La administradora del Apartahotel

Al acriciarle la carrerita formada de sus bellos en el abdomen, abrí la puerta a sus mas bellos encantos.

Vivía yo en una Apartahotel luego de mi separación de mi exesposa y conocí allí a una linda muchacha que era la administradora del lugar.

Desde los primeros encuentros noté que le yo gustaba ella a mí. Ella es una mujer delgada y coqueta, sus senos son mediando y duros. Desde el ombligo le baja una carrera de bellos que se pierden por debajo de su pantalón.

En varias ocasiones me sorprendió mirándole sus bellitos, así es que un día mientras conversaba por teléfonos desde su oficina, aproveché que ella estaba parada frente a mí para tocarle su vientre con un dedo y acariciar sus bellos. Ella no reaccionó, como si quisiera demostrar que no había pasado nada, o mejor aún, que no había sentido nada. Luego aprendí que esa era su forma de reaccionar.

Volví a tocar sus bellos en varias ocasiones antes de invitarle a que nos viéramos cuando terminara su jornada. Ella era la encargada de cerrar la puerta del edificio a las 11:00 p.m. y era entonces cuando estaba libre.

Ella accedió a subir a mi habitación a esa hora y así lo hizo. Yo la esperaba y aunque le había dejado la puerta sin seguro para que ella no tuviera que tocar a la puerta, no se lo dije a sí es que a esa hora tocó ella a la puerta y yo me tiré de la cama y fui a abrirle antes de que los vecinos la vieran entrar a mi habitación.

La invité a entrar y le brindé un refresco pues no quiso un vino que había yo comprado para la ocasión.

Luego de un rato la besé y ella me respondió tímidamente, luego nos sentamos en la cama y después de besarle y acariciarle, la tumbé en la cama y entre forcejeos y juegos comencé a percibir que le gustaba cómo le besaba su cuello y luego la boca. Comenzó a besarme de una forma diferente, así es que me concentré en su cuello, y le di varias vueltas, dedicando a besarle cada milímetro de él. Bajaba y subía como quien quiere besar su espalda y su pecho, pero al mismo tiempo, como quien no tiene prisa.

Me cogió mi mano y la llevó hasta sus senos por debajo de la buza, ya se había desabrochado su brazier así es que disfruté acariciárselos mientras volvía a besarle su boca y su cuello. La sensación era maravillosa. Su piel, la dureza de sus senos. La piel brotada y mas dura de sus pezones hinchados de excitación. Todo me volvía loco y me excitaba a mas no poder.

La recosté en la cama y traté de quitarle la bluza, pero no me dejó, pegamos nuestros cuerpos y sentía su vulva contra mi pene, me abrazó fuertemente y mientras lo hacía apretada su cadera con mi cuerpo, haciendo un movimiento casi imperceptible que rozaba mi pene rítmicamente.

Por un momento me solté al placer y sin darme cuenta comencé a venirme (correrme) sobre mis ropas. No se si ella también se corrió, pero rápidamente se arregló su ropa y se despidió, saliendo de mi habitación rápidamente.

Yo la acompañé rápidamente a la puerta y me fui al baño a masturbarme de nuevo con la experiencia que acababa de vivir.

A partir de ahí, dos o tres veces a la semana la invitaba a subir a mi habitación. Dejaba la puerta sin seguro y ella la abría muy silenciosamente. Nunca quiso quedarse a amanecer conmigo, pero nunca se negó a mi invitación.

Le encanta como le mamo su Toto. Le gusta cuando le agarro su clítoris con mis dientes y se lo acaricio con mi lengua. Cuando lo hago se mueve ardientemente y gime sutilmente. Cuando trato de quitarme, me agarra la cabeza y me estruja su vulva en la boca.

Cada vez que nos encontramos acaricio los bellos de su vientre y los uso como guías para llegar a su principal foco de placer. Me encanta mamarle su Toto y su culito apretado. Aunque nunca hemos hecho sexo anal, pronto trataré de romperle el culito a mi flaca.

Seguimos viéndonos, aunque más espaciadamente. Ambos estamos casados.