La abuela calentorra
Mientras mi novia esta dando clases al chico, su abuela recupera tiempo perdido conmigo y me hace ver las estrellas.
Mi nombre es Juan, tengo treinta años y llevo saliendo con mi novia Julia dos años. Julia está en paro, y para ganarse un dinero da clases particulares de matemáticas. Todos sus alumnos menos uno, los tiene cerca de su casa, por lo que va andando a darles clase.
Al que tiene más lejos, es el hijo de su amiga del colegio Laura. El chico se llama Ramón (como su abuelo materno) y tiene 12 años y desde que murió su madre en accidente de circulación vive con su abuela materna.
Para dar esa clase la llevo yo en el coche pues la comunicación es mala y no quiero que Julia ande sola por ese barrio que tiene mala fama. Antes mientras que ella estaba dando clase la esperaba en el coche, hasta que un día la abuela del chico se enteró y le dijo a Julia que no lo podía consentir, que subiera a su casa para esperar allí.
La abuela del chico se llama Dolores. No es una señora mayor, creo que poco más de cincuenta años. No es una niña de veinte años, pero no deja de tener su atractivo. Tiene el pelo castaño y ondulado que le cae por los hombros, unos ojos marrones bastante bonitos y unos labios carnosos bastante apetecibles de besar.
Medirá 1,70 m de buena figura, anchas caderas y un culo de un tamaño considerable pero cuando se pone vaqueros se le ve aun firme y en su sitio. Sus pechos son grandes, pero no exagerados. En su juventud debió ser una mujer que atraía las miradas de los hombres. Lamentablemente, ahora apenas se cuida, si se maquillara un poco aún podría estar en el mercado creo yo.
A pesar de que yo me aburro viendo la novela, y de que le tengo dicho a Julia que no se entretenga cuando termina de dar la clase, y así poder irnos rápido, Julia siempre se entretiene al menos una hora más hablando con Dolores. La mujer se aburre de estar toda la tarde sola con el chaval.
El otro día al terminar la clase, Julia le pregunto por cómo les había ido en una boda en la que habían estado el fin de semana. Yo pensé, no hay manera de que me haga caso, otra tarde echada a perder con la charleta entre ambas.
- Muy bien - dijo Dolores, y corriendo cogió un CD y lo puso en el DVD para enseñarle las fotos. ¡Mierda! me dije, no hay manera.
Comenzamos a ver las fotos de la iglesia, la novia que se casaba era un bombón estaba buenísima. Continúo pasando fotos y por fin salía alguna de Dolores y el chaval. Dolores, con un vestido blanco con un solo tirante muy ceñido que no disimulaba nada de su anatomía. Me recordaba un poco a los vestidos que llevaban las griegas en las películas.
Al verla así, no pude evitar soltar un “Huummm”. Me quede callado, esperando que nadie se hubiera dado cuenta. Terminamos de ver las fotos di un brinco del sillón y le dije a Julia:
- ¿nos vamos?
A lo que Julia respondió que si. Nos despedimos, y salimos. Yo esperaba una bronca por parte de Julia por el comentario, pero parece que de verdad no se había dado cuenta, no dijo nada. Yo tampoco le quise decir nada de haber tenido que ver las fotos, no fuera entonces a echarme en cara el comentario.
A la siguiente semana, tuve que volver a llevar a Julia a dar clase a Ramón. No me apetecía nada perder 2 o 3 Horas en aquella casa, escuchando como ella le rabiaba al niño por no querer hacer lo que le mandaba, y yo tener que estar viendo novelas al lado de Dolores.
Llegamos, saludamos y Julia se metió con el chaval en el cuarto de estudio. Enseguida empezó a rabiar con él por no haber echo los ejercicios que le había dejado. Dolores ya tenía puesto en la tele las novelas, yo suspire para mis adentros y me resigne.
Dolores me dijo.
- ¿Quieres un café antes de que me siente?
A lo que le respondí.
- Si no es mucha molestia.
- Claro que no hombre, ahora mismo te lo traigo ¿solo o con leche?
- Solo por favor y con una cucharada de azúcar.
Se marchó y volvió a los cinco minutos con el café, le di las gracias y mientras me lo tomaba ella se sentó a ver la novela. Al poco rato de tomarme el café, note que me pasaba algo extraño. Tenía una erección inexplicable y que no podía controlar.
Le pedí a Dolores si podía ir al baño, me indico donde estaba y me dirigí a él, intentando evitar que notara el enorme bulto de mi pantalón. Mientras cerraba la puerta del baño, vi que Dolores se levantaba del sofá. Pero no le di mayor importancia, ya que estaba en su casa.
Me puse frente al espejo, abrí mi pantalón. Y hay estaba mi polla completamente empalmada. La punta salía por encima del slip. Abrí el grifo del agua fría y empecé a echarme agua en la cara. No surtía ningún efecto, mi polla continuaba que parecía fuera a explotar con todas las venas marcadas.
De repente note la puerta abrirse. Pensé. Mierda no he echado el pestillo. Me di la vuelta, sin pensarlo y con el pantalón abierto. Y mi polla saliendo por encima del slip. Era Dolores con el vestido blanco de las fotos de la semana anterior. Entro cerró la puerta y echo el pestillo, avanzo hasta mí y metiendo la mano bajo mi slip cogiéndome todo el tronco de mi polla me dijo:
- Escuche el “Huumm” que soltaste la semana pasada al verme con este vestido, la verdad fue halagador. Sentirme deseada por un hombre como tu, llevo toda la semana masturbándome en mi cama pensando en ti. Y planeando como traerte hasta aquí. Así que te he echado una viagra machacada en el café.
Ella continuaba pajeando mi polla, que estaba dura como una piedra. Mientras con la otra mano echaba mi pantalón hasta los tobillos y me bajaba el slip. Se inclinó ante ella y me dijo:
- Vamos a lubricarla un poco, y se la metió entera en la boca.
Se sentía fantástica esa boca, húmeda y caliente me pasaba la lengua por el glande y volvía a metérsela hasta la entrada de su garganta. Finalmente, se la saco de la boca y mientras se levantaba el vestido me dijo.
- Enviude hace muchos años, y desde entonces lo más grande que a entrado aquí ha sido una zanahoria. Se delicado.
No llevaba ropa interior, y tenía el coño rasurado. Por aquel momento, mi cerebro ya no tenía el control. Me pegue a ella, y mientras la besaba le levante el vestido por encima de su culo. Nos dimos la vuelta y la senté sobre el mueble del lavabo, me arrodillé y abriéndole las piernas ante mi quedaba un coño rosado y de pequeños labios.
Metí mi lengua entre ellos, lo lamí y chupé buscando su clítoris. Ella gemía y me acariciaba el pelo mientras yo notaba como mi polla latía de excitación. Me puse de pie ante ella, le apunte con mi polla y ella la guio a la entrada de su coño mientras me decía:
- Despacio, así, sin prisa. Ooooo, me esta partiendo –
Acabe con toda mi polla en su coño y pegado a ella, la bese mientras se la sacaba y se la volvía a meter suavemente. Así tres o cuatro veces, a la quinta se la metí de golpe. Ella gimió un poco más fuerte y se le escapo un chorrito de pis, mojándome los pelos de mi polla.
- Perdona. Pasando sus dedos por mis pelos, y con esa humedad metiéndose uno en el coño sobre mi polla.
Entonces yo le dije:
- Dejémonos de preludios, y agarrándola por el culo comencé a penetrarla más rápido y fuerte. Ella trataba de agarrarme de algún sitio para hacer que la embestida fuera más fuerte, mientras gemía completamente excitada.
Bajo el vestido, se le notaban unas buenas tetas con los pezones marcados. Entonces le dije:
- Vaya pezones estas marcando, bájate el vestido ¿puedes? –
Soltó un broche que llevaba en el tirante, y se bajó el vestido. Dejando a mi vista, unas tetas un tanto caídas con unos pezones marrones pequeños y duros. Solté una mano de su culo, para agarrarle sus tetas y sentir sus pezones. Estrujaba sus tetas sin dejar de bombear su coño.
Esto debió gustarle, porque comenzó a gemir más fuerte y note como se contraía su vagina. Al correrse comenzó a mearse sobre mí. Rápidamente cogí una toalla del lavabo, para que no fuera a caer sobre mis pantalones que los tenia por los tobillos.Le saque mi polla, y mientras me quitaba completamente los pantalones ella me decía tapándose la boca con la palma de la mano.
- Discúlpame. Hacia tanto tiempo que no me corría así, no lo he podido evitar.
Entonces mientras abría la puerta un poco, y escuchaba a Julia explicándole al niño le dije:
- No importa. Lo que no quiero es mojar los pantalones, para no tener que inventar nada para decirle a Julia. Aun tenemos un rato y yo aun no me he corrido.
Escuchando esto, ella me echo una sonrisa picara. Yo me fui hacia ella, la baje del lavabo y poniéndola de cara a el le abrí bien las piernas la incline un poco hacia adelante guie mi polla y cuando el capullo estuvo alojado entre sus labios de un empujón se la clave entera. Ella dio un grito que pensé podían haber escuchado, así que nos quedamos así por unos segundos escuchando si había movimiento por la casa. Al no escuchar nada continúe culeandola y ella me dijo:
- Siiii. Dame fuerte. Hazme correrme otra vez –
La cogí por las tetas, y comencé a culearla con todas mis ganas. Ella en algunos momentos se inclinaba más, para que mi penetración fuera mas profunda. Yo le estrujaba las tetas con sus pezones entre mis dedos. Notando que estaba próximo le dije:
- Estoy a punto y no llevo puesto nada. Y tú aun eres joven y podrías quedar embarazada.
Ella me respondió.
- No importa, déjame preñada, quiero tener un hijo tuyo.
Esto me choco un poco, pero ya estaba lanzado y no podía parar. Comencé a embestirla con más fuerza, mientras derramaba toda mi leche en su útero. Quede por unos instantes con mi polla aun en su interior, echado sobre su espalda, y con sus tetas agarradas por mis dos manos.
Saqué mi polla de su coño, y me senté sobre la tapadera del wáter. Ella parecía que no había tenido suficiente, se arrodillo ante mi y cogiéndome la polla. Se la metió en la boca, dejándomela limpia de mi leche y sus jugos. Pero no paro hasta hacerme acabar otra vez dentro de su boca.
Rápidamente, salió del baño hacia su habitación para vestirse otra vez normal. Yo me lave un poco, me vestí y me senté en el salón en el sillón que siempre ocupaba cuando iba allí. Ella volvió con la ropa que llevaba cuando habíamos llegado. Julia aún no había salido, así que aprovecho para inclinarse ante mí y mientras me cogía la polla sobre el pantalón me daba un buen beso y me dijo:
- Gracias por la mejor tarde que he pasado desde hace mucho tiempo. Espero que vuelvas la próxima semana con más ganas.
A lo que le respondí:
- Claro… por fin tengo un motivo para venir con ganas. Pero tendré que actuar, Julia sabe que no me apetece venir. Además, debemos aclarar eso de que quieras tener un hijo mío.
Entonces ella me respondió.
- Era la excitación del momento, ya con 52 años no tengo ganas de empezar a criar a un niño, bastante tengo con Ramón. Además, tengo la menopausia dudo de que pudiera volver a quedarme preñada.
- Genial. De todas formas, debemos tener condones para la próxima vez.
Desde entonces, todas las semanas cuando llevo a Julia a darle clase a Ramón. Nos hinchamos de follar en cualquier lugar de la casa. El día menos pensado, nos van a pillar. Pues algunas veces se ha puesto falda fácil de levantar, y se me ha sentado encima en el sillón del salón. Y como le pone el riesgo, alguna vez en invierno bajo la mesa de camilla me ha echo una paja estando Julia sentada a la mesa.
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