La alumna ejemplar
Las satisfacciones que dan la docencia...
Tuve la oportunidad de vivir una hermosa experiencia cuando ejercía como profesor de Derecho en una escuela de mi provincia, hace ya unos diez años.
Me toco cubrir una suplencia de un colega en un colegio que no conocía. Era el tercer año de una escuela nocturna, es decir toda gente mayor que por distintas circunstancias, no pudieron terminar sus estudios cuando correspondía, y por quienes sentía una gran simpatía, ya que también yo termine mis estudios siendo ya grande en una escuela de similares características.
Me hice cargo del curso en cuestión y en poco tiempo entable una excelente relación con mis alumnos, algunos de los cuales eran incluso mayor que yo.
Entre ellas estaba Estela: una chica de 28 años, casada, muy simpática, con la hicimos buenas migas enseguida.
En una oportunidad me invitaron a un asado que harían en su casa. Acepté gustoso, sobre todo cuando Estela me dijo que me presentaría a Mariela, su hermana, 2 años mayor que ella que, decía, estaba muy interesada en conocerme.
Esa noche llegue a la casa de Estela ya entrada bien la noche. Los chicos recién se sentaban a comer. Estela me presento a Nano, su esposo: un hombre de mi edad que yo conocía de vista. Seguidamente Estela me guió hasta el lugar que me tenia estratégicamente reservado: al lado de Mariela: una mujer menuda, de muy buenos pechos, muy bien vestida, casi sin maquillaje, y agradable sonrisa y conversación.
Pasamos la noche charlando con Mariela muy amenamente. Ella y su hermana intercambiaban miradas cómplices cuando creían que yo no las veía. Al finalizar la noche, comenzamos a despedirnos y, como corresponde a un caballero, me ofrecí a acercar a Mariela a su domicilio, cosa que ella acepto, luego de una pequeña vacilación.
Fuimos hasta su casa caminado ya que no quedaba lejos de la casa de Estela. Al llegar a la puerta me ofreció pasar para que conociera su casa. (Lo típico de estas ocasiones, no?) Pasé. Me hizo sentar en un sillón, me ofreció algo para toma y le acepte una cerveza. Luego se sentó a mi lado, muy cerca mío. Después del primer trago, me lance a la acción porque la cosa no daba para mas formalidades.
Le bese el cuello mientras le ceñía la cintura. De allí pase a besarla en la boca y ella respondió apasionadamente. Con mi mano deje libre uno de sus pechos y comencé a acariciarle el pezón: me mojaba el dedo con saliva y le dibujaba la aureola de su pezón con el dedo húmedo. Sentí como se erguían y endurecían. Su lengua exploraba con ansiedad mi boca.
Pero cuando empecé a bajar mi mano hacia su vientre, me detuvo en seco. Se separo y me dijo que no, que esa noche no porque estaba con la regla y no podía hacer nada. Como recién nos conocíamos no me atreví a proponerle otras variantes sexuales.
Por supuesto que yo estaba con mi pija reparada. Así es que me calmé. Seguimos besándonos.
Ella al ver mi erección se sintió culpable y me dijo que en su momento, sabría compensarme por esta ocasión. Yo no podía mas, y le dije que me iba, que era difícil estar con ella sin hacer nada. Le di mi numero telefónico y le dije que me contactara para una futura oportunidad.
Me fui muy frustrado La próxima clase creí ver una sonrisa casi socarrona en los labios de Estela y yo le correspondí con un gesto como diciendo "que se le va a hacer: son cosas que pasan".
Como a los 10 días, Estela me entrego una esquela y me dijo que su hermana me mandaba un mensaje. Abrí la cartita y en ella Mariela me invitaba para la noche del Jueves siguiente a completar lo frustrado noches atrás.
El jueves concurrí nuevamente a la casa de Mariela, que me esperaba con su departamento aclimatado como para una noche espectacular: había corrido los sillones contra la pared, había esparcido almohadones por el suelo, velas, música y ella infartante con un vestido largo transparente, sin corpiño y con unas bombachitas que eran dos hilitos sosteniendo un triángulo pequeño de tela.
Al recibirme puso una copa de vino blanco en mi mano y brindamos. Luego dejo su copa y comenzó a desprenderme la camisa. Yo quise besarla y ella no me dejó. Se separo y me dijo que tuviera paciencia, que ella me había prometido recompensarme y que era una mujer que cumplía su palabra, pero que confiara en ella. (El misterio me mata) Me desnudó y al finalizar se arrodilló y comenzó a chapármela muy, pero muy suavemente. Eso me puso al palo en seguida. Con una mano me acariciaba las bolas y con la otra las nalgas. Luego me pregunto si me dejaba que me vende los ojos a lo que yo accedí gustoso. Tomo un pañuelo de seda y me vendo. Después me guió lentamente hasta el baño donde había preparado la bañera con espuma y sales. Me hizo entrar lentamente y sentí que ella se metía conmigo. Se recostó en la bañera y me hizo sentar entre sus piernas de espalda y me comenzó a pasar una esponja suave por mi pecho. Yo sentía sus pechos presionar contra mi espalda. De pronto me pregunto si me gustaría chuparle las tetas y mi respuesta fue automática: sí. Ella tomo mis brazos y me los llevo hacia atrás, aferrándome. Grande fue mi sorpresa cuando sentí un pezón cerca de mi boca. Aunque el instinto me llevo a chuparlo, no terminaba de asombrarme ya que no había sentido en ningún momento que hubiera otra persona. El pecho era más pequeño que el de Mariela, pero igualmente delicioso, ya que el pezón si era más grande y duro que el de ella. Mientras yo seguía chupando los pechos de mi amiga desconocida sentí que su mano se sumergía en el agua buscando mi pija y comenzaba a acariciarme. Estaba en el paraíso. Mariela me pidió que me parara. Abrió la ducha para enjuagarme entre las dos. Me secaron y luego me guiaron nuevamente hacia la sala. Allí hicieron que me acostara. Yo seguía con los ojos vendados.
Al acostarme una de ellas me empezó a chupar la pija y la otra prácticamente se me sentó en la cara para que le chupara la concha. La que me chupaba la pija también me aferraba las manos de tal manera que yo tenia que limitarme a tocar nada. Evidentemente era Mariela la que estaba sentada en mi cara, ya que en determinado momento me dijo que le terminara a la otra en la boca, que ella quería verme acabar. Me deje llevar por la mamada y le acabe en la boca a la amiga. Allí sentí que Mariela daba unos grititos y acababa también en mi boca. Yo tenia todos sus jugos en mi boca y los deguste a pleno.
Me distendí. Mariela bajo de mi cara y se tendió a mi lado. La otra amiga me puso su concha en mi mano y la comencé a pajear. Luego de recuperarme un poco me arrastré hasta la que estaba pajeando y comencé a chuparle la concha: ella estaba totalmente depilada, a diferencia de Mariela que tenia una mata de bello púbico importante.
Le subí sus piernas a mis hombros y comence a chuparle la concha y el culo alternativamente. Sus gemidos me avisaban que la estaba pasando muy bien. Como yo estaba boca abajo, sentí que la mano de Mariela comenzaba a estimularme la pija lentamente.
Mariela le dijo a su amiga que se pusiera en cuatro patas que yo quería cojerla por el culo. Obediente, así lo hizo. Mariela me dijo que esperara un minuto, que ella le iba a lubricar el culo con chupadas y se dispuso a hacerlo: le chupaba el culo a la amiga y me chupaba la pija a mí. Cuando anuncio que la cosa estaba lista me guió la pija hasta la puerta del culo de la pasiva amiga.
Comencé a metérsela despacito y paraba cuando sentía que ella se quejaba. Cuando logre meterle la cabeza del choto, grito. Me quede quieto un momento para dejarla que se relaje, pero al instante fue ella la que empezó a moverse para adelante y para atrás, haciendo que mi pija recorra todo su canal. Estuvimos así un rato, hasta que Mariela me pidió que la sacara que ella quería chapármela. Así lo hice y luego de chapármela un rato, me la volvió a llevar a ese culo cálido. Ella se instalo debajo de su amiga y le chupaba la concha y mis bolas en el movimiento de vaivén. Cuando les avise que estaba por acabar, Mariela me pidió que le acabara en la boca, pero su amiga no quiso y apuro el movimiento: no me dejo sacarla y le llené el culo de leche. Eso enojo mucho a Mariela que le recrimino a su amiga su egoísmo. La otra se rió.
Y al reírse, me sorprendió reconocer la risa de Estela que tantas veces había escuchado. Me quede petrificado. Ellas se dieron cuenta y sentí que me sacaban el pañuelo de los ojos y así pude verlas en su esplendor a ambas: Estela con sus pechos pequeños comparados con los de Mariela, su conchita depilada, un culito redondo y duro, con rastros de semen aun en su pelo de la chupada fenomenal y su cara llena de una sonrisa cómplice. Mariela con unos pechos redondos, grandes, unas piernas espectaculares, unas caderas anchas, una concha peludita y un culo majestuoso.
Con el juego descubierto, nos tendimos en el suelo a descansar.
Pero Mariela había quedado resentida, ya que sostenía que Estela había recibido doble ración de leche y ella no. Así es que la dio vuelta a Estela y comenzó a chuparle el culo con ansiedad.
Esa escena me puso caliente de nuevo. Me acerque a la cabeza de Estela y le dije que me chupara la pija hasta endurecerla, cosa que no se hizo rogar.
Cuando me la puso al palo, di la vuelta, le pare el culo a Mariela y la comencé a coger, mientras ella seguía lamiéndole el culo a Estela. Desde esa posición pude ver como Mariela le metía dos dedos en el culo a Estela y el pulgar en la concha y la pajeaba frenéticamente.
Estela gritaba que estaba acabando justo en el momento que yo explotaba dentro del culo de Mariela. Luego de sentir la ultima gota de semen en su culo, Mariela se dio vuelta y me la chupo hasta hacerme temblar.
La noche termino con otra ducha de los tres juntos y me despedí de ellas, rendido físicamente pero satisfecho como pocas veces.
Luego de este encuentro seguí cogiendo con las dos por separado, pero nunca mas pudimos repetir el trío: Mariela no quería.
Autor: sexobseso