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Joven anbiciosa es compelida a la degradación y pérdida de su posición profesional y social.

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Sinopsis.- Joven ambiciosa es compelida a la degradación y pérdida de su posición profesional y social.

1 La fiesta benéfica

L se despedía de los dos hombres que permanecían en el despacho con una sonrisa de suficiencia y triunfo. El asunto que les acababa de comunicar acreditaba la confianza que el presidente depositaba en ella y, por tanto, su posición privilegiada en la empresa. Se dirigió a la puerta, y las miradas de los hombres se dirigieron a su culo, que se contoneaba con provocativo descaro, como queriendo dejar constancia de su insolencia y de la atracción que ejercía sobre ellos. Si ambos contemplaban el espectáculo, uno lo hacía con una mezcla de deseo y mal disimulada ira, mientras que el otro miraba a la joven con expresión displicente y divertida, que si apreciaba la exhibición también ponía de manifiesto su escepticismo en los triunfos que aquella proclamaba y mucho más en los méritos que creía tener.

Cuando la joven salió, el iracundo, comentó:

.- A esta puta habría que ponerla en su sitio.

.- ¿Y cuál es?

.- Un burdel. – El otro miró, con regocijo y reprobación, a quien, con tanta contundencia, acababa de hablar. – No pongas esa cara, es lo que se merece y lo más apropiado para ella. ¿Es que no lo ves? Es una auténtica zorra.

.- Que no nos guste como hace...

.- No me vengas con monsergas. – El apasionado no aceptaba ni el inicio de una explicación sobre el comportamiento de la joven que supusiera disminuir un ápice su apreciación. – Lo que hay que hacer es pensar en el modo de enviarla a un burdel, pero de verdad. Si no lo hacemos esta acaba con nosotros y de paso con la empresa.

.- No será para tanto. Tú y yo somos huesos duros de roer, y la empresa no está en sus manos.

.- Pues ya ha conseguido tener un despacho en la zona de dirección. – Era lo que la joven les había ido a anunciar.

.- Todavía no se te ha puesto encima – aunque se refiriera a la altura de las plantas respectivas, la sorna con que lo decía, indicaba que había otra posible interpretación, que el otro no acusó, enfrascado en su arrebato – y sigue sin ser nada en la empresa. Sigue sin ser directiva. En eso ha estado hábil el presidente.

.- Si utiliza ese culo, y lo utilizará, puede conseguir lo que quiera, por eso hay que segarle la hierba bajo los pies. Hay que hacer que pierda el apoyo del presidente, hay que pensar en algo que la desprestigie, que suponga la pérdida de su posición ante el consejo y los empleados. – Hablaba con ardor y furia, denotando la pasión que le embargaba y que ponía en la expresión de sus deseos.

.- Pues si sabes de algo...

.- Todos sabemos...

.- Pues entonces es fácil.

.- Pero no basta.

.- Pues, entonces no es tan fácil. – Era evidente la ironía que el más tranquilo empleaba en sus respuestas, que quien daba pie a ellas no parecía apreciar, insistiendo en los comentarios sobre la joven.

.- Hay que lograr que aparezca públicamente como la puta que es. Hay que conseguir que haga algo que la deje como tal, si es preciso forzándola a hacerlo, como un movimiento de ajedrez que no se puede evitar.

.- Pues a ver qué jugada se te ocurre.

.- Eso esperaba que lo hicieras tú, eres más imaginativo.

.- Si no pretendes un resultado inmediato y te basta con ir preparando a la puta – acogía el modo de designar a la joven que el otro empleaba, dando a entender que estaba en su mismo bando y, acaso, pretendiendo los mismos objetivos – podemos empezar por algo sencillo, que tenemos a mano. – Sonreía, entre jovial y jactancioso.

.- ¡Coño! J eres fenomenal. Dime que se te ha ocurrido. Cualquier cosa que suponga comenzar a ponerla en su sitio me basta.

.- Dentro de muy poco tendrá lugar esa estupidez benéfica a la que nos lleva la mujer del presidente, normalmente colaboran las mujeres de los demás consejeros y de los directores, pero siempre hay otras colaboración, ésta de gentes de la empresa que ayudan de diferentes formas, o hacen algún tipo de servicio, por ejemplo de doncellas...

.- ¿No creerás que L aceptaría servir como una criada?

.- Si la mujer del presidente se lo plantea..., y el presidente está detrás. Es para un buen fin, difícilmente podrá hurtarse a colaborar, quedaría muy mal con el presidente... y con su mujer, lo que es mucho peor..., sobre todo para R – era el presidente – a quien su mujer no dejaría en paz. – Ambos sonreían pensando en lo que podía ser la mujer del presidente dando la lata. – No, no se escabulliría.

.- ¿Y cómo vas a conseguir que la mujer del presidente se lo pida?

.- Solo hace falta que la invite a participar. Incluso no sería necesario que se especificara cómo.

.- Explícate mejor.

.- Hay que convencer a la mujer del presidente de lo estupendo que sería tener a jóvenes como L atendiendo en la fiesta, demostrando que en la empresa todos colaboran cuando se les precisa. La mujer del presidente se apunta a un terremoto, por lo que no será difícil convencerla, y menos en este caso concreto, no pienses que le va a desagradar ver a esa "pelandusca" vestida de camarera y sirviendo a sus invitados. Estoy seguro que no es santo de su devoción, no nos vamos a creer que le agrada que esté tan próxima a su marido y que este la encomie tanto. Estará encantada de "ponerla en su sitio", eso sí, sin que se note demasiado, sin que se le pueda achacar nada, y ahora tiene la ocasión propicia. La segunda parte se la dejamos a otra persona, a ese mariquita que se encarga de organizarlo todo y que tanto gusta a la mujer del presidente y que tan fácil es de convencer cuando se le trata con delicadeza. Tú te encargarías de darle coba y después soplarle lo que tiene que conseguir de L, y lo conseguirá, ya lo creo; si L se resistiera, cosa harto improbable, amenazaría con apelar a la presidenta, y detrás está su marido. Como comprenderás lo que no querrá L es quedar mal con el presidente, y menos por no aceptar servir en un acto benéfico que patrocina su mujer, y en el que colaboran las mujeres de directores y consejeros.

.- ¿Y por que he de convencer yo al organizador?

.- No voy a hacerlo yo todo, y a ti se te dan mejor los maricas... y las presidentas. – Bromeo, recibiendo la mirada poco amable de su compañero. – Y tienes que decirle lo que ha de hacer y cómo, y también preparar la segunda parte.

.- ¿A qué te refieres? – La pregunta salió sorprendida y expectante.

.- Pues que hay que inmortalizar el evento en una serie de buenas fotografías en las que L deberá salir con su uniforme de doncella y en actitudes propias del servicio. Hay que conseguir unas fotos que podamos utilizar a conveniencia. Convencer al fotógrafo para que haga las fotos y después nos las dé no será problema, pero mejor si lo haces a través de un tercero. No es conveniente que los directivos de la empresa se dediquen a esos menesteres. – Ahora, el otro sonreía asintiendo.

.- Bien, yo me encargaré de ello. Pero, además de lo que pueda divertirnos verla de sirvienta, no veo qué podemos conseguir. – Se apuntaba a lo que pretendía su colega pero sin encontrar en ello base suficiente para acercarse a donde él quería llegar.

.- Ya veremos, por algo hay que empezar. Creo que no estaría de más que este año los uniformes de las camareras se acomodaran a la moda.

.- ¿Qué quieres decir?

.- Que se acorten significativamente, y los de una puta más. – El otro le miró sonriendo divertido, pero sin encontrar viable la propuesta de su compañero.

.- Eso gustará poco a la presidenta.

.- Si se lo dice su "hombre" le parecerá diviiiino. – Imitó la forma de hablar de "su hombre". – El otro miraba con expresión no muy convencida, pero se avino a continuar. No le estaba pareciendo un plan que satisficiera sus pretensiones.

.- ¿Y cuánto hay que acortar?

.- Deja que sea él quien meta la tijera, seguro que será generoso, si no lo fuera, entra tú para animarle.

.- ¿Hasta dónde?

.- No bajes de medio muslo.

.- Y si enseñan el culo, mejor. – Ironizó, pero dando a entender la dificultad que entrañaba lo que quería su compañero.

.- Sobre todo si es nuestra sirvienta. Y para que le siente bien el uniforme y sin costo para la organización – sonreía guasón – la empresa lo sufragará.

.- Se lo diré a tú hombre.

Ahora fue el otro quien miró a quien le devolvía la broma, pero más divertido que reprochador.

.- Pero solo el de ella. No podemos permitirnos mucho gasto. – Bromeaba.

.- Va a resultar un poco extraño.

.- Pues ofréceselo a la presidenta como un detalle.

.- Mejor, y yo también hago méritos.

.- ¡Ah! Y también están muy de moda los tangas.

.- Sobre eso no habrá que decir nada, seguro que la puta los usará.

.- Yo también lo creo, con ese culo querrá lucirlo lo más posible.

.- Ya veo, y tú estás empeñado en que vaya enseñándolo. – De nuevo, con su comentario, ponía en entredicho las pretensiones del otro.

.- Nos basta con que lo enseñe una sola vez y el fotógrafo lo capte.

.- Las mujeres no van enseñando el culo, ya me dirás como lo vas a conseguir.

.- ¿No quedamos en que es una puta? Las putas enseñan lo que sea menester. – Respondía socarrón. Luego, más serio, comentaría: – quizás no se consiga, quizás sí. Y piensa que será tanto más fácil de conseguir cuanto más corta sea la falda. Y siempre la tendremos de doncella.

.- Menos da una piedra, pero no me parece suficiente, y menos si lo hace a requerimiento del presidente. Piensa que va a quedar bien con él, y hasta con su mujer.

.- Por eso, nosotros tenemos que conseguir que quede mal, con el presidente, su mujer y con los demás, especialmente con quienes más daño la pueden hacer.

.- Solo te quiero advertir que existe el riesgo de que quede bien en lugar de mal.

.- Pero será divertido, y ya veremos si conseguimos algo más. Tal y como es la niña será muy difícil que no tenga algún gesto equívoco o imprudente, y acaso algo más. Y eso es lo que hay que captar.

.- Verla vestida de doncella y sirviendo en la fiesta, no deja de agradarme. Podemos arriesgarnos. – Se notaba la falta de convencimiento que tenía en el ensayo, solo le animaba la idea de ver a la joven vestida de doncella y sirviendo a los invitados. – O sea, que hay que decir al fotógrafo que no la pierda de vista.

.- Exactamente. Y no estará de más animarle con algún estímulo para que saque el mayor número de fotos de ella. Ya procuraremos que enseñe el culo u otras cosas. – El otro rió.

.- Y de eso te encargas tú.

.- Yo no me encargo de nada, no sé de qué me hablas.

.- Ya, los culos no son cosas de directivos. – Volvió a reír.

.- Los culos de las empleadas. No podemos provocar un conflicto con los sindicatos.

.- Bueno, creo que podemos ofrecer una prima por foto.

.- Y después... – Dejó la frase sin acabar, como si de verdad no quisiera hablar del tema.

.- ¿Hay más? – Preguntaba no muy animado. El primer plan no le había provocado entusiasmos.

.- Bueno, creo que una vez comenzado no sería conveniente parar, en estos asuntos no son recomendables las soluciones de continuidad, una vez que se calienta a la puta no hay que dejar que se enfríe. – J quería motivar suficientemente a su compañero para que se tomara interés en llevar a buen término lo que le tocaba efectuar, temeroso de que pensara que no valía la pena hacerlo para obtener tan parco resultado como eran unas fotos, que quizás ni se consiguieran, al menos no como ellos deseaban.

.- Dime, a ver si ofrece más posibilidades.

.- Tenemos en cartera nuestra colaboración con los de MCM, y si sale a colación lo fotogénica que es L... – el otro sonreía pensando en el primer paso a dar, que no aparecía muy comprometedor para la joven, pero al que ya sacaba partido su compañero – puede ser que el presidente de MCM, pudiera pedir su participación...

.- ¿A qué te refieres?

.- A que L podría servirles de modelo...

.- ¿Para qué? – No comprendía por qué necesitaban a L de modelo.

.- Tienen pendiente la publicidad de ese nuevo producto para gatos. – T sonreía ante la explicación de su compinche. No quiso llevarle la contraria pero tampoco admitir la explicación.

.- Que sea muy mona no es suficiente...

.- ¿Para ser modelo? Dime qué se necesita.

.- Ni se le pasará por la cabeza al presidente de MCM, y si se le pasara, no se atrevería a proponerlo.

.- Pero nosotros sí.

.- ¿Qué quieres decir?

.- Que bastará con plantearlo ante el presidente de MCM cuando esté con el nuestro, y hacerlo de manera que R piense que los de MCM serían más propicios a las propuestas que les presentamos si cooperásemos con ellos, y en algo que en principio no tiene ningún costo para nosotros, aunque lo tenga para L.

.- Pero, ¿cómo podemos hacerlo?

.- Esas cosas salen en una conversación, y pueden surgir a modo de ejemplo, como quien no quiere la cosa, para pasar después a hablar de ello e incluso discutirlo. Bastaría con que nosotros dos nos pusiéramos de acuerdo, uno para sacar el tema de soslayo y el otro para centrarlo más, sin aludir directamente a la pretensión final, solamente planteando su teórica oportunidad. Por ejemplo, comentando como los propietarios y directivos de las compañías se han convertido en los presentadores de los productos de su marca, y de ahí continuar, poniendo en el punto de mira a L, que bien pudiera contribuir a hacer lo mismo para MCM, todo ello sin señalarla, sin mencionarla, dejando que vaya apareciendo, hasta que alguien la señale. Seguro que en cuanto R se percate que algo así sería un detalle con MCM que, sin duda, facilitaría la relación con ellos, se apresuraría a mandar un recado a L para que se acomode a lo que quisiera su colega.

.- Y ella no lo aceptará.

.- Ya veremos.

T, no estaba nada convencido del plan de su compañero, pero no se perdía nada por intentarlo, y si acaso saliera bien solo el primero, unas fotos de la joven bien tomadas podían suponer, como mínimo, unos momentos de regodeo, y quizás lo que J preveía. Ya se encargarían de que fueran conocidas por los empleados, y si no se quería que sus colegas las recibieran directamente, acabarían siéndoles mostradas por quienes las conocieran.

Ambos conspiradores eran directivos de la compañía, y si J estaba sinceramente preocupado por lo que L pudiera hacer en la empresa, T, preocupándole esa posibilidad, estaba mucho más motivado por el resentimiento y despecho que sentía hacia la joven, al haber sido rechazado por ella después de haberla ayudado a medrar, cuando esperaba que ella le ofreciera una recompensa por su ayuda se la había negado, dejándole con la miel en los labios. Si era una puta, con T no lo había sido, en el sentido literal del término, que es lo que éste hubiera querido, y ahora buscaba cobrarse el desplante.

L, era la hija descolgada, de un antiguo director de la empresa, y por eso había entrado en ella y con unas prebendas que no eran normales, que ella había conseguido afianzar, no solo por el conocimiento de algunos de los principales directivos, que su origen propiciaba, también por su belleza, más que notable, y el uso que hacía de ella, a lo que se sumaba su buen hacer profesional; durante los meses que llevaba en la empresa, se había mostrado como una inteligente y hábil vendedora y negociadora, siempre utilizando una mezcla de coba que unida a la belleza y oportunas intervenciones, conseguían de sus interlocutores lo que no eran capaces de lograr argumentos profesionales, colaborando a obtener éxitos nada sencillos, que avalaban su futuro, y que ella sabía utilizar con el presidente, fundamentalmente, pero sin olvidarse del director general, ambos sus interlocutores favoritos, que estaban encantados de recibirla, tenerla cerca, demandarla para que les acompañara, presentarla a clientes y amigos, luciéndola casi como una propiedad de la que se sintieran particularmente orgullosos. Pero durante el tiempo que llevaba en la empresa también había demostrado su falta de escrúpulos para conseguir lo que deseaba, usando a quienes consideraba apropiados para obtener algún objetivo y luego desechándolos sin más, empleando sus atractivos, primero como señuelo, y después ofreciéndolos como moneda de cambio, aunque a veces, como en el caso de T, no pagara lo que la otra parte esperaba. Y no solo actuaba así con las gentes de la empresa, también con clientes y colaboradores, lo que había supuesto más de un conflicto, aunque ella había salido al quite, minimizando los efectos negativos, pero dejando un reguero de damnificados convertidos en enemigos acérrimos, lo que no parecía importar a la joven, siempre un paso adelantada a todos ellos, y según se comentaba dispuesta a ser generosa con sus "favores" cuando la situación lo requería, aunque no existía confirmación fehaciente de ello. Si a todo esto se unía una ambición que entraba en colisión con los objetivos de buena parte de los directivos, se comprenderá que bastantes de estos no la tuvieran mucho aprecio. Solo el director general y el presidente quedaban al margen, quizás por estar más alejados de las situaciones conflictivas y de los comentarios de los directivos sobre el tema, y ninguno de ellos viera en peligro su sillón por la ambición de la joven, su edad no les iba a permitir mantenerse en él durante mucho tiempo, y ella les dedicaba sus mejores atenciones y desvelos, que J temía se dirigieran de modo muy especial a lo que el preveía como su principal objetivo, ser nombrada directiva.

T pondría en marcha el plan, lo que no era muy complicado, había que preparar a la esposa del presidente y eso lo haría en la reunión que mantenía con ella una representación de los directores para preparar la fiesta benéfica. Era una mujer muy simple, que se entusiasmaba con cualquier cosa que pudiera favorecer su fiesta, y para conseguir ese entusiasmo solo había que presentársela convenientemente, y eso es lo que haría T en un aparte, tomando una taza de café con ella. Hablándola de quienes podrían participar, dejó caer el nombre de L, a lo que ella le miró extrañada, él, como si no se hubiera percatado, enumeró los beneficios para la causa de la presidenta, casi todos ellos estrambóticos pero, quizás por ello mismo, lograban que ésta se fuera animando con la idea, que tenía un buen apoyo en el poco aprecio de la presidenta hacia la joven, que como su compañero había comentado, no tenía a L como santo de su devoción, percatándose que a pesar de la diferencia de edad con su marido o quizás, aún más por ello, no la gustaba nada el trato que dispensaba este a la chica, lo que unido a la belleza de L, no podría dejar de ver en ella una "competidora" particularmente peligrosa, y eso suponía una inestimable ayuda en la consecución del objetivo pretendido por T, sobre todo si sabía presentar la posible participación de la joven con cierto desagrado por parte de ésta, a quien habría que "convencer" para que lo hiciera. Bastó ese detalle para que la presidenta asintiera decidida.

.- Pues que participe. Se lo diremos. Ella tiene que colaborar más que nadie, es la más joven y por tanto quien debe estar más dispuesta a ayudar.

.- ¡Ah! ¿Tú crees que sería interesante? – Lo decía como si la presidenta fuera la autora de la idea.

.- Por supuesto.

.- No sé si a ella le gustará... – Insistía en lo que sabía era el mejor estímulo para la presidenta.

.- Se lo diré a R.

.- Si él quiere no hay más que hablar.

.- ¡Y querrá!

"Estando tú dando la lata, seguro." – Pensó T.

Y querría, y el presidente llamaría a L para decírselo.

.- Lo siento mucho L, pero te has caído con todo el equipo. M, mi mujer me pide que colabores en su fiesta benéfica, y no sé si sabes lo que es eso, pero no te arriendo la ganancia.

.- Será un placer para mí, R, me encantará ayudar en lo que pueda. – Mintió con descaro.

.- Sabía que dirías eso y te lo agradezco mucho, M no me perdonaría si no te convenzo. Por favor, haz lo que te diga, ya sé que no debería pedírtelo pero me evitarás un problema en casa, y ella espera mucho de ti, piensa que eres fenomenal y que harás todo estupendamente – él también mentía – y además te quiere como una especie de símbolo de lo que pueden hacer las mujeres hoy día, sin que se les caigan los anillos por ello, como si hicieran algo...

Se calló, percatándose de que estaba iniciando una crítica contra su mujer que era mejor no dejar discurrir, L lo comprendió, sonriendo divertida. Pero lo que había dicho el presidente, no solo era halagador para ella, presentaba una oportunidad, sino de ganarse a su mujer – L también se percataba del poco agrado con que recibiría la presidenta el trato que la dispensaba su marido – al menos paliaría las actitudes críticas hacia ella de la presidenta, lo que era esencial para tenerle a él aún más atrapado y bien sujeto, y por supuesto, también serviría para poner de manifiesto eso que comentaba la mujer del presidente sobre las capacidades de las jóvenes de hoy día, demostrando las suyas ante todos. Respondería entregada a la causa.

.- No te preocupes por nada R, haré todo lo que esté en mi mano y ayudaré a M con mucho gusto, en todo lo que pueda. Dile que estoy a su disposición y que cuando lo desee paso a verla.

.- Muchas gracias, pero harás mejor en aparecer el día de la fiesta y dejar a las vie... a las señoras, que lo organicen como quieran, lo acabarán haciendo – hablaba resignado, lo que regocijaba a L – y tú te evitarás quebraderos de cabeza. No quiero que les cojas manía.

.- Eso no sucederá, R.

Y si L no intervino en la preparación de la reunión fue porque la mujer del presidente se lo impidió, la necesitaba en la fiesta pero no la quería antes. No le gustaba tenerla cerca y su "hombre" había dicho que no la precisaba.

Pero L se iba a llevar una sorpresa cuando al presentarse antes de la llegada de los invitados, para estar lista cuando estos aparecieran, se la envió a una habitación donde tenía preparado un uniforme de doncella para que sirviera con él. Eso era demasiado y no estaba dispuesta a admitirlo, pero el organizador, bien preparado, y también encantado de que esa joven, monísima, decidida, mandona, y que no le había mirado nunca a la cara, estuviera a sus órdenes y sirviendo de doncella, explicaría como la presidenta estaba entusiasmada por tenerla como criada, pensando en todo lo que aquello podía significar para su causa, tal y como T había glosado, y que ya ella consideraba y repetía, como propio.

L pensó en su conversación con el presidente, a quien no podía defraudar, y sobre todo, no podía crear ese problema familiar al que había hecho referencia. Se puso el uniforme, la sentaba perfectamente, lo que indicaba que alguien había dado su talla. De manga corta y falda aún más corta, que a L le pareció excesiva, llegaba escasamente a medio muslo. Con delantal, guantes y cofia blancos y medias negras. Todo impecable. Se miró en un espejo. Era una doncella perfecta, y muy guapa. El uniforme ceñido por arriba, se ampliaba en un ligero vuelo en la falda que evitaba que se ciñera al culo, en una demostración de control que quería evitar que la joven apareciera demasiado descarada, dejaba desnudos buena parte de sus muslos, y ofrecía una muestra más que sabrosa de su cuerpo.

"No estoy nada mal, los señores van a estar tras de mi culo más que en pos de las bebidas..., como siempre." – Se dijo divertida y presuntuosa. – Me parece que no ahorran demasiado. – Le chocaba un uniforme tan bien preparado y, más aún, la cortedad de la falda.

"Esto no lo puede haber visto la presidenta, tiene que ser obra del organizador. Pero me sienta fenomenal, aunque deberé tener cuidado para no mostrar demasiado. Desde luego los hombres no van a perder ojo de mis piernas, y eso no es nada negativo para mí… Y el resto de mujeres que se quejen a la presidenta." – Sonreía divertida y cada vez más confiada y segura.

"Me parece que voy a sacar provecho a la situación. No me gustará servir, pero puede ser una magnífica ocasión de demostrar mi adaptación y entrega cuando es necesario… además de lucirme y engolosinar aún más a mis admiradores." – Estaba cada vez más animada con el panorama que se le presentaba.

"No, no es nada a despreciar."

"Lo malo es tener que servir a gentes de la empresa, pero una sonrisa a tiempo, una broma, pueden hacer milagros. Tengo que demostrar que puedo hacer cualquier cosa."

Y L serviría, en momentos con desagrado, en otros con indiferencia, y en algunos con auténtico deleite al comprobar que sus pensamientos sobre los beneficios que podía sacar de su servicio estaban muy justificados y que estos iban a ser muy importantes.

J, que estuvo atento a las idas y venidas de la joven, a sus preferencias en el servicio, que ya suponía, y a sus aversiones, que también adivinaba, se maravilló de sus cualidades para el fingimiento y el halago, concediendo, negando, permitiendo, de su soltura para aparecer en el momento oportuno o presentarse de la forma más sugerente y hasta de su habilidad al utilizar el uniforme para atraer las miradas de quienes quería encandilar o encelar. J aprendería como la longitud de unas faldas puede amoldarse a los deseos de su portadora, acortándose a su gusto con solo un movimiento preciso o una postura adecuada. Y, sobre todo, el descaro para hacer y dejarse hacer, por ejemplo, cuando pensaba que la ocasión era propicia, permitiendo que alguien, que a ella le interesara, la tocara el culo, para luego retirarse con un gesto de fingida huida, que no era otra cosa que una nueva incitación, que sabía que a quien se dirigía encelaría más que una entrega rendida. Sabiendo engatusar a quien la interesaba, con una sonrisa y un comentario, incluso con un servicio que acudía presta a atender. J comenzaría a pensar que había sido un error hacer que sirviera, que T había sabido apreciar mejor que él las posibles consecuencias positivas para la joven, sin que él hubiera tenido en cuenta algo tan sencillo, que debía haber previsto. La joven estaba dando la vuelta a la tortilla, su esperanza radicaba en el fotógrafo, que también demostraba unas cualidades espléndidas en su trabajo, apareciendo en todas partes, sin dejar de vigilar a L, al tiempo que no paraba de hacer fotos, siempre teniendo a la joven en el objetivo o dispuesto a encuadrarla, bien en su cercanía bien en la distancia.

"Debe de haberle regado bien T." – Se dijo. "Y menos mal. Espero que coja algún detalle significativo de la sirvienta, como no lo haga estamos perdidos. Desde luego la chica es lista y decidida, hay que tener mucho cuidado con ella, pero también es descarada y osada, se atreve a permitir y a efectuar unas demostraciones que si alguien indeseado la pilla en ellas... Esperemos que en alguna la coja el fotógrafo." J, cruzo los dedos, rogando que las fotos ofrecieran lo que necesitaba y cada vez más perentoriamente. J sacó la conclusión de que tenía que amarrar muy bien el segundo movimiento si quería vencer a la joven, que estaba recibiendo parabienes de todos los presentes, el propio presidente, delante de varios directivos, incluido el propio J, haría objeto a L de sus elogios cuando pasó con una bandeja a ofrecerles bebidas, sin duda encontrando la ocasión ideal para sacar el mejor partido a su servicio. J se percataba que ese tipo de comentarios del presidente tenían que influir en sus colegas, que eran conscientes de que deberían tenerla en cuenta y atender sus requerimientos. Menos mal que la presidenta no parecía ser tan sensible a los encantos de L, quizás por serlo en demasía su marido. Eso animó un poco a J, que contemplaba con creciente desaliento la actuación de L, que se acercaría en varias ocasiones a la presidenta y sus amigas a ofrecer lo que servía y a preguntarles por lo que deseaban. Siempre sonriente, siempre amable, alabando la fiesta y su finalidad, quedando bien con todas y sabiendo que eso disminuiría las defensas que se empleaban contra ella, al tiempo que el presidente, vería encantado, como su problema familiar dejaba de serlo o, al menos, comenzaba a diluirse.

"Va a ser muy difícil que acepte lo que quiero que haga sin responder contra ello. Hay que llevar perfectamente pensada la jugada, para obligarla a hacer lo que queramos. No se puede tener nunca exceso de confianza, te acaban cogiendo por donde menos te esperas. Pero ha sido bueno efectuar esta prueba, me ha enseñado mucho sobre la chica."

Si J estaba nervioso e intranquilo, a L le ocurría todo lo contrario. Se percataba que esa tarde podía cimentar lo que más ansiaba que era lo que J más temía y por lo que se mostraba intranquilo, la joven podía plantear, con visos de que su demanda fuera tenida en cuenta, obtener un puesto, si no directivo, suficientemente próximo, que la confiriera un estatus del que ahora carecía, y la colocara en una posición privilegiada para conseguir ser nombrada directora. Pero L, conociendo sus limitaciones, especialmente el poco tiempo que llevaba en la empresa, no pretendía lo que J temía, se conformaba con algo más sencillo, lo que, a su vez, facilitaría la consecución de su objetivo final, y la colocaría en una situación más que envidiable; pediría al presidente que la hiciera ayudante suya, sin más cargo. Lo plantearía como el mejor aprendizaje que pudiera conseguir. Era muy difícil que se lo negara, y al tiempo suponía un halago para él. Y esa tarde, la idea de que podría sugerírselo al presidente, no solo la hacía feliz, sino que hacía gratos los servicios que realizaba.

Durante la fiesta había recibido varias invitaciones y sugerencias para acabar la fiesta en otra más particular, pero las había rechazado, primero por no arriesgarse a que se supiera que lo hacía y segundo por disfrutar de lo sucedido y de los pensamientos sobre lo que iba a hacer en la empresa y lo que podía sacar de ello.