Kinki
Follando con un chico de barrio.
Como tantas otras veces, le acojo en casa. Es un niño, un crío, con la mayoría de edad recién alcanzada. Y sin embargo, probablemente sus ojos ya hayan visto cosas que otros no verán jamás y, desde luego, sus manos hayan hecho cosas de dudosa moralidad.
La bestia enjaulada, el animal agresivo que, en el fondo, necesita atención y cuidados constantes. Como tantas otras veces, no tiene dónde pasar la noche y le acojo en casa.
- ¿Has cenado?
- No… - Estamos en el salón, acaba de llegar, yo frente a la mesa y él… Se sitúa detrás de mí. Me agarra las nalgas, solo cubiertas por un tanga, aprieta con sus dedos en ellas. Se acerca a mi oído, me muerde la oreja. – Mmmm…
Suelta una de mis nalgas y le propina un fuerte azote, al mismo tiempo que un ronroneo de placer se ahoga en su garganta. Se acerca más…
Noto su polla, gorda y dura, pegada a mi culo. Se la agarra a través del pantalón de chándal que lleva, vuelve a cogerme el culo, se arrima aún más si cabe. Sus dientes están en mi cuello, mordiéndome sin compasión.
Una bestia parda.
Tira de mi camiseta hacia abajo desde el escote, estirándola sin cuidado alguno, buscando fácil acceso a mis tetas. Las soba, las manosea enteras, mientras su polla permanece tiesa, frotándose entre mis nalgas. Y yo jadeo, de la impresión y de la excitación.
Su mano sube a mi cabeza y se cierra alrededor de mi pelo. Tira de él obligándome a girar y me besa ansiosamente, mordiéndome los labios.
- Suave… - susurro. Se ríe. Tiene cara de niño. Ojos claros y el pelo rubio. Los ojos le brillan y muestra una sonrisa de oreja a oreja. Estamos jugando.
- Ven, vamos. Mira cómo la tengo. – Vuelve a agarrarse del pantalón, a la altura de su paquete. Está enorme.
Me redirige a la habitación, caminando tras de mí, y me empuja sobre la cama, boca arriba. Le miro desde mi posición, ligeramente recostada, mientras él se deshace del pantalón y la camiseta.
Se tira sobre mí, sus manos agarrando ansiosamente los bajos de mi camiseta para quitármela y dejar, por fin, mis grandes pechos al aire. Mis piernas rodean su cintura y él me besa las tetas, las lame, las muerde desesperadamente, dejando rastros de saliva y marcas rojas por todas partes. Mañana serán moradas.
Jadeo, gimo. Siento su polla, que asoma por encima de los bóxer, frotándose entre mis piernas. El tanga mojado, clavándose hasta las entrañas. Agarro su pelo y me dejo hacer, le miro con ojos grandes y brillantes. Asustados y cachondos.
Baja por mi tripa, me muerde el tanga, me lame. Parece un hombre sediento en el desierto.
- Uffff… chúpamela, por favor… - Su cabeza está de nuevo a la altura de la mía, me mira suplicante, sus dedos rozando mis labios. Sonrío levemente, me relamo, atrapo sus dedos entre mis dientes, los chupo… - Uffff… venga…
Se incorpora y se deja caer a mi lado. Es mi turno. Me acomodo entre sus piernas y bajo sus bóxer, dejando asomar ese bulto gordo y duro que me ha hecho empapar el tanga. Me relamo de nuevo, inconscientemente.
Ahora no le miro asustada. Agarro su polla con mano firme y empiezo a lamer disfrutando de su sabor, cubriéndola de saliva. Me la meto en la boca, la vuelvo a sacar, juego con ella.
Me mira, mira al techo, resopla. La tiene a punto de reventar.
Me agarra del pelo y me la mete en la boca. Comienza a empujar con su cadera hacia arriba, apenas dándome tiempo a respirar, atrapada entre su mano y su polla. Me encanta lo agresivo que se pone cuando está cachondo. Me folla la boca, a fondo, y yo no puedo hacer más que abrirme a ella y llenarla de saliva. Cuando me suelta la cabeza, me quedo boqueando, pero antes de que me dé cuenta me arrastra al borde de la cama, donde quedo de rodillas. Él frente a mí, de pie. Se agarra la polla y la pasea por mi cara, golpeándome en los labios. Rápidamente saco la lengua para que dirija esos golpecitos a ella. Baja dirección a mis pechos. La frota contra mi canalillo. Entiendo.
Me agarro las tetas y las junto, haciendo presión sobre su polla, que está entre ellas. Las muevo arriba y abajo, inclino la cabeza y, cada vez que la punta de su polla asoma entre mis pechos, la atrapo entre mis labios y succiono. Él solo tiene que mover su cadera a mi ritmo. Moverla y disfrutar.
Bruscamente, me da la vuelta y me empuja, dejándome a cuatro patas sobre la cama, con mi culo a su disposición. Lo azota, haciéndome soltar un pequeño grito de sorpresa. Mi clítoris palpita y yo jadeo, más que excitada, deseando sentirla dentro.
No se hace de rogar, acerca rápidamente su polla a la entrada de mi coño y me la mete de una. Me agarra los hombros y me embiste con fuerza, en golpes secos y profundos. Aumenta el ritmo, sus manos agarrando mis nalgas, manoseándolas, azotándolas, mientras yo grito de placer y le digo que por favor no pare, que me dé más fuerte. Se inclina sobre mí, sus manos en mis tetas, y siento todo su cuerpo caliente sobre mi espalda. Me siento chorrear mientras él me folla hasta el fondo, sin condón, a un ritmo frenético, y jadea en mi oído.
- Aah… Aaaah… Joder… - Noto el calor de su corrida llenándome y su peso caer sobre mí, extasiado.