a estar bastante cómodo, además no quiero ser mal tercio en su camioneta”
Observe como Antonio enrojeció ante estas palabras. Ante su silencio aproveche para incorporarme y salir del auto. Cerré la portezuela del maletero y dije “Listo, hola Antonio, Asdrúbal retiré el asiento y puedes acomodarte, Francisco cuando digas arranco”. Antonio no retiraba sus ojos de los míos, “Desgraciado toma una cucharada de lo que me diste ayer –pensé- aunque lo mío esta mas bueno que tú”, y con una media sonrisa forzada se despidió. Subimos todos a los autos, me acomode unos lentes oscuros y emprendimos la marcha. Mi compañero de viaje era un buen conversador, hablamos muchísimo pero eso no evitaba que me diera cuenta de sus miradas posadas en mis senos, abdomen y piernas.
Viajamos durante cuatro horas, cuatro horas observando la camioneta de Antonio tras nosotros. Estaba cansada de tanto conducir, pero relajada, mi compañero de viaje me hacia sentir atractiva. Sus miradas lascivas no se apartaban de mí. Aprovechaba cualquier ocasión para posar su mano en mi hombro o rozar mi pierna. Yo hacia que no era conmigo. Llegamos a nuestro destino. El complejo turístico era hermoso y ofrecía su frescura para nuestro deleite. Bajamos de los autos y de inmediato la coordinadora comenzó a asignar cabañas.
“Nos corresponde cuatro personas por cabaña. Los dejaré agruparse a su gusto para que se sientan mas cómodos”, yo estaba junto a mi auto con mi compañero de viaje cuando me di cuenta que dos amigas se nos acercaron “Mi Ángel, ¿podemos quedarnos con ustedes?, total siempre estamos juntos”, las tres nos conocíamos desde hacia mucho tiempo y Asdrúbal era de otro sector, pero estaba feliz con la idea de estar con nosotras, ya que era el único de ese sector que estaba allí. No había morbo en la situación, todos se acomodaron de tal forma que no había cabaña unisex.
Estábamos en eso cuando sentí a Antonio a mi lado, “mi Ángel por qué no te acomodas con nosotros, así quedamos en una sola cabaña toda la junta directiva”. Yo lo observe y fue Asdrúbal quien le contestó “lo sentimos Concejal pero ya le robamos a la asesor jurídico”. Antonio solo me observaba a mí, cosa que no se le escapo a Asdrúbal, me sonrió y solo dijo “bueno entonces nos vemos después”. Lo vi alejarse, en eso Asdrúbal me dijo que nos acomodáramos en la cabaña a lo que me di la vuelta y comencé a sacar las cosas. Las chicas ya tenían las llaves, entramos y vimos dos literas. Ellas tomaron una de las literas para acomodarse las dos, la más alejada de la ventana. A Asdrúbal y a mi nos correspondía la otra que estaba al lado de un sofá cama y cerca de la ventana. Con una mirada picara Asdrúbal solo me dijo “arriba o abajo”. Yo le sonreí y le contesté “arriba”, a lo que él solo hizo una reverencia y me señalo la litera.
A la hora ya estábamos metidos en un auditorio en pleno taller, yo me sentía en medio de una batalla a punto de librarse… tenía a Antonio a mi lado derecho y a Asdrúbal a mi lado izquierdo. Antonio no me perdía pero cargaba a la rémora de su ex junto a él, lo que me hacia enojar y me empujaba a coquetear con Asdrúbal. En una oportunidad me paso un papelito, lo tome y lo leí “quiero estar contigo, besar cada parte de tu cuerpo y sentir como estoy dentro de ti”. Asdrúbal se dio cuenta del detalle y me dijo al oído “el concejal esta celoso”. Yo solo atisbe a observarlo con asombro y él me guiñó un ojo. A las seis de la tarde, culminó la jornada del día y nos dieron libertad para descansar, Antonio fue acaparado por su ex y Asdrúbal me pidió ayuda, le dolía el pie y necesitaba que alguien lo ayudara a caminar, cosa que no se lo creía ni él, ¿qué ayuda podía darle una mujer de 1,50 m a un hombretón de 1,80 m?
Salimos, Asdrúbal con un brazo sobre mis hombros y yo con uno de los míos en su cintura, me sentía bien. Me estaba aferrando a ese amigo para no desmoronarme con todos los arrumacos que se daban Antonio y su ex. Cenamos juntos y conversamos, Asdrúbal coqueteaba abiertamente, en una de esas me miró largamente y me dijo
- Se ve que entre ustedes dos existe algo”
- Entre quienes? – le pregunte haciéndome que no era conmigo la cosa.
- No te hagas la loca conmigo. Entre tú y el concejal.
- No hay nada, imaginación tuya.
- Pues si no hay nada, lo va a haber. Mi Ángel ella es quien lo quiere convencer, él solo no sabe como quitársela de encima sin que forme problema.
- Allá él.
- Aja, allá él, sea como sea yo salgo ganando. Es mas te voy a hacer una oferta
- ¿Cual?
- Me ofrezco en sacrificio para que te desquites.
Me le quede observando y sonreí. Claro que si, me gustaba la idea. Si yo le importaba a Antonio éste tenía que solucionar. Me quede con Asdrúbal un rato mas, ya a las nueve todos nos fuimos a dormir, Asdrúbal dijo que hacia calor, que estaría afuera para que aprovecháramos nosotras para prepararnos a dormir mientras él se fumaba un cigarro. Cuando fue mi turno me di un baño y me coloque un pijama corto, me acosté y me quede dormida inmediatamente. Estaba cansada tras la noche en vela. No se que me despertó como a eso de las doce. Abrí mis ojos, observe a todos durmiendo. No pude conciliar el sueño, el calor era insoportable, así que salí de la habitación y caminé hasta la piscina.
Todo estaba en silencio, en la zona de la piscina habían varios focos encendidos, escondidos entre las plantas. La luna brillaba en el cielo. Pero con o sin luz, era de noche. Y no vi que un hombre nadaba en la piscina hasta que me acerque lo suficiente. Al sentir ruido, el hombre se detuvo, y tras observarlo detenidamente me di cuenta que era Asdrúbal. Sentí la necesidad de regresar a la cabaña, sabía que esta situación era peligrosa. Demasiada tentación. No me fui, al contrario termine de caminar y me senté a la orilla de la piscina metiendo mis pies en ella. Él se me acercó, sus ojos brillaban.
- Hola mi Ángel
- Hola
- Veo que los dos teníamos calor
- Así es. No sabía que estuvieras aquí. ¿Quieres que me marche?
- Quiero que… hagas lo que quieras hacer – respondió provocativamente.
- Ok… entonces me quedaré aquí sentadita. ¿Te gusta nadar?
- Aja, sobre todo desnudo
Me quede sin habla, lo miré, intentando distinguir su cuerpo bajo la superficie del agua.
- ¿Estas…?
- ¿Qué?
- ¿Te gusta nadar desnudo?
- Si, no hay nada mejor
- ¿Nada?
- Bueno, tal vez una o dos cosas – dijo riéndose – pero no hay muchas sensaciones físicas que se puedan comparar con el contacto de un liquido cálido contra la piel.
Entreabrí mis labios y suspire. Sabía muy bien lo que quería decir. Sabía de sobra a que clase de líquido cálido se refería. Pero teniendo en cuenta que me esta humedeciendo con solo mirarlo, aquello no seria nunca un problema.
- No me digas que nunca te has bañado desnuda…
- ¿Crees que no? – la verdad es que nunca lo había hecho pero no quería darle el gusto.
- Entonces… ¿vienes?
Como siempre que me retaban, reaccione aceptando el reto. Cuando estuve segura de que no había allí nadie mas, y de que Asdrúbal me observaba, me lleve las manos a la cintura, tome el orillo de mi blusa y la saque por arriba de mi cabeza, lentamente, Asdrúbal solo me observaba, no decía nada, por fin me quite la parte superior del pijama. La única reacción de Asdrúbal fue una leve apertura de su boca, pero yo sabia que le gustaba lo que estaba viendo.
Totalmente segura de mi poder como mujer, metí la mano en el agua y derrame un poco en mi cuello, dejando que las gotas resbalaran por mi cuerpo, repetí la maniobra una vez más y una de las gotas se quedó sobre uno de mis pezones, casi invitando a Asdrúbal a acercarse y lamerlo. Deseaba que lo hiciera, que se acercara, tomara el pezón entre sus dientes y lo succionara con fuerza. Asdrúbal comenzó a nadar hacia mí, colocó las manos a ambos lados de mi cuerpo, rodeándome y permaneció en el agua entre mis piernas. “Estas mojada”, me dijo en un murmullo Después como si no pudiera evitarlo lamio una gota de agua que estaba en mi cuello, siguió el rastro del agua con la lengua, y su cálido aliento me estremeció. Me quede quietecita, sin tocarlo, disfrutando hasta que por fin llego a mi pezón. “Gracias”, me dijo con una sonrisa y… se alejo nuevamente nadando.
Lo mire con asombro, casi le ordeno que regresara y acabara lo que había empezado, pero no pude. Así que levante la mano y trace con ella el recorrido que Asdrúbal acababa de realizar sobre mi piel y la lleve al pezón que él me había lamido. Lo pellizque desafiante. Me levante y me quite la parte inferior del pijama y me quede completamente desnuda, “tienes razón la sensación es maravillosa”, le dije en un murmullo, me metí al agua y comencé a nadar, quería que me mirara, que me deseara. Asdrúbal se me acerco poco a poco, el agua le llegaba a su cintura, no me aleje, pero cuando el agua empezó a cubrir menos, note que no iba desnudo. Llevaba puesto el traje de baño. “Me has engañado” le dije, “No te he dicho que no lo llevara”, me dijo con una sonrisa.
En ese momento todo se fue de mi mente, mi cerebro se nubló, deseaba a ese hombre, que me penetrara, que me cogiera. Ustedes dirán y… ¿Antonio?, no me importaba, deseaba al hombre que estaba frente a mí y eso era una gran verdad. Asdrúbal me miraba con intensidad “¿Que quieres?, puedo cogerte aquí y ahora, y se queda todo entre nosotros, quitarte la rabia que cargas contra él, sin compromisos. Eres tú quien decide”. Me quede observándolo y tome la decisión, no perdía nada pues nada tenia, y le dije “Cógeme”. Asdrúbal se bajo el traje de baño y su pene erecto emergió, yo solo lo observaba, abrí las piernas y le mostré mi totonita húmeda, con los dedos abrí los pliegues de mi vagina, se acercó a mi y me tomo en sus brazos, colocando cada una de mis piernas en su cintura, lo rodee y sentí el contacto de su pene, sentí su recorrido y esa especial sensación de un pene abriéndose camino en tu vulva y que llega al fondo de tu ser, me penetró en una sola embestida, tome aire y respire suave, quería disfrutar al máximo. Me besaba suavemente.
“Oh, por Dios, Asdrúbal déjate de suavidades para otro día, cógeme sin cuidados, dame duro, lo necesito…”, no pude terminar la frase, mis palabras lo pusieron fuera de control y empezó a entrar y salir de mi cuerpo fuertemente. El agua chocaba una y otra vez con nuestros cuerpos, sus bolas golpeaban, solo se oía el ruido del mete-saca contra el agua. Ese pene estaba haciendo estragos en todo mi ser. Me llenaba entera, lo sentía hasta el fondo de mi útero. Me corrí, y él se dio cuenta, me soltó y coloco al borde de la piscina boca abajo, recostándose encima de mí y penetrando mi totonita desde atrás. Yo gemía, no aguantaba y le decía “cógeme, cógeme duro o no eres capaz”, él me daba mas duro y fuerte, me golpeaba las nalgas una y otra vez. Que rico, la estaba pasando de lo mejor, orgasmo tras orgasmo, Asdrúbal cambiaba de posición hasta que al fin me colocó boca arriba y le dije “Es tu turno”, me miro y penetrándome duro comenzó una danza rápida, yo perdí la noción de mi, me estremecí en las puertas del orgasmo, cuando sentí que él terminaba dentro de mi llenándome completamente de su esencia.
Nos miramos, le di un beso y un “gracias”, en silencio me levante me dirigí a una de las duchas cercanas, me bañe ante él y me coloque el pijama. Camine hacia la cabaña, subí a mi cama y me acosté, sentí como entre sueños, cuando al rato él llegó y se acostó. Dormí como un bebe.
A las siete y media de la mañana me desperté. Me levante, fui al baño y como era mi costumbre me preparé para salir a correr. Arrodillada ante mi bolso en el sofá cama, observe a Asdrúbal, dormía profundamente. Le di un beso en la frente y Salí. Comencé a estirar, la mañana estaba fría, calenté y coloque el cronometro que llevaba en mis manos. Comencé a correr por todo el complejo. Estaba subiendo una colina, cuando me di cuenta que alguien me observaba, Antonio.
Su mirada atormentada estaba en mí. No podía huir o hacer como que no le veía, así que seguí mi camino, me esperó, se me atravesó en el camino, me tomó de las manos y me empujo haciéndome caer en la hierba. No decía nada, ni yo, me deje hacer, me tomo de los chores que cargaba puestos y me los quito con todo y ropa interior, bajo su pantalón deportivo y sacó su pene, cogiéndome ahí mismo sobre la hierba, no estaba lubricada, me dolió, pero esa forma de tomarme me excitó, así que no tarde en humedecerme, su cogida fue brutal, despiadada, no soltaba mis manos, me mordía los senos por encima de la ropa. Sentía dolor pero también placer. Su mete-saca era fuerte, era como si tratara de meter hasta sus bolas. Sentía que me corría y él también debió sentirlo porque aumento su ritmo, gemíamos al unísono, sin importarnos quien nos oyera. En un momento todo terminó, pero su duración no le quito lo brutal e intenso del momento, nos corrimos juntos. Me sentí extraña, cogida sobre la hierba, desnudos de la mitad para debajo de nuestros cuerpos y en un lugar donde cualquiera pudiera vernos. Mecí sus cabellos, se levantó y ayudo a vestirme, me tomo de la cara besándome apasionadamente.
No hablamos ni dijimos nada, solo se fue hacia su cabaña y yo seguí corriendo. Me preguntaba una y otra vez ¿me vio?