L 17

Riky busca a L en la empresa

17  Riky busca a L en la empresa

.- ¡Hola pendón!

La voz sobresaltó a L, que, nerviosa y asustada, levantó la mirada desde el papel que quería leer pero en el que no lograba concentrarse, hasta la puerta que se había abierto sin que nadie hubiera llamado, pero no era extraño que eso sucediera en los últimos tiempos, en los que cada vez eran menos y menos importantes quienes aparecían por el despacho, y menos propensos a llamar antes de entrar, y en muchas ocasiones solo llegaban atraídos por la curiosidad de verla con los aditamentos que la engalanaban.

Allí estaba Riky, sonriendo descarado. Por un momento, L se relajó un poco, era ese caradura y actuaba con la falta de educación que le caracterizaba, pero la referencia no pasó sin hacer efecto en ella. Esos días representaban para la joven una situación tan degradante como peligrosa. Sin poder evitarlo, se preguntó si Riky conocería su relación con el club.

.- Riky, al menos compórtate en la empresa.

Él caminó hacia la mesa, L se percató que miraba a la anilla, estuvo tentada de ocultarla, pero era un intento vano, aunque trataría de que no pudiera leer lo grabado en ella, colocándose ladeada y con el codo apoyado sobre la mesa y la mano entre la boca y la nariz.

.- Vaya, tenemos novedades. ¿Quién te lo ha puesto?

La pregunta surgía casi incontrolada, dando la sensación de ser lo que más importara al joven, e hizo que L se aguantara una sonrisa satisfecha, primero por el interés que demostraba, que excedía a la mera curiosidad, después pensando que lo que veía no le gustaba porque le hacía presentir que había alguien que podía hacerla llevar ese tipo de accesorios, y eso representaba la más que probable existencia de un rival y no pequeño, pues si podía ponerla ese colgante significaba que tenía suficiente poder sobre ella. Pero también dejaba patente que no pensaba que fuera su primo, lo que añadía otra faceta de no menor importancia para Riky, no sabía con quien se tenía que enfrentar. Y, finalmente y no era lo menos señalado para L, no parecía que Riky estableciera ninguna relación entre la anilla y el club, con lo que la mención, que la había alterado, no se correspondería a una referencia al club, ni a lo que en él hacía. Quiso mostrar seguridad en sí misma y firmeza en rechazar el comentario, y con él, al comentarista.

.- A ti qué te importa.

Él se había acercado a ver que ponía. Ella quería que  se quedara con las ganas de conocer lo que decía. Echó la silla hacia el lado contrario al que estaba Riky alejándose de él y manteniendo el codo izquierdo en la mesa y la mano tapando lo más posible la anilla, el brazo derecho lo había apoyado en el antebrazo del izquierdo, cruzándolo ante el pecho. Con ello, no solo evitaba que viera la palabra, también ocultaba mejor tanto la cintura desnuda como los pezones.

.- ¿Qué pone?

.- A ti que te importa. – Volvió a repetir, con mayor firmeza.

.- Esas no son cosas de mi primo. Y no creo que le gusten. – Estaba claro que a quien no gustaban era al propio Riky.

.- Eso no es cosa tuya. Y él lo conoce perfectamente. – Quiso crear la duda sobre si era cosa de su primo, en contra de lo que Riky había dicho, al tiempo que concedía a Martin la importancia que el otro parecía restarle.

.- Es cierto. Eso son cosas de putas, como la forma en que vas vestida y pintada. – Lo dijo con cierta rabia, que volvió a gustar a L, a pesar de que la mención no la dejaba tranquila.

.- ¿Quieres que te eche de aquí?

.- Ni quiero, ni puedes.

.- ¿Ah, no?

.- No.- Y como si quisiera demostrar que estaba seguro de lo que decía, se sentó en un confidente, poniendo los pies encima de la mesa. – A pesar de los intentos de L por aparecer dueña de la situación, él sentía que la joven no podía dejar de estar afectada por el modo en que se mostraba, y él actuaba conforme le decía su instinto y experiencia. Había ido a por ella y quería conseguirla, para lo cual no podía mostrar debilidad ante su presa.

.- ¡Quita los pies de la mesa!

.- ¡Deja de dar la lata, putón! – Ahora, el joven se mostraba más firme y combativo.

.- Quien tiene que dejar de dar la lata eres tú. ¿O has venido a eso?

.- He venido a darte por culo, te lo tengo avisado.

.- Riky, que sea amiga de tu hermana... – Él cortó a la joven, ya más seguro del suelo que pisaba. L no parecía con ganas de plantar cara.

.- Esto no tiene nada que ver con mi hermana, es algo entre tu culo y mi polla. Pero si queréis un trío…, las dos sois suficientemente putas.

L no comprendía como el joven podía hablar de su hermana de la forma en que lo hacía, pero parecía claro que conocía que su hermana tenía sus líos, y alguno con algún amigo del propio Riky, quizás fuera eso lo que le molestara. L pensó que no debía resultar grato saber que alguien próximo se estaba cepillando a tu hermana.

.- Ni queremos un trío, ni tu polla va a catar lo que quiere.

.- No pienses, ni por un momento, que me vas a dejar como el otro día. Puedes portarte bien y obtener tu recompensa, o mal y quedarte caliente y con las ganas.

.- Quien se va  a quedar con las ganas eres tú. Y márchate. – L hablaba con firmeza, pero no parecía impresionar al joven, que se percataba de la ausencia de convicción en el rechazo que recibía, y aunque no supiera la causa de esa debilidad, no dejaba de creer que la joven no era inmune a sus atractivos; como fuera, sabía que tenía que aprovecharse de ello. Ya no pensaba en quien pusiera la argolla a L, sintiendo que no representaba un verdadero peligro para sus pretensiones, la joven no parecía interesada por otro.

.- Me marcharé contigo, a tu casa mejor que a la mía. Ya sabes, en la mía siempre hay fisgones. Pero tampoco me importa que vayamos a la mía y si está tu amiga, puede ver cómo te la meto por el culo.

.- No comprendo cómo puedes decir esas barbaridades.

.- Que a ti te encantaría que te hiciera, ¿verdad zorra?

.- No te voy  tolerar que vuelvas a emplear esas expresiones.

.- ¿Y qué vas a hacer, zorra?

Seguía mostrando una seguridad que coartaba la posible respuesta de L, que no sabía qué hacer para evitar que continuara hablando de ese modo. Ella, crispada y queriendo dar una muestra de determinación, se incorporó un poco y echándose hacia adelante quiso empujar los pies de Riky para quitarlos de la mesa.

Riky alargó la mano cogiendo a L por la muñeca, ella tiró instintivamente para desasirse pero sin conseguirlo, al revés, el joven tiraría a su vez de ella, haciendo que se inclinara sobre la mesa. Entonces L se dio cuenta del error que había cometido.

.- ¡Suéltame!

Lo decía rabiosa por la postura y más aún porque esta permitiera a Riky contemplar lo que antes ella había querido ocultar. En lugar de soltarla tiró del brazo para atraerla más hacia él, luego la miró mientras L trataba de soltarse.

.- De manera que Hembra, debería haberte puesto otra cosa, no es muy original, pero es cierto, eres una buena hembra. No comprendo cómo puedes hacer esa comedia fingiendo que te desagrada que te den unos buenos pollazos. Acaso no sabes que es lo que te corresponde. Estás hecha para eso, y cada día que pasa sin que te llenen de pollas es un día en el que no has cumplido con la misión que tienes encomendada…, Hembra…, tampoco está tan mal…, es para lo que mejor sirves. Y hoy quiero ser yo quien te haga cumplir con tus deberes.

.- Tú no vas a hacer nada. ¡Capullo! Si algo me desagrada son los malos modos y la falta de educación. ¡Suéltame!

L trataba de soltarse, demostrando por primera vez un enfado que podía traer consecuencias, pero lo único que consiguió fue que él tirase con más fuerza, molesto por el término que había usado L, y percatándose de que tenía que impedir que L continuara respondiendo. Apretando más la muñeca que tenía cogida y tirando de ella, hizo que L tuviera que irse aún más hacia delante.

.- Estás muy bien así. Y no me vengas con pamplinas, lo que de verdad te desagrada es que te dejen a dos velas, por muy buenos modos que se empleen contigo. Eres una buena zorra. – Ella tiró con de la mano varias veces intentando escaparse, de nuevo sin conseguirlo. La postura en la que Riky la mantenía resultaba humillante, incómoda y la ofrecía como ella no quería.

.- ¡Suéltame! ¡Me haces daño! – Protestaba con rabia, sin conseguir que Riky hiciera caso. Él quería que supiera que no iba a hacer lo que quisiera, y tenerla en una postura incómoda y sometida le gustaba.

L había tenido que incorporarse y dejar de estar sentada, obligada por el chico que tiraba del brazo hasta hacerla aproximarse a él, que había vuelto a apoyarse en el respaldo de su asiento con los pies encima de la mesa, mientras L tenía que permanecer con el torso inclinado hacia la mesa, medio tumbada sobre ella, cogida por la muñeca derecha y apoyada en el codo izquierdo, lo que hacía que las tetas cayeran hacia la vertical, y al perder parte del apoyo del sostén, al ser este de solo un cuarto de copa, quedaran prácticamente sueltas sobre una camiseta muy ceñida en la que se patentizaban descaradamente tetas y pezones. Ella lo notó, lo que hizo que se enfureciera más. Por un momento quiso responder, intentó coger el teléfono con la mano libre, aún sabiendo que en la postura en que estaba no llegaría a él, más para asustar al chico que para pedir ayuda. Riky respondió de inmediato con otro tirón que hizo que L cayera sobre la mesa.

.- ¡Suéltame de una vez! – Cada vez se sentía más humillada por ese crio que empleaba la fuerza para controlarla.

.- ¿Qué intentas hacer, zorra? Pensaba que tenías algo en la cabeza, pero ahora va a resultar que eres otra cabeza hueca, y que solo piensas con el coño y como éste está falto de riego porque no recibe la ración de pollazos que necesita, está sin capacidad de respuesta. ¿No te das cuenta que si me da la gana te organizo un buen jaleo en la empresa?

.- ¿Y qué jaleo vas a empezar? – Lo quiso decir con la firmeza de un reto pero salió con la falta de vigor de una pregunta.

.- El que quiera. Motivos sobran con una puta.

Era una amenaza que unos días antes hubiera provocado que L le hubiera echado del despacho, pero que entonces actuaba surtiendo los efectos que el joven deseaba.

.- Eres... eres..., pero, ¿por qué haces esto?

.- Porque me gusta tu culo, ya te lo he dicho, así que mejor es que te avengas a ponerlo y dejarme disfrutar de él, te recompensaré. Ya verás como quieres volver a ofrecérmelo.

.- ¿No te das cuenta que las cosas no se consiguen así? – Ahora le hablaba casi maternalmente, buscando en esa fórmula la excusa para no actuar, no responder como debiera.

.- Con las putas, sí.

.- ¡Suéltame!

Dio otro tirón, sintiendo la mano del chico apretando su muñeca y sabiendo que no conseguiría desprenderse, pero sería la forma de apoyar el otro brazo sobre la mesa, delante de las tetas y de ese modo taparlas a la vista de Riky, que bajó los pies de la mesa, sin dejar de sujetar con firmeza a la joven, a quien tenía con el rostro cerca del suyo, demostrando que estaba seguro de que podía hacer lo que hacía, lo que favorecía la falta de resolución de L, mientras que a esta le sucedía todo lo contrario, la reiteración de esas formas, repitiendo que era una puta, comenzaba a hacer mella en ella, cada vez más nerviosa de que pudiera haber algo detrás de ese modo de llamarla, vacilante en lo que debía hacer. Él la miraba, fijándose en las tetas. Como si eso le hubiera motivado, actúa decidiendo.

.- Bueno, basta de cháchara, vamos. ¿Dónde prefieres, a tu casa o a la mía?

.- ¿No sabes que en el trabajo hay que cumplir unos horarios?

.- Ya es hora de salir, y prefiero no encontrar a la masa. – Era un motivo que actuaba aún más sobre L. Riky se levantó, siempre manteniendo a L cogida, lo que hacía que ella tuviera que hacerlo  mostrándose aún más, al no poder ocultar su estado y tener la camiseta demasiado elevada, lo que mostraba buena parte de la tripa y el pecho hasta casi debajo de las tetas. L tiró de la tela hacia abajo.

.- ¿Me quieres soltar?

Él la llevó hacia donde estaba, tirando de ella, manteniéndola sujeta y haciendo que elevara el brazo, como una señal del dominio sobre ella, luego la soltó. Ella pareció dudar, se frotaba la muñeca, luego se volvió para colocarse bien el sostén, al tiempo que hacía que buscaba algo, cogió la bolsa que utilizaba y una carpeta con papeles que tenía preparada para un apuro, y ahora lo tenía. No quería hablar, y no quería ceder ante Riky y estaba comenzando a hacerlo.

.- Vamos, puta.

.- ¡No vuelvas a decir eso!

.- Si me gusta que lo seas y aprovecharme de ello.

.- No te vas a aprovechar de nada. – Pero se daba cuenta que estaba cediendo al chico y preparándose para salir con él.

.- Claro que no. Te voy a pagar en especie. Eso te va a gustar más que el vil metal.

Tener que salir con Riky y por imposición de este tenía a L rabiando, trataba de evitarlo retrasándolo, pero tampoco quería arriesgarse a hacerlo cuando salieran los empleados. Salir con él era aceptar obedecerle y dar la impresión de aceptar lo que quería, y no podía hacerlo, esperaba escapar de ello una vez fuera de la oficina y alejada del riesgo de que pudiera organizar lo que amenazaba.

Por un momento se quedó quieta, pensando en qué era mejor hacer y temiendo lo que él hiciera. Se decidió, dirigiéndose a la puerta, llevando a Riky detrás, que la miraba con una expresión donde había más rabia que deseo. No le gustaba verla vestida del modo en que iba, comprendiendo que para que fuera de esa forma tenía que haber un motivo e importante, lo que le enfurecía y convertía en más colérico y peligroso. L llevaba los papeles simplemente para no mantener los brazos en la postura obligada.

.- ¿No te pones nada?

.- Lo tengo en el coche.

Él pensó que no debería ir tal y como lo hacía. No comprendía que fuera mostrándose de un modo tan poco apropiado y menos en su empresa. Instintivamente pensó en la causa y en lo que significaba. Si fuera una puta lo sería elegante. Esas pintas no correspondían a la joven, ni a sus compañías, ni a su status profesional, lo que indicaba que había algo más y él quería enterarse. Y tirarse a una puta no tenía ningún mérito.

.- Dame los papeles.

.- Prefiero llevarlos yo.

.- Y yo prefiero que nada dificulte menear tu puto culo. ¡Dámelos!

L no quería entregarlos, de hacerlo estaba obligada a mantener la postura de las manos.

.- ¡Déjame en paz!

De nuevo respondía con firmeza, pero eso no amainó al chico, antes al contrario, quiso que la joven se enterara, de una vez por todas, de que era él quien mandaba y a quien debía obedecer. Estaba cabreado por la muestra que L efectuaba y lo iba a poner de manifiesto. Lanzó la mano con virulencia sobre el culo de L, cayendo sobre él con un sonoro golpe, con el que paliaba en algo la furia que le embargaba.

.- ¡Ah! – L saltó hacia delante, primero confusa, después alterada y rabiosa, finalmente asustada. Salió del despacho, casi huyendo de él, por un momento dispuesta a responder, superando sus temores, pero R se adelantaría.

.- ¡Te he dicho que me des los papeles! – Hablaba con voz más  elevada.

Ya los cogía. Ella tiró de ellos pero él tiró con más fuerza, al tiempo que volvió a descargar otro azote fuerte y sonoro, que cogió a la joven por sorpresa haciendo que volviera a dejar escapar un grito. Esta vez la única reacción que tuvo L sería de susto y perturbación porque pudiera ser visto u oído lo que estaba sucediendo. No mantuvo el pulso y cedió, para evitar que Riky repitiera demandas u actos como los que acababa de realizar.

.- Pasa delante que te vea. Vas a enseñarme el culo.

.- Eso es lo que a ti te gustaría. – Ella se echó a un lado esperando que él pasara.

.- ¡Sigue, zorra! – Mantenía el tono de voz, ahora en el pasillo, al haberse percatado que eso hacía efecto en la joven, y así era, y ella, aún más asustada comenzó a andar despacio, al lado de la pared, no queriendo separarse de él.

ZAS

.- ¡Ah! – La queja salió controlada. Había recibido otro azote y tenía que evitar que se escuchara su grito. Anduvo más deprisa, ya queriendo salir de allí cuanto antes, y temerosa de que él volviera a azotarla.

Quiso pasar sobre lo que acababa de suceder, intentando recuperar una cierta normalidad, evitando quedar sometida, al tiempo que trataba de dirigir la atención hacia algo diferente a la postura que debía componer con manos y brazos. Al ir pegada a la pared podía disimular un poco. Pensaba en no respetar esa obligación, pero no quería arriesgarse a que alguien pudiera verlo y llegara a conocimiento de la señorita. No quería ser castigada.

.- Lo que me va a gustar es darte de pollazos en él.

.- Haz el favor de no hablar así, te pueden oír.

Ya no protestaba de lo que decía sino de que fuera escuchado. Estaba claro que la importaba más eso que el modo en que él la trataba, lo que no pasó desapercibido para el joven, viendo en ello un arma excelente para controlarla. Ella se percató que iba meneando el culo en exceso y trató de controlarse.

.- Menea ese culo de zorra. – Escuchó tras suya, avivó el paso sin hacer caso de las palabras de Riky, al revés trató de controlar más un contoneo que ya salía espontáneo y demasiado descomedido. – ¿No has oído, zorra? – Ahora la voz fue más firme y alta. Haciendo estremecer a L, asustada de que alguien pudiera escucharlo, temía que R pudiera convertir en un hecho la amenaza de organizar un escándalo. Para evitar otra demanda de ese estilo, se contoneó con desahogo.

.- ¡Más, zorra!

No podía ser, debía haberlo escuchado el conserje que estaba cercano al ascensor, L se puso como un pimiento, ese muchacho, no solo no tenía vergüenza, sino que se portaba con total carencia de respeto y comedimiento. L amplió el contoneo del culo, con lo que la falda también ampliaba su rotación sobre las caderas, elevándose más de lo prudente y dejando más patente la parte superior de los muslos. L, comprendía que no debía estar haciendo lo que hacía, que con ello envalentonaba más al joven y demostraba su falta de fuerzas para oponerse, pero no se atrevía a realizar nada que pudiera suponer un escándalo en la empresa, esperando a estar fuera para escapar de él.

.- Si no recibes pollazos en él por lo menos nos daremos ambos el gusto de unos buenos azotes. Son las dos cosas mejores para tu culo.

Hablaba con toda naturalidad y sin el más mínimo intento de cautela o disimulo, consciente del efecto que eso hacía sobre L. Pero, sobre todo, había en sus palabras la muestra de una forma de comportarse casi del chulo con su puta, y con la puta que le hubiera despechado, que hubiera dado motivos para escarmentarla.

Ella, que ya había notado lo que suponía la mano de él en su culo, en que la tela tenue de la falda apenas era un estorbo entre la carne del culo y la mano que lo alcanzaba, supo que él también percibía y apreciaba el contacto y deseaba repetirlo. Y el calor que desprendían las nalgas azotadas actuaba como un acicate a recibir más toques, incluso si fueran azotes. Pero tenía que oponerse y evitar que se repitieran.

Y el chico, incapaz de contenerse, alcanzaría el culo de L con la mano para acariciarlo sobre la falda, ella dio un bote hacia adelante huyendo de la mano, pero esta, que perdió el contacto durante un momento, de inmediato siguió al culo al que alcanzó de nuevo.

.- ¡Quieta, zorra! – De nuevo la voz dominante y fuerte, que asustaba a L mucho más que la mano en su culo. Anduvo normal, dejando que la mano se paseara por el culo, lo hacía con una mezcla de suavidad y ansiedad y, sobre todo, con dominio, palpando como si quisiera sopesar la carne, comprobar su turgencia. Llegaban al final del pasillo y la zona de ascensores. Ella llevó su mano a la de él tratando que la retirara, pero él la mantenía. No podía ser, el conserje estaría allí.

.- Por favor, está el conserje. – De nuevo dejaba patente que lo que más la preocupaba era que la vieran de ese modo. Y a él no le importaba nada que le vieran tocándola el culo. Al llegar al límite, ella se detuvo, no quería pasar con la mano de él en su culo. Para total confusión de la joven, al detenerse él paso la mano por debajo de la falda alcanzando el culo desnudo. - ¡Ah!

.- Así está mucho mejor, ¿verdad?

Por una vez ella escapó sin tener en cuenta las reacciones de él, y por una vez tuvo suerte, el conserje no estaba. Llegó hasta el ascensor, dio al botón de llamada, no miraba a Riky, que parado a su lado parecía ajeno a lo que tenía que estar pasando L. Bajaron, al salir, Riky dejó que pasara recibiendo una mirada gélida de L.

.- Pasa y no olvides el culo. Que no tenga que llamarte la atención delante de alguien que pueda conocer tu mal comportamiento. – Encima se burlaba, pero L temía que fuera capaz de decir una inconveniencia ante terceros.

No queriendo recibir otro aviso, L se dirigió hacia la salida al garaje contoneándose con descaro, muy probablemente tendrían que pasar por delante del conserje. Efectivamente, al llegar a la puerta se encontraron con él, que se aproximaba, posiblemente para saber quien llegaba, avisado por el timbre del ascensor. L tenía que pasar ante él y después ante un par de conductores, que charlaban a la espera de sus jefes. No llevaba nada que cubriera la muestra que realizaba y que el contoneo descarado incrementaba, haciendo que apareciera como desenfadada, como una buscona, pero no se atrevía a contener el bamboleo, temerosa de que R dijera algo que la colocara aún en peor lugar. R saludó con simpatía, para seguir tras ella, que lo había hecho con voz apagada y tratando de pasar rápidamente. Escuchaba el taconeo sobre las losetas del suelo, que incrementaba la imagen de desahogo que ofrecía. Sabía que tendría la mirada de los 3 hombres en su culo. Llegaron al coche, fue a montarse.

.- No, vamos en el mío, está allí. – Señaló la otra zona. L le miró con odio. – Olvida esas caras, no acabes enfadándome. Pasa delante.

.- Voy a coger algo para ponerme.

Él no dijo nada y ella recogió esa especie de camisa que le servía para cubrirse y se la puso, luego aceleró el paso. Fue hacia la zona, tendría que pasar otra vez ante el conserje y los conductores, que miraban sin ningún disimulo.

  • ¡Anda bien, golfa! – Esta vez el aviso llegó con una entonación diferente, que hizo comprender a L que el muchacho se estaba cabreando, instintivamente respondió aminorando el paso y contoneándose sin comedimiento.

“Lo habrán oído. Hemos pasado muy cerca.”

“Pensarán que soy una zorra.” – Pero no se atrevía a poner a Riky en el disparadero y obligarle a decir alguna inconveniencia que pudieran escuchar los empleados. Pasaron ante ellos, L sin atreverse a mirarlos, con Riky a su lado, un poco retrasado, volviendo a saludar y dejando la impresión de dominar la situación, que era lo mismo que dominarla a ella, que en cambio debía estar dando la imagen de esa golfa que quería evitar.

.- ¿Qué coche es?

.- El VW.

Cuando subieron al coche, ella, trató de colocar la falda pero era demasiado corta para que cubriera adecuadamente los muslos, que quedaron al descubierto casi hasta la entrepierna, ella quiso arreglarse, lo único que podía hacer era meter la falda lo mejor posible entre los muslos y cerrar estos, pero tenía que hacerlo con él al lado que se fijaría en ello, esperó a que estuviera conduciendo, no quería ni bajar los ojos hacia la falda, para no indicar lo que la preocupaba.

L se sentía humillada y vencida por ese jovencito, que se comportaba como si fuera su chulo, él se volvió hacia L, la cogió la barbilla con la mano, obligándola a girar la cabeza y mirarle.

.- Zorra, vas a acabar con cualquier clase de gesto que exprese disconformidad o mal humor, si lo tienes te aguantas, y te muestras sonriente y dichosa, sabiendo que vas a recibir una ración de pollazos como pocas veces te darán, que no te mereces, y gracias a mi generosidad. ¿Entendido, zorra? ¡Sonríe, de una puta vez! – Gritó en el coche, haciendo estremecerse a L, cada vez más asustada de que los hombres oyeran a Riky, a pesar de tener los cristales subidos.

.- Por favor, R, te ruego que no digas esas cosas.

Y él se comportaba como ese chulo que ella veía en él, y ella como la puta temerosa de enfadarle y recibir una paliza.

.- Pues compórtate como debes y no me calientes. Si quieres calentarme, hazme una buena mamada.

.- Anda, conduce. – Fue lo único que se atrevió a decir.

.- ¿No has oído que quiero verte sonreír?

Entonces bajó la mirada hacia la palanca de cambios, encontrando los muslos casi desnudos de L, sonrió, la miró, ella no pudo evitar sonrojarse, perturbada y rabiosa por tener esa reacción y odiándole a él por provocarla, fue a arreglarse, pero él la cogió la mano, impidiéndoselo.

.- Las manos quietas, que luego van al pan. – Con la misma chulería de sus palabras, retiró la mano de L de su falda, ella se dejó hacer, cada vez más humillada, mientras él iniciaba la marcha. Después puso la mano sobre el muslo de L, que, completamente rendida, no hizo nada para retirarlo. La mano apretó la carne y comenzó a moverse hacia arriba, lo que crispó más a L, que tratando de disimular su perturbación, quiso parar el avance.

.- Espera un poco. Conduce. – Era la manifestación de la rendición.

Él retiró la mano para cambiar de velocidad.

.- Y ahora cuéntame cosas sobre tu trabajo, dime lo que has hecho hoy.

L, asustada, comenzó a hablar, aunque lo que quería fuera pensar en el modo de quitarse a Riky de encima, ahora estaba fuera de la oficina y ya no tenía por qué temer que hiciera algo que la pusiera en evidencia, pero tenía que pensar en qué contarle. Fue hablando todo el camino, él hacía alguna pregunta. L se sentía humillada, pero la charla la fue distendiendo un poco, pero el recuerdo de las marcas que lleva en el cuerpo, la devolvieron a una realidad que tenía que ocultar. Si podía dejar que Riky hiciera lo que pretendía, incluso con el deseo de verificar que esos vaticinios que hacía sobre lo que podía esperar de él respondieran a lo que decía, lo que no podía era permitir que el joven viera las marcas de su condición y número, por lo que tenía que evitar que la viera desnuda. L conocía de sobra que Riky hablaría de ello, y además añadiría sus conclusiones, si ya se refería a ella de esas formas tan poco agradables, si le diera pie mostrando las marcas que llevaba, no habría quien evitara que lo contara y que añadiera que era una puta, “como he dicho siempre”, y que lo dijera en su propia casa, ahí para fastidiar a su hermana, seguro que añadiendo, “como tú, sois tal para cual” “seguro que tú llevas marcado el 74 en el coño”. Tenía que evitar cualquier relación carnal con él.

“Ya estoy tolerando demasiado, seguro que está pensando que soy esa puta a la que se refiere. No puedo acostarme con él. No lo voy a hacer, en cuanto pare me escapo.”

Pero, los temores de L se verían incrementados cuando, después de hablar un rato de su trabajo, R preguntó:

.- Ahora cuéntame algo más interesante…, más jugoso. Esas otras cosas que haces.

.- ¿Qué…? ¿A qué te refieres? – L volvía a asustarse.

.- ¿A qué va ser? A tus puterios.

.- ¡Riky! – Pero la insistencia hacía efecto.

.- Ya me dirás de qué hablan las putas.

.- Por favor, no sigas con esas bobadas.

.- Lo serán para ti, a mí me cuestan un riñón cada vez que quiero una de esas bobadas. Venga cuéntame algo sabroso. Tendrás alguna anécdota jugosa. – Parecía divertido. L dudaba que supiera, o quería dudar. Parecía demasiado desenfadado para estar hablando en serio. Ella quiso volver a negar e insistir en que no debía hacer ese tipo de referencias.

.- Riky, lo poco agrada y lo mucho enfada. Ya está bien de tanta insistencia. No tengo nada que contarte. Ninguna anécdota, ni jugosa ni no jugosa.

.- Pues yo pensaba que eras divertida, o podías serlo, y que contigo se podía pasar un buen rato y no solo por echarte unos polvos. Y sigo pensándolo. Lo que quieres es disimular y dármela con queso. Y no tienes por qué. Me gustas puta. Me gustan las putas, profesionales o amateurs. Si fuera mujer sería puta, aunque amateur, no me gusta crearme obligaciones y menos laborales, aunque suponga menos ingresos. No puedo decirte más, así que, como verás puedes evitarte disimulos, no te voy a hacer de menos porque te guste el puteo y lo practiques. Podemos hablar de ello sin tapujos. Yo también te puedo contar mis anécdotas con vosotras, las putas. Pero creo que tú tendrás más y más sabrosas.

.- Pues, no, Riky, no tengo más.

.- Me estás cabreando con tu insistencia en mantener tus falsedades. – Había hablado cambiando completamente el tono, ahora cabreado, lo que asustó a L, que comenzaba a pensar en inventarse algo que contarle, pero no podía hacerlo. Esas cosas no se cuentan, solo lo hacen las putas,

.- R, por favor... – L estaba aturdida y asustada. – Pero..., ¿por qué dices eso? – Preguntaba cada vez más temerosa de que pudiera conocer algo.

.- No soy Martin. A ese le puedes engatusar, pero te advierto, cuando se dé cuenta se convertirá en un mal enemigo. Yo solo te putearé y de paso, si lo haces bien, también obtendrás tu parte. Pero, te advierto que yo también puedo ser peligroso, aunque solo sea para putearte.

.- ¿Por qué dices eso de Martin? – Ella quería conocer más, aunque, ya alterada y confusa, por lo que pudiera saber Riky, no podía evitar la curiosidad, la necesidad de conocer, y tenía que hacerlo de forma indirecta, por eso se interesó por la reacción de Martin y no fue directamente al origen de los comentarios de Riky.

.- No pienses que te vaya a perdonar que le dejes en evidencia delante de sus amigos.

.- No pienso hacerlo.

.- Si es que lo puedes evitar.

L comenzaba a estar segura de que R conocía algo. A su cabeza acudían las imágenes de lo que estaba haciendo en el club. Pensó en que R conocería que iba al club, y de ahí deduciría... Comprendía que su permanencia en aquel lugar supondría un grave conflicto si fuera conocido, y más si se supiera lo que sucedía en él. Ahora volvía a repetirse que tenía que dejar de acudir a él cuanto antes.

Pero no creía que Riky pudiera ir al club. Quizás alguna vez invitado por alguien. El no podía ser socio. No podría pagarlo, ni era cosa de chicos de su edad. Y, ¿quién iba a comentarle que la había visto allí? Antes se lo dirían a Martin. No, no era nada probable que supiera lo que sucedía en el club. Pero, los comentarios que realizaba hacían suponer que algo conocía.

.- Riky, no tengo nada que evitar. – Lo dijo muy seria, por primera vez ofreciendo una imagen de cierta seguridad, precisamente para intentar destruir lo que él supusiera, pero si conociera el lugar sería imposible convencerle de que su conducta en él no era la de sus chicas.

.- Encima chula. La verdad es que te mereces una buena bofetada, supongo que será lo único que te haga comportarte como debes, y desde luego ponerte en tu sitio. Porque comportarte como debes…

.- Espero que no andes diciendo estas cosas… - Ella quería controlar lo que R dijera.

.- Ya quieres matar al mensajero.

.- R, esas cosas pueden hacer mucho daño.

.- Espero que esto signifique que vas entrando en razón.

.- Siempre he sido razonable.

.- Pues muchas veces lo has disimulado muy bien.

.- Lo único que te pido es que no andes haciendo ese tipo de comentarios.

.- Si tú no me obligas, pero si no obedeces lo que te mande, tendré que ponerte en tu sitio, y si es preciso hacerlo ante los demás no pienses que eso va a evitar que lo haga. Posiblemente no te venga nada mal. – Él se crecía en la medida que veía como ella se amilanaba ante sus amenazas.

.- Pues haz el favor de no hablar como lo haces.

.- Todo dependerá de ti y de cómo te portes.

Ella no dijo nada, lo que equivalía a asentir, y eso era como patentizar su debilidad, quizás la dificultad de desmentir lo que él decía. R se daba cuenta de la frágil postura de L, lo que afianzaba la suya, cada vez más firme. Él, como si quisiera manifestar su posición de fuerza y al tiempo probar la de L, llevó otra vez la mano derecha al muslo de ella, cerca de la entrepierna, ella supo que sería esta el objetivo, L tuvo un movimiento de defensa de cerrar las piernas, que contuvo. No quería irritarle, pero se daba cuenta que no debía dejar que continuara, sin mostrarse combativa trató de evitar que alcanzara su objetivo.

.- Por favor. – Al tiempo llevó su mano a la de él para separarla de su sexo. Él se volvió a mirarla.

.- L, voy a darte por el culo, y eso implica que te voy a ver en pelotas y a usarte como me venga en gana. – Lo decía con una seriedad que no había manifestado antes. L temió que lo hiciera, que ella no fuera capaz de escaparse. Ahora tenía que oponerse o acceder, y se sentía sin fuerzas para rechazar al joven. Seguía cogiéndole la mano, pero sin forzarla a retirarse. L no comprendía por qué no salía del coche en el primer semáforo en que parase y escapaba de él.

Riky haría un movimiento con la mano que indicaba su pretensión de desprenderse de la mano que sujetaba la suya, L se percató, podía no soltar la mano, pero la soltaría, al quedar libre él la llevaría hacia el sexo de la joven, sin que ella hiciera nada más para impedirlo, dejando que él alcanzara su sexo, ella sabía lo que iba a encontrar y lo que eso diría de ella. Llevaba el tanga sin entrepierna, por lo que la mano que avanzaba entre sus muslos, iba a posarse directamente sobre su sexo.

“Ahora pensará que tiene razón, que soy una puta.”

Pero ella no hacía nada por evitar el avance, por defenderse de él. La mano alcanzó el centro del cuerpo, pareció sorprenderse de lo que encontraba, cogió la carne depilada con el puño y la apretó. Ella sabía que no debía dejarle hacer lo que estaba haciendo, pero no se atrevía a enfrentarse a él, y quería ganarle, solo después de un largo momento, llevó su mano sobre la muñeca de él, cogiéndola, pero sin tirar de ella para retirar la mano de donde estaba.

.- Por favor, atiende al coche. – Ella buscaba en la conducción la justificación para que retirar la mano de su sexo.

.- ¡Quieta!  Puedo conducir y meterte mano.

.- Por favor, R. – Hablaba casi suplicante, lo que no era lo mejor para parar los avances de él. – Él sin hacer caso a su súplica, volvió al tema de la hembra. Estaba como más afianzado, más sereno. Y la impresión respondía a la realidad, esa mano en el coño de la joven le dada la seguridad de conseguir lo que creía, al tiempo que decía de la disponibilidad de L, que si le cabreaba, ahora era una garantía para lograr sus fines.

.- Cuéntame, lo de hembra, es un mote, no creo que sea una definición, por evidente, pero puede ser también una expresión de algo diferente. Dime.

Y ella no sabía que decir, y cada vez estaba más nerviosa, pensando en lo que él podía conocer, ya incluso pensaba en lo que pudiera deducir, hasta adivinar. Ante su silencio, insistió. - ¿No dices nada, hembra?

.- Por favor, R.

.- Déjate de pedir tantos favores, y ya que estás tan poco dispuesta a conceder los tuyos, al menos contesta a lo que se te pregunta.

Pararon en un semáforo, él cambio la palanca, después puso la mano en el muslo de L, pero en lugar de subir con ella, como lo hiciera antes, cogió el borde de la falda y lo elevó, ella, por un momento no hizo nada, pero él dirigió la mirada a la zona, lo que la obligó a reaccionar, alterada y asustada de lo que podía ver, pero lo hizo tarde, cuando él ya había visto y leído lo que llevaba escrito en el coño y sobre él. Ella dio un manotazo para bajar la falda, estaba aturdida y encolerizada, acababan de cogerla en algo que había querido mantener oculto. Él la miró, si en un primer momento la sonrisa fue su reacción, ahora estaba serio, él también parecía enfadado por lo que había contemplado, lo que consiguió aplacar buena parte de la cólera de L, más asustada por lo que pudiera estar pasando por la cabeza de R, quien volvió a cogerla por la barbilla con fuerza.

.- Me vas a explicar... – Al abrirse el semáforo, R tuvo que atender a la conducción, mientras ella, alborotada y cada vez más asustada, intentaba encontrar esa explicación que le era requerida. Una vez en marcha, él volvió a demandar. - ¿Qué significa esto? – Ella hubiera querido decir: ¿y a ti que te importa? Pero no le salía, no era capaz de ponerse belicosa con él. Pero mantenerse callada tampoco era una buena salida, al suponer que había algo que no podía explicar. Quiso comenzar a hacerlo.

.- Son cosas… - Él la cortó.

.- Ya, de putas, hasta ahí llego. – Ella estaba tan cohibida y la salida la dejó tan confundida, que no fue capaz de negar. – Ya me parecía a mí que lo de hembra tenía cola. De manera que hembra 73… Ya sabemos que tienes 72 por delante, y por detrás ¿cuántas sois?

La burla era clara, y ella no se atrevía a contestar, aunque eso era lo mejor que podía hacer, intentando mostrarse ofendida y no dispuesta a hablar con él.

.- ¿Y esto lo conoce mi primo? Seguro que no… ¿Desde cuándo lo tienes? – Ella intentaba dar la callada por respuesta, poniendo a su enfado como excusa al tiempo que demostraba que no quería hablar con él, sin importarla lo que pensara. – O sea que lo de hembra no es nombre propio, o sí, al haber 73 lo que os diferencia es el apellido, el número… Ya he visto yo eso antes… Este comentario logró dejar a L aturdida, rogando que él no recordara donde había visto aquello. – Y mi primo en la inopia…, como siempre. Como sea igual para los negocios, acaba arruinando a la familia. ¿Qué ha dicho cuando lo ha visto? – Ella seguía callada. – ¿Sabe lo que significa? Lo que traga ese imbécil.

La pregunta la dejó anonadada, ahora no decía nada porque no era capaz de pronunciar palabra, horrorizada de que él supiera lo que significaba. Habían llegado al pub donde quería ir R, un aparcacoches se acercó, cortando la conversación. Pero L estaba tan asustada que no se atrevía a plantear la menor muestra de disconformidad.

.- Vamos, hembra. Quiero saludar a unos amigos. – Hablaba con una calma que ella entendió como aviso de tempestad. No podía hacer que estallara, acaso si daba tiempo, podía conseguir que se alejara de ella o bien que fuera perdiendo fuerza.

El aparcacoches fue hacia la puerta de L, Riky se volvió hacia ella, cogió el borde de la falda y lo elevó, manteniéndolo elevado mientras miraba el sexo de la joven. L reaccionó enseguida, avergonzada de lo que enseñaba y de que pudiera verlo el aparcacoches que ya se acercaba por detrás. Lanzó la mano sobre la falda para bajarla, pero el chico estaba prevenido y la agarraba con fuerza, por lo que no tuvo éxito y él elevó más la falda.

.- ¡Riky! – Ahora, en la voz, había susto, miedo, vergüenza. Era el miedo a que el hombre que llegaba la viera, la vergüenza de ser vista, de que se pudiera conocer lo que esa marca significaba. Volvió a intentar bajar la falda. Riky la miró. En sus ojos aparecía la palabra que ella tanto combatía, y ella lo sintió. – Por favor. – Rogó. – Él soltó la falda.

La suerte y el afán de presumir de Riky, iban a jugar a éste una mala pasada y dar a  L un respiro. Pasaron a un pub donde Riky solía tomar una copa con sus amigos, como era pronto, éste decidió ir un rato, para presumir de L, quería que le vieran con ella y mostrando como la manejaba, ya seguro de poder hacerlo sin que la joven se resistiera y si lo intentaba, también sabía cómo someterla, o eso creía. Para L la pretensión del chico era otra humillación, ni quería que la vieran con él, ni mucho menos soportar sus impertinencias delante de terceros, que además podrían conocer su relación con Martin, y comentar lo que vieran, pero se tuvo que aguantar, estaba asustada.

Cuando salió del coche L iba como sonámbula, sintiendo como sonaba en su mente: puta. Sabiendo que eso pensaba de ella Riky, asustada de que pudiera saber algo de ella. Humillada por lo que había visto en su coño. Ya no pretendía escaparse, por el miedo a provocarle, a que respondiera, a que la humillara en público, a que hablara, contara. Pensaba, asustada, en que bastaba con que elevara la falda para mostrar que era una puta. Siguió al joven al interior del pub. Él iba delante, casi como quien lleva a alguien que estuviera loca por él y a quien pudiera tratar a puntapiés para que se separase un poco de él o demostrar su dominio sobre ella. Esa sensación tenía L, y al  seguir al chico con la pinta que llevaba aparecía como aceptante, o acaso como esa puta que no quería ser.

L se percataba que no debía someterse a los caprichos del joven y acaso hacerle pensar que realmente deseaba que hiciera con ella lo que decía. Y si se prestase a los deseos del chico sería sin la parafernalia que daba la impresión de que la tenía cogida, sometida a él. Podía acceder pero no rendirse.

En el pub no estaban nada más que dos amigos de Riky, a quienes la presentó diciendo:

.- Es Hembra, supongo que ya la conocéis.

.-Hembra y muy buena. – Contestó uno de ellos.

.- Y otras cosas… de hembra. – Fue la respuesta de R, a la que sus amigos contestaron con una sonrisa entendida.

Estaban comportándose con unas formas que, instintivamente, trataban de compensar una edad, a todas luces demasiado joven para estar con L, que a su vez sentía esa diferencia, haciendo más difícil el trato con ellos, que sería aún más ingrato cuando se manifestaran de manera prepotente, posiblemente en la creencia que esa era la forma de demostrar su dominio de la situación, y en este caso de la propia L.

Se quedaron con ellos, Riky esperando que llegaran más, ahora hacía menos caso a L, prefería charlar con sus amigos, solo la quería a su lado, para sujetarla por la cintura, sin dejar que se alejara de él, como queriendo demostrar que de alguna forma la controlaba, al tiempo que la acariciaba la zona, desde la espalda hasta la tripa, lo que L tenía que tolerar sin demostrar desagrado, sabiendo, que de hacerlo, la reacción de Riky ante sus amigos sería muy ingrata para ella.

Estaban al final de la barra, que se cerraba antes de llegar a la pared del fondo, haciendo un  ángulo recto, y dejando una zona para los clientes entra ella y las dos paredes que formaban la esquina. Había una música de fondo. Riky atrajo a L hacia él, manteniéndola cogida por la cintura desnuda, metiendo el brazo bajo la camisola que se había puesto en el garaje, manteniéndola pegada a su cuerpo, pero sin que ella pasara su brazo alrededor se la cintura del chico, lo que ofrecía una imagen de falta de correspondencia con lo que él hacía.

L no supo si su falta de colaboración molestó al joven y este quiso demostrar que podía descararse con ella, el caso fue que Riky pasó la mano por la tripa de L con mayor atrevimiento, acariciándola y metiéndola bajo la falda. L se tensó, era demasiado, no podía permitirlo y menos delante de los otros chicos, la falda, que comenzaba bajo el ombligo propiciaba que la mano que se ocultara bajo ella se acercara demasiado al sexo. Todos pertenecían a un grupo que tenía relación con Martin y gentes de su entorno, lo contarían entre ellos y llegaría a oídos de Martin. Con un gesto que quiso tenue y comedido, L puso su mano sobre la de Riky e intentó separarla de su tripa y sacarla de debajo de la falda. Para su sorpresa, él cedió y dejó que le retirara la mano, pero sería para llevarla a la parte de atrás, siempre debajo de la camisola que ahora quedaba más apartada y dejando visible la parte delantera de la tripa de L. Luego buscó el culo de L bajo la falda, esto no lo veían los otros chicos, que podían creer que Riky se había plegado al deseo de L.

L se dejó sobar el culo, pensando en que no se notaba y que eso calmaría a Riky, que actuando como había hecho por delante, metía la mano bajo la falda de la joven, desde la cintura, descendiendo con ella hasta el culo. L estaba apoyada en la barra, en la parte más hacia la pared y por tanto en la más a cubierto. Riky ya había visto la clase de prenda que utilizaba y no iba a encontrar ninguna novedad más.  La mano de Riky pasaba por las nalgas, a veces apretándolas, otras abarcándolas, después entre ellas, lo que crispó a L, que se dijo que debería acabar con aquello, pero no quería reacciones de él.

.- Pendón, baila un poco para nosotros. Era el propio Riky quien acababa con la caricia.

.- ¡Riky! – Los otros dos rieron.

Ella recibió la orden alborotada y abochornada, aunque significara acabar con el manoseo a su culo. La presencia de los amigos de R la colocaba en una posición humillada y escarnecida. Recordó como en la fiesta no había querido bailar cuando él se lo pidió, ahora volvía a repetir la orden, y no sería posible evitar obedecerle, ella no se atrevía a oponerse, a negarse, asustada de que él pudiera tratarla como una puta, como indicaba el término utilizado para designarla, y que se vería corroborado de inmediato, al continuar él hablando.

.- ¿Prefieres que te llame hembra a secas? – Ella estaba quieta, aturdida, no sabía qué hacer, pensaba que debía de disimular, de hacer como si no comprendiera, como si se tratara de un juego, pero para eso debía no mostrarse enfadada, tenía que admitirlo con una sonrisa que hiciera pensar que no lo recibía como una imposición y menos que la ofendía. El volvió a llevar la mano a la cintura de L por atrás y después a bajarla hacia el culo, en una indicación que L entendió.

.- ¿No has oído, hembra? – La dio un azote. – Los chicos rieron. – Quítate esa camisola, sin ella bailarás mejor, y te mostrarás mejor, como la hembra que eres.

.- R, prefiero tenerla puesta. – No quería aparecer ante los amigos de R sin ella, era hacerlo de modo que evidenciaba demasiado esa condición que no quería que él manifestara y ella aparentara.

.- Pero a nosotros nos apetece verte sin ella. Dámela.

Hacerlo suponía una clara manifestación de sometimiento al joven, que venía a afianzar la sensación de supeditación que se iba dejando apreciar en los modos de comportarse de ambos. A pesar de ello, L no tuvo más remedio que quitarse la prenda y entregarla a Riky. Sin ella no podía proteger la muestra de las tetas bajo la camiseta y la desnudez de la tripa, la falda ya estaba incontrolada. Cada vez estaba más alterada y le era más difícil disimular su perturbación.

Tenía que comenzar a bailar, y exhibiendo lo que había intentado ocultar. Comenzó a moverse pausadamente ante los tres jóvenes, como si siguiera el ritmo de la música para ella sola, tratando de hacerlo como si realizara unos gestos espontáneos y casi sin moverse del sitio, buscando en ello esa tapadera que necesitaba, quizás distrayendo la atención de los chicos. Pero estos no perdían ojo de esas tetas que casi se traslucían bajo el tenue algodón de la camiseta, y lo que era aún peor, la presencia de un sostén que resultaba evidente que no cubría los pezones ofreciendo una muestra de desahogo que señalaba a la joven como mínimo como bastante atrevida.

.- Baila bien, pingajo. – De nuevo la sonrisa divertida de los amigos ante la orden y el término definitorio, y de nuevo ella, asustada, humillada, insultada, tenía que obedecer. No quería mirar a su alrededor para saber si alguien estuviera mirando o hubiera escuchado, casi actuaba como en el club, sin elevar la vista. Sentía que otras gentes podían estar presenciando lo que sucedía, y no quería aparecer como sometida y menos bailar delante de ellos, lo que hacía mucho más insoportable el sometimiento a Riky y el baile que realizara. Pero no podía evitarlo, ni siquiera retrasarlo. Comenzó a moverse más, casi en el mismo sitio, solo contoneándose. Otro azote la hizo comprender que debía ampliar la oferta y lo hizo, al tiempo que escuchaba alguna risa detrás, que evidenciaba que el temor a que otros estuvieran atentos a lo que hacía era real. Algunos se habían corrido hacia el rincón para verla mejor. Se sentía manipulada, sometida, sojuzgada por Riky, que además presumía de tenerla bajo su férula ante sus amigos. Ella pensaba que estos no comprenderían por qué hacía aquello, por qué obedecía a Riky, más pequeño que ella y sin que se supiera que tenía algún tipo de relación privilegiada con ella, claro que ahora pensarían que alguna había.

“Eso es lo que querrá él.” – Y en buena medida así era. Para el chico poder aparecer como dominando a una mujer como L representaba afianzar su marchamo de irresistible mujeriego ante sus amigos.

L bailó con más soltura pero sin ofrecer nada que pudiera considerarse improcedente. Otro azote, este dado con contundencia, seguido de una orden perentoria y escueta: - “¡Hazlo mejor!” - consiguió que además de contonearse comenzara a mover los brazos. No quería elevarlos, para evitar llamar la atención y que la camiseta subiera aún más; puso las manos en las caderas, amplificando la rotación de estás, pero se daba cuenta que eso no bastaba, necesitaba hacer algo más y evitar que Riky lo pidiera, dejándola aparecer como dependiente de él. Se atrevió a elevar un poco los brazos.

.- ¡Más!

De nuevo la orden escueta y exigente de Riky. Esta vez respondió elevando los brazos sobre la cabeza, el miedo a otra demanda más perentoria consiguió que lo hiciera, al tiempo que se contoneaba con más descaro. La camiseta subió dejando un buen trozo de tripa al aire. Los 3 jóvenes estaban cada momento más pendientes de ella, demostrando que les gustaba lo que veían, incluso el barman y algunos clientes, se acercaban a verla bailar. Ella se daba cuenta del efecto que causaba, sin poder evitar sentir cierto halago, que en otras circunstancias hubiera disfrutado, pero que entonces solo suponía rebajar la sensación de sometimiento y humillación. Pensó en la cara que pondrían si se desmelenase un poco y bailara empleando alguna de las enseñanzas aprendidas en el club.

Para su suerte, eso creía ella, llegaron dos amigos de Riky y una joven. Los chicos parecían algo mayores que sus amigos, y la chica de unos 18 años, muy mona y minifaldera, en clara competencia de L, esta aprovechó para parar el baile y adecentar la ropa. R volvió a presentarla empleando el apelativo Hembra. Los recién llegados la acogieron con evidente agrado, lo que no gustó a la chica, que vería en L la competencia que sin duda era, incrementada por la forma demasiado descarada en que aparecía, lo que coadyuvaría a que recibiera con evidente complacencia lo que dijera Riky.

.- ¿Quién te ha dado permiso para dejar de bailar, pingajo? ¿Acaso no quieres que disfruten nuestros amigos? – ¡ZAS!

.- ¡Eh! Claro que quiero. Y estate quieto.

.- Pues hazlo, y bien. Supongo que os apetece ver bailar a la hembra. Si es que quiere hacerlo bien. A veces se pone muy terca. Ponte más hacia el exterior. – Como L remolonease para no perder la posición que tenía que le permitía ocultarse bastante a quienes no estuvieran muy próximos, Riky volvería a darle un contundente azote que ella recibió sin queja y corriéndose un poco hacia la zona que deseaba Riky, pero que no era lo suficiente para este, que cogiéndola por la muñeca tiró de ella para llevarla donde quería, que era sacarla de la parte más cercana al ángulo que formaban las pareces y colocarla en la que daba a la sala, pasando de mirarla desde fuera a dentro a hacerlo al revés. Ahora quedaba mucho más visible para quienes quisieran contemplar el espectáculo desde la sala e incluso desde la propia barra, y Riky se apoyaría en esta, en el lugar que había ocupado L. Y lo haría apoyando la espalda para mejor mirar el baile de la joven, en una postura que emanaba desenvoltura y dominio de la situación, de ambas quería presumir, y lograrlo a costa de L.

Como si quisiera ponerlo de manifiesto lanzó la mano al culo de la joven que recibió otro buen azote, provocando las risas de todos, incluidos los camareros y los clientes que estaban presenciando el espectáculo, que cada vez eran más.

A pesar de que con su contundencia el golpe aparecía lejano a cualquier intención jovial, privando a L de esa excusa para obedecer lo que se la ordenaba, ella trato de aceptarlo como algo lúdico, volviendo a bailar, al tiempo que intentaba dar una sensación de normalidad a una situación que carecía de ella.

Se sentía humillada, vejada, pero tenía que poner buena cara al mal tiempo, tratando de que su acción apareciera lo más próxima a un acto casi festivo. Ya no podía arriesgarse a un nuevo azote, ni a que Riky la llamara la atención delante de sus 4 amigos y la joven, cuya presencia la molestaba y humillaba más, y que sonreía divertida y complacida al ver a “la otra” sometida a Riky y bailando ante ellos.

Desde que llegaron había ido llenándose el pub, se acercaba la hora más concurrida, ahora había bastante gente, por lo que el baile sería presenciado por todos los que se habían colocado cerca de donde ellos estaban, que eran más de los que correspondía al espacio, llamados por la curiosidad de ver bailar a una joven muy guapa y más que generosamente exhibida, y que ahora hacía con más desparpajo, con muestras más descaradas, elevando los brazos y contoneándose con más osadía. La camiseta subía incontroladamente y ella se contoneaba tratando de sonreír, para no aparecer como forzada.

Llevaba varios minutos bailando y nadie le decía que parara, entonces quiso añadir algo diferente que podía hacer que acabara todo o al menos que compartieran su baile, acercándose a uno de los recién llegados, le cogió una mano tratando de que bailara con ella. Por un momento pareció que iba a conseguir su objetivo, pero él se resistía, por lo que intervino R.

.- Baila sola, lo haces mejor que nosotros, y ponle más picante, nos gusta los sabores fuertes. – Tuvo que continuar su baile, de nuevo exigida por R. - Diviértenos pero no nos distraigas. – Encima ponía condiciones despectivas.

No sabía qué hacer, ya había desarrollado todo lo que podía ofrecerse sin aparecer como una desvergonzada, pero temía que Riky no se conformara y pidiera más. No quería que eso sucediera y menos en presencia de tantos amigos que lo contarían. Pero ella sabía lo que él conocía y eso la debilitaba tanto como a él le fortalecía. Ella se daba cuenta que podía pedir porque había visto todo lo que ella era capaz de dar. Acaso podía demostrar. Por su mente pasó el sexo que no cubría un tanga impúdico, que decía de quien lo llevaba, y que con solo un movimiento, como el realizado en el coche, podía dejarla en evidencia.

Pensó que el joven debía estar disfrutando al poder presumir de su poder sobre ella, que L no quería que volviera a poner de manifiesto con otra nueva exigencia, o peor aún, con un gesto como el que temía, pero no sabía qué hacer para evitarlo, salvo atreverse a ofrecer algo más, atreverse a ofrecer lo que él deseaba. Hasta entonces había estado bailando de forma cada vez más desenvuelta, pero controlando sus movimientos, aprovechando una música más alegre se atrevió a añadir algo más, giró sobre sí misma, elevando más los brazos, para después contonearse aún más descarada, siguiendo un ritmo más rápido, pero al hacerlo la falda cogía vuelo y con poco que subiera, la oferta que realizaba podía convertirse en una muestra impúdica de su sexo. Notó como la miraban y dejaban de hablar, pero también notó como la camiseta se elevaba aún más. Continuó bailando de ese modo, aunque tratando de evitar que la falda se elevara demasiado, pensando que mientras durase esa música tendría algo más que ofrecer a R y sus amigos.

.- Ya sabía yo que lo harías bien. Anímate. – Era, de nuevo, Riky quien comentaba, dejando constancia de ser él quien la manejaba. ¡Qué culo tienes! ¡Menéalo con más descaro! Como tú lo sabes hacer, como esa hembra que eres. – A L el comentario le sonó “a esa puta que eres”, lo que provocó que empalideciera, y luego, intentó una respuesta que consistió en sacarle la lengua y tratar de quitar importancia a su dependencia de él, pero seguía bailando y llevaba un buen rato, y no se atrevía a parar sin antes estar segura de que Riky no la ordenaría seguir con el baile. Al menos, ese tipo de comentarios parecían realizarse desde una situación amigable, de connivencia, que restaba algo de afrenta a lo que hacía.

Ahora, mostrarse como él pedía resultaba algo menos costoso y a eso se agarraría L para seguir ofreciendo unas muestras más atrevidas. Poniendo las manos detrás de la cabeza, dio otro giro completo, esta vez con más lentitud, como si quisiera que lo apreciaran todos, al tiempo que meneaba el culo con más descaro, lo que fue aplaudido no solo por ellos, también por los que presenciaban su baile.

.- ¡Otro! – Alguien pidió. Ella, aunque halagada, no quería repetir, pero de nuevo R lo requeriría.

.- Ya has oído, Hembra. Y menéalo bien. Que mis amigos vean tu culo de hembra.

Que quisieran verla el culo era tan natural que a L no le resultó sorprendente que Riky lo dijera, aunque no fuera de recibo ni ella quería ofrecerles ese espectáculo. La joven se había percatado que la falda no cogía mucho vuelo, aún así su escasa longitud hacía que cualquier elevación llevara a dejar desnuda la parte baja del culo. Enseñarla era una muestra de descaro que ella no quería realizar, y mucho menos existiendo el riesgo de que la parte delantera subiera al unísono dejando ver el coño, aunque la opulencia del culo favoreciera mucho más la muestra de este. Elevó las manos, pero sin ponerlas detrás de la cabeza, y repitió el giro, siempre controlando no mostrar el culo.

.- Hembra, menea más el culo. – Era uno de los amigos de R quien lo pedía. Ella, se volvió hacia él, le sonrió y dio otra vuelta meneando el culo provocativamente. Por primera vez se dejó ir, sabiendo que la falda subiría más de lo debido. Lo hizo cuando daba la espalda a la zona interior, para que solo lo vieran el chico que lo había pedido y el propio Riky, que eran quienes estaban en posición para conseguirlo. Y por primera vez se sintió independiente de Riky, pensando que esa “dedicatoria” a su amigo no le podía haber gustado, pero que no podía ponerlo de manifiesto, pero si no podía buscaría algo que resultara más oneroso para L.

.- Sigue así, pingajo, meneando el culo como debes hacerlo. – Era Riky. – Demuéstranos la gran hembra que eres. – L volvió a sentir que él pretendía equiparar la hembra a la puta, era como si él estuviera diciendo, “la gran puta que eres”, y dicho de forma que no dejaba dudas sobre la falta de distensión y de todo contenido jovial, al revés, en la forma existía una buena dosis de exigencia desagradable, que L pensó que tenía por causa el modo en que ella había sonreído al amigo de Riky.

A pesar de la demanda de Riky, L volvió a controlar el contoneo, lo que no gustó a Riky, que exigió de nuevo.

.- ¡El culo!

Era horrible. Riky ordenaba sin ninguna vergüenza, como si fuera su dueño, con voz firme y que parecía buscar ser oída por cuantos más mejor. L se mordió el labio para no dejar escapar un gemido que salió cuando escucho unas risas. Sin darse cuenta elevó la mirada, para su confusión se encontró con la sonrisa de la otra. Esa chiquilla que sonreía, entre divertida y superior. Recordó el mandato: “el culo”. Tenía que menearlo, y hacerlo de modo que la falda se elevara.

Pero no se trataba de enseñar el culo, si perdía el control del movimiento de la falda acabaría enseñando el coño y en él la palabra y los números. Y para mayor humillación notó como se estaba produciendo un movimiento de aproximación de los más atrevidos hacía posiciones más cercanas desde las que apreciar mejor las muestras que esperaban de ella.

Los amigos de Riky, como si quienes se acercaban fueran del grupo, se corrieron para dejar lugar a los recién llegados. A L se le hacía cada vez más duro continuar un baile que dejaba patente ante todos que era algo que no podía agradarle y a pesar de ello lo hacía porque Riky se lo imponía, viéndose obligada a mostrarse de manera muy poco respetable, pero no se atrevía a dejarlo, ni a disminuir la forma en que se contoneaba, siendo consciente que debía mantener el interés de quienes la contemplaban para evitar que Riky volviera a ordenarla que les amenizara el rato enseñándoles el culo.

Dio otra vuelta contoneándose, notando como se elevaba la falda. No sabía qué enseñaba, pero se sentía tan humillada como desvergonzada. Cuando acabó el giro vio, con consternación la mano de Riky haciendo el gesto de girar. Quería que continuara. Comenzó otro giro, esta vez acompañado por algunos aplausos animantes y complacidos. Notaba como la falda se separaba de su carne, de la del culo, se agarraba a la idea de que por delante no sucedería lo mismo, pero estaba tan humillada como avergonzada y asustada de estar mostrando el coño grabado.

.- Bueno, para y toma algo.

A pesar de lo que suponía someterse al mandato de Riky, L recibió la orden con el agrado de dejar el baile y la relajación de la tensión acumulada, que no fue tal cuando, mirando a su alrededor, contempló a sus espectadores, sonriendo satisfechos y mostrándole su agrado por el espectáculo que les había ofrecido.

“¿Qué habrán visto? El culo casi seguro, y acaso… espero que no.”

Pensó en que en el culo siempre había marcas de azotes. El rubor subió a sus mejillas. Pidió una copa, la necesitaba. El barman la sirvió de inmediato, al ir a cogerla quiso alejarse de Riky. Le sentía culpable de todo.

.- Ven aquí. – Riky la reclamaba sin el menor embarazo y con la seguridad de ser obedecido, tuvo que acercarse a él, que volvió a cogerla por la cintura directamente sobre la carne que dejaba desnuda la camiseta.

La otra chica la miraba, entre divertida, curiosa y celosa de que L concentrara el mayor interés sobre ella, por mucho que lo hiciera con un baile que la dejaba supeditada a Riky. Curiosamente, a la chica no le hubiera importado bailar para los chicos, pensaba que lo hacía bien y si eso les gustaba a ellos, a ella ser vista y deseada no le desagradaba nada, pero no quería aparecer como queriéndose igualar a L, al revés, quería desligarse de ella, aparecer como diferente. Sintiendo, instintivamente, que eso la diferenciaba para colocarla en una posición superior a la de L, sin ninguna dependencia y sumisión a nadie, a diferencia de L sometida a Riky.

Mientras L tomaba la copa Riky la acariciaría la cintura, volviendo a meter la mano bajo la falda, que pasaba acariciando la tripa de la joven, con total naturalidad y ninguna muestra de cortedad, mientras L notaba como los dedos bajaban hasta casi alcanzar el monte de Venus, lo que era perfectamente perceptible dado que la mano revelaba su situación y recorrido.

Era demasiado, L lo sabía, pero no se atrevía a cortarlo. Sería Riky, quien moviendo la mano hacia atrás, siempre manteniéndola debajo de la falda, la llevó al culo. Todo lo hacía mientras charlaba con sus amigos, como si tuviera todos los derechos para hacerlo, sin atender para ninguna otra cosa a L, como si fuera una mascota a acariciar, con sus amigos presenciándolo, sabiendo donde tenía la mano y lo que alcanzaba con ella. Pensando la suerte que tenía él y lo puta que era ella, y esto último quien más lo pensaba era la chica que estaba con ellos.

Todo lo hacía como si quisiera que los recién llegados conocieran que podía hacerlo. Al cabo de un rato preguntó a sus amigos si les apetecía que L volviera a bailar, todos dijeron que sí, menos la chica. L sintió un estremecimiento al escuchar la oferta de Riky, estuvo a punto de quejarse, de decir que ya estaba bien, pero sentía que eso lo único que conseguiría sería agravar su situación, que él quisiera verse desagraviado de su oposición demandando más sometimiento. Ordenaría a L que bailara, lo que ella haría sin mostrar desagrado, y en lo único que lo sentía era por la falta de entusiasmo que había puesto la otra chica cuando Riky preguntó si les apetecía que bailara, si a la otra no le gustaba que lo hiciera era porque la hacía aparecer más apetitosa ante los chicos. Y con el baile acabaría con los toques que estaba recibiendo en presencia de todos

Pero casi nada más recomenzar el baile, para sorpresa de Riky, desconcierto y sobresalto de L, había entrado Martin.

Martin miraba a L, que había dejado de bailar en cuanto le vio, también sorprendido al verla allí. L, de inmediato comprendió que podía ser el modo de quitarse a Riky de encima, lo que éste también advirtió y quiso evitar. Pero la joven no deseaba hacerlo dando la impresión de que escapaba de él, le había cogido miedo y temía por lo que pudiera saber, y ya por lo que se había atrevido a hacer, en el coche y en el pub. Debía mostrarse amable con él y acaso dejarle pensar que habría otra oportunidad para él.

.- Me imaginaba que estabas aquí. – Comento Martin, dirigiéndose a Riky. Había entrado en el pub precisamente en busca de su primo.

.- Sí, pero me iba ya, L quiere que la lleve. – Él mismo, ofrecía la chaquetilla a L, que la cogió, colocándola ante las tetas, con los brazos cruzados, sonriente y como si no hubiera pasado nada.

.- Pues la llevaré yo. Tú tienes que llamar a tu madre, te está buscando. Le he dicho que si pasaba por aquí vería si estabas y te avisaría. Tienes el móvil desconectado. Vamos L, te llevo.

.- Gracias, Martin, espero no molestarte.

.- En absoluto.

.- ¿Y tú por qué tienes que hacer de recadero de mi madre? – R, no podía evitar el mal humor al responder a Martin.

.- ¿No te parece que te debería importar más lo que quiere tu madre? – Contestó Martin.

Martin, no podía evitar mirar la anilla de L, ya se la había visto anteriormente, pero ni le gustaba ni se acostumbraba a ella. También en eso, Riky iba a conseguir algo positivo para L al dotar de naturalidad a ese accesorio, no mostrando ninguna extrañeza ante él y pasar de él, como si se tratara de unos pendientes. Podía aparecer como una forma más de llamar la atención hacia ella.

L siguió a Martin encantada, era el propio Riky quien se había cogido los dedos con su mentira, ahora no podía desdecirse, ni ella decir que no quería que la llevara Martin. A pesar de ello, estaba segura que Riky volvería a intentarlo, pero la próxima vez estaría preparada, aunque no sabía cómo podía responder si lo hiciera. Lo sucedido la dejaba con la impresión de que el chico, si no sabía, intuía, comprendía, que había algo detrás de esa palabra en su sexo, de su arete, de los números que lucían en su coño. Y querría enterarse del significado de marca y números, y es muy probable que lo contara a sus amigos, y alguno de ellos podría conocer, y todos pensar…

“Y es que cualquiera tendrá esa misma impresión. Pero, quizás no sepa…”

A pesar de la suerte final había sido una muy mala tarde para L, que quedaba con la sensación de estar dejando demasiadas pruebas en su contra. De nuevo la idea de escapar del club aparecía acompañando a la amenaza que suponía la permanencia en él.

Quien quedaba rabioso era Riky, y encima enfadando a su primo, y si lo primero no era bueno para L, lo segundo la convenía mucho. Salió con Martin, este delante, abriendo paso, L detrás, dejando espacio con él, al percibir las sonrisas satisfechas, halagadoras y animantes, pero también atrevidas y burlonas, de algunos de los que la habían visto bailar. Se dio cuenta que Martin, en algún momento, se percataría de cosas como esa y querría conocer la causa.

.- ¿A dónde quieres que te lleve?

.- Lo más lejos posible de Riky.

.- Tú tampoco le soportas, es un mal criado y un grosero.

.- Yo creo que, en alguna forma, te tiene envidia, y por eso te critica. – L, aprovechaba la crítica de Martin para dejar caer la suya sobre Riky, poniéndola en boca de éste, y sabiendo que haría efecto en Martin. – Le fastidia que en casa le digan que debería parecerse a ti.

.- Sí, eso molesta. – Estuvo comprensivo.

.- Yo creo que para compensar anda presumiendo de lo bien que se le dan las chicas, que yo creo que se lo inventa todo. – Ahora la crítica le convenía a ella, al hacerla dejaba tácitamente dicho, que ella no estaba entre las que podía engatusar Riky.

.- Yo también. Si no tienes nada que hacer, podemos tomar una copa.

.- Estupendo.

Pero de ahí no pasarían. L se consoló pensando en el sábado, en que no iba a dejar que Martin se escapara sin antes pasar por su cama. Pero la conversación con Riky había supuesto un temor añadido. Si había pensado en la absoluta necesidad de acabar con lo que sucedía en el club, la posibilidad de que alguien lo conociera y Riky pudiera ser ese alguien,  convertía la presencia en el club en algo que podía acabar con ella y a plazo muy corto.

La joven tenía dos objetivos capitales e inmediatos, salir del club y atrapar a Martin.