Kindan No Koi - XXX - Noche de sexo

Esta saga de 29 capitulos tuvo un ultimo capitulo que le di unica y exclusivamente a un amigo que me pidio este capitulo en espescifico. Sin embargo como el tiempo ha pasado y publique ese capitlo tiempo despues, decidi republicarlo ahora ya que es un capitulo que casi nadie ha leido.

Debo hacer enfasis en algo en este relato: Esta es la noche anterior a el dia en el que David es internado en el psiquiatrico. La noche que le pide a oscar una semana sin sexo. Es simple y sexual. No tiene ningun tipo de agregado a la historia. Es para una paja rapida si quieres.

Espero les guste.

Kindan No Koi: Capitulo perdido.

Me recosté sobre Oscar, besándolo. Baje mis manos pasándolas por sus costados, hasta  su cintura. El me abrazo y bajo sus manos hasta mi trasero, apretó mis nalgas, y me  tiro hacia un lado. El, estando encima de mí, me agarro la pierna derecha y la puso en su hombro, me miro, me guiño el ojo, y puso mi otra pierna en su hombro, se agacho y me empezó a besar y a lamer los huevos, me los chupaba y  jugueteaba con ellos. Bajo un poco más. Lamia mi ano con rapidez y ternura. Después de dilatarme un poco, me miro a los ojos y me dijo “No me voy a cansar de tu cuerpo jamás.” Y me metió el pene de golpe. Me embestía  con rapidez y firmeza. Me besaba el hombro izquierdo y yo le rodeaba la cintura con mis piernas. Yo apretaba y pellizcaba sus pezones, y el respondía con embestidas fuertes y seguidas. Sus embestidas hacían que mi pene, aplastado por nuestros cuerpos, se masturbara de una forma muy original. Oscar se cansó de esa posición y me pidió que me levantara y me parara contra la pared. Yo, obediente, lo hice. Él se acercó, me beso el hombro y me metió el pene de golpe. De nuevo. Oscar me pellizcaba las tetillas con la mano izquierda y con la derecha jugaba con mi pene y mis huevos. Mientras me embestía, empezó a bajar su mano izquierda, y la puso sobre mi pene, halo de él, descapullándolo, y empezó a masturbarme, con la única lubricación que proporcionaba el pre cum que soltaba mi pene.

Después de un rato masturbándome y embistiéndome, decidió que era hora de correrse. Saco su pene y empezó a masturbarse rápidamente. Yo, me arrodille y me metí su pene ardiente y mojado en la boca, el, tomo mi cabeza, y empezó a meter y a sacar su pene de mi boca como un conejo. Sentí como cinco disparos de semen golpeaban contra mi paladar, y con cada uno, Oscar, se debilitaba un poco más.

Oscar se echó a en la cama, pero yo no había terminado con el. Lo deje descansar cinco minutos, y entonces, me lance  hacia sus piernas, las abrí y empecé a lamer su hoyito. El levanto la cabeza, y levanto las piernas para darme más espacio. Le empecé a meter, un dedo, y el pene de Oscar, empezó a crecer con forme yo metía y sacaba mi dedo de su ano. Seguí con el segundo dedo, y me di cuenta de que su pene estaba lanzando pre cum como una fuente de néctar. Lo voltee dejándolo boca abajo, y separe sus nalgas, apunte mi pene ya erecto desde hace rato y lo metí lentamente. Empecé con embestidas suaves y fluidas, y a medida que aceleraba, Oscar se desesperaba cada vez más. Quería que lo dejara levantarse para poder masturbarse. Me acosté sobre el para evitar que se levantara. Pase mis brazos por debajo de sus hombros, y mordí suavemente su cuello, él, mando sus manos hacia mis nalgas y empezó a apretarme contra él. Pase de los movimientos suaves y fluidos, a golpes duros y rígidos, cosa que hacía que con cada embestida, gimiera. El enrollo sus piernas con las mías y cada vez gemía más y más duro.  Oscar me pedía que me detuviese para dejarlo correrse, la velocidad de mis embestidas no eran lo suficientemente rápidas para hacerlo correr, pero, eran lo suficientemente seguidas para que su excitación no bajase ni un poco.

Decidí que era hora de dejarle correrse y me levante, el, se apresuró y mando su mano hacia su pene. Se masturbo con una velocidad que hacía que su semen se esparciese por toda la cama, mi pecho y su cuello.

Repetí la operación dos veces más, cuando empezó a pedirme que me detuviera.

El ya estaba tirado boca abajo en la cama totalmente desordenada. Yo, empecé a hacer cosquillas en sus pies, y subí por sus piernas, hasta sus nalgas. Seguí subiendo por su espalda y empecé a morder suavemente algunos gorditos que se le salían en la parte baja de la espalda, lo que le hacía dar pequeños brincos sobre la cama.

Lo voltee y lo bese, lo masturbe hasta que estaba perfecto para hacerme suyo. Oscar se levantó y me empujó hacia atrás, yo caí acostado en la cama, y el empezó a embestirme lenta y fluidamente. Continúo penetrándome una y otra vez. Ponía mis piernas en su hombro derecho y las cambiaba al izquierdo, las alternaba y luego me pidió que me pusiera a gatas. Obedecí.

Chupo su dedo, índice y lo metió de una manera un tanto bruta y agresiva pero excitante, con su mano libre masajeaba mis testículos y mi glande, besaba mi espalda y  mis nalgas, y luego empezó a hacer círculos con su dedo, me empecé a estremecer del placer, perdía fuerzas en los brazos y caía lentamente contra la cama. Oscar saco su dedo, solo para poner su pene en la entrada de mí, y empujar con suavidad. Una vez dentro mío, Oscar me levanto y beso mu cuello mientras iniciaba el mete & saca paulatino que acostumbraba. Con su mano derecha me masturbaba, aunque yo ya estaba a punto de venirme, la velocidad de su mano me mantenía en un nivel que no aumentaba pero tampoco bajaba. Con su mano izquierda, acariciaba con la yema de sus dedos, mi pecho y mi abdomen, con ternura.

Su respiración se agitaba, sus embestidas se hacían más toscas y vulgares, su mano me masturbaba rápidamente  y su otra mano había dejado de acariciarme para abrazarme con fuerza y excitación. Sus labios habían dejado de besar mi cuello, solo para susurrar cuanto me amaba y una que otra grosería producto de la calentura. Un “Me corro” marco el inicio de cinco trallazos golpeando mi próstata, y sus embestidas eran más lentas y fuertes.  Siguió  follandome lentamente aun después de haberse corrido, su mano lenta me masturbaba hasta que por fin me corrí sobre las sabanas. Sin salirse de mí, me empujo lenta y suavemente hacia la cama hasta quedar acostados boca abajo, uno sobre el otro.

-Te ha gustado?-Pregunto Oscar.

-Si. Me ha encantado.-Respondí.

-Que bien… Te amo, lo sabes verdad?

-Lo se.-Respondí.-Y yo a ti.

Esa noche dormimos  los dos juntos, desnudos, sintiendo nuestros corazones palpitar y nuestras suaves respiraciones. Las respiraciones que no escucharía durante un largo, largo, largo tiempo.