Kevin

La historia de un chaval californiano.

Hola, me llamo Sonia y he escrito algunos relatos para esta página, por lo que mucha gente mantiene correspondencia conmigo (mi dirección está descubierta por si alguien quisiera escribirme, pero aviso de que si intentáis agregarme, os voy a rechazar, porque solo estoy dispuesta a contestar mails, nada más). Por eso me escribió Kevin, un chaval californiano que después de mucho carteo y conocer su historia poco habitual, le animé a contarla.

Como no domina muy bien nuestro idioma, pues sus mensajes a veces incomprensibles son una mezcla entre el español y el inglés, la hemos escrito entre mi hermano, cuyo nick aquí es Juje y se ha encargado de la mayor parte imaginativa; Kevin, solo documentándonos; y yo escribiéndola y redactándola según los datos que él me iba dando por messenger y es larga porque a mí me gustan las historias largas. Debido a ciertas circunstancias, ha salido una historia de amor filial, la cual no es del todo real, porque, a pesar de todo lo que aquí se lea, siento deciros que el incesto no es el pan de cada día.

En un principio, la iba a publicar él, pero para solo un relato ha creído q no le merecía la pena comerse la cabeza rellenando un formulario en un idioma que no conoce bien y como yo ya estoy registrada, he hecho la mayor parte del trabajo y soy chica, por lo cual se me va a leer más, ha considerado conveniente q la publicase yo. Lo que está escrito en negrita son puntualizaciones que hago yo. Y repito que no es del todo real.

Me llamo Kevin, tengo 20 años y vivo en Goleta, California. Una amiga española de mi madre me animó a estudiar durante dos años español debido al interés que veía en mí por su idioma natal cuando le decía que me hablara en su lengua, y para practicar acostumbro a entrar en chats de habla hispana y una chica de Venezuela que conocí me habló de esta página de relatos y me gusta entrar aunque a veces no entiendo algunas cosas de las que leo.

Vivo en una casa de dos plantas con mi madre, que ahora tiene 34 años, está soltera y de mi padre no sabemos nada. Gracias al trabajo de mi madre, nos podemos permitir ciertos lujos. Sé que suena muy tópico porque en los relatos eróticos la gente tiene cuerpos esculturales y aunque las mujeres tengan 100 años, tienen las tetas levantadas y paraditas, una cinturita de avispa y unas piernas de titán que muchas adolescentes desearían como dice Moonlight en su relato "Real como la vida misma". Los hombres están siempre espectacularmente dotados, creen que por tener una polla de 23 cm. la chica va a disfrutar más (es mentira, una polla así puede resultar dolorosa) y sus amantes son mujeres de portada de revista.

En este caso, aunque no lo creáis, mi madre lo es. Se llama Natalia y por mantener el anonimato no voy a decir su apellido porque es modelo erótica y ha participado en films eróticos, no porno, y pululan por la red información, fotos y vídeos de ella, por eso prefiero no dar su apellido. Me gustaría que la gente que lea este relato, sepa diferenciar entre el erotismo y la pornografía. En el garaje de casa tenemos un pequeño gimnasio porque debe mantenerse en forma, ya que su trabajo depende de su cuerpo y suele hacer footing por las mañanas, no lo hace porque tenga que justificar de alguna manera que tiene buen cuerpo como en todos los relatos.

Cuando se quedó embarazada de mí con tan solo 15 años, sus padres la echaron de casa y tuvo q irse a vivir a L.A. (Los Angeles) con una tía suya que solo le aportaba malos tratos psicológicos, un techo, algo de comer y cuidaba de mí cuando mi madre salía a trabajar para mantenerme. Tuvo que hacer lo humanamente posible para sacarme adelante y así es como llegó a hacer pequeños trabajos para una agencia de modelos antes de cumplir la mayoría de edad. Conoció un hombre que intentó meterla en el mundo de la pornografía, pero solo hizo dos sesiones fotográficas porno y una escena en un film, pero desconozco tales fotografías y el título del film porque es una etapa que prefiere olvidar de su vida.

Con 21 años empezó a ser cotizada y empezó a moverse por los ambientes de la alta sociedad californiana. Pudimos dejar la casa de su tía, la cual murió hace siete años y ni siquiera fuimos a su entierro a pesar de a mí haberme tratado siempre de maravilla, pues cuando mi madre tenía que viajar por razones laborales, yo me quedaba a su cuidado. Primero vivimos en un piso en L.A. y dos años mas tarde nos mudamos a vivir a Goleta en nuestra casa actual. En mis vacaciones viajaba con mi madre y puedo presumir de haber estado en El Cairo, Buenos Aires, Acapulco, Santo Domingo, Río de Janeiro, Barcelona, Alcalá de Henares (una ciudad de Madrid en la que prácticamente vivo los fines de semana, donde nació Miguel de Cervantes) , Budapest, Roma, Venecia, Moscú, Atenas, Tebas y otros sitios maravillosos; y de conocer a grandes personalidades del cine, el deporte y la música, como el amor platónico de Moonlight, Jon Bon Jovi y el resto del grupo Bon Jovi, así como conocidas compañeras de profesión de mi madre como Kelli Monaco, Lisa Boyle o Amy Miller y actrices como Mason Marconni, Susana Spears o Aria Giovanni (actrices porno al parecer) .

Ahora os voy a hablar de María, la mejor amiga de mi madre, la amiga española que me animó a estudiar español. Fue una niña criada en un orfanato de Madrid y cuando cumplió 16 años, queriendo ser actriz, se escapó y de milagro, sin saber muy bien cómo, llegó a Hollywood y cayo en los bajos fondos. Ese trozo de L.A. conocido como la meca del cine, con su famosa 5ª Avenida, donde grandes estrellas del cine tienen su residencia, donde se encuentran clubs míticos como Rainbow o Roxy, tiene su mala cara. Cayó en las drogas y el cine que hacía era porno de bajo coste y mala producción, en el que las actrices suelen ser feas, escuálidas y la razón para follar es que mientras se masturban, un tío, que no se sabe de donde ha salido, entra de pronto en la habitación.

Un señor millonario se encaprichó de ella y ella consiguió enamorarle. La sacó de la droga y la pornografía y la pagó unos implantes nuevos de pecho porque la chapucera operación que se había hecho tiempo atrás, la hacía tener unas tetas muy feas entre las cuales podía pasar un camión por la separación de estas, para seguir trabajando como actriz y modelo erótica. Así es como conoció a mi madre y se hicieron amigas varios años después. Se casó con el millonario cuando ella tenía 19 años y él 42. Siempre he preferido pensar que ella se casó por amor y no por dinero. Cinco años después su marido perdió la vida en un trágico accidente de avioneta mientras volaba a Maui, heredando ella toda su fortuna. Millones de dólares, acciones, empresas y lujosas mansiones en Santa Barbara, que es donde vive; New England y varias en Europa, respectivamente en París, Viena, Milán y Sicilia, aunque las de Viena y Milán ya no las tiene porque las vendió.

Como comprenderéis, desde muy pequeño me he visto rodeado por un ambiente muy liberal y sensual. Cuando era pequeño, y ahora también pero menos, algunas veces asistía a sesiones fotográficas con mi madre cuando el fotógrafo y los productores lo permitían o eran amigos de ella y aunque no les hiciera mucha gracia, terminaban haciendo la vista gorda. Ver a mi madre desnuda, no producía en mí ningún efecto pues muchas veces por casa la veía andar en cueros, e incluso nos bañábamos juntos y a veces también dormíamos juntos desnudos, pero ver a otras mujeres como vinieron al mundo, me hacía tener erecciones. No sabía porque sentía eso en mi pene y sigo sin saber por qué, pues en aquel entonces, con 5 ó 6 años, uno no tiene ningún interés en el sexo. Puede que fuera por el simple hecho del roce.

Las chicas me veían y sabían que era el hijo de una compañera y venían a decirme cosas, a hacerme mimos y algunas me cogían en brazos llevando solamente un tanga, por ejemplo. Con 17 y 18 años, me he acostado con dos compañeras de mi madre mucho más jóvenes que ella y no la ha importado, incluso lo hemos hecho en casa. Nadine tenía 22 y Amy 23. Siempre me ha hablado sin tapujos y no ha tenido ningún problema en hablarme abiertamente, no solo de sexo, sino de cualquier otra cosa. Me ha contado cosas sobre los hombres con los que ha salido, me ha pedido consejo, me compra condones, me deja llevar chicas a mi dormitorio y no la importaría estar en el salón de casa mientras yo estoy arriba follando con alguna, pero eso nunca lo he hecho; prefiero que ella esté fuera.

Lo que menos me gusta de la profesión de mi madre, es que mis amigos la miren con deseo y busquen fotos de ella en internet. Para colmo, a mi madre no le importa estar en casa llevando solamente unas bragas estando ellos de visita porque incluso les da claves ahorrándoles el dinero para entrar a páginas personales dedicadas a ella. Mis mejores amigos ya la conocen y no se sorprenden, pero evito tener que llevar a amigos de estudios y otra gente a mi casa porque sé como es la actitud de mi madre, y no es que me avergüence de ella, es que no quiero que piensen que es una guarra o una puta. Es naturista, en todo caso, que no es lo mismo.

Quizás sea por eso por lo que mi despertar sexual fue tan precoz. Creo que mi primera paja fue con 9 ó 10 años. Deseaba acompañar a mi madre al trabajo pero no siempre podía ser por diversas causas como que yo tenía clase o me iban a impedir el paso en los estudios. Cuando estaba solo en casa, miraba sus álbumes de sesiones fotografías y me hacía pajas fijándome en las demás mujeres. A mi madre siempre la había visto como lo que era, mi madre, y por eso ella no me excitaba en absoluto, así que cuando me corría, siempre tenía la vista clavada en las tetas o en el chocho de alguna amiga de ella. En mis primeras pajas no había eyaculación, únicamente sentía el orgasmo y ni sabía que se llamaba así, solo que se sentía rico y tiraba del culo (del músculo pubococígeo) . En alguna ocasión que he dormido con mi madre, mientras ella dormía, le he tocado un pecho o le he acariciado el culo aprovechando esas veces que lo hacía desnuda, pero era solo para saber que tacto tenían o que se sentía al hacerlo.

Cuando mi madre volvía de viaje, solía enseñarme las sesiones fotográficas que había hecho. Cuando yo tenía 10 años, volvió de Seattle y como era costrumbre, vi su trabajo y solo había una compañera que yo no conocía. Dos o tres días después, al llegar a casa después del colegio, mi madre me dijo que esa noche iban a cenar con nosotros Howard, que era su manager, y una compañera que conoció en Seattle y vivía muy cerca de nosotros, en Santa Barbara. Cuando llegó la reconocí por las fotos. Era María. Esa noche se quedó a dormir en casa, en la habitación que teníamos para invitados. Con el paso del tiempo, empezamos a ir a su casa a comer o a pasar fines de semana porque a mí me encantaba su piscina.

La noche en que nos enteramos que Steven, su esposo, había fallecido, lo recuerdo intensamente a pesar de tener 12 años, me faltaba solo un mes para cumplir 13. Me desperté en mi cama mientras mi madre intentaba vestirme. Me decía que teníamos que ir urgentemente a casa de Tía Mary. Realmente no era mi tía, pero yo la llamaba así porque era muy cariñosa conmigo y me consentía muchas cosas. Fui todo el camino en coche adormilado sin enterarme de nada. Cuando desperté del todo y cobré sentido por los bocinazos del coche de mi madre, estábamos esperando que abrieran la verja del jardín de la casa y noté a mi madre muy nerviosa y estaba llorando. La pregunté qué la pasaba, pero solo me dijo: "Steven... Steven..." y no pudo pronunciar una palabra más. Cuando entramos en la casa, había mucha gente que yo no conocía y Mary, al ver a mi madre entrar en el salón, se echó a sus brazos llorando desconsoladamente y casi histérica. Estaba confundido. Vi entrar a Rod, el jardinero, que iba dos o tres veces por semana un par de horas. Decía que todavía no se sabía nada y no se podía confirmar que fueran ellos. Le pregunté qué había pasado y él me lo dijo. A la mañana siguiente se confirmó la noticia. El último mensaje que llegó por radio a la torre de control, decía algo así: "He perdido el control del aparato. Vamos a caer al agua." Se estuvo buscando los cuerpos varias semanas, pero solo encontraban restos del fuselaje de la avioneta alrededor de la zona donde esta yacía en el fondo del mar. Enterraron un ataúd vacío. Desde entonces, Tía Mary solo ha estado con dos hombres, pero nada serio (Kevin me pidió incluir esta parte que no tiene mucho que ver aquí) .

Mary dejó de trabajar como modelo porque necesitaba dedicar más tiempo a los asuntos de las empresas. Realmente ella no necesitaba posar, lo hacía porque le gustaba y como entretenimiento pues Steven siempre estaba muy ocupado y viajaba bastante. Con esto, mi madre cuando tenía que salir fuera y no podía acompañarla, me dejaba en casa de Tía Mary y ella se ocupaba de ir a recogerme al colegio, le mandaba a la cocinera preparar los platos que más me gustaban y me tiraba toda la tarde en la piscina jugando con ella o con los perros cuando no podía porque estuviese ocupada.

Muchas veces íbamos a pasar varios días a su casa para hacerle compañía y nos tirábamos todo el día en el jardín tomando el sol o en la piscina, ya que ella solía estar casi siempre sola, excepto cuando iba alguien a visitarla o cuando estaba la cocinera o el jardinero. Los fines de semana, se los daba libre a la cocinera y salíamos a comer y cenar fuera o hacíamos barbacoas cuando no las apetecía arreglarse. Estaban todo el día desnudas porque yo era solo un crío de 13 años y creían que no las iba a mirar con deseo y, además, ellas estaban acostumbradas a exhibir sus cuerpos. Lo del crío mejor que no cuente porque ahora lo siguen haciendo y ya no soy ningún niño. Algunas veces, venían otras compañeras de trabajo y también se bañaban desnudas. Yo disfrutaba un montón esos días, menos cuando era invitado algún hombre y se tenían q poner bikini. Gracias a mi inocencia, mi madre y Tía Mary, me dejaban darles crema solar por todo el cuerpo cuando estábamos solos los tres, si no solo por la espalda, y yo aprovechaba para tocarles bien. Les daba desde la espalda hasta las piernas pasando por el culo, y por delante, solo hasta la cintura. Me encantaba tocarle los pechos a Tía Mary porque eran mas duros que los de mamá y me gustaba sentir sus pezones bajo mis manos. Sin embargo, el coño de mi madre me gustaba más que el de Tía Mary. Ahí no había que dar crema, pero no entendía porque muchas mujeres, entre ellas Mary, no tenían pelos cuando yo sabía que cuando empezabas a crecer te salían. De hecho, yo ya tenía algunos muy finitos. Mi madre me dejaba jugar con los dedos entre su tupida mata negra recortadita mientras me quedaba dormido encima de ella cuando tomaba el sol. Yo lo hacía sin ninguna malicia porque era mi madre.

Un día, alrededor de mis 14 años, me quedé solo en casa y me dispuse a hacerme una paja con los vídeos que mi madre tenía de algunas sesiones fotográficas. Las guardaba en un cajón del garaje y creo que no sabía que yo las veía, aunque no la hubiese importado porque eran las mismas sesiones cuyas fotos me enseñaba pero grabadas en vídeo. Solían estar en estuches negros, pero ese día me encontré una en un estuche verde que nunca había visto, así que la puse en el aparato de vídeo. Lo que vi me dejó anonadado, sobrecogido. Era la primera vez que veía una película porno. Recuerdo esas escenas perfectamente porque fue un fuerte impacto emocional para mí. Un hombre penetraba por detrás a una mujer a cuatro patas mientras esta le comía el coño a otra. Después, el hombre cogía a la chica a la que estaba penetrando y la sentaba sobre su verga metiéndosela por el culo. Y ahí le vi la cara. María, con un rostro más juvenil, mucho más delgada y demacrada y con una mirada perdida y vacía. Debía estar de coca y de heroína hasta las cejas. No sabía que Tía Mary hubiera hecho cine porno, aunque más que cine, era basura amateur de cuatro dólares. Me quedé petrificado, el corazón me latía a mil por hora y, aunque no quería ver esas escenas, tampoco quería apartar la vista. Estaba inmóvil y lo único que parecía reaccionar era mi polla. No volví jamás a ver esa película, pero mis roces en la piscina con Tía Mary empezaron a ser más frecuentes y menos inocentes.

En casa de Tía Mary, yo dormía siempre con ella en su cama y algunas veces la tocaba por encima del camisón los pechos o el culo. Desde aquel día, me atrevía incluso a tocarle las tetas bajo el camisón y hasta a acariciarle el coño tapado por las braguitas. Después iba al baño y me hacía pajas imaginándome que me la follaba, me la chupaba y se la metía por el culo como había visto en la película. Cuando estábamos en la piscina, jugábamos a las peleas y era entonces cuando aprovechaba para meterle mano y tocar cuanto podía. Lógicamente, yo tenía unas erecciones terribles, por lo que me vi obligado a empezar a usar bañador, aunque aun así mis erecciones se notaban, pero me daba menos pudor. Un día, mi madre comentó que no sabía porque me había vuelto tan vergonzoso.

-"No sé porque ahora usas bañador si siempre nos hemos bañado los tres desnudos. Seguro que no te gustaría que nosotras nos pusiéramos bikini"-

Claro que no me gustaba, prefería tocarlas completamente desnudas, pero ataqué diciendo que ellas a veces también se ponían bikini.

-"Sí, pero solo cuando está Ron o viene Howard a bañarse con nosotros o alguien que no queremos que nos vea desnudas."-

-"Howard a ti te ha visto desnuda mil veces en el trabajo."- le dije a mi madre.

-"Sí, pero es diferente. El trabajo es el trabajo y aquí no estamos trabajando."-

-"Nosotras también queremos verte a ti el pito igual que tú nos ves los pechos y el chocho."- dijo riéndose Tía Mary.

-"Pero si hemos visto lo tiesa que se te pone cuando nos das crema y te hemos visto masturbarte detrás de la casa. ¿Qué ibas a hacer allí si detrás no hay nada más que la verja? Un día, picadas por la curiosidad, decidimos ir a ver qué hacías y ya te hemos observado masturbándote mil veces. Quítate el bañador ya, que no te sirve de nada"- me sermoneó mi madre.

Yo me quedé estupefacto al oír eso. Aun así, me negué a quitármelo.

Tuve que renunciar a mis pajas al aire libre que me hacía detrás de la casa, donde me encantaba porque podía asomarme y ver a Tía Mary con unos prismáticos que ella tenía y sujetaba con la mano izquierda mientras con la derecha me la meneaba. Me limité a cascármela solamente en el baño como ya había hecho otras tantas veces. Decía que iba al servicio, me metía en casa, iba al dormitorio de Mary, cogía unas braguitas suyas o un tanga y me metía en el cuarto de baño a masturbarme mirándolas e imaginando que me la follaba. Nunca me dio por ponérmelas alrededor de la polla porque no las quería manchar y tampoco en coger unas usadas, me gustaban más limpitas y oliendo a su cajón porque así es como olía ella.

Uno de esos días estaba metiéndosela por el culo, cosa con la que soñaba en mis pajas, o haciendo que me la chupara, cuando oigo que por el pasillo van hablando mi madre y Tía Mary. Abrieron la puerta de otro cuarto de baño que estaba al final de ese mismo pasillo. Yo seguí masturbándome con un tanga rojo de encaje de Mary cuando de repente, la oigo justo al otro lado de la puerta decir: "Voy a mirar en este." No me dio tiempo a reaccionar y mucho menos a esconder el tanga cuando se abrió la puerta y apareció Tía Mary, que se quedó tan congelada como yo. Mi madre preguntó si estaba ahí lo que buscaban y contestó un poco turbada: "No... no... debe estar en el servicio de mi dormitorio, pero mira lo que he encontrado aquí." Y se asomó mi madre. Yo seguía paralizado con el tanga en la mano y la polla enana por el susto. Las dos mujeres empezaron a reirse y Mary dijo que iba abajo a decirle por el interfono a Truman, un amigo, que esperase un momento que enseguida iría a abrirle la puerta de la verja para que entrara con el coche, pero que nosotros no nos moviéramos. No sé podía abrir desde dentro de la casa porque el botón llevaba años estropeado y solo se abría manualmente desde la misma verja o con un mando electrónico si estabas fuera y solo había dos mandos, uno el de Mary y el otro lo tenía mi madre.

Cuando Mary, que llevaba la parte de debajo de su bikini, subió, me dijo: "Venga sigue." Y mi madre soltó una gran carcajada. Querían que siguiera masturbándome delante de ellas. Me puse nerviosísimo y era imposible que mi pene se volviera a levantar. Le miraba los pezones, miraba la matita de mi madre, pero no había forma de que mi polla cogiera su estado de erección. Mi madre dijo que me dejaban solo, que estaban buscando su bikini porque había venido Truman. "Espera, habrá que tranquilizarle un poco y yo sé cómo hacer que se relaje." dijo Tía Mary. Se puso de rodillas a mi lado y cogiendo mi pene, empezó a masajearlo corriendo la piel hacia arriba y hacia abajo en una paja. "Natalie, mira, mira, cógela" y le cedió mi polla a mi madre que empezó a reirse de cómo crecía en su mano. Y continuó haciéndome una paja. Estaba rojo como un tomate y cualquier gemidito que emitía, cualquier reacción en mi cuerpo, era motivo de risas por parte de mi madre y Tía Mary. "Déjame, déjame ahora a mí." Y se turnaban para que siguiera la otra masturbándome. Mi madre me cogió una mano y se la puso sobre una teta y la otra la llevé yo solo al pecho de Mary: "Mírale como aprende." Fueron unos cinco minutos en los que estuve pasando vergüenza y a la vez un placer tan grande, que mis chorros de semen salpicaron en la cara y pecho de mi madre y en la cara, pecho y piernas de Tía Mary, que era la que tenía la posesión de mi polla en el momento de la explosión seminal.

Según iba pasando el tiempo y yo crecía fui olvidándome de las fantasías con Mary y de sobarla y meterle mano en la piscina. Seguía untándoles crema, pero ya sin ningún propósito lujurioso, aunque a veces no lo podía evitar cuando pasaba mis manos por el trasero o los pechos duros de Tía Mary, pero depués ya no iba a masturbarme porque empecé a salir con chicas y a tener sexo con ellas para calmar mis instintos sexuales. Empecé a fumar y a beber, cosa que mi madre no me prohibió cuando me pilló porque dijo que por mucho que lo hiciese iba a seguir haciéndolo a escondidas. Pero ella también iba a tener su parte.

Así llegamos al principio del año 2003. Tenía un amigo que se bajaba fotos de chicas de internet, y a las que de cara les parecía feas o poco atractivas, las decapitaba cortando la imagen a la altura del cuello de la chica. Un día me enseñó una fotos de dos tíos follándose a una mujer. La galería era impresionante y me dijo que llevaba dos días haciéndose pajas mirando esas fotos desde que las encontró. Le pedí que me las grabara en un disco para llevármelas a mi casa, pues internet yo lo tengo desde hace solo 6 meses porque no me llamaba mucho la atención.

Por las noches antes de acostarme, cambié la marihuana, que, por cierto, también me la proporcionaba mi madre, por las pajas para irme relajado a la cama. Encendía mi ordenador, abría esas fotos de una calidad óptima y me la machacaba hasta que me corría viendo ese ano perforado con la verga de un tío entre dos magníficas nalgas o acompañado por otra polla en el brillante coño ligeramente cubierto por pelo haciendo una gloriosa doble penetración. Esas fotos me producían unos orgasmos bestiales gracias al punto de excitación que me hacían alcanzar.

A las dos semanas fui a casa de mi amigo y me dejó entretenido con internet mientras él se duchaba para salir a tomarnos unas copas con la pandilla. Me apetecía ver unas fotos porno, así que miré en el historial para ver a qué páginas entraba él y pinché una en la que parecía que había fotos bastante hardcore. Vi varias galerías hasta que me topé con la que yo tenía en mi ordenador y, por fin, pude ver la cara de la mujer que era dueña de ese estupendo cuerpo. Mi amigo no le había quitado la cabeza a la mujer de las fotos porque fuera fea, sino porque era una de las dos sesiones porno que hizo mi madre cuando era joven. Cerré esa página antes de que mi amigo volviera, estaba tan turbado que ni siquiera pude echarle una bronca por mirar fotos de mi madre, que sabe que me molesta, y, encima, en esa situación. Ese también fue un duro golpe para mí y no me atrevía a mirar a la cara a mi madre que me notaba extraño.

Una tarde entré al dormitorio de mi madre para hablar de un asunto que ahora no viene a cuento. No podía mirarle pues solo llevaba puesto un tanga negro transparente que dejaba ver todo su pubis y su vello. Se estaba arreglando para una fiesta a las que suele asistir. Cuando la vi salir con el pelo recogido y un largo vestido negro de noche, me pareció q estaba guapísima, más que nunca, y fue cuando algo dentro de mí me dijo que la deseaba. ¿Cómo podía ser eso posible? Incluso sentí rabia si esa noche viniera con algún hombre que conociese en la fiesta como otras veces que volvía a casa con el ligue de turno. Confundido e ignorando esos sentimientos, me encerré en mi cuarto hasta que se fue.

Estaba trasnochando y bastante tarde oí a mi madre llegar. Bajé para recibirla y venía borracha. Me dijo que tuvieron que traerla porque no podía conducir, que le dolía mucho la cabeza y que me quería y se cayó al suelo. Rápidamente la levanté y la dejé en el sofá. Fui por una pastilla para la cabeza y a prepararle un vaso de leche caliente. Cuando volví al salón, se había quedado dormida. Hice que se bebiera el vaso de agua donde había disuelto la pastilla, pero la leche, no hubo forma de tomársela porque estaba casi inconsciente de la tremenda borrachera que llevaba encima. La cogí en brazos y la llevé a su cama. Intenté despertarla, pero me decía en sueños que la dejara en paz. Parece que abrió los ojos y la dije que se quitara la ropa y se acostase. Yo me volví a mi habitación.

Al rato, fui a ver si mi madre ya se había acostado y me la encontré tal y como la dejé, tirada en la cama. Intenté despertarle de nuevo, pero no se enteraba, así que decidí quitarle yo el vestido y meterla en la cama. Giré a mi madre porque la cremallera del vestido iba por detrás y, al bajarla, ante mí aparecieron sus nalgas. Quise acabar cuanto antes con eso y en décimas de segundo tiré de él hacia abajo. Me quedé de pie contemplando su culo. Posé mis manos en sus nalgas. Sus glúteos eran duros y, de pronto, me di cuenta de lo que estaba haciendo. Retiré las cobijas de debajo de su cuerpo y luego se las eché por encima para taparle. Me apresuré hacia la puerta, pero al estar frente a ella me detuve. Era tan fuerte el deseo que tenía de admirar ese cuerpo tan bello como prohibido, que me dije a mi mismo que debía quitarle las medias y el liguero pues podían ser molestos. Destapé su cuerpo tostado por el sol de California y la giré de nuevo. Si antes eran sus nalgas las que me tentaban, ahora eran sus pechos. No entendía qué me pasaba. Siempre la había visto las tetas, sin embargo, era la primera vez que deseaba besarlas, chupar sus pezones, mordisquearlos... expulsé esa idea de mi cabeza dejándola totalmente en blanco. Primero le quité el liguero y después empecé a bajar una media enrollándola según iba descendiendo por su pierna. Empecé a bajarle la segunda y no podía apartar la vista de su coño. Su rajita dividía en dos la tela del tanga que acariciaba suavemente sus labios y los dibujaba perfectamente.

Un poco más arriba, el tejido transparente ya permitía ver su mata de pelo. Terminé de quitarle la media, la cual se deslizó por mi mano inmóvil hasta el suelo. Estaba absorto contemplando la vulva y la pendiente del monte de Venus de una mujer hermosa. Mi enajenación no me dejaba reconocer a mi madre y todo lo que había alrededor mío, era un chocho cubierto por un tanga y unos muslos que mi mano empezaba a acariciar. Lentamente metí mi cabeza entre sus piernas y empecé a lamerlo. Notaba los labios blandos y el monte de Venus almohadillado según mi lengua subía y bajaba recorriendo toda su prenda íntima y mi respiración era lo único que agitaba el aire de la habitación. De nuevo reaccioné y me levanté temblando. La tapé de nuevo, y, frente a la puerta, volví a ella una vez más. Solo se oían los latidos de mi corazón. Era superior a mis fuerzas y antes de cometer una locura mayor, junto a su cama, desenfundé mi espada y comencé a masturbarme observando cada centímetro de la piel de mi madre. Tenía unas tetas fantásticas y cuando empecé a sentir que pronto me vendría, empecé a apretar la derecha con una mano. Era un poco dura y suave y mi lefa salió disparada cayendo por su cara y sus pechos. El sentimiento de culpa fue tremendo y regresé a mi habitación avergonzado.

Pasaban los días como si nada y poco a poco todo volvía a la normalidad excepto el fuego que mi madre despertaba en mí cada vez que se paseaba en ropa interior por casa, salía desnuda del baño delante de mí... Era una tortura.

Un fin de semana, poco después, le dije a mi madre que iba a salir de copas con mis amigos y después nos íbamos a ir todos en el coche de George y en el de Sarah a una casa en la playa que tenía el primero en Ventura y que no pasaría por casa, nos iríamos directamente desde la discoteca. Ella me dijo que tenía otra fiesta, la inauguración de un centro comercial, e iría con Tía Mary.

Pasada la media noche, me empezó a doler muchísimo la tripa y como rato después el dolor solo se había incrementado, decidí olvidarme del viaje a Ventura y me fui a casa. Mi madre todavía no había vuelto y me acosté. Unas dos horas más tarde me desperté sobresaltado y tuve que salir corriendo porque estaba a punto de vomitar. Al final del pasillo está el cuarto de baño y salía luz por debajo de la puerta, por lo tanto estaba ocupado. Con una mano en la boca y con la otra deslizándola por la barandilla de la escalera, bajé tan rápido como pude y conseguí llegar al servicio de abajo justo a tiempo para meter la cabeza en el inodoro y echar el hígado. Vacié mi estómago de alcohol y restos de la cena.

Cuando iba a mi habitación pasé por delante de la alcoba de mi madre y oí unos gemidos. No me había dado cuenta pero la puerta estaba entreabierta, por supuesto, si no ¿cómo voy a decir que vi a mi madre follando? Se suponía que yo no debía estar en casa, así que no tenía porqué cerrarla si no había nadie más. Los espiaba por un espejo que había en el lado de la alcoba que yo veía con lo poco abierta que estaba la puerta pues la cama quedaba justo detrás y no tengo rayos X para ver a través de ella. Había alguien apoyado en el cabecero de la cama con las piernas estiradas y mi madre le hablaba dulcemente dándole la espalda al espejo. Llevaba solo puesto un tanga azul y decía que por fin iban a poder probar eso que tanto estaban deseando. Se agachó a comerle lo que tenía entre las piernas y vi reflejada la cara de Tía Mary, que tenía los ojos cerrados y jadeaba despacito. A pesar del riesgo de ser descubierto, me faltó tiempo para sacarme la polla totalmente erecta ante tal escena y comenzar a masturbarme. Al rato, Tía Mary abrió los ojos y se sorprendió cuando vio algo por el espejo q estaba justo frente a ella. Yo me eché a un lado para cubrirme.

-"¿Qué pasa?"- preguntó mi madre.

-"Creo que he visto a Kevin por el espejo."-

-"Es imposible; él no está."-

Oí los muelles de la cama, señal de que una de las dos se habían levantado para comprobar si estaba o no. Salí corriendo a mi habitación y me introduje en la cama. Por la puerta entornada entraba un poco de luz del pasillo. La puerta se abrió más iluminándose todo mi dormitorio. Abrí un poquillo un ojo y vi como Tía Mary confiada se retiraba. Me senté y reanudé mi masturbación con los ojos cerrados para recordar más nítidamente lo que acababa de acontecer ante mis narices. Me pareció oír unos pasos sigilosos en el pasillo. Detuve la mano sobre mi miembro y abrí los ojos. No parecía haber nada anormal, así que lentamente empecé de nuevo a subir y bajar mi mano a lo largo de mi nabo duro y tieso. De pronto, en un abrir y cerrar de ojos, se abre del todo la puerta de mi habitación, se enciende la luz y aparece Tía Mary plantada en la puerta. Asustado, me guardo la polla dentro del pantalón del pijama. Ya me habían pillado otra vez.

-"No, no te guardes esa hermosa verga, Kevin."- me dice sonriendo–"¿Qué estabas haciendo?"-

-"Como si no lo supieras..."- contesto algo molesto.

-"Venga, sácala otra vez. ¿No quieres? Pues me voy a quitar las bragas, por listo."- y quedó completamente desnuda ante mí y prosiguió hablándome con voz melosa –"¿La vas a sacar ahora? ¿No? ¿Y si hago esto?"- y se sentó en la alfombra con las piernas abiertas y el coño afeitado y empieza a meterse dos dedos gimiendo.

Luego se acercó a mí y venciendo mi débil resistencia, consigue quitarme el pantalón y los calzoncillos a la vez, agarra mi polla y me pregunta: "¿Te has puesto así también cuando nos has visto a tu madre y a mí?" Quise disimular y le dije que no sabía de qué estaba hablando. Me quitó la camiseta, me cogió de la mano y me dijo que fuera con ella totalmente desnudos los dos.

Entramos a la habitación de mi madre y esta había acomodado una silla del salón junto al lado derecho de la cama, donde Tía Mary me mandó sentarme. Mi madre se sentó en la cama entre mis piernas, se inclinó y me dio un besito en la punta del glande q miraba al techo suspirando, y, a continuación, se tumbó sobre la cama. Tía Mary se echó sobre ella y comenzó a besarla. Veía como sus lenguas entraban en sus bocas y se entrelazaban y giraban una sobre la otra y se mordían un labio mientras mi madre acariciaba las nalgas de Tía Mary. Esta fue bajando la lengua por el cuello de mi madre, la cual respiraba profundamente.

Haciendo zig zag entre sus senos, mordió suavemente un pezón, luego se desplazó al otro y lo mordió también. Yo estaba totalmente paralizado y alucinado viendo como Tía Mary chupaba, mamaba y succionaba el pezón de un pecho mientras apretaba y acariciaba el otro. Luego repitió con el otro pezón. Mi madre suspiraba y de vez en cuando miraba a Mary acariciándole la cabeza, que empezó a bajar por el torso de mi madre, besando cada centímetro que recorría, mientras sus manos continuaban pellizcando los pezones y apretando esas tetas duras, erguidas y con los pezones como pitones preparados para embestir. Se detuvo en el ombligo para jugar en él con la lengua. "Más abajo, más abajo" suspiraba mi madre, y Mary llegó con la lengua a su matita recortada y se entretuvo entre sus pelos. "Más abajo, un poquitín más abajo" y empujó la cabeza de Mary hasta su coño, donde quería tenerla. Mi madre palpó mis muslos.

Di un botecito, estaba embelesado viendo a Tía Mary disfrutando del chocho peludo de mi madre y no me lo esperaba. Buscaba algo por mi pierna que al final encontró cuando su mano agarró mi polla con fuerza empezando a masturbarme suavemente pero a un buen ritmo, bajando y subiendo, bajando y subiendo la mano por toda mi verga enhiesta. Mary, metió las manos por debajo del culo de su compañera y lo levantó un poco para que yo viera bien como le metía la lengua en el coño a mi progenitora y le apretaba el clítoris entre los labios. Al rato, se corrió haciendo temblar toda la cama y ese hermoso cuerpo que muchos podían contemplar en revistas o internet, pero pocos veían cómo gozaba y se convulsionaba con un orgasmo.

Tía Mary se levantó de la cama y se puso de pie entre mis piernas, dejando su culo a la altura de mi cara. Miró hacia atrás y sonriendo pícaramente, ¿cómo no?, me dijo: "Puedes tocar" y tímidamente, porque todavía no era capaz de asimilar que todo eso estaba sucediendo de verdad, empecé a acariciar y a amasar esas nalgas blanditas que daban forma a un culo respingón muy bonito y suave. Volvió a los pechos de mi madre, que estaba de rodillas sobre el colchón mientras Tía Mary volvía a degustar sus pezones.

Mi madre suspiraba con los ojos cerrados mientras se acariciaba con ambas manos el clítoris y los labios vaginales entre los cuales metía un poquito un dedo índice. Mary se agachó un poco y su culo tomó contacto con mis rodillas. Sin dejar de lamer los pechos de mi madre, echó hacia atrás una mano y cogió mi polla para saber a donde tenía que dirigir su coñito calvo que cayó introduciéndose súbitamente y sin piedad sobre mi verga, que entró hasta el fondo.

Con el sube y baja, mi madre debió notar lo que hacíamos ella y yo. Sorprendia y con una pequeña mueca de fastidio, dijo: "Qué zorra. Dijimos que la primera que iba a disfrutar de un polvo con mi hijo iba a ser yo, que para eso le he parido". Hice un esfuerzo para no perder el ritmo y le pedí a mi madre que me dejara un poco más entrar y salir del coño de Tía Mary que no paraba de botar sobre mí clavándose mi polla en sus entrañas. Ella apoyaba sus manos en sus rodillas y yo en sus tetas duras y tiesas abarcándolas por completo con mis palmas. "Está bien"- dijo mi madre -"pero antes de correrte, me tienes que follar a mí".

Mi cara al rato era un cuadro y mi madre debió presagiar en mis ojos cerrados y en mis labios resecos mi orgasmo, así que dijo: "Venga, venga, quítate que ahora me toca a mí, y túmbate que también es mi turno para comerte el potorro. Estoy empapadísima, no voy a tardar nada en correrme". Estaba ansiosa. Cuando Tía Mary se tumbó abierta de piernas y mi madre se colocó entre ellas levantando su culo, vi gotas de flujo corriendo por sus muslos hacia abajo. Apoyé la polla en sus labios, la cogí bien de las caderas y fui entrando en ella suavemente. Cuando tenía todo mi pene alojado en su vagina, empecé a bombear lentamente disfrutando de cada centímetro que salía y volví a meter mi sol candente, a ver si podía apagarlo con el líquido que salía del coño de mi madre, cosa que era difícil porque no sé qué es lo que más ardía.

Aguantaba todo lo que podía para no correrme y seguir disfrutando de ese momento. Los gemidos de los tres se mezclaban en el ambiente. Los más bonitos, los de las dos bellezas que disfrutaban conmigo del sexo en un menage a trois de ensueño: mi madre, que era sometida a mis arremetidas, que, a la vez, sacaba de la garganta de Tía Mary la segunda voz de esa serenata de furor y pasión, explorando su chocho y dándole en el clítoris lo que tanto se merecía esa antigua estrella del sexo barato y diva de mis pajas infantiles. Tía Mary empezó a gritar que se corría: -"¡Ya, ya, ya llega, me veeeeengo, ahhh!"- Después de unas convulsiones en la cama con las que parecía la niña de "El exorcista", llegó la calma a su cuerpo, pero no en el de mi madre, que seguía guerreando para llegar a un orgasmo que empezó a manifestarse rápidamente. Las convulsiones eran muy fuertes, notaba resbalar alguna gota de su flujo por mi polla y descolgarse de algún pelo de mis huevos.

Mi madre se desplomó sobre la cama, encima del precioso cuerpo desnudo de Tía Mary, y yo, aun dentro de ella, fui arrastrado para caer sobre el suyo. Mi madre era el jamón de un sándwich, pero todavía tenía hambre y me iba a comer ese jamón. Empecé a chuparle la espalda. Mary buscó mi boca y cuando la encontró, buscó mi lengua con la suya. -"¿Te has corrido, mi vida?"- me preguntó mi madre, a lo que contesté negativamente –"¿Quieres correrte dándome por el culito, cielo?"- Vaya preguntas. Se cambío de posición con Tía Mary que entre las piernas de mi madre, que ahora se hallaba tumbada, empezó a darle lametones en el ano y en el perineo y a meterle despacito un dedo. Mientras yo me coloqué a un lado de mi progenitora poniéndole mi verga morcillona sobre sus labios.

Los abrió y la engulló mientras con una mano se frotaba el clítoris y con la otra se estiraba y retorcía un pezón. A su compañero le vi un poco triste, así que empecé yo a acariciarle el otro pecho y a mimar su otro pezón. Tía Mary anunció que ya había metido tres dedos y estaba lista para la penetración. Le pedí a mi madre que volviera a ponerse en cuatro patas que con solo un par de embestidas me correría. Llevaba mucho tiempo aguantando y que mi madre me entregase su culo, era demasiado. Nos pusimos en la misma posición de antes y apoyé mi polla en su ano, en el cual se abría un pequeño agujerillo.

Llegó la hora de empujar pero me costaba mucho meter algo más que el glande, que fue lo único que entró en el primer envite. Tía Mary se colocó abrazándome por atrás acariciándome el pecho, dándome suaves besitos en el cuello y susurrándome al oído entre uno y otro: "Venga, machote, que suerte tiene tu madre por ser tú quien le abra el culito.

Cómo me gustaría estar en su lugar para sentirte otra vez entrando en mí." Al final, conseguí introducir todo mi aparato en su recto y despacio comencé a retroceder hasta sacarlo todo excepto el capullo, que se encargaba de mantener la puerta abierta para, seguidamente, volver a enviar todo mi tronco hacia dentro. Estaba que iba a explotar, así que decidí meter y sacar más rápido incrementando los gemidos de mi madre, la fuerza de mis embestidas y los dedos que Mary se metía en su coño sin dejar de recorrer mi tórax y mi abdomen con la mano que le sobraba. Mi verga se volvió loca dentro del cuerpo de mi madre y cuando mi semen bullía en mis huevos a punto de salir, la que se salió fue mi polla, pero Tía Mary la empuñó ágilmente y sacudiéndomela, empecé a correrme dando un largo gemido de placer.

Como buen espadachín que soy manejando mi espada, le dejé en la espalda la señal de la zorra con tres largos chorros de lefa. Tía Mary, blandiendo en su mano mi pene, moviéndolo ligeramente todavía, me besó lascivamente antes de empezar junto con mi madre a limpiarme la polla con una mamada a dobles en la que algunas veces, sus lenguas volvían a encontrarse. Colorín colorado estos tres han follado y a ti no te han invitado.

Todo lo bueno se termina, pero antes de despedirme, quiero aclarar un par de cositas, así que si alguien no quiere saber que partes son inventadas, que no lea esto. ¿Recordáis la paja que le hicieron a Kevin en el cuarto de baño de Mary? Pues en realidad no se la hicieron, se fueron y le dejaron para que acabase a gusto y no le dijeron nada sobre el tanga, cuando salieron ellas del cuarto de baño, siguió con él en la mano. Tiene un amigo que decapita en las fotos a las chicas que no le gustan, pero nunca jamás encontró fotos de su madre. La atracción que tiene Kevin en el relato por su madre es ficticia, nunca ha sentido deseos hacia ella. La primera fiesta no existió tampoco, pero en cierta ocasión que ella estaba borracha, él tuvo que quitarle el vestido y meterla en la cama en ropa interior, pero no pasó nada más. Y, por supuesto, el trío con su madre y la Tía mary es también inventado puesto que ellas no son lesbianas.

Aquella noche, cuando Kevin se levantó, tuvo que bajar al baño del piso de abajo porque había alguien en el del piso superior y cuando volvió oyó jadeos de su madre, que llegó con un ligue, un hombre que conoció al día siguiente en el desayuno, pero la puerta no estaba entreabierta porque es la realidad, no una paja mental de cualquier autor que jura que su relato es 100% real y en su casa las puertas no se cierran. Él se acostó de nuevo y se quedó dormido. Siento desilusionar a algunos. Si lo he hecho, pido perdón, pero estamos hablando de la vida real de un chaval. No quiero que nadie me escriba pidiéndome hacer una historia conjunta como esta, así que no sirva de precedente.

Special thanks: Raba, por sus sugerencias y opiniones. Y lo siguiente se lo dedico a los lectores del otro lado del charco; disfrutadlo =;-) PUNK!

Un beso. Sonia.