La aceptación de corazón de perra{tx_mdt} cap 3
Aquí se acaba de ver lo que sucede una vez entregada y aceptada.
Una vez que todo hubiera trascurrido por su cauce y con las almas plenas, mi Señora me mando ponerme en pie; obedecí instantáneamente, sin dudarlo. Sin palabras, procedió a cerrar el vestido y con suma paciencia, me hizo un bondage precioso; una karada con la que recorrió mi busto.
Utilizó para ello una cuerda blanca brillante, mezcla de algodón y seda que contrastaba con mi vestido negro y que lo hacía aún más llamativo y dejaba el cuerpo de la perra convenientemente adornado; como es evidente, el vestido quedó recogido en los puntos adecuados.
Uhmmmmmm, aún recuerdo Sus manos pasando por mi piel, rozándola; pasando la cuerda por el coño de Su sumisa, he de decir que cuando lo hicieron notaron mi evidente excitación y amenazaron con mandarme lavar la cuerda en el caso de que la mojara, intenté contenerme pero… creía que iba a ser inevitable; cómo así resultó en definitiva.
Además de la karada, mi Señora decidió inmovilizar las manos a ambos lados del cuerpo para lo que sujetó los brazos de Su perra a ambos lados de la misma impidiendo que los pudiera separar del cuerpo.
Para poder llevar a cabo ese trabajo mi Señora le dijo a mi Señor que sujetara mi larga melena; Él decidió que la mejor manera de hacerlo era haciendo un bondage en la melena de Su sumisa para tomó el pelo y lo fue atando con un trama de cuerda que lo fruncía sujetándolo de tal manera que el pelo quedaba inmóvil y pendiente de un solo extremo; esta atadura Le permitió tener el pelo en alto con una sola mano mediante la cuerda que sobresalía del mismo.
Sin embargo, esta postura era cansada para Él y, como a mi Señor no Le falta el ingenio, se las arreglo para no tener que estar con el brazo en alto; para ello sujetó el extremo del bondage de mi melena por encima de la cruz, atándolo y pasando la cuerda por las hembrillas situadas en el punto más elevado.
En esos momentos me sentía como una princesa perra; mis Señores se estaban ocupando de mí, poniéndome guapa. Uhmmmmmmm, guapa no… preciosa. El bondage que hizo mi Señora quedo precioso y, luego, mi Señor se esmero en completar el bondage de pelo mediante un casco de cuerda que rodeaba por entero la cabeza de Su sumisa, de Su niña.
En resumen que toda rodeada de cuerdas y suspendida de los extremos de la cruz, mientras mantenía los pies de puntillas, me sentía la sumisa más feliz del mundo a los pies de mis Señores; esa imagen era divina y me encanto.
Mientras me encontraba ahí atada en la cruz por mi pelo y de puntillas tenía el culo pegado a la cruz cosa que a mi Señora no la hizo mucha gracia por lo que comentó:
- Me da que el culo de esta perrita está demasiado protegido por la madera de la cruz
- Eso tiene un fácil arreglo.- contesté al tiempo que giraba el cuerpo para facilitarle el trabajo
Fue fácil hacerlo y ofrecer el culo a mi Dueña ya que solo estaba realmente enganchado el pelo; yo lo hice, giré mi cuerpo, por complacerla y Ella lo agradeció utilizando a Su conveniencia Su manita negra… empezó a azotarme virulentamente y yo empecé a gozar de esos azotes; sonaron uno, dos, tres… no sé cuantos fueron cayendo y calentando el culo de la perra.
La azotaina fue fuerte e intensa hasta el punto que escuché como algunos remaches de su manita saltaron pero la azotaina prosiguió hasta que Yo exclamé la palabra de seguridad (que por cierto me equivoque y tuve que corregir, diciéndola bien); me dio hasta que yo dije lo que debía; lo cierto es que mi culo ya estaba bien servido y rojo.
Entonces se acercó el Señor y me dijo:
- Vuelve a apoyarte en la cruz y abre las patas todo lo que puedas, perra
La orden fue dicha con voz seria y seca sin posibilidad de contestación, así que mi entrepierna se abrió más de lo que estaba sin necesidad, siquiera, de pensarlo sino siguiendo de forma automática la orden de mi Señor y respondiendo a Su voluntad mientras la mía dejaba de existir diluida en Él.
Y… comenzó a darme en el coño, de forma fuerte y seca; plashh, plashh, sonaban los azotes de la mano en el coño de la sumisa; uno, dos, tres y…, sin percatarme, volví a perder la cuenta de forma rápida metida en la percepción de las sensaciones que recorrían todo mi ser.
Uhmmmmmmmmmmmmm, que gusto y que dolor al mismo tiempo, toda el alma sumisa que tanto me llena se estremecía al tiempo que el cuerpo sentía el dolor y la mente controlaba buscando el mejor momento para decir, para exclamar la palabra de seguridad; en realidad, la dije bastante antes de lo que deseaba por miedo a las marcas; cosa que expliqué y que Ellos, como siempre, entendieron a la perfección.
Al acabar la azotaina, levantó la palma de la mano hasta ponérmela a la altura de los ojos… estaba brillante, brillante y húmeda; no me había percatado de cómo segregaba flujo vaginal, de cuan alta era mi excitación. mi Amo quitó su mano, la secó en la melena de Su perra, tomó mi barbilla haciéndome levantar la mirada hasta encontrarme con Sus ojos de tal manera que escudriñó en el fondo de mi alma con intensidad y… sonrió.
- Creo que esta perra en celo irá muy bien a casa oliendo a los jugos que salen del coño como si fuera la fuente de un río.- dijo manteniendo Su amplia sonrisa.
yo no respondí, solo me dejaba llevar en Sus manos confiando ciegamente en Ellos. Por un lado, deseaba que el momento finalizara debido a las sensaciones dolorosas; por todos los demás, que durara eternamente que no acabara nunca, poder servirles por toda la eternidad.
Tomaron los enganches del vestido y los desataron; tirando de ellos, dejaron mis pechos fuera del vestido y mi Señor tiró de los pezones, retorciéndolos al tiempo, de forma brusca e inesperada por mí. El tirón me produjo un fuerte dolor y no pude evitar un gemido ronco e intenso.
- Vaya.- dijo mi Amo.- esta perra se queja sin motivo y sin tener permiso para ello. Lo siento pero eso no Me gusta en absoluto; tendré que ponerle freno de forma inmediata.
Y fue dicho y hecho; se ausentó y volvió al instante trayendo en Su mano una pinza de vaquita de las que no te permiten hablar; yo, con miedo, saqué la lengua y Él la enterró lo más profundamente que pudo en mi boca pinzando fuertemente la lengua.
- Así seguro que no se vuelve a quejar cuando Nos divirtamos “adornando” este cuerpo que nos pertenece.- dijo dirigiéndose a la Sra
- Bueeeeeeeeno.- contestó Ella.- habrá que ver si es capaz de mantener la boca cerrada o hay que imponerla algo más fuerte.
yo negaba con la cabeza, al tiempo que pensaba mientras emitía unos sonidos ahogados para expresar lo que quería decir:
- “algo más fuerte, no por Dios; que esta maldita pinza ya hace el suficiente daño además de dificultar la respiración”.
Al parecer Les debió quedar claro que iba a contenerme todo lo que pudiera pues pasaron a adornar las tetas que Les pertenecen con todo tipo de pinzas; de madera, de plástico, grandes, pequeñas, de colgar la ropa y de oficina.
En la punta de los pezones (que parecían los cuernos de un miura) colocaron dos pequeñas pinzas de plástico que hacían que se resaltaran los mismos aún más claramente; estas no las olvidaré fácilmente pues acaban en unos pequeños dientes que hacen que se claven con especial intensidad.
Pasaron a los brazos y pusieron en ellos pinzas de plástico de las del pelo con forma de mariposas; y ¡como se clavaban los pinchitos que tienen en las puntas las cabritas de ellas!.
A continuación debieron decidir que los labios vaginales sobresalían poco de las cuerdas que los adornaban y a las que abrazaban por lo que colocaron dos grandes pinzas colgando de ellos; dos pinzas con pesos de los de pesca que alargaron la longitud de los labios haciéndolos claramente visibles.
Al acabar el adorno de este cuerpo que Les pertenece, tuvieron a bien comentar conmigo lo guapa que estaba y como me veía. yo me encontraba en la gloria, en el sitio en el que siempre he deseado estar, en el lugar al que realmente pertenezco.
Debo reconocerlo, si antes me veía preciosa, ahora no tenía calificativos para expresar como me encontraba de completa y de guapa con los adornos y mientras tanto mis labios vaginales como mi lengua babeaban como la perra que soy. Además, mientras Ellos adornaban las tetas de Su sumisa, conseguí controlar la respiración y que no me entrara la ansiedad de respirar únicamente por la nariz; un reto más cumplido gracias al entrenamiento que me da mi Señor.
La perra ya estaba totalmente adornada, pinzada y entregada pero con la pinza en la boca no podía hablar y mis pezones no aguantaban mas; utilizando un movimiento de cabeza pedí mediante gestos a mi Señora que me atendiera, la suplique que me quitara las pinzas de los pezones en ese mismo momento.
Ella decidió atender mi súplica y, después de quitarlas, Ella misma los curo con Su saliva y labios y mis pezones sintieron el alivio de Su atención, estaba excitada por aquella imagen, uhmmmmmmmmm.
Vi como empuñaban una pequeña fusta acabada en una lengüeta de goma; es una fusta de bastante rigidez que no había probado hasta el momento; la Señora se golpeó la palma de la mano un par de veces y miró en lo profundo de mis ojos.
- Ha llegado el momento de hacer saltar las pinzas.- dijo el Señor.
Y yo me percaté que iban a usar la fusta esa para hacerlo; no pude evitarlo, un escalofrío mezcla de temor, deseo, pasión y excitación recorrió todo mi cuerpo mientras deseaba que llegara el momento de sentir como los pellizcos se hacían más potentes en el salto de las mismas.
Sin embargo, extendí mi cuerpo buscando facilitarles la tarea, aún a sabiendas que los “mordisquitos” de las pinzas lo dañarían.
Ella empezó a golpear en las tetas con dureza, marcando bien los golpes para que las pinzas saltaran y no se quedaran colgadas que es cuando más daño hacen. Menos mal que Ella sabe muy bien el cómo hacerlo porque un par de ellas quedaron colgadas y las volvió a golpear con rapidez para que cayeran.
Luego quitó las de los brazos de un solo golpe cada una; se acercó mi Amo y tomó las pinzas con los pesos y las quitó tirando de ellas; ayyyyyyyy que dolor pero fue tal que, mezclado con el placer sentido, hizo que prácticamente me corriera y que mis jugos manaran de tal forma que Sus manos se llenaron de ellos.
Las levantó, estaban brillantes de la humedad recibida, brillantes por el placer recibido y, mirando a la Señora, la pidió que quitara la pinza de mi lengua; Ella lo hizo con cuidado y evitando el dolor al máximo, Él… Él acercó Su mano derecha a mi boca y, sin ni siquiera solicitar permiso, me lancé a limpiar y lamer esa mano llena de los zumos de mi placer; no, no, de mi placer no, del Suyo pues es a Ellos a quien pertenece.
- Bueno, creo que esta niña necesita que se la alivie un poco, ¿no crees, María???
- Sí, creo que sí; en estos glúteos se puede poner una sartén para freír un huevo.- contestó Ella, añadiendo.- y si no curamos un poco estas téticas… va a llegar a casa pareciendo una cebra.
- Entonces… ¿qué la damos mejor, el Arnidol o el Thrombocid?
- Mejor frio que así se alivia más rápido.
Tomaron unos bloques de hielo grandes y los pasaron por las marcas que lucía tanto de las pinzas como de la azotaina, ¡qué alivio! ¡qué fresquito estaba! ¡qué gusto proporcionaba! ¡qué susto cuando el primero de ellos hizo “crack” partiéndose por la diferencia de temperatura! Pero aún proporcionaba más gusto el sentir como Ellos se ocupan de Su perra y de que el bienestar de ella sea real.
- Gracias, mis Señores.- exclamé al tiempo que soltaba una pequeña risa mezcla del placer y del alivio.- jajajajaja
A pesar de que el tiempo empezaba a echarse encima, Ellos seguían actuando con la misma calma como si tuviéramos todo el tiempo del mundo. Esto provocaba en mí una reacción curiosa; por un lado, la falta de tiempo me inquietaba, por el otro, Su clama tranquilizaba aún más mi espíritu.
Calmados los ardores de mi cuerpo dijo repentinamente mi Dueño:
- Lo cierto es que esto Nos ha costado un huevo hacer todo esto y educarla, ehhhh.- mientras hablaba una sonrisa coronaba Su rostro.
- Pues… Yo diría que más que un huevo Nos ha costado dos.- replicó mi Señora con idéntica o mayor sonrisa.
yo no sabía lo que iba a suceder pero “temía” que algo nuevo pasaría, algo desconocido para mí.
- Bueno, pues si nos ha costado tanto habrá que hacerlo evidente.- dijo mi Amo al tiempo que extraía unos pesos con forma de huevo.- los colgaremos de tus pezones para reivindicar todo lo que nos cuesta educarte.
Y, como es evidente, así sucedió. Tomaron dos pinzas de las que sobresalen unas anillas y, después de colocarlas en mis adoloridos pezones, colgaron de ellas los pesos con forma de huevo.
- ¿Ves qué bonitos, pequeña perra Nuestra???.- preguntó retóricamente mi Señor al tiempo que los hacía balancear incrementando el dolor que me causaban.- espero qué no se te olvide lo que Nos cuesta mantenerte en tu sitio.
Dicho esto, y con una sonrisa que me resultó diabólica, tiró de los mismos arrancando tanto los pesos como las pinzas.
- Buuuf.- no pude evitar que se me escapara.
Sin embargo, no hicieron caso al bufido sino que se miraron evidentemente satisfechos. mi Señor me hizo arrodillarme delante de Él y me dijo:
- te estás portando muy bien, por eso te voy a regalar algo que tenía reservado para una ocasión especial.
Y sin más palabras, abrió la bragueta de Su pantalón y enterró Su polla en la boca que se abrió para recibirla gustosa; yo pensaba que Él deseaba que se la mamara así que mi sorpresa fue cuando empezó a mear en mi interior.
Mientras tragaba Su divina orina, noté un nuevo estremecimiento de gusto recorriendo todo mi ser, uhmmmmmmmmmm. Sinceramente, fue un regalo muy especial.
Sabido que a mi Dama no La agradaba mucho esa práctica, así que, según terminó el Amo de darme de beber, marché a lavar la boca y los dientes con el bondage puesto y apenas llegando con el dedo a los mismos.
Limpia y preparada, me presenté ante mi Ama enseñándola lo profundo de la boca y, al ir a arrodillarme, no me dejó sino que, tomándome de los hombros, se apoderó de mi boca con un beso profundo y posesivo; tuve que controlarme para no dejarme llevar y besarla apasionadamente; sabía que la faltaría al respeto y que lo que me iba a ganar era un mordisco en mi lengua por sacarla de paseo por donde no debo.
Ese fue mi segundo regalo especial de este maravilloso día, pues mi Señora solo besa así en contadas ocasiones a Su perrita.
- Gracias mi Ama, mil veces gracias mi Señora….- fue lo único que atiné a decir cuando soltó mi boca.
Ella sonrió y acarició mi pelo.
- Habrá que ir soltando a esta niña para que se vaya a su casa.- dijo mi Dueña.
- Bueno, aún la queda más de media hora, pero sí habrá que ir soltándola.-contestó Él.
Lo cierto es que el tiempo se echaba encima; yo no deseaba que ese dichoso reloj avanzara como lo hacía… pero eso es inevitable y mi hora de partir ya estaba llegando. Sin más dilación, empezaron a desatar mi cuerpo y mi cabeza dejándolos libres al tiempo que empezaban a echar en falta ya las ataduras que los ligan.
Una vez suelta, mi Dueña me tomó de los hombros, me hizo arrodillar ante Ella y acariciando e indicando mediante gestos que movimientos debía hacer, colocó mi cabeza en Su regazo protector; uhmmmmmmmm, ahí pasaría las horas y los días; esa complicidad generada entre Ella y yo es algo que me llena profundamente.
Luego… luego Ella se levantó y dejó Su lugar al Sr, el Cuál acarició y revolvió la melena, luego tomó la cara entres Sus manos y la movió a Su antojo para terminar con un nuevo beso, profundo y posesivo como todos los Suyos.
- Tienes Mi permiso para correrte esta noche pero tu sola, sin ningún tipo de ayuda.- susurró a mi oído en uno de esos movimientos.
Sonreí, sorprendida y halagada; eso es que estaban muy satisfechos de mi comportamiento, lo que me llenó de orgullo.
Por desgracia, en estos momentos se fue pasando el tiempo y tuve que vestirme para marchar a la orden de mis Amos:
- Para casa, perra, que llego tu hora
Grrrrrrrrrrrrrr; si hubiera podido gruñir en ese momento lo hubiera hecho; salí de Su casa pensando que necesitaba estar a Sus pies y... sigo estando ansiosa de estar a los pies de mi Amos de nuevo (y eso que lo he estado varias veces más).