La academia del pecado

Max, un joven estudiante de bachillerato es enviado a una academia para mejorar sus notas, pero ésta no es lo que parece...

Llevo un tiempo dándole vueltas a esta historia y no me decidía a escribirla, pero finalmente me ha apetecido y aquí está, probablemente os parezca extraña, pero es que así soy yo, extraño.


Mis padres, al ver que mis notas eran cada vez más bajas, decidieron mandarme a una academia alejada de la ciudad. Esta academia estaba en mitad del bosque y se llamaba Academia Wellington. Ni ellos ni yo lo sabíamos, pero aquello sería un error que acabaría por acarrearme la muerte.

La academia del pecado

Un relato del Enterrador

Me llamo Max y tengo 16 años, este año empecé primero de bachillerato y mis notas se resintieron mucho, pero no era porque no se me diera bien estudiar, sino porque estaba interesado en otros temas más…. sexuales. Soy gay y no me molesta admitirlo, mis padres ya lo saben y lo han aceptado bastante bien.

Físicamente soy alto, de pelo castaño, ojos marrones, de sonrisa encantadora, nariz fina y cuerpo delgado. No tenía un solo músculo pues nunca me había interesado el ejercicio, pero aún así no engordaba. Supongo que era por mi metabolismo de juventud.

Aquel día salimos de casa temprano, a eso de las 6:30, porque debíamos llegar allí a las 8:00. Me preparé mi maleta con mis cosas, ya sabéis, lo esencial, un par de camisetas, unos cuantos pantalones, varios calzoncillos, calcetines… Aunque allí debía llevar siempre el uniforme, el cual me puse nada más levantarme. Era un uniforme negro, con chaqueta y camisa, en la chaqueta llevaba un águila dorada, el símbolo de la academia. Además debía llevar corbata, con lo que yo las odiaba… En fin, me lo puse todo, desayuné con mis padres y salimos en el coche.

Por el camino mis padres estuvieron preguntándome algunas cosas sin importancia, mientras yo les respondía sin hacerles mucho caso, mirando el paisaje.

-Hijo, ¿estarás contento, no? Es una academia solo de chicos, lo mismo hasta ligas, jeje-dijo mi padre bromeando.

-Jeje, si claro-dijo yo siguiéndole el rollo.

-Cuando llegues, ve directo al despacho del director, ¿vale?-dijo mi madre-Para que sepa que has llegado.

-¿No vais a entrar conmigo?-pregunté yo preocupado.

-No, cariño, tenemos prisa, pero no te preocupes, el sábado vendremos a visitarte-dijo mi madre sonriente.

Seguimos hablando un poco de trivialidades y finalmente llegamos a aquel lujoso edificio. En un claro del bosque, una construcción señorial, de 6 plantas se erguía ante nosotros. Parecía una mansión aristocrática. Junto al edificio, había un edificio pequeño, el cual, suponía que era el gimnasio. Mis padres pararon en la puerta. “Que te vaya muy bien, hijo. Vendremos a verte” me dijo mi padre. “Que no se te olvide lavarte los dientes”dijo mi madre, haciendo parecer que seguía siendo un crío, menos mal que no había nadie en la entrada.

Al entrar en el edificio, me encontré con un gran salón lleno de pilares, que tenía dos escaleras en el fondo, una hacia la izquierda y otra a la derecha, en el centro de las dos, había un cuadro de un señor con bigote y sombrero de copa.

Menos mal que tenía mi mapa del internado… Para llegar al despacho del director, tenía que ir por la derecha. Avancé por la escalera de la derecha y llegué a un pasillo lleno de habitaciones con nombres colgados: “Juan”, “David”, “Andrés” y muchos más. Lo curioso es que tanto el pasillo como las puertas estaban sucias y viejas, como si hiciera mucho que no se usaban… Supuse que estas habitaciones ya no serían usadas.

Seguí avanzando cuando me di cuenta de algo, no había luz, hasta ahora toda la luz que había era la que entraba por las ventanas. También me extrañó el hecho de que no me hubiera encontrado con nadie en ningún momento.

Llegué a otro pasillo de habitaciones, en un estado parecido al anterior, sin embargo, oía como una especie de susurro provenir de una habitación que ponía: “Ángel”

- ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

¡¿POOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOR QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!?

Cuando el susurro se convirtió en grito decidí salir corriendo. Corrí todo lo que pude, pasando por más y más pasillos de habitaciones. Pero hasta después de un rato corriendo no me di cuenta de que, el pasillo era el mismo una y otra vez, los nombres eran los mismos. El grito había cesado pero los susurros seguían. Miré hacia delante y hacia atrás y solo había oscuridad. Tenía miedo, pero solo me quedaba la opción de entrar en la habitación de Ángel.

Abrí la puerta despacio para no asustarlo. La habitación estaba totalmente oscura, sólo podía vislumbrar a alguien sentado en la cama con la cara enterrada entre sus piernas.

-E-esto… D-disculpa, estoy buscando el despacho del director, ¿me podrías ayudar?-dije yo visiblemente nervioso.

-¿Tienes miedo?-me dijo él tranquilo.

-N-no, h-hombre, es que como es mi primer día, estoy n-nervioso-mentí visiblemente nervioso.

-Yo también tengo miedo-dijo él sin sacar la cabeza de entre sus piernas.

-Glup…¿D-de quién?-dije yo temiendo la respuesta.

-De quién me hizo esto-dijo y sacó la cabeza de entre sus piernas.

En aquel momento, me quedé totalmente paralizado. Su cara estaba rajada por todas partes y las cuencas de sus ojos estaban vacías, pero lo que más me asustó es lo que hizo después. Empezó a reírse, de forma totalmente psicótica.

- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Él me dijo que podía confiar en él, que siempre me querría, JAJAJAJAJAJAJAJAJA , y me mató, ¡ME MATÓ! JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Me faltaron piernas para correr, quería salir de ahí inmediatamente, ese sitio estaba maldito o algo peor. ¡Me daba igual! ¡No quería saberlo! ¡Sólo quería salir de ahí! Corrí con todas mis fuerzas y llegué al primer salón, el de las escaleras de derecha e izquierda. Corrí hasta la puerta de salida y allí vi a un chico de mi edad comiéndose una piruleta. Corrí inmediatamente a pedirle ayuda.

-¡Socorro! ¡Un loco sin ojos ha intentado matarme! ¡Ayúdame! ¡Ayúdame a escapar!-dije gritando como loco.

-Si yo no pude escapar, ¿por qué tú si vas a poder?-dijo el chico sacando una lengua super larga con la que arrancó la piruleta del palo y se la comió.

Después ese chico se acercó a mí, pero al andar se le cayó la cabeza. Luego, se la recolocó como si nada. Se me quedó mirando y después me sonrió. Me sonrió de la misma manera que lo había hecho el otro. Pero a este le pude notar la tristeza en los ojos, sus ojos no sonreían. Quizá el otro hizo lo mismo, pero como no tenía ojos, no se lo pude notar.

Volví a correr, esta vez en dirección a la escalera de la izquierda. Corrí y corrí hasta que llegué a una sala que ponía “orientación”. Decidí entrar ahí a esconderme. Estaba en completa oscuridad, pero oía gemidos muy bajos, palpé la pared hasta que encontré al ventana y la abrí. ¡Estaba en un 10º piso! ¡Era imposible! Yo apenas ascendí por las escaleras un piso.

Me di la vuelta y encima de la mesa de orientación ví a un jovencito pelirrojo siendo penetrado por un señor de unos 40 años con barba. Me quedé en shock. Parecía que mi presencia no les importaba, ellos seguían a lo suyo. De repente, los dos pararon en seco de moverse y me miraron. Sus caras se volvieron negras, estaban quemados los dos.

-¿En qué quieres que te oriente?-dijo el señor mayor con una sonrisa.

-Eh…¿Qué?-dije yo muy asustado pegado contra la pared.

-Esto es orientación, habrás venido a ser “orientado”, ¿no?-dijo ese chico apartando la mirada de mí.

-Los tres podemos pasarlo muy bien-dijo el señor sacando su polla carbonizada del culo de ese chico.

De nuevo corrí y corrí. Corrí hasta el salón de las dos escaleras y ya no había nadie. Corrí hacia la puerta y al abrirla un montón de cadáveres de jóvenes aparecieron ante mí. Me miraron y corrieron hacia mí. Corrí hacia la izquierda, pero los de orientación me esperaban así que giré a la derecha. Corrí y pasé junto a la puerta de Ángel que estaba cerrada. Finalmente llegué a una puerta que ponía “Despacho del director”.

Cerré la puerta y puse varios muebles bloqueándola. Esta habitación estaba iluminada por la ventana abierta. En la mesa del director había unos documentos y la silla me daba la espalda. Había varias estanterías, pero vacías. Los libros estaban todos tirados por el suelo.

Cuando me creí a salvo, la silla se giró. Un chaval rubio, de ojos azules estaba sentado en ella. Lo miré con pánico y él me sonrió. Luego comenzó a reírse.

-Jajajajajaja. Bienvenido novato, jajajaja. Todo esto ha sido tu broma de bienvenida. ¿A qué ha sido divertido?-dijo el chaval partiéndose.

-¡¿Que qué?-dije muy enfadado.

-Jajajaja, explíqueselo, señor director-dijo el chico quitando los muebles que bloqueaban la puerta.

Al abrir la puerta, solo estaba el señor con bigote y sombrero de copa que ví en el cuadro de la entrada.

-Jaja, así es, joven-dijo el señor-Fue idea de Mike que todos los estudiantes nuevos sufrieran esta “broma”. Espero que no lo hayas pasado muy mal, jaja.

-¡No tiene gracia! ¡He pasado el peor rato de mi vida! ¡Casi me muero!-dije o frustrado.

-Bueno, bueno, no pasa nada, solo era una broma, Mike, acompáñalo a su habitación para que se tranquilice y se instale-dijo el director con una sonrisa.

-Claro, sígueme-dijo el joven rubio.


(Sábado)

Mi marido y yo dejamos a nuestro hijo el lunes en su nueva academia. Como ambos trabajábamos, no pudimos ir a visitarle hasta el sábado, así que estábamos deseando ver a nuestro hijo, llevábamos ya un rato dando vueltas y mi marido no encontraba el sitio.

-Nada, Mari Carmen, que no lo encuentro-dijo mi marido dando vueltas con el coche.

-Pero si el lunes lo encontraste, Pepe-dije yo señalando lo evidente.

-Espera, vamos a preguntarle a ese leñador-dijo mi marido.

Un señor mayor estaba talando un árbol con su hacha cerca de donde estábamos así que decidimos preguntarle acerca de la ubicación de la academia. Mi marido acercó el coche a donde estaba él y bajó la ventanilla.

-Buenos días buen hombre, ¿podría indicarnos por dónde se va a la Academia Wellington?-dijo mi marido sonriendo.

-¿La academia Wellington?-preguntó aquel hombre extrañado.

-Si. ¿Pasa algo?-pregunté yo extrañada.

-Si… Bueno, no sé cómo decírselo pero… Esa academia ardió hace 50 años. Ya no existe-dijo el hombre con semblante serio.

-¡¿Qué dice?! ¡No tenemos tiempo para bromas! ¡Si no quiere decirnos dónde está, pues nos lo dice, no tiene que inventarse una trola!-dijo mi marido furioso.

-Señor… No sé cómo decírselo pero… Es la verdad, yo mismo era el jefe de estudios de esa academia. El día que ardió yo estaba fuera por un viaje de negocios, y la academia ardió… Con todos los jóvenes dentro.

-Este señor es imposible… Iremos a preguntarle a otro…-le dije a mi marido para que nos fuéramos ya.


Fuimos al pueblo de al lado y todo al que le preguntamos contaba la misma versión que aquel leñador. O aquello era una broma colectiva de mal gusto o esto ya me estaba pintando mal

-Cariño… Si esa academia fue quemada… ¿Dónde hemos dejado a nuestro hijo?-le dije preocupada a mi marido.

-Ese leñador conocía el bosque. A lo mejor nos puede ayudar-dijo mi marido con semblante serio.

Condujimos de nuevo a donde estaba el leñador y éste nos invitó a entrar a su casa para contarnos lo que había pasado.

-Verán… Cuando yo era joven y terminé la carrera de magisterio me contrataron en aquel centro ,y a los cinco años, con los treinta recién cumplidos, me ascendieron a jefe de estudios. Con mi nuevo cargo me di cuenta de que aquella academia no era lo que parecía. Ustedes ya saben que durante el franquismo la homosexualidad estaba totalmente prohibida, pues aquella academia era para esos homosexuales, para “curarlos”-nos contó ese hombre.

-¿Curarlos?-pregunté intrigada.

-Verá… Ni yo mismo lo sabía cuando entré a trabajar allí. Yo simplemente daba mis clases de matemáticas. Aquello era un secreto muy bien guardado. Las familias de gran poder adquisitivo mandaban a sus hijos homosexuales aquí y eran “curados”-dijo el hombre.

-¿Y-y cómo los “curaban”?-dijo mi marido nervioso.

-Con las torturas más crueles que se pueda imaginar. Pero como se puede imaginar, los jóvenes tenían sexo entre ellos e incluso con algún profesor, pues no podían evitarlo. Cuando me hice jefe de estudios intenté cambiar las cosas pero fui amenazado, así que tuve que ser cómplice. Vi grandes atrocidades mientras trabajaba allí. Una de las peores cosas que he visto consistía en colocar al joven en el centro de la habitación y que un montón de hombres lo violaran por turnos. Si gemía, recibía una paliza. Ellos decían que si asociaban el sexo homosexual con el dolor, ya no lo harían más-dijo el hombre casi llorando.

-¿P-pero cómo se incendió?-pregunté nerviosa.

-A día de hoy, no se sabe quién fue, solo se sabe que fue provocado. Sospecharon de mí, pues fui el único que sobreviví, pero yo tenía coartada, así que era imposible-nos explicó el hombre-Ah, miren, aquí tengo un anuario de la última promoción.

El amable leñador nos enseñó una foto de todos los estudiantes de la última promoción, nos los señalaba y decía: “este es David, este es Andrés, este es Ángel y este es….¿mmm? No recuerdo haber visto a este chico nunca antes, además… Qué raro… Está llorando en la foto”

Mi marido y yo nos quedamos paralizados, aquel que estaba llorando en la foto era nuestro hijo. En la foto ponía 13 de octubre de 1963. Estaba en blanco y negro y estaba deteriorada por los años. ¡¿Que era todo esto!?

-Este niño… Es la primer vez que lo veo… Y mira que llevo años mirando esta foto en mis ratos melancólicos…-dijo el hombre pensativo-¿Eh? ¿Les pasa algo?

-E-ese e-es n-nuestro h-hijo-dije tartamudeando.

-Vamos.. No tiene gracia… Este pobre chaval debió morir hace 50 años-dijo el hombre serio.

Yo estaba que me iba a desmayar, pero mi marido sacó una foto que le hicimos justo antes de salir de casa con su uniforme y se la dio.

-¿Eh? Pero si esto es solo el comedor de una casa…-señaló el hombre.

Nos mostró la foto y era verdad. No había nadie, solo el fondo. Era como si lo hubiesen arrancado a él de la foto. Empecé a sacar fotos suyas de la cartera, del móvil… Y a todas les había pasado lo mismo. Estaban vacías. No pude evitarlo y comencé a llorar.

-Señora… ¿Qué le pasa?-preguntó el hombre.

-Mi hijo.. Mi hijo…-decía yo entre sollozos.

-Nada… Es que nuestro hijo falleció hace poco y todavía estamos un poco… Traumatizados-dijo mi marido para que ese hombre no nos tomara por locos.

-Ah… Siento mucho su pérdida, ¿y este chico se le parece? Eh… Ahora que lo miro bien, Mike lo está abrazando por el hombro… Qué raro…-dijo ese hombre.

-¿Mike? ¿Y qué tiene de raro?-preguntó mi marido, pues yo seguía en shock.

-Dos semanas antes del incendio, un estudiante finlandés se unió a nosotros, Mike. Toda su aldea fue destruida por causas desconocidas y su única familia, su tío, que residía en España, lo trajo aquí. Lo raro es que era un chaval muy cerrado. No hablaba, y menos aún tocaba a alguien-nos explicó aquel hombre-Por cierto, ¿para qué querían ir a la academia Wellington?

-Es que… Oímos hablar de ella, y queríamos conocerla-dijo mi marido.

-Pues lo siento… Pero ya no está-dijo el hombre triste.

-No se preocupe, no es culpa suya-dijo mi marido sonriendo.

El leñador se despidió de nosotros y se quedó en su hogar. Nosotros volvimos a casa. No terminábamos de creernos todo lo que pasó, pero al llegar, todos los que conocían a Max lo habían olvidado, era como si nunca hubiera existido. Recorrimos ese bosque entero muchas veces y no encontramos nada. Era verdad. Nuestro hijo ya no existía… No, ya empezaba a cuestionarse si alguna vez existió. Al mes de todo esto, mi marido y yo nos suicidamos.


Andamos por los pasillos y no nos encontramos con nadie, pero yo ya estaba tranquilo, pues estaba con una persona normal. Al cabo de un rato, llegamos a un pasillo largo con una puerta grande al final.

-Ésta es mi habitación-dijo él sacando la llave-Compartirás cuarto conmigo.

-Vaya, debemos ser muy importantes o algo… Tenemos la mejor habitación-dije yo sorprendido.

-Es que como llega tanta gente nueva, hemos tenido que habilitar el despacho del jefe de estudios, que está de viaje, como dormitorio-dijo él abriendo la puerta.

-¿Y qué pasará cuando vuelva?-dije yo preocupado.

-Oh… No te preocupes, no creo que vuelva-dijo el muchacho entrando.

Entramos en una habitación colosal muy desordenada con varios armarios vacíos, una librería llena de libros sobre medicina y una cama grande de matrimonio en el centro, al fondo estaba el baño. Había ropa por todas partes, pantalones, camisetas, calzoncillos

-Disculpa el desorden, es que no me ha dado a tiempo a ordenar, jeje-me dijo el chico rubio.

-No, no pasa nada. Si yo también soy bastante desordenado…-le dije sonriendo.

Él se sentó a leer un libro de medicina mientras yo desempaquetaba mis cosas. Al cabo de un rato, cuando ya había acabado, me pegué un baño, había sido un día duro. Cuando ya estuve listo, salí al salón y él estaba en boxers.

-No te importa que esté así, ¿verdad?-dijo sonriendo pícaramente.

-N-no… C-claro que no-dije yo nervioso-B-bueno, ¿vas a enseñarme el centro?

-¿Ahoraaaa? Nah, mejor ya mañana, ven, siéntate aquí conmigo-dijo él dando golpecitos en la cama.

Al principio dudé, pero me dije “¿Por qué no?” y me senté a su lado. Él siguió hojeando su libro y yo estaba ahí, junto a él, inmóvil. Noté que me miraba de vez en cuando por encima del libro.

-Dime, Max, ¿alguna vez lo has hecho con otro hombre?-me soltó él a bocajarro sin apartar la mirada del libro.

-N-no…-Mentí nervioso, pues no sabía si era una trampa.

-Mentiroso…-me dijo mirándome con ojos de niño que ha pillado a alguien haciendo algo malo.

-¿¡Y tú qué sabes?!-salté nervioso.

-Kevin Lozano, de tu clase de inglés, tu primer beso, no hubo sexo. Jorge Martín, tu vecino, primera paja juntos, y mi favorito, Emilio Guirado, primer polvo-dijo él mirando el libro sin expresión.

-¡¿Cómo sabes todo eso?!-dije yo asustado.

-Tu fama te precede. De todas formas, no te preocupes, no te haré daño. Solo me apetece divertirme ¿a ti no?-me dijo, esta vez sí, mirándome a la cara.

-Es que estoy cansado de todo el día y…-dije, pero fui interrumpido.

-Max, yo te gusto, ¿verdad? Y tú me gustas a mí. ¿Por qué no nos divertimos?-dijo Mike sonriendo.

-E-está bien…-dije yo nervioso aunque excitado.

Me sonrió y cerró el libro, lo dejó en la librería y se acercó a mí, que estaba sentada en la cama. Me empujó suavemente hacia atrás y empezó a besarme. Era un beso ansioso, como de una persona que necesita cariño, necesitada de afecto. Mientras me besaba empezó a tocarme. Su mano derecha me acariciaba la nuca y la izquierda entró dentro de mi camiseta y comenzó a acariciarme el pecho y las tetillas.

Yo me sentía como en una nube, sus besos me estaban envolviendo, me sentía como en un sueño, como si todo estuviera borroso. Cuando me quise dar cuenta, desunió sus labios de los míos y llevó su boca a mi oreja para lamerme el lóbulo. No sé cómo este desconocido podía conocer mi punto débil, pero lo conocía, y sabía usarlo contra mí.

Notaba su aliento en mi oreja y eso me volvía loco. Cuando vio que yo empecé a gemir como loco, me quitó la camiseta. Entonces volvió a unir sus labios con los míos. Ahora era yo el que parecía ansioso, pues no sé por qué, pero yo ansiaba más y más de él. Luego, bajó dandome besitos por el cuello hasta mis pezones, los cuales me pellizcó un poco y lamió, además de darles unos pequeños mordisquitos.

Ya me estaba hartando de tantos preliminares, así que cuando pude, le aparté suavemente y me abalancé sobre sus calzoncillos, los cuales marcaban un bulto bastante grande. Empecé a mamarsela  a través del calzoncillo y él comenzó a gemir. Yo estaba intentando provocarle y cuando miré arriba, sus ojos reflejaban la lujuria más absoluta, me cogió la cabeza, se bajó los calzoncillos y me la metió entera en la boca.

Empezó a follarme la boca despacio, él gemía más y más, y yo también, aunque con la boca llena no se me entendía. Cuando vio que me había acostumbrado, subió la velocidad de las embestidas en mi boca. Me encantaba el sabor de su polla, era diferente a todas las que había saboreado. Es como si supiera a semen reseco, como si su semen llevara mucho tiempo seco… No sé bien cómo explicarlo.

Llevábamos así por lo menos 15 minutos y no se corría. Yo ya estaba cansado y me dolía la mandíbula. Él pareció notarlo y me dio la vuelta. Comenzó a lamerme el ano con su delicada lengua, yo gemía y gemía. Entonces empezó a introducirme dedos, uno a uno, no era la primera vez que me follaban por detrás así que no costó mucho meter los cuatro.

Cuando vio que me cabían cogió su polla, que debía medir por lo menos 18 cm y me la fue metiendo poco a poco. Cuanto más la metía, más loco me volvía. Notaba su calor en mi interior, aunque era un calor diferente al que estaba acostumbrado a notar, pero no sabría decir en qué

-Mmmm… Max, qué culo tienes, tío, cómo aprieta…-decía Mike entre gemidos.

-Ah, joder, dame más, quiero más-decía yo totalmente entregado.

-Mmmm… Dí mi nombre, pídemelo con mi nombre-dijo Max otra vez entre gemidos.

-Mmmm… Mike, más duro, por favor-dije pidiendo más.

Mike aceleró sus embestidas a toda velocidad y me follaba con todas sus fuerzas. Yo ya me encontraba en un estado de placer superior a este mundo. Estaba ido de placer. Cuando ya no podía más, los dos nos corrimos juntos, yo lo hice contra la cama y él dentro de mí.

-Aghh… Joder tío, qué bien-dije después del polvo.

-Jejeje, ¿verdad que soy bueno?-dijo él sonriendo.

-Si, genial… Bueno, mañana me enseñarás el colegio, ¿no?-le pregunté cambiando de tema.

-No, no es necesario. Tienes toda la eternidad para conocer este sitio-dijo él sin perder su sonrisa.

-No seas tonto y enséñamelo, porfa-dije suplicante.

-¡Cállate! Ahora eres solo uno más de mis juguetes, así que si no te comportas te borraré de este mundo-dijo el seriamente.

-¿Qué dices?-pregunté yo extrañado y con miedo.

- JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA . ¿De verdad creías que todo lo que has visto era mentira? Hoy en día no hay efectos especiales suficientes para fingir lo que has visto. Todo era real. Te he engañado para poder probarte, y estás delicioso. Por el momento serás mi favorito así que te dejaré vivir aquí-dijo él sonriente.

-V-vamos, déjate de bromas, t-todo eso era u-una broma, ¿no?-dije asustado.

De repente, la puerta se abrió y aparecieron todos los chicos de antes muertos, la mayoría estaban quemados. Todos corrieron hacia mí, pero Mike los detuvo.

- YO SOY EL SEÑOR DE ESTE MUNDO Y TODOS DEBEN OBEDECERME. LOS QUE NO LO HAGAN SERÁN DESTRUIDOS -dijo con voz ronca.

- AHORA…¡DEBES MORIR PARA PODER SER UNO DE NOSOTROS! -dijo con esa voz ronca.

De repente, la habitación comenzó a arder. A todos los demás parecía no afectarles pero yo estaba quemándome. Me iba a morir ahí. Y de hecho así fue, morí quemado. Ahora soy de él, soy uno más de sus juguetes y no me queda otra. Por el momento soy su favorito, pero cuando no le interese, me llevará a otra habitación e irá a por otro. Ahora ya no soy una persona normal, no volveré a ver a mis padres, ni a mi familia, ni a mis amigos, ni a nadie. Ahora mi existencia ya no depende de mí. Depende de él.

FIN


Eso es todo por el momento, se suponía que iba a ser un relato corto… Ejem, pero me he dejado llevar un poco. He dejado muchas preguntas sin resolver, pero no os preocupéis que en el futuro serán contestadas. Este es un relato de 1 solo capítulo pero  aún así puede que escriba relatos relacionados con él… Todo se verá. ¡Hasta la próxima!

OS SALUDA

EL ENTERRADOR