La abuela, el abuelo y yo
Hacemos un bocadillo, ella en medio.
En relatos anteriores os he presentado a Carmina, una abuela muy simpática y jovial a la que le encanta hacer buenas mamadas a “desconocidos” . Conociendo sus preferencias, es su esposo, Emilio, quien le localiza los posibles candidatos.
Después del primer encuentro en un supermercado, me invitan a su casa para repetir la experiencia, pero esta vez cómodamente sentado y teniendo al marido como complacido testigo.
Este segundo relato terminaba así:
- “¿Qué te parece si lo hacemos los tres juntos?... Carmina, tú y yo, como si fuésemos uno” le digo como si acabase de descubrir la pólvora.
Por primera vez he dicho algo que ha conseguido sorprenderlos a los dos. Hasta ahora siempre han sido ellos los que me han descolocado con sus comentarios y actitudes. Mi propuesta, por inesperada, les ha hecho detenerse y pensar en ello.
Camina y Emilio intercambian miradas, tras una breve espera una amplia sonrisa aparece en sus caras simultáneamente y veo que ya han tomado una decisión, ¿cuál será?.
… y ahora viene la continuación siendo tres los protagonistas.
A Carmina y Emilio les encantó la sugerencia que les hice sobre tener un encuentro en el que pudiéramos estar los tres juntos. Últimamente, el papel de él se ha reducido a ser mero observador, a solamente gozar con la contemplación desde una cierta distancia de su esposa disfrutando de unas excelentes mamadas.
Estoy seguro que a ella se gustaría mucho que su querido esposo participara de una manera mas activa y recuperan aquellos pasados momentos en que se fundían en uno. En realidad creo que cuando tiene la verga de su circunstancial amante sueña que es la de Emilio y por eso se esfuerza tanto en darle placer, sintiéndose muy satisfecha cuando ve que su boca se llena de leche.
“Ven, que Carmina nos esta esperando”, es la breve frase que mi amigo Emilio pronuncia mientras me mira a la cara.
“La tenemos encendida… no sabe lo que va a pasar y eso la tiene fuera de sus casillas…jejeje”, “Lo vamos a pasar de miedo, verdad que es una pasada?”, añade mostrando un notable estado de excitación.
Dejamos a su nieta y a mi hija en la guardería, nos encaminamos con paso decidido hacia su casa, alli nos espera su esposa expectante por la experiencia que vamos a vivir juntos.
Al llegar nos recibe con total normalidad, como si fuera una visita de alguien conocido o familiar. Nos prepara un café y nos ponemos a charlar sobre temas intrascendentes que no hacen presagiar en absoluto la tormenta que viene a continuación.
Es Emilio quien decide dar el paso y dice sin tapujos:
- “Bueno, hemos quedado para divertirnos… ¿a qué estamos esperando?
Los tres nos reímos con adolescentes que van a hacer alguna trastada juntos. Somos muy conscientes que lo que va a suceder en la alcoba y no es ninguna tontería de chavales. Tres adultos van a disfrutar de su cuerpo con libertad, conscientes de que hay que evitar los tabúes.
Sigo con diligencia las indicaciones de Carmina, me desnudo por completo y me echo boca arriba sobre la cama esperándola, pues veo que quiere tomar la iniciativa.
Ella por su parte se queda en bragas y sujetador, relamiéndose mientras me mira. Emilio, mas recatado que yo, se ha dejado puesto el slip, entreteniéndose en acariciar a su esposa mientras ella le da la espalda pues está sobre a mi acariciándome todo el cuerpo como si fuese un hermoso modelo.
Carmina maniobra hasta colocarse entre mis piernas con la cabeza justo encima de mi polla. Imagino que va a empezar una nueva mamada por lo que estoy super excitado e impaciente.
Deseo fervientemente que me la coja y se la introduzca en la boca, o que invente algún masaje que me haga ver las estrellas. Se que a Emilio esto le gusta mucho, tanto como a nosotros y que será un espectador excepcional desde su primera fila.
Con bastante parsimonia, sabiendo que puede recrearse en los detalles, Camina me acaricia y me lame poniéndome al borde del orgasmo. Tenía los ojos cerrados para que las sensaciones fueran más intensas, al abrirlos oigo un gemido de ella y compruebo que hoy Emilio se ha unido a la fiesta como estaba previsto.
Carmina esta a cuatro patas sobre mí, tiene su culo en pompa, y su sexo ha quedado al alcance de la inquieta lengua de su marido. Este le está dando una buena lamida de la raja, el ano y la parte interior de los muslos. Emilio sabe como hacerlo y conoce perfectamente a su esposa. Deduzco que su relación ha buscado alternativas para poder seguir dándose placer mutuamente.
Ella menudo debe interrumpir la mamada para coger aire y dejar ir sentidos suspiros fruto de las caricias que su esposo le da de forma tan intensa. Me gusta mirar como me la chupa, como disfruta relamiendo y succionando para darme el máximo placer. También me encanta ver la cara que pone cuando su esposo la pone al borde del orgasmo chupándole el chocho por detrás.
Emilio reconoce que su esposa está muy excitada y que requiere un “empujoncito” más intenso para culminar su fantasía, por lo que decide intercambiar los papeles. Se echa sobre la cama bocarriba, atrae a Carmina para que ponga en cuatro sobre él y a mí me deja libre para que me ponga detrás de ella y la pueda penetrar en la típica postura del perrito.
No pierdo ni un instante, me acomodo, la tomo por las caderas, me acerco lentamente y la empitono a la primera. Estoy completamente excitado y un chocho tan bien preparado no se me puede escapar.
Ellos dos están entretenidos dándose tiernos piquitos, ella tocándole la cara y él acariciándole los pechos. Parecen ajenos a mi presencia, a pesar que le tengo metida la polla hasta las bolas, ambos están entregados a sus dulces caricias como si el resto no tuviese importancia.
No puedo parar en un mete y saca continuo e intenso, aunque procuro que no sea demasiado violento para no interrumpirlos en su tiernas caricias. Así pasamos un buen rato, ellos dándose caricias y yo bombeando con intensidad contra unas hermosas nalgas de esta madurita tan apetitosa.
Lentamente, Carmina se acomoda dejándose caer sobre su marido, pasando de la postura del perrito a la del misionero. Momentáneamente no la puedo seguir y mi polla se sale sin que pueda hacer nada para evitarlo. Me miro la polla, la veo tan tiesa y tan mojada que siento el deseo imparable de meterla de nuevo.
Tras unos instantes para acomodarnos, me acerco hacia ellos yhacemos un verdadero bocadillo. Emilio echado bocarriba sobre la cama recibe a Camina que adopta la postura del misionero, pero ella encima.
Me coloco sobre de los dos, apoyándome sobre la punta de mis pies y en la palma de mis manos con los brazos totalmente extendidos a ambos lados de sus cuerpos.
Me mantengo casi en el aire, apoyando solo ligeramente mi pubis sobre las nalgas de Carmina. Trato de evitar que mi peso no se transmita sobre ellos dos que están debajo y también mantener así una gran libertad de movimientos para mis caderas.
Mi polla se acomoda entre sus piernas en contacto con su raja. Me muevo lentamente para hacerla frotar para que sienta mi presencia y mi calor. Quiero que sepa que pronto la va a sentir bien adentro. Me gusta mucho sentir la tibieza de su trasero en contacto con la piel de mi entrepierna.
Levanto un poco la cadera y fuerzo la postura para que la punta busque la entrada de su chocho. A tientas voy dando punzadas para encontrar mi sitio dentro. Ella me ayuda inclinando la cadera de forma que su coño queda bien alineado con la trayectoria de mi polla.
Al fin mi capullo se sitúa correctamente, noto como sus carnes ceden y me dejan entrar. Tras un primer empujón, vienen otros con lo que progresivamente mi polla se va perdiendo en su interior.
Tras un instante de reposo manteniéndola completamente dentro comienza un lento mete y seca de pocos centímetros, tratando que el empujón sea contenido y agradable para los tres.
Como mantengo mi cuerpo bastante separado del suyo, Camina se puede separar un poco de su esposo permitiéndole que este le pueda tocar y lamer los pechos. Emilio pone una mano sobre su entrepierna, plana con la palma hacia el de manera que sus nudillos quedan enfrentados a la vagina de sus esposa, aprisionados entre ambos cuerpos.
Ella siente el contacto de la mano, hace que su cuerpo se desplace sobre el de su marido arriba y abajo para que la vulva roce con el dorso de la mano. Su movimiento se acomoda para favorecer el roce de su vulva con la mano, lo intensifica, lo disfruta. Al mismo tiempo que se frota, traslada el movimiento a todo su pubis y por tanto también al contacto con mi polla que la tiene dentro.
A los tres nos gusta el efecto que este movimiento produce. Tomo el relevo y en vez de hacer un mete y saca, lo transformo en un movimiento de empujar hacia delante y aflojar, para que ella sienta como mi polla hace presión sobre su chocho y al tiempo sienta el roce de su clítoris con los nudillos de la mano de Emilio.
Ufff, es un polvo de lo mas sensual, casi tántrico, lento, intenso… que nos permite paladear cada uno de los empujones que doy. Carmina tiene las piernas casi pegadas entre si, lo que hace que su raja este bien apretada alrededor de mi polla, el rozamiento es intenso tanto para ella como para mi por lo que la sensación es muy placentera.
Yo sigo dando empujones lentos e intensos, haciendo que la punta choque con cierta violencia contra el fondo de su vagina. Cada vez la siento más caliente y más húmeda.
- “Dale mas fuerte…Daniel…dale mas fuerte…”dice Emilio que conoce bien a su esposa y sabe que ella ya está próxima al orgasmo.
Al oir las palabras de su esposo, Carmina se desata, deja de reprimir sus emociones y comienza a gemir y jadear como pocas veces había oído. Animado por estos gemidos doy cumplida respuesta a la petición de Emilio y empiezo a bombear con fuerza contra las nalgas de ella.
- “Jodeeé tio!…que cogida tan buena!… se está corriendo de gusto la muy guarra… hacia tiempo que no la veía así… me tiene mojadas las piernas… buaahhh que tremendo… que gustazo…. Me estoy corriendo…”, dice Emilio fuera de si.
Animado por estos comentarios, y sintiendo que el cuerpo de ella esta en vibración armónica con el mío, hago que los movimientos de nuestros cuerpos ganan en amplitud e intensidad. De forma progresiva voy incrementando el ritmo y la fuerza, hasta que llegamos a un frenesí que nos conduce a los tres hacia un clímax memorable.
Las contracciones de Carmina son evidentes, está teniendo un rico orgasmo que se traduce en una salida de abundante flujo que moja por completo la mano de su esposo llenándolos de felicidad a ambos.
Me echo hacia atrás para dejar que ese momento de sumo placer lo disfruten ellos dos solos. Se que ella ahora tiene su clítoris ultra sensible y no quiero interrumpir. Quiero que se sientan unidos y recuperen las sensaciones perdidas en los últimos tiempos.
Al mismo tiempo, yo también tengo unos deseos enormes de llegar a mi clímax, por lo que me doy unos meneos con la mano. Un abundante chorro de leche sale disparado para depositarse sobre las nalgas de Carmina, me flojean las piernas y me recorre la espalda una intensa corriente que me deja casi fulminado.
Me dejo caer sobre la cama, rendido, exhausto… y me quedo contemplando a la pareja que todavía está dándose besos, paladeando la rica experiencia que han disfrutado juntos con mi ayuda.
Deverano.