La alumna una maestra (2)

Ya les conté la primera vez que entré en el magnífico culo de María y cuanto disfrutamos ambos de aquella ocasión. También es cierto que a partir de ese momento, cada vez que nos encontrábamos ese ano me recibía con mucha alegría a punto tal que ya ni era necesario efectuar dilatación alguna pues se abría con gran facilidad.

Gracias a todos aquellos que han leído la primera parte de la presente historia es que ahora he de arrancar con un nuevo recuerdo. Como dije antes, la historia es verdadera y solamente me reservo el verdadero nombre de la protagonista por no estar autorizado a publicarlo.

Como recordarán María fue alumna mía de la última materia de abogacía. Con el tiempo nos convertimos en amantes y permanecimos así por el tiempo de dos años aproximadamente. Durante dicho período, nuestros encuentros amorosos eran sumamente frecuentes y por períodos a diario.

Ya les conté la primera vez que entré en el magnífico culo de María y cuanto disfrutamos ambos de aquella ocasión. También es cierto que a partir de ese momento, cada vez que nos encontrábamos ese ano me recibía con mucha alegría a punto tal que ya ni era necesario efectuar dilatación alguna pues se abría con gran facilidad.

En cierta oportunidad, luego de haber follado bastante y mientras fumábamos un cigarrillo, le pregunté acerca de sus anteriores relaciones y sobre los atributos de sus amantes. Ella comenzó contando que fue desvirgada a los 18 años por un muchacho con quien salía. Dicha experiencia no había sido del todo agradable puesto que de una buena lista de amantes que tuvo después, recuerda que el tamaño de la verga del primer muchacho era el mas descomunal de todos (incluyendo el mío propio).

Cuando me contaba esto se lamentaba no haber tenido mas experiencia en ese momento pues un poco el miedo y otro poco ese descomunal pedazo no le permitieron disfrutar lo que ahora podría.

Por su relato, y comparándome llegamos a la conclusión que el muchacho tendría un grosor de mas de 6 o 7 centímetros y un largo respetable. María contó como luego de haber tratado de mamarla durante un rato, le dolían los maxilares de tamaña apertura. Luego de ello, que el chico la puso sobre el borde de la cama e intentó en vano comenzar la penetración. Finalmente sintiendo un dolor importante pudo recibir primero la cabeza y después el tronco ese en su interior. Era mucho su miedo y le pidió que no acabara dentro así que su primer polvo lo recibió entero en el vientre.

A medida que me contaba esto, mi excitación aumentaba y me daba cuenta que la de ella también, por lo que le propuse alguna clase de juego mientras tocaba suavemente su mojada raja y su dilatado ano. Como no teníamos a mano un vibrador -ya que ella no lo usaba- y yo le pregunté si le gustaría ser cogida por los dos agujeros al mismo tiempo, me dijo que le encantaría pero que no se animaba con dos hombres.

Me levanté de la cama y me dirigí a la cocina. Abrí la heladera y de allí saque un pepino enorme que habíamos comprado para hacer una ensalada. Sabrán que un pepino que se precie tiene un diámetro considerable.

Lo llevé a la habitación y se lo mostré riendo y dije: acá tienes a tu amante.

Estaba frío por la heladera por lo que el primer contacto con sus pezones hizo que los mismos se pusieran durísimos. María comenzó a lamerlo lentamente y a pasarlo por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna. Allí lo mojó con sus jugos una y otra vez pero sin meterlo. Me lo daba para que yo lo chupara y volvía a comenzar el juego.

Los dos estábamos calientísimos. Yo casi no podía contener mis ganas de cojerla salvajemente. En un momento la hice poner en cuatro patas para mirar como se acariciaba con esa verga vegetal. De pronto comenzó a introducirlo gimiendo en su vagina. Lentamente fue logrando dilatarla y lo introdujo hasta la mitad.

Lo sacó todo y su vagina quedó abierta esta vez esperando. Entonces lo volvió a meter esta vez hasta el fondo y con un grito de placer lo movía en forma circular entrando y saliendo. Se corrió enseguida en medio de gemidos ahogados.

El espectáculo era maravilloso. Esa mujer deshecha en jugos y caliente como la mejor apuntando su abierta raja y su culo hacia mí. Entonces me decidí a actuar. Me acerqué y con una mano la incité a continuar el juego. Volví a introducir el jugoso pepino al tiempo que ella me decía que quería descansar después de soberana paja. Pero sin mas puse mi cabeza en su amado ano que por cierto había recibido la lubricación de su acabada anterior.

Entonces, al par de que metía el enorme pepino en su vagina, empujé mi verga hinchadísima en su culo. La verga entró de inmediato hasta el fondo, hasta tal punto que sentía la dureza del pepino a través de la pared de su vagina a la par con mi verga.

María gritaba pero no de dolor. Me decía obscenidades, lloriqueaba y gemía, sudaba y arañaba la sábana, gritaba rómpeme toda amor que me voy de nuevo!

Yo finalmente no pude mas. Cuanto me calentaba esta mujer! Acabé dentro de ella una enorme cantidad de leche caliente. (Es increíble pero cuanto mas caliente uno está mas leche saca). Al tiempo María volvió a acabar y quedó como desmayada después de tanto esfuerzo.

Nos recostamos y mientras ella sorbía y limpiaba mi polla de leche nos dimos cuenta de algo extraño. Tanta acabada que se había hecho pis!

Ese día me quedé a dormir con ella toda la noche, pero no pudimos coger de nuevo pues tenía una inflamación impresionante. Que va!

Después de todo estábamos bien vacíos.