L 26

Fiesta en el campo IV

26 Fiesta en el campo IV

Por fin llegaron al guardarropa, L podría recuperar su chaquetilla, aunque eso supusiera bien poco en cuanto a poder adecentarse, pero ni eso conseguiría, aunque lo que más ansiaba era desaparecer de aquel lugar. Al preguntar por la chaqueta, la chica explicó que se la habían llevado unos señores, diciendo que se la entregarían a ella. Temieron que se la dejara olvidada. Era falso. Tim la había recogido y guardado en el coche.

.- Alguien dijo que hoy te apetecía estar desnuda después del baile, yo no lo creí pero ya veo que era cierto. – Comentaba, mordaz, la chica del vestidor, mientras sonreía burlona.

.- Entonces, vamos. - Decidía Pol

.- Pero, estoy desnuda. – L protestaba pero sin fuerza. Estaba tan cansada y quebrantada que solo quería irse.

.- Hace frío. – Era la chica quien avisaba a Pol.

.- Tenemos el coche.

.- ¿Me podrías dejar algo que ponerme? te lo pagaría. – Pol hizo una seña negativa a la chica.

.- Lo siento, todo lo que tengo es de otros.

.- Cualquier cosa. – La chica hizo un gesto que quería indicar que no podía hacer nada.

.- ¡Ah! Y enhorabuena Hembra, ya sé que has sido una de las ganadoras. Veo que lo has celebrado con unos cuantos… amigos…, que se han sabido ocupar de ti y con mucha generosidad, no te podrás quejar. Ya ves, yo me hubiera conformado con uno de estos buenos mozos. Siempre he preferido la calidad a la cantidad. Espero verles pronto por aquí.

.- Seguro que volveremos y, si es posible teniendo una compañía tan grata como la tuya.

.- Nada me gustaría más.

.- Eres una cobista, pero tan guapa y simpática, que aunque sea mentira, lograría que nos lo creyéramos y volviéramos.

.- Es que es cierto. Ya sabrán ustedes que mañana pueden adquirir las fotos que se han hecho de las concursantes durante el baile. Estarán expuestas aquí para que todo el que lo desee pueda comprarlas.

L quedó pálida.

.- Por supuesto que vendremos a verlas y seguro que nos quedamos con algunas, aunque la hembra no ha ofrecido el espectáculo que debía y merecían sus espectadores, esperemos que al menos haya salido bien en las fotos.

.- Seguro que sí, han elegido ustedes a una… joven muy guapa y dispuesta…, para el concurso... Y ha venido tan bien adornada, no le falta detalle. – Miraba los anillos en los pezones y el colgante, y la palabra y numero en el sexo depilado, sonriendo con malicia. – Aunque, no sé por qué, parece como si estuviera algo tensa y cohibida, cuando le está saliendo todo tan maravillosamente. – Los cortes silenciosos, no dejaban muchas dudas sobre lo que pensaba de L, que ahora confirmaría. – Y le queda buena parte de la noche por delante y con ustedes. Tienes mucha suerte en haber conseguido a dos hombres jóvenes para acabar la noche. Seguro que con ellos lo pasarás estupendamente.

.- Le gustan con más posibles.

.- No digo que tenga que hacer ascos a eso. Hay que vivir. Pero no quita para que aproveche algo tan bueno, y eso no lo suelen tener los que tienen más posibles.

No se cohibían para hablar considerándola una puta.

.- ¿Estarás aquí mañana?

.- Sí, señor.

.- Entonces te veremos mañana.

.- Será un placer. Y yo no hago ascos a los buenos mozos. – La que era un puta era aquella chica, pensó L. Y quizás por eso, no gustara de esa otra puta, que siéndolo, quería aparentar que no lo era. Aunque no era por eso por lo que la chica se burlaba. L, además de estar desnuda, iba tan guarra que la consideración de puta era evidente para cualquiera que la viera. Y seguía desnuda, pero aún así, y sin conseguir su ropa, quería dejar aquello, salir e ir al coche, acabar.

Fueron hacia la puerta.

.- Vamos rápido, que la marrana no se resfríe.

Al salir se encontraron con un par de parejas que entraban, miraron a L sorprendidos y luego, los hombres  divertidos y ansiosos y las mujeres con reprobación y crítica.

.- Vaya, me va a gustar este lugar.

.- No seas golfo.

.- ¿No nos habréis traído a un club de putas?

.- Pues esa era una puta. ¿Y has visto como va?

.- Muy adornada. – Contestaría uno de los hombres obteniendo la inmediata réplica.

.- Muy guarra. Es asqueroso. No sé cómo se puede apetecer a alguien como esa. Mira que los hombres sois guarros.

.- Creía que la guarra era ella.

.- Y no parece que eso os importe.

El hombre calló, pensando en que con hacer que se lavara…, y estaba estupenda. “Y está con dos chavales. Como el resto este como esta…”

La noche era fría, por lo que Pol diría a su amigo que fuera a por el coche.

.- Te esperamos aquí. Pon la calefacción fuerte. Hembra, vamos hacia dentro hasta que llegue Tim. – Ninguno de los dos chicos la ofreció su cazadora, querían tenerla desnuda. Ella no comprendía cómo podían estar tan tranquilos con una mujer desnuda al lado, siendo el centro de todas las miradas, pues aunque ella fuera quien se llevara la mayor parte del interés, ellos no quedarían al margen de los comentarios. Pero eso no les parecía importar, ni tampoco parecía que en aquel lugar les importara que alguien se paseara desnuda por la sala, a la vista de todos. Quizás eso animase a usar los servicios de las putas de la casa, que seguro las había, ella misma había pasado por una.

Tim regresó al cabo de 2 o 3 minutos. Había puesto la calefacción y esperó a que se notara en el interior. L se puso en el asiento delantero y Tim detrás. La calefacción se hacía sentir evitando que L pasara frío, al tiempo que secaba las humedades, que ella trataba de limpiar con las manos. No tardaron en llegar al pequeño hotel donde se hospedaban, ahora la situación no era la misma que en ese club de carretera, allí no podía aparecer desnuda, seguro que no se lo permitían. Pol fue a dejar el coche en la zona habilitada en la parte opuesta a la entrada, a unos 50 metros de la puerta. Luego, tranquilamente  bajó del coche, seguido de Tim, al tiempo que decía a L.

.- Vamos, marrana, ya hemos llegado.

.- Estoy desnuda.

.- Con más razón. No querrás quedarte toda la noche desnuda en el coche, te helarás.

No podía ser, quería que saliera desnuda y así entrara en el hotel, y si no lo hacía… Pensó en ello, se dijo que podía esperar a que llegara alguien, pedirle que hiciera el favor de conseguirle un albornoz. Podía tardar mucho, y en unos minutos el coche quedaría frío. Y salir a pedirlo era como salir y pasar, peor aún, si lo pedía en recepción, tendría que esperar a que lo llevaran.

“¿Cómo pueden hacer esto?”

“¿Es que no les importa aparecer con una mujer desnuda?”

“¿Qué pensarán de mi en el hotel?”

Vio como los dos muchachos se alejaban, se notaba que iban divertidos, pensó que se reirían de ella, no miraban hacia atrás, como si no les importara lo que hiciera. Pero no podía salir desnuda. Los chicos llegaron a la puerta y pasaban al interior.

Y si ellos parecían más contentos, la causa no era otra que haber contado lo que diera el hombre a Pol por el uso de la marrana, era una cantidad que ni por asomo hubieran pensado posible. Pol creyó que se había equivocado, pero recordó el comentario: “ya sé que estas putas son caras”. Eso les habría animado a seguir otro rato con ella.

.- Oye, si vale tanto vamos a seguir follándola, es como aprovechar una buena inversión. – Diría Tim. – Si es que viene.

.- No es tan tonta como para quedarse en el coche en pelotas.

L estaba crispada, casi llorando de rabia, de impotencia, de vergüenza. Abrió la puerta, salió y echo a correr hacia el hotel. Cuando llegó los chicos hablaban con el portero de noche, parecían más contentos y dicharacheros que antes, miraron hacia ella al oírla entrar.

.- Vaya, te has decidido a pasearte en pelotas. Pues no estás como para andar exhibiéndote – Fue el comentario burlón de Pol, que tenía la caña en la mano, avergonzando a L, como si los demás supieran que era para utilizarla con ella.

.- Voy a subir.

.- Espera. – La cogió por un brazo cuando intentaba pasar, casi corriendo.

.- ¡Déjame!

.- ¿Has cerrado la puerta del coche?

.- Voy yo a cerrarla. – Se ofreció Tim, y salió a hacerlo, mientras Pol la mantenía sujeta por las manos, que había cogido con una suya por detrás, impidiendo que se cubriera con ellas, lo que permitía al portero contemplar el desnudo completo de la joven, con sus argollas, colgantes, tatuajes y números grabados, y por si faltaba algo para que pensara que era una puta que se traían esos chicos, la suciedad indicaba que ya habían estado utilizando sus servicios. El portero, que en un primer momento había visto sorprendido y molesto la aparición de L, al ver la forma en que se desenvolvía todo, se calmó y ahora sonreía divertido y por las miradas que dirigía a L, más que complacido de lo que veía, y que podría seguir contemplando un momento más, hasta que volviera el otro joven, y Tim tardaría más de lo normal, dejando que L estuviera un rato más desnuda en el vestíbulo. Cuando regresó los tres fueron al ascensor. No se veía a nadie ni se oía ningún ruido.  L pensaba que la dejarían en su habitación, pero se dirigieron a la que compartían ambos muchachos. Ya ni siquiera planteo lo que querían, supuso que deseaban usar de ella un rato.

Cuando subieron a la habitación Pol permitió a L pasar al cuarto de baño, pero dejando la puerta abierta. Ella necesitaba pasar, y humillada por esa imposición no tuvo más remedio que soportarla, pero al entrar y verse en el espejo se olvidó de todo lo demás. Estaba asquerosa, sucia, con las manchas de lo dejado por todos los que habían usado de ella. Hasta en el pelo las había. Se quiso lavar inmediatamente. Sin decir nada dio a la ducha y se puso bajo ella, fregándose casi desesperadamente, con rabia.

.- ¡Ya está bien! ¡Sal! Por primera vez en muchas horas, L estuvo tentada de responder, de mandarle a donde se merecía, pero el temor al escándalo, la contuvo. Solo respondió, tardando en salir. Pero no podría hacerlo cuando quiso, Pol entró en el baño cuando ella se secaba, sin dejarla acabar la cogió de un brazo y la sacó de allí.

.- Tim quiere darte por culo, no está muy contento con lo de antes. Ponte a 4 patas sobre la cama.

Aunque L esperaba una demanda como esa, esta vez no la recibiría con tanta acomodación.

.- ¡Suelta! – Pero no era capaz de poner en su rechazo la firmeza necesaria. El cansancio y el temor se lo impedían. En cambio, Pol no estaba condicionado para responder, y lo haría a su modo, con un azote duro.

.- ¿Quieres que yo también te caliente el culo, marrana?

Ella se colocaría a 4 patas y Tim la daría por culo, esta vez con más calma, pero no por ello dedicaría mucho tiempo, y tampoco quedaría satisfecho. Luego ella se la chuparía consiguiendo que se corriera de nuevo, pero él no lo hizo en su boca, sino sobre las tetas. Pol se conformaría con joderla. Cuando acabó, preguntó a su amigo:

.- ¿Quieres algo más de la puta?

.- No, gracias, Pol. Hoy estoy suficientemente satisfecho. Mañana seguimos. – Debería estar ahíto, nunca le había sucedido nada parecido a lo de ese día.

.- Marrana, ya está bien por esta noche. Vete a tu habitación.

.- ¿Cómo?

.- Mañana pasaremos a buscarte para bajar a desayunar juntos. Iremos a última hora, para dormir todo lo que podamos. Di que te despierten media hora antes. No es necesario que te arregles mucho para el desayuno, luego subes y lo haces. Espéranos en pelotas, para que te pongas lo que elijamos para ti. Ya sabes que nos gusta que te luzcas, y más si vas con nosotros. Bueno, y así no tienes que despelotarte si nos apetece echarte unos buenos polvos.

.- Que nos apetecerá.

L, no había pensado en tener que dejar esa habitación, creía que la querrían con ella toda la noche, pero irse no la desagradaba, se puso las sandalias y pasó al cuarto de baño a por un albornoz.

.- ¿Qué haces?

.- Voy a coger un albornoz.

.- Ni hablar. Coge el de tu habitación.

.- ¡Pol!

Pol sin hacer caso, bajó de la cama, estaba desnudo, la cogió por un brazo y la llevó hacia la puerta, ella se dio cuenta de lo que pretendía, por un momento no lo creyó, después quiso reaccionar.

.- ¿Qué haces? ¡Déjame!

.- Que pesada eres. Vete de una vez. – Y abría la puerta empujándola hacia fuera.

.- ¡Pol, suéltame! – Hablaba asustada, en voz cohibida, temiendo ser oída. No quería salir, no podía salir desnuda al pasillo e ir así a su habitación. De repente se percató que no tenía la tarjeta de la puerta. – No tengo llave. – Quiso parar a Pol con esa comunicación, pero él contestó con total naturalidad.

.- Pues baja a recepción y que te la den.

.- ¡No! ¡No!

.- Venga, lárgate ya, que podamos dormir un poco. Vas a hacer que se despierte todo el mundo y salga a ver qué pasa.

La empujó con decisión hacia el pasillo, a pesar de que la posibilidad que había mencionado Pol la asustaba, L quiso agarrarse al borde de la puerta pero se escurrió, quedando fuera. Él cerró la puerta. La abrió otra vez, ella se volvió esperanzada.

.- Deja abierta la puerta, por si nos apetece echarte un polvo. Aunque será más cómodo llamarte y que bajes…, en pelotas, para no perder tiempo. – Fue a cerrar, pero volvió a abrir. – Y permanece en pelotas, por si vamos. – Cerró de nuevo la puerta.

L quedó en el pasillo, completamente desnuda, abatida, burlada, teniendo que bajar a la recepción a pedir otra tarjeta de la puerta. Volvía a estar sucia de semen, olía a él,  notaba la humedad. Casi se deja caer al suelo sintiéndose extrañamente cansada, desesperada, harta. Trató de limpiarse las tetas, el pecho, pero lo único que conseguía era extender más la humedad. No tenía más remedio que bajar a recepción, pensó en ir en el ascensor, pero si aparecía alguien no había modo de esconderse, bajó por las escaleras, que la permitían poder escapar en otra dirección. Llegó a la planta baja, con cuidado miró hacia la recepción y en dirección contraria. Estaba todo tranquilo, fue deprisa hacia la recepción, el portero estaba en la pequeña oficina anexa viendo la televisión.

.- Por favor.

Él miró, la expresión de su cara decía de la sorpresa, se dio cuenta que era la misma chica que había pasado desnuda antes.

.- ¿Qué ocurre? – Ahora no estaba tan amable, posiblemente le parecía demasiada desfachatez.

.- He dejado la llave en la habitación y no puedo entrar.

.- ¿Y qué hacías…? Se calló, después de haberla visto llegar desnuda, no tenía ningún sentido la pregunta. – No paro de llevarme sorpresas. ¿Qué habitación tienes?

Ella dijo el número. El hombre la hizo una tarjeta nueva.

.- Te la doy porque te he visto con esos muchachos, que no deberían hacer estas cosas. Pero si el director lo ve, te pone de patitas en la calle o llama a la policía. Estas cosas no son para este tipo de hoteles. Ten, y no se te ocurra volver a aparecer desnuda, o quien llama a la policía seré yo. Ya me estoy arriesgando por no hacerlo ya.

.- Muchas gracias, pero vengo con el grupo… - Quiso explicar que no era lo que parecía.

El portero no la dejó continuar.

.- Me tiene sin cuidado con quien vengas. La próxima te meto en el cuarto y llamo a la policía. Y límpiate un poco, se puede ser puta pero no guarra.

L salió casi corriendo.

Al llegar a la habitación recordó que debía avisar para que la despertaran. Se volvería a duchar.

L, se metió en la cama desnuda, temiendo desobedecer la orden de Pol de permanecer en pelotas La noche no fue nada tranquila, estaba tan vencida, cansada y hastiada, que hasta su desnudez le resultaba desagradable, desvergonzada, evitaba tocarse, como si ni siquiera quisiera tener contacto con su propio cuerpo, que le resultaba sucio y mancillado. Tardaría en dormirse y lo haría entrecortadamente, sin lograr descansar, y si su cuerpo demandaba un descanso que necesitaba, su mente, que hubiera deseado encontrar la calma que la permitiera alejar los temores que la embargaban, permanecía agitada, trastornada, repasando lo sucedido esa noche y sobre todo, sus consecuencias. Era tremendo.

“Y seguro que a Martin se lo dirán…”

“Y esas fotos…”

“Se las mostrarán… Mañana irán todos a comprarlas…”

“¿Cómo serán?

“Estaré desnuda…”

“E hice algunos gestos…”

“¿Cómo los pude hacer?”

“Y el enano…”

“Y me follaron todos… Y delante de las chicas.”

“Y me llamarán marrana… y alguien sabrá lo que eso significa, lo que hay detrás.”

"Habrán hecho fotos también..." - Pensaba en sus amigos, en los móviles, en que podían haberla fotografiado cuando...

"Pero saldrían ellos también... y a ellas se las vería..."

“Mañana no puedo ir a la fiesta… Todos conocerán lo sucedido… No lo soportaré.”

“¿Y si llega Martin?”

No era capaz de pensar en ver a Martin. Comprendía que después de lo sucedido, no podía continuar pretendiendo estar con él. Se había roto cualquier posibilidad de seguir con él. No querría ni verla.

Había dejado la puerta sin llegar a cerrarla, solo puesta al límite, lo que se notaría desde fuera, y eso sería otro factor que no la permitía dormir con tranquilidad, pensando en que alguien pudiera entrar. Acercó una silla para que si se pretendiera entrar hubiera que empujarla. Era absurdo, pero no se atrevía a desobedecer la orden de Pol.

Cuando sonó el teléfono avisándola de la hora de levantarse, había conciliado el sueño. Se hubiera quedado en la cama si no esperase la llegada de Pol. Se daba cuenta que le había cogido un temor parecido al que le producía la señorita Laura. No se atrevía a desobedecerle, a hacer algo que pudiera molestarle. Se levantó haciendo un esfuerzo. Pensó en el día que tenía por delante, luego en no acudir a casa de su amiga. Lo malo era Pol. Si él quería que fuera y le acompañara…

“Me negaré… Ya poco más puede hacer para humillarme. Estoy perdida…”

“Si no hago lo que Pol quiere, ¿qué puede hacer él?”

“Decir que soy una puta…, y eso ya lo deben pensar casi todos… Desde luego quienes me vieron anoche, y no son pocos… Y lo contarán… Y están las fotos…”

“Pero seré una puta, pero no una prostituta…, y eso es lo que puede añadir él…”

“Pero, ¿lo sabe? No estoy segura…Lo tiene que conocer, las cosas que dice demuestran que algo sabe…, quizás no todo…” - Se agarraba a esta posibilidad, que resultaba muy improbable, pero, acaso...

“Y yo tengo miedo de que lo cuente.”

“Debería marcharme, desaparecer, volver al club, allí no me buscaran… No saben que estoy allí… Tampoco estoy segura de eso… Los hombres de anoche…, y el propio Pol… parecían conocer… es seguro que conocían.”

“Cuanto más me aleje de todo esto, será mucho mejor para mí.”

“Si no estoy aquí, además de no pasar unos malos ratos, evitaré que se ahonde en lo ya sucedido. Y si me quedo Pol seguirá con sus humillaciones.”

“Y si no me quieren con ellos, enseguida lo sabré. Habré perdido estos amigos…, buscaré otros.”

Pensó en ducharse, primero fue a cerrar la puerta, retiró la silla, pero todo lo que hizo fue dejarla lo más cerrada pero sin hacerlo del todo. Al entrar en el cuarto de baño se vio en el espejo, tenía una cara que decía de la mala noche pasada. Estaba desnuda, se miró el culo, que lucía unas marcas netas de los golpes de la caña. Se duchó y después se acicaló. Permanecía desnuda, como si el mandato de Pol estuviera presente en su mente y la obligara a obedecerlo. Pensaba en lo que podía hacer. Lo mejor era irse, llamar a la anfitriona, disculparse, decir que había surgido algo y que tenía que regresar. Si se conocía lo sucedido la noche anterior, se comprendería su ausencia.

Se vistió, lo haría aún dubitativa e insegura, pero lo haría. Era el primer paso para marcharse. Se puso la ropa menos indecorosa. Cuando acababa de vestirse se abrió la puerta, entró Pol seguido de su amigo. Los miró confusa y temerosa. Iba a comenzar a hacer la maleta, miró a Pol, él no decía nada, pero la expresión de su rostro dejaba conocer lo que sentía. Se acercó a ella, siempre en silencio, ella saludó con un “hola” tímido, que también decía sobre su inseguridad, Pol lo notó de inmediato, como supo lo que significaba la desobediencia de la joven. No respondió a su saludo, ella, cada vez más tensa y asustada, quiso comenzar a explicar.

.- Pol, no pue...

.- ¡Ah!

La bofetada, dura y seca, cortó la explicación. Él quedó callado, frente a ella, como esperando algo. Ella, se llevó la mano a la mejilla castigada, cada vez más asustada, pero sin hacer ningún gesto que supusiera enfrentarse a él, ni siquiera un grito que alertara e hiciera que alguien acudiera en su ayuda. Comprendía lo que él esperaba, pero si consentía, equivalía a permanecer y acceder a lo que él quisiera, y no podía ni quería. Inició la justificación, que era una disculpa.

.- Pol, tengo que...

.- ¡Ah!

Otra bofetada, más dura y firme, ésta con el reverso de la mano, cruzó la cara de L. Él seguía sin hablar, esperando, ella, cada vez más asustada, seguía sin manifestar la oposición que la situación requería. No podía seguir intentando explicar, justificar. Se atrevió a decir lo que pretendía, al tiempo que se echaba hacia atrás para esquivar un nuevo golpe.

.- Me tengo que ir.

.- ¡Ven aquí!

Señalaba el lugar ante él, que permanecía sin moverse. Ella inició un tímido movimiento de aproximación, temerosa de ponerse al alcance de su mano, al tiempo que imploraba.

.- Por favor, Pol, no me pegues. – Mirándole, se acercó, las manos en las mejillas, como defendiéndolas de otro castigo.

.- Quita las manos de la cara.

.- Por fa...

.- ¡Ah! ¡Ah!

Pol había propinado dos golpes violentos sobre las dos manos de L, que a su vez, habían repercutido sobre las mejillas.

.- ¡Quita las manos!

Esta vez, L obedeció. Él esperaba, ella sabía lo que esperaba, en silencio comenzó a quitarse la ropa, hasta quedarse desnuda ante él. Sintiendo toda la humillación que esa situación suponía, la ignominia y degradación de la muestra de su cuerpo con unos signos que la infamaban. Notaba las anillas colgando de sus pezones, que parecía pesaran más, y mucho más el falo que colgaba sobre su sexo y de su sexo, y cuyo repique sonaba con cualquier movimiento, señalando, señalándola su auténtica condición. Hubiera querido escapar, esconderse, correr al cuarto de baño y encerrarse en él, Pero no se atrevía, ese muchacho la tenía paralizada. Se sentía puta en manos de su chulo, y tanto se sentía en su poder que quería pedir perdón al tiempo que rogar que no la pegase. Y ofrecerse a él. Se sentía acobardada y en manos del chico.

.- No te voy a tolerar desobediencias.

.- Lo siento mucho, Pol, pero no quería desobedecerte, solo estar preparada para irme lo antes posible.

.- Tú te irás cuando yo lo considere oportuno.

.- Sí, Pol, pero...

.- No hay pero que valga. Marrana – a ella se le escapó un gemido al escucha esa palabra – no pienses, ni por un momento, que vas a poder hacer lo que quieras, con independencia de lo que yo quiera. Como intentes cualquier cosa sin mi consentimiento puedes estar segura que acabas ante la policía y siendo fichada por puta, si es que no lo estás ya, que supongo que sí. Bastará con decir en dirección que llamen a la policía. Estoy seguro que al director le encantará ver cómo te llevan esposada. Será una bonita foto para la posteridad.

Las palabras del joven dejaron a L completamente hundida. No solo empleaba el apelativo que la identificaba como una prostituta, sino que amenazaba con hacerla aparecer ante la policía como una puta. Y ella sabía que podía hacerlo y era muy capaz de hacerlo. No tenía más remedio que amoldarse a todo lo que él quisiera de ella. Y lo peor era que quería hacerlo si con eso le aplacaba, sin darse cuenta que lo que realmente conseguía era afianzar su poder sobre ella.

.- Pol, no he querido hacer nada que pudiera disgustarte. – Ya se excusaba ante él.

.- Como lo hagas, te doy tal paliza que se te quiten las ganas de volver a pensar en hacer nada parecido. Espero que te quede claro, puta.

.- Sí, Pol. Pero, nunca he querido disgustarte.

.- Y pensar que venía con ganas de hacerte un favor.

.- Sabes que viniendo de ti, siempre me gusta. – Ella quería desagraviarle compensándole con su cuerpo, como si fuera ella quien lo ofreciera o cediera, cuando él lo tomaba como algo que le pertenecía y sin que L tuviera nada que decir ante el uso que hiciera de él.

.- Ponte a 4 patas sobre la cama..., y un poco de crema en el culo.

L fue a por la crema, volviendo con ella se colocó como él quería y en esa postura se puso la crema en el culo, ofreciendo el impúdico espectáculo a ambos jóvenes, hacia quienes volvía la cabeza sonriente, en lo que quería manifestación de la complacencia que sentía al ofrecerse de esa forma. Cuando estuvo lubricada, dejó la crema a un lado y abriéndose más de piernas, quedó a la espera.

.- Tim, supongo que te apetecerá que te haga una mamada a la vez que la dio por culo.

.- Por supuesto.

.- Pues colócate como más cómodo estés.

.- Si a ti no te importa, que la marrana se acerque al cabecero y yo me siento apoyado en él.

.- Pues estarás mejor despelotado, al menos de cintura para abajo.

.- Me gusta estar en bolas. Hay que ser generoso y dejarlas que disfruten.

.- Tienes razón. Pero esta puta lleva demasiada juerga encima.

.- Eso es cierto.

.- Bueno, a mí también me gusta estar desnudo, por si acaso hay que seguir con algo más.

.- Perderemos el desayuno.

.- Pero esta va a tener leche más que suficiente.

Pol la daría por el culo mientras ella se esforzaba por hacer una buena mamada a Tim, al tiempo que mantenía un ritmo en su cuerpo que a acompasara a los pollazos que recibía en el culo, echando este hacia a tras al encuentro de la polla de Pol. Este era un buen jodedor, pero en esa ocasión no estaba por la labor de ocuparse de ella, solo de su disfrute, y de hablar con su amigo sobre lo que hacía, y como se portaba L.

.- ¿Qué tal la mamona?

.- Se ve que tiene horas de vuelo. Me encanta poderle meter toda la polla en la boca y llegarle a la garganta. Esto solo se hace con las más putas.

.- A mí, sin despreciar una buena mamada, me gusta más el culo de las putas.

.- Esta tiene un buen culo. Y sabe menearlo.

.- Las horas de vuelo. Dicen que la experiencia es un grado.

Ambos chicos quedaron satisfechos del uso de la marrana, después del que se adecentaron, mientras L permanecía a 4 patas sobre la cama, como esperando a que quisieran algo más de ella o la dieran permiso para adecentarse también. En lugar de dárselo Pol diría:

.- Vamos a ver que te vas a poner hoy.

.- La ropa está en el armario. – Ella trataba de colaborar, facilitando la elección de las prendas que debía llevar. Hablaba desde la cama, donde continuaba a 4 patas, sin moverse.

Él fue a buscar lo que más le gustara. Eligió unos pantaloncitos de tela vaquera, mínimos y una camiseta cortada para disminuir su tamaño y de manga muy corta.

.- Muévete.

L bajó de la cama y Pol la entregó la ropa, sin añadir ninguna ropa interior. L ni siquiera había hecho una indicación para pasar a asearse, al ponerse los mini pantalones notó como la humedad que resbalaba de su culo se hacía más patente al impregnar los pantalones, L se percató que éstos no cubrían la zona, no eran minis, era algo mucho peor, estaban cortados de forma que dejaban buena parte del culo al aire, y por delante, la entrepierna era tan escueta que más que cubrir el coño, caía sobre él, dejando parte semidesnuda, solo cubierta por los hilos deshilvanados de la tela, que a duras penas velaban la carne, lo que permitía, vislumbrar los números que llevaba marcado en los laterales de los labios mayores, y en algunos movimientos la parte baja de las letras sobre el coño, y por supuesto, el dibujo de la verga y el chorro de semen que se podían apreciar al completo. Iba a ir ofreciendo, sin apenas disimulo, parte del coño y por detrás, casi todo el culo y los restos dejados por Pol, que resbalaban desde el agujero, por la raja entre las nalgas y, por supuesto, las señales dejadas por la caña, que decían de otro tipo de sometimiento, de degradación. A eso se añadía una camiseta, que había sido recortada de forma que descendiera hasta la zona baja de las tetas, que dejaba ligeramente al descubierto, como ocurriera con la tela que el día anterior las cubría de modo parecido, y si elevase los brazos, haría que también se elevara la camiseta, dejando las tetas desnudas hasta la aureola de los pezones mostrando las anillas que pendían de ellos. Las sandalias con unos tacones que la obligaban a ir prácticamente de puntillas, completaban un conjunto apropiado para una puta que saliera a hacer la calle… y de noche.

.- ¿Dónde está el colgante del coño? – Preguntaba Pol.

.- En su sitio.

.- Si puedes lucirlo, ¿por qué no lo haces?

.- ¡Ah! Si a ti te gusta.

.- ¿Es que a ti no te gusta?

.- Sí, claro.

.- Pues ponlo para que cuelgue por fuera.

L, había tenido cuidado en colocar el pequeño cencerro en forma de falo, para que quedara sujeto por dentro del pantalón, ahora introdujo unos dedos debajo de la tela buscándolo para sacarlo, lo dejó colgar fuera, para su confusión, lo hacía en demasía, ya que aparecía prácticamente en la totalidad del conjunto, de cadena y cencerro, siendo visible y sobre todo, llamando la atención hacia él y hacia la zona en que colgaba, que ahora, se ofrecía aún menos disimuladamente, por el lado en que caía el colgante.

.- Estás estupenda, seguro que a nuestros amigos les alegra la vista.

.- ¿Puedo maquillarme un poco? Para alegrarles más la vista.

.- Bien, pero date prisa, y hazlo bien, ya sabes lo que quiero decir, que aparezcas bien marrana.

.- ¡Ah! – L gimió ante el comentario que, de nuevo, parecía indicar que Pol conociera lo que había detrás de esa palabra.

Al verse en el espejo del cuarto de baño, L no pudo reprimir un gemido. Aparecía no como una puta, era peor, o a ella se lo parecía, estaba horrible, ni siquiera su belleza podía con aquella muestra de guarrería, a la que contribuía no solo las prendas, también su estado físico. Pasó una toalla entre la raja de las nalgas tratando de limpiar la humedad que sentía. Después trató de maquillarse un poco, pero el tiempo no le dejaba más que arreglar lo que pudiera, y Pol la exigió que se acicalara como él había pedido. Ella sabía hacerlo y no tuvo más remedio que aplicarse en conseguirlo, aunque fuera controladamente, pero eso no bastó al chico, y así se lo dijo y de modo contundente.

ZAS

.- ¡Aaahh!

El golpe no había sido muy duro, pero lo suficiente para hacer saltar a L.

.- Te he dicho que te pintes como una marrana. No me hagas tener que repetírtelo.

.- Sí, sí, claro. – Y ella admitía lo que esa indicación quería decir. Tuvo que acicalarse de modo más expresivo de esa condición de marrana, que ya se daba por descontado que equivalía a la de puta.

Cuando Pol dio por concluido el tiempo otorgado, ella dejó de arreglarse con expresión derrotada, que Pol la obligaría a cambiar por una sonrisa.

.- Marrana, si no te doy más tiempo te aguantas y muestras tu mejor sonrisa, para mí y mis amigos. ¡Siempre!

L se estremeció ante la contundencia amenazante de la exigencia.

.- Sí, sí, claro, Pol.

.- Te quiero alegre y desahogada, que todos se den cuenta de lo complacida que estás porque te tengamos con nosotros, a pesar de saber lo que eres. Y menea el culo como debes. No olvides que eres una marrana. ¡Y sonríe!

Bajaría a desayunar, con Pol al lado, llevando la caña bajo el brazo, presumiendo de ella, como símbolo de su poder sobre la puta, y ella lo sabía y sentía ese poder y la vergüenza de someterse a él y la mayor aún, de que los demás también se percataran de su sometimiento, que la ropa que llevaba convertía en una demostración de humillante dominio, pues a nadie que los viera y conociera lo ocurrido la noche anterior, le cabría duda de que iba así vestida por voluntad de él, al tiempo que se contoneaba con un descaro propio de una buscona, sonriendo como si disfrutara con lo que hacía. Y él era un muchacho apenas mayor de edad, lo que hacía aún más degradante someterse a sus mandatos e imposiciones.

L escuchaba esos comentarios aturdida, sin comprender como ese muchacho era capaz de realizarlos, comportándose como si fuera su dueño, y ella obedecerlos, como si fuera su sierva.

Se había hecho muy tarde y solo quedaban unos pocos retrasados en el comedor, cuyo grueso lo formaban gentes del grupo, que les esperaban y habían obtenido que prolongaran la hora; al ser un grupo que casi llenaba el hotel accedieron a no retirar los servicios durante un rato más. Estaba una de las parejas, un amigo de Pol y Tim, y otro del grupo de Martin, con otra pareja más formal, que había estado escuchando, escandalizados, los comentarios de lo sucedido la noche anterior en el club de carretera, que no creyeron que fuera como lo contaban hasta ver aparecer a L con esa indumentaria, lo que les haría pensar en la veracidad de lo que habían escuchado, y lo bien puesto de ese apelativo con que designaban a L, y que se emplearía para saludarla cuando apareció, ya sin que nadie lo tuviera como inadecuado o desconsiderado, era el apropiado.

Como sucediera la noche anterior, Pol aparecería como el señor que mandaba sobre ella y a quien L se sometía. El chico saludó a todos, sonriente y dueño de la situación, mientras L quedaba a su lado, sin atreverse a tomar ninguna iniciativa, permaneciendo en pie a la espera. Pol se sentaría con los que les esperaban, y sin permitir que L se sentara la enviaría a por lo que deseaban del buffet él y Tim, que ella fue a buscar sonriente y meneando el culo de forma que todas las miradas se dirigieron a él.

L iría dejando lo que los chicos la pedían, después se sumarían a ser servidos del mismo modo otros de los presentes, que encontraron en L una sirvienta inesperada, al tiempo que podían solazarse con la contemplación de ese culo y las muestras que los pantaloncitos propiciaban, lo que supuso tener a L sirviendo de modo casi continuo, sin permitir que desayunara tranquila, lo que ofrecía una muestra de sometimiento difícil de comprender, pero del que se aprovechaban todos.

El programa era acudir a la casa donde se celebraría la fiesta para comer allí, después se volvería al hotel para cambiarse para la fiesta. Se habló de salir para la casa, como había quien no conocía el camino, quedaron en ir en caravana, pero Pol quería pasar primero por el club para comprar algunas de las fotos de la marrana, por lo que no se unió a los demás.

.- Vamos a pasarnos a comprar tus fotos, seguro que estás fenomenal.

.- No se lo hemos dicho a nadie, parece que no se han enterado, así que no irán a comprarlas.

.- Va a ser nuestra sorpresa.

.- Por favor, no se lo digáis.

.- Pero, si estarás preciosa. Con tus colgantes y la marca y los números. Te quedan fenomenales. Ya verás cuando los vean quienes no fueron ayer al concurso, seguro que hoy se tiran de los pelos. Y después la juerga que tuvimos, se la perdieron. Están todavía excitados, no harán más que hablar de lo estupendo que fue todo y como te follamos todos. Tienes que estar más que satisfecha de que todos te pasarán por la piedra, aunque seas una puta, a todos les apetecía follarte. Contigo perdieron las inhibiciones, se nota que sabes encelar a los tíos. Eres una profesional…, guarra y estupenda.

L escuchaba anonadada unos comentarios que la aturdían y estremecían, cada vez más convencida de que Pol sabía su secreto y espantada de que lo dijera a los demás, dispuesta a cualquier cosa para evitarlo.

En el club encontraron a la chica de la noche anterior, en esta ocasión estaba vestida con más normalidad, llevaba una minifalda y una camiseta corta, pero que llegaba hasta la cintura, que dejaba visible en algunos movimientos. Atendía en la puerta, y como eran horas de poco trajín, se ocupada también de atender a quienes quisieran adquirir fotos de la noche anterior. Al verlos llegar les saludó sonriente.

.- Buenos días, me alegra volver a verles. Espero que hayan pasado buena noche.

.- Hola, preciosa. La mejor parte la pasamos aquí.

.- Me alegro mucho, espero que eso les anime a repetir, y que tú ganes el concurso de baile. – Se dirigía a L, que solo respondió con un intento de sonrisa.

.- Precisamente, veníamos a ver las fotos de anoche.

.- Las tienen en esa vitrina y en la pantalla, ahí están todas. Y por supuesto elegir las que deseen, salen en el acto.

.- Vamos a verlas. Y por supuesto, vamos a comprar y si nos gustan, más de una.

.- Seguro que les van a gustar, he estado viéndolas y la hembra está más que sugerente. Bueno, siempre está sugerente. Vayan a verlas y ya saben, pueden ver todas en la pantalla, yo les doy una tarjeta para que accedan a las fotos de la hembra y puedan sacar las que quieran.

Fueron a ver las fotos, primero las que se exhibían en la vitrina. L no podía evitar la desazón, que se convertiría en sobresalto y bochorno, cuando comenzó a ver como se mostraba en ellas. En cambio, los dos amigos estaban más que divertidos viendo las fotos y comentando lo que ofrecían.

Aquellas en que aparecía con el enano provocaron las mayores muestras de jolgorio entre los dos amigos, que comentaban las acciones y posturas del enano y lo que hacía con L.

.- Mira, aquí está despelotando a la marrana.

.- Y pellizcándola el culo.

.- Mira cuando la coge por detrás. Y cuando la marrana ofrece el coño.

.- Mira, aquí la marrana le coge en brazos.

De las más expresivas, cogerían varias.

.- Seguro que estas las quieren todos.

.- Por favor… - Tenía que evitar que enseñaran esas fotos.

.- Te gusta cómo estás, ¿verdad, marrana? – Pero los chicos no hacían ningún caso.

.- Está de lo más marrana.

Y ella sabía que era cierto.