Kenia. La chica de Intercambio (1)
Verla salir de zona de equipaje fue un shock, a mis 18 años no podía creer que realmente existieran ese tipo de mujeres: ojos celeste, cabello castaño claro, una figura celestial, delgada, pero con unos pechos que se marcaban, no grandes, no, formaditos, un culito que cantaba cuando caminaba y su cintura era fina y plana
Ya han pasado cerca de doce años desde que viví esta experiencia, ahora me encuentro casado y con hijos y aunque después de eso he tenido muchas experiencias con mujeres no he podido olvidar por ningún momento ese año maravilloso con Kenia.
Dicen los entendidos que cuando viaja a un país extranjero se liberan una serie de medios y tapujos que hacen de la persona un ser diferente, es como si la vida te diera la oportunidad de ser otra persona o hacer cosas diferentes de las que haces en tu país o en tu casa.
Esto debió haber sucedido con Kenia. Somos una familia normal, Mi padre un conocido odontólogo en nuestra localidad, mi madre maestra de escuela, yo Arturo y mi hermano Carlos, en ese entonces yo recién cumplía 18 años y mi hermano de 16 se preparaba para viajar por un año a un curso de intercambio a Estados Unidos y nosotros nos preparábamos para recibir a una intercambista de Nueva Zelanda. Las expectativas del viaje de mi hermano nos alteraron a todos por unos meses; mi madre como es usual gasto casi todo el presupuesto en preparar su equipaje, en fin, el esperado día del viaje llegó y Carlos se embarcó por un año, realmente lo sentía porque siempre fueron buenas las relaciones con mi hermano.
A las tres semanas llegó Kenia, fuimos a recogerla al Aeropuerto mi padre, mi madre tenía una reunión de trabajo y ya nos vería en casa. Verla salir de zona de equipaje fue un shock, a mis 18 años no podía creer que realmente existieran ese tipo de mujeres: ojos celeste, cabello castaño claro, una figura celestial, delgada, pero con unos pechos que se marcaban, no grandes, no, formaditos, un culito que cantaba cuando caminaba y su cintura era fina y plana, luego nos enteramos a que se debía tan espectacular figura, ella era miembro del equipo de gimnasia de su ciudad y la practicaba desde hacía 10 años. En la actualidad ella tenía 15 y aunque no era muy alta 1.60 metros, la forma pareja y perfecta de su cuerpo era una figurita.
Nos sorprendió hablando español, con un enorme acento gringo y sin mucho vocabulario pero lo suficiente para entenderse.
Camino a casa fue la charla de siempre del viaje y esas cosas, yo no paraba de verla por el espejo del carro, luego ayudamos a instalarla en el cuarto de mi hermano y la dejamos para se duche y se ponga algo cómodo del viaje.
Era verano en Lima y ya saben, la humedad y el calor es fuerte. Cuando la llamamos para comer bajo con un pantaloncito corto y un polo que al ver la cara de mi padre supuse que sentía lo mismo que yo, trago saliva y se sentó para que no se note su erección; el pelo húmedo la así tener esa sensualidad lozana.
Comimos tratando de aparentar normalidad pero los ojos no se despegaban de sus pechos los pezones marcaban en el polo, su cuello, su boca, su nariz todo era un llamado al sexo en esa niña de tan solo 15 años.
Los días siguientes pasaron igual, salíamos a pasear, de compras, en casa, y como mis clases en la universidad todavía no empezaban y las de ella en el colegio tampoco, yo era el encargado de acompañarla y hacerla conocer toda la ciudad.
Un caso aparte se mereció cuando fuimos a las playas del sur con mis amigos de la U. fuimos tres hombres, cada uno de nosotros con su enamorada, yo salía con Silvia, pero les aseguro que ya no pensaba en ella, y Kenia.
Dios, éramos el centro, aunque tratamos de ubicarnos en un lugar alejado, tanto ellos como yo con disimulo por las novias, no dejábamos de verla metida en ese bikini y ella con un natural sonrojo por que se sabía mirada y deseada.
Así pasaron dos meses hasta que reinicié las clases y Kenia el colegio. No fue hasta una mañana en que por una huelga de esas se suspendieron las clases en la U. que en vez de ir de joda con los amigos fui a la casa, entré no esperando encontrar a nadie ya que suponía a los viejos en el trabajo y Kenia en la escuela, tomé una fruta de la mesa, subo las escaleras y al pasar por el cuarto de mi hermano escuchos gemidos, mis zapatillas no permitían hacer bulla así que despacio me acerco con la manzana en la mano, y la boca tragando saliva por lo que esperaba ver una linda hembra de 15 años masturbándose, esa era mi oportunidad para presionarla y en ese momento lo pensé chantajearla con sexo claro; empujo la puerta y veo primero dos pares de pies, dos pares de piernas arrodillas en trencito, dos espaldas, y finalmente dos rostros. Eran Kenia y mi padre haciendo la del perrito, el sudaba como un poseído y ella con la boca abierta tratando de respirar y aguantar algún gemido, fueron los segundos más largos y desconcertantes de mi vida primero que luego se fueron por lo enormemente erótico y sexual de la escena, podía ver el pene enorme de mi padre entrando y saliendo de la vainita de 15 años de un cuerpo de niña mujer.
Tome valor y me acerqué, hasta que mi presencia alertó a mi padre que por más sorprendido no dejó de moverse dentro de Kenia pero disminuyó el empuje, ella luego volteo como para pedirle su entrega y al verme reaccionó intentando taparse y pero el viejo la sostuvo con firmeza y al ver mis ojos entendió lo que quería, calmó a la niña acariciando su espalda y renovó el impulso. Dale Arturo que esta gringa no se cansa nunca.
Me desnudé volando y me paré junto al él quien antes de cederme su lugar llenó de besos la espalda de Kenia y acaricio su cuello. Fue un sueño hecho realidad, la cueva estrecha y húmeda de la Zelandesa estaba caliente y ella se movía pidiendo más después de unos minutos tuvo un orgasmo que la tensó todita mientras mordía la almohada, miré a mi padre que sentado en una silla con el pene dura todavía me dijo: Te dije que no se cansaba, ya es el tercero y sigue.
Continué con lo mío montándola ahora como si fuera una yegua , la recosté de pecho en la cama, coloqué almohadas en su cintura para dejar el culito en punta y cuando la quería encular me detuvo mi padre diciendo que no, que todavía era virgen por ahí y de es forma la maltrataría, que la dejara para otra ocasión. Entonces la tome de los brazos y la penetre nuevamente en la estrecha cuevita, El aprovechó la situación para colocar su pene en la boca de Kenia quien sin pensarlo mamó como una condenada, Dios, nunca he sido muy católico, pero esto era el paraíso. Yo sacaba la pieza casi entera y se metía con fuerza hasta los huevos, mi padre casi la atoraba metiéndole la suya hasta la garganta. Fueron 20 minutos más donde cambiamos de pose, mi padre se sentó en la cama, levantó a Kenia y ella se sentó clavándosela entera mientras abría los labios en forma de o sumamente sexy buscando aire, yo me fui a devorar sus pechos, con esos pezones duritos que parecía reventar y luego de pie mientras ella rebotaba en mi padre me chupaba los huevos y se metía lo más que podía mi enorme instrumento en la boca. Finalmente los dos terminamos junto con el cuarto orgasmos de Kenia que cayó rendida y jadeando atorada por la acabada de mi padre y con la boca melosa por la mía.
Al salir del cuarto donde ella quedó dormida le recordé a mi padre su promesa de la próxima romperle el culito.
Espero comentarios, si les gustó y sigo mi historia.
Continuará