Kika

Kika es ya el alter ego de mi esposo, una caliente mujer.

Kika

Es increíble como pasa el tiempo y todas las cosas que me han pasado y que he hecho. Ya no estoy tan joven como hace unos años, pero puedo decir que los he vivido a tope. Y para todos aquellos que han leído mis relatos, creo que me van a entender.

Hola nuevamente les saluda la Garganta de Cuero, Laura Ovalle, con otra historia más. Como ya bien sabrán, con mi esposo Kike tenemos una relación muy abierta, somos swingers bisexuales… entre otras cosas. No voy a perder tiempo contándoles cómo fue que empezamos en esto, pero si lo quieren saber, solo tiene que acceder a mi primer relato, verán que todos están escritos, más o menos, en orden cronológico.

Pues bien, quiero agradecerles toda la atención que le han dado a mis historias, la verdad no me esperaba esta aceptación cuando escribí la primera, gracias.

No sé si recordarán un relato que publiqué hacía algún tiempo, se llamaba "El Nacimiento de Kika" ¿Si?, si no, los invito a leerlo, pues habla de el nacimiento del alter ego de mi marido, Kike. Si, creo que ya se imaginarán de qué se trata.

Desde que Nico, el novio de nuestro amigo Baldo, lo vistió y maquilló como mujer por primera vez, se aficionó mucho a esto. Y la verdad es que le quedaba muy bien, como Kika era muy hermosa y femenina. Y a pesar de que posee una musculatura muy bien marcada por su trabajo en la finca, Kike pasa por una deportista, pues como dije es muy femenino como Kika.

Me detendré un momento allí. Jamás me imaginé que Kike pudiese llegar a ser tan dulce, llegar a adquirir una apariencia tan delicada y frágil y una personalidad tan magnética. Digo, no es que el no lo fuera, pero no con tanta feminidad, el siempre fue varonil. Como Kike destila gracia, dulzura y delicadeza por cada poro, además de una tremenda sensualidad y un encanto sin par. Tan así, que en más de una ocasión me he sentido celosa con algo de envidia. Ahora, más que nunca, estoy segura que en el, nació una tremendísima mujer… encerrado en un bellísimo cuerpo de hombre.

Como todos los cambios, este me fue difícil de asumir. No es que se halla convertido para siempre en Kika, pero ella y Kike son tan distintos que tuve que enamorarme también de ella. Afortunadamente para mi, Kika, al igual que Kike, me ama y me adora sobre todas las cosas, pues no importa la ropa que el lleve, yo siempre será su "Lala" (ese es mi apodo).

Por otro lado, Kika me cae muy bien, es como esa gran amiga que siempre quise tener, que sabe todo, absolutamente todo sobre mi y que me comprende y apoya. De hecho, desde hace bastante, cuando necesito platicarle a mi marido algo que una mujer me podría comprender mejor, le pido que se convierta en Kika, pues así es mucho más fácil.

Al principio se vestía de ella solo cuando nos visitaban Baldo y Nico, poco a poco se fue animando a salir de nuevo, con todos juntos, claro. Pero cada vez iba tomando más confianza, y se sentía más cómoda. Hasta que llegó el día en que abordamos el tema. Yo andaba haciendo algunas compras, y cuando regresé a la casa, allí estaba ella, sentada en la sala, esperándome.

Laura, amor, creo que tenemos que tener esta conversación. – me dijo, en su aterciopelada, graciosa y sensual voz de mujer.

Kike… ¿por qué te pusiste mi vestido celeste?

Es que… Laura, sentate, ¿querés? – no me gustaba cuando el tomaba con tanta seriedad un tema – Mirá, no es nada nuevo que te diga que me encanta ser Kika… pero ahora tengo dudas con respecto a lo que tú opinés al respecto.

No entiendo tus dudas, nunca me he molestado por Kika… a menos que te querrás convertir en ella permanentemente.

¡No, por supuesto que no! Es solo que no quisiera hacer algo sin consultártelo primero. Quisiera que este alter ego de Kike pueda salir más seguido, no solo con aquellos dos, – Baldo y Nico – si no también contigo. – me quedé pensando un momento.

Kike… o mejor dicho, Kika, yo te amo. Desde hace tiempo que nuestro matrimonio dejó de ser normal, pero igual me siento muy bien en el, me has hecho muy feliz, inmensamente. Te digo esto, sé cuánto te gusta ser Kika, y a mi me encanta ella, me agrada mucho. Pero, la verdad, prefiero a Kike. Así que si la aparición de Kika no me va a quitar a Kike, estoy de acuerdo. Tendrás que convertirte en ella de vez en cuando amor. – Kika me sonrió de oreja a oreja.

Estoy completamente de acuerdo amor… y te digo una cosa, te prometo que no vas a perder a Kike… vas a ganarte una gran amiga. – se puso de pié y me besó, embadurnándome con su labial… que de paso he de decir que es mío.

Tenemos que hacer algo con el labial amor… además, no me gusta que me robés mis cosas. – y diciéndole eso, lo besé nuevamente.

Kike… o mejor dicho, Kika, estaba muy feliz, mucho muy feliz. Ella se había puesto una minifalda negra mía, hasta medio muslo, le dejaba sus hermosas piernas al descubierto y se ceñía como guante a su abultado trasero. Arriba, una playera blusa blanca de botones, mía también. Y bajo todo esto, un sostén blanco de media copa con relleno, una tanga negra del mismo color y nada más, ambas prendas mías también. Kika se veía divina, algo de problemas le daba la verga, pues ya estaba totalmente parada. De verdad, se los juro, no sé como, pero mi esposo, cuando se convierte en su alter ego, adquiere una esbelta y refinada silueta de mujer.

Se separó un poco de mi y se recostó cómodamente en el sofá, a lo largo, sentada como una diosa romana en espera de que un lacayo le diera uvas en la boca. Se veía imponente, se había pintado los labios de un intenso color rojo pasión, que ahora tenía todo corrido, y su cabello castaño claro se hallaba cubierto por una peluca rubia, fina y muy real, que la hacía ver como una extranjera culona en busca de aventuras.

Me excité mucho yo también, la veía tan bella y ofreciéndoseme por completo.

¿Qué querés que haga, Lala? – me preguntó coqueta, con su acaramelada y aterciopelada voz.

Mmmmm… mas bien… ¿qué te voy a hacer yo?… Kika… – le respondí con idéntica coquetería.

Me tiré al piso, y, en 4, avancé hasta donde ella estaba sentada. Con la lengua, comencé a subir por sus piernas, subiéndole al mismo tiempo la falda. Kika cerraba los ojos y se dejaba hacer, iba abriendo sus piernas poco a poco para darme paso. Así, dejando tras de mi un sendero de saliva y humedad, llegué a su tanga. Con los labios, le corrí un poco la tira a la tanga y le saqué la paloma, esa hermosa paloma rosada, que ese día se hallaba al rojo vivo, palpitando y con las venas a punto de estalla.

Me la llevé a la boca y le di una ávida mamada, tenía la cabeza completamente metida bajo su falda, por lo que ella no podía ver, pero si sentir. Mi caliente y mojada lengua iba acariciando cada rincón de esa deliciosa región, goterones de saliva caían sobre sus huevos y su ano se estremecía cada vez que un lengüetazo le daba encima.

Kika, fuera de si por la calentura, me agarró de mi melena negra y me incorporó. Se puso de pié y me obligó a acostarme con las piernas abiertas. Me desnudó con fuerza y algo de brusquedad, me encanta cuando mi esposo hace eso. Colocó su falo hinchado en la entrada de mi intimidad y me penetró, un delicioso cosquilleo recorrió todo mi cuerpo. Quiso quitarse la blusa, pero la detuve. "Dejátela" le dije "así es mejor".

Se tendió suavemente sobre mi cuerpo, nos besamos apasionadamente y empezó a hacerme el amor despacio, suavemente, con delicadeza. Su pene entraba por las delicadas capas de mi vagina hasta el fondo, y luego salía arrancándome deliciosos espasmos de placer. Su brasier relleno se pegaba a mis senos desnudos, eso me calentaba, parecía que de verdad fuera una mujer la que me estuviera penetrando. Poco a poco fue acelerando sus embates, poco a poco me fue penetrando con fuerza cada vez mayor, Kika estaba muy caliente.

Se levantó, tendiéndome la mano me levantó también y me invitó a darme la vuelta, levantando mi culito, dándoselo para que me lo perfore. Me perforó mi jugoso coño con gran facilidad, estaba muy mojado. Y como su excitación era grandísima, no tardó mucho en acabarme dentro como un principiante.

Se me quedó viendo con cara de niño malcriado, pues sabía que no había quedado satisfecha. Y yo lo volteé a ver, con cara juguetonamente regañona, y le dije que lo iba a castigar, mientras sentía escurrir los restos calientes de sus semen por mis piernas.

Lo besé suavemente, mientras lo tomaba de las manos y lo atraía lenta hasta nuestro cuarto. Hice que se tendiera en la cama, boca arriba, mientras yo apagaba las luces, ya era tarde y estaba anocheciendo, los niños estaban en la casa de mis suegros de visita y los iríamos a traer hasta dentro de una hora.

Le advertí que no se moviera, mientras yo sacaba un par de esposas de nuestro baúl de juguetes. Mi esbelta silueta se movió rápido en la penumbra, y ella inmóvil y paralizada por la incertidumbre y la emoción. Me acerqué, la tomé de las muñecas y las esposé a los barrotes de la cabecera.

Kika, te voy a castigar por malcriadota… ¿qué es eso de dejarme a medias? ¡Ojalá no me vayás a salir impotente niña! – Kika solo pegó una risotada.

¿Contigo Lalita?… ¡hasta a un muerto se le vuelve a parar!

Reímos mucho, y me dispuse a seguir. Acaricié con lentitud su pene semi dormido, mientras lo veía directamente a los ojos, que brillaban como 2 luceros celestes entre la tenue luz. La situación me mantenía excitada sobremanera, y a ella también, pues su tronco estaba tieso como un mástil.

Me puse de pié sobre la cama, frotándome la vulva chorreante y recorriendo lascivamente con la lengua mis brillantes labios manchados de rojo. La veía desesperada, calentísima, me apiadé de su sufrimiento y me puse a acariciarle los huevos y a besarlos cariñosamente. Me volví a poner de pié y me coloqué a horcajadas sobre su cabeza, le ordené que me lamiese mi rajita para calmar el calor con el que me había dejado. Y Kika lo que hizo encantada, recreándose con la visión de esa húmeda caverna que ya le había dado 2 hijos.

Kika es una maestra para lamer y chupar, sentía su lengua meterse hasta el fondo de mi vagina, sorbiendo los líquidos que de allí salían, así como el semen que aun tenía allí alojado. Se entretenía a jugar con mi clítoris, lo mordisqueaba y succionaba con fuerza, me estaba volviendo loca. Hasta que con un par de profundas y precisas lengüetadas sobre mi ano y vulva me provocaron un tremendo orgasmo que derramé sobre su carita maquilada, que quedó empapada de mis emulsiones.

Me quedé un rato restregando el sexo sobre su cara, pero ya colmados mis ardores me deslicé hasta su pene, nuevamente, poniéndome a mamarlo como a ella tanto le gusta. La hice perder contacto con la realidad, y luego de meterle un par de deditos entre el ano, logré que se vaciara dentro de mi boca. Con una amplia sonrisa dejé que viera como me la tragaba toda. No soy una gran aficionada al semen, pero de vez en cuando busco tragarme su leche yo solita.

Todavía no termino. – le dije.

Gracias a Dios. – me contestó.

Fui hacia el baúl y regresé con vaselina, la obligué a darse vuelta, quedando con los brazos cruzados en X atrás de su cabeza. Le puse el culito parado y le arremangué un poco la mini. Luego de quitarle la tanga, inicié un sensual masaje sobre su ano que le puso la verga dura inmediatamente. Igualmente lo hacia para untarle la vaselina. No pude evitar recordar todas las veces que lo había visto coger con otros hombres, y me calenté más.

Me puse una tanga/consolador en las caderas, con una verga tan grande y gruesa como mi brazo, con estriaciones por todo lo largo del mástil. Me subí a la cama y se lo metí entre la boca, tan solo le cabía la cabeza. Hice que lo chupara unos minutos como si fuese una talega de verdad, mientras yo le seguía untando el culo con vaselina, no la quería lastimar.

Le introducía los deditos para irle relajando el esfínter, que no era difícil por su gran experiencia. Una vez suficientemente excitada la violé salvajemente por el culo, tal y como a ella le gusta. Entre gritos me pedía más, más duro, y yo trataba de darle más duro todavía, poniéndome de pié para tomar más fuerza al clavarle sin piedad aquel aparato, que le perforaba las entrañas.

Me lo cogí como por 15 minutos, Kika tuvo otro orgasmo. Y yo, cansada de cogérmela, y queriendo aprovechar la última erección que lograba tener, me coloqué debajo de su cuerpo, metiéndome su palpitante verga entre la vagina. Me penetró como una loca, con un mete y saca tan furioso que casi me metía hasta los huevos. No aguanté más y me fui de lleno en un clímax delicioso y largo, que grité y grité. Ella tampoco pudo seguir y me inundó el sexo con os últimos chorros que salían de su sus partes.

La desaté y nos quedamos tirados sobre la cama un buen rato. Entonces sonó el teléfono, eran mis suegros que nos preguntaban si no íbamos a pasar por los nenes, pues ya era tarde… no diré lo roja que me puse cuando pasamos por los niños y mi suegro bromeó conmigo con que ojalá no estuviera muy agotada, que si quería, regañaba al malcriadote de su hijo por "darme tanto trabajo".

Pues bien, desde ese día comenzamos a comprar prendas para el guardarropas de Kika, quien poco a poco fue llenando un nuevo ropero. Claro, yo encantada, pues la mayoría me quedaba bien. Todos quienes lo veían, me decían que era demasiada ropa, pues creían que era solo mía. Empezamos a compartir roperos y maquillaje, Kike comenzó a utilizar cremas y tratamientos para la piel, así como a depilarse el poco vello que tenía en el cuerpo. Así, cuando se convertía en Kika, era deslumbrante. Eso me obligó a cuidarme más, no quería que mi esposo se fuera a poner más buena que yo.

Y así, poco a poco, Kika se iba haciendo más importante en mi vida. por supuesto que Kike jamás dejó de serlo, para convertirse en Kika permanentemente, pero me encantaba tenerlo como ella de vez en cuando.

Más adelante les contaré más sobre ella, créanme que hay mucho decir. Gracias por su atención, besos y abrazos.

Fin.

Garganta de Cuero.

garganta_de_cuero@latinmail.com

P.D.: Ni mi esposo ni yo estamos de acuerdo en publicar nuestras fotos, o de conocidos, por internet, así que me puse a buscar, y hallé a una transexual que luce muy parecida a mi esposo cuando se pone una peluca rubia. Claro, el tiene un físico un poco más nervudo y no tiene senos, pero de todas maneras se las mando para que se hagan de una idea, hasta pronto.