L 16

Primera sesión fotográfica

Primera sesión fotográfica.

L tiene que acudir al estudio del fotógrafo según éste le ha pedido. Sabe que no tendrá más remedio que amoldarse a lo que se desea de ella, por lo que está predispuesta a efectuar lo que se quiera que haga, al tiempo que piensa que la realización de las fotos, puede y debe ser el punto de partida de la conclusión del estado de cosas en el que se halla inmersa.

No tiene ni idea de cómo se quieren las fotos, ni como se la quiere a ella. Al ser una prueba no tienen por qué presentar el producto a anunciar. Su temor más señalado está en lo que pueda mostrar. No espera desnudos, que se dice que ella tampoco los aceptaría, pero las marcas de las azotes no han desaparecido, y es muy probable que tenga que enseñarlas, lo que supondrían una llamada de atención sobre ella, sobre lo que realiza, que la avergüenza.

A la argolla de la nariz casi se ha acostumbrado y piensa poco en ella, solo cuando existe una situación nueva vuelve a hacerse presente la vergüenza que supone llevar ese aditamento y la referencia a la hembra grabada en él. Ahora iba a presentarse con ella ante el fotógrafo, añadiendo a las marcas de los azotes esa otra señal que la caracteriza como...

“¿Qué pensará de mi?”

“Que soy una viciosa o una extravagante.”

“O quizás algo peor. Sabe que estoy en el club... ¿conocerá que hay en él?”

“Si lo conoce, ¿sabrá que la marca de Hembra no es lo mismo que la de marrana? Pero no va a verla.”

“Y las marranas... seguro que él sabe que son...”

“Pero yo no soy una marrana..., soy una hembra, soy Hembra, Hembra 73, no soy marrana 73..., eso está claro, la marca lo dice. Lo llevo gravado en el coño. No soy una marrana.”

“Quizás sea mejor que vea la marca.”

“Pero, si llevo esa marca, significa que tengo algún tipo de relación con el club…, y eso quiere decir…, seguro que conoce que hay detrás algún tipo de trato… de aspecto carnal…, y es que lo hay. Sería horrible…”

“Y acaso, si habla con J…, es probable que haya comentado… Entonces ambos conocerían lo que ocurre en ese lugar.”

Esas ideas suponían una gran tensión para L, asustada de que su situación fuera conocida y ella asimilada a una de las putas del club. Y si esas muestras indican lo que ella más teme poner de manifiesto, además existen otras manifestaciones inusuales e insólitas, las posturas obligadas, que tendrá que componer ante el fotógrafo con especial cuidado y atención, pues si este conociera del club era mucho más probable que pudiera hablar con gente de allí. El modo de vestir y de maquillarse, que la presenta muy cercana a las maneras de las más ligeras. El contoneo descarado.

“Va a pensar que, o bien la vez anterior estuve fingiendo unos modos que no eran los míos o que he cambiado completamente, y se preguntará por qué.”

“Si el fotógrafo piensa que soy…, enseguida me daré cuenta, seguro que obra con atrevimiento… Bueno, quizás no tiene por qué, depende de su modo de ser.”

El fotógrafo dio por hecho, que se harían las fotos de prueba, sabiendo que ella llegaría suficientemente macerada y con escasas ganas de plantear demandas o negarse a las que se le planteen a ella, y menos el desistimiento a la realización de la prueba, conoce lo que sucede en el club y la situación en que se encuentra L, que le permitía sacar partido y pensaba hacerlo.

L se presenta sonriente, cariñosa. Ha cuidado todo lo que ha podido la elección de las prendas a llevar, pero es muy difícil encontrar algo que permita mostrarse de forma ni siquiera parecida a cuando estuvo con él. Lo que ofrece otra muestra del cambio producido en esas pocas semanas. Tiene que llevar la ridícula bolsa que hace de bolso.

Él la mira con curiosidad no exenta de descaro, mientras ella tiene que componer la postura obligada, con los brazos a lo largo del cuerpo y las manos abiertas hacia delante. Sabe que debe mantener la mirada baja, tiene suficiente costumbre como para que no tenga que esforzarse para hacerlo, pero ese día le cuesta más.

El hombre contempla los pezones que se aprecian perfectamente, que dicen de su dueña, y la falda corta en exceso, el maquillaje, demasiado exagerado. Todo contribuye a componer una imagen de la joven nada elegante y bastante descomedida. Piensa en el efecto del club sobre ella. Ya tiene curiosidad por verla desnuda. Está a punto de pedirla que se desnude allí mismo, pero se controla.

El fotógrafo se mostraría interesado por ella y su decisión en cuanto a la realización de las fotos, lo que gustó a la chica, cuya confianza en el hombre se afianzó, al tiempo que se calmaban sus aprensiones sobre lo que pudiera saber de lo que sucedía en el club, que no parecía fuera del conocimiento del hombre, lo que la permite una cierta relajación. Él, que había recibido su nueva forma de presentarse con curiosidad y sin mostrar nada en contra, como algo que considerase normal, bromearía con ello.

.- Me alegra que al final hayas decidido hacer la prueba, estoy seguro que haremos unas fotos estupendas en las que saldrás maravillosa. Los que tienen que estar más satisfechos son los patrocinadores, han encontrado una modelo fenomenal, y con ese aro en la nariz muy propio de animales domesticados.

.- Como no sean los bueyes. – Él rió. – Temía que no fuera apropiado.

.- Para nuestras fotos no constituirá problemas, y en todo caso te lo quitas y asunto concluido. Lo de Hembra ¿tiene algún significado o es solo un apelativo o un mote?

.- Un ensayo. – Ella no dijo nada sobre la imposibilidad de quitarse la argolla. Pero la pregunta sobre el nombre confirmó la impresión de que él no sabía lo que había detrás de aquel. Ahora comenzaba a estar más tranquila y al tiempo más dispuesta a hacer las fotos y facilitar las cosas al hombre, que se mostraba agradable y colaborador. Por una vez parecía que todo salía bien y ella lo agradecía.

.- Pues nosotros tenemos otro por delante, seguro que estupendo.

.- No estoy tan convencida, y aún no sé si seré la modelo. – Ella aún trataba de aparecer como dueña de la situación. Al menos ante el fotógrafo intentaba mantener la apariencia de ser quien decidía o podía hacerlo.

.- Ya verás cómo lo eres. Saldrás muy bien y nadie objetará que lo seas. – El hombre tomaba la reticencia de la joven como una duda sobre sí misma que él no aceptaba. Lo que agradando a L, no era lo que ella pretendía.

.- ¿Y qué fotos hay que hacer?

.- Hay que hacerte unas fotos en las que se pueda apreciar tu belleza, lo que no es problema, y que podamos comprobar lo fotogénica que eres, cosa que doy por hecha, y la ausencia de defectos en tu cuerpo, que si tú no has dicho es que no los hay, pero, a veces, hay aspectos que no dan bien ante una cámara. Pero esto es para tener una excusa para verte mejor. Como verás, nada es difícil, pero quiero que al tiempo sea algo artístico, eso es más complicado, y finalmente, vamos a hacer unas fotos que animen a los patrocinadores a escogerme como fotógrafo, ya que tú no quieres ser modelo. Serán las más complicadas de hacer…, por lo que hay que conseguir. – Comentó bromeando. – Mary se encargará de maquillarte.

Mary le daría un bikini tanga, y con el puesto, la maquilló. A L, aunque todo lo que supusiera mostrar las señales que llevaba en su cuerpo, no podía gustarla, recibió casi con un respiro de tranquilidad, hacer las pruebas con un bikini, lo que hizo que pensara que no se querían más explícitas.

Se miró en un espejo, no cubría las marcas de los azotes, pero eso ya lo sabía, y ya no mostraba moratones, solo trazos, que no ocultando la imagen de haber recibido una paliza, no indicaban la violencia de la misma, aunque ella pensaba que difícilmente podían explicarse como consecuencia de unos juegos que llevaran aparejado esa clase de desahogo o esparcimiento. L realizaba ya los ejercicios en el club con soltura y sin apenas necesidad del empleo de la caña para castigarla, las más de las veces era para animarla o corregirla, lo que no demandaba golpes como los que se aplicaban en el castigo, que eran los temibles y los que dejaban huella.

En cambio, el bikini permitía cubrir las marcas de su condición y número, y si las de los azotes la avergonzaban, al menos no daban a entender lo que sugería la palabra que llevaba grabada sobre el sexo, y pensaba que al maquillarla aquellas se disimularían suficientemente. Cuando estuvo preparada, Mary la llevó ante el fotógrafo. Éste la miró haciendo que se mostrara ante él, lo que L hizo con la patosería propia de quien se siente tenso y avergonzado. El fotógrafo controló la sonrisa que se escapaba al ver las marcas de los azotes, pensando en el club.

“Con esos métodos no me extraña que domen bien a sus marranas.”

No podía obviar lo que veía, e hizo referencia a las marcas del culo.

.- Deberías evitar los juegos que dejen marcas, al menos cuando tengas una sesión por delante.

.- Se podrán disimular.

.- Ni hablar. No voy a desperdiciar el atractivo del sado. – Comentó divertido.

.- Bueno, no tanto sado. – L quiso quitar contenido a lo del sado.

.- Caray, pues qué haces cuando lo es de verdad.

Se harían las fotografías, en las que aparecería para mostrar su belleza, como había dicho el hombre, que se permitió muy poca osadía, solo alguna postura algo más explícita. Pero aún así, L no podía dejar de recordar las marcas de su culo cada vez que se la fotografiaba mostrando éste, pensaba como evitar que esas fotos fueran presentadas a MCM, tendría que convencer al fotógrafo. Y tenía un culo estupendo, que no podría exhibir. Lo que era una lástima. Se diría sin tener en cuenta que no quería ser la modelo del anuncio.

Después el hombre pasaría a la segunda parte de la sesión, que explicaría a L.

.- Como se trata de un anuncio de comida para gatos, vas a presentarte como una gata, con unas mallas que tratan de dar la imagen de lo que se quiere que aparentes.

Sin gustarle la idea, L la aceptó, tanto por complacer al fotógrafo, que se estaba portando muy bien con ella, como por el temor, siempre presente, de que éste pudiera ponerla en un serio aprieto si dejara de estar a su favor, y como lo hecho no había resultado desagradable, se avino con cierta calma a la segunda parte.

Pero las mallas serían un body negro, de cuerpo entero, con el que se trataba de ofrecer la imagen de gata que se quería conseguir, de gata sexi, con las formas de su cuerpo manifestándose en plenitud bajo un tejido que velaba tan poco que no dejaba nada a la imaginación, ni en sus formas ni siquiera en los tonos de su piel. Eran como unas medias muy finas en su textura y trasparencia, lo que quería decir que dejaban traslucir el cuerpo, en sus perfiles y tonalidades. Ya al ponérselo, ayudada por la maquilladora, L se percató de lo que suponía. Se vio las piernas y los muslos enfundados en el trasparente tejido, era como llevarlos con unas medias como las que utilizaba normalmente. Si el resto era así, sería como ir desnuda. Y era así.

L pensó en cómo evitar ponerse esa prenda, sin que nada se le ocurriera, salvo negarse. Podía intentar no seguir con ello, esperó a ver como quedaba puesto, pero ya nerviosa y pensando en las consecuencias de aparecer mostrándose prácticamente desnuda en una fotos que serían vistas por los altos cargos de las dos empresas. Estaba acostumbrándose a aparecer desnuda y en circunstancias bastante más indecentes, pero la idea de ser vista por sus jefes y las consecuencias que sacarían de ello, resultaba tan desagradable como amenazadora.

.- Esto es trasparente. – L lo dijo como una queja.

.- Pero enmascara el cuerpo.

.- Pero se ve todo.

.- Ya te digo que el tejido permite que lo que se ve no se perciba como un desnudo. Ya lo verás. De todas formas, es solo una prueba.

.- ¿No se puede hacer sin que sea con un tejido trasparente?

.- Díselo al patrón. Pero creo que se trata de ofrecer una imagen de naturalidad gatuna, y los gatos no van vestidos. A mí la idea me parece buena y creo que tú quedarás muy bien. Espera a ver cómo estás.

.- Si se lo comento al patrón – empleo el término que había utilizado la maquilladora, en un esfuerzo de admitir la jefatura del fotógrafo, al tiempo que se mostraba simpática y tratando de aparecer como parte del grupo – ¿no se molestará?

.- No creo, pero tampoco creo que te haga mucho caso. La idea le gusta y piensa que, bien realizada, va a gustar a los patrocinadores.

La maquilladora se encargaría de adecuar las mallas al cuerpo de la joven, de manera que quedarán perfectamente acopladas a él, siguiendo entrantes y salientes, sin dejar ninguna zona relegada, de manera que el sexo quedara cuidadosamente enmarcado, y por detrás, donde existía una mínima costura, está quedó introducida entre las nalgas, como lo sería el cordel de un tanga, pero mucho más fino. L, pensó que era una prenda pensada, diseñada y confeccionada para que se acoplara al cuerpo femenino.

Mary pintaría unos bigotes largos sobre su labio. Lo que quedaba libre y sin nada que disimulara su esplendor, era la cabellera. Las sandalias, de tacón muy alto, conferían un añadido de sensualidad a la oferta que se hacía de su cuerpo. El body cubría completamente el cuerpo, desde el cuello hasta los pies, pasando por las manos, en que solo los dedos, como en el caso de los de los pies, aparecían descubiertos y las uñas, perfectamente pintadas de un tono rosa muy suave, tirando a beige, que era el generalmente usado por sus compañeras del club, por lo que ella asimilaba a propio o cercano al que utilizaban las más ligeras, pero al que también estaba acostumbrada.

Sin ofrecer la visión directa de nada, todo lo brindaban sin disimular el menor detalle, que no era necesario adivinar, pues se mostraba bajo el fino tejido. Y si el sexo aparecía apenas velado, mostrando el tono de la piel, lo que realmente perturbó a L fue la visión del número que llevaba marcado en él, que aparecía perfectamente visible en su forma y color, manifestándose debajo del ligero tejido. En cambio, su condición de hembra, escrita sobre el monte de Venus, aparecía algo menos patente, por haber perdido parte de la intensidad en su color y quedar enmascarada por una fila de pequeños cascabeles que estaban cosidos justo a su altura. L agradecería que ese adorno encubriera las letras que llevaba grabadas bajo ellos, sin pensar en que hubiera podido ser puesto a propósito, precisamente con ese fin, para evitar que se apreciara la palabra que ayudaban a ocultar. Fuera como fuere, para L no mostrar esa palabra significaba un cierto alivio, aunque el número permaneciera perfectamente visible a través de la malla.

Saldría de esa forma a presentarse al fotógrafo. Si no fuera posible convencerle de cambiar el modo de aparecer, al menos quería garantizarse que no mostraría lo que no debía, sabiendo que se trataba de una petición muy difícil de ser atendida. Y lo intentaría, obteniendo la respuesta que la maquilladora había anticipado.

.- Son fotos que no van a tener ninguna difusión, por lo que poco puedes temer por ese lado, y quienes las van a ver, conocen de sobra su finalidad y saben que son normales, por lo que no encontrarán ningún eco desfavorable para ti, al contrario, en la medida que demuestren que ayudan a la campaña, serán causa de apoyo hacia ti. Y por otro lado, ni te creo tan pacata como para hacer aspavientos por unas muestras contenidas de tu cuerpo, ni quienes las vean van a reaccionar como adolescentes ávidos de conseguir imágenes para alimentar sus fantasías.

.- Pero, es que son mis jefes, y tendré que convivir con ellos después.

.- Pues si piensas en el después, piensa en que vas a medrar más. Pero vamos a solucionar el ahora. Y supongo que tus jefes no son unos adolescentes. ¡Qué más quisieran ellos!

Pero lo que pensaba L era en las fotos y en su difusión posible. No era para nada recomendable, que alguien con pretensiones tuviera unas fotos en que aparecía prácticamente desnuda, deambulado de mano en mano.

.- El body es muy fino…, demasiado.

.- No te preocupes. Desgraciadamente, en cuanto se pone algo sobre el cuerpo se pierde buena parte de la muestra. Y lo que se ve es muy diferente a un desnudo. Puedes comprobarlo en cualquier foto de ropa interior. Es algo sabido. Ya te digo, que desgraciadamente, pues, a veces nos coloca a los fotógrafos en situaciones difíciles de solucionar. Espero que esta no sea una de ellas y a ti se te vea suficientemente bien.

.- Yo espero que tengas problemas. – Sonrió cuando él la miró, luego él también sonrió.

.- Te debería decir que si los tengo los resolveré.

.- No, por favor. – Ahora él rió. Si no podía dejar de hacer las fotos, al menos trataba de ganárselo y que estuviera a su favor. – Y cuida mucho las poses.

.- Lo haré. – Y pensaba hacerlo, justo en el sentido contrario al que ella deseaba.

Iniciarían la nueva tanda de fotos. De nuevo las fotos no fueron conflictivas, el fotógrafo no demandaba posturas atrevidas o descaradas, acaso alguna algo más insinuante, pero siempre dentro de lo comedido. Eso parecía a L, y así era en la mayor parte de las fotos que realizaba, pero la habilidad y experiencia del fotógrafo, sacaría las suficientes en las que la joven mostrara zonas indebidas de su cuerpo, que aunque cubiertas por el velo, no estaban veladas por él, y en posturas que cogidas casi por sorpresa, no dejaban de presentar una oferta atrevida, inmoderada, y en algún caso claramente deshonesta, que pasaba desapercibida, o casi desapercibida para L, en quien, sin duda, estaba haciendo efecto lo que realizaba en el club para mostrarse con una generosidad y despreocupación que no serían normales en quien careciera de la experiencia que ella tenía en aparecer desnuda.

Cuando el fotógrafo dio por finalizada esa parte de la sesión de fotos, anunció a L que continuaría con otra. L estaba cada vez más tranquila, en la creencia de que no se la estaba requiriendo para efectuar muestras ni posturas que pudieran presentarla de forma desvergonzada. Pero el fotógrafo sabía que lo que ofrecía la joven era más que suficiente, como lo era su  acomodación a unas exhibiciones de su cuerpo que unas semanas antes no hubiera realizado y mucho menos, permitido que se tomaran en fotografías.

La maquilladora se ocuparía de nuevo de L, la quitó la malla dándola otra, esta era un body tanga de mangas largas, del mismo material que el anterior, es decir del que se empleaba en unas medias, por lo que mantenía la trasparencia que ya conocía. El sexo se cubría muy exiguamente con el tejido que se pegaba a él, mostrando su forma, y el número que llevaba grabado en él. Llevaba una tira de un hilo más firme que pasaba por el centro de los labios, entre los que se introducía mínimamente, para perderse después entre las nalgas. En la zona que se introducía entre los labios llevaba colgando unos cascabeles, como antes los había llevado horizontalmente sobre el monte. Colgaban de unas cadenitas de3 cm, y caían libremente a los lados del sexo de L, cuya muestra quedaba parcialmente disimulada, ya que la malla no llegaba a cubrir toda la protuberancia, quedando descubierta la zona próxima a la base. Luego el hilo continuaba hacia atrás, entre las nalgas, siempre muy fino pero resistente, hasta llegar a un cinturón ancho, confeccionado como un mínimo corsé, que cinchaba la cintura, quedando el culo completamente desnudo, y el sexo escuetamente cubierto, ya que la protuberancia de los labios no llegaba a quedar completamente cubierta, si bien al incrustarse el tejido entre los labios del sexo, donde se introducía en la raja, la ayuda de los cascabeles lograba velar mejor la carne, en cambio la ausencia de cascabeles sobre la marca de su condición, hacía que ésta se mostrara visible. Si antes era la palabra lo que se ocultaba, ahora aparecía bajo el trasparente tejido, sin que los cascabeles que caían sobre el coño, tampoco pudieran ocultar los números. El conjunto se completaba con unas medias que se sostenían solas y las sandalias que llevara antes. Una vez vestida, Mary actuó sobre el cinturón que la cinchaba, apretándolo con fuerza.   .- ¡Eh! Me haces daño.

.- Pero mostrarás mejor el culo. – Sonreía divertida. No era lo que L quería, pero tampoco era cuestión de protestar porque hicieran que apareciera más apetitosa.

“Aunque no es mi mejor culo.” Pensó la joven, esa vez más distendida.

Y efectivamente, Mary había conseguido que el culo apareciera más proyectado y ofrecido, y que las caderas surgieran más prominentes, ofreciendo el conjunto una imagen de hembra potente, quizás demasiado “hembra”.

El fotógrafo podía sacar mucho provecho a las características de la prenda que lucía L, y lo haría en buena parte, pero siempre controlando lo que pedía a la joven, para hacerlo asimilable. Al fotógrafo no se le escaparon ciertos detalles del cuerpo de L, que aunque velados por el anterior body, quedaron suficientemente de manifiesto como para que tratara de encontrarlos de nuevo y dejarlos mostrados en alguna foto.

Quería captar los detalles del sexo y el culo de L, mostrados de la manera que mejor ofrecieran una visión suficiente de esa carne, privada de la mínima protección del tejido que la cubría, que también ofrecía los alicientes de las señales que la marcaban. Al cabo de un rato de movimiento, el hilo que se introducía entre los labios del coño, fue encajándose más en él, lo que suponía dejar una mayor porción de los labios al descubierto, sin ni siquiera el disimulo de una malla trasparente, desnudo que se incrementaba al irse corriendo el body un poco hacia arriba, revelando la zona inferior del coño que quedaba cada vez más al descubierto, sin que los cascabeles, que un principio coadyuvaban a velar un poco el lugar, lograran hacerlo ahora, al quedar casi entre los labios, absorbidos por el tirón de la tela que se había introducido en ellos. Ahora el número marcado en los labios del coño, se veía directamente casi en su totalidad, sin el velo del body.

El otro detalle que el fotógrafo no quería dejar escapar, era la muestra del agujero del culo de L. Se había apercibido de la apertura que presentaba, lo que decía de las prácticas de la joven, que con toda seguridad serían realizadas con profusión en el club, y que él quería poner de manifiesto, exponiéndolas lo mejor posible, y conseguirlo era cuestión de poner a L en las posturas apropiadas.

Las marcas de los azotes también aparecían completamente al descubierto en el desnudo culo de L, y otras en los muslos, estas más tenues. Había varias netas y claras, aunque no existían heridas, y algunas más ya menos intensas y que se desvanecían bastante. El fotógrafo, con cinismo, pensó en el esmero y cuidado que ponían en el club para azotar a sus marranas.

“Claro que son expertos en el difícil arte de azotar un culo femenino.”

No pudo evitar una sonrisa maliciosa y divertida, sabiendo donde iba todos los días la joven. Desde luego tenían que haberla hecho mucho daño, y allí estaba, después de soportarlo, tratando de disimular y hacer ver que estaba realizando todo aquello porque quería, cuando la presencia de esas marcas ofrecía una clara indicación de su origen y significado.

Él pensó que si era capaz de soportar un castigo como el que dejaban suponer las marcas, no iba a crear problemas por lo que él le pidiera. Y así sucedía, L estaba respondiendo con creciente acomodación a lo que el fotógrafo quería de ella, éste seguro de su posición, la aprovecharía para ir colocando a L en posturas, que sin dar motivo a reacciones rebeldes, fueran permitiendo aproximarse a las que deseaba para captar lo que pretendía. Si había comenzado por unas fotos anodinas, pasó después a otras más animadas, para acabar pidiéndola que gateara un poco. A L le sorprendió la petición, que el hombre explicó.

.- Vamos a hacer alguna en actitud más gatuna, es lo que corresponde.

Sonreía a L, que aceptó el argumento, poniéndose a 4 patas donde el fotógrafo la indicó. Al hacerlo, el tejido que cubría el sexo, tiró más hacia arriba, introduciéndose aún más en el coño, que como consecuencia, quedaba más al descubierto.

El fotógrafo le haría caminar gateando sobre una tarima cubierta con una moqueta, sacando unas fotos siempre por delante, notando L como colgaban las tetas, imposibles de ser sujetadas por la ligera malla. Después la pediría subir unos escalones de tramoya, colocados en la tarima, eran muy cómodos, anchos y de poca altura, por lo que no resultó nada difícil subir por ellos, aunque fuera a gatas, mientras el fotógrafo la fotografiaba desde delante. En el último escalón pidió que se colocara en unas posturas más felinas.

.- ¿Qué es eso?

.- Algo más pícaras. Estamos pasándonos en lo comedido. Ponte más insinuante.

Comenzaría a hacer algunas fotos algo más sugerentes, pero manteniendo siempre la circunspección, pero en alguna de ellas, la postura ofreciera una visión de lo que él pretendía conseguir.

Cuando acabó con ellas, él la sonrió.

.- Ahora, baja.

Eso era más complicado, pero los escalones facilitaban la maniobra. Ella, comentó la dificultad.

.- No te preocupes, no te vas a caer por las escaleras. – Bromeó.

Ella comenzó el descenso.

.- Hazlo muy lentamente y párate en cada escalón, sigue andando cuando yo te diga, siempre muy despacio. – Él, siempre se colocaba delante, sin dar nunca la impresión de querer sacarla desde atrás. Estando a mitad del descenso la dijo: – Ponte como antes al subir. – Eso suponía quedarse entre dos-tres escalones, casi tumbada en ellos, pero en una postura más incómoda que cuando hacía lo mismo subiendo, al estar ahora con la cabeza hacia abajo, para apoyarse mejor tenía que ponerse ladeada, con una pierna en un escalón y la otra en el siguiente inferior y ambas separadas.

Él la hizo cambiar la postura varias veces, sacando siempre fotos, y haciéndolo desde varios lados, hasta ponerse justo tras ella, desde donde captaba perfectamente el centro del cuerpo de la joven, ahora ofrecido casi completamente desnudo, ya que el sexo había quedado descubierto en esos movimientos, y en él los números, que los cascabeles, al colgar hacia el suelo, no ocultaban, y el culo, al separar las piernas, se ofrecía con las nalgas también separadas, mostrando la entrada al agujero, que el hilo que pasaba por él no impedía contemplar prácticamente en plenitud, y en cambio ofrecía una imagen que hacía más patente su apertura al mostrarse entre el fino hilo. Sería el fotógrafo quien primero sacara partido a esa visión que decía de la indecencia de la joven y que dejaría patente en unas fotos que añadían una especial connotación con las marcas de los azotes,  llena de sugerencias, cuando no, de indicaciones, sobre como la joven se entregaba, o quizás, era sometida, para conseguir lo que la apertura del culo también indicaba y, acaso, ofrecía.

Todavía haría unas finales, bajando los escalones que quedaban, lo que ofrecía una variedad de muestras del coño y culo de L, que ya cogidas desde atrás, permitían captar todos los detalles de ambos.

.- Ahora te haré unas de pie, que se te pueda apreciar de cuerpo entero.

.- ¿Puedo ir a recomponerme un poco?

.- Si no tardas...

.- No.

L, quería recomponer el body, que notaba se había corrido de las zonas en que debiera permanecer. El hombre no quiso insistirla en que siguiera como estaba, permitiéndola efectuar un arreglo que no favorecía sus pretensiones, pero que daba confianza a la joven sobre lo que se deseaba de ella, ya tendría tiempo de conseguir que la prenda volviera a ofrecer la visión del cuerpo de L que él deseaba.

Cuando L regresó él la diría que bailara, a lo que ella no puso ninguna objeción, comenzando a bailar ante el fotógrafo, que la fotografiaba constantemente. Estuvo bailando un buen rato, él le diría que no parase, que quería irla sacando fotos y hacerlo mientras ella se moviera con naturalidad, olvidada de la sesión y concentrada en el baile. Los movimientos produjeron cambios en la colocación del body, que comenzó a ofrecer muestras aún más indebidas de algunas zonas del cuerpo de L, que era lo que el hombre deseaba.

L bailaba con la soltura propia de quien lo hacía muy a menudo, lo que no pasaba inadvertido y animó al fotógrafo a pedir que lo hiciera con más desenvoltura.

.- Intenta bailar algo más desenvuelta, contoneándote con más voluptuosidad, que pueda sacarte en algún escorzo más sexi.

Ella pensaba que ya lo hacía en exceso, pues aunque controlaba sus movimientos, no podía evitar que surgieran con la soltura y sensualidad propia de la mucha práctica y de la intención de buscar la respuesta de quienes la vieran bailar y ofrecerse con el baile.

L, trató de contonearse con más desahogo, pero intentando controlar unos movimientos que surgían de modo espontáneo, pero sin poder evitarlo completamente. Notaba las tetas que saltaban sueltas con los movimientos más súbitos, chocando contra el pecho de forma parecida a cuando realizaba el trote en el club, y sintiendo los pezones hincharse con el roce, mientras los cascabeles que colgaban del coño sonaban con su típico tintineo. Sin darse cuenta comenzaría a poner las manos en la cintura o en las caderas, incluso a inclinarse ofreciendo la grupa de modo descarado.

.- Baila con las manos detrás de la cabeza. – El hombre, aprovecho la tendencia de la joven para pedirla más, y ella se prestaría sin oposición, mostrando unos modos que evidenciaban lo que ella había querido disimular.

.- Sigue ayudándote de las manos, haz que bailen también. Lo haces muy bien. Bailas muy bien. Has tomado clases, ¿verdad?

Ella no contestó, pero se animaba con las alabanzas del fotógrafo, bajando más la guardia y facilitando las muestras de su cuerpo. El fotógrafo la dejaría hacer, sin pedirla más, a sabiendas que lo que le estaba ofreciendo era más que suficiente para complacer a su cliente, consiguiendo unas fotos muy sabrosas de la joven, tanto por las posturas como por lo que mostraban de las partes de su cuerpo que había convertido en objetivos de la cámara. Solo quedaba un detalle que quizás fuera conveniente disimular, para que sus mandantes pudieran elegir lo que creyeran más conveniente.

.- Aunque no te guste demasiado, vamos a maquillar las marcas del culo. Sé que perdemos tan sugerente atractivo, pero te tendrás que conformar.

A L no podía más que encantarle esa propuesta, que permitía evitar la muestra de su culo con las marcas de los azotes. Pensó inmediatamente que tendría que conseguir que el fotógrafo solo enviara las nuevas. Siguió a la maquilladora, que se ocuparía de disimular las marcas. Cuando hubo acabado, propuso:

.- Vamos a que te vea el jefe. – L, se había quitado el body, estaba solo con las medias, fue a ponerse el bikini. – No te lo pongas.

.- Pero... – No quería aparecer desnuda, aunque tampoco se sintiera perturbada por hacerlo.

.- Deja que él te vea bien y decida como te quiere.

.- No me gusta salir así.

.- Estamos acostumbrados al desnudo. Y el tuyo no está tan mal. No tienes por qué preocuparte… demasiado. – La maquilladora parecía bromear.

A desgana, salió como estaba. El fotógrafo la miró con detenimiento, sabía lo que quería. No pudo evitar una broma sobre el nombre.

.- No creo que fuera necesario precisarlo, te va a ser difícil disimularlo. – La miró burlón, ella se sonrojó, pero sonrió sin decir nada. El hombre se mostraba amable y nada desagradable. – Bien. Vamos a hacer una cosa. Voy a fotografiarte de espaldas. Creo que resultará mejor sin nada, después haremos otras con el bikini.

No era lo que ella hubiera elegido, no le gustaba, por un momento, vaciló, pero tampoco suponía unas muestras demasiado atrevidas, serían casi iguales a las que se habían hecho antes, y aparecer sin las marcas de los azotes le agradaba, podían sustituir a las que aparecía mostrando esa marcas que ponían de manifiesto algo que era mejor que no fuera conocido. Y el fotógrafo se estaba portando muy bien, se avino a ello. El hombre comenzaría a hacer fotos.

.- Baila como antes. Contonéate que pueda coger distintas posturas. Hazlo con soltura, olvídate de todo lo que no sea bailar. Usa las manos. Relájate con el baile. Mueve las caderas.

L comenzó a bailar. Estaba un poco nerviosa temiendo ofrecer más de lo prudente. Ya estar desnuda suponía ir más allá de lo previsto, solo el ser fotografiada de espaldas lo hacía más llevadero, y sobre todo pensaba en que no se verían las marcas de la condición y números. “Váyase lo uno por lo otro. Solo tengo que evitar mostrar más de la cuenta. Y tengo que conseguir elegir las fotos que vayan a enviarse a la oficina”.

Bailó cada vez más concentrada en el baile, el hombre no parecía cansarse de hacer fotos, iba sacándola en todas las posturas que posibilitaba el baile, y que L iba desgranando con creciente soltura y mayor descuido, lo que propiciaba muestras cada vez más atrevidas. Las manos pasaban de la cabeza a las caderas, las piernas se separaban y juntaban para facilitar el movimiento del cuerpo a requerimiento de los contoneos, sin poder evitar girarse un poco de vez en cuando.

El fotógrafo, sin colocarse nunca frente a ella, para evitar la idea de que pretendía sacarla de frente, sí lo hacía casi lateralmente, fotografiándola de ese modo, esperando a que los movimientos del baile propiciaran que la joven fuera quien se mostrara más, y ella lo haría, sin apenas darse cuenta, entre los movimientos y contoneos, era muy difícil mantener el control completo de lo que mostraba, y si se sumaba la posición desplazada del fotógrafo con el giro de L hacia ese mismo lado, ésta quedaba casi frente al fotógrafo, que solo tenía que seguir sacando fotos para tomarla como deseaba.

Y no solo la cogería en esos momentos, durante el baile L dejaba desgranar muchos de los movimientos que había practicado en el salón, sin apenas percatarse, se inclinaba más de lo debido, separaba las piernas, ofreciendo al objetivo una muestra demasiado elocuente de sus zonas más íntimas, ampliaba el contoneo, propiciando curvas más amplias, las manos también colaboraban en la muestra del cuerpo de la joven, con ellas detrás de la cabeza y el contoneo descarado, la oferta adquiría unos tintes de reclamo que pocos podían dejar de percibir.

Cuando acabó el fotógrafo, L paró sofocada y bermeja pero risueña.

.- Tienes unos tonos que quiero sacar antes de que los pierdas. Estás más felina. Ven. – La llevó a la escalera que habían utilizado antes. – Colócate como antes, subiendo gateando. Quiero sacarte el rostro enmarcado por la grupa y sin ninguna tela que estropee el conjunto. Te quiero completamente natural y con el color que tienes ahora. Vete subiendo muy lentamente, muy, muy despacio. Dame tiempo para cogerte bien.

L sabía que en esa postura ofrecería una visión limitada, pero que durante los movimientos de gateo podría mostrar más de lo debido, y estaba desnuda, por lo que no debería descuidarse, manteniendo las piernas juntas y la cabeza lo más baja posible, con los brazos por delante cubriendo los pechos. Y así lo haría, pero durante el gateo no era posible permanecer siempre de ese modo, al andar había que separar las piernas, y más al subir un escalón, y lo mismo sucedía con los brazos, lo que propiciaba muestras indeseadas de su cuerpo, que se incrementarían a la hora de hacer el recorrido descendente.

El fotógrafo siempre la cogía desde atrás, tal y como hiciera la vez anterior, pero, como entonces, haría que se detuviera a mitad de camino para sacar varias fotos. L se percataba de que la postura en la que estaba facilitaba una muestra mucho más generosa de su cuerpo, y más si el hombre lo hacía desde diversos puntos, lo que se incrementaba al ordenarla cambiar de postura, moviéndose un poco hacia un lado u otro, o subiendo o bajando un escalón. L notaba las tetas colgando, el aire entre sus muslos, en su entrepierna, sobre su sexo. Estaba acalorada, no solo por efecto del baile, sino por lo que hacía, por lo que mostraba. Pero esos colores animaban más al fotógrafo que, a su vez, trataba de trasladar su entusiasmo a la joven.

.- Estás estupenda, quiero aprovechar lo maravillosa que estás. Ponte sobre un escalón, acurrucada, con la cabeza sobre los brazos y cierra los ojos.

Así estaba mucho mejor, ella misma se cubría. Pero la postura no solo permitió al fotógrafo coger unas gestos más sexys, cuando la ordenó recomenzar, él estaba preparado para no perder el detalle de un movimiento que obligaba a L a mostrarse más de lo debido, al tener que separar las piernas para moverse, oferta que se incrementaría para el objetivo, cuando él pidió que subiera otra vez los escalones.

El fotógrafo estaba colocado delante de ella, que al moverse para subir, lo haría un poco en diagonal por indicación del fotógrafo, para facilitar la subida, pero eso propiciaba quedar con él a un lado y después, al subir, casi detrás, poco tuvo que moverse el hombre para quedar detrás del todo, con L completamente desnuda, sin que hubiera nada que molestara la visión de su cuerpo, que se ofrecía sin velos al objetivo de la cámara, y que al gatear sobre los escalones dejaba visibles los lugares más íntimos, que serían fotografiados con tanta profusión como cuidado y claridad.

L quiso apresurarse, pero el hombre la ordenó pararse y después continuar lentamente hasta llegar al último escalón. Ella trataba de mantener las posturas más controladas pero el hombre la ordenaba variarlas al caminar, pidiendo que lo hiciera muy pegada a los escalones o, al contrario, subiendo a 4 patas, hacerlo en diagonal o recta, con cada paso había que elevar una pierna lo que hacía que la parte central del cuerpo quedara perfectamente expuesta y visible, lo que aún aparecería mejor cuando lo hiciera bajando las escaleras, e incluso gateando hacia atrás, lo que complicaba los movimientos y facilitaba la separación de las piernas y con ella la mayor y mejor muestra del centro del cuerpo, con coño y culo expuestos en primer plano.

La joven se percataba que con todos esos movimientos era imposible mantener el control de las muestras que realizase de su cuerpo, principalmente de las zonas que más debía encubrir, mientras el fotógrafo estaba consiguiendo todo lo que podía desear y más, al poder fotografiar coño y culo con toda precisión y detalle, mostrando una oferta de la joven que solo cabía en el calificativo de impúdica, a lo que se añadían las posturas, que coadyuvaban a dar una imagen de L como de alguien carente de cualquier comedimiento. Solo una desvergonzada podía ponerse en esas posturas y permitir que la fotografiaran en ellas.

El fotógrafo estaba consiguiendo todo lo que su cliente podía desear, y al tiempo disfrutando al hacerlo, tanto por lo que suponía para él en cuanto a “premio” a alcanzar, como por la delicia de contemplar a esa joven preciosa que no quería mostrarse y que estaba mostrando TODO, para su complacencia, a lo que se añadía la satisfacción de estar logrando controlarla y someterla a su antojo. Y sería esto último lo que quisiera ratificar. Ya tenía todas las fotos que pudiera necesitar, por lo que podía haber acabado, pero quiso incidir en las posturas más desvergonzadas.

.- Vuelve a subir despacio.

.- ¿Otra vez? – Era la primera vez que protestaba.

.- Sí. – La respuesta fue seca y nada complaciente.

L comenzó a gatear haciéndolo con cuidado, mientras él se colocaba donde sabía que obtendría las mejores “vistas”. Cuando conseguía una buena visión pedía a L que se detuviera para aprovecharse de ella y más cuando volvía a moverse.

En la medida en que L comenzaba a estar cansada perdía control sobre sus movimientos, lo que facilitaba tanto su acomodación a lo que el fotógrafo la ordenaba como la falta de reflejos para reaccionar y ganas de hacerlo. Por un momento el fotógrafo tuvo la tentación de comenzar a ordenar posturas a L que supusieran una clara muestra de impudicia, pero se contuvo, dejando que fuera la propia joven quien se mostrara.

Ahora, con todo conseguido, el fotógrafo se estaba dejando llevar por el deseo de sacar provecho a las muestras del cuerpo de la joven, sin poder evitar los efectos en el suyo, que ya estaba excitado. Sería eso lo que hiciera que detuviera la sesión

Cuando tuvo a L en lo alto de la escalera quiso que se volviera a tumbar, y sacarla como una gata sobre una rama, o el alfeizar de una ventana. L quedó tumbada, un poco acurrucada, y así la fotografiaría. Finalizando con ello la sesión.

El fotógrafo comunicaría a L lo que iba a hacer.

.- Enviaré una selección de las fotos. Habrá que esperar unos días a que nuestro patrocinador nos diga lo que desea. Si le gustara lo que le presentamos, posiblemente quiera algo más. Los clientes suelen tener su idea y les gusta exponerla, hay que atenderlos, aunque después seamos nosotros quienes acabemos haciendo lo más conveniente.

.- Entonces, ya he acabado con el club.

.- ¿Con qué club? – El fotógrafo sabía perfectamente a que se refería L, pero no quería ponerlo de manifiesto.

.- Quiero decir con el salón de belleza.

.- Eso es cosa vuestra, mi consejo es que se sigan ocupando de ti.

.- Pero por tu parte no lo crees necesario.

.- Necesario, no, nunca lo ha sido. – La sonreía pícaro, ella comprendió y sonrió a su vez. – Pero sí conveniente. Pero eso lo debes decidir tú. Pregunta en el salón lo que piensan y lo que te aconsejan. ¿Lo tienes pagado?

.- Bueno, una parte.

.- En ese caso, mantenlo todo el tiempo que has pagado. Siempre será bueno y ya no te cuesta nada. Y si quieres, puedo aconsejar que sigas con ello, así no tendrás que ser tú quien lo proponga, y si te lo pagan…

L acogió con agrado la propuesta del fotógrafo, que la permitía una justificación idónea para continuar acudiendo al club en la medida en que no tuviera más remedio, y que en caso de cortar con el club no supondría ningún impedimento para hacerlo.

.- Gracias, eso facilitaría las cosas con la empresa. Pero dilo como algo que crees conveniente pero no necesario.

.- Así lo haré. ¿Qué tiempo quieres que diga? Te lo pregunto para no hablar de un tiempo indefinido que puede dar la sensación de ser algo simplemente conveniente para todo el mundo y quiero que sea específico para ti. Si a ti te parece bien.

.- Me parece muy bien. Digamos 5 semanas, si es un tiempo prudente.

.- Bueno, aconsejare media docena de semanas más, que suena más inconcreto y ampliable, si eso se quisiera, y dejaré abierta la continuidad como algo recomendable.

.- Muchas gracias. ¿Cuántos días tendremos que esperar a que contesten los clientes?

.- Espero que pocos, sobre todo si tienen prisa.

.- Podré ver las fotos.

.- Por supuesto.

.- ¿Cómo han salido?

.- Estoy seguro que muy bien, eres preciosa.

.- ¿Crees que les gustará?

.- Tú, sin duda, la idea, no lo sé.

.- Y el tatuaje... – A L la costaba hablar de ello, pero quería saber lo que opinaba el hombre.

.- Muy probablemente no sea preciso maquillarlo para que no se vea. Si gusta la idea, las mallas definitivas no serían trasparentes, o lo serían menos. – Mentía, no era nada probable que fuera como decía.

.- Entonces, en estas...

.- Para que se te contemple mejor, eres un magnífico argumento de venta.

.- Gracias, pero acaso no debería serlo.

.- ¡¿Por qué?! No dejes de utilizar todas tus armas, además eres una modelo.

.- Bueno...

.- ¡Claro que sí! Y fenomenal. No lo dudes.

.- Gracias. Me gustaría ver las fotos antes de que las enviaras, para participar en la selección.

.- Eso nunca. Cuando lo he hecho solo ha causado problemas. Las modelos siempre encontráis algo que no queréis que aparezca. No, mejor es que decida quién tiene más experiencia y es más objetivo: el fotógrafo. Te advierto que lo mismo pasa con los clientes, aunque como esos pagan, al final hay que hacer lo que ellos quieren.

L supo que no iba a intervenir en la selección de las fotos, lo que no la agradaba nada y suponía mantenerla con la incógnita y la preocupación de lo que ofrecería en ellas, y aunque la sesión había transcurrido por unos derroteros agradables y sin aparentes excesos, ahora, una vez concluida, L se percataba de haber posado no solo completamente desnuda, sino en posturas que bien podían suponer muestras más que descomedidas de su cuerpo. Solo cabía esperar que el fotógrafo no incluyera esas fotos en las que enviara a sus jefes. Quiso pedirlo.

.- Te rogaría que selecciones muy bien las fotos, van a mi empresa, y no sería conveniente para mí aparecer de unos modos… poco apropiados.

.- Tú nunca estarás poco apropiada.

.- Quiero decir, que cuides que no aparezca desnuda.

.- L, ahora no es como hace unos años, el desnudo ya no asusta a nadie. Y como te habrás percatado no hemos hecho nada que se salga de unas muestras muy comedidas. – Mentía con total descaro. Bueno, en ese momento él no lo pensaba así, se le había ocurrido que no había hecho ninguna foto con objetos, y pensaba en unos cuantos. Sonrió para sí, aun sabiendo que no había justificación alguna para ese tipo de fotos.

.- Por favor, es importante para mí…

.- Bien, pero quiero que contemplen toda tu belleza. No deberías tener esa clase de prejuicios. Pero te ayudaré en todo lo que pueda. Espero que no estés utilizándome, y me hagas quedar como un simple. – Él, quería poder utilizar ese intento de la joven como arma arrojadiza si llegara el momento de exigirla más.

.- Por supuesto que no.

.- La verdad, no das la impresión de andarte con esas modestias y apocamientos. Me parecías más desenvuelta y audaz.

.- Pues no lo soy tanto.

.- Espero que no sea solo con esto y conmigo. No quiero aparecer como el más tonto de la fiesta.

.- Tú nunca aparecerás tonto.

.- Las mujeres nos volvéis tontos, pero no quiero que eso ocurra con mis modelos. Quiero salvar lo profesional.

Ella no dijo nada, en un silencio que ya era revelador para quien no hubiera sabido nada de la conducta de la joven, y ella se percataba, pero no quería añadir una negativa expresa que pudiera ponerla en una tesitura mucho peor.

L, según se alejada del estudio menos satisfecha estaba con lo sucedido en la sesión fotográfica, comprendiendo que existían serios riesgos en las fotos, por lo que esperaba que el fotógrafo no enseñara las que se mostrara de manera más atrevida, o simplemente, en las que se mostrara desnuda, pero estaba en sus manos y dependiente de lo que quisiera hacer. Ahora resultaba importante que no conociera lo que suponía su paso por el club, cosa, que a no ser que fuera un cínico, no parecía conocer. Si llegara a enterarse, quien quedaría como una falsa sería ella, arriesgándose a perder la ayuda del fotógrafo.

L sabía que la realización de las fotos difícilmente traería como consecuencia su marcha del club, con este tenía un acuerdo para acudir durante 7 semanas y en todo caso, ese plazo, se alargaría algo por causa de la pérdida de algún día y la penalización subsiguiente, como acababa de ocurrir con la mañana que había dedicado a las fotos.