La actuación de mi hermana pequeña
Algunas veces hay que sacrificarse un poco, aburrirse y aguantar, para luego saber apreciar mejor las cosas buenas que tiene la vida. Una mujer madura sabe como alegrar a un jovenzuelo.
Odio a mi hermana pequeña! Por su culpa desde que nació me ha tocado hacer cosas que no quería. Hoy ha vuelto a suceder. Acompaño a mi abuela a un festival de baile que organiza la academia donde va mi hermanita a practicar jazz y hip-hop.
Mi abuela tiene la movilidad reducida y me toca acompañarla al teatro donde se producen las actuaciones. No es la primera vez que vamos y sé que puede durar dos o tres horas pues actúan todos los grupos y varias veces. A mis dieciocho años me toca aguantar el tostón. Todo sea por complacer a mi abuela que me quiere mucho y sabe que yo también hare todo lo necesario para alegrar sus últimos días.
Hemos venido con tiempo y tenemos un buen sitio en uno de los compartimentos del primer piso del teatro, centrado y con buenos asientos. Caben otras tres personas, pero hay que colocarse bien para poder ver comodidad el espectáculo.
Estoy al lado del separador del compartimento y mi abuela a mi lado. Se apaga la luz y empiezan los bailes de los distintos grupos. ¡Empieza el aburrimiento!.
Después de la primera actuación irrumpe en el compartimento una señora que apresuradamente busca su sitio para no perder detalle. Mi abuela abre hueco y me hace señas para que me pegue a la pared para abrir sitio para ella. Se quita la chaqueta, que dobla y se pone en la falda. Después de hablar unos instantes en voz baja con mi abuela ya se encuentra acomodada. Yo he quedado arrinconado, un poco apretujado entre la señora y la pared.
Lo bueno es que cuando se mueve me da con el pecho en el brazo y eso me gusta. Noto como su teta se aplasta de forma distraída contra mi brazo. Tiene unos pechos hermosos y rotundos, La tela del sujetador y de la blusa son finas, tanto que me parece que puedo distinguir la punta de su pezón.
La mujer, de mediana edad y elegantemente vestida, parece tener buena sintonía con mi abuela y comenta todo lo que sucede en el escenario. No deja de moverse, con lo que frota una y otra vez su pecho con mi brazo. Cruzo los brazos delante del pecho y dejo mi mano estratégicamente situada para que la próxima vez, su teta tropiece con mi mano.
Se repiten los roces, ahora contra mis dedos, sin que cause ninguna alteración en la mujer.
Me animo tanto que no espero a que sea ella la que se mueve y empiezo a mover muy lentamente los dedos para deslizarlos sobre la curva de la teta. Ayudado por la oscuridad de la sala puedo seguir con el juego llegando a acariciar toda la curva hasta encontrar la protuberancia del pezón.
Me mira, suspira y respira inflando el pecho como diciendo: “aquí están mis tetas. ¿te gusta tocarlas?”
Mi atrevimiento crece al mismo tiempo que la erección, con lo que aventuro a tocar con más descaro. Ella coge su chaqueta, la vuelve a doblar pero en vez de ponerla sobre la falda la coloca de forma que se interpone entre mi mano y alguna mirada indiscreta. Es una buena señal y me pongo a sobarle el pecho como nunca hubiese imaginado.
Le desabrocho un par de botones y ahora ya toco carne. Uhmmm que tibieza mas agradable!!!
Se levanta del asiento para aplaudir con entusiasmo una actuación. Al volver a sentarse se pone un poco de lado. Su muslo entra en contacto con toda mi pierna. El contacto es completo e íntimo. Se me ocurre que tocarle la pierna puede ser muy estimulante.
Siguen las actuaciones y yo sigo sobándole la teta con más o menos descaro. Al final de cada actuación toda la gente aplaude y aprovecho esos instantes de ruido y agitación para llevar mi mano hasta la otra teta o meterla bajo la blusa para que el contacto sea aún más intimo.
Después de una actuación especialmente brillante de las bailarinas, la mujer se levanta y se rompe las manos aplaudiendo. Al sentarse le comenta a mi abuela que la actuación ha estado sensacional. Para ello me da un poco la espalda y se sienta de medio lado con parte del trasero al aire, entrando en contacto con todo el lateral de mi muslo.
Recoloco la chaqueta, dejándola sobre mi pierna y apoyada sobre su cadera. Metiendo la mano entre mis piernas la puedo llevar hasta alcanzar su muslo sin que nadie pueda ver nada. Disimuladamente acerco mi mano muy despacito hasta que noto el primer roce con la tela de su falda. Ella se revuelve un poco en el asiento pero enseguida se vuelve a acomodar manteniendo el contacto de mi mano con su muslo. Poco a poco voy progresando, le retiro un poco la falda buscando el contacto directo con la piel.
Tal como está sentada puedo pasar la mano desde la corva de la rodilla hasta coronar la curva de su culo. Estoy muy excitado por lo estimulante de la situación, así como por poder acariciar el culo de una mujer madura que me encantaría follar.
Si van pasando las actuaciones una tras otra, mucho más rápido de lo que quisiera, y llegamos al descanso. Se encienden las luces y la señora se levanta diciéndole a mi abuela que va a ver a su hija que está a punto de actuar. Tengo miedo que no vuelva o que si vuelve no quiera continuar con el juego, dejándose sobar por un jovenzuelo inexperto como yo. Para mi está siendo una tarde memorable en el teatro viendo actuar a mi hermana.
Antes de que terminen de apagarse todas la luces, la señora vuelve a ocupar su puesto, no sin antes bromear con mi abuela sobre lo ”bueno que soy” al aceptar con paciencia estar allí viendo un espectáculo que no me gusta. Luego me dedica unos cuantos elogios sobre lo guapo que soy ahora y atractivo que seré cuando sea “mayor”. Mi abuela se siente muy orgullosa de mi, y yo estoy un poco sonrojado. Si ella supiera lo dura y gorda que se me ha puesto desde hace un buen rato.
Empieza la segunda parte. Estamos tal y como lo dejamos hace quince minutos. Después de la primera actuación y los primeros aplausos, vuelvo a la carga y empiezo a sobarle la teta. Ahora la noto mas próxima y blanda, enseguida deduzco que el sujetador no se interpone, se lo ha quitado y ahora noto mucho mejor la forma de su pezón.
El descubrimiento me anima extraordinariamente y me lanzo a desabrochar la blusa para colar mi mano dentro. Ufff, ufff que tetas más ricas estoy tocando. Ella se vuelve hacia mí y contempla en mi cara el efecto que produce en mi su travesura.
Con su mirada me parece que me trasmite el mensaje: “Disfruta, disfruta… descubre las cosas buenas de la vida”. Después de sobarle las tetas con todo el disimulo posible, cambia de postura y me vuelve a ofrecer su pierna y nalgas para que las acaricie.
Hasta allí llevo mi mano, le toco el cachete del culo y encuentro el borde de las bragas. Mantengo la mano por allí y percibo un ligero calorcillo que viene de algún sitio. Con la yema de los dedos rasco suavemente sobre la braga sin saber muy bien donde toco. Se deja acariciar un poco más y al final de una actuación se mueve en el asiento obligándome a sacar la mano a riesgos de que me la apretuje con su pierna.
Le dice algo a mi abuela al oído, ambas ríen, y al final de la actuación en curso aplauden con entusiasmo. Nada más empezar el baile siguiente noto como una mano atrevida se desliza sobre mi pierna, tapada por mi chaqueta, hasta que alcanza mi paquete. Lo rodea, lo apretuja y lo calibra, todo antes de bajar la cremallera y colarse dentro de mi entrepierna.
Por encima del slip me masajea con destreza. Yo estoy paralizado y encantado. Nunca me había pasado algo igual. Acomodo la chaqueta para formar como una carpa donde esa mano maravillosa se pueda mover con facilidad. Me desabrocho el botón del pantalón y dejo que se saque la polla fuera. Esta gorda a punto de reventar, mi excitación es máxima y estoy deseando que la mano de esta maravillosa mujer se agarre al tronco y le de unas cuantas sacudidas fuertes e intensas hasta hacerme correr.
Por el contrario ella opta por rodear con su puño mi capullo. Lo aprieta y lo libera varias veces, luego pasa el dedo gordo por el borde del capullo sin soltarlo. El roce es muy intenso y me vuelve loco. Siento que mi polla empieza a segregar un líquido espeso que facilita el masaje. Luego pone sus dedos índice y medio en forma de uve, colocando mi picha en medio. Un sube y baja intenso sobre el capullo destruye cualquier capacidad de resistencia, una corrida violenta y abrupta hace que salgan varias andanadas de leche una tras otra.
Se me escapa un grito de placer. Mi abuela me lo recrimina con un chisssssttttt ¡!
He tenido la corrida de mi vida. Al terminar el espectáculo la señora se despide de mi abuela y de mí como si no hubiese ocurrido nada, y nos emplazamos para el festival de fin de curso que ya será en verano. Creo que volveré… aunque no me gusta nada el baile.
Deverano.