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Fiesta en el campo VIII

30 Fiesta en el campo VIII

Cuando Cata se fue, las dos chicas quedaron aún más asustadas, podía contar lo que estaban haciendo. La criada, muy probablemente, habría escuchado el comentario de Pol y el de Cata y, sería difícil que no hablara con alguna de sus compañeras de ello, y de lo que parecía que estaba sucediendo en el dormitorio, y Cata podía hacer lo mismo con los invitados. Hubiera sido mucho mejor que no se hubiera ido, aunque hubiera supuesto seguir contemplando lo que los chicos hacían con ellas. Poco más podía ver, o esa era la sensación que tenían ambas.

Pero Cata no quería involucrarse en ese tipo de actos, y poder decir que se fue cuando vio lo que estaban haciendo y lo que querían hacer. Ya había visto más que suficiente para tener cogidas a ambas y que ellas lo supieran. Y ella no era una puta como las otras y no podía aceptar lo que  hacían, ni siquiera para presenciarlo. En cambio, Berta y Tracy quedaron con la sensación de ser esas putas a que se refería Cata, obedientes a unos mocosos que tenían capacidad para mantenerlas sometidas y usarlas a su antojo como auténticas putas. Y aún no conocían la existencia de las fotos.

Pero para Tracy la marcha de Cata significaba un alivio para su situación, al permitirle hacer lo que su presencia impedía para conseguir que Pol mantuviera el enculamiento y evitar los golpes de la caña. Comenzaría a pedírselo, a pesar de lo humillante que resultaba hacerlo, y más en presencia de Berta y Tim. Recordaba la vergüenza que había sentido al escuchar a su amiga rogar a Pol que la diera por el culo, y ahora iba ser ella quien lo hiciera, pero quería evitar el castigo al que la sometía el chico, y acabar. Comenzaría a pedirlo de manera controlada, tanto por la vergüenza que suponía la propia acción, como por intentar conseguir su propósito del modo menos humillante para ella.

Tracy, pronto se daría cuenta que dependiendo de la forma de solicitarlo, el joven prolongaba el enculamiento, por lo que iría aparcando su inicial cautela, al tiempo que trataba de aparecer todo lo dócil, suplicante y mansa que podía, uniendo a ello unas demandas que, progresivamente, irían surgiendo con la crudeza de los hechos que esperaba de él, a las que unía gemidos que acompañaban a las penetraciones de la verga, queriendo provocar que acabara corriéndose cuanto antes en su culo y finalizar con todo aquello.

Al principio sería muy difícil para la joven efectuar unas peticiones, en sí mismas degradantes e indecentes, que la presencia de Berta y Tim hacían aún más difíciles de realizar, pero también aprendería que tenía que hablar claro si quería conseguir que Pol actuara como ella deseaba. Acabaría diciendo lo que nunca hubiera pensado y empleando las palabras degradantes que animaban más a Pol.

.- Sigue jodiéndome el culo. Sigue, por favor.

.- Por favor, no pares. Jódeme por el culo.

Y peticiones directas para que mantuviera la polla en su culo.

.- Por favor, Pol, mantén la polla en el culo. Te lo ruego, no la saques.

Y cuando la metía hasta el fondo, gimiendo con ello. Cada vez más sumergida en la situación que ella misma trataba de crear, y dejándose llevar por ella y por la ansiedad que creaba en su cuerpo.

Se odiaba por hacer aquello, y odiaba a Pol por obligarla a hacerlo. Y se odiaba, más aún, por apetecer la polla en su culo, y no resultarle ingrato el enculamiento ni lo que suponían sus peticiones para mantenerlo, porque deseaba que lo hiciera, al tiempo que luchaba contra ello. Apretaba los dientes para no aceptar el placer de tener ese trozo de carne en su culo, la ansiedad que provocaba, que llegaba impregnada de una sensación de dominio sobre ella, que no queriéndola la deseaba, deseaba sentirse dominada y lo estaba logrando, al tiempo que deseaba que él se mantuviera dentro de ella, sabiendo que sus súplicas eran un estímulo para las acciones de Pol en su culo.

Pol continuaría con su modo de hacer, si bien concedería un mayor tiempo de enculamiento, pero sin eliminar el castigo, con el que quería llevar a Tracy a no decaer en sus demandas. La repetición de enculamiento y castigo con la búsqueda por Tracy del mayor tiempo de encualmiento, iría haciendo que la joven olvidara su oposición a la presencia de la polla en su culo, cediendo al deseo de que permaneciera lo más posible, buscando la repetición de los pollazos que recibía, que evitaban los golpes de la vara, pero, también, que aportaban el especial placer de saberse enculada, penetrada, de sentirlo y gozarlo. Y Pol admitiría las demandas de la joven, manteniendo el enculamiento mientras ella mantenía sus peticiones, pero eso no sería suficiente.

Pol tiraría de las caderas de Tracy hacia arriba, haciendo que juntase las piernas y se incorporara un poco para alejarla de la cabeza de Berta, en otro gesto de dominio que Tracy tenía que soportar. Pol, como si quisiera compensar la ausencia de las lamidas de Berta sobre su coño Pol, empujaría la cabeza de Tracy para forzarla a mantenerse sobre el coño de Berta, incidiendo, nuevamente, en la sensación de sometimiento de Tracy.

.- Puta, chupa bien el coño de tu amiga. – Tracy, humillada e insultada, tuvo que hacerlo, sabedora de que, en caso contrario, la vara entraría en funciones.

Tracy tendría que dedicarse, con especial esmero, a las chupadas y lamidas al coño de Berta, al tiempo que recibía, la polla de Pol en su culo, meneándolo al compas de sus preparaciones, y no podía distraerse de ninguno de los dos objetivos a cumplir. Para su sorpresa, la reacción de su amiga, que respondía con creciente excitación, manifestada en la humedad que emitía su sexo, y en la elevación de esa parte del cuerpo para mejor acudir al encuentro de la boca de Tracy, hicieron que deseara lograr el placer para ella, y al tiempo incrementaron el deseo de lograrlo para sí misma, que comenzaría a responder al enculamiento que recibía. Ahora echaba el culo en busca de la polla no solo para evitar la vara sino para lograr que Pol mantuviera sus embestidas y ella se acercara al placer que deseaba. Se percataba de que no debía aceptar, que no debía ceder, que no debía dejarse llevar, pero la ansiedad que generaba la penetración de su carne, con el dominio que suponía sobre ella, y las reacciones que suscitaba su boca en el coño de Berta, actuaban sin que la joven pudiera evitarlo, al contrario, hasta el dominio de Pol y su correlativo sometimiento obraban de una forma que poco antes había rechazado, ahora comenzaba a encontrar en su entrega un componente excitante. Por su mente pasó el recuerdo de la rendición de Berta, de su abandono gozoso a su pública humillación, que ahora quería para ella, quería, necesitaba conseguir lo que su cuerpo ansiaba. Mantendría sus movimientos, alzando la grupa en busca de la verga que penetraba su culo, cada vez con más apetencia y avidez, y con más dejación de sus anteriores defensas y rechazos.

Las demandas para que Pol mantuviera su culo bien jodido se iban haciendo más descarnadas e indecentes, pretendiendo no solo animarle a acabar, quería ser bien jodida, que él no parara para no perder la excitación y conseguir un gozo cada vez más apetecido y necesitado.

Pol se apercibiría de lo que ocurría en Tracy, pero no le bastaba, quería conseguir lo mismo que había logrado de Berta, por lo que mantendría los golpes de la polla hasta que se percató que Tracy estaba a punto de llegar al orgasmo, entonces se detuvo en seco, dejándola sin el final que su cuerpo ansiaba. La pérdida de ese gozo tan apetecido y tan difícil de controlar, de reprimir, la devolvió a la consciencia de lo que estaba sucediendo, avivado por la salida de la verga de su culo. Por unos momentos, recuperada algo la voluntad de oposición, ella también quedaría quieta, sin intentar que él volviera a meter la polla en su culo, y la costaría hacerlo, ansiaba sentirla dentro y jodiéndola el culo. Tenía que apretar los dientes para no ceder y volver a demandar.

Pero era una lucha desigual, en que Pol no era el único enemigo, ni siquiera el principal, su propio cuerpo era quien más y con más fuerza, demandaba su rendición, quería, necesitaba, alcanzar la relajación que solamente podía obtener del deseo satisfecho. Pero iba a ser el chico quien volviera a decidir el momento y señalar a Tracy lo que debía hacer si quería conseguir lo que su cuerpo anhelaba.

.- La vara, Tim.

Y Tim, que estaba deseando ver como su amigo  culminaba el enculamiento, dominando a esa hembra que se quería mantener indómita, no esperaría la repetición, lanzando la vara con virulencia sobre el culo de Tracy que dio un grito mientras Pol apoyaba su mano derecha sobre la cabeza de la joven para hacer que no olvidara actuar sobre él coño de Berta como debía, en un gesto de dominio que hizo que se volcara en lamidas al coño de su amiga, sintiendo, al tiempo, cómo se incrementaba una excitación y deseo que debería haber cortado el golpe, que sentía quemando su carne con un calor que se traspasaba a sus emociones y ansiedades. Incomprensiblemente quería sentir en su culo la carne que la enculaba, quizás creyendo, inconscientemente, que eso compensaría el dolor. Luego, recuperando la suficiente noción de lo que estaba sucediendo, reaccionó con un intento de rebeldía, de escapada, de separación, para volver a escuchar la palabra que más temía, y que era una orden, que por un momento la paralizó.

.- ¡La vara!

El golpe la hizo saltar y chillar, sin que la mano sobre su cabeza, que la obligaba a meter la boca en el sexo de Berta, pudiera controlar el tirón hacia arriba que la separó, por un momento, de la carne que debía chupar y lamer.

.- ¡Vara!

.- ¡Aaahhh. – Un tercer golpe había caído sobre el culo de Tracy, que, esta vez, sin más indicación, se lanzó a chupar el coño de su amiga, mientras la polla regresaba a su culo, penetrándole de nuevo, para seguir jodiéndole, ya sin el menor intento de oposición por parte de la joven, que trataba de evitar la palabra temida.

Pol se dedicaría a recomponer la situación destruida, mientras Tracy aceptaba todo lo que le hacía sin mostrar ningún gesto de rechazo u oposición, dejándose hacer y, a su vez, ocupándose de lamer y chupar el coño de Berta, que también respondería gimiente y entregada a las caricias que recibía. Pronto, ambas jóvenes estaban mostrando la acogida que les merecía tanto la boca de la otra como la polla de Pol.

Tracy volvería a concentrarse en la polla, olvidándose de la humillación y el dolor de los golpes y de ser tratada como una puta, mientras chupaba y lamia el coño de su amiga, a quien escuchaba en sus gemidos y notaba en el alza del centro del cuerpo a la búsqueda de su boca, lo que actuaba en ella que no dejaba de ser sensible a las muestras de complacencia y deseo de su amiga, incrementando su propio deseo, cada vez más fuerte y bien recibido, aunque Tracy trataría de controlar sus anteriores demandas a Pol, sin conceder al chico la muestra expresa de su rendición, de lo que este era consciente, en esta ocasión dejando que la joven mantuviera su postura sin recibir el castigo que merecía y la obligara a desistir y actuar conforme él deseaba. Pero sería una espera momentánea. Pol no dejaría de actuar para dominar a Tracy.

Cuando la joven estuvo, de nuevo, a las puertas del goce final, Pol volvería a querer que Tracy solicitara, rogara, suplicara por su placer. Si la joven se había mantenido en silencio, sin demandar que la enculara, él quería que se rindiera completamente, y en algo que, sabía, le sería muy difícil de entregar. Quería que pidiera el placer que él le iba a conceder admitiendo que le era regalado y que, para lograrlo, debería rogar por ello. Empleando el mismo procedimiento de paradas y reinicios dependientes de los ruegos de la joven, que, muy a pesar suyos, los daría, sin poder contenerse ante la necesidad de una carne que ansiaba alcanzar el gozo que tenía a su alcance, pero no lo haría como Pol deseaba. Aún trataba de controlarse, lo que se manifestaba en falta de soltura y rapidez en las demandas, obligando a Pol a tener que hacer un esfuerzo extra para controlar su propio deseo, que solamente haría para lograr el fin que perseguía y que le dejaría con las ganas de hacer pagar a Tracy por su resistencia, ahora debería ser la chica quien tuviera que humillarse aún más para conseguir que él la regalara el placer que ansiaba.

Pol se daba cuenta del esfuerzo que hacía Tracy para no pedir lo que anhelaba, lo que necesitaba. Él la llevaría en sucesivas etapas al borde del clímax, para parar bruscamente y dejar frustrada a la joven, que ya completamente absorta y concentrada en el placer que la embargaba, solo esperaba la llegada de un final que, de repente, desaparecía de su vista y la polla de su culo, entonces gemía, meneaba el culo en busca de la carne que había dejado de penetrar la suya, de moverse en su culo, luego, recuperando la conciencia, quedaba quieta, tratando de recomponerse, sin llegar a romper la situación, como si aún estuviera esperanzada en la consecución de lo que ansiaba, pero Pol permanecería inmóvil, y solo cuando ella daba muestras de comenzar a recomponerse y, acaso, a poder reaccionar, él volvía a sodomizarla, a lo que ella respondía de inmediato, gimiendo y dejándose llevar por lo que demandaba su cuerpo. Pol empujaría la cabeza de Tracy contra el coño de Berta, sobre el que actuaría con apasionada diligencia, como si quisiera dar ejemplo a la polla que se ocupaba de su culo e indicarla el camino de debía seguir. Chupaba y lamía, mordía y absorbía el sexo de su amiga, que respondía con gemidos y alzando el cuerpo en busca de la boca de Tracy, hasta que Pol volviera a detenerse, frustrando, de nuevo, las ansiedades de la chica.

Tracy, era consciente de que aquello estaba indicando lo que el chico quería de ella, recordó lo sucedido con Berta, que era lo que no quería hacer ella, pero no podría hurtarse a realizarlo. Al cabo no pudo contenerse, y a la enésima vez, entre gemido y gemido, comenzaría a pedir, sintiéndose, de nuevo, tan abochornada y humillada como vencida por el chico y por sus ansias de un gozo necesitado.

.- Por favor…,  por favor…

.- Pol, por favor…, sigue…

Aquello no era para nada suficiente y no consiguió lo que quería, al contrario, esta vez la parada llegaría acompañada de la salida de la verga se su culo y de otra sorpresa.

.- ¡Vara a la puta! – La petición, que llegó envuelta en una voz que ponía de manifiesto el enfado de quien hablaba, hizo estremecerse a Tracy, y fue seguida de un golpe de la vara dado sin misericordia por Tim.

.- ¡Aaahhh!

La verga regresó al culo para comenzar otra tanda de pollazos en él, y mientras, esta vez dados con una rudeza y violencia, que quería demostrar el mismo enfado con que había pedido el castigo de la vara. Tracy respondió precipitando las chupadas al coño de Berta, como queriendo demostrar su buena voluntad y el cumplimiento de los deseos del muchacho.

Si esta vez no rogaba sería por estar completamente absorta en el coño de su amiga, y en el dolor del azote, que no fue óbice para que Tracy recuperase con rapidez la situación de excitación que generaba la verga en su culo, que volvería a acercarla al paroxismo, mientras su amiga lo alcanzaba, gracias a la acción de la boca de Tracy en su sexo, con un gemido que se convirtió en un grito, que hizo que Tracy sintiera la exaltación del goce que notaba en Berta, que incrementa su excitación, su deseo, su necesidad de conseguir lo mismo que su amiga, y detrás llegaron sus propios gemidos, que dejaba escapar incontrolados, aunque supusieran una señal de su rendición, ya había perdido casi toda la voluntad de control. Pero Pol deseaba escuchar algo más, y cabreado por la falta de respuesta de Tracy que tenía por una muestra de insumisión de la joven, que no quería acabar de entregarse, quería oírla rogando, suplicando, sin vergüenza, con impudicia, con ignominia, que la hicieran sentirse envilecida y humillada, continuó con el ataque virulento al culo de Tracy, sabiendo que con él espabilaría a la joven, consiguiendo que ella se percatara del modo en que la trataba y lo que suponía de imposición, de coacción, de violencia, y de modo casi inconsciente e instintivo, de que estaba en lucha con Pol, que este quería derrotarla consiguiendo que se plegara a todos sus deseos, dejándola vencida y humillada. Y ella que sabía que él iba a ganarle la batalla, que estaba deseando que se la ganara y con ello la llevara a alcanzar el gozo que anhelaba, no quería que lo hiciera humillándola. O no sabía lo que quería, y solo existiera en ella una última reacción a no rendirse completamente. Si poco antes había dado muestras de su disposición a rogarle, ahora quería dar marcha atrás y no volver a suplicar. Que la jodiera, incluso que ella gozara por obra de él, con él, pero sin tener que suplicarle. Eso no lo había hecho con nadie y no iba a hacerlo con ese crio. Pero no era ella quien decidía, y él volvería hacer que tuviera conciencia de ello, con la polla y con la vara.

.- ¡Vara! ¡Vara!

Tim lanzó dos golpes sobre el culo de Tracy que gritó sin contención. Lanzándose después a chupar el coño de Berta, sin que Pol metiera su polla en el culo de la joven, como si quisiera castigarla con esa ausencia, que ella notaba y que hacía que moviese la grupa de una forma tan impúdica como ansiosa, sin pretender disimular, no ya el deseo de ser jodida, sino el de entregarse, con unos gestos que decían de querer hacerlo sin condiciones, en busca del miembro que la jodiera y dominara, en una actitud, que por primera vez, tenía los visos de ofrecer un deseo de capitular, de rendirse y someterse, lo que gustó a Pol, que vio en ella una muestra de la entrega que, hasta entonces, no había demostrado. No obstante, él haría que esperase su respuesta, obligándola a mantener la demostración de entrega, que cada vez era más de ansiedad y deseo. Pero faltaba la súplica para que él la regalara la gracia del placer que solo él podía otorgarle. Permaneció sin meter la verga en el culo de Tracy esperando a que esta reaccionara. Y Tracy lo hizo.

.- Pol, por favor…

.- ¿Qué quieres, marrana?

.- Por favor, sigue…, lo necesito… Por favor, métemela otra vez.

El aproximó la punta de la verga a la entrada del coño, que se crispó con el contacto, provocando un gemido de ansiedad en la joven y, de inmediato, el movimiento del culo en busca de la polla que, a su vez se movía entre las nalgas, haciendo que Tracy se alocara con su toque.

.- Por favor, Pol…, por favor…, métemela.

.- Por favor, no me tengas así, por favor.

Pol recibía encantado esas muestras aturdidas y alocadas, que demostraban que Tracy había roto sus defensas y estaba dispuesta a hacer todo lo que se la demandara. Pero no sería esto lo que provocara la respuesta de Pol, sino el estado de su propia excitación, que no quería seguir controlando. Ya, suficientemente seguro de la sumisión de la joven, volvería a encularla, lo que ella recibió con muestras de entrega al enculamiento y de agradecimiento. Para entonces, no solo había comprendido lo que se deseaba de ella sino que estaba dispuesta a ofrecerlo.

.- Gracias, Pol.

.- Bien, puta, así me gusta. – Pero Pol quería más, aún quedaba la petición más dura de realizar.

Pol se aplicaría a conseguir que Tracy acabara de rendirse. Encularía a la joven con vigor y dureza, que ella no pudiera eludir su significado y la muestra de dominio sobre ella. Era una especie de doma que debía enseñar a la joven a someterse, a responder conforme se deseaba que lo hiciera. Y lo haría, comenzando a gemir, con una mezcla de queja por la rudeza del asalto y el dominio que suponía, de entrega y, sobre todo, de un gozo que crecía en ella, dominándola aún con más fuerza que la propia polla que lo propiciaba. Después, él ralentizaría sus movimientos, en un aviso de lo que llegaría si ella no se comportaba como debía. Tracy, con la poca conciencia que le quedaba, aún mantenía una última esperanza de no rendirse, rebajándose a pedir lo que consideraba humillante e indigno, y una completa victoria para el chico, pero si no lo hacía no solo se quedaría sin un gozo que su cuerpo demandaba, sino que recibiría el castigo de la vara. Él incrementaría la velocidad y ella respondería yendo al encuentro de la verga con su grupa, de modo tan alocado que, en lugar de acompañar las embestidas de la verga parecía actuar por su cuenta, y al tiempo a chupar con ansiedad el coño de Berta. Él descendería la velocidad y ella mantendría la búsqueda de la polla. Aún se resistía a pedir lo que ansiaba. Él volvería a acelerar y ella a ir a su encuentro. Él mantuvo la velocidad, ella comenzó a gemir, cuando él ralentizó ella, por fin, pidió.

.- Sigue…, sigue…, dame por culo. – Pero no era suficiente y ella se percataba en la penumbra de una consciencia velada por la excitación. – Por favor…, no pares.

.- ¡Ruega!

Ella no quería, pero no podía mantener un juego que se había convertido en una ducha escocesa.

.- Por favor, Pol… sigue.

.- ¡Implora bien, puta!

Estaba claro lo que él quería, y lo quería como rendición y sin ofrecerla nada a cambio, bueno, el placer que necesitaba, pero como una puta. Ella sabía lo que quería escuchar.

.- Por favor, no pares…, métemela…

.- ¡Vara!

.- ¡Ah! ¡No! Pol, méteme la polla por el culo…, por favor.

Ella imploraba queriendo evitar el golpe, pero lo hacía demasiado tarde, la orden estaba dada y Tim la cumpliría, aquel llegaría duro y firme.

.- ¡Aaahhh! – No quería seguir recibiendo golpes. Rogó, imploró. – Por favor, Pol, dame por el culo. No pares, por favor, por favor, sigue enculándome…, como a una puta.

Recordaba las peticiones de Berta y las imitaba. – Por favor, no pares. Métemela hasta el fondo…, por favor…, puteame. – Y rogaba entre lamida y lamida al coño de Berta, que volvería a correrse haciendo que Tracy gimiera con los gemidos de su amiga, que hicieron que ella respondiera aún más ansiosa. – Pol, Pol, no pares, no pares, por favor… Puteame, por favor, puteame… Soy una puta…, quiero ser tu puta… Sigue, por favor…, sigue.

.- Quiero sentir tu polla entrando en mi culo… ¡Dame por culo!¡No pares!

Y él, que no había parado ni quería hacerlo, continuó  jodiendo con virulencia el culo de Tracy, mientras ella mantenía sus ruegos, hasta que alcanzó el placer final y él, ya completamente triunfante, se corrió en su culo, con un gemido, que era más de relajación que de placer.

Tracy había aprendido.

Y para Pol también supuso un aprendizaje aunque muy diferente, no era tan fácil ser un chulo. Pero, sin duda, Pol tenía cualidades y mucha afición.

Después Pol repetiría el enculamiento, ya sin la menor oposición de Tracy, al contrario, esta no solo se avendría a recibir la polla y a acompañarla en sus movimientos en su culo, ahora con el concurso de Berta, que se esforzó para devolver a su amiga el gozo que esta había conseguido para ella, sino que actuaría con creciente entrega y entusiasmo, dejándose llevar por una excitación que remontaba el vuelo y que ella volvía a desear que la condujera al placer final. Pol mantuvo el enculamiento, más tranquilo, pero sabiendo que al hacerlo, no solo conseguía dominar a la joven y transmitirla su mando sobre ella, también conseguía hacerla ansiar el goce definitivo y que comprendiera que estaba en su mano que lo alcanzara, lo comprendiera, lo pidiera y lo ansiara, por lo que no dejaría que Tracy gozara a la primera, ella, ya sin la crispación y rechazo anteriores, no intentaría reprimir sus anhelos y, dejándose llevar de sus apetencias, rogaría a Pol que la enculara hasta el fin, con ruegos, poco antes imposibles, y cada vez más impúdicos y desvergonzados.

.- Pol, Pol, sigue más. Méteme la polla a tope. Jódeme el culo. No pares.

.- Putéame. No pares. Quiero ser tu puta.

.- Quiero que tengas mi culo. Putéame por el culo.

.- Pol, por favor, no pares, quiero sentir tu polla en mí culo.

.- Así, Pol. Muchas gracias, Pol…, gracias…, gracias…

.- Pol, hasta el fondo, métemela hasta el fondo. Me gusta… Gracias… Métemela…

.- Dame por el culo sin parar… Por favor… putéame…Hazme una puta.

.

Y Pol, viendo la respuesta de Tracy, quiso sacar partido de ella, haciendo que explicitara sus ansiedades y se rindiera completamente, de obra y de palabra.

.- Te gusta que te dé por culo, ¿verdad, marrana?

.- Sí, Pol, mucho. Gracias, Pol. Métemela como a una marrana.

.- Si eres una buena puta no te faltará mi polla en tu culo.

.- Gracias, Pol. Lo seré.

.- ¿Qué, puta?

.- Una buena puta. Méteme la polla en mi culo de puta.

.- Así me gusta más.

.- Sí, Pol. Me encanta que me des por mi puto culo. Gracias por hacerlo Pol, muchas gracias.

.- ¿Por qué te resistes a ser una marrana?

.- ¡Ah! Pol… - No sabía que decir.

.- ¿No contestas? – La pregunta salió enfadada, haciendo que Tracy volviera a asustarse.

.- Sí, Pol… a veces soy una tonta.

.- Muy tonta.

.- Sí Pol. Lo siento.

Él estaba hablado y ralentizando los embestidas en el culo de Tracy, que se percataba y trataba de recuperar la velocidad perdida, echando el culo hacia arriba en busca de la polla del chico.

.- Pues demuéstrame que eres una buena marrana y quieres seguir siéndola para mí y para quien yo desee que lo seas.

.- Sí, Pol. Claro que quiero ser… una buena marrana. – No resultaba fácil decirlo perdida la inconsciencia que propiciaba la excitación. – Sobre todo para ti.

.- Para todos los que yo quiera, marrana.

.- Sí, Pol, claro, para todos los que tú quieras. – Ella accedía y él, como premio, aceleró las embestidas.

.- Gracias, Pol, gracias. Dame por el culo. Me encanta.

.- Ya sé que te encanta. A todas mis putas les encanta.

.- Pues no pares y putéame sin parar. Dame por el culo como a una puta, como a tu puta.

.- Como a la puta de todos.

.- Sí, Pol, como a la puta de todos.

Y lo haría hasta que pensó que era el momento para que Tracy volviera a correrse, con el concurso de polla y boca, y con sus ruegos, en esta ocasión sin necesidad de demanda por parte de Pol, y su plena entrega, sin intentos de evitarlo ni esquivarlo.

Tracy supo de su rendición incondicional, de su sometimiento al joven, de su gozo, hasta hacia muy poco, rechazado, indeseado, y ahora solicitado, suplicado. Gozo que permanecía en ella y que quería seguir disfrutando.

Cuando ambas chicas se incorporaron, por un momento evitaron mirarse, como avergonzadas de lo ocurrido, de lo que habían hecho, en Tracy todavía retumbando en sus oídos las súplicas a Pol para que la diera por el culo como a una puta, sabiendo que su amiga los había escuchado, comprendiendo que se había comportado como una auténtica puta, lo que hacía que tratara de evitar la mirada de Berta. Sería esta, quien tranquilizada sobre sus anteriores muestras de esa misma desvergüenza, se acercó a Tracy, dudó, luego abrió los brazos para abrazarla, Tracy no tardó en reaccionar, abrazando y besando a su amiga. En ambas había una mezcla de tensión por lo sucedido, vergüenza y deseo de considerarlo como algo normal en las relaciones entre ambos sexos, y que al haber ocurrido a ambas, a ambas las dejaba en el mismo lugar, relajando su desazón.

Sería Pol quien cortara esas efusiones, esta vez sin una orden compulsiva, solo una indicación.

.- Putitas, mí polla también necesita atención. Hay que limpiarla. – Estaba sentado en la cama.

Las chicas se miraron, Berta sonrió, entre divertida y pícara, obligando a Tracy a devolverle la sonrisa, menos animada. Estaba menos dispuesta a meter en la boca lo que poco antes había estado en su culo, pero supo que no tenía más remedio que hacerlo.

.- Claro, Pol.

Berta se arrodilló ante Pol, cada vez más aceptante. Prefería dejarse llevar por lo que tenía de excitante y expresión de sus fantasías y ocultos deseos. En todo lo que estaba ocurriendo encontraba una parte que satisfacía lo que había esperado de Pol, y a ello se agarraba y quería seguir experimentándolo, tratando de dejar a un lado lo que suponía una vejación o un sometimiento que no debía permitir y, mucho menos, aceptar.

Tracy no podría evitar buscar con su mirada la polla de Pol para comprobar su estado, viendo, para su desazón, que no estaba limpia, temió la clase de suciedad que llevara en ella. Menos mal que Berta se adelantaría, y mucho menos escrupulosa que ella, cogería la verga llevándosela a la boca.  Después, ambas se dedicarían a chuparla, Berta, al principio, más activa, luego, incorporándose Tracy a la tarea, tanto por miedo a provocar la reacción de Pol si no lo hacía a su gusto, como por no dejar a Berta sola en sus demostraciones de fruición y apetencia por la polla del chico, a pesar de sentir en la boca los sabores que había dejado su propio culo en la verga. Después, animándose ambas como si se tratara de una competencia entre ellas, chupándola, limpiándola entre risas, caricias y afán de poseerla, que Pol alentaba y recibía con demostraciones de complacencia.

.- Así me gustan mis putas. Atentas y obedientes. Si os portáis bien no os faltará mi polla en vuestros culos. – Berta reía, Tracy sonreía. Berta actuaba con más entusiasmo, que llegaba a querer quitar la verga de la boca de su amiga cuando esta la estaba chupando, como si quisiera establecer una pugna a ver si la tenía más tiempo en su boca, incluso pidiendo a Tracy que se la dejara, lo que hizo que esta tuviera que entrar en la liza, primero con cierta desgana, luego, dejándose llevar por el juego, pugnando por la carne de Pol cuando estaba en la boca de su amiga, o lamiendo los testículos mientras Berta chupaba la polla, a veces, lamiendo las dos a la vez verga o testículos, o ambos. Finalmente, y sorprendentemente, disfrutando de tener la polla en la boca, de chuparla, de monopolizarla en lucha con Berta, cada vez más abierta y real.

Tracy estaba acalorándose y excitándose con la polla y el deseo de chuparla en competencia con su amiga, sobre todo cuando Berta dijo que quería ser ella quien recibiera la leche de Pol. Tracy no supo por qué le pareció que su amiga no tenía más derecho que ella a recibirla, por lo que ella también quiso conseguirla, pidiéndolo y disputando a su amiga la posesión de la verga.

.- Pol, no es justo que sea toda para ella. Yo quiero mi parte.

.- Pol, no la hagas casos. Ya la ha tenido en su culo.

.- Y tú también.

.- Pol, era a mí a quien querías dar por culo, ella ha venido después. Yo tengo prioridad.

.- Pero, yo soy tu puta.

.- Y yo también. Y antes que ella.

Era una discusión que, divirtiendo a Pol y mostrándole hasta donde habían llegado las dos, se estaba convirtiendo en sería, al tiempo que ambas quería apropiarse de la verga, hasta el punto obligar a Pol a intervenir para no resultar dañado, poniendo orden, obligando a las chicas a colocar las manos en la espalda para que no pudieran usar de ellas, y siendo él quien distribuyera la polla entre ambas, ofreciéndola a una y después a otra, quedando la que esperaba con la boca ansiosamente abierta, al lado de la verga, hasta que llegara su turno para poder chuparla. Componiendo una imagen gratamente ansiosa para Pol, que contemplaba a una chupándole la polla y a otra, con la boca abierta, dispuesta a chuparla o a recibir las descargas si se producían. A veces, él las permitía intervenir a las dos al tiempo, lo que ambas recibían con entusiasmo, chupando y lamiendo, polla, testículos, incluso buscando la zona más trasera y llegando al culo de Pol que, cada momento más excitado, tenía que controlar, no solo a las dos sino a sí mismo.

Y no pararían ahí. Chupar la polla fue adquiriendo mayor exigencia y dificultad, tranquilizada la disputa, las dos chicas comenzaron a competir también por ser cada una quien tragara más polla, hasta lograr metérsela completamente en la boca y manteniéndola todo el tiempo que podían, chupándola hasta el fondo. Tracy, que ya estaba excitada, contemplaba con creciente acaloramiento como su amiga tragaba toda la polla del chico, que llegaba hasta la garganta, notándose como se agrandaba al recibirla, deseando hacerlo ella, y teniendo que controlar el intento de quitarla la verga para llevarla a su boca. Se había olvidado de su desnudez, de lo que significaba la situación en la que estaba y de que aquella polla pertenecía a alguien, un chaval, que la había sometido y hecho que su amigo la azotara sin ninguna contemplación. Y ansiaba tener, y volver a tener, la polla en su boca, sentirla meterse hasta entrar en su garganta, dominando los impulsos a expulsarla, y ganar a su contrincante, tanto en tragar toda la polla como en conseguir que Pol la permitiera tenerla más tiempo porque le gustara más y, acaso, recibir el semen del chico.

Tracy estaba cambiando a una postura similar a la de Berta, olvidándose de los aspectos negativos para centrarse solo en los agradables, y dejándose llevar por unas apetencias parecidas a las que habían actuado en ella cuando su amiga era enculada por Pol, solo que ahora ella era coprotagonista junto con Berta.

La actuación de las chicas consiguió que Pol se fuera acercando a la situación límite, lo que ellas apreciaron, insistiendo en sus acciones, ahora queriendo mantener la polla en la boca para recibir la corrida que aparecía como inminente. Tracy tampoco se quedaría atrás en la pretensión de ser ella quien recibiera el semen de Pol, pero Berta, vuelta más combativa ante la perspectiva que vislumbraba, estaba monopolizando la verga, sin que Pol hiciera nada para que Tracy obtuviera su parte, aunque esta permanecía con la boca abierta, esperando que se la permitiera recibir lo que le correspondiera.

Pol  acabaría descargando en la boca y rostro de Berta, pero que cometió el descuido de relajarse cuando eso sucedió, permitiendo que Tracy la cogiera para chuparla, y recoger lo que pudiera, que ya era poco, mientras Berta quiso mostrar lo que aún mantenía en su boca, como una señal de su triunfo. Al verlo Tracy reaccionó de inmediato, y acercando su boca a la de Berta trató de absorber parte de lo que mantenía en ella, y después lamer lo que había caído sobre la cara de su amiga, para regresar a la polla de Pol, que tuvo que detener la nueva pretensión de chupársela, estaba demasiado sensibilizada como para soportar toques tan continuos.

Pero eso supondría un oasis en el desierto, después llegaría algo que iba a condicionar el comportamiento de ambas chicas, y lo haría de la mano de Tim, quien había tomado una colección de fotos de las dos, mientras eran enculadas y Tracy chupaba y lamía el coño de su amiga, y cuando ambas se ocupaban de sus respectivos coños o buscaban chupar la verga de Pol. Lo haría de modo que quedaran recogidas en las fotos ellas y lo que hacían, aprovechando los momentos álgidos de las chicas, en que estaban más pendientes de lo que hacían o las hacían que de lo que ocurriera a su alrededor.

Pol querría ver las fotos en el ordenador de Berta, invitando a las chicas a presenciar la exhibición. Quería que vieran como habían salido en las fotos, y supieran lo que eso podía suponer para ellas si era visto por sus amigos o familia. Además, las enviarían desde el ordenador de Berta a los suyos. Pol estaba demostrando una capacidad fuera de lo normal para organizar el puteo de las jóvenes. Quería tenerlas cogidas y lo estaba logrando.

Y las fotos, que Tim ya había visto, no tenían desperdicio. A pesar de  que las posturas de ambas  dificultaban la toma de los rostros, Tim se había esforzado por cogerlos lo más y mejor posible, consiguiéndolo en suficientes ocasiones como para que se viera perfectamente quienes eran y lo que estaban haciendo.

Las jóvenes, que aunque un poco asustadas, estaban todavía bajo los efectos de placer de la carne, permanecían con una buena disposición hacia los chicos. Incluso sonrientes entre ellas, como si esperasen ir a ver algo divertido y que no supusiera problema para ellas.

Pero la visión de las fotos supondría poner a ambas ante la ingrata realidad, y acabó de desarbolar a las chicas, que comprendieron lo que supondría que fueran vistas por sus conocidos, y con Cata pudiendo certificar la autenticidad de las acciones y el consentimiento de ambas. Miraban asombradas rostros, culos y coños, aquellos expresando lo que estos experimentaban, avergonzadas de lo que se dejaban hacer y, más aún, del modo en que lo recibían, y al final, del goce que conseguían. Berta pediría que  las dieran las fotos, o que las borraran.

.- Te puedes quedar con todas. Tim déjaselas en el ordenador para que pueda verlas cuando quiera.

.- Puedo poner una de fondo de pantalla. ¿Cuál os gusta más?

.- ¿Prefieres que se te vea mejor a ti o a Tracy?

.- No, lo que quiero es que me las deis. No pueden andar…

.- Las guardaremos como un tesoro. No tenéis que preocuparos, solo será para nosotros…, si os portáis bien.

.- Creo que pondré está. – Mostraba una de Tracy, tomada desde un lado, en la que estaba siendo enculada por una verga solo parcialmente dentro del culo, pero era ese detalle el que permitía conocer que estaba siendo enculada, y entre los muslos surgía una cabeza, la de Berta, con la boca pegada al coño de Tracy, bajo la polla, que no se sabía muy bien si se ocupaba el coño de aquella o de la polla que la penetraba el culo o de ambos.

En el otro extremo de la foto se podía contemplar de nuevo a Tracy con la cara sobre el coño de otra chica, el pelo se había echado hacia el lado contrario, de modo que se viera bien la cara. Coño que no podía ser más que el de Berta.

.- No, Tim, por favor.

.- Si estás muy bien. Chupando un coño, mientras dan por el culo a tu chica, menudo festejo. Seréis la envidia de todas las amigas. No quiero ni pensar lo que vais a presumir…, y lo que dirán tus amigas. Te la pongo.

.- Y envía a Tracy una colección.

.- Bien. Vamos a ver dónde está su dirección. También enviaré sus direcciones a nuestros ordenadores, así podemos estar en contacto cuando queramos.

.- Y las de sus amigos.

.- Mejor todas.

.- Mejor.

.- Y os falta por ver el video.

.- ¡Ah! - La exclamación fue unánime en las dos, y recibida con una sonrisa de suficiencia por Tim, y otra divertida por Pol.

El video era aún peor, ya que, no solo mostraba a las chicas en las mismas posturas y acciones que las fotos, ahora podía contemplarse a ambas siendo sodomizadas, al tiempo que pedían, rogaban, suplicaban que no dejaran de darlas por el culo, lo que alejaba cualquier idea de rechazo, de oposición, apareciendo no solo como aceptantes sino como participes voluntarias y gozosas, muy gozosas, a tenor del ansia que manifestaban por ser enculadas, o su lucha por chupar la polla de Pol.

Cuando acabaron de ver fotos y video, Pol, que había estado pendiente del efecto que producían en las chicas, cuyas expresiones no dejaban dudas de la vergüenza y miedo a las consecuencias que sentían, y que se traducía en abatimiento y debilidad, estaba seguro de su posición de dominio, que le permitía continuar con su idea principal, pensando que estaba muy cerca de conseguir lo que deseaba. Se regodeaba pensando en lo que iba a ofrecer a sus compinches. Sería el primer paso, pues no olvidaba el siguiente, en ofrecerlas a todos. Pero eso requería algo más de preparación, quizás ese día no fuera el más apropiado, aunque podía comenzarse de forma clandestina. Iba a tantearlas.

Sentado en la cama, puso a las dos chicas en pie, desnudas, una a cada lado, cogiéndolas por la cintura, mientras Tim permanecía en pie, al lado de las chicas, y con el pequeño látigo en su mano, que había sustituido a la vara, y la cámara en la otra, apareciendo como el esbirro, garante del dominio de su jefe. Todos estaban desnudos.

Pol estaba seguro de sí mismo y de su poder sobre ambas, y quería sacar provecho de esa circunstancia. Todo lo que había estado acariciando desde que pensara en tenerlas para sí mismo, puteándolas a su antojo, y después en hacerlo para los demás, como putas de oficio y él su chulo, estaba comenzando a materializarse. Ya había iniciado el puteo para él y Tim, y ahora quería prepararlas para el segundo paso. Era algo que ni siquiera tenía mínimamente pensado, solo había dejado discurrir las ilusiones y fantasías que había ido desgranando en esos minutos, ni siquiera horas, en que la posibilidad de hacer de ambas unas putas se hiciera presente en él, con la imagen en la cabeza de lo sucedido la noche anterior con L. Para comenzar a ello y ver cómo respondían, quería adoctrinarlas como putas, y después “ficharlas” formalmente como tales.

El chico tenía pocas dudas sobre la posible respuesta de las dos amigas, sabedor de que las armas de presión de que disponía no iban a permitir a las jóvenes mantener ningún pulso con él. Las fotos suponían el mejor regalo para controlar a las chicas, siendo auténticamente demoledor para ellas, que no tenían más remedio que dejarse hacer, sometiéndose a lo que Pol quisiera de ellas, con la vergüenza y entrega que propiciaban las imágenes que acababan de ver. La idea de evitar que lo que ellas conocían fuera visto por alguien más, actuaba como el más eficaz motivo para someterse a lo que deseara Pol.

Tenerlas como las tenía, desnudas, una frente a otra, después de haberlas dado por el culo a ambas y haber hecho que se chuparan una a otra, sabiendo que eso tenía que tenerlas avergonzadas y apocadas, sin posibilidad de ocultarse ni cubrirse, era una imposición que debilitaba la posible capacidad de resistencia que pudiera quedar en ellas, cuya única muestra eran los gestos, casi involuntarios, que intentaban cubrir el sexo con las manos.

.- Poned las manos detrás de la cabeza. – Lo harían avergonzadas. Ahora la presencia de Tim suponía un añadido más de humillación, a lo que se sumaba que el chico continuara haciendo fotos.

Vencidas y abochornadas iban a escuchar algo que nunca hubieran ni imaginado.

Si las chicas se percataban de lo que suponían las imágenes que acababan de contemplar, era Tracy la que, estando más alarmada, estaba menos dispuesta a soportar las imposiciones de Pol. Ahora pensaba en cómo había sido capaz de prestarse a lo que esas fotos mostraban. Y Pol iba a poner de manifiesto unas pretensiones tan absurdas como temibles.

.- Habéis comenzado a ser mis putas, y a conoceros y trataros más íntimamente, si es que antes no lo hacíais. Me gusta que mis putas se lleven bien y hablen de mí, para contarse lo fantástico que soy y lo fenomenal que se lo pasan conmigo, y la suerte que han tenido siendo mis putas, por eso y por los buenos clientes que tengo para ellas. Y, por supuesto, quiero saber todo lo que pasa a mis putas, lo que vosotras me contaréis, cada una de sí misma y de la otra. Así sabré si alguna se guarda algo, y si ha merecido un castigo por algo que no me ha querido decir. Por supuesto, de ser así, el castigo será mucho más duro. Pero ya iremos hablando de todo eso. – Pol las acariciaba el culo y los muslos mientras hablaba, subiendo por estos hasta alcanzar la entrepierna, y en ella buscar las rajas de coño o del culo, lo que ellas recibían con estremecimiento, sin que ninguna dijera nada, solo escuchaban, con una mezcla de sorpresa, incomprensión y, sobre todo desasosiego y nerviosismo. Aunque mantenían el rescoldo del gozo que había propiciado el chico, que hacía que la reacción de las dos amigas estuviera condicionada por ello, a lo que se añadía la caricia que recibían y que él se ocupara de ellas, que hacía que tuvieran cierta esperanza sobre el trato que pretendía para ellas, a pesar de todos los detalles que indicaban que él deseaba algo muy distinto y que no podía ser tolerado. Aunque quedara en ellas la esperanza y la ilusión de ser capaces de atraerle con su belleza, para seguir consiguiendo sus favores a cambio de ofrecerles los suyos. Si él deseaba unas hembras, tenía a ambas y ambas se pretendían su hembra, incluso sus hembras, aceptantes de su situación

Él las empujaría una contra otra, llevándolas a ponerse ante él, casi pegadas. – Abrazaros. – Berta rió, nerviosa. Acababan de abrazarse y de hacer algo bastante peor. Berta se acercó a Tracy hasta casi tocarla, Pol las empujó con firmeza para que quedaran tocándose, siguió empujando hasta que se abrazaron. Berta reía nerviosa, mientras Tracy esbozaba una sonrisa, sin atreverse a negarse ni rechazar el abrazo. – No seáis sosas, besaros, pero bien, con la lengua. – De nuevo, Berta respondería antes, besando a su amiga y sacando la lengua para pasarla por los labios de Tracy, que no tuvo más remedio que corresponder. – Sois amigas y, sobre todo, sois putas, mis putas y quiero que os portéis como tales, os llevéis bien y me lo demostréis. Besaros bien, como lo saben y deben hacer las putas.

Pol, que actuaba conforme le indicaba su instinto, quería llevar a ambas la idea, que ellas debían aceptar y hacer suya, de que eran unas putas, sus putas, por lo que lo repetía una y otra vez, comprendiendo que las chicas no podían pensar en que eso suponía ser puteadas de verdad, por lo que había que hacérselo comprender mediante la repetición, aunque, él, enseguida, plantearía el primer trabajo, mientras las dos se besaban, cada vez con más descaro e intensidad, metiendo la lengua en la boca de la otra y luego cambiando las posiciones. Estaban abrazadas y habían comenzado a utilizar también las manos, que pasaban por el culo de la otra, animadas por Pol, que veía en esas demostraciones una muestra de lo que buscaba y deseaba de ellas y para ellas. Cada vez más seguro y, al tiempo, cada vez más nervioso ante la proximidad de ver cumplidas sus esperanzas, iba a mantener sus exigencias, ya claramente dirigidas a la consecución de su último objetivo.

.- Así me gusta, mis marranas. Así es como tenéis que hacerlo, como dos putas amigas y cariñosas, compañeras de oficio y pertenecientes al mismo propietario: yo. Y así es como les gusta a los clientes.

Pol miraba animado y divertido a las dos chicas acariciándose con creciente atrevimiento, y si era Berta quien llevaba la iniciativa, Tracy, no queriendo quedarse descolgada y provocar a Pol, trataba de seguir los pasos  de su amiga, que empleaba las manos para acariciar culo y coño de Tracy, al tiempo que la besaba el cuello, las orejas, o bajando la cabeza, los pezones, mientras Tracy, se conformaba con acariciar el culo de Berta y, de vez en cuando, pasar los dedos entre sus nalgas, tentada de conocer el agujero que tanta ansiedad causaba en ella cuando era tocado y penetrado por los dedos de otra persona, y que ahora aparecía como una tentación para que ella devolviera esa caricia. Pero era una tentación en la que no quería caer.

Serían los dedos de Berta quienes provocaran la reacción de Tracy. Aquella, más dispuesta a realizar lo que Pol las demandaba, no tendría los reparos de su amiga para meter sus dedos en el culo de Tracy, y lo haría después de haberlos puesto en los labios de esta para que se los chupara, lo que no deseaba hacer Tracy, pero que no tendría más remedio al intervenir Pol.

.- Tracy, no desprecies los dedos de Berta, chúpaselos bien, como si fuera su coño, que tanto te gusta.

Tracy lo haría. Berta los utilizaba como un barreno que metía y movía en la boca de Tracy. Después los llevaría al culo, y buscando el agujero trataría de meterlos en él, no sin que Tracy tuviera un pequeño intento de rehúse, que la propia Berta se ocuparía de controlar cogiéndola por la cintura y agarrándola con firmeza, al tiempo que la calmaba y exhortaba a plegarse.

.- Tranquila, no te voy a hacer daño. Déjate hacer.

Tracy no comprendía que su amiga se estuviera prestando de ese modo a los deseos de Pol, obligándola a someterse a unas acciones impúdicas e indeseadas. Cerró los ojos sin decir nada, dispuesta a soportar lo que no debía. Los dedos de Berta penetrarían en su culo, moviéndose en su interior. Eran pequeños y el tamaño se notaba, pero, quizás ese tamaño fuera causa de que surgiera en Tracy el deseo de sentir algo mayor, lo que logró que se prestara a la caricia con creciente entrega, que sería mucho mayor cuando los dedos de la otra mano de Berta se metieron en su coño, esta vez obligándola a hacer un esfuerzo para no dejarse llevar por la situación. No quería esa caricia, y mucho menos que Pol lo presenciara. Pero los dedos no parecían de la misma opinión y se movían en culo y coño sin pereza ni vergüenza, no permitiendo que Tracy consiguiera atemperar sus ansiedades.

.- Házmelo tú a mí. – Berta pedía reciprocidad. La demanda hizo que Tracy recuperase parte de la conciencia que estaba perdiendo. Sin saber qué hacer, permaneció quieta. El recuerdo de las fotos y su tolerancia a las acciones que en ellas aparecían, actuaría para impulsarla a evitar cometer el mismo error. Pero, la petición de Berta, era pretexto para permitir lo que su amiga pretendía, ya había realizado y superado los actos que esta deseaba, y que ella tampoco repudiaba, manteniendo la lucha entre lo que no debía y lo que suponía una forma de alejarse de las tribulaciones que la desazonaban.

.- Marrana, tú amiga desea que hagas con ella lo mismo que ella hace contigo. – Pol intervenía, y Tracy no sabría si con su complacencia al forzarla a hacer lo que no queriendo, quizás, estaba deseando.

Ahora serían los dedos de Tracy quienes realizaran un recorrido semejante al que ya hicieran los de Berta. Primero irían a su boca, no se atrevería a llevarlos a la de su amiga para que los chupara y ensalivara, haciéndolo ella misma, y después al culo, que penetrarían nerviosos y poco hábiles, para barrenarlo como su propio culo estaba siéndolo.

Tracy querría ofrecer a su amiga lo mismo que esta le daba a ella, pero no era capaz de hacerlo sin los prejuicios y con la naturalidad de Berta, no obstante, esta parecía disfrutarlo, lo que animó a Tracy a continuar, si bien perdiendo buena parte de su concentración, y con ella descendió su excitación. Serían los dedos de Berta quienes se encargaran de devolverla a la situación anterior, y esta vez, con su activa colaboración para conseguir algo semejante en Berta.

Se había preguntado cómo había sido capaz de hacer todo lo que las fotos mostraban y estaba actuando como cuando lo hacían con ella y ella toleraba, siendo ella, ahora, quien actuaba.  Se percataba que lo hacía con otra mujer, y no solo no lo rechazaba sino que lo disfrutaba. Pensó que, poco antes, había tenido el coño de esa misma mujer en su boca. Pero, entonces, era obligado y, ahora, se sentía casi libre y responsable de su acción. Debería dejarlo o, al menos, controlarse, no permitirse perder el dominio de sus actos, pero era demasiado agradable, al tiempo que ella deseaba cada vez más, llevar a Berta por el mismo camino que ella estaba recorriendo. Ya lo había deseado antes y volvía a sentir ese mismo deseo.

.- Me gustan tus dedos en mi culo. – Berta no tenía las mismas represiones que ella y mostraba sus apetencias. – Y para demostrar su agrado se apretó a Tracy buscando sus labios para besarlos.

Por primera vez, Tracy se sentía parte de un juego de sexo entre mujeres. Volvió a querer reprimirse, no dejarse llevar, controlar sus apetencias, pero no quería enfadar a Pol ni, ahora, desaprobar a Berta. Casi inconscientemente se encontró devolviéndola el beso y dejando que la lengua de su amiga entrara en su boca, para, después, ser ella quien hiciera lo mismo, mientras los dedos de sus manos se ocupaban del culo de la otra. Esta vez sería Pol quien llegara en su ayuda.

.- Ya lo habéis pasado suficientemente bien. Separaos.

.- Déjanos, por favor. – Era Berta quien lo pedía, sin que Tracy supiera si deseaba que Pol accediera o mantuviera su orden.

.- Tenéis que reservaros para los clientes. Ya habéis tenido bastante. No es conveniente que todo esa juerga. El negocio es algo serio y que debéis atender y cuidar como se merece.

Entonces, como suele suceder, Tracy sintió la ausencia de lo que se les negaba, sintiendo reanimarse el deseo de continuar con las caricias paralizadas. No le fue sencillo cumplir la orden de Pol, pero se separó, sin mirar a Berta y tratando de recuperar la compostura. Ambas quedaron una enfrente de la otra. Pol las miraba con satisfacción, sabiéndose de nuevo triunfante. Sentía como se estaba imponiendo a ambas y dominándolas en aspectos que nunca había pensado, y quería seguir haciéndolo, sobre todo con Tracy, que aunque, al final, parecía haber cedido, había mostrado una clara tendencia a resistir, y eso había que romperlo, consiguiendo que se sometiera completamente. Ya la veía, de nuevo, tratando de recuperarse.

.- No olvidéis que vuestra obligación de putas es conseguir que sean los clientes quienes lo pasen bien con vosotras, como unas buenas putas. Ese es el primer deber de una puta, complacer a los clientes. Y el segundo, obedecer. Os quiero obedientes, siempre, en todo lugar, sin vacilaciones. Quiero, exijo una obediencia inmediata y exacta. Cuando os mande algo lo haréis inmediatamente y tal y como os lo diga. ¿Habéis entendido, mis putas? – Sería Berta quien respondiera, quizás movida por su deseo de evitar confrontaciones con el chico, o incluso, por sus especiales apetencias, que volvían a estar siendo excitadas por lo que decía Pol, convertido en su teórico chulo, pero que, enseguida, darían paso a una realidad demasiado desagradable como para que pudiera ser fuente de excitación.

.- Sí, Pol.

.- ¿Y tú, Tracy?

.- Sí, Pol. – Pero era evidente que su respuesta resultaba poco convincente. Superada la situación la joven regresaba a su postura anterior y a sus cautelas y prevenciones. No quería dejarse llevar por la voluntad del chico ni dejarse imponer sus mandatos. Si no podía evitar someterse, al menos lo haría controladamente. Pol, que ya había cogido los modos y prevenciones de Tracy, quería vencerlos y dominarla. Se encontraba pletórico y confiado en su capacidad para vencer y domar a una puta.  Cogió a Tracy por la cintura y, tirando de ella, la separó de su amiga. – Arrodíllate ante mí. – Un tanto asustada, Tracy lo hizo. – Pon las manos detrás de la cabeza. – Ahora se unía la humillación al temor al chico. Él la cogió por la barbilla, elevándola para que se encarase con él, que hablaría con firmeza y sin la cordialidad anterior. – No me gusta la tibieza, y menos en mis putas. Te quiero puta, y por tanto, complaciente y obediente. Y por ser mí puta, tienes que serlo completamente dócil y sometida a todo lo que quiera y te mande. ¿Entendido, puta? – Tracy tenía que contestar, pero no quería aceptar lo que Pol demandaba. Comenzaba a temer que, lo que solo debería ser una forma de hablar, fuera algo más. No era una puta, ni de él ni de nadie, pero sabiendo cómo se las gastaba el chico, aceptó, pensando en que eso a nada la comprometía.

.- Sí, Pol. – Esta vez esbozó una sonrisa al hacerlo, pero que no convenció a Pol, que reaccionó de inmediato.

ZAS

La bofetada, fuerte por la fuerza del muchacho, no alcanzó la virulencia de otras veces debido a la postura de ambos, pero supuso un castigo y la advertencia que Tracy entendería. Esta vez sería ella quien respondiera inmediatamente.

.- Lo siento, Pol. Claro que lo entiendo y sabes que haré lo que tú quieras.

ZAS

.- ¡Ah! – Tracy no sabía la causa de la segunda bofetada. Pol se la iba a explicar.

.- Harás TODO, absolutamente TODO, lo que yo te ordene.

.- Sí, Pol. Claro. – Los ojos quedaron acristalados por la presencia de unas lágrimas que Tracy trataba de contener. No pensaba hacer lo que admitía, lo que aceptaba, ni pensaba en obtener más placer de ese… hijo de puta, ni de nada que llegase por su causa. Por unos minutos había sucumbido al gozo de su cuerpo, pero era hora de recuperar la sensatez. Claro que, ese momento no era el más apropiado. Mejor sería acomodarse, tal y como lo estaba haciendo Berta. Enseguida saldrían a almorzar y entonces podría reaccionar.  Y Pol iba a seguir exigiendo, y conforme a ella menos le agradaba.

.- Puta, dime cómo quiero que te comportes. – Tracy tenía que hacer un esfuerzo por tragarse el orgullo y contestar, y hacerlo según quería ese miserable. Tenía que decirle a su hermano…, por muy amigos que fueran era su hermana, no podía pegarla, y menos pedirle unas cosas… Pol aguardaba y tenía que responder. Temiendo otra bofetada, lo hizo, y conforme él deseaba, y tratando de esbozar una sonrisa que salía con tanta dificultad que no supo si se había quedado en una mueca que dijera de su falta de sinceridad.

.- Complaciente y obediente.

.- ¿Con quienes?

.- Con todos. – No quería referirse a los clientes, era demasiado explícito y humillante, aparte de implicar una aceptación de su existencia y del deber de complacerlos. Pero él insistiría para que Tracy tuviera que contestar cumplidamente.

.- Y especialmente, ¿con quienes? – No tenía escape, quiso sonreír para desviar la atención, en un último intento de evitar la respuesta, pero comprendió que solo iba a conseguir otra bofetada.

.- Con los clientes, Pol.

.- Claro que sí, como debe de hacerlo una buena puta, ¿verdad?

.- Sí, Pol.

.- Porque tú eres una buena puta, ¿verdad?

.- Sí, Pol.

.- Dímelo.

.- Soy una buena puta.

.- Una puta complaciente y obediente.

.- Una puta complaciente y obediente.

.- Pues que no me entere yo de que no lo eres. – Volvía a hablar con la firmeza y dureza de poco antes. – Si lo hicieras y me enterase y, tarde o temprano, me enteraré, te deslomo. – Y lo malo era que Tracy sentía que lo haría, lo que suponía que el miedo al muchacho se fuera introduciendo en ella, siendo parte de ella, que comenzaría a actuar con ese condicionante. Mientras, Pol actuaba cada vez más como si fuera el chulo de ambas chicas, con derecho sobre ellas, creyéndose, él también, su nuevo status. Y en buena parte, tanto él como las chicas tenían razón para sus reacciones, si él exigía ellas se entregaban, facilitándose, mutuamente, su situación y respuestas. Y si él exigía con firmeza e intransigencia, ellas respondían con resignación y acatamiento.

Y Pol iba a continuar con sus demandas, incidiendo en lo que pretendía conseguir.

.- Tracy va muy apetitosa como la ha dejado Tim, ahora hay que buscar algo atractivo para Berta. ¿Dónde tienes la ropa?

.- Me gustaría asearme.

.- ¡Qué tontería! No tenemos tiempo y los olores naturales son un atractivo para el macho.

.- Pol, soy la anfitriona y… - Él la cortó.

.- Berta, ahora eres una de mis putas y eso se antepone a cualquier otra consideración, es lo primero y más importante para ti. En lo que antes debes pensar y actuar como tal. Te quiero puta, complaciente y obediente.

.- Sí, Pol. – Berta, o había entendido muy bien o disimulaba mejor. Indicó al chico el armario, que fue hacia él, lo abrió y comenzó a buscar en él.

.- Acércate a mí, marrana. – Berta se acercó, él la sonrió, ella le devolvió la sonrisa.

.- Deberías dejar que eligiera yo.

.- No. Eres una puta demasiado hermosa como para que no lo muestres. – Pol, enseguida cogería un vestido corto, lo sacó.

.- Es demasiado veraniego y demasiado corto. Es más de playa. – Comentaría Berta.

.- Póntelo, que te lo veamos puesto.

.- Voy a ponerme la ropa interior. – Él la dio un azote.

.- ¡Eh! – No había sido nada fuerte, quizás por eso ella protestaba, de haberlo sido no se hubiera atrevido a hacerlo.

.- Las putas no llevan ropa interior.

.- No lo sabía.

.- Pues ya lo sabes. Por algo sois putas. A partir de ahora te va a sobrar. Te la pondrás solo con mi permiso, y hoy no lo tienes. Ponte el vestido. – Berta se lo puso. Como había dicho era veraniego y muy corto, demasiado para ese momento y lugar, debería descender unos 15 centímetros desde la entrepierna, dejando la mayor parte de los muslos desnudos. Menos mal que no era ceñido en el culo. Pero, al ser de tela muy fina y no llevar Berta ropa interior, los pezones de patentizaban perfectamente, lo mismo que las nalgas, al pegarse la tela a la carne haciendo que apareciera como una segunda piel.

.- No me gusta. – Hablaba con la convicción de toda mujer sobre su modo de vestir, pero que no hizo mucho efecto en Pol.

.- Estás preciosa. Y cae muy bien sobre el culo, que se te nota como debe.

.- Es muy corto y demasiado fino. – Ella mantenía sus ideas.

.- No me lo parece, sobre todo para una puta.

.- ¡Pol! – La queja surgió con un componente distinto al de otras veces. Soportaba menos esa alusión al llegar sobre su modo de vestir, como si sobre ese tema fueran menos permisibles. Pol rió.

.- Es lo que vas a llevar.

.- ¿No comprendes que no me gusta? – Insistía.

.- Ten. – Echó unas sandalias a los pies de Berta. – Póntelas. Date prisa, te tienes que maquillar.

Las sandalias era las de tacón más alto que había encontrado. Berta no protestó de ellas. Pol daría otras parecidas a Tracy.

.- Supongo que te servirán. – Tracy se las puso. – Vete maquillando. Hazlo bien, para llamar la atención. Tenéis que atraer e incitar a que demanden vuestros servicios.

El maquillaje junto con los tacones, constituían una llamada más de atención que todos contemplarían y conocerían. Y Tracy enseñaría el culo.

.- Pol, no puedo salir así. Soy la anfitriona. – Esta vez la queja no tenía la connotación de la anterior cuando estaba probándose el vestido, ahora era una negativa a salir tal y como estaba.

.- ¡Berta! ¡Ven aquí! – Berta se percató que acababa de decir lo que no debía. Al aproximarse lo hizo excusándose.

.- Lo siento, Pol. No he querido decir eso.

.- Tracy, trae unas tijeras. – Berta temió lo que esa petición podía significar.

.- ¿Dónde están? – Berta tuvo que decirlo.

.- Por favor, Pol, perdóname. – Se acercó al chico, y arrodillándose ante él, volvería a pedir perdón, tragándose la humillación. ¡Qué lejos quedaban sus anhelos y excitantes pensamientos de hacia tan poco! – Estaba como estuvo Tracy y temiendo algo parecido. Y llegaría su amiga con unas tijeras pequeñas. – Por favor, Pol.

.- Puta, tienes que aprender.

.- He aprendido Pol, te lo aseguro.

.- Lo creo, pero debo hacer que no lo olvides. Súbete a la cama.

.- ¡Por favor, Pol!

.- Marrana, no empeores las cosas. Tracy, ayúdala.

Asustada, Berta subió a la cama ayudada por su amiga, que la sostuvo cogiéndola por la mano. Pol se acercó y comenzó a cortar el vestido. Lo haría llevándose más de 10 cm de tela, lo que dejaba el borde a escasos centímetros de la entrepierna, con lo que cualquier movimiento descontrolado mostraría el culo o el coño, o ambos. Sentarse sería imposible. Pero peor estaba Tracy…, cuando se vistiera iría enseñando la parte baja del culo.

Aun quedaba otro amargo trago para las dos amigas. Pol, cada vez más confiado, iba a continuar con sus demandas, acariciando sus objetivos. Las chicas estaban, si no completamente entregadas y conformadas a su situación, al menos suficientemente sometidas, tanto que Pol creía poder conseguir que se entregaran a sus amigos, y después…

Cuando estuvieron “arregladas” Pol haría que se pusieran ante él, en pie, sin moverse, con los brazos a lo largo del cuerpo, mirándole, a un metro una de otra. Él estaba como a otro metro de ellas, y tenía la vara en la mano.

.- Decidme, ¿qué sois? – Volvía a comenzar. Las chicas estaban  ofuscadas, y Tracy no quería comenzar otra vez. Pero Berta lo que no quería era recibir ningún castigo más.

.- Soy una puta complaciente y obediente.

ZAS

¡Aahh! – La vara había caído con fuerza sobre la parte alta de los muslos de Tracy, que se dobló con el dolor. Sabía lo que tenía que hacer. Humillada lo haría.

.- Soy una puta complaciente y obediente. – Pero no quería rendirse, y estaba pensando en cómo devolver, a ese miserable, sus golpes. Comprendía a L. Ahora quería ayudarla. Pensó en que estaría en una pocilga. No había pensado en lo que eso significaba. Era horrible. Había que sacarla de allí.

.- Ahora vais a ir con los invitados. Tenéis que actuar para que tengan ganas de daros un revolcón. Por eso vais así, para que al veros se percaten que con vosotras pueden tener un affaire y atreverse a plantearlo. Al principio estarán un poco cohibidos, pero enseguida se animarán, sobre todo si os ven provocativas y deseosas de que os follen.

Lo que planteaba el chico era completamente imposible, ninguna de las dos podía hacerlo, ni prestarse ni, mucho menos, animar a que los invitados se atrevieran a querer follarlas, ni, por supuesto, permitir que lo hicieran. A ambas les costaba creer que Pol pudiera estar hablando en serio, a pesar de que estaba repitiendo esa misma idea, y sin ningún aspecto de broma. Incluso Tim estaba sorprendido, esperando una aclaración de Pol o la respuesta de las chicas. Berta iniciaría un tímido intento de explicación, de confirmación de que lo que pensaban era cierto.

.- Pol… no…  querrás… - Pol cortaría antes de que acabase.

.- Estáis preparadas, guapas, vestidas apropiadamente, bien maquilladas, sugerentes, listas para seducir a los hombres, a vuestros futuros clientes, sabiendo lo que tenéis que hacer. Vais enseñando los muslos con generosidad, y con un poco de habilidad y descaro, y estoy seguro que no os falta ninguno de los dos, podéis mostrar el coño o el culo a quien os apetezca encandilar. Eso bastaría en cualquier circunstancias, y si, además, se nota vuestra disposición y ganas de solazaros con ellos, no tendréis ningún problema para conseguir clientes.

.- Pero Pol…, no…¿Cómo vamos a hacer…?  No es el día… - No se atrevía a negarse, solo a poner la disculpa del día.

.- ¡Berta! No puede haber día mejor ni más apropiado.  – Como parecía que Pol no se mostraba tan duro, Berta se atrevió a continuar con su demanda.

.- Por favor, Pol. Dadas las circunstancias… La fiesta…, es la casa de mis padres… Podíamos cambiar este día por otro. Haríamos todo lo que tú quisieras.

.- Marrana – hablaba de esa forma que aunaba la dureza con la firmeza – tú harás siempre todo lo que yo quiera, ahora, aquí y en cualquier lugar. No tienes nada más importante que hacer que lo que yo te mande, por las buenas o por las malas. Esto último, no te lo aconsejo.

.- Claro, Pol. Solo que… - No acabó la frase, una bofetada la concluyó por ella.

.- No hay más que decir, marrana. Y ahora quiero resultados. Vais a conseguir clientes que os follen. ¿Está claro, rameras?

.- Sí, Pol. – Contestaba Berta.

.- Y tú, ramera, ¿lo tienes claro?

.- Sí, Pol. – Ahora era Tracy, que aceptaba, asustada de negarse y recibir otra bofetada, pero pensando en no hacer nada de lo que quería Pol. Su amiga volvería a la carga, a pesar de la bofetada, lo que pretendía Pol era demasiado indigno y, mucho más, para hacerlo allí.

.- Pol, quiero pedirte un favor, es un favor, no quiero que te enfades…

.- Dime, marrana.

.- Por favor, que no haya escándalo. Sabes lo importante que es eso para mis padres.

Pol había estado tensando la cuerda para forzar a las chicas, sobre todo a Berta a admitir una última demanda que supusiera cambiar parte de lo que pedía para ese día por un compromiso formal, y había llegado el momento de hacerlo. Y el modo sería presionar más para conseguir más a cambio de las cesiones que hacía.

.- Marrana, sabes perfectamente que es imposible mantener completamente oculta la situación. Se hace o no se hace. Si vais a salir a conseguirme negocio tenéis que evidenciar lo que ofrecéis a cambio. Si lo hacéis sin que solo se entere de ello aquel al que queréis atraer es vuestra habilidad, con tal de que paguen.

.- ¡Ah! – Pero… ¿tendrán que pagar?

.- Las putas cobran por sus servicios.

.- Pero… eso es horrible… Pol, por favor… No aquí. Por favor, Pol. ¿Cómo voy a cobrar en mí casa? – Berta estaba aterrorizada, ya no dudaba de que lo que el chico quería era que las putearan y obtener un rendimiento de ello. Cuando decían que eran sus putas hablaba completamente en serio. Pero eso no podía ser. Pero él tenía sus fotos, aún así no podían hacer lo que él quería. Se podían acostar con alguien, pero no ese día y no con más de uno, y no cobrando. ¿Cómo iban a pedir dinero a un amigo?

.- Muchas putas reciben en su casa…, y desnudas. Eso estaría fenomenal…, podía ser en deshabillé…, estaríais preciosas, espectaculares… Menuda fiesta… Todos la recordarían… Y, después, os pasarían por la piedra… Os tiene que apetecer…, entusiasmar. Seréis las más deseadas, las favoritas de todos. – Parecía estar viéndolo y gozándolo. – Además, hoy no cobraré mucho. Lo de hoy es principalmente para que os deis a conocer y que, quienes estén más deseosos de usar de vosotras sepan que lo pueden hacer. Es una oferta de promoción. Creo que hoy puedo ofreceros para que os hagan un completo solo por el precio de follaros. Es seguro que todos quieren un completo, y les gustará la oferta, y vosotras realizareis vuestro trabajo de forma más que satisfactoria. Será un comienzo estimulante, que os permita apreciar todo lo que podéis conseguir si os entregáis de lleno a vuestro oficio.

Berta, cada vez más convencida de la veracidad de las pretensiones de Pol, a la vez que asustada, volvió a ponerse de rodillas a los pies de Pol. Tracy miraba humillada, también asustada, sin saber qué hacer. Ella dudaba de esa veracidad, no podía acabar de creer lo que Pol decía. Pero si fueran ciertas, no podía consentir lo que quería que hicieran. Y no lo iba a hacer. En cuanto saliera de esa habitación rompería, aún a expensas de que salieran las fotos. Nadie la iba a putear y menos ese chico, y menos ante sus amigos, y menos sus propios amigos. Y si no se rebelaba ya, era por miedo a la respuesta violenta del muchacho, que había demostrado que no vacilaría en pegarlas. Sabía que ya había cedido bastante y no podía ceder ni un ápice más. Solo el no crear problemas a Berta hacía que pensará en el modo de no dar el escándalo que su amiga temía, y esperar a estar fuera de la habitación.

.- Te pagaremos nosotras, yo. Por favor…, el doble. – Ofrecía Berta. Él rió.

.- Marrana, se trata de que aprendáis

a ganaros la vida.

.- Pol, podemos hacerlo… – fue a decir que otro día, pero no se atrevió – tu no solo no perderás nada, al revés, te ofrecemos el doble, el triple, pero no aquí. No perderás nada.

.- Prefiero que comencéis ya. Y no me fio nada de vuestras promesas. Conozco bien a las putas como vosotras. Mira la cara de Tracy, está esperando a rebelarse. – Tracy se quedó pálida. – Te advierto que como hagas el menor intento de rebelarte te dejaré un buen recuerdo para toda la vida.

Tracy, estaba cada vez más asustada, tanto que renegaría de sus ideas ante Pol, pero lo peor era que flaqueaba también ante sí misma.

.- No, Pol. No voy a hacer nada de eso. No sé por qué lo dices.

.- Porque conozco a las putas como tú. – Pol, instintivamente, quería aparecer como un auténtico chulo, cada vez más metido en ese papel, que tan buenos resultados le estaba dando.

.- Pol, estoy segura que Tracy no hará nada en tu contra, al revés, te obedecerá en todo, como yo.

.- Mejor para ella, para las dos, porque no iba a dejar a la otra sin castigo como una sola no haga lo que debe. Sois una pareja y las dos correréis la misma suerte. Al menor intento de rebeldía os rajo la cara.

.- Sí, Pol, como tú digas. Pero no haremos nada que tú no quieras. – Berta parecía realmente asustada.

.- Entonces, vamos con los demás.

.- ¡Ah! Pol…, por favor… considera lo que te he propuesto…, por favor…, no te cuesta nada… sería un favor que te agradeceríamos muchísimo las dos… No te ibas a arrepentir. Nos vas a tener a las dos siempre dispuestas a complacerte.

.- Por supuesto que os voy a tener siempre dispuestas, faltaría más. Dios os libre de no estarlo siempre.

.- Claro, Pol. Lo que quiero decir es que…

.- Calla y no digas más bobadas.

.- Sí, Pol. Por favor…

.- Pero ¿qué quieres? – Parecía mínimamente asequible y Berta quiso aprovecharlo.

.- Que no sea hoy el día…, que no sea en mí fiesta… Al menos, no cobrar.

.- Eso es imposible, cuando se trabaja se cobra.

.- A veces… a los amigos… no se les cobra.

.- Nunca por decisión de la puta. No es ella quien deja de cobrar sino su chulo.

.- Pol, solo pretendemos cambiarlo por otro momento.

.- A ver, dime.

.- Cómo tú quieras. Pon tú las condiciones.

.- Me parece que no eres trigo limpio.

.- ¡Pol! Dinos lo que quieres que hagamos y lo haremos.

Estaban donde él quería tenerlas, solo faltaba poner las condiciones que él venía pensando, sin tenerlas claras, había recordado algo que podía ser el modo de sujetar a las chicas. En sus pasos por internet había encontrado de todo, entre ello referencias a compromisos con putas y contratos para comprometer a alguien a quien se quisiera prostituir. La idea era excitante, pero siempre lo había tenido como algo perteneciente a un mundo diferente, y muy probablemente inventado, aunque le gustara leerlo lo hacía pensando que no pasaban de juegos imaginarios solo aptos para alimentar las fantasías de lectores como él, y que nunca se convertirían en realidad, pero ahora veía que podían hacerse reales, y aunque quedaba la duda de su validez y eficacia para obligar a cumplirlos, resultaba tan excitante como lo era en sus imaginaciones. Si no tuvieran validez siempre supondrían una humillación para las chicas y ellas tampoco sabrían de qué forma quedaban obligadas. Tenía que buscar el sitio y sacar los contratos; valieran o no iba a hacer que los firmaran.

“La prostitución está permitida.” – Se diría dándose confianza sobre la posibilidad de hacer un contrato de ese estilo con visos de obligar a quien se comprometiera a ser una prostituta. Sin saber nada del asunto, pero intuyendo que tener la aceptación de las chicas de su situación como putas era otra forma más de tenerlas controladas y, acaso, obligarlas a prostituirse. Pero, de esto estaba seguro e iba a comenzar a hacerlo ese mismo día. Eso era lo más importante, y para lograrlo el mejor método era tenerlas agarradas de modo que le temieran a él y a las consecuencias de su posible rebelión, más que a la prostitución. También se percataba que para conseguirlo no debía hacerlas aparecer como putas delante de sus amigos. Esto solo serviría para que les quedara muy poco que perder, y escapar no de él supusiera mayor coste para ellas. Aun así, quería que se iniciaran en el oficio que quería para ellas.

.- No sé qué decir. Ni comprendo ese interés tan desmesurado en cambiar la fecha de comenzar a putearos.

.- Es lógico, no en un día como hoy. Por favor, Pol.

.- Bien…

.- ¡Ah! Gracias, Pol. No te arrepentirás. – Incluso Tracy estaba contenta de que Pol cediera y se aviniera a retrasar su primer día de prostitución, que las permitía un tiempo para poder plantear su defensa. Ella pensaba en incumplir cualquier acuerdo o compromiso que tuviera que cerrar con Pol, como había pensado este, Tracy también creía que cualquier acuerdo para prostituirse no tenía base legal y no había que cumplirlo.

.- Pondré mis condiciones.

.- Las que quieras.

.- Bien. Tim, mientras preparo lo que deben hacer las putas, tú vete haciéndolas unas fotos, en las que salgan atractivas y sugerentes, que animen a comprar sus servicios. – Tim, sin estar avisado de lo que estaba ocurriendo, intuía lo que podía interesar a Pol y lo iba a hacer. Las chicas quedaron en silencio, no podían negarse ni volverse atrás.

.- Bien, Pol. Vamos marranas. Vamos a empezar. Comenzar a despelotaros una a otra. Vamos a pasar un buen rato, a las tías os encanta que os hagan fotos.

Para las chicas era muy difícil negarse después de haber sido ellas quienes se ofrecieran a hacer todo lo que quisiera Pol, y ya habían sido fotografiadas realizando actos que difícilmente serían superados por lo que se querría que hicieran. Y si no iban a superar las muestras en que aparecían siendo enculadas, lo harían y con creces, en las muestras de sus cuerpos y en lo que hacían entre ellas, en una sucesión de fotos obscenas, en que las dos amigas aparecerían ofreciéndose impúdicamente, cada una por su lado y después haciéndolo entre ellas.

Tim sabía cómo hacerlo, era aficionado a la fotografía y si las fotos que podía hacer eran de tías, entonces se convertía en un entusiasta en sacar lo más que pudiera de las chicas, y ahora tenía una oportunidad como nunca había dispuesto y la iba a aprovechar. Podía ordenar a las dos chicas lo que quisiera y todas las guarradas eran pocas para él, pidiendo a ambas que realizaran todo lo que había imaginado y lo que recordaba haber visto durante sus muchas horas de búsqueda en el ordenador.

El joven iría desgranando sucesivas demandas para que las chicas se fueran mostrando como él deseaba, primero en posturas que solo las mostraban en una desnudez que no quería ser impúdica, después iría pidiendo muestras más atrevidas, posturas más descaradas, que las dos amigas irían adoptando sin oposición, con la imagen de lo que habían realizado anteriormente, mucho más desvergonzado e ignominioso.

Cuando el chico comenzó a demandar muestras que entraban en el campo de lo impúdico, quisieron plantear una primera señal de desacuerdo, pero Pol, que estaba al tanto de lo que hacían, lo cortaría de inmediato. Ellas transigirían, sin atreverse a plantear una negativa que tampoco tenía demasiada base, a tenor de las fotografías que ya había de ellas y todo lo que habían hecho anteriormente.

Pero Tim seguía pidiendo, y ellas continuarían dando. Las muestras de los cuerpos se convirtieron en muestras de sus agujeros, que ofrecían abiertos, separando los labios del sexo o las nalgas. Luego lo harían una a la otra. Tim quería que sonrieran ante lo que se hacían a ellas mismas o una a otra.

Las presentaciones se convertirían en penetraciones, y como antes, serían de sí mismas y una de otra. Metiendo los dedos en el coño y en el culo, a la vez en ambos, una a otra, cada una en sí misma con una mano y en la otra con la otra mano. Pero no era suficiente.

.- Berta, ¿dónde tienes los juguetes de masturbarte?

.- ¡Ah! ¿Cómo? – Tim tuvo la sensación de haberla pillado. Berta, que tenía un par de dedos en el culo de su amiga, fue a sacarlos.

.- ¡Quieta! Sigue con los dedos en el culo de tu puta. Dime dónde están. Yo los cogeré.

.- Pero… - No quería decirlo.

.- ¿Tu también quieres vara? Y sigue barrenado el culo de la puta. ¿Dónde están? – Avergonzada, no se atrevería a mentir y lo diría.

.- En el armario. – Él fue al armario, lo abrió y miró a Berta, quería más indicaciones. – En el cajón de abajo, en la parte de atrás.

Tim buscó, sacando un par de consoladores.

.- Con poco te conformas. – Eran normales, pero a él le supieron a poca cosa.

.- Y eso lo dice el poca picha. – Murmuró Tracy.

La siguiente fase de fotos otorgaría a los consoladores el protagonismo, acompañando a los dedos en sus incursiones en coño y culo de ambas chicas, que tendrían que penetrarse una a otra y a sí mismas, siguiendo las indicaciones y órdenes del muchacho, que se manifestó como un consumado director, pidiendo lo que deseaba, no tolerando desacatos ni intentos de escamoteo, obligando a realizar lo que quería y repitiéndolo tantas veces como fuera necesario hasta conseguir lo que demandaba. Empleando la caña siempre que lo estimaba oportuno, hasta conseguir que las dos chicas respondieran tal y como él deseaba, sin plantear ningún tipo de intento de evasiva y aviniéndose a hacer lo que él quería, aceptando sus órdenes e incluso el empleo de la vara, si hacían algo incorrectamente, y eso a pesar de tener que realizar una serie de muestras y ofertas de sí mismas en acciones absolutamente obscenas de una con otra. En algunas no se apreciaba el lugar donde se hacían, en otras, en cambio, Tim dejaba perfecta constancia de que era la habitación de Berta.

Y Tim no parecía acabar nunca.

.- Tracy, túmbate en la cama. Berta vas a chuparla el coño y el culo. Yo te iré indicando como quiero que lo hagas.

De ese modo comenzaría otra tanda de acciones entre las chicas, esta dedicada a chupadas y lamidas entre ellas. Ahora se abrían para la otra o una a otra, con el fin de ofrecerse a las lamidas, que se completarían con la introducción de los consoladores.

A Tracy volvería a sucederle lo que ya había experimentado antes. No queriendo hacer lo que Tim la obligaba a realizar, según iba efectuándolo iba introduciéndose en el mundo de la excitación y el deseo de mantenerla, incrementarla y, al fin, dejar que explotara. Y esta vez, Tim no paraba el desarrollo de las acciones que hacían una con la otra, dejando a las chicas que las llevaran hasta donde quisieran. Él quería obtener las fotos mejores, que eran las más desvergonzadas, y para ello lo mejor era que las propias chicas se dejaran llevar por sus deseos.

Pol estaba divertido presenciando lo que Tim obligaba a hacer a las dos amigas, que serían nuevas pruebas en contra de ambas y utilizadas para presionarlas. Incluso tendría que detener el desarrollo de las caricias entre las dos amigas, para evitar que llegaran al orgasmo, quería mantenerlas excitadas y ansiosas, como medio de controlarlas mejor.

.- No dejes que las putas se corran. – Diría a su amigo.

Y las dos amigas se daban cuenta de que estaban permitiendo que los chicos obtuvieran una serie de pruebas y medios de presión contra ellas, muy difíciles de contrarrestar. Y Pol, que lo sabía y quería tener esas pruebas, no decidía cómo utilizarlas, ni cómo hacer que las chicas comenzaran a prostituirse. Quería hacerlo pero sin que ellas aparecieran como rameras y él como su chulo, percatándose que de aparecer podía correr un serio peligro.

Llegó a la conclusión de que lo mejor era tenerlas bien sujetas para poder ordenarlas lo que quisiera de ellas, pero sin prostituirlas de manera manifiesta, al menos en la fiesta. No podía quedar como su chulo delante de todos. Pensaba que ni siquiera sería conveniente que sus amigos lo supieran.

Pol, nervioso y excitado, buscaría los contratos que le interesaban. Enseguida los encontraría. Había todo lo que podía desear, explicado para los casos concretos y lo que estaban haciendo y pretendían hacer con las dos amigas era ejemplo casi perfecto de uno de ellos, cuya finalidad era establecer un acuerdo que obligaba a una chica a cumplir como puta, bajo unas condiciones que la dejaban supeditada y controlada durante el periodo de tiempo que se estableciera. Si mantenía las dudas sobre su eficacia legal, no las tenía sobre su eficacia como medio de presión y chantaje. Y sobre la eficacia, en uno u otro sentido, prevalecía la exaltación y expectativa que producía en Pol la posibilidad de tener ese contrato. Era como la prueba de su triunfo, de su capacidad para hacerse con esas mujeres, de ser su dueño. Quería que lo firmaran. Según lo leía más se excitaba. Claro que lo iban a firmar y después él, ya como su dueño, las daría por el culo otra vez. Ni siquiera pensaba en que las chicas se opusieran.

Si las fotos habían dejado a las dos chicas completamente vencidas, sabiendo lo que suponía que aparecieran en actitudes y comportamientos absolutamente obscenos e indignos, la siguiente demanda de Pol resultaba aún más indigna y degradante para ellas. Quería que firmaran un contrato de prostitución, que se declaraba como “de prueba”, expreso y concluyente, que obligaba a las chicas a prostituirse durante 5 semanas, así se especificaba con todas las letras, para que no quedara la menor duda sobre lo que se deseaba y las condiciones que se establecían, realizando, al menos 3 horas de servicios de prostitución al día, 5 los viernes y 8 los sábados y domingos, lo que suponía un total de 33 horas semanales. Con otros tantos servicio como mínimo, que, en caso de no conseguirse, posibilitaba la ampliación del horario de trabajo hasta realizar los servicios establecidos.

Era un contrato por cuenta ajena en el que se precisaba que la prostituta se obligaba a ejercer su trabajo según los horarios, lugares e indicaciones de quien fuera su empleador, de quien dependían y a cuyas directrices y mandatos debían someterse en la atención a los clientes. Las putas podían trabajar en un local, había que entender, un burdel, o en servicios a domicilio o en otros lugares.

Otra característica importante era la posibilidad de cesión del contrato por su tenedor, lo que llevaba aparejada la cesión de la prostituta, que se obligaba a cumplir las normas estipuladas con el tomador del contrato.

La prostituta recibiría una compensación económica que suponía el 50% de lo percibido por sus servicios, más las propinas.

El contrato era de obligado cumplimiento, por lo que, en caso de no cumplirse las horas obligadas deberían pagar una penalización de 100 € por hora dejada de trabajar, lo que equivalía a 16.500 €  cada una si no cumplieran nada del tiempo estipulado. En caso de impago de la penalización pecuniaria, si se dejaba de cumplir algún día, los días perdidos podían ser recuperados siguiendo el siguiente baremo: el incumplimiento de un día normal suponía el incremento en 2 días, el incumplimiento en los viernes, incrementaría en 3 días los que se añadirían al cómputo, y si el incumplimiento era en sábados o domingos la penalización sería de 4 días. Los nuevos días requerían la misma penalización de 100 € si se querían liberal.

La lectura de las condiciones hacía pensar en un compromiso posible y lógico, lo que animaba y excitaba a Pol, consiguiendo que viera como posible conseguir lo que deseaba, y que tuviera que contener la ansias de volver a dar por el culo a ambas, sobre todo a Tracy, al ver en ella la más rebelde y ansiar doblegarla. Disfrutaba imaginándola firmando el documento.

“En pelotas.”

Pero, si eso le tenía más que acalorado, lo siguiente iba a ser aún peor. Lo más significativo era otro documento que había que firmar.  Era la petición de un seguro, en el que se mencionaban riesgos que solo podían referirse a quien practicara la prostitución, a lo que se podía añadir la seguridad social, como empleadas por cuenta ajena, desde el momento en que comenzaran a ejercer su oficio, aunque aparecieran con una referencia disimulada al sector servicios. A Pol le pareció que esto solo se utilizaría en casos muy determinados y para putas que pudieran encubrir su prostitución bajo la forma de un trabajo más normal.

Al propio Pol le pareció que las chicas se resistirían a firmar un documento que las convertía oficialmente en prostitutas. Y si del contrato había dudas, de ese documento cabían pocas. Si lo firmaban y se enviaba por el contratante de la puta o por ella misma si quería trabajar por su cuenta, con todos los datos de cada una, y pagándose la prima establecida, pasarían a ser consideradas como prostitutas.

“Si se niegan, para eso está el látigo. Lo tendré a mano y a la vista de las putas.”

Al contrato se añadirían unas fotos, de las hechas por Tim, y firmadas por las chicas, con las que se pretendía demostrar que las firmantes eran perfectamente conscientes de lo que hacían y ya estaban suficientemente involucradas en actividades cercanas a la prostitución.

Finalizada la realización de las fotos, Pol llamó a las chicas, estaban desnudas y bastante desarregladas.

.- Venid aquí, ante mí. Poneros con las manos detrás de las cabeza, así os veo mejor y tenéis las tetas más ofrecidas. – También estaban más debilitadas y degradadas, y ellas lo notaban.

Las chicas se quedaron anonadadas cuando Pol las presentó el contrato sería Berta quien se opusiera, aunque de forma débil y precavida, no quería provocar la respuesta de Pol.

.- Debería haceros firmar un contrato a largo plazo. 5 semanas es muy poco tiempo, pero quiero que tengáis un periodo de prueba, que se puede alargar después para dar estabilidad a vuestro nuevo trabajo que, estoy seguro, os encantará y realizareis perfectamente. – Sería la respuesta de Pol, que vino a señalar como mal menor la firma de solo 5 semanas de compromiso. Y si eso era cierto, un solo día era demasiado. No podían firmar ningún compromiso de ese estilo.

.- Pol, entre nosotros no es necesario firmar… -  Él cortaría a Berta.

.- Entre nosotros, vosotras haréis lo que yo os mande. Así que firmad el contrato y la petición al seguro. No quiero que corráis riesgos sin estar bien cubiertas…, como vais a estarlo en vuestro oficio. – Rió mirando a Tim, que sonrió sin convicción, demostrando que no había cogido el chiste de su amigo. Luego os afiliaré a la seguridad social. No quiero que carezcáis de nada.

A Tracy, a pesar de no pensar cumplir nada de lo que decía ese papel, no podía pensar en firmarlo. No lo iba a hacer. Había cedido, torpemente, dejándose hacer unas fotos horribles y no iba a volver a hacerlo, a pesar de pensar en que aquello no fuera ni legal ni factible. No quería incrementar los motivos para que ese miserable pudiera chantajearla.

Y quedaba lo del seguro, que implicaba, prácticamente, admitir que ejercía la prostitución y ante una empresa de seguros que la tendría entre sus clientes que ejercían como prostitutas, lo que unido al contrato otorgaba a este una verosimilitud de la que, ella pensaba, carecería por sí solo. Y no digamos si lo de la seguridad social fuera cierto.

Ambas sabían que Pol tenía poca paciencia y la mano demasiado larga, y si en ella tenía la tralla, mucho más, pero firmar aquello suponía la aceptación de una situación inaceptable. Si Berta se encontraba dubitativa, Tracy estaba segura de no hacerlo, pero si Pol se ponía bestia sería muy difícil evitarlo, salvo que se arriesgara a una buena paliza, que no dudaba que el chico le daría hasta conseguir que firmara. O, peor aún, mostrara las fotos.

“Si me voy a rebelar las acabará mostrando…, pero no quiero que me vuelvan a pegar.”

Sería Berta quien defendería su postura.

.- Pol, esto no cuenta para hoy, en mi fiesta.

.- Berta, las condiciones las pongo yo.

.- Ya lo sé, Pol. Pero, hemos dicho que en la fiesta no puede haber este tipo de situaciones.

.- Te tengo mucho aprecio, y no quiero que estés intranquila y preocupada en tu fiesta, así que voy a complacer a todos.

.- Muchas gracias, Pol. – Berta estaba tan contenta que agradecía sinceramente lo que no era más que otra forma de imponerse a ellas, e iban a comprobarlo y conocer que seguían obligadas al “servicio”.

.- Vamos a hacer algo para mis amigos. Estoy seguro que a todos les gustaría daros un buen revolcón, así que ellos lo harán y gratis. No puedo cobrar a mis amigos. Será una oferta que les hago, seguro de que estarán encantados de poder pasaros por la piedra a las dos. Por supuesto, haréis todo lo que quieran, sin ningún tipo de limitación ni escusa, para complacerles. Como supondréis, lo normal es que, con las ganas que os tienen, quieran usaros por todos los agujeros y por todos ellos les complaceréis. La pena es que han venido muy pocos a la fiesta y se os acabará la juerga enseguida. Pero podéis continuarla con los demás, aunque sin la obligación de buscar a los clientes, solo de atenderles si ellos os lo piden. Creo que es una buena solución para todos. Solo pongo una condición, hoy no comienza la vigencia del contrato sino mañana. Lo de hoy es una gracia que os concedo y que vosotras correspondéis haciéndolo gratis para mis amigos y sin que se compute como día de trabajo. Ahora firmar el contrato y los demás papeles.

De nuevo, Berta trataría de evitar hacer lo que él quería.

.- Pero, Pol…Hemos quedado…Yo…, nosotras, no queríamos hacer nada hoy. Yo no podría estar tranquila. Pol, has dicho que quería que mi fiesta no fuera algo desagradable para mí, y te lo agradezco mucho, pero si tuviera que hacer eso… No puedo. No hoy. Mañana comenzamos.

Pol estaba feliz escuchando esa rendición que le hacía conseguir sus pretensiones.

.- Pero, si alguien, sin ningún escándalo, desea putearos…

.- Por favor, Pol, no hoy.

.- Por ser tu fiesta, voy a aceptar no cobrar, y vosotras estar disponibles para satisfacer a quien yo os indique, además de a mis amigos, en todo lo que deseen de vosotras. Y mañana comienza la vigencia del contrato.

.- Pol, por favor, aquí no.

.- ¡Berta! Vas a hacer que me desdiga de todo y os haga putear sin condiciones de ninguna clase. Mañana, mis amigos que queden aquí, tendrán el mismo derecho que hoy. Y los demás que quieran putearos lo harán según las condiciones normales. Pagando y pagando por una puta de vuestra categoría. No sois unas primeras figuras pero estáis muy bien y seguro que hay bastantes que estarán dispuestos s pagar bien por putearos.

Berta pensó que al día siguiente se levantarían muy tarde y pocos quedarían en la casa. Ellas mismas se irían pronto. Pero, aún así, trataba de eludir eso también, aunque, el día siguiente lo viera como algo muy lejano. Entonces intervendría Tim.

.- ¿No queréis ver las nuevas fotos?

Las dos chicas temblaron ante lo que eso pudiera suponer.

.- Ponlas, que veamos algunas.

.- Son estupendas. Las chicas están de miedo.

Tim las puso en el ordenador. Según fueron apareciendo las dos amigas iban quedando tan abochornadas como angustiadas y anonadadas. Fue la guinda del pastel.

Pol, que estaba consiguiendo todo lo que se había propuesto, no quería que las chicas aparecieran como putas, ni que esa circunstancia fuera conocida por Riky. Aceptaría el ofrecimiento de Berta y el cobro por anticipado de los servicios que iba a realizar, y pagados a precio de puta de lujo. Pero, tampoco quería que no realizaran ningún servicio, y pudieran pensar que los podrían evitar. Deberían ser puteadas pero con cautela y sin publicidad, casi como si fuera una relación entre amigos. Si no quedaran señaladas como prostitutas ante quienes recibieran sus servicios, lo serían como putas, y señaladas ante ellas mismas, que sabrían que habían comenzado a prostituirse.

.- Pues firma el contrato y el resto.

.- Sí, Pol.

Tracy, que no había intervenido, agradeció lo conseguido por su amiga, pero, a pesar de ello, no quería firmar los papeles, que lo hiciera Berta la dejaba en muy mala situación, siendo muy difícil enfrentarse sola a Pol. Pol, se había percatado de la postura, para nada aquiescente, de Tracy, por lo que quería insistir en las consecuencias, mientras Berta firmaba.

.- No penséis, ni siquiera un momento, que podéis incumplir vuestro compromiso, de intentarlo, conseguirlo ni lo imaginéis, os trataría públicamente, como las putas que sois. Aquí y ahora.

.- No tienes que preocuparte por eso. Las dos vamos a cumplir.

.- Y a las dos os meto en el mismo saco. Ninguna se escapará, y responderá por sí misma y por la otra. Vais en collera, como los bueyes.

Y esas palabras hacían efecto en Tracy, tanto por lo que suponían para ella como por lo que supondrían para su amiga y en esa fiesta. Después de la firma de Berta, Tracy no pudo eludir la suya. Ambas quedaron obligadas a las 5 semanas de prostitución. Desde luego, Tracy no pensaba cumplir, y ese día ya vería como se las arreglaba para tampoco cumplir. En cualquier caso, simplemente por las bravas. Una vez con todos sería imposible que Pol pudiera obligarla, y si Berta se amedrentaba allá ella.

Tracy pensaba negarse a cumplirlo, incluso, si no quería líos,  comprar el contrato, y esa idea actuaría para facilitar que lo firmara, aunque diciéndose que no iba a pagar nada a ese indeseable. Pero, el recuerdo de las fotos hacía que supiera lo difícil que era poder escapar sin comprar su libertad. Que las fotos aparecieran supondría algo más grave que una humillación, y Tracy lo estaba comprendiendo. Se sintió cogida por ese miserable.

Firmados todos los papeles, Pol comentaría:

.- Arreglaros un poco y vestiros.

Las chicas lo hicieron, cuando acabaron, Pol las examinaría, para dar su aprobación, quería que se sintieran controladas y necesitadas de su permiso. Luego plantearía bajar con todos.

.- Ya podemos bajar. Espero que os portéis en justa correspondencia a mi consideración hacia vosotras.

.- Por supuesto, Pol. Te lo agradecemos muchísimo. Y haremos todo lo que tú desees. Por supuesto, que cumpliremos como quieres que lo hagamos.

.- Con entrega y prodigalidad.

.- Sí, Pol.

.- Pues, ahora, quiero ver como os lucís, de modo que todos deseen putearos, y yo el primero.

.- Si, Pol. – Era Berta quien respondía.

.- ¡Látigo!

Tracy se estremeció al escuchar la palabra, y con motivo.

.- ¡Aaahhh!

Tim había lanzado el rebenque contra el culo de Tracy, que lo recibió con un grito de dolor, para doblarse después, y de inmediato contestar, ella también.

.- Sí, Pol.

.- Pues no lo olvides, ramera. Si lo haces no te va a faltar el látigo, y no me importa que sea en presencia de tus amigos. Seguro que eso les iba a divertir. – Fue hacia la puerta y la abrió, quedándose a un lado.

.- Os quiero ver provocativas. Salid meneando el culo como dos buenas putas.