La agitada vida de Anita
Anita descubre que a su familia le encanta el sexo.
Mi nombre es Anita, tengo 43 años, soy de piel blanca, todavía tengo un lindo cuerpo, con piernas bien torneadas, un culo respingón y unas tetas medianas. Estoy casada con Luciano hace 20 años. Luciano tiene también 45 años, es un poco mas bajo que yo, se mantiene en forma. Tenemos 4 hijos: Matías de 25 años, Mariel de 22 años, Juan de 20 y Paulita de 18 años.
Todo comenzó cuando hace 3 meses mi hermana Alicia vino de paseo con mi mamá. Mi hermana se separó de su marido pues él la pesco con otra mujer, y no era tan liberal para aceptarlo, por lo que mi hermana se fue a vivir con mamá.
Era tiempo de vacaciones, y entonces a mis hijos varones los mandé a dormir en el estar y así la pieza quedó para mamá y Alicia.
Como era verano, todos andábamos ligeros de ropas, y percibí que mi hijo Matías miraba descaradamente a su tía. Por la noche, me levanto para tomar agua, y en la penumbra noto que Matías espiaba la pieza donde estaba su tía y su abuela. Lo que me escandalizó era que claramente se notaba que se estaba masturbando. Eran las 4 de la mañana, y me acerqué silenciosamente por detrás y lo que ví me impactó. Estaba mi hermana Alicia chupándole la concha a mi mamá, mientras ella gemía de gusto. Un calor subió por mi cuerpo y mi cara. Matías no se dio cuenta de mi presencia y entonces me escondí en el dormitorio. De reojo veo el chorro de semen que lanza Matías contra la pared. Me recosté en la cama y me di cuenta que estaba húmeda. No resistí la tentación y me metí dos dedos en mi concha, mientras pensaba en: LA PIJA DE MI HIJO. Mi esposo estaba durmiendo, pero no dudé y me tiré de boca a su pija, comencé a chuparlo, el se despertó y entonces me puse para un 69 hasta que gozamos los dos. El me preguntó a que se debía mi calentura, y entonces le dije que había visto algo, pero que mañana le contaría.
Al otro día, miré con más atención a todos: mi madre, pese a los 62 años que tiene se conserva muy bien, sus pechos grandes, aunque un poco caídos invitaban a chuparlos. Su cuerpo se mantiene en forma pues ella hace yoga. Mi hermana, con sus 41 años está realmente espectacular. Miré a mi hijo Matías quien no quitaba la vista de su abuela y su tía, y por lo menos 5 veces fue al baño ese día, seguro que a pegarse una buena paja.
Le conté a mi marido lo que ví la noche anterior (solo lo de mamá y Alicia), y él lejos de sorprenderse me dijo que ideáramos un plan para verlas. Esa noche, sábado, los varones y Mariel se fueron a bailar, por lo que a las doce ya estábamos los cuatro solo despiertos ya que Paulita se fue a dormir. Al rato, Luciano y yo nos fuimos a la pieza. A eso de las 3 de la mañana, despierto a Luciano y ambos nos vamos a espiar el dormitorio, desde el patio mirando por la ventana, desde un lugar discreto. En ese momento, mi madre estaba calzada con un gran consolador, y se la estaba dando a mi hermana. Escuchamos que Alicia dice: ¡ahora quiero por el culo!, y mi madre se acomoda y le pone los 20 cms. de latex en el orto. A esta altura, mis dedos hurgaban mi concha, y Luciano pasaba su pija por mi canal trasero. Cuando mi hermana comenzó a gemir, la pija de Luciano penetró mi culo. Gozamos juntos los 4.
El lunes, Luciano se fue a trabajar, y mamá me invita a salir a recorrer la ciudad. En determinado momento me dice que me confesará algo que le daba vergüenza, y que a la vez le hacía feliz. Le dije que ya lo sabía, pues las vi por la noche. Mi madre, lejos de avergonzarse, se justificó diciendo que desde hace dos meses ara muy feliz. Volvimos a casa, y por la tarde estábamos solas mi madre y yo, cuando decido ir a bañarme. Cuando estaba enjabonándome, mi madre entra al baño a hacer pis, mientras me mira. Me dice ¡hace tanto calor, que también me quiero pegar una duchita rápida!. La invito a que me acompañe, y cuando me di cuenta estábamos las dos enjabonándonos una a la otra, y siento los dedos de mi madre jugar con mi clítoris. Al rato estábamos las dos en mi cama haciendo un 69 espectacular. Mi madre gozo en mi boca.
En eso, veo una figura en mi puerta. Era la de mi hijo Matías, quien me miraba a los ojos mientras se acariciaba la pija. Mi mirada le dijo todo, y le llegó a su abuela por detrás, ensartando su verga de 20 cms. en la concha. Mamá se de vuelta y al ver a su nieto, se calienta aún más y vuelve a lamerme la raja. Mi hijo, accidentalmente?, deja escapar la pija de la concha y la apoya en mis labios. Solo puede poner su glande en mi boca y ya recibí una catarata de semen que casi me ahoga. Mi madre se da vuelta besándome en la boca, compartiendo la leche de mi hijo.
Todavía estaba caliente, pero debíamos levantarnos pues enseguida llegaba el resto de la familia.
Por la noche, Luciano y yo volvemos a espiar por la ventana, y nuestra sorpresa fue mayor: la que estaba Acosta, con las piernas abiertas, era nuestra hija Mariel, quien era chupada en la concha por su tía y en las tetas por su abuela. Su tía le quizo ensartar el vibrador, pero ella se resistió y dijo que solo quería lametones. Al rato las tres gozaron y quedaron dormidas, mientras Luciano regaba mi concha con su acabada.
La cuarta tarde, Luciano sale con Mariel a revisar la casa de unos amigos que fueron de vacaciones. No se porqué, pero intuía que algo raro iba a pasar, y no me equivoqué. Así que le pedí a Matías que me acompañara. Luciano entró a la casa, y nosotros también pues teníamos otro juego de llaves. Al rato Luciano estaba ¡besándose con Mariel!, que le acariciaba la verga por sobre el pantalón. En unos segundo estaban desnudos, y Mariel se agachó y puso la pija de su papá en la boca mientras él gemía. Matías, se puso detrás de mí, me bajó la bombacha y acercó su pija en mi culo. En el mismo momento en que Mariel recibió la pija de su papá en la concha, yo recibía la gruesa pija de mi hijo en el culo. Ya no me importó nada, y comencé a gemir, lo que provocó la mirada de Luciano y Mariel hacia donde estábamos. Ellos se sueltan y vienen hacia nosotros. Mi hijo se sentó en el sofá, y yo me volví a ensartar la pija en el culo. Los ojos de Mariel miraban la acción, y ella no resistió más. Se agachó y comenzó a mamarme la concha, mientras que su papá le comenzó a abrir el culo. Así estábamos ensartadas las dos por el culo cuando llegamos al gozo.
Volvimos a casa, y le conté a mamá lo que habíamos hecho. Para esa noche, solo faltaban divertirse Juan y Paulita. A Juan le agarró su tía Alicia, y a los 15 minutos ya se estaba echando el primer polvo de su vida en una mujer. A Paulita, su abuela la llevó al dormitorio y le pidió que le pase crema en la espalda. Cuando Paulita terminó, su abuela le dijo que ahora ella iba a recibir una sesión de masajes, y que para eso debía sacerse su malla. Paulita desnuda estaba espectacular. Sus piernas finitas pero bien torneadas, su pecho chico pero con grandes aureolas, y su conchita con una suave pelambre. Cuando la abuela llegó a la altura del ombligo, ya Paulita suspiraba, por lo que el siguiente paso fue pasarle la crema en la cara interna de los muslos. A esta altura, Paulita agarraba con fuerzas las sábanas y se contenía para no gritar, pero igual, al sentir la lengua de su abuela en su chochito, lanzó un grito que escuchamos todos.
Eso dio pie para que prendamos todas las luces, y lo que vimos fue: Luciano con Mariel, Alicia con Juan y yo con Matías, todos desnudos.
Lo que siguió fue espectacular. Fue penetrada por la concha y el culo por mis hijos mientras mi hija me hacía lamer su concha. Paulita era chupada por su tía y por su abuela, luego Luciano le ensartó la pija a Paulita, que a su vez le chupaba a Matías, mientras Juan cogía a su abuela y Mariel y Alicia hacían un 69, luego Juancito le hizo el culo a Paulita, mientras Matías cogía a Mariel y yo con el consolador le perforaba el culo a mamá, mientras Luciano se cogía a Alicia. Esa habitación era solo olor a jugos y semen.