La abuela y el abuelo me sorprenden

En esta ocasión estamos mas tranquilos en su casa, mientras su marido...

Este relato es continuación al que publique hace unos días con el título: “La abuela me sorprende”. Entiendo que esa aventura tan sorprendente y excitante merece una explicación.

Aquí os dejo la continuación a ver que os parece.

En la guardería (ll)

Han pasado varios días desde que tuve el encuentro con Carmina, desde entonces no he coincidido con ella o con su simpático marido, ni a la entrada ni a la salida de la guardería. Voy con un alto grado de expectación y también con bastante inquietud pues no me imagino cómo puede ser el reencuentro con ambos.

-“Matías, Matías… “, dice una voz a mi espalda. Me vuelvo y es Emilio, el abuelo chistoso con el que suelo coincidir a la hora de llevar a mi hija a la guardería.

-¿Qué?¿Cómo estás?... Me alegro de verte… estos días no hemos venido a la guardería porque mi nieta tenía un poco de fiebre”, me dice aclarando por qué no hemos coincidido.

-“Tenía ganas de hablar contigo…”, añade.

-“Ah, si?”, “Tienes algo gracioso para contarme?”

-“je je je…no hombre, no… quería darte las gracias por lo bien que te portaste con mi esposa”. “Me lo contó todo… con pelos y señales… no veas lo satisfecha que se quedó”, me dice a modo de confidencia.

Reconozco que debe ser una pareja excepcional, no dejan de sorprenderme tanto el uno como el otro. Lo tienen claro y asumido, él no solo la apoya en su búsqueda de “buenos chicos”, sino que se alegra por ella e incluso parece que lo disfruta a su manera.

Yo procuro no hacer ningún gesto que me denote ningún especial entusiasmo no vaya a ser que se trate de una treta para descubrir una verdad oculta. Le sigo la corriente, dejando que sea él quien haga comentarios jocosos y a la vez picantes sobre lo que pasó en el aseo del supermercado.

Reconozco que conoce la historia como si hubiese estado allí, por lo que la conclusión es clara: Carmina, su esposa, lo tiene al corriente de todas sus andanzas. Eso me tranquiliza bastante y me alegro que se lo tome tan bien. No me apetece nada tener un conflicto con un abuelete tan simpático

Cuando ya estamos a punto de cambiar de tema, la situación da un inesperado giro. Me dan un apretón en un cachete, me vuelvo sorprendido para encontrarme de frente a Carmina que luce una buena sonrisa.

-“Hola Daniel, ¿Cómo estás?”, dice a modo de saludo con su dulce voz.

-¿Qué estáis tramando los dos juntos?”…”je je je… de mi querido marido no me fio ni un pelo, siempre anda tramando cosas”, dice Carmina al tiempo que le dedica a él una sonrisa de complicidad.

-“Nada, nada…estábamos comentando vuestra aventurilla… “, dice Emilio con toda tranquilidad.

-“Estaba a punto de proponerle que venga a casa a revisar el PC…por eso de la Wi-Fi que va tan mal ”. Tengo entendido que se dedicas a la informática”. “¿A ti, como te va hoy?...¿lo invitamos a que venga?, dice Emilio mirando alternativamente a su esposa y a mi.

-“Por supuesto que si…está invitado. ¿Tú quieres venir?, me pregunta ella mirándome fijamente mientras espera mi respuesta.

-“Si, si… por supuesto… no soy un experto en redes…pero me apaño bastante bien”, les digo aceptando el reto de ir hasta su casa.

Mientras que caminamos hacia su casa me dan detalles que explican su aparente extraño comportamiento. Son una pareja normal, que se quiere, que se respeta pero que tienen una particularidad: a Emilio lo operaron hace unos años de una afección de la próstata y desde entonces no ha disfrutado de una sola erección.

A pesar del trauma, han rehecho su relación adaptándose a las circunstancias. De mutuo acuerdo van explorando las diversas posibilidades que la vida les ofrece pues no están dispuestos a renunciar a los placeres de la vida incluido el sexo.

Carmina goza mucho con el sexo oral. Le gustaba practicarlo con su marido, y que ahora necesita “voluntarios” como yo para llevarlo a cabo. Mientras tanto, a pesar de su discapacidad él logra correrse de gusto viendo a su esposa disfrutar aunque por desgracia no se le ponga tiesa.

Es una buena solución para ambos y yo soy un “daño colateral” por pasar por allí aquel día.

Al llegar a su casa, sin más preámbulos y con total normalidad Emilio se acomoda en su butaca, Camina se encarga de deshacerse de mis pantalones y dejarme desnudo de cintura para abajo. Hace que me siente en el sofá, con el culito cerca del borde, la espalda apoyada en el respaldo y las rodillas bien separadas para dejar un amplio acceso a mi pubis.

Carmina se arrodilla frente a mí entre mis piernas apoyando su culo sobre los talones. Una vez cómodamente colocada, me mira a la cara y luego a mi entrepierna, para terminar alargando la mano y cogérmela con decisión pero con el cuidado de quien conoce lo que tiene entre manos.

-“Estas preparado?… te voy a hacer un trabajito que no vas a olvidar en mucho tiempo”, me dice al tiempo que inicia un suave sube y baja que deja al descubierto mi capullo inflado como un globo morado.

-“No asustes al hombre…¡no te lo vas a comer…!” le reconduce Emilio mientras se acomoda en la butaca que hay justo al lado y desde donde pretende disfrutar del espectáculo en primera fila.

-“Ya sabes que lo domino bien… jejeje…déjame hacer a mí”, le responde entre risitas.

Y empieza mi tortura. Se apoya sobre mi pierna poniendo su axila sobre mi muslo, y la mano sobre la ingle. La otra mano queda libre para juguetear libremente con mi polla, que está tiesa como un palo y a punto de reventar por toda la sangre que llega rápida a través de las venas.

A pesar de las gotitas de líquido preseminal que me salen por la punta, necesitamos darle un punto de humedad. Carmina lo sabe, acerca la cabeza y deja caer un chorrito de saliva sobre el capullo. Antes de que se pierda, pasa la mano rodeándolo y repartiendo bien la saliva por toda la superficie.

-“¿Que le vas a hacer para doblegar esa pedazo de polla que tiene nuestro amigo?, pregunta Emilio buscando el mejor ángulo para la contemplación de la maniobra.

-“Hoy le vamos a dar una sesión especial para que quiera volver otro día”, dice ella mientras empieza a tantear toda la zona alrededor de mi sexo.

-“Lo dejo en tus manos…pero hazle algo nuevo… algo que le ponga los pelos de punta…”, dice Emilio para animar a su esposa para que lo de hoy sea inolvidable.

Joder, joder, joder… estos dos saben bien lo que tienen entre manos. No han empezado todavía y ya tengo ganas de correrme, víctima de los primeros movimientos y del morbo al oir como discuten sobre las cosas que piensan hacerme.

-“Si, si…tienes razón…alcánzame la crema con sabor a fruta… le vamos dar una friega antes de empezar”, dice Carmina moviéndola a un lado y otro como si fuera la palanca de cambios del auto.

Tras poner un generoso choro de crema sobre la mano la reparte por todo el miembro incluyendo las pelotas. Cuando ya tiene bien repartida la crema, con una mano recoge las bolas y les da unos ligeros apretoncitos haciéndolas mover entre sus dedos. La otra mano la pone formando con todos los dedos un semi-canal en forma de “C”.

Empezando a la altura del capullo desliza la mano hacia abajo dándome un suave masaje de arriba a bajo. Cuando llega a la zona cercana a la bolas, me suelta, sube la mano sin contacto para volver a iniciar el recorrido en el extremo de mi polla. Es una caricia suave que va incrementando muy lentamente mi excitación.

Cuando ya me tiene bien duro, invierte el movimiento. Ahora empieza en la base del tronco, sube la mano hasta tropezar con el borde inferior del capullo, y termina abandonando el capullo tras un suave apretoncito. Así se pasa varios minutos frente a la atenta mirada de Emilio y la mía propia. Me la ha puesto grande y dura como no recordaba pudiera estar.

-“Has aguantado bien… aunque ahora la cosa se te va a complicar un poco más”, dice Carmina al tiempo que toma posesión de mi polla poniendo ambas manos, una a continuación de la otra abrazando el tronco y el capullo.

Con ambas manos tira hacia abajo. Al llegar al final, suelta la mano inferior para llevarla al espacio que ha dejado la otra la ir descendiendo. La crema que me ha puesto hace su trabajo y permite que las manos de Carmina se puedan ir intercambiando de posición en una secuencia interminable. Parece como si estuviese estirando a mano de una cuerda.

Este manoseo continuo de las manos que se alternan una a la otra en su movimiento de arriba hacia abajo me lleva al borde del orgasmo.

El frotamiento sobre el capullo es muy intenso, y gracias a la crema lo puedo soportar, de otra forma estaría dando botes debido a la intensidad.

-“Venga, venga…no te pases que se va a correr antes de tiempo”, le indica Emilio para que me deje respirar un instante.

-“Ya me había dado cuenta… ahora le doy unos golpecitos para que se relaje un poco… “dice antes de soltar una risita.

Pone su mano alrededor del capullo y lo abraza totalmente. Me da un apretón que me hace ver las estrellas para a continuación darle un masaje de sube y baja con el puño cerrado alrededor de él. Cuando me recupero del susto vuelve la placentera sensación del frote de su mano sobre la punta.

Vuelve a darme otro apretón  y lo compensa nuevamente con otro sube y baja. No parece que la propuesta actual vaya a ser muy placentera. Me tiene en vilo y con muchas ganas de correrme de una vez.

Repite la maniobra lentamente varias veces y cuando ya le tiene cogida la medida, va incrementando el ritmo.

Se me produce una mezcla de dolor y placer que resulta difícil de compaginar, me gusta, me gusta mucho…se que no me voy a correr, pero me encanta la suma de sensaciones y mi polla no deja de palpitar y sufrir espasmos.

-“Jodeeeeer…. cómo se está poniendo la cosa”, dice Emilio viendo como resoplo como un caballo y me agito en el asiento mientras »sufro« con las caricias de Carmina.

-“Esto está a punto de caramelo”, dice Carmina tras relamerse los labios contemplando el resultado de su hábil maniobra.

-“Ahora viene lo que más me gusta”, dice mientras va aproximando su boca a la punta al tiempo que la mantiene sujeta por la base.

Saca la lengua, ancha y plana, la pone sobre la parte posterior del capullo y la desliza lentamente sobre el frenillo hacia arriba hasta que llega al  final. Deja caer una buena cantidad de saliva en la punta y antes de que se deslice hacia abajo abre la boca pone los labios haciendo una “O” y engulle mi polla hasta un par de centímetros por debajo del capullo.

Siento como con su lengua me envuelve y me acaricia, estimulándome todas las terminaciones de mi glande. Con la mano juguetea con las bolas proporcionándome unas sensaciones extra. Poco a poco mueve su cabeza arriba y abajo para ir progresivamente engullendo toda mi polla. Siento como la punta roza en su garganta y me da un aterciopelado masaje.

-“Lo hace bien , verdad?”, me dice Emilio sabiendo que Carmina no puede decir nada pero que nos escucha perfectamente.

-“siiii, si… es bestial… me siento como un rey…me va a sacar hasta la última gota” le respondo entre resoplido y resoplido, lo que le llena de regocijo sabiendo que su esposa lo hace de maravilla.

Carmina me oye, retira un poco la cabeza para dejar solo una parte de mi polla en el interior de su boca. Es la posición ideal para atrapar el capullo entre la mejilla y la lengua y succionar con intensidad. Uuhhh, ahora sí que me va a sacar toda la leche. ¡Vaya forma de chupar!

Cuando creo que ya no voy a poder aguantar más, me agarra de la pelotas y tira de ellas al tiempo que se la vuelve a introducir hasta la campanilla. Da varias cabezadas arriba y abajo, con intensidad y ritmo creciente. Noto que me voy a correr, ella también lo sabe y aprieta en la base para contener la primera andanada.

Retira la cabeza, la saca de su boca para que la otra mano pueda hacerme un sube y baja rápido e intenso. Ahora si… me corro, Carmina libera la presión de la base y permite que un buen chorro de leche espesa y caliente salga e impacte cerca de la boca.

Me la sigue masajeando con cariño, sacándome la leche, restregándola por toda la polla favoreciendo el suave contacto. Cuando dejo de tener espasmos acerca su boca y me lame hasta dejarlo todo bien limpio.

-“Jodeeer tio…cómo te has quedado…te has vaciado!”, dice Emilio un tanto sorprendido por la buena cantidad de leche que he sacado.

-“Mi mujer es la mejor”, dice a continuación con orgullo.

Hasta ahora no me había fijado, lo miro y veo que se ha desnudado de cintura para abajo, su polla flácida no es capaz de hacer lo que hace la mía, pero sus testículos funcionan correctamente y han dejado ir una buena corrida sobre su muslo. Se ha corrido mientras miraba como su mujer me hacia la mejor mamada de mi vida.

-“Emilio, Emilio… a ver qué te parece esto…”, digo en voz alta para captar su atención.

-“¿Qué te parece si lo hacemos los tres juntos?... Carmina, tú  y yo, como si fuésemos uno” le digo como si acabase de descubrir la pólvora.

Por primera vez he dicho algo que ha conseguido sorprenderlos a los dos. Hasta ahora siempre han sido ellos los que me han descolocado con sus comentarios y actitudes. Mi propuesta, por inesperada, les ha hecho detenerse y pensar en ello.

Camina y Emilio intercambian miradas, tras una breve espera una amplia sonrisa aparece en sus caras simultáneamente y veo que ya han tomado una decisión, ¿cuál será?.

Deverano.