La acampada
Todos notábamos como el calor se iba haciendo cada vez más con el grupo, todos mirábamos impacientes cual iba a ser el siguiente movimiento
Esta historia es algo que no se oye por ahí todos los días. Hace ya algunos años me ocurrió la cosa más salvaje y lujuriosa que me había pasado jamás. Mi novia en aquellos años que se llamaba Delia y yo habíamos decidido ir a un campamento de verano a un lago de las afueras del pueblo. El viaje en coche fue el precalentamiento a nuestra historia de pasión, pues en un reposadero de estos que hay por los caminos de las montañas nos dio por “descansar” un poco de la carretera pero a Delia le entraron ganas de tragar. No empezó a saco, sino que empezó a comerme la boca pasándome su lengua por el cuello mientras una de sus manos se escapaba para los bajos de mi asiento. He de confesar que siempre me ha gustado que me acaricien los huevos y Delia en aquella ocasión me los estaba tocando de manera que me puse cachondo enseguida. Yo no fui menos y me aproveché de su delantera mientras ella me sobaba los cataplines, a la vez que bajaba mi mano hasta sus rodillas donde empezaba su traje de verano. Como era de costumbre en Delia no llevaba ropa interior y ella reaccionó de manera que abrió las piernas enseguida para recibir mis dedos en su breva, la acaricié y la hice estremecer en varias ocasiones mientras ella se había olvidado ya de mi huevos para empezar a matarme al gato que tenía en mis pantalones. Fue ella quien empezó a mamar como una cachorra recién nacida mama de los pechos de su madre, he de reconocer que la muy puta la mamaba muy bien, mientras yo le metía el dedo por su coño que se hacía agua.
Esto fue solo para calentar motores, fue un poco de masturbación y un poco de felasión hasta llegar al orgasmo y después era seguir nuestro camino. Al llegar al campamento nos impresionó ver que el lugar estaba infestado de jóvenes como nosotros y que además la zona a la que habíamos ido era una zona nudista. Era impresionante ver las tetas que se veían allí y los chochitos afeitados aunque también se veían de vez en cuando un trípode que otro. Delia y yo armamos nuestra tienda y decidimos ir a darnos un baño, ella se puso ese bikini de color negro que tan buen le quedaba, estilo tanga para señalar muy bien ese culo hermoso que tenía y ese conejito en forma, yo como siempre llevaba unas bermudas cortas de baño. Nos dio un poco de vergüenza ajena al ver que todo el mundo estaba en pelotas y decidimos que nosotros deberíamos de hacer lo mismo pues la gente no dejaba de mirarnos, llamábamos más la atención vestidos que desnudos, pues en cuanto nos quitamos la ropa ya no hubo ni una mirada más. Claro que dentro del agua, sin ropa y sintiendo a mi novia tan cerca de mí que el periscopio se me levantó y ella se calentó un poco, pero fue suficiente, abrazándome con sus piernas por la espalda la clavé allí mismo, la gente por supuesto se dio cuenta pero eso parecía poner más cachonda a mi chica que encima gemía a media voz cada vez que le empujaba con mi cipote. Yo solo me dejé llevar por el gusto que sentía en ese momento y si Delia no se avergonzaba menos iba a hacer yo. Delia salió primero que yo del agua ya que yo por mi condición en aquel momento no podía hacerlo así que me puse a nadar. Cuando salí encontré a Delia hablando con una chica morena que no estaba del todo mal, tenía unas tetas redondas y un culo bien respingón que se marchaba justo cuando llegué a la toalla, me acosté al lado de mi novia y le pregunté:
-¿Quién era esa?-.
-Su nombre es Lucía y ha venido al campamento con cinco chicos y tres chicas más, tienen su caseta un poco más arriba de la nuestra y nos han invitado esta noche a una pequeña fiesta que van a hacer- me contestó.
-Y nos han invitado así sin más- le dije.
-Bueno, - me dijo. –En realidad le ha sorprendido nuestra “naturalidad” y ha sido eso lo que le ha hecho hablar conmigo-.
-¿Tú quieres ir?- le pregunté.
-Y por qué no iba a querer- me dijo ella, y ahí se acabó la conversación.
Nos dimos cuenta que habíamos sido inspiración para otros pues en la misma orilla se habían congregado un par de parejas que no dejaban de hacer guarradas, había una rubia que le estaba comiendo la polla de forma muy gustosa a un tío que estaba cuatro por cuatro, la tía tragaba del sable de una manera que al tío se le salían las lágrimas de gusto de los ojos. Y había otra pareja que habían pasado a la acción directamente, pues el tío allí delante de todos le estaba atornillando el conejo a una pelirroja por detrás, mientras que esta gritaba de placer descomunalmente, al principio llamó la atención de todos los bañistas pero luego estos volvieron a sus quehaceres. Lo que más me sorprendió era que ni los hombres ni las mujeres que habían allí ni se inmutaban por lo que estaban viendo, mientras que mi chica me había confesado que estaba mojada y que le estaban entrando ganas de hacerlo, mientras que yo le confesé que estaba duro como una piedra viendo aquella escena, así que como pudimos recogimos las toallas, yo me tapé con la mía y subimos hasta nuestra caseta. Nos metimos en ella y de las ganas que teníamos tuvimos que dejarnos a nuestro instinto animal. La tumbé en el suelo de esa manera medio agresiva que tanto le gustaba a ella y me le arrodillé delante para lamerle el coño que efectivamente lo tenía empapado con su jugo vaginal, le rocé i lengua por su clítoris cosa que la hizo estremecer como a una loca, nunca había visto a Delia tan cachonda como aquella vez, era como si todo lo que estábamos viviendo le hubiera encendido el pilotito de putita que llevaba en su interior. Ella no dejaba de masajearse los pechos, se levantó y me echó hacia atrás sobre mi saco de dormir agarró mi polla dura con ambas manos y sin previas empezó a comérsela, sin duda fue la mejor mamada que hizo en toda su vida, me babeaba la polla y me la movía como nunca, yo sentía como mi polla se calentaba más y más dentro de su boca, la cogí y la recosté, le levanté una de sus piernas y le metí la verga por su conejito, un conejito que nunca había estado tan lubricado como aquella vez, mi polla se deslizaba dentro de ella de una manera tan exitadora que como si hubiera sido la primera vez que follaba me corrí como una bestia a la tercera clavada, me corrí y lo hice dentro de ella, cosa que le gustó más que nada pues me gritaba como una posesa que mi leche estaba caliente, mientras me exigía que ni se me ocurriera sacar el cipote de su conejo hasta que ella no se corriera también. La verdad que no tenía intención de tal cosa, aunque me corriera muy pronto la polla no se me desempalmó y la verdad que me gustaba ver que mi novia estuviera tan cachonda así que la puse a cuatro patas mientras la penetraba cada vez más profundo y bruscamente, cosa a la que ella reaccionaba mejor que bien. La muy puta me tubo follando cuarenta y cinco minutos de un reloj, pero sin duda aquella había sido la mejor cabalgata que me había pegado con Delia hasta el momento, ella se corrió mientras estaba encima de mí y de espaldas, cosa que yo aprovechaba para acariciar su pepita que la tenía dura y grande. Cuando se corrió no se sacó la polla de su conejo sino que se dio la vuelta para mirarme sin sacársela y seguía moviéndose pero esta vez con movimientos más suaves, mientras me miraba con esos ojitos de gatita que tenía y me besaba, estábamos sudando como patos y nos quedamos dormidos los dos juntos allí, aún enchufados.
Nos despertamos y la verdad que solo nos dio tiempo para vestirnos y marcharnos a la fiesta que nos habían invitado. Salimos de nuestra tienda y la de ellos estaba a unos quince metros más arriba que la nuestra. Era una tienda de diez personas y tenía una lona afuera con una parrilla donde estaban haciendo la comida, gracias a Dios llevaban ropa así no hicimos el ridículo vestidos. Hicimos las presentaciones y empezamos a beber cerveza. Eran todos muy majos los chicos se llamaban Miguel, Raúl, Dairon, Airán y Lolo, mientras que las chicas Leticia, Rita, Guaci y la ya conocida Lucía. Las cuatro estaban buenísimas, todas con pieles tostadas por el sol y con muslos largos y fuertes, tenían buena delantera y sus culos eran respingones. Delia me contó después de ese día que los chicos no estaban tan mal, ero que el que más bueno estaba era Raúl que llevaba una camisa de botones desabrochada de color blanco señalando sus pectorales y abdominales.
Tras acabar de comer nos sentamos todos en una mesa de piedra que había allí, era una mesa bastante grande y discreta pues los chicos habían preparado su campamento bastante bien, pues las parcelas que los rodeaban estaban tapadas con unas sábanas amarillas. Fue entonces cuando pasó lo más extraño que me pasó en la vida.
-¿Habéis jugado alguna vez a la botella de la fortuna?- preguntó Miguel que era el más lanzado de todos. Deila y yo tras mirarnos negamos con la cabeza. –Es un juego al que nosotros acostumbramos a jugar, veréis, ponemos a girar una botella de cristal sobre sí misma y a la persona que señale tiene que hacer un mandado de la persona que tiene a su izquierda- nos explicó. -¿Os gustaría jugar?- nos volvimos a mirar y dijimos que sí. –Pero tened en cuenta que el mandato puede ser cualquier cosa, no hay imaginación en este juego- nos indicó, pero nosotros estábamos decididos, íbamos a jugar.
Empezó el juego pues, nos sentamos a la mesa, a mi izquierda tenía a Deila que a su vez tenía a su izquierda a Dairon el único pelirrojo del grupo, a mi derecha tenía a Raúl que parecía excitada por lo que iba a ocurrir. Miguel puso la botella en el centro de la mesa y la comenzó a girar. La botella se paró mientras señalaba a Rita que tenía a su izquierda a Airán, este no se hizo esperar e hizo su mandato, mandó a Rita a que se pusiera por detrás de Raúl y que se pusiera a sobarlo por todo el cuerpo, mientras que este no podía hacer nada. Así fue, Rita fue hacia donde estaba Raúl y se puso como una gata en celo tras de él, tocándole el pecho duro que tenía mientras bajaba su mano cada vez mas por su abdomen hasta llegar a la zona de su paquete, zona en la que se paró más tiempo, ella lo miraba con cara de puta mientras que él, supongo que por el mandato, no se inmutaba. Al cabo de unos cinco minutos de tocamientos el mandato terminó, Raúl estaba sudando mientras que Rita regresaba a su sitio satisfecha. Miguel hizo girar nuevamente la botella que se paró señalando a Guaci quien tenía a su izquierda al propio Miguel. Se notaba que a Miguel le gustaba llevar la batuta del juego así que se atrevió a mandar algo un poco más fuerte, las reglas del juego vinculaban a todo aquel que estaba en la mesa aunque quien tenía que hacer el mandato era la persona a la que la botella señalaba, pero los demás tenían que hacer también lo que le dijeran. Le dijo a Lolo que se pusiera en pie en la mesa y Guaci tendría que hacerle de todo lo que se le imaginara. Guaci subió a la mesa y empezó a hacer una especie de baile erótico alrededor de Lolo, éste la miraba con cara sátira, muy de vez en cuando Guaci se agachaba delante de él arrastrando sus manos como si fueran garras por la camisa de Lolo hasta llegar al paquete de su pantalón para parar un poco y luego subir, le perreaba con ese culo redondo en la misma polla. Todos notábamos como el calor se iba haciendo cada vez más con el grupo, todos mirábamos impacientes cual iba a ser el siguiente movimiento de Guaci, yo podía sentir como Deila se acharolaba y empezaba a sudar, yo sin embargo estaba más tieso que el garrote de un troglodita. Guaci se paró frente a Lolo y se puso de cuclillas, sacó la verga del chico del pantalón y comenzó a darle besos muy cortitos por todo el miembro, luego le dio un par de lametazos hasta que se introdujo en la boca aquella serpiente, había que ver como tragaba la zorrita aquella y las caras que ponía, Deila me agarró la polla en ese momento y me la acariciaba por encima del pantalón. Guaci paró en ese momento y Miguel volvió a poner en juego la botella que esta vez se paró frente a Deila. Le correspondía a Dairón dar la orden y le dijo a Deila que tenía que demostrar de lo que era capaz y que si era capaz de mantener la concentración, le pidió a Airán que cogiera una silla y la pusiera encima de la mesa, que se bajara los pantalones y se sentara, para sorpresa mía y de Deila el chico no estaba empalmado, le indicó a Deila que debía comerle la polla muy despacio mientras Leticia le lamiera el culo a ella, y que no podía parar ni ir mas deprisa en la mamada hasta que ella misma se corriera. Y así fue, yo sabía que Deila no le iba eso del rollo lésbico ni le gustaba el rollo de mamarle la polla a otro y menos delante de mí, pero creo que fue el calor que sentíamos en aquel lugar la que le hizo hacer lo que le mandaban. Ella tenía que estar completamente desnuda así que se desnudó, se puso frente a Aarón e inclinó su bello cuerpo hacia delante para empezar con los primeros lametones, lo hacía muy despacio, creo que no estaba preparada aún para sentir la lengua de Leticia en su culo porque cuando esta le lamió por primera vez, Deila se sobresaltó, pero gimió en gesto de que le gustaba y siguió limpiándole el sable a Aarón. La verdad es que al principio me era un poco incómodo, mi chica le estaba ,mamando la polla a otro, pero a medida que pasaban los segundos me ponía más cachondo, yo sabía de primera mano las buenas mamadas que hacía Deila y empecé a imaginarme que en lugar de Aarón estaba yo, la polla la tenía superdura, caliente, a punto de explotar, necesitaba que alguien me hiciera algo, era demasiado. Leticia se masturbaba con el dedo índice mientras le comía el culo a Deila, mientras esta se comía la polla de Aarón mientras hacía lo suyo propio, se veía que le estaba gustando, pues por sus muslos de atleta empezó a verse claramente como su jugo vaginal se desplazaba, tenía los muslos empapados, Aarón estaba como flotando en una nube y es normal, porque Deila le estaba haciendo un buen trabajo. Creo que esa fue la gota que colmó el baso en aquel lugar pues desde ese momento todo el mundo se disparó, pude ver que Lolo y Raúl estaban comiéndose literalmente a Guaci, le apretujaban las tetas mientras se las lamían, mientras que ella agarraba aquellos dos garrotes y los movía arriba y abajo con sus manos. Miguel miraba atento toda la escena, me miró a mí y levantó su copa en modo de salud, cuando me di cuenta de a qué se refería me quise morir de gusto, en mis piernas estaban enganchadas Rita y Lucía que se peleaban con sus lenguas por comerse mi garrulo. Fue en ese momento cuando me desenfrené. Dejé que aquellas dos lenguas de fuego me comieran toda la polla, estaba totalmente caliente, veía lo bien que se lo estaba pasando Deila que había parado de mamar y estaba sentada encima de Aarón saltando a lo caballito, penetrándole aquel conejito húmedo que tenía. Leticia se había unido a Guaci que estaba siendo perforada por los tres agujeros de su cuerpo, pues Dairon se había unido a la pareja de hombretones que estaban atornillando a la pobre chica que lo estaba pasando muy bien. Vi como se sentó sobre la polla de Dairon que se había tumbado en el suelo, para recibir otra estacada por el culo con la porra de Lolo, mientras ella le lamía el coño a Guaci que estaba en ángulo recto mientras le mamaba la polla a Raúl, los cinco parecían estar pasándoselo muy bien. Como yo que estaba dándole por detrás en ese momento a Lucía, apretándole sus redonditas tetas mientras Rita le comía el cipote a Miguel, que resultó ser el que más grande y gorda la tenía. Aquello era una verdadera orgía. Estuvimos follando varias horas, recuerdo que también me cepillé a Rita y a Guaci, no tuve el placer de clavarme a Leticia que probó de todos los coños que habían allí. Deila sin embargo probó de todas las pollas, aunque me fijé que la que más le dio gusto fue la de Miguel, pues gritaba como una loca cuando este se la metía por el culo. La fiesta terminó en un regadero de leche mangorra por toda la mesa de piedra que había allí, mientras que las chicas estaban debajo esperando la cascada de espermas.
Aquel fin de semana que pasamos Deila y yo en el lago, nunca lo olvidaremos, pues fue cuando de verdad nos realizamos en el sexo, recuerdo que después de ese día, mi relación sexual con Deila fue de maravilla. Ella se volvió multiorgásmica y su conejito se lubricaba bastante, lo que me daba más placer a mí a la hora de atornillarle desde cualquier posición.