La Abadía (4)

Las aventuras de Lacroix (Primera Parte).

Una vez más, Coretta decidió espiar a Vandermeer y a Fuste, con el propósito de saber acerca de su futuro. Al parecer, ya estaba todo dicho acerca de su viaje a Inglaterra...

Aunque Claudine se opusiera a todo, Coretta sería enviada, junto con Federica ,una a Inglaterra, tal vez la otra a Flandes. Y hablando de Flandes, el sacerdote Lacroix anduvo en varias de las iglesias del lugar. Y como ya saben, había ,en cada una de las iglesias, al menos una jovencita. Y también había uno que otro clérigo perverso y con varios meses de abstinencia.

LAS AVENTURAS DE LACROIX.

Debido a mi placentera estancia en Flandes, deberé escribir todo cuanto ha acontecido y todo cuanto he deleitádome con semejante viaje.

En los primeros días, llegué a una iglesia liderada por un clérigo anciano llamado Decraeye.

El señor Decraeye me pidió llevar una carta a París a un clérigo amigo suyo, Henrey. Llevo las cartas ahora. Voy en camino a París. Pero el camino es largo, y temo que no volveré a La Abadía hasta después de unos meses.

Este escrito será archivado en los documentos ocultos de La Abadía, así como son las recetas semi-soporíferas del monje Ulrich, mismas que el utilizó para poseer a las monjas más dulces y tímidas de hace ya un siglo.

En mi estancia en la iglesia de Decraeye, me encontré con una dama de alta alcurnia allá en la tierra de Flandes. A menudo asistía a la iglesia a su confesión casi diaria. En la que siempre se atormentaba por haber engañado a su marido, diciéndole que iba a visitar a su madre a Ámsterdam cuando en realidad iba de viaje a Inglaterra y a París.

En realidad me pareció tonta. Pero era tan dulce, tímida y encantadora que la vi como una princesa del milenio pasado, así de dulce e inocente. De cabello rubio y rostro angelical, esposa de un rico comerciante escandinavo, que apenas le hacía algún caso, y cuyas atenciones eran tan frías e indiferentes que despertaban en mí un odio terrible...

Fue un día que ,sabiendo de mi estadía en una de las mejores abadías francesas, el enfermo señor Decraeye me pidió que tomara su lugar por una semana en las confesiones...

Durante las misas noté que su mirada se centraba en mí. Y no sólo una vez. Fueron varias...

Pero un día de confesión, la inocente muchacha fue conmigo y preguntó por Decraeye, a lo que le contesté que por un tiempo yo sería el encargado. No se preocupó más...

En ese instante deseé tener en mis manos una pócima de Ulrich, pero no... Entonces la hice pasar a un cuarto cerrado con llave, donde Decraeye se prestaba para las confesiones.

Ahí me dijo cuanto se atormentaba por haber "engañado" a su marido una y otra vez...

Y respondí:

-No debería usted preocuparse porque estamos solos? De qué se atormenta más ahora?

De las caricias que le estoy dando, señora Barnard? O más bien, Sophia...

Y Sophia Barnard se echó hacia atrás mientras mis manos la tomaban del cuello...

Y quiso gritar, pero la reprendí:

-Qué cree que hace??! Si la ven metida aquí, conmigo ,usted saldrá mal parada...

En cambio, si se queda, podríamos guardar el secreto el resto de nuestras vidas...

Y se tomó su pequeña coleta y la puso sobre su hombro...Se levantó del sillón en el que estaba y me puse tras de ella...y acaricié cada ápice de su cuello, su oreja y sus hombros. Era deliciosamente delicada y blanca...y enloquecí.

El vestido salió volando en un segundo, y en sus ojos fulguró una llama de lascivia...

Y de una buena vez, la puse a trabajar. Me desvestí y ella acarició todo mi cuerpo, de pies a cabeza. Sophia estaba hincada ante mí. Me impactaron sus enormes tetas. Toda su piel tenía un aspecto frío, pero lascivo.

Y le ofrecí mi pene. Y ella se hincó y lo tomó entre sus manos. Le dio una chupadita, muy pequeña y en la punta. Después otra, más larga y placentera para mí... Con su lengua recorrió cada vena hasta llegar al glande...

Y quedó babeado completamente...

Le tomé sus enormes nalgas...Ella replicó:

-Qué cree que hace! Qué está haciendo! Nooo-------- -Pero tapé su boca con mi mano ,y le pellizqué un pezón con tanta fuerza que abrió la boca y no profirió sonido alguno...

Abrí sus nalgas de golpe, estaba hincada y yo pasaba entre sus piernas... Introduje mi pene ensalivado en su ano...Ella parecía apretarlo con todas sus fuerzas, pero era inútil, porque la saliva lubricó de tal forma que era como meter un tronco en manteca.

Y quedó con los ojos abiertos...y gritaba:

-No! No! Nooo!

Pero No le hice más caso. Iba a terminar esta faena, quisiera o no quisiera la respetable muchacha.

Y se jaló la coleta, la puso en su boca y la mordió y mordió, se ruborizó y meneó la cabeza mientras yo me deleitaba con su ano...y el mete y saca era más rápido , y de nuevo tuve que callar los gritos de "No!" , porque ,aunque ya era noche y no había gente en la iglesia, había una granja de cerdos a poca distancia...

Y la muchacha me mordió la mano...y le respondí con una embestida. Y su ano se apretó. Entonces la muchacha lamió mis dedos... y los lamía y lamía con los ojos cerrados...y gemía lentamente, hasta que aulló...y se echó hacia delante ,y las manos agarraban un candelero que estaba en el suelo. Y sus ojos se pusieron en blanco. El ano palpitaba con fuerza y me enloquecía...Y la muchacha gritaba, pero los cerdos comenzaron a hacer ruido, por lo que ya no me preocupé...

Y le jalé el cabello, y le manoseaba la vagina, para entregarla al pecado totalmente, pero la muchacha resistía...no por mucho...

Después de un rato de bombeo anal ,la joven se echó hacia atrás , tomó sus pezones y los retorció con fuerza, mientras aullaba y a ratos se acariciaba las nalgas...se chupaba los dedos, cerraba los ojos, los abría en blanco..y gritó y gritó:

-Curaaaa!!! Si, señor cura!!! Poséame!!! Hágame suya una y otra veeeez!!!

-Eres completamente mía, doncella!! ERES MÍAA, SOLO MIAAAA!!!

Y la sodomía terminaba en gritos, mientras yo eyaculaba torciendo la cara en muecas de placer carnal, y eyacule como jumento en el ano de la muchacha...cada lecherazo fue a para a los intestinos de la jovencita...Y la explosiva infidelidad se mezcló con la irritación anal enloquecedora. Y yo gozaba un placer infernal en el ano ardiente de la dama...

Y ella enloqueció, y aulló por enésima vez, y terminó en un orgasmo anal que le nubló la vista....y yo seguía regándole la leche en el ancho ojete...y terminé casi ahorcándola cuando la agarré del cuello. Pero ella seguía gozando el éxtasis anal...

Por un momento , hice que Sophia se olvidase de su marido, y se entregó al pecado del placer anal por completo.

Y abrió con sus manos los dos cachetes, y me entregó el ano por completo y para siempre....

Y la irritación la hacía morderse los labios... y ya no pudo más. Se echó hacia delante y así quedó unos minutos, respirando agitada, sudada y en trance. El ano estaba completamente rojo del roce de mi pija.

Y la dama se levantó, y tiró por la ventana, al pantano exterior, su ropa llena de leche...Y tomó su vestido. Quise besarla, pero me alejó con sus manos...

-Suélteme...soy más lúbrica y vil que un cerdo...Y usted igual.

-Está bien, entiendo...

Y la muchacha salió ,después de vestirse correctamente, apresurada y ruborizada...

Y así quedaría una semana y media. Caminaba un poco de lado, y dijo que se había golpeado el muslo.

Aún así ,asistió a la iglesia unas veces más. Pero yo partí a los tres días del tremendo éxtasis, porque la desearía una y otra vez.

Y aquí vengo, de mi placentera estancia en Flandes...Cuand tenga oportunidad ee hacerlo, escribiré otro párrafo en mi diario.