Klaster 001: Prologo

Esta es la historia de Kiki, un chico que no gana una batalla, pero no se rinde hasta ganar la guerra, un chico con pocas expectativas de futuro, pero que nos hará disfrutar del presente, un chico que lucha por las cosas, sin duda, todos deberíamos ser así, unos luchadores y mas al ser dura la vida.

Klaster 001

Todo a mí alrededor carecía de claridad, mientras las gotas de agua caliente resbalaban por mi flequillo y se dejaban caer por mi cuerpo, el vapor sin duda empañaba el espejo y la ventana del baño, aunque no podía verlo con claridad, para comprobarlo. Aunque tenía las luces de casa encendidas mis ojos apenas podían captarlas, lo que mi facilitaba aprovechar el momento para recordar el pasado.

Aun recordaba como si fuera ayer cuando tenía doce años, salía del colegio rumbo a casa, con mis amigos Alberto y Cristian, cuando de una calle salió cortándonos el paso Dylan el abusón y doblemente repetidor de clase, al imaginar que sus intenciones no serian muy buenas intentamos retroceder por donde habíamos venido, pero apareció Omar su mejor amigo, un negro muy violento que era su mejor amigo, ya corriendo los tres nos metimos en un callejón buscando una salida, pero por desgracia para nosotros no la tenía, ya que su otro amigo Enrique estaba allí para cortarnos el paso del todo.

.- Dadme los deberes por las buenas y me ahorráis el rollo de tener que pegaros, para llevármelos igualmente (exigió Dylan)

Sus amigos rieron encantados por su comentario, pero Omar que no estaba muy de acuerdo con que pegarnos fuera una mala idea contesto, mientras se crujía un nudillo con el otro.

.- No se los deis por favor, que quiero diversión. (Pareciendo muy ansioso)

Haciendo reír a Dylan y Enrique que se miraban cómplices.

.- Os damos el de uno, el de los otros dos nos lo quedamos nosotros (negocio Alberto)

Provocando las carcajadas de los tres abusones.

.- ¿habéis oído, chicos? Ahora creen que pueden negociar y todo (bromeo Enrique provocando a Dylan todavía más)

.-Sacad los deberes ¡ya! pero ¡¡YA!! (Ordeno Dylan)

Cristian al recibir semejante grito a pocos centímetros de su cara, se arrodillo inmediatamente, se quito la mochila de la espalda y empezó a buscar frenéticamente sus deberes, Alberto me miraba a mi sin saber qué hacer y yo solo miraba hacia abajo con la mente en blanco. Omar nos miraba cada vez más ansioso, que parecía en cualquier momento saltaría sobre nosotros golpeándonos a todos, Enrique miraba a Omar preocupado y Dylan me miraba a mi cada vez mas enfadado.

.- ¿eres sordo, además de ciego? O directamente ¿es que eres tonto? (me pregunto directamente a mi)

Yo lo mire apretando los puños

-. Cállate, pedazo de imbécil (susurre casi inaudiblemente)

.- ¡¿Qué has dicho?! (Grito Dylan)

-. ¡Que te calles, pedazo de imbécil! (Grite mientras que le arreaba el primer puñetazo en la cara provocando que Dylan fruto de la sorpresa mirara del impacto hacia un lado) Cristian solo acertó a decir: ¡no me jodas! Mientras que Alberto que estaba esperando una reacción por mí parte placo a Omar cayendo al suelo llenándose de meados ambos.

Dylan me miro furioso, mientras le daba una patada a su rodilla provocando que callera con la misma al suelo y le di un puñetazo con la mano izquierda derribándolo totalmente, En ese momento Cristian que miraba la escena sin poder reaccionar, junto a Enrique que miraba pasmado como Dylan estaba en el suelo por mi culpa, recibió la mochila abierta de Cristian en la cara, mientras que Omar estaba sentado sobre Alberto, asestando puñetazos en la cara de mi amigo.

Dylan comenzó a levantarse del suelo, se limpio con la manga la sangre del labio y me dijo:

.- Vas a lamentar esto

Yo solo conteste poniéndome las gafas bien, un poco nervioso y poniéndome en una torpe postura de pelea, mientras tanto, entre los papeles que habían salido despedidos de la mochila abierta de Cristian, pude ver como Alberto rodo sobre Omar devolvió un par de golpes y era agarrado por este, provocando que ambos forcejearan, Enrique acorralo a Cristian contra la pared, golpeando sin piedad con ambas manos los costados de mi amigo.

Poco después Dylan cumplió su amenaza, me empujo contra la pared con una fuerza brutal, intente darle una patada en el estomago para quitármelo de encima, pero falle. Mientras Cristian se quito de encima a Enrique dándole un cabezazo para luego intentar huir sin éxito, ya que Enrique se le tiro encima, Alberto y Omar, intercambiaban puñetazos, cuando conseguían librarse del agarre del otro.

Dylan me agarro por el cuello con una mano, me levanto del suelo mientras me asfixiaba, mientras tanto Enrique golpeaba sin piedad desde atrás a Cristian y Omar había agotado a Alberto, se lo había quitado de encima, se había levantado y lo pateaba sin piedad en el suelo, lo siguiente que vi, es como Dylan de un puñetazo me destrozaba las gafas, haciendo que dejara de ver nada a mi alrededor, intentando defenderme inútilmente, tras una reverenda paliza, se llevaron nuestros deberes junto a nuestra dignidad y nuestra inocencia. Ese día fue cuando Alberto, Cristian y yo, nos hicimos amigos de verdad, pues me ayudaron a llegar a casa, a rehacer los deberes y a inventarnos una escusa con mis padres, fue el primer día que Dylan y sus amigos nos golpearon y me hubiera gustado decir que fue el último, pero mentiría.

Tras el recuerdo, volví a mi con una sonrisa en la cara, ya que pese a lo negativo de que siempre nos defendíamos y perdíamos, siempre lo hacíamos juntos, me termine de enjabonar para aclararme, salí de la ducha recogí la bata y las gafas de donde las dejaba siempre, tras eso seguía viendo nublado, limpie las gafas con papel especial y conseguí al fin ver con claridad. Me vestí con traje de chaqueta ya que iba a la boda de Alberto, el que más labia tenia de los tres y el que más éxito tenía también, era un gran comercial de la fábrica de sueños. Empresa que por un módico precio, se encargaba de cumplir las fantasías, dentro de una legalidad, de todos los ricos y millonarios que pudieran permitírselo, hecho que hacía a Alberto haber conocido a su novia, entre muchos famosos.

Alberto había conseguido algún negocio de cifras millonarias para su empresa, entre muchos otros trabajos de éxitos más moderados, aun así siempre que podía escaparse para estar con nosotros, se escapaba, cuando no estaba con su novia o sus otros amigos, claro, palabras de él, “uno tiene que mantener los negocios”. Mi amigo Cristian se dedicaba a regir la tienda de sus padres, una frutería de un éxito regular, no era rico como Alberto, pero no le iba mal tampoco, trabajaba mucho, así que tampoco había conocido a nadie, por culpa de la falta de tiempo.

Yo había tenido una vida dura, desde los 18 años había tenido que arreglármelas solo, el motivo era un tema en el que no me gustaba pensar, simplemente mi madre murió y mi padre estaba en la cárcel, se pudriría allí, no saldría jamás. Desde los 18 años había estado buscando trabajo e intentando estudiar con poco éxito, entre los problemas que tenía intentando sobrevivir con el seguro de vida de mi madre, lo de mi padre y que no era ningún cerebrito, aun no había podido sacarme la educación básica.

Dejando todo eso a un lado, ayer habíamos tenido una despedida de solteros más que interesante, una cena para charlar de viejos tiempos los tres solos, unas copas en un bar para hablar del ahora en el que nos dedico poco tiempo por dedicarle tiempo también a amigos de fama regional, nacional y uno internacional, por penúltimo estuvimos en una sala de estriptis para hacer algo que no podríamos hacer los tres juntos en el futuro, algún famoso de poca monta nos acompaño, pero aquí estaba más con nosotros que con ellos y por ultimo vimos el amanecer los tres juntos solo los tres, todo lo comenzábamos y finalizábamos juntos siempre, tomando un buen desayuno, en la cafetería de la playa, hablando del futuro que nos esperaba a los tres.

Todo iba bien, hasta que me toco el turno a mí, Alberto quería conseguir ser socio vitalicio de su empresa, Cristian quería negociar con una carnicería vecina para agrandar el local y yo solo quería encontrar un trabajo cualquiera, para no morirme de hambre, que si no me daba prisa, el dinero del seguro se acabaría, perdería la casa, no tendría para comer… y bueno, me encantaría sacarme al menos los estudios básicos. Alberto pareció decepcionado por mi respuesta y Cristian se la esperaba, ambos me ofrecieron ayuda a lo que yo me negué, Alberto me dijo que al menos no le regalara nada para su boda a lo que me negué también, además que ya lo tenía comprado y Cristian me dijo que si alguna vez se casaba que no me invitaría a la boda, para que no le regalara nada.

Reímos los tres y nos fuimos a dormir, hasta hace un momento que me levante para arreglarme, ya que iba a empezar su ceremonia y no podía empezar sin su padrino, ósea yo. Alberto me había dicho que su jefe quería que su padrino fuera el presidente, pero que se había negado rotundamente, aunque yo sabía perfectamente que solo era una broma para darse importancia así mismo. Fui en mi ciclomotor al centro de la ciudad, a la catedral de todas las religiones, donde para casarse había una cola de décadas y Alberto lo había conseguido en tan solo un año.

Al llegar como esperaba, iba a ser el acontecimiento del año, podría jurar que había miles de invitados, entre los que reconocí gente de su empresa, famosos, familia de Alberto y a la otra gente que no supe reconocer pero, supuse que serian la familia de ella y algún modista, ya que ella era una modista de fama nacional. Salude a mis amigos y a la familia de Alberto.

-. ¿Qué nervioso? (pregunte a Alberto)

.- Necesito unas palabras de apoyo, Kiki (mientras se aflojaba un poco la corbata)

-. ¿Tenemos tiempo? (pregunte a Cristian)

Este miro su reloj

.- No, mucho, pero os intentare conseguir el que pueda

Cristian era un experto en hacer distracciones, así que tendríamos unos minutos en los que podríamos hablar, me lo lleve a pasear, a mi no se me daba bien hablar, pero Alberto siempre acudía a mí para buscar apoyo, desde niños.

-. ¿Qué te pasa Alberto? (pregunte a Alberto)

.- ¿Crees que estoy haciendo lo correcto? (estaba blanco al preguntarme eso)

-. ¿Tú la quieres? (pregunte)

.- No lo sé, ¿cómo se si la quiero? (dijo preocupado)

-. ¿Estás a gusto con ella? (pregunte yo seriamente)

.- si (contesto sin dudar)

-. ¿Tenéis cosas en común? (pregunte de nuevo en serio)

.-… si (dijo con algo de duda)

-. ¿Te sientes completo cuando estáis juntos? (pregunte en serio)

.- Creo que sí, pero me falta algo (dijo recuperando la sonrisa parcialmente)

-. Si un hijo, no te jode (conteste siguiendo la broma que él había empezado)

Ambos reímos, al ver que todo estaba bien, le dije de nuevo en serio.

-. Vamos a tu boda, que no me he vestido así por nada (tocando indignado el traje de chaqueta)

.- Antes necesito una cerveza (dijo medio en broma medio en serio)

Y juro por dios que no consintió en volver a la iglesia hasta que nos tomamos una cerveza en el bar de al lado, tras un breve rato charlando de otras cosas volvimos corriendo a la iglesia, donde Cristian nos miraba con cara de asesino, ya que tenia a todo el mundo entretenido incluso a la novia, que miraba al amigo de su prometido con cara de pocos amigos, nos colamos por una ventana sin que nadie nos viera y al empezar a dirigirnos al altar, sonó la música y la gente comenzó a entrar en la catedral. Tras una boda preciosa, en la que la madrina de la novia era la hija del alcalde, estuvimos allí adentro unas cuatro horas entre espectáculos, canciones del coro y la ceremonia en sí, luego una hora más con las fotos por los pasillos, trabajo que hacia encantado posando con mi amigo, su mujer y con la hija del alcalde.

Tras eso, estuvimos en la celebración en el salón de las celebridades del ayuntamiento, donde solo estuvimos Cristian y yo juntos, Alberto estaba demasiado ocupado y casi todos los invitados que habían asistido eran gente demasiado importante para nosotros, así que tras la cena, el brindis y la tarta, Cristian y yo nos marchamos, despidiéndonos de Alberto.

.- Venga hombre no os vayáis, pasadlo bien (suplico Alberto)

-. Ha estado bien hombre, estamos cansados de ayer (me excuse yo)

.- Además ya tendremos más días, tu disfruta (contesto Cristian)

Hicimos los tres nuestro saludo

.- ¿para siempre? (pregunto Alberto)

-. Para siempre (contestamos Cristian y yo)

Nos fuimos para casa, que él tenía que abrir la frutería al día siguiente y yo seguir buscando trabajo, nos despedimos y al llegar a casa, me acosté poco después de llegar. Tras un mes, seguía sin haber conseguido ningún trabajo, por la tarde estudiaba y alguna noche me veía con Cristian, pero Alberto desde que se había casado estaba tan ocupado que no sabíamos ninguno nada de él.

Una de las noches que me acosté temprano, empecé a soñar, en sueños uno no puede controlar lo que sueña y tuve una pesadilla con algo que por el día intentaba evitar pensar, a veces lo revivía por las noches desde hace años, tenía quince años, cuando...

Un día que volvía contento a casa porque le habíamos dado esquinazo a Dylan y compañía, lo que tan solo haría que al día siguiente nos zurraran sin duda, además de más fuerte que de costumbre, si es que eso era posible. Acompañe a mis amigos a casa para variar, ya que los días que me rompían las gafas me acompañaban ellos y al volver a casa, desde afuera se escuchaban los gritos de mis padres en casa, mientras metía nervioso las llaves, primero mi padre gritaba, luego mi madre y al abrir la puerta pude ver que mi padre le daba un guantazo a mi madre tirándola al suelo mientras ella se quejaba por el golpe, con los ojos llorosos por lo que estaba viendo, entre para dentro cerrando la puerta tras de mí, por vergüenza, aunque sabía que todos los vecinos nos estarían oyendo igualmente.

Me acerque a mi madre, mientras mi padre bebía de su cerveza, aunque caia por su barbilla manchándole la ropa, no parecía importarle, ni eso, ni haberle pegado a mi madre, ni que yo lo viera, ayude a levantarse a mi madre y mi padre me hablo.

.- ¿Qué haces, pedazo de imbécil? (pregunto mi padre)

Yo por toda respuesta, lo mire mal, ayude a mi madre a llegar al sofá que parecía estar mareada y que contesto medio somnolienta.

.- Deja al niño en paz, por favor Antonio

.- Cállate, pedazo de zorra y gana más dinero para mí.

Tras dejarla en el sofá, me di la vuelta y apretando los puños, grite furioso, como nunca había estado hasta ahora:

-. ¡¡Cállate, pedazo de imbécil!!

.- ¡¿Cómo dices?! (Escupió la cerveza atragantándose de la sorpresa)

-. Que como vuelvas a tocar a mi madre o a insultarla, ¡te mato! (Señalándole con el dedo)

Me tiro la lata de la cerveza, manchándome de la misma, aparte de manchar la mesa que estaba por medio y el suelo, me tiro las gafas al suelo, por eso me puse a cuatro patas, para buscarlas, ya que así no podría defenderme, escuche sus pasos aproximarse, pero las gafas no aparecían y así me dio una patada y otra y otra, me cogió por los pelos, me choco contra una pared y cuando me lanzo contra la otra, me desperté, sudando y agitado en la cama, sin embargo recuerdo muy bien, como mi madre se metió en medio y como nos pego a los dos, a partir de ese momento mi padre, bebía a diario y nos pegaba muy seguido, mi madre me pedía que no me metiera, pero jamás le hice caso, siempre intente detenerle.

Nunca les dije nada a mis amigos, ya teníamos bastantes problemas con Dylan y compañía, además mi padre nos hubiera pegado a los cuatro, hubiera sido crear problemas innecesarios. Tras otro mes buscando trabajo, comenzaba a estar desesperado, si no conseguía trabajo pronto estaría en la ruina, me quedaba dinero para un mes, ahorrando al máximo como mucho para dos, había empezado este mes a ir a las monjas que me daban comida una vez a la semana y con eso quizás aguantaría tres meses más, mi vida pronto se iría al traste si nada lo remediaba, pero no pensaba rendirme tan fácilmente.

Seguí luchando hasta que un día del mes siguiente, Cristian y Alberto quedaron conmigo por la noche, pero yendo de camino al bar adonde habíamos quedado a medio camino más o menos, escuche un grito de mujer proveniente del callejón donde siempre, nos pegaban Dylan y sus compañeros, a pesar del mal trago que era no me lo pensé mucho y entre en el callejón, esperándome lo peor.