La alquimia del sexo
En un trío tu imaginación es el límite...
El cuerpo maneja tiempos distintos al que da el reloj, por eso cuando me vi con Adrián fue como si no hubiésemos pasado años separados, él estaría unos días en el país y el único lugar en el que quería reposar era entre mis pechos.
Estuvimos toda la noche en una cabaña cerca del mar, recordando con nuestras lenguas cada rincón de nuestros cuerpos, lo hicimos como animales en celo, pero también lento con todo el amor acumulado en conversaciones que nos desvelaban, la experiencia adquirida con otras personas nos hacía conocernos más para saber lo que los ponía a millón, no teníamos secretos, ni siquiera una relación, éramos algo imposible de etiquetar.
Al despertar entrelazados el hambre nos atacó, regresábamos al día siguiente así que también podríamos disfrutar de los placeres cotidianos, fuimos a distraernos al café más cercano y solitario que encontramos.
-Claro, seguro te refieres a ti viviendo con dos mujeres, así cuando una tiene el periodo te puedes montar a la otra jajaja.
-No necesariamente, si no soy capaz de vivir con una menos con dos, en cambio a ti fijo si te emociona la idea de tener dos guevos a tu disposición para hacer con ellos lo que quieras.
-El muchacho del café nos está oyendo, pervertido.
-Tiene audífonos, ya quisieras tú que nos escuche a ver si se nos une, la sola idea fijo te moja, imagina dos penes entrando y saliendo de ti, que mientras se lo mamas a uno el otro te está cogiendo. Listo, ya estás apretando las piernas para no abrirlas sobre la barra.
-Sabés qué si me excitaría, puede que mientras me estes penetrando también lo hagan contigo... el punto h del hombre está en su ano, ningún caballero debería morir sin conocer todas las sensaciones de su cuerpo, no digo que luego “te cambies de equipo” pero imagina a tres personas gozando plenamente de su sexualidad, estoy segura que la alquimia del sexo es un tren de carne.
-Jajaja no me parece mala idea, nunca me ha excitado un hombre, pero visto en ese contexto se me comienza a despertar la herramienta de carne. Lástima que no nos estén escuchando, puedo notar que te gusta y la verdad es que lo veo entre tus piernas, mientras me chupas las bolas.
Adrián descaradamente desabrochó unos botones de mi camisa, no tenía sostén y casi se me salen los senos, el local estaba sólo, ahora sí que nos estaban viendo, mis pezones se erguían de manera descarada, tanto como la mirada del otro hombre, que se quitó los audífonos y se mordió el labio sin ningún pudor.
-Los audífonos son sólo para simular que no escucho y que la gente se sienta en libertad de hablar, el local es mío, si se esperan les doy el día libre al resto de los empleados y cierro. Espero que les guste el sexo como el café.
Dijimos que sí al unísono y agarramos la taza que nos daba, el café era fuerte y cargado de licor, hasta ahora no nos habíamos planteado nada.
Sí, queríamos hacer un trío, pero uno convencional, primero con otra mujer y luego con otro hombre con suerte luego nos encontraríamos los 4 y seguiríamos, pensamos en un local swinger de la capital jamás se nos ocurrió algo así en nuestra escapada playera.
-Daniela, contigo lo quiero todo, no es una utopía lo de la alquimia del sexo ¿realmente lo quieres?- Como respuesta metí los dedos en mi empapada vagina y se los pasé por los labios.
-Estamos solos, un placer, me llamo Sergio, por lo que escuché ustedes son Daniela y Adrián, quiero aclarar que no soy gay y que jamás había hecho algo parecido, pero mientras hablaban imaginé cada movimiento, cada sensación y la idea de matarme a pajas porque no fui capaz de atreverme no me gustaría ¿quieren un trago?
- Lo queremos todo.
Pasamos a otra parte lejos de los ventanales donde parecía más una habitación con barra que otra cosa, bebimos un rato, conversamos sobre todo tipo de temas, cuando la conversación se calentó Adrián me besó con hambre, terminó de dejar al descubierto mis senos y eso fue una invitación para que Sergio se pegara a ellos, sus besos recorrían mi cuerpo, sus bocas se rozaban y la ropa fue desapareciendo, no les importaba que sus erecciones se tocarán, estaban demasiados entregados dándome placer.
Me puse de rodillas y ambos se acercaron, pasaba de un pene a otro, la gula me ganó y los junte, no me cabrían en la boca pero parte de mi quería ver como reaccionaban a la cercanía, sonrieron y se dejaron hacer, mi vagina no aguantaba, tumbe a Adrián y lo cabalgue, me daba nalgadas, Sergio se masturbaba con fuerza, entre gemidos lo invité a unirse, sentí como me llenaban por completo, el placer me nublaba pero hoy no sólo se trataba de mi, quería que Adrián se fuese con un recuerdo imborrable.
Me separé cuando más excitados los sentí, me encajé en Sergio y a Adrián le daba una mamada con la que le rozaba su cueva, sabía a donde quería llegar así que no se sorprendió cuando le metí un dedo, luego otro... Su pene se puso más duro de lo que había estado jamás, me dio una cachetada y me follo la boca.
Tenía el control de la situación, le puse un condón a Sergio y me acosté de lado para que Adrián pudiese cogerme dejando su culo expuesto, no sé de donde Sergio sacó un lubricante caliente que le dilató el ano, pero poco a poco fue entrando, mientras Adrián estaba quieto dentro de mí, podía sentir su verga latiendo emocionada por la nueva sensación de placer, se puso tan grande y fuerte que sentí que me traspasaba, cuando Sergio entró completamente se aferró a mis senos y me mordió el cuello, éramos un tren perfecto.
Sergio buscaba tocarme y eso hacía que sus bolas chocasen, Adrián frotaba mi clítoris como si quisiera matarme del placer, lamia y se aferraba con sus dientes a mi espalda, yo mordía la almohada, los gemidos de los tres se mezclaban como nuestros cuerpos, saque fuerzas para suplicarles que me bañasen con su leche, aceleraron el ritmo, creí que me iba a desmayar por todo lo que estaba sintiendo.
- Eres mi puta.- Susurró Adrián.
Aprovechó que pare mi cola como gata en celo y me cogió por el culo mientras me ahorcaba, Sergio vio la oportunidad para cambiar de posición y volver a llenar todos mis agujeros, nos besábamos, tener a uno al frente y al otro detrás era el cielo.
Pocos movimientos bastaron para sentirlos gruñir, mucho habían aguantado y yo ya no podía más, no obstante se quedaron otro rato gozando, creando nuevas barreras de placer, hasta que salieron justo a tiempo para llenarme toda con su néctar, podía identificar el sabor de Adrián, pero ahora ambas se mezclaban, las disfruté con mis dedos mientras los veía.
Estaba agotada tumbada en el sillón, Adrián limpió mi cuerpo y Sergio nos trajo comida. Ya vestidos hablamos como si nada, afuera caía la noche y yo sólo quería dormir al lado de ese hombre que se iría en unos días, pero que me había regalado el mejor momento de mi vida.
-Y eso señorita, es la alquimia del placer, te dije que no era utopía, gracias por todo Sergio, fue un verdadero placer.
-Espero que cuando regresen al pueblo puedan volver a disfrutar de un buen café.
Pero nosotros regresábamos al día siguiente a la capital, el reencuentro apenas comenzaba...