Kiai
Poco a poco fui dándole vuelta y besé y mordí sus nalgas mientras las separaba para dejar al descubierto su ano palpitante planté mi lengua en él lubricándolo a profundidad, y escuchándolo bufar recorrí con mi lengua aquél profundo surco en su espalda con el que había fantaseado tantas noches
“KIAI”
Capítulo único
Cuando un practicante de Karate-Do alcanza un alto nivel de concentración que le permite la perfecta transición entre un movimiento y otro que va cargado de potencia, el tórax recibe una gran dosis de energía que le presiona violentamente haciendo que se produzca un sonido curioso que escapa a través de las cuerdas vocales… Cabe destacar que dicho sonido no se produce de manera intencional, y por la amplitud de su significado en cuanto a la unificación de energía, espíritu, mente y cuerpo, se entrena a los estudiantes a verbalizar esta curiosa palabra en los movimientos definitivos de sus rutinas de entrenamiento o batalla… es así como surge el concepto de “Unión (KI) del Espíritu (AI)”.
A mis escasos trece años le insistí a mi madre por apuntarme en prácticas de Karate; inocentemente me proyectaba como alguno de mis personajes de TV o videojuegos favoritos, maestro del ninjitsu, samurái o sabio erudito de las montañas. Mi sorpresa fue que el agotamiento físico y mental de los entrenamientos casi nunca provenía del aprendizaje de técnicas o movimientos de esos que observaba en la TV; si no de extensos entrenamientos de cardio y estiramientos acompañados de extraños ejercicios de respiración… Pasó un año para comprender que todos estos entrenamientos eran un preámbulo para desarrollar la condición física que necesitaba para luego aprender y ejecutar los tan ansiados movimientos; así lentamente me sumergí en la constante práctica de Katas en donde me sentía libre del mundo externo y completamente centrado en mí…
-¿En dónde está el KIAI?- Escuché a modo de regaño… Me sentía bastante incomodo siendo obligado a gritar durante mis rutinas… No le veía ningún sentido.
-Si no dejas que la energía salga, el kata estará incompleto. Es necesario que dejes salir el sonido o tu cuerpo lo sufrirá-
Honestamente, nunca lo comprendí… Y por la negativa a gritar esta palabra me retiré a los dieciséis con un cinturón naranja en mis manos. Además ya mi interés no era tan infantil como ser un personaje de Teken o Mortal Kombat, sino más bien vanidoso en mejorar mi cuerpo y mi aspecto en general buscando atraer el interés de otros muchachos ya que en efecto… Desde muy niño sabía que era gay.
Fue así como introduje nuevas rutinas a mi vida dentro de mis extenuantes horarios de trabajo y estudio.
Empecé a despertar muy temprano para correr en el parque apenas abrían sus puertas, regresaba a casa para tomar una ducha, desayunar, cambiarme e ir a trabajar; almorzaba algo fuera y regresaba al parque, pero esta vez ejercitaba abdomen, brazos, espalda, hombros y pecho con la ayuda de las estructuras dispersas entre los árboles, y por último a encontrar un lugar solitario en el cual poder repasar los katas que había aprendido… Una vez terminaba, de nuevo iba a casa por otra ducha, mi cena y a clases… luego a casa, dormir, despertar y de nuevo la rutina. Todo era perfecto, no necesitaba amigos, ni complicaciones, me sentía bien en la relación que tenía conmigo mismo; socializaba lo suficiente en mi trabajo, y mi ego se alimentaba con las miradas que recogía en mis sesiones de entrenamiento.
Pero como en toda historia, todo lo perfecto un día simplemente cambia…
Llevaba dos meses ininterrumpidos llegando a las 04:45pm a un pequeño “bosque” que se ubicaba justo en el centro del parque… No sabía a ciencia cierta las razones, pero desde esa hora y durante 15 minutos me encontraba completamente solo y podía sumergirme en mi rutina para marchar con perfecta paz al siguiente punto; pero a partir de ese día, aunque era perfectamente puntual alguien más ocupaba mi santuario privado; sin embargo, en lugar de buscar otro espacio, modificar la estructura de mi entrenamiento físico o incluso integrarme con aquel extraño que hacía exactamente lo mismo que yo, inconscientemente decidí destinar esos 15 minutos a observarlo mientras mi respiración y mis latidos se descontrolaban.
Tenía una piel morena que brillaba por su sudor y los rayos del sol que se colaban entre las copas de los árboles… Sus movimientos me recordaban a las hondas que provoca el viento en el agua, pero en él, era como si decenas de pétalos de cerezo cayeran armoniosamente sobre un lago de té de canela… Su cuerpo, sin ser musculoso, era fuerte y marcado, sus músculos se tensaban dibujando surcos con cada giro, cada desplazamiento y cada golpe. Mis ojos recorrían siempre el profundo surco de su espalda, desde aquella odiosa línea blanca dibujada por su pantalón hasta el nacimiento de su cabello negro y corto sobre la nuca. Su rostro era anguloso, sus labios delgados, sus ojos negros e inexpresivos y su nariz con una forma muy particular completaba el cuadro de “hombre interesante” que me enamoraba de aquella danza…
Lo contemplé fielmente durante esa semana, escondido entre los árboles más lejanos que me permitieran observarlo con detalle… llegaba cuidadosamente cuando estaba en medio de su rutina, y con el mismo cuidado me retiraba antes de verlo terminar.
El quinto día me llevé una enorme sorpresa al encontrarlo sentado en posición de loto sobre una esterilla color café. Igualmente iba con su pantalón deportivo blanco y su torso se encontraba desnudo y cubierto de sudor, su espalda perfectamente erguida me embelesaba de igual manera pero esta vez su expresión además de parecerme enormemente seductora me llenaba de paz. Me quedé completamente inmóvil y embobado observándolo inhalar y exhalar hasta que su mano derecha comenzó a deslizarse sobre su pierna, con firmeza y suavidad a la vez… seguía un recorrido constante sobre su abdomen y su pecho para terminar buscando su cuello y su rostro que comenzaba a cambiar al igual que mi respiración y las dimensiones de mi pene…
Sus manos cambiaban de turno constantemente siguiendo rutas diferentes sobre su piel. Él se encontraba completamente abstraído en las caricias que se daba a sí mismo, al igual que yo que retenía mi erección contra mi abdomen sintiéndome incapaz de disimularla.
Por un momento me creí descubierto cuando lo noté recorrer con la mirada todo su rededor como si se cerciorara de su completa soledad… Entonces lo vi recostarse sobre su esterilla y sacar su pene de esa prisión blanca mientras con una mano mantenía sujeto el elástico para poder mantenerlo en libertad… lucía bastante grueso, y de una longitud respetable, era color canela como su cuerpo y se curveaba ligeramente hacia la izquierda. Le miré con detalle memorizando cada línea y le acompañé desde mi árbol como si mi mirada manipulara aquella mano que recorría su erección haciéndolo estremecerse…
Una vez el show terminó me retiré con el mismo cuidado de siempre, pero sumando especial atención a disimular mi dolorosa erección prisionera y presionada por mi bolso.
Llegué directo a la ducha olvidándome del reloj, me desvestí imaginándome observado por él y bajo la regadera repetí todo lo que había visto… recorrí mi cuerpo con mis manos, seduciéndome a mí mismo con la caricia y me masturbé con fuerza pero muy lentamente… siempre con su imagen en mi cabeza, que combinaba escenas de sus artes marciales y sus artes eróticas… Podía sentir como mi corazón cambiaba y mantenía un ritmo más intenso con latidos más profundos; como un cosquilleo demencial recorría cada parte de mi piel y como mi respiración se acentuaba hasta que estallaba en un orgasmo silencioso que me hacía temblar y abandonarme en las deliciosas sensaciones que recorrían mi cuerpo.
Esa noche no fui a clases, y repetí una vez más aquel ritual pero esta vez sobre mi cama, durmiendo así con mi pene entre las manos y mi pecho y abdomen bañados en abundante semen que producto de tamaña excitación emanó de mis testículos a pesar de ya haber sido vaciados escasas horas atrás…
El fín de semana destiné mi tiempo a actividades pendientes, como lavar mi ropa, asear mi habitación y hacer la tarea de la semana; y sin poder sacarme de la mente a aquel hombre canela, me sumí en múltiples sesiones masturbatorias que no conseguían saciarme…
El domingo, en busca de un poco de energía, me dispuse a atravesar el parque hasta la pequeña heladería casera de la que me había hecho cliente habitual puesto que vendían un delicioso helado de manzana y canela… La canela me tenía obsesionado… y entonces comencé a alucinar
- Disculpa - dijo luego de tropezarme y tumbar mi helado al piso – permíteme comprarte otro-
Me congelé sin saber que decir cuando me topé con esos ojos negros y solo pude asentir y verle marchar hacia la barra y regresar con otro helado para mí…
-De verdad disculpa; siempre suelo venir a esta hora y nunca hay nadie, por eso mi costumbre de entrar casi corriendo-
Yo no sabía que responder, así que sólo alcancé a probar mi nuevo helado en modo automático y tímidamente le dí las gracias.
-Descuida- me dijo –el próximo domingo, va por mi cuenta- y se retiró con una sonrisa guiñándome un ojo…-
El regreso a casa se me hizo eterno y surreal, aún no podía creer lo sucedido, pero una vez en mi habitación y tras el último bocado sabor a canela, como si fuese la única cosa que debía hacer en el mundo, me hice una paja frenética en la que mi respiración se agitaba descontroladamente, mi pecho se apretaba como si no soportara el ritmo de mis latidos y por primera vez gemí del placer… para quedarme profundamente dormido…
Caminando por el parque, me dirijo al bosque con la determinación de verlo y dejarme ver; estoy empapado en sudor, mi franelilla se adhiere a mi torso musculado, mi short de franela no disimula para nada la dirección a la que apunta mi miembro, mi cabello cae a los lados de mi cara mientras algunos mechones se deslizan por mi frente dejando caer algunas gotas de sudor; mi respiración es fuerte y mis pisadas seguras… A medida que atravieso los árboles veo aparecer su figura que va ganando forma y volumen mientras más me acerco.
Lo observo deslizarse sobre las hojas secas con la gracia de una gacela mientras realiza su kata, y haciéndome notar recibo su saludo, interrumpiéndolo, pidiéndolo que me permita unirme a su práctica, a lo que sin mayores preguntas accedió… Junto a su cuerpo también sudoroso, embelesado por su torso descubierto; me poso ya sin mi franelilla, concentrado en mí, en lo que le ocurre a mi cuerpo y sobretodo en él y sus movimientos… Iniciamos la coreografía y el acople es perfecto, la sincronía es majestuosa, mi respiración se acelera, mi pulso se descontrola, mi pecho se inunda de emoción y al finalizar me sorprendo a mí mismo con el sonido que expulsa mi garganta y que se funde con el eco de su voz
- ¡KIAI! -
Damos media vuelta sin quitarnos la mirada de encima, él me mira curioso y seguro, yo lo miro deseoso y expectante mientras escucho su respiración tan agitada como la mía… hacemos una reverencia de agradecimiento uno frente al otro, sin parar de vernos y se nos escapan las sonrisas cómplices; al regresar a nuestras posiciones erguidas recorro su cuerpo con mis ojos sin ningún tipo de pudor mientras mi erección se hace notar por si sola… no soy el único en esas condiciones y río al notar que él hace exactamente lo mismo que yo…
- Le falta un poco a tu “kiai” - me dice mientras se acerca y pone su mano sobre mi abdomen mientras me rodea – Aquí se reúne mucha tensión, la tensión presiona puntos clave… -dice mientras desliza su mano hasta mi pecho -… que aceleran tu ritmo cardiaco. La sangre viaja descontroladamente hacia tu cabeza… - dijo acariciando mi cabello – …hacia tus brazos… - y los recorrió con fuerza en dirección a mis manos – y hacia tu pene… - Sujetándolo con firmeza mientras me aprisionaba recostándome contra su cuerpo, haciéndome sentir su dureza contra mis nalgas…
- Por eso es tan importante “liberarla” - dijo sacando mi miembro de su prisión- y unificar tu cuerpo… - me besa el cuello y yo suspiro- …tu mente… - me besa detrás de la oreja y yo me estremezco- …y tu espíritu… - Dijo besando mis labios como sólo un hombre sabe besar.
En ese momento ya no había frenos, teniéndolo ya frente a mí recorrí su cuerpo sin miedo, apreté sus nalgas sin compasión y dejé salir ese pene que torturaba mi memoria para que se encontrara con el mío que lubricaba casi como si eyaculara lentamente… Con pasión y desenfreno nos liberamos de la ropa, quedando sólo con nuestros zapatos; y recostado de un árbol disfruté descaradamente de su boca consintiendo mi erección, le sujetaba la cabeza y marcaba un ritmo demoniaco que el parecía disfrutar… Cuando no resistí la curiosidad quise cambiar de papeles y fui yo quien de rodillas disfrutaba de aquél espécimen tan masculino y dominante por elque no me importaba perder el pudor y la respiración…
Poco a poco fui dándole vuelta y besé y mordí sus nalgas mientras las separaba para dejar al descubierto su ano palpitante… planté mi lengua en él lubricándolo a profundidad, y escuchándolo bufar recorrí con mi lengua aquél profundo surco en su espalda con el que había fantaseado tantas noches… Lo recorrí hasta perderme en su cuello a besos y mordiscos, en donde ya de pié mi pene le profanaba sin ninguna resistencia, sintiendo su estrechez y su calor; en donde él abrazado a ese tronco de árbol, se abandonaba entre jadeos a mis embestidas…
Buscando sus labios y un cambio de posición, me salí de su interior y el tomó las riendas, haciéndome arrodillar de nuevo para penetrar mi boca, haciéndome disfrutar de su sabor intenso mientras me deleitaba con la textura de sus piernas musculadas; estaba tan abstraído en saborear su pene que no me percaté de cómo había terminado a gatas bufando con los ojos cerrados y ese hombre lamiendo mi agujero como poseído… Fue allí cuando por primera vez me sentí penetrado, partido a la mitad, disfrutando de un dolor desgraciado que a su vez era desgraciadamente placentero… Lo sentía ir y venir mientras acariciaba mi espalda con fiereza… Sus manos eran ásperas y poderosas y sus movimientos aunque frenéticos eran cuidadosos…
Poco a poco y sin sacar su pene de mí, terminé de espaldas sobre su esterilla, mis piernas se envolvían en él y sus brazos se envolvían en mí mientras me comía la boca salvajemente y yo no paraba de masturbarme… Entonces sentí que nuestros músculos se tensaban coordinadamente, nuestras bocas se separaron para suspirar profundamente, su abdomen se contrajo sobre el mío y mi pecho se llenó de emoción… nuestras miradas se cruzaron llenas de fuego mientras me daba un par de embestidas definitivas y truncando nuestros labios entre jadeos sentí como se unificaban nuestros cuerpos, nuestras mentes y hasta nuestros espíritus…
-Lo lograste… Ese “kiai” fue perfecto…- Me susurró al oído con voz agitada…
Despierto empapado en mi propio semen… tan abundante que no para de sorprenderme…Me doy una ducha y voy al parque…
Sé que luego iré al trabajo y en la tarde; caminaré firmemente hacia él… Le saludaré agradeciendo el helado y le pediré una práctica juntos…
Sé que accederá…Y que en ese momento mi “Kiai” será perfecto…
¿Que tan bueno han sido sus KIAI?
Un Abrazo Venezolano
Chriss (Insta: @jhosromen @azul.sc)