Karp III: Hay que llevarse bien con los vecinos
Karp describe su vida en su urbanización y su trato con algunos vecinos
CAP III: Hay que llevarse bien con los vecinos
Parte I: Intro
Vivo en un dúplex, un ático, en el centro de la ciudad, Madrid. Me gusta sentir el aire por encima de mí y mirar la ciudad desde arriba. Es un apartamento grande, dominante sobre el paisaje urbano de la ciudad y grande, muy grande para alguien que vive solo, además tienes pocos muebles para potenciar la amplitud, aunque, sin duda, es estar en el puto centro de la ciudad con dos plantas para mí solo lo que más me gusta, la terraza que casi ocupa la mitad de la planta superior es todo un lujo, es la parte de la casa que más disfruto. En definitiva es un dúplex del compón. En contraposición la urbanización privada es pequeña, habitada en su mayoría por profesionales liberales, algún médico, arquitectos, un par de abogados incluso un polítiquillo al que le van siempre bien las cosas… aunque sin duda la nota de color la ponen algunos matrimonios jóvenes herederos de negocios familiares que en mi opinión no encajan en esta comunidad de “solitarios”. Todos son gente de pasta, bastante estirada en general y con la que apenas tengo relación alguna ni confianza, quizás por eso me parecen estirados ... voy a pensar sobre ello, jajaja.
Los que conozcan Madrid sabrán del calor que uno puede llegar a pasar en verano. En Agosto, por la noche, cuando se alcanzan los cuarenta grados el calor es sofocante, más en el centro, y la calima no me deja dormir bajo a la piscina privada de la urbanización, treinta metros de piscina donde normalmente nunca hay nadie. Mi trabajo sólo me permite aprovecharla de tarde en tarde pero es uno de los pequeños placeres que me gusta disfrutar en la intimidad.
Nado solo, en la oscuridad, despacio, sumergiendo y sacando mi cabeza del agua de manera cadenciosa y rítmica y noto como la paz me invade. Hay quien dice que sumergirse en el agua nos evoca a cuando estábamos en el vientre materno, no sé si es así, pero ciertamente tiene en mi un efecto balsámico. Aquella noche, sin embargo, algo alteró uno de mis hábitos favoritos y más íntimos del verano, me sentó peor que si me hubieran pillado haciéndome una paja...
- ¡Buenas noches Karp!,
La voz me sacó de mi rutina, la oscuridad apenas me dejaba adivinar quién era, pero por la voz reconocí que se trataba de uno de mis vecinos, uno de los que viven con sus parejitas
- Hola Jaime, que sorpresa verte aquí, este calor no me deja dormir así que he bajado a darme un chapuzón
- Si, ya veo, pero no deberías estar en la piscina a estas horas, ya sabes, se comentó en la última reunión de vecinos a las que nunca vas que el uso de la piscina se debe restringir al horario de mañana y tarde, nunca por la noche. Deberías saberlo.
Jaime estaba en la Junta de Propietarios desde hacía un par de años al menos, era el Presidente, sabía que llevaba varios años repitiendo en el cargo, algo que escapa a mi entendimiento y de alguna manera ser Presidente le hacía verse con autoridad para dirigirse a nosotros, sus vecinos, decirnos, o educarnos a sus vecinos… Un hijo de papá al que saco no menos de quince años, allí estaba, delante de mí, interrumpiendo uno de los momentos más placenteros de aquel puto día de calor sofocante. A un tonto le das un silbato y ya se cree un policía, pensé.
Salí del agua, educadamente asentí con la cabeza, me sequé con la toalla mientras él no dejaba de mirarme, con esos ojillos pequeños satisfecho de haber hecho valer su autoridad.
- Claro Jaime
Me puse las chanclas, le sonreí, y me subí a mi apartamento… cagándome por dentro en sus muelas.
Parte II: La vecina y mi M5
Elena, es una de las vecinas que conozco de cruzarme en el hall de entrada y del ascensor, es una mujer que rezuma vanidad, la de saberse guapa, muy guapa, es elegante con un punto de provocación siempre en el vestir, es una ejecutiva, abogada de profesión, treintapocos años, ojos castaños, labios finos, pero sin duda con una cara con mucha personalidad por su bonita nariz. Era frecuente verla con vestido entallados marcando una deliciosa figura, y sin duda un culo extraordinario. Un señor culo realzado siempre con zapatos de tacón muy elegantes de Louboutin, Blahnik, Rossi, perfumes Versace, Channel. Difícil quedar indiferente ante una mujer así y fácil sentirse intimidado, una mujer así domina el escenario que pisa y ese era su juego sin duda cuando se movía. Sabía que se mantenía muy activa físicamente, no era raro verla en el parque próximo a nuestra urbanización haciendo running en mallas o en la pista de padle y alguna vez, muy pocas, coincidimos en la piscina de nuestra urbanización donde en bikini confirmaba mi sospecha del cuerpazo que tenía.
Aquella mañana, al montar en mi BMW M5 de 560 CV, me percaté que había recibido un pequeño golpe en el lateral del lado del acompañante, un bollo con un arañazo en la aleta y un golpe también en el retrovisor, justo en el lado donde aparcaba mi vecina Elena. No hacía falta ser un detective, había algo de pintura blanca de su Porche Cayenne en la chapa de mi coche, pero no había nota, ningún teléfono, nadie dejó aviso en la portería. Pocas cosas me encabronan más que empezar la mañana y que una zorra hunda la puerta de mi coche y que ni siquiera se digne en dejar una nota. ¡Yo aparco allí todos los putos días, y ella lo sabe! Debía pensar que quien era yo para merecer que ella me dejase esa nota, esa actitud no la soporto pero no obstante seguí con mi jornada a pesar del cabreo y como siempre que me cabreó lo pagó mi secretaria, Virginia, pero eso es otra historia. Esperé algunos días sin respuesta.
Part III: Venganza sobre la marcha
Llevaba ya casi una hora de footing en el parque de al lado de casa, era media mañana, hacía calor ese sábado. Mis cascos, gafas oscuras, zapatillas Mizuno y un poco de ropa ligera pero empapada ya de sudor. A cierta distancia de mí, en mi mismo camino entre los árboles, vi la silueta de una mujer apoyada en un banco, de alguien cogiéndose la pierna como haciendo ejercicios de estiramiento. Pasé al lado y me di cuenta que era Elena, mi vecina. Paré, era ella con unas mallas verdes fluorescentes para no pasar desapercibida sin duda, estaba sofocada y en seguida me di cuenta que su cara mostraba una mueca del dolor.
- Hola Elena, ¡Vaya!¡Qué coincidencia! ¿Qué te pasa? – empleando mi tono más amable-
Ella levantó la cabeza hacia mi porque hasta ese momento no se había percatado de mi presencia
- Hola vecino (¿ni siquiera se sabía mi nombre? Pensé, la muy puta). Si, que casualidad, creo que me he lesionado, tengo el gemelo como una piedra, se me contracturado y casi no puedo andar y además parece que me he torcido mi tobillo al tropezar porque me duele mucho al apoya el pié. Pero no te preocupes, tu sigue tu recorrido, se me irá pasando.
Evidentemente, yo no estaba preocupado, pero un plan improvisado se desencadenó en mi cabeza, comencé la partida … y me acordé en un flashback de la noche de la piscina y del golpe en mi coche, posiblemente el objeto que más quiero de todos los que me rodean
- Qué pensarían de mi si siendo tu vecino te dejo aquí tirada, jajajaja. Bueno, es importante el calentamiento antes de salir, yo ya he terminado mi entreno así que te acompaño a tu casa, no puedo dejarte así, tirada … -le sonreí buscando su complicidad-
Así que allí estaba yo ayudando y consolando a la gilipollas que me había hundido la puerta de mi coche unos días antes, su gesto esta vez no tenía nada de altivo como solía en el ascensor, se la veía vulnerable, débil, así que me dispuse a aprovechar mi oportunidad
- No, no es necesario, gracias
Hizo un intento de andar ella sola pero definitivamente apenas podía apoyar el pié
– Ahhh, si que me duele –
- No es molestia, no seas tonta –insistía-, así no puedes andar y la lesión empeorará más antes de llegar a tu casa
Mi tono la hizo recapacitar, había tomado el control de la situación, la pedí que se sentara un momento en el banco que estaba a su lado, le cogí la pierna sin preguntar, la estiré despacio, luego estiré la planta del pie dolorido manteniendo mi mano sobre su muslo, deslicé arriba y abajo mi mano sobre su gemelo y el agarrotamiento fue cediendo pero me di cuenta por sus quejidos que efectivamente se había hecho un esguince importante en el tobillo, en ese momento ella simplemente se dejaba hacer..
- Venga Elena, creo que no vas a poder andar sola, no hagas fuerza con el pie, apóyate en mí y te llevo a tu casa
Andaba cojeando, agarrándose de mi hombro mientras yo con confianza la agarraba de la cintura fuertemente, una cinturita de abdominales bien moldeados cuyo calor sentía a través de la fina malla y sobre la que estaba marcando todos los dedos de mi manaza. Nos llevó algún tiempo llegar hasta el portal y allí viendo su gesto de dolor al apoyar el pié le dije:
- Si quieres, súbete unos minutos a mi casa, tengo una loción que te calmará para que al menos puedas dormir bien esta noche e ir el lunes a un fisio, tengo todo lo necesario para esos esguinces, me ha pasado alguna vez también a mí. También tengo calmantes y relajantes musculares para la inflamación, sin ellos no podrás dormir esta noche.
- No creo que haga falta, gracias, gracias Karp por acompañarme
Vaya, ahora si que se sabía mi nombre, no cabía duda de que estábamos conectando…
- Como quieras –no era momento de insistir y parecer un pesado -
Apoyó el pié para seguir sola y sintió un dolor agudo,
Ahhh, cómo me duele, se está enfriando mi tobillo y me duele más ahora. Oye, subo que no hay nadie en mi casa, pero solo unos minutos. No quiero molestarte.
Si, el tiempo que quieras, terminaré enseguida y no es ninguna molestia Elena
La volví a coger de su cintura y ella apoyó su mano en mi hombro con una de sus piernas mantenida en el aire. Yo, por mi parte, notaba como mi polla comenzaba a despertarse …
Part IV: La presa ya está en la trampa
Sería como las 11:30 de la mañana, entramos en mi apartamento y la llevé al salón. El salón de mi casa, como contaba al principio, es enorme, con amplios ventanales a la azotea del edificio donde suelo tomar el sol en mi terraza en pelotas, unas hamacas, una pérgola y algunos sillones de jardín, plantitas, en fin, todo aquello que un buen decorador puede ofrecerte para convertir aquello en un pequeño santuario. Ella se quedó impresionada de lo grande que era la planta, mucho más que su vivienda sin duda, y eso que no la subí en aquel momento a los dormitorios que estaban en el piso superior...
La ofrecí una tila bien fría para que se relajara y la llevé a la terraza.
- Siéntate en la hamaca y súbete un poco la malla para darte un poco de spray analgésico en el tobillo y el gemelo, o si quieres, mejor, pasa al baño te la quitas y te pones esta toalla para cubrirte y estar cómoda, mientras yo tengo que preparar los aceites que te van a aliviar el dolor con el masaje
Intenté emplear el tono adecuado y parecer lo más tranquilo posible como si fuese un profesional del masaje, y la verdad, no sabía cómo iba a reaccionar, si pasaría al baño a quedarse en ropa interior con la toalla o si simplemente se largaría al ver aquel montaje …
Creo que estaba tan jodida por el dolor que no fue capaz de negarse y vio en mi masaje una posibilidad de alivio, no lo sé o quizás en ese momento también a ella le apetecía lo que aquel escenario podía ofrecerla. Nuca subestimo la inteligencia de una mujer, nunca, y por otro lado nunca trato de razonar que motivos empujan los actos de una mujer, nunca.
- Si, dime donde está el baño y espérame aquí, este dolor en el tobillo me está matando joder
Volvió del baño con la toalla enrollada, le pedí que se tumbara boca arriba en una hamaca alta que tenía y que yo habitualmente utilizaba para dar masajes.
Desde luego no me dedico a dar masajes a cualquiera, pero he de decir que me encanta dar esos masajes a mis amantes, por ello siempre tengo en casa un abundante repertorio de aceites de todo tipo: camomila, de almendras, aloe vera, eucalipto,…; las relajo con mis manos, las froto con ellas a veces muy fuerte, otras veces más suave, extiendo bien los aceites aromáticos por toda su piel, y cuando veo que están listas, como parte final de mis masajes me las follo cuando más relajadas y confiadas se encuentran. Si esa hamaca donde estaba ahora Elena hablara…
Aproveché el momento que salí de la terraza para quitarme la ropa sudada que llevaba, me puse una camiseta y un albornoz encima, quedando por debajo en pelota picada. Cuando volví con mis cuencos de aceite ya la encontré tumbada, boca-arriba, con la toallita que la había dejado cubriéndole desde los muslos todo su torso, su malla estaba en el suelo. Allí estaba, relajada, boca arriba, esperando. Me estaba poniendo muy cachondo y lo último que quería era que se me levantase la polla antes de tiempo montando una tienda de campaña india con el albornoz puesto, así que intenté concentrarme en el masaje, encendí una barrita de incienso y puse un poco de música new age …
- Muy bien Elena, verás cómo te hago desaparecer ese dolor, ahora relájate, voy a echarte un poco de aceite por las piernas y los muslos para poder relajar y estirar bien esos músculos y veremos después ese tobillo
- Pareces un experto Karp, me sorprende mucho lo poco que te conozco ¿Te dedicas a esto de los masajes? Jejeje
Yo pensaba, “Si, rite, rite que te voy a dejar el orto como la bandera de Japón”.
- Solo con masajes no podría pagarme esta mansión encanto – le devolví el comentario con un sonrisa -, esto solo lo hago con mis mejores vecinas, relájate y no te asustes si te aprieto y te duele un poco
Fue la primera vez que la vi sonreír de manera relajada aunque aún se la notaba algo nerviosa, aunque éramos vecinos yo era para ella prácticamente un desconocido, y allí estaba con una toallita tumbada.
Parte V: Un masaje como dios manda
Al principio fui echando el aceite por la parte de sus piernas que dejaban ver la toalla, con mis manos fuertes fui extendiéndolo por sus pantorrillas, rodillas y un poco los muslos. Fui especialmente cuidadoso con el tobillo izquierdo que la dolía, la fui masajeando despacio los dedos del pié, se los separaba y deslizaba mis dedos entre ellos, fui haciendo muy despacio una flexión dorsal y plantar alternativamente del pie, al intentar el movimiento transversal del talón emitió un quejido
- Ahh, ahí duele
- Tienes un señor esguince Elena, está todo hinchado te tocará unas semanitas de reposo
Dejé su pie y fui extendiendo el aceite por las pantorrillas, por los gemelos, subía las manos metiendo ligeramente los dedos por debajo de la toalla para llegar un poco más arriba. Notaba que se revolvía así que volvía a bajar por sus piernas con el masaje hasta sus pies. Subía y bajaba mis manos, intentando cada vez llegar un poco más arriba, ya en las rodillas, notaba que tenía unas piernas perfectamente torneadas, una piel suave, bien tonificada. No cabía duda, ella era un magnífico ejemplar, un pura sangre.
- Me gustaría trabajar tus gemelos y tus rodillas mejor para bajarte la contractura que tienes, voy a flexionar un poco tus piernas contigo tumbada como estás, dime si te hago daño
- Vale, tienes unas manos muy fuertes Karp, me está aliviando mucho el masaje
Ese comentario me daba vía libre para continuar. Flexioné una de sus piernas cogiendo la pierna desde la parte de abajo del muslo que ya masajeaba sin disimulo, ella seguía tumbada boca arriba, subía su pierna mientras con la otra mano iba subiendo también su pie apoyado en la hamaca. En esa posición tenía una perspectiva inmejorable de sus braguitas a través del hueco que irremediablemente dejaba la toalla en esa postura, con una pierna regida y la otra estirada. La toalla se le iba subiendo, y aunque ella estaba pendiente de bajársela estirando un poquito hacia debajo de ella, cada vez era más visible a mis ojos la hendidura de su vulva abultada cubierta por una fina tela azul oscura de su braguita. Una pierna primero, luego la otra, masajeaba su gemelos y se las separaba ligeramente, estiraba y encogía alternadamente sus piernas y observaba como ella giraba su cabeza con los ojos cerrado en señal de aprobación y relajamiento, definitivamente le estaba gustando.
- Date la vuelta Elena, necesito estirar tus músculos de la parte posterior de tus piernas, noto un nudo en la parte de atrás del muslo derecho.
Sin rechistar, totalmente dócil y confiada obedeció. Se giró y pude contemplar ante mí su maravilloso trasero prominente, bien contorneado, redondito a través de la toalla que aún lo cubría ligeramente por encima de la parte de atrás de las rodillas. En ese instante me habría lanzado sobre ese culo como un animal hambriento y habría hundido en el mi boca y enterrado mi nariz entre sus cachas pero no quise asustar a mi presa, aquello llevaría su proceso y lo iba a seguir paso a paso sin prisa saboreando cada instante y dedicándole todo el tiempo que hiciese falta….
Sus pies extendidos caían ligeramente por fuera de la hamaca, fui echando aceite cuidadosamente en la parte posterior de sus gemelos, muslos y planta de los pies. Su toalla ya prácticamente cubría solo la parte más alta de sus muslos. Le masajeaba despacio la planta de sus pies, subí con mis dos manos aceitosas por las piernas por todo el gemelo ya hasta la parte posterior de sus muslos, las subía y bajaba en un movimiento cadencioso delicado y enérgico a la vez, y en sus muslo hundía ya sin disimulo mis dedos resbaladizos hasta llegar prácticamente al pliegue de su trasero, pasaba mis manos por la cara interior de sus muslos apartándoselos fuerte, palpando todas sus fibras musculares. Ella, seguía con su cara girada y sus ojos cerrados parecía muy relajada, algún ligero gemido me hacía saber que seguía despierta. La fui separando sus piernas, me situaba detrás de ella para ver claramente desde atrás la parte interior de sus muslos y la terminación en la zona abultada de su vagina a través de su braguita. La plegaba y extendía las piernas hacia atrás deslizando toda mi mano a lo largo de ellas, palpando y estirando toda sus fibras musculares, su tono muscular indicaba sin duda que era una auténtica yegua de carreras.
Hubo un momento en el que ya introducía mis manos sin disimulo por debajo de la toalla llegando hasta el pliegue de comienzo de su redondo culo. Le subí un poco la toalla plegándola un par de veces sobre sí misma quedando ya prácticamente a mi vista la mitad de sus dos maravillosas nalgas, y ya decidido comencé a masajeárselo, lo masajeaba y se lo apretaba con mis manos agarrando un cachete con cada una, subiendo, bajando sus cachetes desde el pliegue con sus piernas, separándolos y juntándolos, amasándolo, y viendo el surco que los separaba impregnarse con el aceite, su ano oscurito y su carnosa vagina totalmente depilada apenas quedaba tapado por la fina tira de su tanga en esa zona.
- Oye vecino, no te estás pasando, es el tobillo lo que me duele, jejejeje
Me dijo levantando la cabeza, su comentario me hizo parar en seco
- Elena, me gusta hacer mi completo mi masaje, pero puedo dejarlo ya
Durante unos segundos esperé su respuesta, pero volvió a bajar la cabeza y apoyó su cara en la camilla. Aquello solo quería decir una cosa: “me gusta lo que estás haciendo, así que continua”
Yo la observaba sin saber muy bien que hacer durante unos segundo, pero verla recostarse otra vez me hizo decididamente continuar con mi masaje, su comentario solo quería decir que se daba cuenta de lo que estaba pasando. Su toalla, ya prácticamente por la cintura, dejaba ver un tanguita que se perdía entre esos dos maravillosos trozos redondeados y firmes de carne de sus glúteos y la fina tira del tanga apenas tapaba sus dos húmedos orificios que en breve me disponía a taladrar. Le eché una buena cantidad de aceite tibio de almendra a lo largo de todo el surco, quería que notase como se iba filtrando hacia su interior.
En ese momento cogí una tijerita de mi bolsillo del albornoz y corte su tanga, ella ni se dio cuenta, absorta como estaba en mi masaje y algo aturdida por ese olor a incienso. Corté el hilo del tanga que se perdía en su culo, tiré un poquito de él hacía atrás y lo dejé en la hamaca entre sus dos muslos dejando al descubierto una maravillosa vulva carnosa, rosadita, totalmente rasurada y muy grande, aquella zorra tenía un coño enorme, como la palma de mi mano, muy grande, puede ver claramente que la hendidura de su vagina entre sus labios brillaba, totalmente impregnada del aceite y adivino también del placer que aquella perra estaba empezando a sentir. Ella parecía en un estado de letargo, cómo si mi masaje la hubiese dejado hipnotizada, sin voluntad, casi dormida.
Volví a echar otro buen chorro de aceite en toda su hendidura, le separé los glúteos para ver como el aceite deslizaba desde su ano a su vagina, ahora ya a mi vista, el aceite escurría hacia la parte interior invadiendo sus recovecos más íntimos. Con decisión, aprovechando su relajamiento, la agarre ligeramente por la nuca con mi mano izquierda y con la derecha, con mi dedo anular fui recorriendo su espalda, echando a un lado ya del todo la toalla y marcando con mis dedos sus vertebras una a una hasta llegar a la zona lumbar, la froté fuerte sus lumbares y desde allí comencé a deslizar mi mano por todo su surco entre sus glúteos marcándolo y abriéndolo como si fuera dedo un ariete, me detuve unos instantes en su ano y se lo froté suavemente con la yema de mi dedo anular….
En ese momento ella pareció despertar,
- Karp, ¿Pero qué coño me haces? –como sorprendida, como si acabase de despertar alzando la cabeza hacia atrás-
Yo ya había cruzado la línea de no retorno, no podía parar, así que la agarré con fuerza con mi mano izquierda de la nuca para mantenerla inmóvil bajándole la cabeza otra vez hasta la camilla mientras introducía mi dedo anular de mi otra mano por su ano lentamente. Mis dedos son bastante grandes así que ella no pudo evitar emitir un gemido de dolor
- Ahhh, cabrón, me duele
- Tranquila Elena, tranquila, no te preocupes, solo quiero relajarte
Con una de mis manos agarrándola de la nuca y con la otra, mientras, la metía un poco más el dedo, despacio lo deslizaba hacia adentro y lo sacaba,lo metía hasta lo más profundo de sus entrañas y lo sacaba, ya se lo introducía y lo sacaba con facilidad por la gran lubricación de esa zona. Ella estaba inmóvil, dejándose hacer.
- Ahhhh, despacio
Nnotaba como ella involuntariamente comenzaba a ayudarme alzando ligeramente su culo intentando meterse mi dedo más profundamente, lo subía un poquito mientras se llevaba una de sus manos a la boca. Ya no oponía apenas resistencia y comenzaba a dejarse hacer. Ya era definitivamente mía.
- No te preocupes Elena, te vas a sentir mucho mejor
Cuando se hubo acostumbrado a mi dedo dentro de su culo, lo saque y bajé la mano hasta su vagina, palpaba su vagina impregnada de aceite, como decía era muy carnosa, grande, sus labio mayores era grandes de verdad, se los juntaba y separaba agarrándole todo el coño con mi mano y deslizando mis dedos separando sus labios vaginales. Comenzaba a introducirle mis dedos en su coño, primero un dedo, luego dos, tres dedos estaban dentro de ella y solo jadeaba ligeramente, al intentar meter el cuarto hizo un respingo, supe que había llegado al límite. Arqueaba y subía ligeramente la cintura apoyando y haciendo fuerza sobre sus rodillas separadas, subiendo su maravilloso culo, abriendo y mostrándome su zona genital. Con mis dedos dentro de su vagina estiré de ella hacia arriba, como quien tira de un asa o maneja un trípode, buscaba la posición óptima. Subió un poco más su culo y en ese momento metí un pequeño almohadón debajo de su abdomen, la estaba preparando.
Tenía la polla como una estaca y mis testículos a punto de estallar, me puse detrás de ella de pie viendo su maravillosa vagina abierta y húmeda ante mí y su culito alzado, me abrí el albornoz y salto mi polla como un resorte, es muy gruesa por lo que dicen algunas damas, con una cabeza que a veces cuesta meter según por dónde. Me puse detrás, ella permanecía en reposo esperando, alcé un poco más su culo agarrándolo con mis manos y hundí mi cara en su vagina. Mi lengua succionaba su vagina como queriendo beberme entero su cuerpo, mientras mi nariz no paraba de frotar y estimular su ano. Me empapó la cara y la barba con sus jugos. ¡Me encanta el olor a coño! Supuse por su olor vaginal y cantidad de flujo que estaba en plena ovulación. Con su labios vaginales dentro de mi boca y mi lengua en lo más profundo de su ser, tuvo un largo orgasmo que me empapó todo, tenía mucho flujo, incluso vi salir un pequeño chorrito de su vagina, ella gemía como una loca, apretaba el culo contra mi cara subiéndolo, incluso con su mano agarraba mi cabeza desde atrás queriendo que llegase más adentro con mi lengua, estuve así unos largos minutos. Me incorporé, me subí encima de la hamaca, acoplé mi gorda polla a la entrada de su ano y fui introduciéndola, movía mi polla con la mano mientras le iba introduciendo la cabezota por tan estrecho lugar, ella hizo un respingo porque no esperaba que atacase esa entrada, la agarré fuerte de la cadera y seguí apretando y tuve la sensación desde el principio que esa entrada no había sido muy frecuentada por lo estrecha y apretada que estaba, ella empezaba a revolverse
- Ahhh, para Karp, Jaime por ahí no me lo hace nunca, despacio Karp, despacio,…
- Tranquila Elena, solo hasta donde quieras –mientras seguía apretando buscando vencer la resistencia de su esfinter-
Ya tenía la cabezota dentro y no pensaba dejar de empujar, entraba despacio, cada vez más, notando el estrangulamiento de su anillo, su esfínter, atrapando mi glande dentro, pero poco a poco fue cediendo
- Tranquila Elena, tranquila, ya casi está
- - Ahhh, me duele, no me la metas toda cabrón
Pero ya estaba casi toda dentro y comencé a entrar y salir despacio, no quería hacerle daño. No entendía como su marido no hacía uso de aquella deliciosa entrada. Empecé a bombear su ano metiéndole ya todo el rabo hasta los cojones, me dolían de lo hinchados que estaban cada vez que los aprisionaba contrala piel de su culo y creía morirme de placer y de dolor. La agarraba de su cintura con una mano y con la otra la agarraba de su coleta, notaba como mi polla crecía dentro de ella …
- Ahh, cabrón, me vas a romper por dentro, hijoputa, despacio
Pensar que estaba taladrando ese culito que tanto me había hecho soñar en el ascensor cuando coincidíamos al ir al trabajo me hacía sentirme más y más excitado, y sobre todo pensar que me estaba follando el culo de la mujer del gilipollas que me sacó de la piscina hace unas semanas por la noche, recordarlo solo hizo que se la metiese y sacase con furia y ahora ya sin contemplaciones. Ahora ya si que la cabalgaba como un poseso sin ninguna contemplación y ella gemía como una loca.
A punto de correrme la saqué, no quería terminar ya, tome un poco de aire mientras observaba atónito la dilatación tan brutal que le había provocado en su ano, no había desgarro, no me gusta ver sangre ahí, y poco a poco veía como su esfínter enrojecido volvía a la normalidad palpitando.
Sin pausa, mientras ella jadeaba pensando que aquello podría haber terminado, empecé a trabajar su coño con la cabezota de mi polla, ahí se la hundí en su carnosa vulva sin mucho miramiento, una vez dentro la ancha cabeza se la clavé de un golpe hasta el fondo
- Ahhh, hijoputa, me vas a reventar, en muy gorda, lo va a notar mi marido cabrón
Sus jugos me empaparon los testículos y las piernas, eso me puso como una moto, comencé a mover mi cadera convulsivamente, me agarraba a sus hombros y se la ensartaba hasta los huevos de un golpe una y otra vez, la garraba de las caderas y la apretaba hacia mí con tanta fuerza que parecía que intentaba sacársela la polla por la boca, la subía las rodillas de la fuerza que hacía hacia arriba con ella ensartada, yo ya estaba totalmente enajenado, y a punto de correrme cuando ella me dijo
- Ten cuidado, no estoy tomando nada, ahhhh
Me dijo mientras jadeaba como una perra en celo. No me lo tenía que haber dicho.
Luego supe que durante ese periodo estaba intentando quedarse embarazada de su marido que le pedía con insistencia tener un hijo desde hacía algún tiempo. Vaya pedazo de puta, intentando quedarse embarazada de su esposo y dejándose follar por un vecino en plena ovulación… mi deliciosa venganza ya estaba servida y comenzaría depositanto mi semillita en lo más hondo de su mujer
- Ahhhhh, aullé como un lobo y me empecé a correr durante largos segundos
- Cabrón ¿te estás corriendo dentro?
Yo no la dejaba zafarse, la tenía pegada a mi cogida por la cintura con todas mis fuerzas, no la soltaría hasta que no lo hubiese descargado todo
- Lo siento Elena, no puedo parar, ahhh
Ella se calló porque en el fondo, por nada del mundo, quería que la hubiese sacado mientras me estaba corriendo dentro de ella. Si hay algo que pone a cien a una perra en celo es saber que su macho la está llenando las entrañas de leche caliente.
Me corrí como un toro, vacié mis hinchados testículos dentro de su útero en unos segundos de eyaculación que ella no dejó de disfrutar como una perra subiendo y bajando su culito para succionar hasta la última gota, su coño era como una ventosa. Después de unos minutos tumbado directamente sobre su espalda noté como mi polla comenzaba ya a ceder, y colgando directamente como una longaniza flácida cayó sobre sus muslos. Ella permaneció allí, inmóvil, con su culo alzado y su vagina rezumando un hilillo de mi esperma por no poder contener toda la descarga. Se lo había llenado del todo a pesar de lo grande que era ese coño ¡Me encanta ver el coño de una mujer rezumando leche! Todavía no he encontrado ninguno que pueda con todo. Aún sobre ella me incorporé un poco, pasé mi mano desde atrás por su vagina aún palpitante y su ano enrojecido, recogí con mis dedos parte de los fluidos que rezumaban ambos orificios y se los froté por la espalda, el cuello y sus piernas, quería que su piel quedase marcada de mi olor, aquella hembra me pertenecía a partir de ese momento, sé que mi olor es muy fuerte y le acompañaría varios días por mucho que se duchase.
Después le dí un sonoro cachete en el culo levantado que le dejó marcado los cinco dedos de mi manaza
- Ahhh cabron, me has hecho daño, va a ver la marca mi marido, no lo vuelvas a hacer
Eso me encantó, y le dí otra cachetada aún más fuerte que hizo que sus glúteos se moviesen como un flan y rápidamente se pusiesen rojos como tomates. Esta vez ya no dijo nada.
Me levante de la hamaca y ella se fue levantando también, despacio, aún tenía su pequeño top puesto, apoyó sus pies en el suelo con las piernas separadas, emitió un quejido al apoyar su pie lesionado
- Elena, cuando quieras te doy otro masaje –dije aun recuperándome y sonriendo-
- Pedazo de cabrón Karp, qué pedazo de cabrón, ¡Y como follas hijoputa!
Me sorprendió oir hablar a así a quien parece diva de la elegancia cuando va por las mañanas a trabajar vestida de Versace, pero pasa que un buen polvo suelta la lengua de la más pintada.
Vio su tanga roto por las tijeras en el suelo, lo recogió, se pasó una toalla que había empleado en el masaje por su coño y su culo intentando limpiarse el flujo que aún escurría y se puso su malla de hace deporte. Medio cojeando aún por el tobillo, y con las piernas algo arqueadas del ataque despiadado en sus dos agujeros que había sufrido, la acompañe a la puerta de mi apartamento y se fue entre dolorida y satisfecha, muy satisfecha seguro.
Part V: Adicción
No la vi durante un tiempo, tampoco coincidimos en el ascensor, pensé que quizás estuviese arrepentida, pero pasadas tres semanas, más o menos a la misma hora de la vez que estuve con ella, llamaron al timbre de casa, y apareció ella con su top, sus mallas y algo sudorosa, yo acababa de levantarme y ella venía de hacer footing del parque.
- Qué sorpresa Elena, ¿Qué tal tu tobillo? Te has recuperado por lo que veo muy rápido
No hubo preámbulos esta vez, me besó apasionadamente nada más entrar, la agarre con mis dos manos de la cintura, las bajé a su culo y la apreté contra mí y la subí con mis brazos poniendo ella sus piernas alrededor de mi cintura. Mi polla comenzaba a llenarse de nuevo y la llevé a la hamaca…
Comenzamos a vernos con frecuencia, prácticamente me incluyó en su rutina de estiramiento después de hacer deporte y no tardó mucho en quedarse preñada, sin duda ella lo buscaba, algo que me hizo sentirme muy satisfecho, la satisfacción del trabajo bien hecho.
Part VI: Mi vieja costumbre
Hizo un calor horrible también aquella noche de Agosto en Madrid, bajé a la piscina por la escalera, en silencio hasta los jardines. Ya nadaba relajadamente en el agua refrescante, acompasando respiración con el avance lento en la piscina, flotando, yo solo en la oscuridad, en silencio.
- Buenas noches otra vez Karp
Aquella voz me sacó de mis pensamientos en el agua, me detuve y me agarré al borde
- Hola Jaime, qué sorpresa verte aquí de nuevo, ¿pasas mucho calor tú también?
Lentamente salí del agua a secarme con la toalla.
Sin preámbulos y con cierto tono autoritario me contestó
- Te comenté hace unas semanas que no se puede nadar en la piscina por la noche, lo sabes, lo siento pero tendré que plantear una sanción en la próxima Junta
Fijé la mirada en ese mierdas que persistía en esa actitud, le habría desintegrado allí mismo de un puñetazo, pero quise mantener la calma, así que con mucha tranquilidad, mientras me secaba le dije
- Lo siento Jaime, lo entiendo, haz lo que debas, pero entiéndelo, es que follarme a tu mujer me deja agotado, necesito recuperarme y refrescarme. Por cierto, enhorabuena por lo del niño, se lo mucho que lo deseabas, he ayudado a tu mujer en todo lo que he podido.
Se quedó de pie como una estatua, sin saber que decir, comenzó a balbucear, su mirada se iba crispando… pero no dijo nada. Yo le miraba, terminé de secarme delante de él y me subí a mi apartamento dejándole allí callado. Llegué a mi apartamento pensando cómo era posible que una mujer como Elena estuviese con un gilipollas de ese calibre.
Afortunadamente sigo viendo a Elena de vez en cuando, salimos a cenar, nos reímos, follamos y siempre, siempre, le doy lo mejor de mí en cada masaje cuando ella lo necesita, afortunadamente ya no sigue con ese gilipollas, algo que no deja de agradecerme.
Parte VI: La vida continúa
En verano, casi todas las noches bajo a nadar, en la oscuridad, en silencio, el agua fresca, ya nadie me molesta.
Alguno pensará, ¿Y la factura de la reparación de la puerta delM5? la pague yo, por supuesto, soy un caballero.