La abducción de Servanda

Un grupo de exploradores interestelares abduce a Servanda para usarla de conejillo de indias

– ¡¡Vaya nochecita, y me la quería perder!! –se decía Servanda, Servi para los amigos. Estaba mas cabreada que una mona. Juraba y perjuraba que no volvería a ir a una cita a ciegas organizada por la Paqui, – una y no mas Santo Tomas, menudo anormal … ¡joder, si no me ha dejado ni chupársela! … y luego encima me hecha un polvito rápido, ¡¡¡como los conejillos!!! … Y se pone a fumar, con el asco que me da … ¡¡QUE HIJO DE PUTA!! … ahora, la Paqui me va a oír como que me llamo Servanda. ¡No te jode! Recomendarme a un amigo suyo “que es muy majo” … los peces del acuario de casa, uno a uno,  tienen mas inteligencia que él … además tenia caspa.

Ensimismada en sus pensamientos, seguía conduciendo por la autovía camino de casa. Cuando pasó  por la gasolinera que hay un poco antes de su salida, se fijo en la temperatura y la hora, –¡¡joder, pues si que ha sido rápido!! no son ni las dos y hace un frío que pela -4º, te cagas.

Llegó a la salida 36 y cogió la carretera local de donde salía la estrecha y angosta pista de cemento que conducía a su urbanización. Hace tiempo que esta carreterita la tenían que haber arreglado, pero con la crisis del ladrillo, la constructora quebró y ahora todos se echan la pelota unos a otros. Ya sabéis, políticos. Iba despacito, por ahí no se puede ir rápido porque te la pegas, cuando de improviso dos luces muy potentes se encendieron sobre la vertical del automóvil, inundando su interior con una luz excesiva que la hacia daño y perdió la noción del tiempo.

Cuando abrió los ojos no sabia donde estaba, una luz aséptica y uniforme bañaba una estancia de la que so sabia si era grande o pequeña. No podía moverse, su cuerpo estaba totalmente paralizado, ni siquiera podía mover los labios o pestañear. Percibía movimiento a su alrededor sin llegar a distinguir la causa. Al principio estaba sorda como una tapia, pero se improviso empezó a oír y a recobrar algo de sensibilidad, pero seguía sin poder moverse. Las voces que oía las entendía perfectamente y no se explicaba porque, claramente no eran en español.

– ¿Lo tienes ya?, entonces sácalo, – quien hablaba era un ser extraño, bastante raro, ni siquiera se parecía mucho a la idea que tenemos de humanoide. Una especie de masa alargada de color marrón, con un estrechamiento en la  parte superior delimitando lo que debía ser la cabeza, principalmente porque tenia dos esferas semibrillante que serian los ojos, y un agujero mas abajo que supongo que seria  la nariz o la boca, averigua. La cabeza estaba  coronada por cuatro antenas de unos diez centímetros. de color rojo. No eran nada altos, la realidad es que eran unos retacos de apenas un metro. Dos cilindros mas largos que el cuerpo, estrechos y flexibles como tentáculos, hacían las veces de brazos, rematados directamente con seis dedos. No tenían, ni  piernas, ni pies, ni nada parecido, se desplazaban subidos en unos discos  gravitatorios de un diámetro  ligeramente  mayor al de su cuerpo y que controlaban sin ningún tipo de mando, ni nada parecido. Por ultimo, en la parte inferior delantera, sobresalía una protuberancia, una especie de bolsa marsupial de unos quince centímetros de utilidad desconocida. La verdad, es que se parecían mas a unos gusanos,  eso si, muy gordos y avanzados, que a otra cosa, pero en definitiva, gusanos y repugnantes. Los “Falori” son exploradores de la galaxia, sus poderosas y gigantescas naves la recorren estudiando culturas y catalogando espécimenes.   Cuando llegan a un sector de estudio, lanzan naves auxiliares muchísimo mas pequeñas y controladas por un súper ordenador, con muy poca tripulación, principalmente científica.

– ¿Cómo has etiquetado este espécimen? –pregunto uno de ellos,  mas flacucho que el resto, mientras introducía la muestra que acababa de extraer de la  entrepierna  de espécimen en un cilindro transparente.

– 69, –respondió otro mas gordito –te has fijado en las peculiaridades del espécimen.

– ¿A que te refieres? –respondió con extrañeza el flacucho.

– Vosotros los químicos no veis nada, mas que formulas y compuestos, –dijo el gordito– si fueras fisiólogo forense percibirías detalles interesantes.

– Un espécimen, es un espécimen. ¿Este qué tiene de especial?

– Es una hembra joven, pero no tanto como la anterior que era una cría humana pequeña. Igual que esa, no tiene pelos en la zona reproductiva, cuando debería y por unas ligeras abrasiones que tiene en la cara interna del aparato reproductor, aseguraría que ha tenido activad reproductora en las ultimas horas, y no vamos a decir nada de ese arito que lleva en la parte superior del orificio de expulsión de desechos líquidos y del que desconocemos su función. Además, sus glándulas mamarias son enormemente grandes, mucho mas de la media y tienen unas bolsas sintéticas en su interior. Y por ultimo, por sus medidas  antropométricas, si fuera Falori, diría que esta muy buena. La conversación suscito el interés de los demás científicos que fueron rodeando la mesa de examen, donde inerte y espatarrada estaba Servanda, el espécimen 69. Mientras la conversación se producía, los científicos  introducían constantemente diversos instrumentos de examen, de todos los tamaños y formas imaginables, en el aparato reproductor del espécimen 69.

Servanda estaba que echaba humo, –estos  cabrones no hacen mas que meterme cacharros en el chocho, me están poniendo a cien y encima no me puedo mover– pensaba mas cabreada que una mona.

– Pásame una sonda del numero 7 que voy a explorar su orificio de expulsión de residuos sólidos, – dijo el gusano flacucho.

– El gordito,  consulto el programa en el ordenador y perplejo le paso instrumento al flacucho. –No esta programado ese examen, ¿no será demasiado grueso para un orificio tan estrecho?

El flacucho, esbozando algo parecido a una sonrisa maléfica, supongo,  le contesto, –¿qué mas da, no se va a quejar y tengo interés en hacerlo para ver que pasa?

Una voz metálica procedente del ordenador central, atronó la sala de examen.

– Esta contraviniendo la segunda directriz, de la Directriz Primaria Fundamental, “Bajo ninguna circunstancia se puede causar daños consciente a ninguna civilización inferior”

– Negativo, es una prueba fundamental de ultima hora y no se va a causar ningún daño al espécimen, compútalo, –contesto el flacucho, mientras procedía a la introducción del instrumento por el orificio rectal de Servanda.

– ¡¡Por todos los emisarios!!  Le ha entrado  sin ninguna resistencia, –dijo el  gordito, mientras un coro de exclamaciones de admiración, procedente del resto de los científicos le acompañaba.

De repente, las sirenas de alarma de la sala se dispararon ante el desconcierto de los científicos que rodeaban a Servanda y la voz metálica del Ordenador Central atronó.

–Detectado fallo en el sistema de contención del espécimen 69. Fallo total en  seis segundos, cinco, cuatro, tres, dos, uno, cero.

Ante el terror de los científicos que la rodeaban, Servanda se incorporo de golpe y se puso de rodillas encima de la mesa de examen, con la sonda del numero 7, alojado en  su recto.

– ¡Tú, gusano asqueroso!, ¿esta mierda es tuya? –le dijo al delgaducho mientras se sacaba el aparato de su culo, – ¡menuda puta mierda! ¿no lo había mas grande? ¡gilipollas!

Con los ojos desorbitados los científicos miraban al Espécimen 69, mientras Servanda, mas caliente que una novicia en celo, estaba dispuesta a follarse lo que fuera ... tripulación incluida.

– ¿No sabéis que  esta muy feo ir secuestrando chicas indefensas como yo para meterlas cositas por los agujeritos? – los Falori, casi alineados, asistían temerosos, con la cabeza baja a la bronca del Espécimen 69.

– Disculpe espécimen 69, –dijo el gordito, mientras el resto de tripulantes le miraba– somos exploradores de la galaxia…

– ¿Exploradores? ¡menudos exploradores de mierda!, –le grito Servanda– aquí cuando explorábamos, los nuestros, lo primero que hacían era follarse a toda indígena que veían …  con dos huevos, nada de chorraditas con aparatitos de mierda, ¡maricones!

Los fue mirando uno a uno con el ceño fruncido, mientras los gusanos no se atrevían a moverse.

– A ver, tú, el gordito, me has caído bien, acércate, ­–dijo dirigiéndose al gordito, lógicamente, que temeroso se acerco a ella– ¿vosotros donde tenéis la picha?

El gordito la miro sin entender nada mientras se acercaba y dirigiéndose al ordenador le dijo, –no entiendo esa palabra, compútala.

– La palabra no puede ser computada, no hay antecedentes en el banco de datos.

– Menudo ordenador de mierda … – comenzó a decir Servanda cuando en ordenador la interrumpió.

– Espécimen 69, no me falte …

– lo mejor que puedes hacer es callarte, cafetera parlante …

– ¡¡Me ha llamado cafetera!! ¿qué es una cafetera??

– Anda, corta el rollo, –Servanda estaba lanzada y dirigiéndose  al gordito le preguntó –¿no sabes lo que es la picha?, ¿el nardo, el falo, la cola, el rabo, el pene, el cipote, la polla, el cilindrin, el quitapenas? … ¿Joder, con algo te reproducirás?

– ¡¡AAhhhh!! –dijeron todos los gusanos a coro, y el gordito añadio–  el “naar”, lo llevamos en la bolsa ventral.

– ¡Anda, que apañaos!, –y sin pensárselo metió la mano en la bolsa y agarro algo gordo y de mas de medio metro de largo que provoco una exclamación de admiracion– ¡mira lo que escondías!

El  gordito daba grititos de terror mientras Servanda lo aproximaba un poco mas tirando del naar como si fuera una cuerda. Cuando lo tubo pegado a ella, agarro la punta, se lo metió en la boca y comenzó a succionar. La inexpresiva cara  del alienígena comenzó a hacer una amplia gama de gestos ante los ojos asombrados de sus compañeros científicos. Aguanto poco, en veinte segundo se corrió abundantemente en la boca de una decepcionada Servanda mientras tenia que agarrarse a los bordes del disco para no caerse.

–¿¿Ya esta explorador de los cojones?? –le dijo con los brazos en jarra y la boca chorreante de esperma extraterrestre. Y mirando alrededor añadio– ¡¡Joder!! memos mal que hay unos cuantos.

Un avergonzado gordito, con su flácido naar colgando por debajo de disco se retiro hacia la zona del computador cuando su metálica voz atronó.

– ¡¡Se ha incumplido gravemente la Directriz Primaria Fundamental que claramente prohíbe procrear con especies inferiores!!

– Anda mira si es una cafetera lista –y mirando a los acobardados gusanos exploradores añadio– ¡a ver, alguien que desenchufe la cafetera!

Todos la miraban sin comprender mientras el ordenador dice que la frase no es computable.

– ¡¡Joder que cortos!! Abra  un botón para apagar ese cacharro.

– Que nadie se acerque a mis controles …

– ¡¡Pues cállate de una puta vez y no me hagas perder el tiempo!! –y metiendo las manos en las bolsas de dos de los alienígenas saco sus naar e inclinando su cuerpo hacia delante y sin soltarlas para que no huyeran  se las introdujo en la boca y la vagina.

Inesperadamente el resto de científicos falori se arremolino en torno del espécimen y sacando sus naar comenzaron a restregarlo por la anatomía objeto de estudio. Según se iban corriendo, otro ocupaba su lugar en una rueda sin fin. Todos sus agujeros fueron penetrado, todos sin excepción. Los gusanos, poseídos por un ansia irrefrenable, se atropellaban, se empujaban y chocaban entre ellos. Cuando todos pasaron por lo orificios naturales de Servanda, fueron repitiendo, incluido el gordito, provocándola innumerables orgasmos durante un par de horas. Cuando todo termino, los intrépidos exploradores revoloteaban exhaustos con sus flácidos naar colgando fuera de los disco. Servanda, con todos sus orificios chorreantes de esperma alienígena, reposaba inerte sobre la mesa de examen.

Un verdadero alboroto se organizo cuando la pasión fue decreciendo y la dura realidad los atrapo. Arremolinados en torno al flacucho, que parecía el jefe, no paraban de quejarse.

– ¡¡Todo esto es terrible!!

– ¡La Directriz, la Directriz!

–¡Nos la vamos a cargar!

– ¡Y se la hemos metido por su orificio de expulsión de residuos! ¿que asco!

– ¡Cuando se enteren nos van a mandar a casa de una patada y no vamos a explorar en la vida!

–¡No lo entiendo, no lo entiendo!

–¡¡Y con un ser inferior, que vergüenza!

–¿¿Cómo ha podido pasar??

– Posiblemente yo tenga la respuesta. –atronó la voz metálica e impersonal del computador central, que durante la orgía espacial había estado callado– el espécimen 69, segrega una sustancia adictiva que ataca directamente y de manera agresiva  el sistema nervioso de los falori. En este planeta se llaman feromonas, y las del espécimen 69 son muy poderosas …

– ¡¡¡Mira cafetera de mierda, como  me vuelvas a llamar espécimen, te pego una ostia que te reciclo!!! –grito el especi … perdón Servanda que empezaba a estar hasta los cojones del computador– ¡y tienes suerte de que no tengas polla, yo me follo todo lo que se menea!

– ¿¿¿¡¡!!??? … –el computador intentaba computar lo incomputable pero ante la sorpresa de todos dijo– ahora no, pero con un poco de tiempo se pudría arreglar.

–¡¡¡Computador!!!

– ¡¡Inadmisible!!

– ¿Qué estas diciendo?

– ¡No cabe duda, esta averiado!

– Hay que hacerle un diagnostico …

– Y una revisión urgente.

– Le podemos echar la culpa a el.

– ¡¡¡Eh, eh, eh … tranquilos todos … y mantengamos la calma –dijo Servanda sentada en la mesa de examen, intentando poner un poco de orden, y mirando al ultimo que había hablado añadio– ¡anda mira, si tenemos un gusanito chivaton!

Todos guardaron silencio, se miraban entre ellos y todos miraban a Servanda.

– Yo lo veo de la siguiente manera, primero, nadie tiene por que enterarse de lo que ha pasado si ninguno abrís la boca, segundo, la cafetera pude “olvidar” todo lo que aquí ha ocurrido y la próxima vez solucionas lo tuyo, nunca lo he hecho con una maquina que no fuera a pilas.

– ¿Qué próxima vez? –preguntaron al unísono los gusanos.

– A ver si creéis que os vais a librar tan fácilmente de mi, cada cierto tiempo os tenéis que pasar por aquí para hacerme una visita.

Los alienígenas volvieron a mirarse entre ellos hasta que al final, el jefe flacucho, colocándose al lado de Servanda, rodeo su cintura con uno de sus largos brazos y rascándose la cabeza tomo la palabra con aire pensativo.

– Bien, solo podremos hacerlo mientras estemos en este sector del cuadrante y los transportadores estén a distancia. Tú la vas a colocar un localizador para saber en todo momento donde esta, –dijo señalando a uno de sus compañeros­ y dirigiéndose al computador dijo– y tú borra de tu memoria todo lo referente al espécimen 69 … y como te lo montes con ella es cosa tuya … no quiero ni saberlo.

Permaneció unos instante mirando detenidamente a todos, mientras de reojo miraba las tetas de Servanda.

– Y lo principal, todos con la boca cerrada, supongo que sois conscientes de la gravedad de la situación y de que nos jugamos mucho. Además es posible que hayamos encontrado un … –y mirando a Servanda la pregunto– ¿cómo decís en este planeta, un chollo?

Todos estuvieron de acuerdo y asentían mientras, sonriendo con cara de sátiros, empezaban a introducir sus manos en las bolsas ventrales. El flacucho, saco su naar de la bolsa y poniéndoselo a Servanda en la mano dijo:

– Creo que este es el comienzo de una gran amistad.