Keri quiere tener piercings

Keri quiere ponerse piercings, pero la única opción es hacerlo ella misma.

Este relato fue publicado por opklompen bdsmlibray el 13 de mayo de 2012. El es el autor, yo solo lo he traducido.

Keri quiere tener piercings Proporcionado por: BDSM Library

Sinopsis: Keri quiere ponerse piercings, pero la única opción es hacerlo ella misma.

La pobre Keri no había tenido mucha suerte en su juventud. Sus abuelos murieron antes de que ella naciera y sus padres murieron en un accidente de coche cuando ella sólo tenía 4 años. Su tío y su esposa la acogieron. Entonces su tío murió en un accidente de avión cuando tenía 6 años. Tía Helen era su única familia.

Helen vendió la mayor parte de sus tierras de cultivo a un vecino, pero mantuvo la tierra más cercana a la granja y comenzó un negocio de verduras ecológicas. Era un montón de trabajo, así que Keri pasaba mucho tiempo sola cuando llegaba a casa de la escuela.

En el camino hacia su casa había una pequeña fábrica de ropa. Desafortunadamente el negocio estaba casi hundido. El viejo señor y la señora Robertson tuvieron que despedir a la docena de personas que trabajaban para ellos. Aún les quedaban unos cuantos clientes, que fabricaban para sí mismos. En un momento dado le habían preguntado a Keri si le gustaría ir a trabajar para ellos los sábados. Keri siempre había amado la moda, así que aceptó el trabajo con mucho gusto. Comenzó a barrer el suelo y a empaquetar pedidos, pero al cabo de unos meses los Robertson comenzaron a enseñarle a usar las máquinas y a hacer ropa de verdad.

Helen siempre estaba ocupada en la granja y, después de la cena, solía irse a la cama bastante temprano. Keri tenía un ordenador en su habitación y normalmente se quedaba hasta tarde navegando por la web para nuevas ideas de moda. Ya se había hecho unos cuantos vestidos con materiales sobrantes de la fábrica. Esta noche se encontró con una web sobre la influencia del punk en la cultura moderna. Uno de los ejemplos era algunas imágenes de tatuajes y piercings de "Suicide Girls". Keri estaba intrigada por el aspecto general de estas mujeres y comenzó a mirar en internet sobre ellas. Cuanto más tiempo pasaba mirando fotos de ellas, más se daba cuenta de que quería ser como ellas. Pero conseguir un tatuaje estaba totalmente fuera de su alcance, por no hablar de piercings como los de los lóbulos de las orejas de la mayoría de las chicas. Keri preguntó a Helen como le habían perforado a ella los lóbulos de las orejas hace tiempo, pero Helen no le contesto.

Keri pensó: “Es posible que no consiga perforarme los lóbulos de las orejas u hacer otro piercing facial, pero ¿qué pasa con algo que nadie pueda ver?” Keri comenzó a investigar cómo hacerse ella misma piercings, dado que había decidido perforar sus propios pezones. Encontró una gran aguja en el trabajo y tomó algo de alcohol y vendas de la caja de primeros auxilios. Ahora sólo necesitaba unas joyas. Encontró una tienda on-line que vendía camisetas de bandas de rock y todo tipo de ropa gótica, incluyendo joyas piercing. Astutamente ordenó una camiseta de Nirvana y algunos piercings. De esta manera si el paquete llegaba cuando su tía estaba cerca, tenía la camiseta como excusa.

Al día siguiente llegó el paquete. Helen todavía estaba en el campo, así que la excusa de la camiseta ni siquiera fue necesaria. Abrió la caja y miró los piercings. ¡Ella realmente iba a hacerlo! Se mojó pensando en ello. Fue a la cocina a buscar un poco de hielo y el botiquín de primeros auxilios. Una vez en su habitación, cerró la puerta tras de ella y miró el reloj. Tenía aproximadamente una hora y media antes de que Helen volviera a casa, así que rápidamente preparó todo. Usó el alcohol para limpiar todo y el hielo para poner sus pezones duros, a pesar de que ya estaban bastante erectos por la emoción. Puso un corcho en un lado de su pezón izquierdo y colocó la aguja en el otro extremo. Respiró hondo, cerró los ojos y empujó la aguja. Le dolió muchísimo, pero una vez que miró hacia abajo, a su pezón, con la aguja atravesándolo, le dio tal subidón que la mayor parte del dolor desapareció rápidamente.

Consiguió pasar la barra por el agujero hecho por la aguja. Había empezado a sangrar un poco, así que le puso una tirita. Ahora tenía que hacerlo en el pezón derecho. Fue un poco más difícil, ya que ahora sabía cuánto le iba a doler, pero lo hizo de todos modos. En sólo 10 minutos había terminado y se sentía muy bien. Era como si se hubiera transformado de niña en una mujer muy sexy. Justo cuando estaba guardando el botiquín en el armario, Helen entró en la casa. ¿Estás bien, cariño? le preguntó. No, no me encuentro muy bien, mintió. Creo que me tomaré una aspirina y me acostaré pronto. Bien, cariño, espero que te sientas mejor mañana.

Keri entró en su habitación y empezó a masturbarse. Sus pezones estaban demasiado doloridos para tocarlos, pero su coño está hirviendo. Se corrió rápidamente, dada la calentura que se había acumulado en su cuerpo durante todo el día. Se quedó dormida poco después.

A la mañana siguiente se despertó muy temprano, ya que se revolvió mientras dormía sobre sus pezones doloridos. Se quitó las tiritas y las limpió con algodón y algo de alcohol. Le picaba un poco, pero sabía que había que hacerlo para evitar una infección.

Al cabo de unas dos semanas, ya no le dolían los pezones y se masturbaba siempre que podía, sobre todo jugando con ellos.

Unos meses después de haberse perforado los pezones, la novedad había desaparecido. Algunas de las mujeres que había visto en Internet tenían un doble piercing en los pezones y algunas incluso tenían joyas de gran calibre en los pezones. Al parecer, habían empezado con el mismo tipo de piercing que tenía Keri, pero luego lo habían estirado aumentando poco a poco el tamaño de las joyas que llevaban. Keri sabía que quería estirar sus piercings en los pezones, pero ¿de dónde iba a sacar las joyas más grandes? Pedir en línea era demasiado arriesgado, por si Helen interceptaba su paquete.

Keri recordó que su tío se dedicaba al bricolaje y tenía un taller en uno de los graneros. Nadie había estado en el taller desde que su tío había muerto, todo estaba cubierto de polvo. Consiguió abrir la puerta y empezó a buscar algo que pudiera utilizar como joya. Encontró un montón de tarros llenos de clavos de todos los tamaños. Algunos de ellos eran sólo un poco más gruesos que las barras que tenía en sus pezones. Estaban un poco oxidados, pero Keri consiguió que volvieran a brillar con un poco de papel de lija que había encontrado. Quitó una de las barritas de su pezón y trató de empujar el clavo a través del agujero. Estaba muy apretado y estiraba del pezón, pero cuando usó un poco de saliva como lubricante el clavo finalmente pasó. Repitió el proceso en el otro pezón y volvió a ponerse la ropa. De vuelta a la casa, notó que las puntas de los clavos eran algo afiladas y se clavaban en sus tetas o en la ropa. Keri lo arregló poniendo un pequeño trozo de corcho en la punta de cada clavo. Su escote tenía ahora dos trozos de corcho flotando sobre él. Rápidamente se puso un top con un escote menos revelador.

Cada vez que podía, jugaba con sus pezones. Moviendo los clavos de un lado a otro, estirando los agujeros en el proceso. Después de una semana volvió al establo y consiguió unos clavos más grandes. Tres meses después, ya había estirado los agujeros de sus pezones hasta 4 mm. Tuvo que ser creativa y utilizar una amoladora angular para acortar los clavos a algo mucho más corto que podía ocultar en su sujetador.

Ya se acercaban las vacaciones de verano y los Robertson le habían preguntado si podía ayudar en la fábrica de ropa durante sus vacaciones. Le propusieron un horario de trabajo bastante inusual: trabajar desde el viernes hasta el lunes por la mañana. Así podrían salir de la ciudad durante la semana, para cuidar a sus nietos. A Keri no le importaba, siempre que pudiera ganar algo de dinero extra. También significaba que tenía la mayor parte de la semana libre, ¡más tiempo para masturbarse!

Había empezado a utilizar un pepino como consolador. El tiempo era bueno para la cosecha y cada semana los pepinos eran más grandes.

Keri utilizó parte de sus ganancias para conseguir una conexión a Internet más rápida, alegando que la necesitaba para el trabajo de la escuela. Pero en realidad era para poder ver vídeos porno mientras se masturbaba.

La mayoría de las chicas de los vídeos que le gustaban llevaban un piercing en el clítoris y algunas incluso tenían algunos anillos en los labios. Keri empezó a fantasear con hacerse un piercing ahí abajo. Sobre todo porque se había quedado sin material adecuado para estirar los agujeros de sus pezones.

Cuando llegó al trabajo el viernes siguiente, los Robertson le dijeron que habían conseguido un gran pedido. Tan grande que habían comprado algunas herramientas nuevas. Una de las nuevas herramientas era una pistola de ojales para cordones que funcionaba con aire comprimido. Los abrigos que tenían que hacer estaban diseñados con una fila de estos ojales a lo largo de un panel en las mangas. Era un elemento puramente decorativo, pero no por ello dejaba de tener un aspecto atractivo. Antes se perforaban los ojales con una herramienta manual, pero con esta nueva máquina se podía trabajar mucho más rápido y de forma más constante. Se podía preajustar la cantidad de presión con la que se trabajaba, controlando así la profundidad del ojal. Keri se acostumbró rápidamente a la nueva máquina y pasó el resto del día perforando ojales en las chaquetas.

Cuando llegó a casa, cenó rápidamente y se excusó alegando que estaba cansada. Por supuesto, no se fue a la cama, sino que encendió su ordenador para volver a ver porno. Se alegró de encontrar una nueva Suicide Girl en la web, esta chica tenía muchos tatuajes y piercings. Pero lo más llamativo eran los piercings en los labios vaginales. No eran los anillos normales con barritas, sino verdaderos agujeros con joyas en ellos que se parecían mucho a los ojales que había estado poniendo en la tela todo el día.

En cuanto los vio, Keri empezó a masturbarse furiosamente y se corrió como nunca antes lo había hecho. Sabía que tenía que tenerlos.

Al día siguiente, en el trabajo, le costó concentrarse. Por suerte, hoy tenía que hacer otra tarea, pero no dejaba de mirar la máquina de ojales. Tenía que encontrar la manera de quedarse a solas con esa herramienta. Durante el almuerzo, preguntó a los Robertson si podía encerrarse hasta el lunes por la tarde, para poder usar la máquina de coser para hacerse un vestido. "Por supuesto, querida, de hecho, creo que ya es hora de que te demos una llave del taller para que puedas entrar cuando quieras". ¡Fantástico!.

El lunes, Keri estaba totalmente preparada. En su bolsa había suministros para la tarde: tiritas, alcohol y una crema anestésica que había comprado en el supermercado/farmacia. Se suponía que la crema tenía un efecto adormecedor sobre la piel magullada. Ya se la había aplicado en los labios vaginales antes de ir a trabajar, y lo cierto es que funcionó. Su vagina parecía estar dormida. A las 11 en punto fue al baño y se puso un poco más del producto en los labios inferiores. No podía esperar a que los Robertsons se fueran. Finalmente lo hicieron poco después de la 1.

Keri vio cómo el coche se alejaba en la distancia y luego cerró la puerta. Rápidamente se desnudó y sacó todos sus elementos. Cogió algunos ojales de acero inoxidable del almacén y preparó la máquina para que dejara unos 3 mm entre las tres pestañas del ojal. Luego utilizó un bolígrafo para marcar 4 puntos espaciados uniformemente en cada uno de sus labios del coño. Se sentó en el suelo con las piernas abiertas y se puso un pequeño trozo de madera en la boca. Así tenía algo que morder en caso de que el dolor fuera excesivo. La máquina estaba cargada con las dos piezas que pronto cortarían su carne y se unirían en un ojal.

Ya estaba, no había vuelta atrás. Keri alineó la herramienta con la primera marca, respiró profundamente y apretó el gatillo. Un dolor agudo recorrió su cuerpo. Maldita sea, dolía. Pero el resultado final era tan sexy que pronto se olvidó del dolor. Pensó: “mejor hacer el resto rápidamente antes de que me acobarde”.

En dos minutos Keri tenía 8 ojales de acero en su coño. Lo limpió todo con el alcohol que había traído. Sorprendentemente apenas había sangre. Se puso el vestido, esta vez sin bragas, y se dirigió a su casa. Una bolsa de hielo le ayudó a adormecer el dolor y a evitar la hinchazón. Los días siguientes le dolía mucho cuando se movía, así que se quedó en la cama la mayor parte del tiempo. Le dijo a tía Helen que tenía gripe. Estaba tan ocupada con sus verduras que no se dio cuenta de lo que realmente le pasaba a su sobrinita.

Todo el tiempo que pasaba en la cama, lo pasaba también en Internet. Durante su investigación sobre los ojales, descubrió otro método para hacerlos. Empezaban con un trozo de tubo de metal y utilizaban dos conos de forma especial en una prensa para doblar los bordes del tubo en los rebordes del ojal. Keri recordó que había visto algunos tubos de metal de pequeño calibre en el taller de su difunto tío. Una vez que se sintió un poco mejor, fue al granero y encontró los tubos e incluso algunas brocas que podrían tener la forma adecuada para prensar los bordes. Rápidamente cortó un pequeño trozo de tubo y sujetó el tubo y las brocas en un tornillo de banco. Poco a poco fue cerrando el tornillo de banco y, por fin, los bordes del tubo se doblaron hasta formar bridas perfectas. Keri experimentó con diferentes longitudes de tubo, para averiguar el tamaño adecuado para terminar con un ojal ajustado en sus pezones.

Ella tomó su parte superior de y lubricado hasta el primer, pero de la tubería. Entró en el agujero de su pezón con bastante facilidad y Keri lo alineó todo en el tornillo de banco. Fue un poco difícil girar el mango de la mordaza con uno de sus pezones en el vicio, pero se las arregló para doblar los bordes de la tubería. Ahora tenía un ojal de 5 mm en su pezón derecho. Mientras empezaba a apretar lentamente el tornillo de banco en su otro pezón, ocurrió algo inesperado. La puerta se abrió y Helen entró en el taller. Dios mío, ¿qué estás haciendo? Keri se asustó, estaba atrapada con su pezón en el tornillo de banco y acababa de ser liberada por su tía. Intentó ocultar lo que estaba haciendo, pero ya era demasiado tarde. Pensó en terminar lo que había empezado y sacar rápidamente el pezón del torno. No sabía qué esperar de Helen, pero se temía lo peor. Sorprendentemente, Helen parecía estar intrigada por los pezones de Keri. "Lo siento, no sé qué me ha llevado a hacer esto". No pasa nada, querida", dijo, "¡creo que estás preciosa!". Keri se quedó boquiabierta, Helen no estaba enfadada. De repente, Helen se arrancó la blusa y el sujetador para mostrar sus pechos perforados. "¿Me pregunto si podemos estirar los míos como los tuyos?" Keri decidió que era el momento de mostrar su coño decorado a su tía y se desnudó completamente. "Oh, querida, parece que vamos a divertirnos juntas" dijo Helen mientras acercaba su boca al pezón izquierdo de Keri