Katie 003
Cassandra busca ayuda para convertirse en dominante. Y no puede dejar cabos sueltos. Sus piernas excelsas son la carta de presentación ante el decano. (Nota: no olvidar que los capítulos no se narran en orden cronológico).
Capítulo 9. Desnuda en la habitación.
Querida y amada Katie:
Debes perdonarme la tardanza en contestar a tu llamada de auxilio. No sólo me siento halagada por tu dedicación durante este mes sino que también he observado con deleite que has seguido mis instrucciones sin necesidad de innecesarias explicaciones. Si todavía deseas estar conmigo, te acepto encantada. Hay algunas normas que deberás seguir a rajatabla y no son negociables. Un día al mes, en luna nueva, podemos hablar de ellas, su aplicación, los castigos, etc. Finalmente, yo siempre decidiré sobre las mismas orientándome a mi placer. Tu gozo, tu incomodidad o tus veleidades no son ni serán factores de consideración. Ni para ti ni para mi.
Se te mantendrá excitada las 24 horas del día si así lo requiero. No debes preocuparte por ello o por tus masturbaciones o posibles orgasmos. Yo tomaré las decisiones sobre tu cuerpo. Ni siquiera lo pienses. Esto supone por tu parte una confianza suprema en mis capacidades. ¿Era esto lo que querías?
Como ya has apreciado, tu vestuario estará orientado a exhibirte y para mi disfrute. A partir de ahora puede ser todavía puede ser más exiguo, restrictivo o asfixiante. Los tacones más altos, molestos y seductores.
Hablemos de prioridades. Por este orden son: mantenerte virgen, sin masturbación entre tus labios vaginales o tocarte el clítoris, aprobar tus estudios con notas excelentes, aprender a disfrutar de exhibirte sin pudor y manteniendo una actitud mental recatada, excitarte hasta el límite prefijado por mí, sonreír a todo el mundo de forma seductora y ganarme en los combates dialécticos.
Ahora vienen dos peticiones, no son exigencias, no tienes por qué cumplirlas y si no lo haces te amaré igual.
La primera, tú decides cuando me das placer y cuántas veces. Si yo no puedo dartelo ti, al menos debes tener el privilegio de ofuscarme, excitarme o fastidiarme cuánto desees en lo relativo a este asunto. Me reservo el derecho a buscar sexo en otra parte si así me apetece.
La segunda, nunca gano un debate contigo. Quiero triunfar en uno al mes, por favor. Y que no resulte muy evidente que te dejas ganar.
Ya he leído todos los libros de Desmond Morris. Hablando de intimidad, me olvidaba de una norma. Vas a ir a clases de masaje. De los tipos que consideres oportuno. Mientras tanto, practica con Sara. Condiciones: la masajeada estará desnuda, no hay restricciones (puedes masturbarla hasta el orgasmo), tú sólo llevarás un tanga (hay que proteger tu castidad). No más de un masaje al día, no menos de tres cada semana, sin incluirme a mí, ni repetir persona hasta transcurridas tres semanas. Espero recibir alguno por tu parte, pero no entran en la contabilidad, considerálos ejercicios de repaso. Cada masaje deberá durar como mínimo una hora. Y sólo a mujeres, no te hagas ilusiones.
Por último, estoy estableciendo una serie de "sugerencias", básicamente pensadas en humillarte en público o en privado. Las puedes ejecutar a discreción, si lo haces será a tu libre albedrío, sabiendo que me harás disfrutar.
Por ejemplo, quiero que estés desnuda en nuestra habitación y la puerta no debe tener echado el pestillo si estás sola. Si entra alguien, o golpea antes de pasar, correrás a buscar una camiseta que tendrás preparada en una percha. En la habitación es lo único que puedes llevar, si es que lo llevas y sólo cuando haya alguien más que yo. Estudiarás desnuda, de cara a la pared. Recalco, si lo haces, es tu disposición. Cuando te vea en cueros, sabré que eres tú la que ha optado desnudarse por mí.
No puedo negar que he echado en falta tus labios en los míos. En todos.
Te espero esta noche.
Toda tuya
Cassandra
Capítulo 10 - Sherlock Holmes en acción.
Decido pasar un rato de la imagen desnuda de Katie. Al menos me ha dejado tranquila, por fin. Su beso ha sido tan apasionado, me ha dejado tan húmeda que lo primero que hago al llegar a la habitación es masturbarme. He perdido la cuenta de los orgasmos que he tenido en las últimas veinticuatro horas.
Hago balance. No pienso con claridad cuando está cerca de mí. No pienso cuando la veo desnuda y porque no decirlo, no soy yo cuando la tengo entre mis piernas. Resumiendo: ella, su cuerpo y su lengua.
No es posible cambiar el rumbo de las tormentas. Como mucho, puedo tratar de encauzar el agua hacia otro lugar. Luego comprendo otra cosa: no se va a mover. Va a esperar lo que haga falta. Así que me voy a dormir y ojalá que ella que lleva el chandal puesto toda la noche. Justo antes de caer rendida, sé que es así.
Me despierto lúcida y descansada. No pienso verla de nuevo hasta que el más mínimo detalle de mi plan de batalla esté desarrollado. Necesito urgentemente contactar con un foro bdsm. ¿Cómo puedo conocer alguno fiable? Al instante, llega la respuesta: mi hermano Mark. El que jugaba conmigo. Seguro que ha continuado con el tema. Lo poco que yo he aprendido sobre el asunto lo sé por él. Antes decido evaluar dos puntos: ¿Puedo ser o soy una buena dominante? ¿Cómo lo abordo con él?
Sobre el punto uno no me queda duda: no soy una buena dominante. Katie tiene razón, cerebro masculino en cuerpo femenino, reacciones femeninas, demasiada sensibilidad.
Sobre el punto dos, la cosa es difícil. ¿Si no puedo llegar a ser una buena dominante, puedo atraer algún dominante para qué actúe a través de mi?
Mark me ha tratado siempre como sumisa. Creo que ahí estuvo el pequeño roce que tuve con él. Nada importante. Sólo que no hubiera funcionado. Puede que sólo lo hiciera para decirme qué le gustaba.
Cuanto más lo pienso, más me lo parece. Decido llamarlo. Estrategia: soy una sumisa, buscando guerra con gente de confianza.
Hola, hermano
Hola, hermanita. ¿Han crecido más tus piernas?
No se ha olvidado de mí y sobre todo de mis adorables extremidades inferiores. Primer campo de minas superado.
Sí. ¿Te mando una foto para que lo compruebes?
¿Desnuda?
Por mi hermano, lo que sea.
Suéltalo, dime que quieres.
Me has visto desnuda miles de veces.
Nunca es suficiente
Con Mark es fácil, él debe decidir que ha descubierto el pastel.
- Mi compañera Katie piensa que mis piernas son de escándalo.
Me humedezco imaginándola otra vez entre ellas. Tiene tal poder sobre mí que hasta Mark se da cuenta.
Um, creo que aquí hay guerra. Siempre he sabido que eras bisexual. La pena es que no llegaras al incesto conmigo.
Es que no eres mi tipo.
Manda la foto. Soy todo oídos. Aunque ya sé lo que quieres, un poco de guerra de sumisión. Supongo que tú eres la dominante o no me llamarías.
¿Con todos los clientes tienes tanta falta de consideración?
Sólo con las que coincide que son bellas y hermanas mías.
Necesito contactar con un foro de dominantes. Tiene que ser bueno, muy bueno. Y Mark, con mucha discreción. Te aseguro que es muy importante para las dos. Diría que de vida o muerte. Si me ayudas en esto, tendrás a Katie un fin de semana.
¿Cuándo?
No tan deprisa, dentro de cinco años.
Aquí pasa algo muy raro. ¿Tiene trece años?
No, dieciocho recién cumplidos. Y medidas de cine: te voy a mandar una foto de ella en bikini para que babees. Pero el pago será postergado.
No necesito pago alguno, Cassandra. Todavía te recuerdo. De hecho, tu perfil siempre está en mi memoria.
A Katie tampoco la olvidarás, te lo aseguro. Y cuenta con el pago, esta chica paga todas sus deudas. Te lo aseguro. Con creces.
Nunca te había sentido tan angustiada. Déjame hacer unas llamadas. Mejor, te mandaré un correo. En cuanto conectes, casi seguro te mandarán a otro servidor y si aceptan escucharte te mandarán un portátil.
¿Un portátil? ¿Cómo voy a pagar un portátil nuevo?
No te preocupes. Es un foro bastante exclusivo. Me deben un par de favores y me dejan entrar. No tengo derecho a invitarte. Sólo dime cuánta gente quieres en el foro y que tipo de asesoramiento necesitas.
¿Tres serán suficiente? Necesito ayuda para convertirme en una dominante lo antes posible, salvar una carrera política y lo más importante, hundir a la asociación pro sexo seguro.
¿Esos bastardos? ¿Tienes información sobre ellos? No te preocupes, te mandarán el portátil en cuanto contacte con ellos. Y no me debes nada.
Gracias, Mark. De verdad. Pon dos chicas más en tu lista de fans.
No tardó ni una hora en llegar el portátil. Cinco minutos más tarde llegaron dos contraseñas, una para arrancar el ordenador y una segunda para acceder al foro. Nombre de usuario: longlegs. Mark seguía con su sentido del humor.
Capítulo 11 - La suerte está echada.
@LongLegs: Buenos días a todos
@Luke: Buenos días, beautiful legs.
@Obi: Buenos días, longlegs.
@Solo: Buenos días, legs.
@LongLegs: Siento molestarles de esta manera. Necesito ayuda urgente. Y discreción.
@Solo: Está bien, Longlegs. ¿Te gusta que te llamemos así?
@LongLegs: Lo adoro, es como me llama mi hermano. Nada de nombres aquí, supongo.
@Solo: Nada que pueda ayudar a identificar a cualquiera de nosotros, incluida tú.
@LongLegs: No sé por dónde empezar.
@Obi: Empieza por ti misma. Si crees que eres una sumisa, descríbete a ti misma. Dínos que te gusta de ti y lo que no. Trata de seducirnos.
Dos horas más tarde ...
@LongLegs: Y eso es todo.
@Obi: Conectaremos mañana por la mañana contigo. Desde ahora, siempre debes estar desnuda cuando hables con nosotros. Es indiferente que te veamos o no. Sólo serás una sumisa en la habitación y mientras estés conectada con nosotros.
@Solo: Falta el tema de tu compañera. LLevale un vestido algo corto, fino y elegante. Y unos tacones no demasiado altos. A ver si entiende el mensaje.
Yo sí que no lo entendía. Si pretendían salvar a Katie, dejarla con un vestido fino y unos tacones en el campus de la universidad, sería mejor que la desvirgase yo misma. Ni cuatro guardaespaldas serían suficientes. Puede que ni siquiera la guardia imperial romana hubiera bastado. Todo me excedía de tal modo que decidí confiar. Que remedio.
Al salir al pasillo, vi a Katie en mi rijoso chandal. Ni me inmuté. Luego le llevaría el vestido. Siempre hay que tener un plan de batalla con los alienígenas.
Me despertaron a las tres de la mañana. Los generales ya tenían una estrategia. Yo sólo debía estar a las nueve en la oficina del decano con la falda más corta que hubiese en mi vestuario y con cara de angustia. No iba a ser difícil, al menos lo segundo. La táctica de combate me pareció lo mejor que he leído desde la campaña de Alesia por Julio César.
Capítulo 12. - Después de desayunar.
John Silverwood no estaba feliz precisamente. Ser decano parecía un trabajo placentero, hasta que llegaban los imprevistos y lo fastidiaban todo. Hoy era un día de esos. Tenía sobre la mesa los dos expedientes: Katie Ryan y Cassandra Tomasino. Llevaba dos horas con ellos ... y tres cafés.
La información que le han enviado por la noche a su casa no podía ser verdad. Y si lo era, sólo era una cuestión de tiempo que le explotase en la cara. A él y a la universidad. Con sesenta años, él ya no importaba demasiado. La chica y la universidad, sí.
Mary le anunció a la srta. Cassandra. No estaba mal, demasiado delgada para su gusto, como muchas adolescentes de hoy día. No pudo evitar la mirada a las largas piernas, excelentes desde cualquier punto de vista. No sólo quería algo, también parecía desesperada. La pobre chica tenía cara de haber dormido más bien poco. Cómo él.
-Sr. Decano. Soy Cassandra. Cassandra Tomasino
-Siéntese por favor, srta. Tomasino. Si lo prefiere, podemos tutearnos. No necesitamos levantar una barrera de edad o de género.
-Ésta bien, señor.
-John.
-John. -enfatizó con un ligero temblor.
-Dígame el problema que tiene, Cassandra.
-Es por mi compañera de habitación, la señorita Ryan. Katie Ryan.
-¿Qué ocurre con ella?
-Tiene algún tipo de problema, señor.
-¿A qué se refiere?
-Es su comportamiento sexual -lo dijo en voz baja.
-Bien, quizá preferiría hablar con mi secretaria adjunta, la señorita Mary. O al menos preferirá que esté presente.
La vi dudar. La ventaja de género y especie de piernas deliciosas se perderían parcialmente ante otro ejemplar de similares características.
-Es un tema muy delicado y quizás también afecte a la reputación de la universidad.
-Está bien, la haremos partícipe de nuestro secreto. Le aseguro que es una persona de mi entera confianza.
Me levanté y abrí la puerta. Iba a llamarla cuando se me ocurrió la idea de irme yo.
-Mary, necesito ayuda para un asunto algo especial. Voy a buscar algo de bebida para todos. Mientras, te ruego actúes como creas oportuno.
Cuando volví, las dos chicas parecían alegremente enfrascadas en un debate sobre hombres, conozco esa expresión. Me miraron y las dos a la vez me sonrieron. Casi todas las hembras humanas conocen el efecto de sus sonrisas, unido al de sus piernas desnudas, sobre el humor de los machos. Yo no soy una excepción, ni deseo serlo nunca. Lamentablemente, con galantería, moví la ligeramente la mirada hacia arriba y también les sonreí.
-¿Va todo bien? -no se me ocurrió otra cosa. Siempre me pasa cuando la testosterona hace su presencia.
- Sí y no. He conseguido la confianza de la srta. Tomasino contándole una confidencia.
En otras palabras, ya sabía que dónde terminaba mi esperma cada noche. Quizás no había sido buena idea lo de las bebidas.
Cassandra, por favor. Sr. Decano, John, ya me encuentro mucho mejor gracias a Mary. Creo que es una mujer maravillosa y muy atractiva. Debe hacerle muy feliz.
Mucho, gracias.
No creo que Mary sea idiota, pero hoy lamento haberme despertado.
- Quiero que escuchen esta grabación, antes que nada.
Sacó un mp3. Lo conecté al equipo de audio, cogí el mando, me senté y esperé mirando al mejor escenario: el bosque de piernas. Algo me decía que esta noche dormiría todavía menos.
<¿Ya lo has encontrado?>
<<
<¿Dónde guarda una mujer una barra de labios?>
<¿Cómo lo sabes?>
Por suerte, todo hombre está predispuesto genéticamente a la guerra y sus reflejos le ayudan en ocasiones así. Levanté la mirada hacia Cassandra. Ya no podría dedicarme al bosque durante un rato.
<¿Y su comportamiento? ¿Será debido al virus?>
Cassandra me miró y supe que ahí acababa la audición. Menos mal que estaba avisado, que si no. La chica era lista. ¿Cómo habría montado el truquito de la cinta con tan poco tiempo?
-Bien, srta. Tomasino. ¿No pretenderá que me crea esta sarta de tonterías?
Tenía que volver a ser el Decano autoritario o esto se me escaparía de las manos.
-No, John, señor Silverwood. Grabé esto accidentalmente. Mi portátil estaba con el grabador de notas activado y sólo de causalidad lo escuché después. Lo he traspasado al mp3 y aquí tiene la única copia. Yo no sé lo que está pasando, sólo quiero irme a otra facultad y para eso he venido. Para que me faciliten el traslado, necesito su permiso.
-¿Por qué trasladarse? ¿Por qué tanta prisa? Por lo que he escuchado el problema es de la srta. Ryan.
Si lo que buscaba era trasladarse, la grabación debía ser genuina.
-Señor Decano, Katie me ha estado acosando y seduciendo hace semanas. Y todo esto me da miedo.
Con esas piernas y tan mentirosa. Llegaría lejos. Mary vino con la caballería.
-Cassandra, no me creo que no estuvieras de acuerdo. Según lo que he oído, os fuisteis a cenar. No he entendido lo del chandal y el vestido.
Nuestra actriz en ciernes se puso a llorar desconsolada. Mary la abrazó, yo le traje un pañuelo de papel. Bueno, si algún día eramos padres, tendríamos práctica.
-Trataba de cortar con ello. Como un juego cambié los roles con la vestimenta y luego vino la discusión. Se fue a dormir a la habitación de al lado. Al escuchar la grabación supe que ella estaba actuando fuera de sí o algo peor. Y me ha dado miedo. Por eso quiero irme.
¿Sería lo de la grabación verdad? ¿Podía coincidir lo que me habían dicho la noche anterior con esto? Sería un golpe de verdadera suerte. Entonces entendí que había que retener a esta chica. Si se iba, habría otra filtración de seguridad.
-¿Srta. Tomasino? ¿Cree que la vida de la srta. Ryan está en peligro?
-No lo sé -farfulló de manera entrecortada. Si estaba actuando, ya tenía puesto en Hollywood. Mary trajo las vendas y desinfectante.
-Cassandra, si ella está en peligro, tú también. Esos individuos van a estar observando. Si te marchas, quizás vayan a por ti.
Ay, Mary, Mary. Brillante. Esa noche tendría ración doble de caricias. Rectifico sobre lo del cerebro, posiblemente la exposición a andrógenos que caracterizan esas formas inferiores femeninas tan espléndidas influyen favorablemente en el desarrollo del encéfalo.
-Creo, srta. Tomasino que deberá continuar su vida tal y como lo estaba haciendo.
-Si, Cassandra. Pero cuidando de no excitar demasiado a Katie. -recalcó Mary.
-¿Cómo voy a hacer eso? Parece obsesionada conmigo.
Mary siguió con las clases de la vida.
-Pues vestirse sexy mientras ella va con chandal no es la mejor manera. Debería ser al revés: tú bien cubierta y ella al descubierto.
Empezaba a ver la retorcida manera de manejar el asunto por parte de Mary y me gustaba.
-¿Cómo voy a poder hacer eso?
-Algo habrás de oído sobre dominación y sumisión, ya sabes.
-¿Eso de las cadenas y los azotes?
Mary la sonrió y me miró. Yo suspiré y me fui al bosque de nuevo. Decidí imbuirme de la perfección que observaba y pensé si existía alguna correlación entre la sublime piel sedosa y la locura.
-No exactamente. Consiste en una especie de rol, uno masculino y otro femenino. Una dominante y otro sumiso. Hay muchos casos, tanto en la naturaleza como entre los seres humanos.
-Creo que lo entiendo. Lo que hace un jefe, por ejemplo.
- Ése es un mal ejemplo, Cassandra. Hablamos de relaciones consentidas, consensuadas. No impuestas, quizás autoimpuestas. Por ejemplo, la nuestra. -y llevó la mirada de Cassandra a mí.
-Lo entiendo. El Decano tiene una relación de dominación contigo. Pero eso tiene toda la lógica del mundo. Tiene más poder y a ti te atrae.
Decidí hablar, tal vez la piel sedosa hacía contraer al observador el mismo gen de la locura.
-Puede ser al revés, Cassandra -volví al nombre propio, ya no tenía sentido el principio de autoridad. -En nuestro caso, yo soy dominante fuera de nuestro dormitorio, pero no en él. Lo que Mary te quiere decir es que puedes controlar a la señorita Ryan.
Si Cassandra se escandalizó, yo no lo noté. Se quedó un rato pensando en ello. Tuve tiempo de meditar sobre sus piernas y la dominación que ejercían sobre mí. Mary también las estaba mirando. Rectifico de nuevo: la dominación que ejercían sus piernas sobre el mundo.
-Creo que no puedo hacerlo, señor Decano. Entiendo lo que me han dicho, y me siento muy halagada por haberme explicado en unos términos tan explícitos su relación. Quiero decirles que nunca se lo diré a nadie, se lo prometo. Sin embargo, creo que debo trasladarme aunque me ponga en riesgo. Su relación es consentida, consensuada, buscada, según dicen. Ustedes me piden que me conviertan en lesbiana, en una dominante, en una ... ¿torturadora? En una prostituta. ¿Cómo puede saber lo que necesita? No para de pelearse conmigo y hace lo que quiere. Creo que más bien es ella la que me domina.
Reconozco un buen argumento cuando lo escucho y ya me planteo la rendición cuando Mary, con los huevos bien puestos, hace una pregunta con tal naturalidad que reconozco la manipulación. Yo suelo ejercerla de la misma manera.
-¿Le has otorgado orgasmos? -me encanta que haya escogido el vocablo otorgado y no dado . Quizás el tono oliváceo de la piel sedosa también sea un factor a tener en cuenta.
Cassandra se queda algo traspuesta. Bien, eso es lo que tiene ser lista y guapa. Hay que escoger terreno.
-No, no le he dado ninguno.
-Luego ella te los ha dado a ti. -Mary remata con dulzura venenosa.
Cassandra asiente suavemente. Señoras y señores del jurado. Veredicto: No inocente. Decido hacer de padre, alguien tiene que hacerlo y soy el único con atributos masculinos.
-Bien, Cassandra. No es política de la universidad hacer juicios de valor o evaluar los criterios de intimidad o relaciones de los alumnos.
Hay una palabra que altera a Cassandra, pero no acierto a descubrir cual.
-Espero que aceptes nuestra palabra de mantener todo esto entre nosotros. Es tu decisión. Yo no tengo el lujo de irme y debo cuidar del bienestar de la srta. Ryan. Averiguar algo más de ese virus y tratar de curarla. Sin contar con el tema de su madre, si no recuerdo mal pertenece a esa asociación pro sexo seguro, lo que no facilita las cosas. Lo más importante ahora es tu bienestar y el de tu compañera. Arreglemos primero tu problema: si decides irte, te concedo el traslado en los términos más ventajosos, sólo te pido la máxima discreción. Y, lamentablemente, no puedo justificar o facilitarte protección fuera de aquí.
Si decides quedarte, trataré de ayudarte en lo posible y protegerte como si fueras mi hija. Ni que decir tiene que estoy todavía más preocupado por lo que pueda pasarle a la señorita Ryan.
Siempre me han dicho que mis discursos son pésimos. Esta vez creo que ha sido glorioso. A partir de ahora quizás me dedique a analizar con discreción la aerodinámica de la piel femenina cuando los redacte. Algo así como el tiempo que transcurre cuando una gota cae sobre una pendiente sin rugosidades o el camino que escoge. Estoy seguro que es imposible de determinar, como el orbital exacto del tránsito del electrón entre diferentes niveles.
-Señor Decano, es usted realmente muy amable. No creo merecer tantas atenciones. Tengo otro problema. Estoy aquí parcialmente becada y mis padres han consumido sus ahorros para que haga una carrera aquí. No puedo permitirme destruir su confianza. No se trata sólo de mí
-No debería preocuparse de eso, señorita Tomasino. ¿Le gusta a usted el teatro? ¿No le gustaría realizar escribir una obra teatral digamos, por ejemplo, sobre la esclavitud? Hay una beca en antropología sobre el tema. Las emociones y la psicología de una esclava. La obra, los ensayos, la representación. El estreno se tiene que producir en su último año de carrera. La beca se puede conceder a su nombre e incluir a la señorita Ryan como coautora. No creo que ella necesite fondos, pero le irá bien una ayuda a la hora de redactar. Y es una buena excusa para mantenerla en su habitación.
Todo esto me lo he inventado en el último minuto y medio.
-Parece que me quieren aquí. Está bien, acepto.
Mary decide entonces que el vacío absoluto sí existe.
-Falta un pequeño detalle. Mi futuro marido es un ser pleno de consideración y amabilidad por los demás. Por eso me necesita a mí. Quiero un símbolo que te ate a nosotros.
-¿Qué tipo de símbolo? -pregunta Cassandra, mientras mi corazón ya ha recorrido la órbita de Alfa Centauro.
-Bien, como seguro que has observado, a John le gustan las piernas femeninas más que otra cosa en el mundo. Yo le proveo de suficiente campo de observación, usando su terminología habitual. Sin embargo, considero mi deber aportarle algo novedoso para algunos de sus días más rutinarios. Cómo nunca se aprovecharía de una de sus alumnas, no estaría de más ofrecerle algo sutil.
-Sigo sin entender.
Creo que ahora desearía que su falda fuese más larga.
-¿Te importaría ir durante estos años en la facultad con una falda corta, siempre de esta longitud o inferior? Y ya que no necesitas sujetador, ¿Por qué no dejar las bragas completamente? Cuando un chico levante tu exigua y sensual falda y te encuentre ya preparada, te acordarás de nosotros.
-Podría decir que sí y luego no cumplirlo.
-Exacto. Pero nosotros confiamos en ti. John es muy galante y algo timorato. No va a por ahí levantando faldas, sobre todo de alumnas, pero yo soy diferente. ¿Me darías derecho a inspeccionarte cuando lo desease?
Mi corazón se desvaneció hace rato, mi carrera ya está fundida en el núcleo del sol. La muerte será un descanso. En el lapso de tiempo que se toma Cassandra para aceptar, ya he comprendido la mecánica cuántica en su totalidad. Mary me ha dado el regalo de bodas. Tendré que ir al joyero.