La Alumna del Placer 1

“Alejandra era la típica nerd, le encantaba saber de todo, hasta que un día fue obligada a descubrir nuevas sensaciones que no conocía. Ahora tenía una nueva tarea, aprender todo lo posible de su nuevo maestro, el placer…”

La Alumna del Placer. I

"Alejandra era la típica nerd, le encantaba saber de todo, hasta que un día fue obligada a descubrir nuevas sensaciones que no conocía. Ahora tenía una nueva tarea, aprender todo lo posible de su nuevo maestro, el placer…"

Mi nombre es Alejandra, soy la típica joven a la que llaman nerd, me gusta estudiar, no salgo con nadie, no voy a fiestas, soy aburrida, en fin, la come libros. No soy la persona más bella del mundo, pero tampoco soy fea, simplemente que no me gusta arreglarme o ir a centros de estéticas. Me hago una coleta y ya está.

Resulta ser que un día tenía un examen de química y había madrugado estudiando, por lo que me levante muy tarde, salí rapidísimo de mi casa, cuando llegué al colegio ya todos estaban organizados para tomar el examen. A mí siempre me ha gustado sentarme delante, pero en esta ocasión todos los lugares estaban ocupados. El profesor me señala que atrás en el fondo había un lugar disponible. Cuando me siento me doy cuenta que al lado de mi se encuentra sentado Fernando, el que se podría decir que es el chico malo de la clase. No podía ser peor estar sentada al lado de tal personaje. Cuando de repente me hace un silbido, yo volteo haber que quiere, a lo que me dice:

-Espero que te acuerdes de mí en tu momento de gloria.

A lo que le respondí de forma sarcástica: - sí, espero hacerlo.

-No te hagas la graciosa conmigo, te conviene ayudarme. –Me dijo en tono amenazante. Además te ganaras un besito bien rico.

-¿Y si no te ayudo qué? –Le dije algo desafiante.

-Ya verás

En ese momento el profesor pasó a entregar los exámenes y no seguí hablando con ese estúpido.

El examen estaba muy sencillo, o al menos para mí, estaba ya casi terminándolo, cuando oigo un pequeño silbido.

-Shhh, comienza a decirme desde la primera. –Dijo Fernando en un tono bajo.

Yo continúe mi examen como si no hubiese escuchado nada. Pero Fernando siguió insistiendo, a tal punto que me tiró un trozo de goma de borrar. No podía soportarlo, no le iba a decir nada a ese estúpido, no se lo merecía, pero que se creía, que se iba a aprovechar de mí, claro que no. Cuando contesté la última pregunta estaba tan desesperada por terminar que ni siquiera revisé el examen cuando me paré y entregué al profesor.

Rápidamente con las actividades del día olvide tal hecho, cuando estaba saliendo del colegio que me dirigía hacia mí casa escuche que alguien me decía:

-Oh ya veo, la niñita se ha hecho la valiente conmigo.

Reconocí esa voz, era Fernando. Voltee a verlo, lo vi a los ojos, y no sé, pero sentí miedo de su mirada.

-No me jodas Fernando, si creías que te iba a decir, estás loco. –Le dije en forma de reprocho.

-Ahh, con que no me tenías que decir.

En ese momento Fernando me agarró de un brazo y me jaló muy bruscamente chocando contra su pecho. Trate de soltarme, pero me agarró muy fuerte, iba a gritar y me tapo la boca. Estaba ya muy nerviosa, Fernando no tenía muy buena fama, sabía que era capaz de darme una paliza, así que deje de hacerle resistencia a ver si cedía, ya que podría ser un acto de venganza y nada más querría darme un buen susto. Pero no fue así, me susurró algo al oído:

-A partir de ahora tendrás que mirar para todas las esquinas, porque donde quiera que te vea te atraparé y te haré pagar, maldita puta.

En ese momento Fernando soltó mis manos y con sus manos libres me agarró del cuello y me dio un profundo beso de sorpresa. El muy maldito me había humillado en medio de la calle. Como si nada hubiese sucedido me soltó y se fue. Desde ese día tenía miedo de él. En el colegio me lo encontraba y me miraba con tanto odio y rencor que pensaba que no me salvaría de una buena paliza. No quería irme sola a mi casa, siempre le pedía algún amigo o amiga que nos fuéramos juntos en la misma dirección para tratar de sentirme a salvo.

El tiempo pasó y ya todo había quedado atrás, ya no me miraba con odio, es más parecía que no había ocurrido nada. Empecé a actuar con normalidad, a irme sola a mi casa, por fin estaba tranquila.

Un día iba de regreso a casa, no sé porque, pero ese día decidí tomar una ruta diferente a la habitual para ganarme unos cuantos minutos en llegar a mi casa, cuando de repente oigo una voz que me dice:

-¿Pensaste que te iba a dejar en paz? Pero si aún no me has pagado lo que me debes

Sentí como que el corazón se me paraba, reconocí esa voz, no sé qué me pasó, quería correr, pero mi cuerpo no se movía, nunca me había pasado algo así. Fernando me sujeto por detrás muy fuerte, forceje con él, pero era más fuerte que yo, no sé qué me habrá hecho, pero me puso un pañuelo en la cara que tenía un olor fuerte, fui como perdiendo todas mis fuerzas, hasta que perdí el conocimiento.

Cuando desperté, estaba como algo mareada y no recordaba bien lo que había pasado, lo último que recordaba es que había tomado un camino diferente para ir a mi casa, oh no… lo recordé, Fernando

No podía creerlo, me había secuestrado, eso se salía ya de mis expectativas, pensé que nada más sería una simple paliza, pero ¿Qué era todo esto? Me maldecía ver tomado esa ruta, mi madre siempre me decía que no pasara por ahí, que era peligroso, ya que era un camino muy solitario. No entendía que tanto mal le había yo hecho Fernando para que me hiciera esto. Me tenía atada en una cama de pies y manos.

-Valla, te has despertado, ¿estas listas para lo bueno?

-Maldito, por qué me haces esto, sabes que te estas metiendo en un problema grande, esto se llama secuestro. –Le dije furiosa.

-¿Secuestro? Pero a ti te gusta estar aquí conmigo, ¿o no? Además tu estas por tu deuda, ¿qué malo tiene eso?

-No estoy para bromas, suéltame, ya me hiciste pagar, aprendí la lección. Por favor, y quedamos como amigos, pero déjame ir.

-Ja, ja, ja ¿Qué ya me pagaste? Pero si todavía no hemos empezado.

Que querría decir Fernando con eso, es que acaso el… No, no se atrevería, yo aún era virgen, no podía perderla en tal situación.

Fernando en ese momento me coloca un pañuelo en la boca para callarme y se sienta a mi lado, me estaba mirando por todas partes, yo seguía cada movimiento de sus ojos, de pronto metió una de sus manos entre mis piernas haciendo a un lado la faldita escolar que llevaba puesta. No fue con rodeos, rápidamente me quito las bragas, viendo lo que nunca había visto cualquier chico. Ese maldito me estaba viendo el coño y yo no podía hacer nada, quería taparme, me mataba la vergüenza, la rabia me dominaba.

Se acomodó como para tener una mejor visión de mi coño y colocó su cabeza frente a él, parecía que analizaba su estructura, no quería perderse ni un solo detalle.

-Tienes un coño muy bonito, pero está muy descuidado.

Era cierto, hacía tiempo que no me depilaba. Fernando se paró de la cama y buscó entre unas bolsas que estaban cerca.

-Qué bueno que el buen Fernando siempre toma precauciones.

Al parecer había sacado una crema de afeitar y una afeitadora. El muy maldito me iba a depilar el coño y yo sin poder hacer nada, se me salían las lágrimas, quería llamar a mi mamá, que alguien por favor me rescatase de eso, pero mis suplicas no eran escuchadas.

Fernando depiló mi coño con sumo cuidado, al mismo tiempo que lo disfrutaba, lo note porque cuando se paró a tomar un trozo de papel para limpiarme, puede ver claramente que tenía una tremenda erección entre las piernas, y no sé por qué, pero ver eso me excitó un poco.

-Ahora si se ve como un coño de verdad. –Dijo Fernando con una sonrisa maliciosa en la cara.

Se acercó nuevamente y con sus manos separó los labios de mi sexo para hurgar en mi interior.

-Uhhhh, no lo puedo creer, joder, pero si eres virgen. –Dijo como si se hubiese sacado la lotería.

-Jajaja, joder, en estos días una virgen, a la verdad que eres toda una joya, jajaja, no me lo puedo creer, mi primera virgen.

¿Cómo que su primera virgen? El muy hijo de puta de verdad me iba a violar.

-Zorra, hoy vas a saber lo que es bueno.

Se acercó nuevamente a mi coño y comenzó a lamerlo. Joder, me hacía cosquillas, me daba rabia lo que sucedía, pero debo admitir que me estaba gustando lo que me hacía. Poco a poco comencé a relajarme. Él lo notó. Vio que los gestos de mi cara habían cambiado, movía mi cadera como loca, nunca antes había sentido algo así. No podía entender porque estando yo en esa situación podía estar disfrutando tanto.

Fernando pasó de una simple lamida a una gran comida de coño, me lo comía como si su vida dependiera de ello. Era algo que no quería que parara, se hacía cada vez más intenso, hasta que sentí que estallé un momento de tanto gozo, que luego me sentí como si estuviese muy cansada, me sentía exhausta, y ni siquiera me había movido de la cama, todo esto fue por una mamada, una mamada que me había propiciado mi primer orgasmo.

Fernando se acercó y me liberó, me encontraba tan aturdida que ni siquiera intente escapar, me quede con él en la cama, mire hacía su entre pierna y vi que estaba muy empalmado. Me miró a los ojos y me dijo:

-No lo pienses tanto, libéralo de su prisión.

Entendí el mensaje, de verdad que no sé qué me estaba pasando, ahora que estaba libre podría escapar, en cambio deseaba con muchas ansias ver la polla de Fernando, la deseaba. Me acerque a él, busque con mi mano el cierre de su pantalón, lo abrí, y lo ayudé a quitárselo, solo quedó en unos bóxer que no eran capaz de contener aquella bestia. Con muchas ansias metí la mano entre sus bóxer y la sentí, era muy dura y tibia. Se la saqué hacía fuera, no era una polla tan deslumbrante, era de un tamaño y grosor normal, pero me resultaba ser perfecta.

Lo miré a los ojos, sabía lo que tenía que hacer, me fui acercando a ella, olí por primera vez el olor a polla, me pareció algo desagradable en un principio, pero me sentía tan cachonda en ese momento que no me importaba. Me fui metiendo poco a poco la punta en mi boca y la fui saboreando de a poco. Mientras iba perdiendo el miedo y adquiriendo experiencia, me la fui metiendo cada vez más y más profunda, veía que Fernando se moría de placer. Colocó sus manos sobre mi cabeza y me acariciaba el pelo.

Le comía su polla desde la base hasta la punta. Le acariciaba las bolas. Lo veía fijamente a la cara, para ver cuál de todas mis mordidas le daban más placer. Me gustaba verle disfrutar. No podía dejar de chupar, me encantaba sentir esa polla en mi boca, saborearla, me sentía poderosa, es como si yo fuese la que tuviese el poder. Fernando me levantó y me quitó la camisa que tenía junto con el sostén, vio mis tetas que sobra decir que estaban más que duras. Me las agarró y se acercó y se llevó una a la boca, mientras con la otra mano me acariciaba la otra.

Yo en cambió por el cambio de posición me tuve que limitar a hacerle una paja. Estaba tan descontrolada, gemía como loca, parecía una actriz porno, por mi mente pasaba imágenes de mi madre cuando me decía que no fuera una chica fácil, si mi madre me viese ahora, pero no me importaba nada. Baje nuevamente hasta la polla de Fernando y me la metí en la boca y la chupé con más fuerza.

Me dijo que estaba a punto de correrse, que parase o se correría en mi cara, a lo que respondí con mayor intensidad de mi mamada. Fernando no aguanto más y se corrió en mi boca. Era algo extraño, el sabor del semen me parecía muy raro, además que era pegajoso y caliente, no me lo quise tragar, así que lo escupí a un lado.

Luego sin darme cuenta, metí una mano en mi coñito y estaba muy empapada. No sé qué me habrá pasado, no era yo, nunca haría algo así, pero lo hice y no me sentía para nada culpable. Le dije a Fernando que quería pagar mi deuda con él, que por favor me follase, me dijo que no podría hacerlo hoy porque tenía algo que hacer, pero que no me preocupara, que me iba a cobrar la deuda aunque fuera lo último que hiciera en la vida.

Nos limpiamos, Fernando me llevó hasta mi casa y me preguntó que si iba a denunciarlo. Desee decirle que sí, se lo merecía, pero no podía, me quede en silencio mientras miraba sus ojos, no lo había notado antes, pero tenía unos ojos preciosos. Se acercó y me dijo con su boca cerca de la mía:

-A partir de hoy serás mi puta y harás para mí lo que yo quiera, además recuerda que ese chochito virgen tuyo me pertenece, así que mucho cuidado, con dárselo a otro tío para no molerte a golpes.

Esas palabras suyas, me pusieron cachonda, era su puta y en verdad quería serlo.

Me agarro una teta suavemente y me la acariciaba, rápidamente sentí que se me pusieron duras. Me dio un beso en la boca y me dejó ir. Entre a mi casa, me duché y me senté en la cama, no podía dejar de pensar en lo que había pasado, repasaba cada sensación, el sabor de la polla de Fernando, su cara, su todo. Me paré en frente del espejo y veía mi imagen reflejada, pero no era yo, esa persona que veía en el espejo era otra persona, era su puta, la puta de Fernando, y como tal debía de comportarme diferente, abrí una de mis gavetas y saqué un juego de maquillaje que me habían regalo pero nunca usé. Me solté mi cabello, me lo peiné, me maquillé y me miré nuevamente en el espejo, por primera vez me veía como era, una chica hermosa, una puta.

Sentí que a partir de ese momento ya nada volvería a seguir siendo igual. Fernando me había convertido en una puta y quería más, y como una puta solo había una forma de conseguirlo, siendo una verdadera puta. Mañana sería un nuevo día, un día para empezar una nueva vida, un día para aprender y no de los libros, sino de mi nuevo maestro el placer

Continuará