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Fiesta en el campo. Inesperada presentación en sociedad de L. I

33 Fiesta en el campo. Inesperada presentación de L en sociedad. I

Han transcurrido más de 7 semanas desde que L comenzara a acudir al club, su situación en él se ha estabilizado de la peor forma para ella, que se veía obligada a atender a varios clientes todos los días, y hacerlo sirviéndoles como lo haría cualquier marrana. Llevaba realizándolo varias semanas, hasta el punto de haberse amoldado a ese tipo de comportamientos, que aparecían como algo tan habitual que se había convertido en normal, aunque todavía existía en ella esa sensación de vergüenza y temor que resultaba consubstancial a su presencia en los salones. Pero predominaba mucho más el miedo a ser descubierta actuando como una prostituta que las sensaciones de degradación y depravación que nacían de sus acciones.

No podía evitar el miedo a ser vista y reconocida, si hubiera desaparecido de un plumazo ese riesgo, L hubiera aceptado su permanencia en el burdel, hasta finalizar el tiempo obligado, con cierta despreocupación. Ya poco la importaba que se usara de ella como de cualquier puta, se estaba haciendo a la idea de que tenía que soportarlo durante un plazo de tiempo, y que lo mejor era hacerlo sin añadir a su entrega el sufrimiento adicional que generaba el sentimiento de culpabilidad y el abatimiento por su falta de reacción discrepante y su acomodación a lo que se le imponía; aceptaba la indignidad de lo que hacía, sin querer pensar en ello, sin repetirse que no lo debía hacer, planteándose cada vez menos la posibilidad de romper con la situación en la que estaba inmersa, tanto por ser consciente de lo difícil que resultaba conseguirlo, como por la menor desazón con que realizaba los servicios que tenía encomendados, que no eran otros que los de una prostituta del burdel.

Ni siquiera pensaba en el tiempo que le quedaba de permanencia en el club. Tendría que acabar enseguida, si se limitara a las 7 semanas comprometidas inicialmente, pero después firmó los tres meses. Cuando lo pensaba quedaba tan anonadada como desalentada. En ese plazo podía suceder de todo, y las penalizaciones podían suponer..., no sabía cuánto tiempo más.

Había sido invitada por una amiga a una fiesta en el campo. Para L era una oportunidad de estar con Martin que no quería desaprovechar, y afianzar su relación con él. Martin constituía su mayor, casi su única esperanza para el caso de ruptura de su actual situación laboral, y si esto no ocurriera, seguía siendo una estupenda opción matrimonial.

Lo que L no sabe es que el Club mantiene una vigilancia continua sobre ella, que se ha ido haciendo más atenta y cuidadosa a medida que va pasando el tiempo y aún no ha sido “estabulada”, si bien ya es poco útil en la medida en que L apenas sale del club, pero las pocas salidas que efectúa son utilizadas como medio adicional para irla ahormando, haciendo que se presente como cercana a la ramera que es, con objeto de que sus amigos comiencen a verla y considerarla como tal, y acaso a tratarla de esa forma, a lo que contribuirán, en lo que esté en su mano, quienes se ocupan de vigilarla, al tiempo que se enteran de quienes son sus amigos y conocen sus comportamientos, lo que facilitará la elección de quienes deban presenciar la puesta de largo de L como puta.

L tenía que pedir permiso para no acudir al burdel durante el fin de semana, lo haría con tiempo sobrado, pero como esperaba, la señorita no estaba por la labor de facilitar las cosas. Que se quiera que mantenga las relaciones sociales, no quiere decir que se le faciliten, ni que se concedan sin coste para la marrana, al contrario, y el coste que deba pagar será lo más elevado posible, tanto en la muestra de su especial situación, haciendo que aparezca de manera que, al menos, plantee la duda de lo que pueda haber detrás, como en los aspectos que puedan suponer incrementar el  sometimiento de la joven.

En el club saben de su interés por Martin, que entienden como lo que es, un intento de tener una forma de cubrirse las espaldas, pero saben que es un intento inútil, que ni siquiera necesitará de la intervención del club para desbaratarlo, lo harán sus propios amigos, ya han comenzado a hacerlo, solo falta añadir el toque final para que la joven quede estigmatizada ante ellos, y esa fiesta puede presentar una oportunidad de preparar la escena final.

El día anterior a su salida para el campo, la señorita la llama para ocuparse de lo que debe llevar para vestir adecuadamente. Así lo dice y L sabe el significado que tiene esa manifestación, pero no le sorprende, ni siquiera teme demasiado las consecuencias, ya está muy hecha a las maneras de presentarse y mostrarse que gustan a la señorita, y que, en cierta forma, L comienza a hacer suyas, al menos a no rechazarlas, a encontrar en ellas aspectos positivos, que sabe actúan sobre los hombres y en esta ocasión quiere que lo hagan sobre Martin.

Ella puede mostrarse más atrevida, pero las demás, que no se muestran como ella, también tratan de conseguir sus mismos objetivos y para ello emplean todos los medios de que disponen, incluidos la utilización de sus atractivos. Ella se diferencia en que pone más de manifiesto lo que otras hacen disimuladamente o clandestinamente.

La señorita quiere saber lo que harán durante el tiempo que permanezcan en el campo, para elegir lo que sea más conveniente, no pregunta el interés que L tiene por esa fiesta, solo lo que afecte a la clase de prendas que debe llevar. Sabe que L se encuentra sujeta y sometida, hecha a su situación y a la idea de que debe realizar lo que se le mande, cada vez más acomodada a unas circunstancias que la presentan como alguien que actúa de forma muy similar a la de una fulana.

Ahora, la señorita tiene que elegir las prendas que L deberá llevar al viaje, y lo hará para remachar la imagen que L ofrece a quien la contemple. Los conjuntos responden a lo que lleva normalmente, pero se añaden algunas prendas que L piensa que no se pondrá, por ser imposibles en el lugar a donde iba. Quiere llevar unos pantalones para el campo y la señorita elige dos, ambos tan cortos que L vuelve a pensar que son imposibles de poner delante de sus amigos, ni siquiera si estuviera sola con Martin se lo podría poner al dejar visible el falo grabado en su muslo y el chorro que sale de él.

El vestido para la fiesta, parecido al que llevara en la última en que estuvo, la presenta demasiado mostrada y descocada. Se dice que seguramente habrá más de una que se lucirá de forma parecida. Pero la señorita la quiere puta y como tal se debe mostrar, y más conociendo que algunos de sus amigos pueden desear conseguir de ella lo que comenzaron a obtener en aquella otra fiesta. Y no solo quiere que se muestre como puta, desea que ella no olvide su situación, su nueva condición, y que teniéndola siempre presente, se comporte acomodando su conducta a esa condición. Y se lo dice.

.- Marrana, quiero que tengas siempre presente que eres una marrana de este burdel y lo que eso supone. No eres alguien que sea libre de comportarse como quiera, tú perteneces a una élite muy especial, y eso lo deben notar quienes estén contigo. Tienes que comportarte siempre de manera que nadie pueda poner una pega a tu conducta. Aunque no estés en el burdel, estás obligada a mantener los modos que son distintivo de esta casa. Tienes que conducirte de forma tal, que si alguien pensara que perteneces a este club, al ver tu comportamiento sepa que realmente eres una de nuestras marranas, y si conociera que lo eres, lo confirmara.

La señorita iba a concretar más sus deberes.

.- Si alguien se presentara como socio del club deberás ponerte a su disposición para todo lo que desee de ti, atendiéndole como lo harías aquí y obedeciendo todas sus indicaciones sean las que sean. Debes estar siempre dispuesta a servir a los señores socios, a sus acompañantes y amigos, en cualquier lugar y sin limitaciones de ningún tipo, realizando todo lo que se te demande y, cuando sea pertinente, adelantándote a ofrecer y actuar, de modo que todos se sepan atendidos, encontrando en ti la mejor disposición a servirles.

Cuando espera a que Martin pase a recogerla, lo hace una pareja amiga de Martin. Ella le esperaba “preparada” por si él quisiera algo más, y si estuviera desganado, abrirle el apetito, aunque los colgantes que lleva consiguen que sea prudente a la hora de mostrarse, aún así, abre la puerta con luces muy tenues y en un vestido, sin nada debajo, que más parece un salto de cama, encontrándose en lugar de con Martin, con el amigo de éste, que la mira entre sorprendido y complacido, a ella, él no le cae nada bien, siempre ha encontrado en él y su pareja una especie de prevención sobre ella, que se traducía en falta de simpatía, que se había convertido en mutua. L pensaba que no hablaban bien de ella, y que Martin podía verse influido por sus comentarios.

.- Martin, ha tratado de hablar contigo desde este medio día, pero ha sido imposible conseguirlo, tienes el móvil mal o desconectado.

.- Lo siento. ¿Y él?

.- Ahora no puede ir a la fiesta. Su padre, está indispuesto, no tiene nada importante, pero no puede atender a unos clientes que vienen de fuera y tiene que ser Martin quien se encargue de ello, pero mañana estará con nosotros en la fiesta. Coge tus cosas y vamos.

.- Pero si él no va...

.- Irá mañana.

.- Puedo esperarle.

.- Me ha enviado a mí, estoy con Nora abajo, te llevaremos con nosotros.

.- Me gustaría hablar con él.

.- Esta tarde estará con sus clientes. Vente con nosotros y mañana le verás.

No la gustaba nada, pero era lo más sensato, si Martin estaba con unos clientes sería difícil hablar con él para organizar el viaje de otro modo y no quería interferir en algo que  pusiera al padre de Martin en su contra.

.- Me tengo que arreglar un poco.

.- Estás muy bien así.

.- Me iba a cambiar.

.- Vaya, lo siento. Te sientan muy bien los aretes de los pezones. El tintineo es del colgante del coño, ¿verdad? Es simpático, ¿pero no es un incordio?

Ella no hace caso yendo a cambiarse. Pero los comentarios suponen una apreciación sobre ella que indica, no solo el atrevimiento que se permite el hombre, también, y esto es aún más desagradable e indicativo para L, que no parece importarle su relación con Martin.

L tiene preparado lo que va a ponerse, que era lo que quería llevar si fuera con Martin, ahora cambia una blusa sin botones, que cruzaba sobre las tetas y se anuda a la espalda, que se lleva sin sostén, por una camiseta de las que usa habitualmente, y con ella un falda, también de las habituales. No pude evitar el colgante del sexo y con él, el tintineo que avisa de su presencia. Sobre ello, una chaquetilla corta, que apenas cubre el inicio de las caderas. Sabe que no es el atuendo más adecuado, pero se está haciendo a esa forma de vestir y ya no le parece tan escandalosa e inapropiada como unas semanas antes.

Durante el viaje, L trata de conocer lo que saben sus acompañantes de su relación con Martin, llegando a la conclusión de que no la dan importancia o no quieren que la tenga. Ella piensa que eso no cuadra con que vengan a buscarla enviados por Martin, a no ser que este la quiera solo para follarla o como acompañante lucida. La conversación no la deja muy tranquila. Se dice que tiene que comenzar a concretar mejor su relación con Martin, y ese viaje pude proporcionar la ocasión propicia.

Pol está en el mismo hotel que L. Está invitado a través de la hermana pequeña de la anfitriona, ha ido junto con otro amigo del grupo de Riky. Ya saben que L estará en el hotel, y sin la compañía de Martin. Ambos amigos esperan su llegada, quieren verla, hablan de lo buena que está y de que pueden aprovecharse. Pol piensa que no debe ser muy difícil volver a tener a esa joven a su disposición. No ha vuelto a verla desde la fiesta en que se la tiró, y aunque aquello lo hiciera obligando a L, cree que puede volver a repetirlo. Durante el viaje han visto un anuncio de un concurso de baile erótico en una especie de discoteca, sala de fiestas, o club de carretera, que suelen ser también de putas. Entonces Pol comenta a su amigo que pueden llevarla al concurso y hacer que participe.

.- Se lo decimos a algunos de los que están aquí y que bailará despelotada. – Su amigo no lo cree posible, pero le divierte la idea. – Luego nos la tiramos. – Esto anima más a su amigo, que acepta colaborar para conseguir que L acceda a ir con ellos.

Cuando llega L y ven como va vestida, se miran, ambos piensan que es una puta y que la pueden hacer participar en el concurso de baile. Pol quiere presumir antes los demás, en su mayoría de más edad que él, de ser capaz de controlar a L y conseguir que esta se avenga a sus deseos. Lanza la idea de llevar a la hembra – así se refiere a ella – al concurso de baile erótico. Se lo comenta a varios, de los que sabe más receptivos a una propuesta de ese estilo. A todos les parece divertida pero difícil de realizar, sin comprender como Pol podía mostrarse tan seguro de llevar a L y conseguir que participara en el baile. Algunos le dicen que si logra convencerla que irán a verlo. Quedan en que si él y su amigo salen con ella es que van al lugar del concurso y que ellos vayan después, pero sin avisar a L de que lo harán y sin agregarse a ellos cuando lleguen.

.- Si os ve, puede espantarse. – Les explica Pol.

L ha quedado a cenar con sus acompañantes del viaje. Ella no había pensado en cenar en el comedor, simplemente por no aparecer tal y como iba vestida, pero ha tenido que acceder a las demandas de aquellos y de otra pareja que se encontraron al llegar y que le pidieron que bajara con ellos, ya la han visto y espera estar solo con ellos. Cuando baja a cenar, le espera la pareja que la ha llevado, que es una de las que Pol ha invitado a presenciar el presunto baile de L, lo que han recibido con indisimulado regocijo y dando ánimos a Pol para que no desista de su propósito, y prometiéndole asistir. Pero también están varios más del grupo de amigos, L enseguida nota el error de haber bajado, más de uno y de una la mira con expresión que denota critica en ellas y salacidad en ellos.

Pol está convencido que puede hacer que L se pliegue a su demanda, se acerca a ella, que trata de evitarlo desde el momento en que le ve. Si ya está nerviosa, al verle allí se incrementa su nerviosismo. No puede dejar de pensar en lo que sucedió en la última fiesta y en lo que pueda conocer de sus acciones en el club. Solo la idea de ese posibilidad la aterra, y encima lo ocurrido entre ambos.

“Seguro que se cree con derecho a volver a hacerlo, a poderme demandar la repetición. Pues se va a llevar un buen chasco.”

Al comprobar que el chico va a cenar con el grupo, ella vuelve a intentar separarse él, pero él no ceja, persistiendo en sentarse a su lado, sin que ella lo pueda evitar, aunque trata de hacerlo cambiando de lugar, pero el chico se vuelve a poner a su lado, haciendo que se corran los demás. Ella no se atreve a rechazarlo abiertamente y acaba aceptando estar junto a él, que lo entiende como el primer paso en la rendición de la joven, y en cierto modo lo es. Casi todos los que se sientan a la mesa están en el secreto de la pretensión del muchacho y le dejan actuar a su aire, apoyando disimuladamente sus intentos de estar al lado de L y después facilitando la conversación entre ambos, sin interferir en ella, y coadyuvando a que haga una especie de aparte con la joven, que si L no desea, tampoco puede evitar, ya que los demás parecen no querer interferir con ellos. Si el joven no crea problemas, ella se da por satisfecha, conociendo lo que él puede hacer o decir, si quisiera. Al cabo de un rato de charla, en la que el chico ha sido quien ha hablado mientras ella solo respondía escuetamente a los comentarios de él, y eso por no aparecer completamente en contra del chico, solo naturalmente molesta con alguien que la atosiga y que no tiene edad para estar con ella, Pol plantea lo que quiere de ella.

.- Después de cenar, vamos a ir a tomar una copa. Iré con Tim – era su amigo –  te vienes con nosotros. – No pregunta ni propone, simplemente dice lo que harán.

.- Estoy cansada y quiero ir a dormir pronto.

.- Hembra – es la primera vez que se dirige a ella de ese modo – no me vengas con malas excusas. Nos apetece salir y no pasarnos la noche aquí. No te pongas pesada.

L conoce, por propia experiencia, los modos de chico y no quiere darle la oportunidad de ponerlos en práctica delante de sus amigos. Se dice que quizás sea mejor salir con ellos a permanecer en el hotel y que quieran algo más de ella, sabiendo que sería muy difícil defenderse de sus intentos, y que el amigo de Pol, muy probablemente también se apuntaría a lo que Pol hiciera. Mejor era estar en un lugar público y por tanto mejor defendida de los posibles intentos de Pol, y acaso cuando regresen estén cansados y no quieran más juerga, aunque no está nada segura de que no pretendan algo más. De mala gana, acepta ir con ellos. De todas formas, quiere indicar que estará acompañada, que espera a Martin, no solo para poner esa contención ante el joven, también quiere conocer que se piensa de su relación con Martin, que ya está comprobando que no se estima como muy sólida, pues el chico no parece estar influido por ese tipo de consideraciones. Esa idea la aturde y la deja perturbada, queriendo saber si hay algo de eso en la osadía del joven.

“Claro, que después de lo sucedido en la otra fiesta, pensará que puede seguir haciendo lo mismo. ¿Qué sabrá este grupo de amigos de Riky, sobre mi?”

.- Estoy esperando a un amigo.

.- No creo que eso sea impedimento para salir con nosotros, cuando venga te ocupas de él.

.- Es el primo de Riky.

.- Eso será problema de Riky…, o de su primo. – Se ríe, L comprueba que no les importa nada su relación con Martin, pero a ella le importa mucho que Martin pueda tener conocimiento de que está con otros, por lo que tiene que procurar aparecer solo como acompañante para pasar un rato distraído y sin otras connotaciones. Si el chico quisiera algo más, deberá impedírselo o al menos hacerlo con toda cautela y discreción.

Al finalizar la cena, Pol comenta a los demás sus intenciones.

.- Tim y yo vamos a salir a tomar una copa, llevaremos a L para que se airee un poco y echar un baile. – Los demás no parece que se apunten a la salida, lo que deja a L sola con los dos chicos lo que no la agrada nada y menos si quieren ir a bailar, aunque quizás no sea tan malo. Si los otros se hubieran añadido, su compañía representaría un control para los jóvenes.

Pol quiere ir dejando en L el convencimiento de que tiene que atenerse a sus deseos y no va a acompañarle con libertad para hacer lo que quiera, sino sometida a él. Cuando se levanta la mesa, dice a L que suba a cambiarse, se había puesto un conjunto parecido al que llevaba en el viaje, es lo que mejor la permite controlar las muestras de su cuerpo. Pol habla delante de Tim y de otras dos parejas, que escuchan divertidas las maneras que emplea el joven con L. Aquel lo hace para dejar patente que la chica se amolda a sus deseos y animarles a acudir al concurso, en la esperanza de que podrá conseguir lo que ha indicado.

.- No es necesario que te vistas mucho. Subiré contigo a elegirte algo que me guste.

Los demás sonríen ante la desfachatez de Pol, que intenta cortar L, junto con su pretensión.

.- Creo que lo puedo hacer sin tu ayuda, Pol.

.- Pero mejor con ella. Vamos. ¿Invitamos a Tim?

Ella no sabe que será peor, pero prefiere dejar a Tim esperando, teme la presencia de un tercero que estimule al joven a querer hacer algo más que elegirla lo que quiere que lleve puesto. Se siente humillada antes los que escuchan a Pol, quiere irse de allí, y sin la compañía de éste.

.- Eres muy amable, Pol, pero no es preciso que invites a nadie, ni siquiera a ti mismo. – Ahora la sonrisa la provocan sus palabras. L inicia la marcha satisfecha de ser ella quien, por esa vez, parece haber sabido controlar al joven, pero éste no acepta esa situación y reacciona del modo que le es propio, añadiendo lo que sabe hace efecto en L.

.- Me gusta cuidar a mis hembras, ya sabes lo chulo que soy. – Los otros vuelven a reír. – Hembra, pasa delante, que te vea el culo. – Es la respuesta agraviante y descarada de Pol a la ironía de L.

.- No seas grosero. – Es todo lo que es capaz de responder L. La referencia a las hembras, la pone ante la debilidad de su posición frente al joven, no puede permitirse ningún gesto que suponga hostigarle para que responda, aunque tenga que tragarse lo de “mis” hembras, como si fuera parte de quienes formaran ese grupo, que para mayor  afrenta, asimilaba al que cuida un chulo.

Él, cada vez más firme, quiere dejar claro a L que esas formas no sirven con él, y que más le vale atenerse a lo que le indica y no intentar demostraciones de insumisión, al tiempo que quiere ofrecer otra muestra de su posición dominante sobre la joven.

.- Que buen culo de hembra tiene la hembra. – Los demás ríen, ella aviva el paso, cada vez más avergonzada y humillada. – Y la gusta trotar. – Comenta Pol ante las prisas de L, a lo que los demás ríen de nuevo. – No corras tanto, que no eres una yegua de carreras, solo una trotona.

Otra vez la palabra empleada por el chico hace efecto en L, que comienza a temer que sepa algo de lo sucede con ella.

Las dos parejas que han presenciado la muestra de Pol, comienzan a pensar que hay bastantes probabilidades de que éste acabe consiguiendo que la joven se presente al concurso de baile y ya piensan acudir al lugar por si acaso, lo que Pol afianza al decir a Tim:

.- Tim, ocúpate de arreglarlo todo para que pasemos un buen rato con Hembra, nuestra artista invitada. – Ya han preguntado lo que hay que hacer para apuntarla, y saben que lo pueden hacer cuando lleguen, Incluso si ya estuviera iniciado el concurso.

L quiere desaparecer de allí, previendo que el joven siga comportándose de ese modo dejándola en evidencia ante todos. La petición a su amigo, que ella no puede saber cuál es su objeto, implica no solo una capacidad de decisión sobre lo que quieran hacer, que no tiene en cuenta a L, también deja en el aire unas sugerencias que van más allá de tenerles como simples acompañantes. L se dirige al ascensor, seguida por Pol, a quien no mira, casi pretendiendo que no se percata que va tras ella, o que no le hace caso, pero suben ambos al ascensor, en él, L trata de mostrar su desagrado.

.- Por favor, Pol, no te comportes de esa forma.

.- No veo que tiene de malo. Tienes un culo fenomenal, que me gusta admirar. Y si te portas bien te lo llenaré con mi polla.

L, comienza a comprender que será muy difícil evitar lo que el chico pretende, a lo que, con toda seguridad, se apuntará su amigo. Vuelve a pensar que la salida puede suponer la manera de eludir esa pretensión, si se alarga lo suficiente como para que vuelvan cansados y bebidos. De todas formas, ella prefiere evitar las apariencias que el hecho en sí, y si tiene que dejar que el muchacho use de ella o de su culo, y con ello le calma, no dudará demasiado en hacerlo. No es la primera vez y él ya conoce suficiente de ella como para pretender ocultarle o disimular lo que se puede hacer con ella. Por su parte, Pol recibe la falta de reacción de la joven como un signo de capitulación, que apoya su idea de poder repetir lo sucedido en su anterior encuentro. Y si ya estaba afianzado en esa idea, ahora quiere asegurarse el control de la joven, sometiéndola a sus deseos y mandatos.

Será en la habitación cuando Pol se muestre más dominante.

.- ¿Dónde tienes la ropa que has traído?

.- En el armario.

.- Pues despelótate mientras te elijo lo que vas a ponerte.

.- ¡Pol! Haz el favor de no ser grosero.

.- No veo la grosería por ningún lado. ¡Despelótate! ¡Ya! Y no me cabrees. Nos están esperando. Verte despelotada es siempre un placer. No comprendo cómo puedes ser tan falsa que quieras fingir que no te gusta mostrarte en pelotas.

.- Así no se muestran las mujeres.

.- Pues muéstrate en coño pelado..., y numerado.  – El añadido hacer estremecer a L. – Pero hazlo ya. Ya tenía que estar disfrutando de tu exhibición.

Ella, a pesar de querer acabar cuanto antes, no obedecía y seguía sin quitarse la ropa.

.- ¿Quieres ganarte una bofetada? – La miró con mala cara.

Ella comenzó a quitarse la ropa. Lo hizo con la camiseta y el sostén, que prefería no mostrar. Luego se detuvo, él la miró, entonces continuó con la falda y el tanga sin entrepierna. Quedó desnuda ante él.

.- La verdad es que eres una puta estupenda. Tengo que reconocer que me encanta putearte…, y lo mejor, sin pagar nada. Me estoy ahorrando una pasta. Para que luego diga mi madre que no sé ahorrar.

A L, ese tipo de comentarios la llevaban directamente a esa situación en que la idea de que otro supieran lo que ocurría con ella, se convertía en el factor determinante de su conducta, quedando dependiente y sometida a quien pudiera usar de ese conocimiento  dejándola como una puta ante sus amigos o conocidos. De todas formas, quiso defenderse, al tiempo que trataba de verificar lo que pudiera haber de verdadero conocimiento de su situación en las palabras del chico o solo era apreciación proveniente de lo sucedido entre ellos.

.- Habíamos quedado en que no harías ese tipo de referencias.

.- No, no habíamos quedado en nada. En todo caso, tú querías que no las hiciera en público, entre nosotros no tendría sentido no hacerlas. Aunque supongo que no seré el único que sepa que eres una puta.

.- ¡Pol!

Pero en su voz había mucho más de gemido, de susto, de debilidad, que de queja y demanda de respeto y silencio. El chico no podía haber sido más claro y en sus palabras no había la menor posibilidad de duda sobre ella. No obstante ella no admitía que las palabras representaran el verdadero conocimiento de su situación. Se dijo que pensaba que era una puta, pero no una prostituta.

Él, sin decir nada se acercó a L, que permanecía desnuda. La miró con detenimiento y complacencia.

.- Deberías estar permanentemente desnuda. Es un delito vestirte. Debía hacer que bajaras desnuda, pero las tías me odiarían y no se trata de eso, también tienen su polvo, que no hay que escatimárselo. – Se acercó más, la cogió el colgante del clítoris. Luego acarició esa carne, lo que en L siempre producía efecto, el colgante con su permanente roce, hacía que estuviera receptiva.

.- ¿Por qué te hacen llevar esto? Debe de ser molesto.

.- Lo llevo porque me gustaría ponerme otro anillo ahí.

.- Pues eso dolerá.

.- Pero me gusta.

.- ¿Y a quien importa lo que te guste? Si lo vas a llevar será porque le gusta a otro, o lo quiere otro. – Él no tragaba con la explicación de L. – De manera que eres la puta 73.

.- Pol, por favor. – Ya ni siquiera tenía fuerzas para intentar fingir indignación.

.- Es lo que pone en tu coño. O me das a decir que no es eso lo que indica el número, y si me lo dijeras no me lo iba a creer.  – ¿Qué es esto? – La mostraba una tela que había cogido entre la ropa y no comprendía para que servía.

.- No es algo para ponerse ahora. – Era ella quien acogía el cambio de tema con verdadero alivio y eso que lo dicho por el joven aparecía como la manifestación perfecta del significado del número, aunque el añadido final, fuera el hierro al rojo al que se agarraría para intentar salvarse de la idea del conocimiento de su situación.

Y nunca debió decir que lo que él mostraba no era para ponerse entonces, él quiso saber cómo se llevaba.

.- Ten, póntelo, que vea como queda puesto. – Ella pretendió no ponérselo, pero eso solo contribuyó a animar a Pol a verla con ello puesto. Cuando lo hizo comprendió por qué no quería hacerlo. Era una tela que cubría, casi cubría, las tetas, como una especie de babero que caía sobre ellas desde arriba y dejándolas completamente sueltas, y sucintamente mostradas en su parte inferior  que sobresalía bajo la tela, que con forma ligeramente curva, más ancha en el centro y ascendiendo hacia los lados, donde acababa en una cinta que se anudaba a la espalda, conseguía que los laterales de las tetas se pudieran apreciar casi en su plenitud, al quedar muy poco cubiertos por los bordes de la tela, y en los pezones, las argollas que colgaban perfectamente patentes bajo una tela que no velaba su presencia. L ni quería ni podía llevar eso, era algo para ponerse en los salones del burdel, pero difícilmente podía aparecer con ello en otro lugar. La misma señorita había comentado al entregársela:

“Por si tienes una juerga privada.” – Y ahora ese chico pretendía que se la pusiera para ir a bailar a una discoteca.

.- Ya te había dicho que no es para llevarlo ahora.

.- A mí me parece perfecto para esta ocasión. Te sienta muy bien.

.- Por favor, Pol. Esto no es lo más apropiado.

.- Pues a mí me lo parece y me gusta verte con ello. No creo que tengas mejor motivo para llevarlo.

.- Por favor, Pol, te lo ruego. – Pol disfrutaba escuchando a la joven pidiéndole permiso para cambiarse de ropa, sin atreverse a enfrentarse a él, sometiéndose a sus mandatos. Si verla en pelotas le tenía excitado, esos ruegos incrementaban el deseo de tirársela allí mismo, aunque eso supusiera tener esperando a sus amigos, con el riesgo de que se fueran pensando que no controlaba a L y tampoco fueran al concurso de baile. Pero no podía contenerse.

.- Ponte a 4 patas sobre la cama.

.- Pol, ¿qué quieres? – Temía lo que suponía.

.- Darte por culo.

.- Nos están esperando.

.- Pues que esperen. Ponte a 4 patas. ¿Tienes alguna crema que pueda servir de lubricante?

.- Por favor...

.- Te voy a dar por culo para hacerte ese favor que quieres. ¿Dónde está la crema?

.- En el cuarto de baño.

.- Ve a por ella.

Cuando regreso volvió a ordenarla que se colocara a 4 patas. Ella lo hizo.

.- Ponte la crema en el culo. Cuanto antes acabes, antes bajaremos. – Ponerse la crema delante de Pol la avergonzaba, pero tuvo que hacerlo, sin poder esconder el gesto, mientras él miraba divertido y excitado, como metía un dedo untado de crema corporal en el culo, para sacarlo enseguida, dejando solo lo imprescindible.

.- Estás preparada.

.- Sí. – La voz salía sin fuerza.

.- No lo vas a pasar tan mal. Quítate el trapo que llevas sobre las tetas, te prefiero completamente despelotada. – El “trapo”, en la postura en que L se encontraba, con las tetas colgando, no servía para ocultar nada.

Quien estaba dispuesto era él. L sintió la polla buscando la entrada del culo, el muchacho ni se preocupaba de preparar mínimamente el agujero, sin importarle que ella pudiera estar molesta con la penetración, pero L tenía suficiente práctica como para facilitar la operación, lo que hizo tirando de los laterales de las nalgas para separarlas y que la polla se encontrara sin más obstáculo que la entrada del culo. Él presionó con decisión y la polla entró sin más dificultades, solo las que a última hora puso la propia L cerrándose sobre la cabeza de la verga, intentando disimular la facilidad con que se abría ese agujero, pero eso no supondría demasiado obstáculo para que acabara de pasar. Cuando comenzó a joderla, lo haría cogiéndola por las caderas y después bajando las manos hacia los muslos, lo que propicio que una mano se acercara al coño de ella y topara con el colgante. Casi sin darse cuenta, él comenzó a jugar con ese pequeño objeto, tirando un poco, lo que producía unos pinchazos desagradables en el botón de la joven, después, la mano acariciaría la zona, lo que tampoco era grato, estaba muy sensibilizada y cualquier toque se hacía sentir, pero al cabo el botón comenzaría a reaccionar de manera más normal. Ahora la sensibilidad se convertía en causa de excitación, que iría en incremento, al tiempo que recibía los golpes de la polla, que llegaban hasta el final, consiguiendo que los testículos también golpearan contra el culo de L. A L, ese modo de tomarla, el sentir todo el miembro del hombre dentro de ella, que la penetrara con fuerza, no dejaba de excitarla, lo que se unía a la excitación del clítoris, esta con la mano del joven, que permanecía jugando con él, casi inconscientemente. Pol se correría, quedando medio tumbado sobre L, mientras ella permanecía ansiosa y excitada, soportando el peso del joven y sin atreverse a moverse.

Después de unos momentos, él salió de L, tumbándose a su lado. Permaneció en silencio, luego ordenaría:

.- Límpiamela.

Ella recibió la orden casi como algo natural, luego pensó en lo que significaba en su ambiente del burdel, por un momento dudó, dándose cuenta que con P no tenía por qué ser como en el burdel, después pensando en que no era de recibo y que no debería hacer caso, pero eso significaba enfrentarse al muchacho y no se atrevía, se fue a levantar para ir a por algo para limpiarle.

.- ¿Adónde vas?

.- A por algo para limpiarte.

.- ¿Tú quieres cobrar?

.- ¿Por qué dices eso? – Ella lo sabía, y temblaba pensando en el motivo. Si ese chico conocía esos detalles, poca duda podía caber sobre lo que sabría de ella.

.- Hazlo con la boca.

.- Pol, tienes... – Él no la dejó acabar.

.- Tenga lo que tenga. – Y ella seguía atenazada por el temor, asustada de plantear algo que pudiera hacer que él indicara expresamente esa apreciación de puta que ya sentía sobre ella. Pero hacer lo que pedía suponía que era ella quien lo señalaba. L vaciló de nuevo, pero como antes, no se atrevió a desoír la orden,  se inclinó hasta alcanzar la verga con la boca, comenzando a chuparla. Notaba los sabores y olores que eran normales y que conocía y estaba casi acostumbrada a aceptar, a ellos se añadían los de los restos de la crema corporal, si bien, al haber puesto poca y haber sido absorbida en buena parte por la piel, apenas se hacían perceptibles. L estaría un rato limpiando la verga, con lo que consiguió que comenzara a reaccionar, acabando chupándola para conseguir que se corriera otra vez. Él, demostraba una seguridad impropia de sus años, enseguida se hizo cargo de la situación, colocando las manos sobre la cabeza de L, obligando a ésta a llevar el ritmo que deseaba y al tiempo presionaba para que ella admitiera toda la verga en su boca. L sabía cómo tragar una buena polla, por lo que podía hacerlo con aquella, únicamente no deseaba aparecer mostrando unas maneras que la identificaran con una puta, pero el joven exigía y ella no tenía más remedio que obedecer y someterse a esa mano que empujaba y exigía, y a unos requerimientos que se convertían en órdenes firmes y vejatorias, cuando no eran satisfechos según él deseaba.

.- Quiero toda la polla en tu puta boca. – Y uniendo la acción a la palabra, empujaba con fuerza sobre la cabeza. – Quiero correrme en tu garganta, así que mete toda la polla en tu boca. – Y ella trataba de mantener la polla todo lo que podía en su boca, hasta que no soportaba más y empujaba para obtener un momento de relajación.

Y aunque el chico se mostraba dominante y seguro, no pudo dominar sus propias reacciones, corriéndose cuando ella había conseguido escapar de su presión y él, en un momento de descontrol, quizás debido al grado de excitación al que había llegado, permitió que L empujara hasta conseguir que la verga saliera de su boca, donde estaba asfixiándola. Ella tosió, mientras él se corría sobre su cara, pecho y tetas. Sin atreverse a moverse, L siguió al lado de él. Cuando Pol se recuperó, ella quiso incorporarse e ir al baño. Notaba unas humedades que resbalaban por una mejilla, la barbilla y el pecho, y también entre la raja de las nalgas.

.- Voy a asearme un poco.

.- Estás muy bien así. Vístete. – Ponte esas sandalias que he sacado. – Eran de tacón de15 cm, L no sabía por qué había elegido las que señalaba. Ella se las puso para no andar descalza, mientras él la miraba, al tiempo que se vestía sin hacer nada por asearse. – Tenemos que bajar. – Ahora tenía prisa por regresar con los demás.

.- Pol, tengo que ir al baño.

.- ¿Quieres mear?

.- Sí.

.- Pues pasa. Me apetece verte mear.

.- ¡Pol!

.- Ahora va a resultar que a nuestra puta particular, le da vergüenza que la vean mear. Venga, ponte a mear, y sin sentarte, que vea bien como lo haces.

Ella pensó, que a pesar de la vergüenza, si lo hacía, luego se podía limpiar y de paso quitarse esa humedad que la molestaba y no podía llevar encima. Se quiso sentar, pero él se lo impidió. Quedó despatarrada, con el inodoro entre las piernas. La costaba orinar, pero por fin comenzó a hacerlo ante él, que miraba con una sonrisa divertida, viendo como apartaba el colgante. De repente un clic y una luz. Él había hecho una foto, al darse cuenta ella se sentó, intentando cubrirse con las manos.

.- ¡De pie! ¡Pon las manos detrás de la cabeza!

.- Por favor, Pol. No quiero fotos. – Era tremendo, no solo era la postura y el fotografiarla meando, tenía en la cara y el pecho, los chorretones del semen del chico.

.- ¡Haz lo que te he dicho! ¡Mírame!

Ella, asustada y dominada, hizo lo que él pedía. Ahora el colgante suponía un obstáculo ante el chorro de orina, con el que chocaba, rebotando sobre los muslos y el mismo coño. Otro clic y otra luz, que se repitió varias veces.

Ella acabó. Se fue a limpiar.

.- Deja las manos detrás de la cabeza. – Ella obedeció, rendida, humillada, pero sin abandonar el lugar y permaneciendo con las piernas abiertas, como a horcajadas encima del aparato, no quería separarse antes de haberse limpiado. – Sal de ahí. – Ella le miró, interrogante, avergonzada, asustada, sin atreverse a oponerse al mandato del joven, hizo lo que éste quería, ni siquiera quitó las manos de la cabeza.

.- Puedes ponerte ese… lo que sea, que llevas como bragas, que cuelgue el colgante sin trabas. Me gusta el tintineo, lástima que sea demasiado tenue. – Luego la dio las faldas y el top para cubrir las tetas. Ella tuvo que friccionar con los muslos para intentar esparcir y secar la humedad que los había impregnado, pero no podía hacer lo mismo en la cara y tetas.

“Oleré mal, y a orina y a... hombre.”

Al ponerse el top, se cubría parte de lo que chorreaba por el pecho y las tetas, no se atrevía ni siquiera a utilizar esa tela para limpiarse un poco mejor, tampoco quería mancharla, por lo que pasó la mano por encima para llevarse lo que pudiera. Pensó que debía de estar horrible. Otra vez imploró para obtener permiso para arreglarse un poco.

.- Por favor, Pol, tengo que arreglarme un poco.

.- Límpiate con esa tela de las tetas, la leche de la cara.

.- Gracias, Pol. – Pasaba la humedad a la tela, pero, al menos no la llevaba en la cara. Notó que la tela ya había recogido alguna de las tetas, al caer sobre ella. – Por favor, permíteme pintarme un poco.

.- Hazlo.

.- Gracias, Pol. – Él parecía más complaciente, y ella se mostraba totalmente sumisa. Fue al baño, dejando la puerta abierta, al verse en el espejo se percató de por qué Pol la había permitido hacer lo que le pedía. Estaba impresentable. Tenía que lavarse un poco y volver a pintarse. Lo dijo.

.- Solo la cara y rápido. Tienes 2 minutos y los cuento.

.- No tengo tiempo.

.- Pues no lo pierdas.

Se lavó con una toalla la boca, las mejillas, quiso limpiarse el pecho, pero un ¡Quieta! De él, hizo que detuviera la maniobra, tampoco podría limpiarse entre las piernas y el culo. Luego se pintó de prisa.

.- Ya está bien. – La voz de él avisaba que el tiempo había acabado.

.- Los labios. – Él rió, y ella aprovechó para pintarse los labios, y luego darse un poco más de colorete. Él la cogió por un brazo.

.- Vamos.

.- Debería cambiarme, el top está muy sucio.

.- Pues no haberlo ensuciado. Nos esperan. Pero no te preocupes, me gustan las putas guarras, contra más mejor. – Al recordar lo que le aguardaba, L tembló, iba a aparecer ante sus conocidos de una manera indecorosa y encima sucia. Al separarse del espejo se vio las piernas. La falda, que sabía corta, apoyada en las caderas para que bajara todo lo más posible sobre los muslos, que a pesar de ello cubría solo en menos de un cuarto de su longitud, lo que suponía un peligro permanente de mostrar lo que el tanga no ocultaba. Iba horrible, sucia, descarada. Tiró del top hacia abajo para que acabara de cubrir las tetas, lo consiguió a duras penas, pero sabiendo que el movimiento haría que aquellas volvieran a aparecer por abajo. Cogió una chaquetilla que la cubriera un poco y el bolso.

.- Deja el bolso, no lo necesitas.

.- Pero, llevo todo ahí.

.- No necesitas nada. Yo te llevo la chaqueta.  – Y él la cogería sin permitirla que se la pusiera, aunque ella le rogó de nuevo que la permitiera cubrirse con ella.

.- Pol, no debo salir así. Voy llamando la atención. Te ruego me dejes ponerme la chaquetilla.

.- Llamar la atención te gustará, así harás clientes.

.- Pol, me gustaría que no dijeras esas cosas.

.- Y a mí que dejaras de intentar ocultar lo que eres.

.- No intento ocultar nada.

.- Ahora no. – Río. Y L pensó que tenía razón, que tal y como iba, permitía que se pensara que era una puta. Con las tetas sobresaliendo de un top que casi suponía ir desnuda de cintura hacia arriba, y las faldas, poco más que a ras del culo, con las sandalias de tacón de15 cm. – Vamos a buscar a Tim y a despedirnos de los demás. A ver cómo te portas, que te conozco, no vayas a hacer nada desagradable, no quisiera tener que corregirte delante de nuestros amigos.

.- Pol, no acostumbro a hacer cosas desagradables para nadie.

.- Eso espero. Solo nos vamos a despedir, para irnos a divertir, así que no pongas caras largas. Que no parezca que vienes a disgusto conmigo. Porque no vienes a disgusto.

.- Por supuesto, Pol.

.- Claro que no. Ya verás como lo pasamos estupendamente y tú la que más. Supongo que no te sacarán demasiado, así que aprovecha que tengamos ese detalle contigo.

Y como si quisiera demostrar como lo iba a pasar y las maneras que la reservaba, la cogió el culo por debajo de la minúscula falda.

.- ¡Que culo tienes, putón! Pasa delante y menéalo como una buena zorra.

L no tuvo más remedio que hacer lo que el muchacho pedía, pasando delante de él y meneando el culo con descaro. Trataba de complacerle, haciendo lo que él deseaba sin ninguna oposición ni muestras de desagrado. Al llegar a la zona de salones, contuvo el contoneo.

.- ¡Ese culo, zorra! Fue el aviso que recibió desde atrás, en voz suficientemente elevada como para que unos huéspedes que estaban sentados a la entrada del salón lo escucharán y miraran hacia ella, que roja como un pimiento, tuvo que ampliar el contoneo del culo, para no provocar otro aviso, llevando tras ella la mirada de quienes la veían aparecer vistiendo como una puta.

Fueron hacia el final del pequeño salón del hotel, donde estaba casi todo el grupo de los que pernoctaban en él. Aparecer de esa forma era lo último que hubiera querido L, se sentía vejada, sabía que se comentaría entre sus amigos, que las chicas aprovecharían para decir que era una puta, que ellas siempre lo habían sabido y ya no había la menor duda. Esos pensamientos la encolerizaban pero sin consecuencias, la acobardaban aún más, hubiera querido rebelarse, demostrar a ese adolescente que no podía con ella, ponerle en su sitio, y en lugar de eso, era ella quien se acomodaba a sus mandatos, quien aparecía como una fulana, quien tendría que soportar las sonrisas burlonas y despectivas de las chicas y las miradas rijosas de ellos.

Y Pol yendo detrás de ella, sonriente y ufano, ofreciendo la impresión de ser quien la dirigía y gobernaba, dándola paso, como si quisiera mostrarla y con ella su selección de prendas, que, de haber sido él quien las había elegido, significaría que dominaba a la joven.

.- ¿A que la hembra está estupenda? No me diréis que no elijo bien las prendas que debe llevar una hembra de buen ver y mejor uso. – Fue el saludo a sus amigos, que estos acogieron con risas.

Que un muchacho varios años menor que ella, un dieciocho añero, la condujera y presentara, resultaba humillante, y mucho más cuando lo hacía con unas prendas más que descaradas y sucias, que además presumía de haber sido él quien se las hiciera poner. Los demás la miraban sonriendo divertidos y complacidos de contemplar a esa hembra que hacía honor al apelativo que se le dirigía, y las mujeres también, aunque estas por diferente motivo, encantadas de ver como la joven presuntuosa y que tantas veces se había mostrado superior y displicente, se encontraba ante todos de una manera que no podía más que afrentarla, permitiendo que pudieran pensar y decir de ella que lo hacía como una puta, como la puta que era, pensaría y diría más de una. Sin conocer los motivos de su actuación, de su sometimiento a los dictados caprichosos de un joven apenas mayor de edad, les bastaba con presenciarla, regocijarse y añadir el comentario escarnecedor y burlón, cuando no ofensivo.

.- Ya lo creo que está estupenda.

.- Hembra, da una vuelta que te vean nuestros amigos.

.- ¡Pol!

.- Hembra, siempre llevando la contraria y nunca siendo amable con quienes más deberías serlo. Parece como si no te apeteciera que tus amigos te vieran y vean como vas vestida. Si quieres conseguir novio tendrás que exhibirte ante los posibles interesados.

.- No pretendo conseguir novio.

.- Bueno, tú sabrás lo que quieres conseguir… y yo también. Venga, hembra, muéstrate, que te veamos. Ya verás como consigues algo.

Pol, pretendía ofrecer a quienes estuvieran dudando en asistir al concurso, la idea de que la joven podía participar en él, para eso iba a demostrarles que podía conseguir que hiciera lo que le pidiera.

L, estaba no solo humillada por su sometimiento a los dictados del muchacho, aparecer de la forma en que lo hacía, y añadiendo esa muestra adicional, para que contemplaran mejor su descomedimiento e inelegancia, la vulgaridad de su atuendo, era tanto  o más mortificante para ella. Tratando de evitar otra nueva orden del chico, y que no volviera a referirse a ella como hembra, se giró para dejar ver como iba, lo hizo con cuidado, para que la falda no se elevara y mostrara el culo, ni el top cogiera vuelo y mostrara las tetas, pero no fue suficiente para Pol, que volvió a pedirla que se mostrara, y esta vez con un añadido que si para ella era desagradable, para él tenía un especial valor y significado.

.- ¡Hembra! Hazlo bien. Con más salero. Hazlo bailando. Baila fenomenalmente, ahora lo veréis.

Era demasiado humillante, solo aceptarlo como si se tratara de un juego podía quitar menoscabo y vergüenza al hecho. Ella, esta vez supo reaccionar.

.- No sé por qué te empeñas en alabar tanto mi baile, lo hago bastante normal y como cualquier otra.

.- Tú siempre lo has hecho muy bien. – Era uno de los presentes quien encomiaba el baile de L.

.- Claro que sí, y últimamente ha practicado mucho su habilidad natural para menear el culo…, y también bailando. – Era otra vez Pol, quien incidía en el tipo de alusiones que atemorizaban a L.

.- Lo haré, pero no soy nada del otro mundo. – Quiso mostrarse desinhibida.

Esta vez, no esperó más y comenzó a bailar asustada de que el chico hiciera más indicaciones como la que acababa de realizar, y queriendo disimular el rubor que había cubierto sus mejillas, al pensar en lo que acababa de suceder en la habitación, temiendo que él se refiriera directamente a ello.

L bailaba tratando de no desmerecer de lo que Pol esperaba y ya conocía, por haberla visto bailar en el pub, y al tiempo tratando de controlar la oferta de su cuerpo y los movimientos que hacía. Esperaba que se fueran enseguida, pero Pol quería más. Cada vez estaba más seguro de su capacidad para controlar a la joven y quería patentizarlo delante de los demás.

.- Pero venga, anímate, te quiero más zorra.

Los presentes rieron, cada vez más divertidos con ese muchacho que demostraba un descaro y al tiempo manifestaba saber llevar a esa chica que hasta entonces, muchos tenían por dura y difícil. Mientras L tembló al escuchar la palabra que más la atemorizaba.

.- ¡Pol! – Ella le dirigió esa mínima protesta, que él no admitiría, cada vez más crecido.

.- No me vengas con jeremiadas, no nos vas a contar que se te da mal la golfería.

De nuevo las risas. L comenzaba a sentir la opresión de una situación en la que no podía continuar. Trató de nuevo de ofrecer una imagen de jovialidad y desinhibición.

.- Por supuesto que no.

.- Pues demuéstranoslo. – Era otro quien lo pedía.

.- Tendréis que cerrar el salón.

.- ¿Por qué? Seguro que a nadie le desagrada verte bailar con más golfería. – Esta vez era otro más que se apuntaba a demandar y haciéndolo utilizando esas expresiones que no podían ser bien recibidas, por muy jaranera que fuera la situación.

L comprendió que lo mejor que podía hacer era bailar para ellos y lo mejor posible, de forma que les agradara verla y al tiempo, controlando las muestras de su cuerpo, lo que no era sencillo pues la falda era demasiado corta y cualquier movimiento la podía elevar sobre las nalgas, dejándola, literalmente, con el culo al aire, aunque eso comenzaba a importarla poco, incluso llegó a pensar en darles una buena ración de culo, y si no hubiera sido porque lo comentarían después y por el colgante que iban a ver, y acaso la marca y el número, quizás se hubiera atrevido a ofrecerles esa muestra que les hubiera entusiasmado y a ellas cabreado, aunque alguna señal de la caña también permanecería en él, y eso no solo contribuiría a la idea del puterio, estaba segura que entusiasmaría a más de una, y eso la enrabietaba aún más. Pero no era caso de aparecer como esa zorra a que Pol se había referido, ya se encargaban las circunstancias de proporcionar esa apariencia, como sucedía con el top, que cubría sus tetas, si colocado con cuidado dejaba ver una pequeña parte de éstas, que se mostraba sobresaliendo por abajo, lo que ya en sí mismo suponía una exhibición descarada y que provocaba en quienes la contemplaran la idea de desinhibición, no lejana al puterío, al moverse también movió la tela, subiendo un poco de la posición anterior, pero un pequeño movimiento se hacía notar en la base de las tetas, que quedó mostrada con generosidad. A pesar de todo ello, L bailaría más decidida y suelta, esperando acabar enseguida, pero según lo hacía más parecía gustar a quienes la contemplaban, y por ende, desear seguir haciéndolo.

Para ella mantenerse bailando suponía ir incrementando las ofertas de su cuerpo, lo sabía hacer, tanto como encandilar a quienes la vieran bailar, pero no podía ni siquiera desarrollar una mínima parte de sus conocimientos, contentándose con contonearse de manera más que descarada, al tiempo que elevaba los brazos cimbreando la cintura y ampliando el movimiento de las caderas y el culo.

.- Muy bien. Eso es una hembra. – Alguno comenzaba a animarse, lo que a L no podía por menos de halagarla, al tiempo que pensaba en que a las demás chicas no les haría mucha gracia ver como apetecía a los hombres, y eso animaba más a L. Pero a Pol no le bastaba, quería una muestra más descarada de la hembra, de su baile, de su cuerpo, y así lo hizo saber a la joven.

.- Una hembra que puede mostrase mucho más zorra.

L volvió en sí, de nuevo la palabra ocupaba toda su atención y renovaba sus miedos. Tenía que obedecer a Pol, tenía que bailar con más descaro si no quería arriesgarse a otras manifestaciones de ese estilo. No podía permitir que se la estuviera llamando zorra, que se la identificara con una puta, aunque para ello tuviera que mostrarse más desvergonzada, más descocada, mas puta.

Pero no iba a ser solo un desagrado mudo lo que dejaran sentir las chicas, alguna, más descarada, se apuntaría a las formas de ellos para referirse a L.

.- No te preocupes, eso le sale natural. – Se oyó a una de las chicas, que lo dijo sin poder evitar un tono en el que aparecía tanto la mala intención como el desagrado celoso. Los demás rieron.

A pesar de los comentarios y de lo que significaba bailar más descaradamente, L comenzaría a hacerlo. Ya no bastaba contonearse y utilizar manos y brazos para ofrecer algo más de osadía, ahora tenía que mostrar si no procacidad, al menos desahogo, insolencia, que consiguiera detener las demandas de Pol. Se puso las manos detrás de la cabeza, en un gesto que sabía tenía unos contenidos que siempre animaban a los hombres. Comenzaba a aparecer como alguien a quien gusta lo que estaba haciendo, a alejarse de la impresión de dependencia de Pol, lo que no gustaba a este, que solo quería mostrarla sometida a él y obligada a actuar como una puta.

.- Te he dicho que te quiero más zorra.

Ahora el aviso resultaba más descomedido y exigente, demostrando que quien lo hacía podía permitirse unas licencias con L que no eran las típicas de una relación normal. L comprendía que debía someterse, actuar como Pol deseaba, no enfadarle y hacer que respondiera, ya estaba conociendo como le gustaba hacerlo y mejor era tenerle tranquilo,  para conseguirlo debía bailar de un modo que acallara su posible respuesta. Resultaba ridículo e ignominioso estar bailando ante sus amigos, llamando la atención de todos los que estaban en aquel salón, que no siendo muchos, permanecían pendientes de ella, de lo que hacía en aquel rincón.

L se daba cuenta que con cualquier movimiento incontrolado, mostraría tanto las tetas como el culo y el coño, aquel con las marcas que siempre le acompañaban, aunque en esta ocasión fueran más tenues, pero allí estaban, delatando unos comportamientos que no debía enseñar. Y por delante era aún peor, con el coño depilado, llevando ese nombre sobre él, que haría comprender la causa de que Pol se refiriera a ella como “hembra”, y el número, que no tenía explicación, pero que quizás alguien conociera, lo que sería terrible para ella. Y los colgantes. Pensó en las argollas de los pezones, pero esas se notaban bajo la tela y ya todos o casi todos, sabían que las llevaba. Era demasiado. Aquel conjunto de aditamentos, de tatuajes, de colgantes, no eran normales, indicaban algo diferente, y ella lo sabía. Trataba de no mostrarlos, intentando conseguir moverse incitantemente y al tiempo, mantenerlos ocultos, pero el control de sus movimientos incidía en el descenso de la oferta que realizaba.

ZAS

¡Ah! – Acababa de recibir un azote contundente. Al que siguió la voz dura y firme de Pol.

.- ¡Obedece, zorra!

Todo ello acompañado de las risas de los demás, incluso alguna de las chicas aplaudió a Pol. A L, esas risas le resultaban más vejatorias que el propio azote, al ser manifestación de la posición a la que había caído ante sus amigos. Era demasiado, el chico había traspasado cualquier límite que permitiera dejar una mínima impresión de jovialidad, de pretensión de juego entre ambos, entre todos. L tenía que cortar, que parar, que plantarse. Y por un momento esa idea se hizo dominante. Quería parar el baile, vaciló, como si Pol se percatara de sus titubeos, añadió otra indicación, que era una amenaza.

.- Y hazlo bien y no me enfades. No es lo que te conviene.

Roja como un pimiento, de la cabeza a las uñas de los pies, humillada, sin un asidero al que agarrarse para disimular su afrenta, sin atreverse siquiera a una queja que pudiera interpretarse como una oposición, sonando en sus oídos esa palabra que la cohibía, anonadada, cada vez más entregada y vencida, solo supo hacer lo que Pol ordenaba: obedecer, buscando en los excesos del chico la justificación de su comportamiento, como si aquellos, precisamente por su desproporción y descomedimiento, indicaran un componente jovial, lúdico, que disminuyera los contenidos ingratos. L, inició un contoneo apoyado en el juego de las manos, que ahora llevaba al culo, inclinándose un poco, con lo que las tetas aparecieron con más generosidad bajo la corta tela que las cubría. Se giró, más por no dar la cara a los que la contemplaban, temerosa de no controlar unas lágrimas que parecían empeñadas en escapar de sus ojos, buscando en esa ocultación el tiempo necesario para calmarse, ahora ofrecía el culo, y sobre él las manos, que no quería mover, pero que debía no mantener quietas, las deslizó un poco, en un gesto que quería ser una caricia pero que no lograba pasar de un roce. Delante de ella, la figura de Pol, a quien no se atrevía a mirar a la cara, prefiriendo mantener la inclinación suficiente para no tener que hacerlo. Pero esa presencia actuaba sobre ella, le temía, temía que volviera a repetir esa palabra, o el azote dominante y humillante, casi inconscientemente comenzó a pasar la mano por el culo, ya sí, acariciante, al tiempo que se inclinaba un poco más y se bamboleaba con más desahogo. Algo más serena, inició otro giro, ahora con las manos detrás de la cabeza, que iría bajando acariciadoras, desde la cabeza, pasando por las tetas, que quiso tocar levemente, para pasar a las caderas, donde se detuvieron para ampliar el contoneo, y acabar en el culo, esta vez más descaradas, más activas, pasando por las nalgas sobre la falda y descendiendo luego hasta la parte alta de los muslos, para volver a subir hacia el culo, y regresar finalmente a la cabeza, en un recorrido que había mantenido la atención de todos en lo que hacía, que a los hombres no había dejado indiferentes y a ellas cada vez más dispuestas de defender que era una puta y como tal se comportaba.

.- Venga, hembra, sigue así. – Alguien la animaba.

.- Calla, golfo, no animes a la golfa. Sois tal para cual. – Era una chica quien replicaba, consiguiendo hacer que los demás rieran, pero demostrando esa mezcla de envidia y desagrado ante lo que contemplaba.

Pero la golfa no podía ir mucho más allá. Podía repetir esos movimientos una vez más, pero no podía pasarse, so pena de aparecer como esa golfa que ya merecía tal referencia. Quería sonreír para dar la impresión de no sentirse obligada, de hacer todo aquello como una diversión, algo lúdico, y no obligado, pero era muy difícil superar la situación en la que estaba, hizo un esfuerzo, para elevar la cabeza y sonreír. Cuando miró enfrente de ella se encontró con las miradas de los demás. Ellos estaban relajados, sonrientes, divertidos, esperando la siguiente demostración. Ellas estaban menos sonrientes, o con sonrisas despectivas, sin duda críticas, aunque también divertidas, posiblemente por unas razones muy distintas a las de sus compañeros. L comprendió que ninguna de las dos manifestaciones era buena para ella, continuaba contoneándose, pero sabiendo que eso no bastaba y que podía recibir una llamada de atención de Pol.

.- ¡Da otra vuelta!

La petición de uno de los chicos, significaba la oportunidad de repetir lo que acababa de hacer, sin que en ello se viera la intención de escapar a lo que se quería de ella. Comenzó otra oferta parecida a la anterior. Después de aquella, podía añadir algo más, que supusiera una novedad. Sonrió al que había pedido la repetición. Estuvo a punto de dedicárselo, pero tenía la boca seca y no lo intentó. Esta vez llevó las manos a las caderas y ampliando el contoneo dio media vuelta para ofrecerse de espaldas, sin inclinarse y manteniendo el bamboleo del culo, comenzaría una caricia sobre las nalgas, contenida, refrenada, aunque ella la quisiera algo más audaz que la vez anterior.

.- ¡Te queremos más golfa!

Los chicos querían más y comenzaban a animarse a pedirlo.

.- Ya has oído, se tú misma. – Ahora era Pol quien insistía, haciendo reír a los demás.

Aunque reprimiéndose, se atrevió a ofrecer algo más, ampliando la caricia sobre las nalgas y aprovechando para subir un poco la falda, al tiempo que se arqueaba hacia delante para después inclinarse, separando las piernas, y bajando las manos hacia los muslos, para subir después a alcanzar el culo, esta vez manteniendo las manos sobre la carne, con lo que alcanzaba directamente las mollas del culo, acariciándolas al tiempo que ofrecía una visión segmentada de la zona baja de las nalgas.

.- ¡Sigue, sigue!

L pensó que se conformaban con muy poco, ¿qué hubieran hecho si les da una décima parte de lo que ofrecía en el club? Tenía que mantener el control, aunque se diera un poco más de libertad. A pesar de no querer sobrepasarse, comenzaba a sentirse más suelta, al fin y al cabo, poco mostraba. Pero las marcas y los colgantes representaban una barrera difícil de traspasar. No quería mostrarlos y si mostraba el culo aparecerían en él.

.- ¡Sigue, hembra! De nuevo era la voz de Pol quien ordenaba sin el menor contenido festivo,  de forma seca y tajante. – Era él quien manifestaba la autoridad, el mando, la superioridad, que ella tenía que respetar, obedecer, y como otras veces, lo haría.

Iba perdiendo la vergüenza, la represión, el temor, al tiempo que se incrementaban las ganas de acabar, de salir de allí, aunque fuera dándoles una parte de lo que deseaban. Era preferible ceder un poco para no perderlo todo. Pero no quería sobrepasarse, no quería ni podía mostrar el culo, ni dejar ver las marcas del coño, ni este, que sería consecuencia de mostrar aquellas. Bailaba contoneándose en el sitio, apenas moviéndose del mismo lugar, solo para girarse. Con las manos detrás de la cabeza se contoneó con más descaro, pero eso ya lo habían visto. Bamboleó el culo con más amplitud. Pensó en que si no podía darles una buena ración de culo, podía ofrecérsela de las tetas, esas casi las estaban viendo desnudas, y el topless era algo normal. Quería encontrar justificaciones para hacerlo. Eso les calmaría un poco en sus demandas. O eso era lo que ella pretendía. Se puso de frente, seguía con sus contoneos, que ahora se veían reforzados por gestos para echar atrás la cabellera, manteniendo las manos detrás de la cabeza, meneando más las tetas, y luego inclinándose para hacer que aparecieran por debajo del top, los chicos aplaudieron y silbaron. Inclinada, ofreciendo las tetas casi desnudas al completo, se acercó hacia los asientos. Hizo un gesto con las manos, que no quería de invitación, pero que parecía serlo, para su sorpresa y de inmediato su sosiego, uno de los presentes se levantó y aproximándose a ella, la cogió para bailar con ella, lo que rompió con la forma de mostrarse que estaba ofreciendo. Ella le siguió, ahora más sonriente, sabiendo que esa compañía significaba una normalidad que la alejaba de otro tipo de consideraciones, al tiempo que evitaba que Pol continuara con sus exigencias.

Cuando el hombre finalizó el baile y quedó libre, Pol, daría por concluida la demostración de su dominio sobre L. Pensaba que había convencido a todos de que podían presenciar un bonito espectáculo si acudían a ver el concurso de baile.

.- Bueno, nosotros nos vamos a seguir bailando a otra parte, sobre todo esta buena hembra, para deleite de quienes lo contemplen. – Estaba dando la última indicación de que mantenía su intención de hacer concursar a L en el baile erótico.

Pol salió, acompañado de su amigo y llevando a L con ellos. Subieron al coche de Pol. L sin decir nada, dejándose conducir, importándola muy poco a donde fueran. Cogieron la carretera Al cabo de unos minutos se desviaron hacía el club de carretera donde se celebraba el concurso de baile, L preguntó:

.- ¿Pero dónde vamos?

.- Aquí hay un club que parece divertido.

Aparcaron en la zona habilitada y salieron hacia el edificio, que era típico de carretera, de mala calidad y ofreciendo una apariencia muy poco grata. Al acercarse, L vio el anuncio del concurso de baile, lo que la hizo suponer qué clase de lugar era aquel. A la entrada, Pol hizo que dejara la chaquetilla en el vestuario, aunque ella no quería quitársela alegando que tenía frío.

.- Aquí no hace ningún frío, ¿verdad? Lo decía a una chica que cogía las prendas y que estaba en topless, lo que era otro indicio sobre el lugar en el que estaban. Justamente delante de ellos, un cartel sobre un trípode, anunciaba el concurso de baile, con un dibujo de una joven bailando completamente desnuda.

.- L, tú bailas estupendamente, ¿por qué no te apuntas al concurso de baile?

.- Ni hablar.

.- Pues si bailas bien, los premios son muy golosos.300 ala ganadora, 200 para la segunda y 100 para la tercera. Y sobre todo la realización de unas fotos para una revista que te pueden promocionar como modelo o artista de cine.

.- ¿Qué te parece, hembra? A mí me suena muy bien.

.- Puedes probar. Si te eligen tienes que volver para la final. Esta es solo la primera vuelta. Y la matrícula solo es de 10. Eres muy mona y eso ayuda mucho.

.- Pero..., eso de baile erótico...

.- No me vas a decir que no te gusta calentar a los chicos. Pues hazlo en el escenario. – Comentó la chica.

.- Esta chica habla como un libro abierto. No hay más que hacer lo que dice.

.- Pol, no es lo que más me pueda apetecer.

.- Pues a mí sí.

.- Pol, por favor.

.- ¿No te han dicho nunca que para ti mis deseos son órdenes? – Parecía decirlo divertido, y casi más dedicado a la chica del guardarropa, aunque miraba a L, esperando su respuesta. Luego, dirigiéndose a la chica: - Vamos a inscribirla.

.- Muy bien. Si usted lo desea, seguro que ella está encantada de obedecer sus órdenes.

.- Eres demasiado lista para estar aquí.

.- Esto está muy bien, aunque haya quien tiene mejor suerte. – Era evidente que se refería a L.

.- Y no son ni la mitad de listas ni guapas.

.- Gracias, señor. Lo que decía, hay quien tiene suerte. – Avisó por teléfono, enseguida apareció un hombre vestido con un smoking. – Sr. esta joven desea participar en el concurso de baile. – El hombre la miró, sin duda le gustaba lo que veía.

.- La queremos presentar, si es posible. – Era Pol quien explicaba, apareciendo como si mandara en ella, que al callar estaba aceptando esa idea.

.- Por supuesto que lo es, aunque llegan ustedes un poco tarde, pero lo arreglaremos.

.- Muchas gracias. La hembra se lo agradecerá. Y no tiene que preocuparse por el baile, estamos seguros que hará un buen papel y acabará entre las 3 primeras, aunque quizás le falte algo de experiencia.

.- Me encantaría que así fuera. Seguro que tiene suficiente experiencia. Ahora mismo hacemos la ficha de inscripción. ¿Conoces las normas del concurso?

Trataba con más respeto a los muchachos que a ella, lo que por diferencia de edad entre ellos, no correspondía, y ofrecía una idea de ella que L pensó era la de una furcia, y los chicos los clientes que la habían contratado.

.- Sí. – Era Pol quien respondía. No le importaban nada las normas, y en cambio no quería perder el tiempo recibiendo explicaciones, que podían dar lugar a alguna tensión, si como suponía, al tratarse de un concurso de baile erótico, se deseaba que las participantes se mostraran ligeras de ropa en el escenario. Prefería que L firmara y una vez comprometida, tuviera que atenerse a las consecuencias. Ella no dijo nada, aceptando tácitamente que conocía las normas. El hombre continuó.

¿Cómo te llamas?

.- La llamamos Hembra. – De nuevo Pol se adelantó a decir el nombre de L, a lo que el hombre sonrió, con expresión cada vez más complacida. Esa noche le había tocado la lotería con esa joven que no parecía la típica de esos concursos, pero que sin duda podía ofrecer un buen espectáculo y animar el ambiente y atraer más clientela. Si era una fulana, ofrecía particularidades que permitían presentarla con apariencia de chica descarada, que ofrecían disimular aquella suposición. Por poco bien que lo hiciera sería una clara candidata a uno de los tres puestos que garantizaban la continuidad en el concurso, lo que sin duda, atraería más espectadores a la final.

.- Bien, así te llamaremos, pero dime tu nombre. – L dio los datos que se requerían, lo haría con renuencia, no la gustaba aparecer en el fichero de un lugar como aquel, pero no tuvo más remedio que hacer lo que se la pedía, la presencia de Pol evitaba cualquier intento de resistirse o de falsear sus datos. L firmaría la solicitud.

Pol entregaría los 10  de inscripción.

.- Si no les importa, como el concurso ya ha comenzado, me llevo a la hembra.

.- Hembra, no voy a admitir que no seas una de las seleccionadas para la final.

.- Creo que lo hará muy bien.

.- Díganla lo que debe hacer.

.- No se preocupe, cuando salga al escenario sabrá cómo debe actuar.

.- Si no eres seleccionada, lo tomaré como una muestra de mala intención por tu parte y te castigaré como te mereces. Si intentara no cumplir como debe, no duden en no tolerárselo. Tienen mano libre para corregirla y disciplinarla. No permitan que pretenda escaquearse, es muy dada a hacerlo.

Pol hablaba con una firmeza y seguridad que hacía creíble lo que decía, que para L suponía la demostración de un sometimiento que no deseaba tener y menos que se hiciera patente ante terceros. Tim, escuchaba con una sonrisa divertida y complacida, con la que quería indicar que era partícipe de lo que sucedía con aquella joven. Sería el encargado quien volvería a afirmar su confianza en el buen hacer de la joven, antes de ordenarla que le siguiera.

.- Lo hará estupendamente, y no habrá ninguna necesidad de disciplinarla, ¿verdad, Hembra?

L no contestaba, humillada por los comentarios y por la propia pregunta, que ese hombre no tenía ningún derecho a efectuar. Ni ese hombre ni nadie.

.- ¿No has oído lo que te han preguntado, Hembra? – Y Pol demostraba que si no tenían derecho, podían hacerlo. Y ella demostraría que reconocía su poder para hacerlo.

.- Sí.

.- ¿Y qué tienes que decir?

.- Lo haré lo mejor posible.

.- Lo suficiente para ser elegida. Ya lo sabes. Puede llevársela.

.- Acompáñame, Hembra.

L iría con el hombre hasta un vestuario, donde varias jóvenes se cambiaban y preparaban para salir a bailar. Allí la dejó con una mujer de mediana edad.

.- Enséñala lo que tiene que hacer. Se llama Hembra. – Dicho esto se alejó.

La mujer ordenó a Hembra que se quitara la falda.

.- ¿Para qué?

.- Quiero ver tus bragas. Supongo que llevas.

.- Sí.

.- Pues muéstramelas.

Llevaba pero no eran para ser mostradas, ni el colgante que colgaba de su sexo, ni los números y la indicación…, ni las marcas de su culo. Nada era como para ser exhibido.

.- No quiero mostrarlas en el escenario, así que aquí tampoco.

.- Ven conmigo.

La mujer la llevó a un pequeño cuarto que hacía de despacho del hombre que se había ocupado de ella.

.- Ésta no quiere obedecer. – Fue la presentación.

.- Pues dale una buena bofetada. – Sería la respuesta del hombre, recordando lo que dijera el muchacho que la acompañaba y al que la chica se mostraba sometida. Instintivamente comprendió que L soportaría y era la manera de hacer que se sometiera a él también.

Zas

.- ¡Ah!

La mujer cumplió de inmediato la orden del hombre. La bofetada fue tremenda, haciendo que L se tambaleara. No pudo evitar que las lágrimas escaparan de sus ojos. Bajó la cabeza, intentando ocultarlas, luego las limpio con la mano.

.- ¿Qué la habías mandado?

.- Que mostrara las bragas.

.- Hembra, quítate la falda. – Después de la bofetada, a L no le quedaban ganas de volver a ponerse chula. Se quitó la falda, quedando cubierta solo con las bragas que no cubrían nada. – Ahí la tienes. Vuélvete. – L se mostró. El hombre pensó que si no era una puta, era una de esas que  gustaban de un tipo de comportamientos que salían de lo normal. Fuera lo que fuere, él no quería perder la oportunidad de sacar partido a esa joven que podría suponer un buen negocio para él. – Llévatela. Y tú recuerda que tienes que ser una de las 3 elegidas si no quieres tener problemas, así que, cuando salgas a bailar muéstrate bien y encandila a los espectadores. Si quieres, puedes hacerlo. Encárgate de que aprenda lo que debe hacer y lo haga bien. – Ordenó a la mujer.

L tuvo que regresar a la sala tal y como estaba. La mujer explicó que debía hacer.

.- Bailarás durante 2 o 3 minutos aproximadamente, dependiendo de cómo lo hagas y lo que pida el público. Parece poco pero no lo es. Procura moverte del modo más sensual que sepas. A los 60 segundos se encenderá una luz roja ante ti, eso quiere decir que te quites el top, para quedarte con las tetas al aire. Medio minuto después se volverá a encender otra luz, esta azul, lo que quiere decir que te quites la falda para quedarte en bragas, que en tu caso es prácticamente desnuda. Por último se encenderá otra vez una luz roja, para que te quites las bragas. Caso de no hacer las cosas como te estoy indicando, aparecerá Z que las hará por ti. No es lo mejor, pero puede resultar más divertido y al público le gusta, y alarga el baile.

.- ¿Quién es Z?

.- Ya lo sabrás. Baila poniendo todo el picante que puedas, eso anima y gusta a los espectadores y te dará más puntos para ganar el concurso.

Pero si saber quién era Z ofrecía la natural curiosidad, agravada por lo que pudiera haber detrás del nombre y los objetivos que se le tuvieran asignados, lo realmente importante era tener que bailar desnuda, mostrando los colgantes y marcas que la “adornaban”, y que la harían aparecer como una puta. L pensaba en el modo de evitarlo, sin que se le ocurriera nada para conseguirlo, ni siquiera veía factible escapar de allí, si es que se hubiera atrevido a hacerlo. Ahora, hasta los organizadores la estarían controlando, estaba claro que se la quería en el concurso y siendo una de las ganadoras, lo que era fácil de comprender al ver a las demás participantes, ninguna de las cuales podía compararse con ella.

.- ¿Qué música prefieres para acompañar el baile?

.- Lenta.

.- Mejor. Te permitirá lucirte más. Si el público te pide algo, dáselo. Si te pide mucho es que no lo estás haciendo bien y eso supone pérdida de puntos. Tienes que bailar de forma que mantenga lo más callado posible a los espectadores, es el mejor modo de saber que aprecian lo que haces, o que digan que les gustas. Y si Z interviniera, haz lo que él te diga.

Pero L pensaba en quienes estarían presenciando ese espectáculo, solo la seguridad de que no habría nadie de los que iban a la fiesta, suponía una mínima distensión.

Escuchó un aplauso, enseguida apareció una chica desnuda. Llegaba corriendo, acalorada y con expresión de tensión que hubiera obtenido una relajación que la hacía sonreír. La mujer indicó a otra que saliera. Ahora era esta quien mostraba la tensión en su rostro. Estaba claro que no tenía mucha experiencia en esos trances. L escuchó como alguien la presentaba, después la música, sin más sonidos, al cabo unos aplausos y luego otros más. Regresó la chica, desnuda, mostrando una expresión parecida a la anterior, que evidenciaba que se sentía libre de un peso que poco antes la había oprimido. Otra chica ocuparía el lugar, y luego otra. A L le pareció que todo iba muy rápido. La siguiente saldría con expresión asustada, demostrando que no lo hacía ni con agrado ni con facilidad. Durante su tiempo L escuchó risas y aplausos más fuertes, sin saber lo que ocurría, L pensó en Z. La chica regresaría con expresión más asustada y tensa que cuando dejó la sala, no sonreía ni parecía que hubiera superado una prueba y eso la relajara. L la miraba, buscando en su rostro la explicación de lo ocurrido. Pasaron  varias chicas más, hasta quedar solo ella.

.- Hembra, ahora vas tú. – La mujer avisaba a L, que recibió la notificación con un estremecimiento. – Recuerda lo que te he dicho. Comienza a bailar, cuando se encienda la primera luz te quitas la parte superior, con la segunda la falda y por último las bragas. Cuando acabe la música, puedes retirarte. Ven. – La llevó hacia la puerta.

La última chica apareció. La mujer hizo que L recorriera los escasos metros que la separaban de una cortina que daba acceso al escenario.

.- Hembra, sal. Baila sin complejos y ponle picante. – L vacilaba, la mujer la empujó para hacerla andar.

.- Hazlo bien y no enfades a los jefes. No olvides a Z. – Otro empujón puso a L al otro lado de la cortina.

.- Y aquí tenemos a nuestra última concursante: Hembra. Y como pueden apreciar, es una gran hembra que estoy seguro nos va a deleitar con su baile. – L vio aproximarse a un hombre, que cogiéndola de la mano, hizo que se adelantara, mientras escuchaba un aplauso, el público estaba encantado al verla, esperando contemplarla desnuda. L no supo apreciar el aplauso, pendiente del hombre y de lo que iba a hacer. La música comenzó a sonar. – Puedes bailar. Escucho la voz del hombre y luego vio como este se alejaba, dejándola sola en el escenario. – L no veía nada, deslumbrada por la luz de las candilejas. Comenzó a bailar, haciéndolo con lentitud, sin ningún gesto de atrevimiento, contenida y asustada. Alguien gritó:

.- Pon más alegría.

Trató de bailar con más soltura, pero necesitaba hacerse a la situación.

.- ¡Anímate, así no vas a ganar!

Comprendió que debía bailar mejor, no podía perder y enfadar a P. Bailó mejor.

El tiempo se le hacía muy largo, mientras ella trataba de desgranar unos pasos de baile que a todas luces, no eran lo que el público deseaba presenciar. Comenzaron a surgir más voces que requerían unas muestras más generosas de baile y cuerpo. Pensó que estando vestida podía responder como se deseaba. Bailó contoneándose con más desparpajo, lo que gustó a los espectadores, que de inmediato lo hicieron saber con voces de aprobación y ánimo. Apareció la luz que indicaba que se debía quitar la tela que cubría sus tetas, no lo hizo, distraída y casi olvidada de esa obligación. De repente sonaron risas, no sabía cuál era la causa, después pensó en Z, se volvió, acercándose a ella a pequeños saltitos, un enano con una silla en la mano, esa presencia la desconcertó, casi paró de bailar. El enano dejó la silla al lado de L, saltó a ella y con una agilidad propia de un mono, cogió el cordel de la tela y tirando de él lo desanudo, retirándola de inmediato y dejando a L con las tetas al aire, recibiendo por ello un fuerte aplauso del público, que se incrementó cuando cogió las tetas de L desde atrás, haciendo que la joven tratara de quitárselas escapando del enano, pero lo que conseguiría sería que este, agarrado a las tetas y con las piernas colocadas alrededor de la cintura de L, quedara sobre esta que le llevaba encima. Ya sabía quién era Z y cuál era su función.

.- Sigue bailando Hembra. Todos te queremos ver. – Lo decía el enano, al tiempo que hacía girar la tela que había quitada a L como si fuera una bandera, y él permanecía sobre la joven, hasta que soltándose de ella cayó al suelo, yendo a por la silla y alejándose con ella en la mano.

L continuó su baile. Se sentía avergonzada, denigrada. Sabía que no era la única que hacía aquello, pero eso no la consolaba. De nuevo la idea de que pudieran verla algunos de sus conocidos la atenazaba, estuvo a punto de cubrirse las tetas con las manos, pero recordó al enano y se contuvo. Las tetas saltaban con cada movimiento un poco brusco o más rápido, había perdido la continuidad y no lograba recomponerla. De nuevo los presentes la recordaban lo que se esperaba de ella, trató de dárselo con un baile mejor. Se encendió otra luz, se estremeció al recordar lo que eso indicaba. Miró hacia atrás, allí, al borde la cortina, estaba Z, sonriente, esperando, casi parecía que deseando, volver a entrar. L continuó el baile. Tenía que quitarse la falda antes de que apareciera el enano para hacerlo, esta vez no tenía la silla, no la necesitaba para alcanzar la cintura de L, que se llevó las manos a la falda, lo que indicaba que se la iba a quitar, pero no lo hacía, aunque quisiera dar la impresión de ir a hacerlo. No tendría tiempo, el enano, haciendo gestos al público para que permaneciera callado, se acercó con rapidez a L, que notó como unas manos se aposentaban en su cintura y con la misma destreza y agilidad con que la privaran de la tela, la bajarían la cremallera de la falda casi al mismo tiempo que la desabotonaban, y después, tirando de ella, hicieron que cayera al suelo, de donde la recogió, sacándola de entre los pies, para lanzarla después hacia el fondo del escenario. L apenas había sido capaz de hacer un gesto de defensa, tímido y asustado, al quedar prácticamente desnuda y mostrando el colgante del coño y las marcas de nombre y números. Los aplausos del público premiaron la labor del enano, que cogió las mollas del culo de L, pellizcándolas con ambas manos, provocando la risa del público y haciendo saltar a L para evitar las manos de Z, pero este, se escabullía, saltando, hasta aparecer delante de la joven, para, esta vez, pellizcarla el coño, ante las risas de la gente, que le animaba a seguir.

.- Venga, baila, Hembra. Baila. – La animaba el enano sonriente.

Con el enano al lado resultaba más difícil recuperar la concentración para realizar el baile como se deseaba. Como si el enano se percatara de ello, se alejó hacia el fondo del escenario, L trató de bailar mejor, pero el público deseaba más y comenzó a pedirlo.

.- ¡Hembra, queremos verte mejor! ¡Muéstrate más!

L, añadió alguno de los gestos que sabía serían bien recibidos, con los que mantuvo calmados a los espectadores, pero pronto resultaron escasos, lo que supuso volver a surgir nuevas demandas.

Z se acercó de nuevo a L.

.- ¿Quieres que baile contigo? – Preguntó, dirigiéndose más al público que a L, y obteniendo la respuesta inmediata.

.- ¡Sí!

.- ¡Sí!

El público quería ver al enano bailar con L, y este inesperadamente, saltó sobre la joven, apoyando las manos en las caderas para encaramarse después hasta aferrarse a su cuello. El público aplaudió a rabiar.

.- ¡Bailad!

.- ¡Bailad!

.- Baila. – La dijo al oído el enano. Aturdida, L comenzó a bailar con Z encima. – Sostenme con las manos. Ponlas bajo mi culo. – Ella lo hizo. – Pero, baila. Tenemos que acabar. – Esa esperanza hizo que L regresara al baile. Con el enano subido a ella, de forma que su cuerpo impedía que L pudiera ver lo que tenía ante ella, continuó bailando durante unos segundos que a L se le hicieron muy largos, hasta que apareció la luz, ahora debería quitarse las bragas, pero al sostener al enano no podía hacerlo. Sería este, de nuevo, quien desprendiéndose de la joven, saltó al suelo, y con la habilidad que le caracterizaba, tiraría de los cordeles del tanga, bajándolo hasta los pies y sacándolo después, dejándola completamente desnuda, si es que se podía considerar que con aquel tanga no lo estaba.

.- Hazlo bien, ya no tienes nada que lo obstaculice. Si no, vuelvo de pareja. – Dijo, provocando la risa entre el público, y luego se alejó.

Otra vez L tenía que conseguir que el público se mantuviera sin presentar demandas. Se daba cuenta que estaba pidiendo muchas cosas, lo que indicaba que no lo hacía bien. De repente pensó en lo que sucedería si no lograba estar entre las 3 primeras. Comenzó a bailar mejor. Puso las manos sobre la cabeza contoneándose con más descaro. Notó como las conversaciones disminuían, supo que estaban más atentos a sus movimientos, era algo que ella conocía y hasta la animaba, incluso en el club y sabiendo lo que eso suponía, no la dejaba indiferente percibir el efecto que conseguía entre quienes contemplaban su baile. Ahora no iba a añadir las acciones que realizaba en el club, pero no era necesario, solo con exponer una pequeña muestra de su repertorio de gestos sería más que suficiente. Pero esos pensamientos la distraían de hacer lo que debía. Sería el enano quien se lo recordara apareciendo ante ella, luego, con total descaro, cogió a L de las manos, haciendo que bailara con él, llevándola de forma que la hiciera inclinarse para que mostrara mejor el culo, o el coño, esta vez colocándose detrás y empujando el culo hacia delante, al tiempo que tiraba de las manos de L hacia atrás, haciendo que se doblara también hacia atrás y separara las piernas dándola con las suyas por dentro, dejando a L mostrando el centro del cuerpo adelantado y a la vista de los espectadores, que reían y aplaudían al enano, después de ordenarla que siguiera bailando en esa postura descarada, se puso ante ella, como si quisiera ser el espectador de la muestra que hacía L de su cuerpo, pero no se conformaría con eso, se acercó a ella como si fuera su pareja, tenía la cabeza casi a la altura del centro del cuerpo de la joven, al cabo de unos momentos,  se pegó a ella abrazándola por el culo y con la cabeza buscando la entrepierna de la joven, que quiso reaccionar, provocando de nuevo las risas de los espectadores, mientras el enano no dejaba que le apartara de ella.

.- Hazlo bien o vuelvo. – Dijo, esta vez en voz solo audible por la joven. La dejó bailar sola.

Esta vez, L no dudó en hacerlo como debía. Comenzó a contonearse con una mezcla de descaro, embarazo y experiencia. Enseguida el público acalló sus risas y demandas, dejando que desarrollara su baile. L estaba casi olvidada de su desnudez, solo al pasar sus manos por las zonas de su cuerpo que debían estar cubiertas, se percataba de que no lo estaban, de que ella estaba mostrándose desnuda, que se acariciaba de forma impúdica, pero no quería el regreso del enano y debía ser elegida, siendo consciente que no había hecho nada para conseguirlo y ahora debía recuperar el terreno perdido. El enano había hecho que se mostrara inclinada hacia delante, mostrando el culo, y doblada hacia atrás ofreciendo el coño. Volvería a hacerlo, esta vez bailando, contoneándose con descaro. Se oyeron aplausos y silbidos, ella se animó con esas muestras de complacencia, quería ganar, no podía dejar de hacerlo, casi temía que acabara el tiempo y no hubiera conseguido recuperarse. Se acarició con más atrevimiento, pasando las manos por las tetas, como una stripper cualquiera, se volvió, ofreciendo el culo, para, siempre contoneándose, pasar las manos por las redondeces de las nalgas, luego se inclinó, separando un poco las piernas y pasando los dedos desde la parte alta de los muslos hasta las caderas, pasando por el centro de las nalgas. Se percataba que actuaba como una puta, pero quería ganar. Debería haber acabado su tiempo, pero la forma de mostrase hizo que se alargara su demostración, lo que ella aprovecharía para seguir ofreciendo una exhibición desvergonzada. No quería pensar en lo que estaban viendo en su cuerpo, solo en ganar, en ser elegida para pasar a la siguiente fase, agradecida a ese tiempo extra que se le concedía. Las manos volverían a convertirse en protagonistas, acariciando las tetas, el chulo, pasando entre las nalgas, atreviéndose a hacerlo sobre el sexo.

.- ¡Sigue, sigue!

.- ¡No pares!

.- ¡Más!

El público quería más y lo manifestaba. Con las voces, L recuperó la conciencia, como si quien manejaba los tiempos se hubiera percatado, la música cesó, devolviéndola a una realidad que durante unos momentos había quedado oculta por sus acciones. Se percató de lo que acababa de hacer, menos mal que el enano regresó, sacándola de la confusión que estaba creciendo en ella, ahora el enano la aturdía, la cogió de las manos, manteniéndola con él, sin permitir que dejara el escenario. Luego la soltó una mano, colocándose a su lado y haciendo una reverencia al público, pidió a L que también la realizara. L quería dejar el escenario cuanto antes, pero el enano la mantenía cogida sin dejar que se moviera, mientras el público aplaudía y el enano saludaba, obligando a L a imitarle, realizando, avergonzada y tensa, la reverencia de siempre. Cuando pensaba que podría escapar, apareció el presentador, la cogió por la cintura.

.- Ahora vamos a conocer a las ganadoras. Si os parece bien, y ya que tenemos aquí a esta deliciosa hembra, voy a decirla que se quede, para ayudarme y al tiempo daros una oportunidad más de contemplarla. – Estaba claro que se quería que L permaneciera en el escenario, ofreciendo a los espectadores un espectáculo que sin duda era muy bien recibido, y un magnífico estímulo para que atraerles a las siguientes fases del concurso.

El enano permanecía al otro lado de L, siempre cogiéndola de la mano, mientras L no podía hacer nada para cubrirse, ni siquiera sabía dónde estaba su ropa, solo el tanga estaba a su vista, pero en poder del enano, que no parecía dispuesto a cederlo.

El presentador dijo los nombres de las tres finalistas, entre las que estaba L, que fue la más aplaudida. Las otras dos subieron al escenario, ya vestidas, quedando junto a L, que completamente desnuda, sentía todas las miradas sobre ella. Aunque la más aplaudida, solo obtuvo el tercer puesto. Ella hubiera querido no ser elegida, pero tenía que serlo, se había esforzado para serlo. Al pensar en cómo lo había conseguido la sangre fluyó a su rostro, y ahí continuaba, desnuda, ante quienes habían contemplado sus muestras desvergonzadas, impúdicas. Quería irse, desaparecer, a pesar de ello, al recibir la notificación no pudo evitar una reacción de satisfacción, que se incrementaba al saber que aplacaba a Pol, evitando una reacción desabrida de este.