Karnstein

Una seducción de la antigua vampiresa antigua de Joseph sheridan lefanu

KARNSTEIN

La tarde caía en colinas del Nazareno, en la pequeña ciudad de Palo Fino, esta una pequeña ciudad a quince minutos de la capital del municipio. En la casa a la mitad del barrio se alzaba la casa de dos plantas, cuatro alcobas, una cocina- comedor y una salita.

Las tres muchachas veían la tele, mientras en el exterior los últimos rayos de sol pintaban gotas rubíes en el oeste Amanda la mayor de las jóvenes era una chica hermosa, ella lo sabía extrovertida, de cabellos rubias y un rostro agraciado, siempre con ropas sugerentes para la tarde y después de haber estado con su novio vestía: unos pantalones de mezclilla ajustado a la cadera y una camiseta pegada al torso sus senos grandes eran redondos llevando desnudo el ombligo, calzaba botas de goma.

Siempre haciendo bromas a su hermana Claudia un año menor de diecisiete, con gafas que le ocultaban aun algunos rastros aniñados, sus labios eran finos y sus ojos oscuros los cabellos le caían en dos coletas, hermosa, su ropaje de blusita ocultaba un busto mediano y alegre vientre plano, esta tarde por casa su blusita se exhibía el ombligo al igual que su hermana, con una falda a la rodilla, con unas medias de nylon, culminado con zapatos cerrados.

María era la novia de Claudia hacia algo más de tres meses, igual que Amanda era más voluptuosa que Claudia era la más alta de ellas esta tarde vestía unos shorts y camisa deportiva, como era viernes María estaría hasta las ocho de la noche en casa de Claudia cuando su madre vendría por ella.

Las chicas cenaron y la madre de María la recogió, las hermanas se quedaron solas, Amanda saliendo de la cocina:

— Me voy a casa de mi novio hermanita, mamá llegara tarde — dijo. Saliendo de la cocina escuchando sus paso escaleras arriba Claudia saco una jarra con zumo de naranja del refrigerador y lo bebió, estaría sola esta noche se sentía deprimida tendría que haberse ido con María así por lo menos no estaría sola.

Ahora la perspectiva de estar sola no le agradaba en lo absoluto; lavo el vaso y fue a su habitación de camino; la habitación de Amanda estaba desnuda s cuerpo voluptuoso hizo sentir celos a Claudia cuando su hermana se dio cuenta que la observaba apresuro la marcha a su alcoba, dentro de ella cerró la puerta con pestillo.

Fue a la ventana la abrió la brisa entro por ella; haciendo que sus pezones se erizaran, viendo la luna llena suspiro, pensando - daría cualquier cosa por no estar sola noche – dándose la vuelta saco la portátil del cajón del escritorio de madera fue a la cama sentándose con las piernas cruzadas comenzó por enviarle un mensaje a María deseándole feliz noche, comenzó a leer Carmilla la vampiresa lesbiana que la ha obsesionado.

No supo cuando sé quedo dormida, pero si despertó repentinamente cuando sintió una suave pero helada caricia por su brazo. Rápidamente toma instintivamente una sábana y se cubrió el cuerpo que, aunque ella aun vestía la ropa de la noche anterior, mirando el reloj de mesa de dio cuenta que eran la medianoche.

Iba a ir a cerrar la ventana cuando vio a una figura junto a esta Claudia sofoca un grito de terror, la única iluminación en la habitación era los rayos de luna y la luz de la portátil que parpadeaba, estaba por agotarse la batería.

La figura era la de una mujer que contemplaba la luna su cabello era oscuro, aunque Claudia ignoraba su verdadero color, era esbelta y llevaba un camisón demasiado largo incluso para ella. La mujer se dio la vuelta; y Claudia pudo contemplar el rosto pálido de la mujer sus ojos eran oscuros y brillaban en la penumbra de la habitación, sus labios eran carnosos voluptuosos incluso Claudia pensó que su hermana tendría celos. Un cuello grácil se asomaba de bajo de la cabeza, el camisón era de delgada tela los senos de la mujer generosos redondos con los pezones rosados de veían a través de la fina tela.

La mujer se acercó a la cama de Claudia, Claudia quería gritar, estaba aterrada, pero inexplicablemente caliente, la mujer que debería tener unos cuarenta y cinco años como su madre parecía iluminar la habitación con forme avanzaba a la cama de la adolescente, Claudia encendió la lámpara de noche; un haz de luz blanca se sumó al misterioso resplandor de la mujer; ahora podía apreciar bien el color del cabello de la intrusa era de un rojo intenso casi parecía resplandecer. Claudia simplemente se sentía atraída por esta mujer.

Al estar la mujer frente a Claudia sonrió; sus ojos brillaron eran fríos oscuros, sus dientes eran prefectos blancos y agudos muy agudos. Claudia tenía miedo y expectación la sonrisa de la mujer se ensancho. En sus ojos azabaches brillo el hambre y la lujuria.

Claudia no podía creer, pero allí estaba contemplando a esta mujer su grito enmudeció en su garganta:

— No grites niña —Dijo la mujer.

— Ahora debes servirme esta noche —Terminó la mujer de cabellos rojos.

Claudia estaba estupefacta no hacía más sino agarrar y soltar las sabanas de entre sus manos que cogió para taparse.

La dama volvió a hablar:

— Mi nombre es Mircalla de la familia Karnstein — Dijo abriendo sus delgados brazos con dedos y uñas cortas.

— He estado en un limbo; ni he cruzado al otro lado, pero tampoco he permanecido aquí. He estado consiente del paso del tiempo desde que pude escapar, ahora estoy sedienta y hambrienta. Claudia que se espabilaba otra vez:

— Te puedo traer algo de comer y beber — Dijo sintiéndose estúpida cuando hablo en un susurro.

— Niña todo lo que necesito está en esta habitación — Dijo la mujer llamada Mircalla sentándose en la cama al lado de Claudia.

— ¿Cómo te llamas dulce criatura? — Y acaricio el rostro de Claudia. La joven se estremeció con el tacto frio de la mujer.

El pecho de Claudia subía y bajaba incontrolable, su respiración esta agitada el aroma de Mircalla le lleno el olfato; era afrutado y jazmín con un rastro de tierra, su aliento tenía un aroma metálico y dulzón a sangre. Aunque Claudia estaba aterrada y n poco mareada Claudia sentía como el encanto de la mujer se extendió en su cuerpo sus braguitas se mojaron.

— Si — Dijo Mircalla —Mujer, eres ya una mujer, deseo. siento tu deseo, me servirás esta noche mi niña. —

Arrancándole la sabana Mircalla decía:

— Si, lujuria…. — Claudia la interrumpió con voz entrecortada le dijo:

— Mi madre puede oírla vallase por favor. —

— No, niña; aun no me has respondido ¿Cuál es tu nombre? — Pregunto Mircalla tomando el rostro de Claudia y besándola.

— Cla- Cla- Claudia — Respondió sorprendía no solo por el beso sino por la reacción de su cuerpo sus pezones se endurecieron marcándose a través de la blusita.

— Por favor váyase voy a grita. — Termino Claudia, estaba aterrada, pero por alguna razón también muy Excitada.

— No, mi niña no gritaras, por lo menos por ahora no gritaras, estas sola esta noche serás mía —Completo la pelirroja Mircalla, volviendo a acariciar a Claudia esta vez los muslos por debajo de la faldita con la que la adolescente se había dormido.

La caricia hizo estremecer a Claudia, que se sentía intoxicado por el encanto de Mircalla, mareada pero terriblemente excitada sus braguitas empapadas lo señalaban, Mircalla toco la entrepierna de la adolescente gimió y en su rostro apareció tenue una expresión asesina al sentir la humedad de las bragas:

— Si la niña asustada esta terriblemente mojada. — Dijo la pelirroja.

Levantándose se deshizo del camisón de manera sugerente, Claudia sin siquiera ser consiente abrió las piernas y acariciaba su sexo a través de su ropa interior.

Los voluptuosos senos de la pelirroja botaron, su cuerpo pálido era sensualmente atractiva para la joven Claudia. La mujer se acercó a Claudia en la cama. La joven tenía la vista clavada en el pubis de la mujer, se mordía inconscientemente el labio inferior; el pubis maduro estaba revestido por una fina de vellos rojos, y más abajo se apretaban unos labios abultados. La joven tocándose las bragas gimió.

Mircalla sonrió, sus agudos dientes resplandecieron, su voz era sensual:

— Que niña tan viciosa tenemos aquí. — Tomo una de las manos de Claudia la levanto, la beso nuevamente le pregunto:

— ¿Quieres Comerme? — Claudia con voz vacilante dijo:

—Sí. — El sabor de la mujer, aunque atrayente también tenía ese rastro de metálico a sangre. A Claudia le atraía y repulsaba a la vez.

— Quiere comerte — termino la joven morena sin saber porque esta presencia sueño o fantasma la intimidaba, excitaba, atraía, repulsaba todo al mismo tiempo.

— ¡De rodillas! ­— Exclamo la mujer Mircalla, la adolescente solo sintió como sus rodillas se flexionaban y ella misma se hincaba aprensionado cada centímetro del cuerpo de la voluptuosa aparición. Al estar de rodillas la mujer tomándola del cabello le enterró su rostro en la entrepierna; la joven volvió a percibir ese sabor entre afrutado y metálico.

A Claudia el sexo de la mujer le resulto exquisito, lamió cada pliego de la intimidad exótica de la mujer pelirroja con premura e inseguridad; era el primero que comía, ella y su novia aun no lo habían hecho, se sentía culpable, pero la mujer exclamó:

—¡Oh, sí! Tranquila niña tu novia también comerá de él esta noche. — Sus caderas se movían rítmicamente marcándole el movimiento a las lamidas inexpertas de la adolescente, Claudia no entendía la declaración de la mujer estaba concentrado en el sexo que lamia apenas consiente de algo más.

La mujer comenzó a hablar de manera vulgar lo que inexplicablemente excito más a Claudia:

— Eres una come coño natural putilla ¡Chupa mi clítoris! — Claudia obediente succiono el botón rosa de la mujer esta volvió a gemir:

— ¡Zorra! — Exclamó. — Suave que no quiero correrme todavía. —

Tomando a Claudia nuevamente del cabello la levanto y la volvió a besar, le beso el cuello tomando la blusa de la joven tiró de ella hacia arriba Claudia levantando los brazos la prenda se deslizo fuera de ella, la pelirroja Mircalla la abrazó y beso de nuevo el cuello de la chica, los agudos dientes de Mircalla se hundieron en la piel de Claudia la muchacha gimió:

—¡Ah, ah! — la pelirroja bebió de la sangre que manaba de la pequeña herida gimiendo dijo:

— Sabes tan bien zorrilla. — A Claudia le calentó que la trata de manera tan desagradable, no se lo podía explicar. La mujer siguió besándole el cuello tranzando una línea de besos saliva y sangre recorriendo el cuello y pecho de la chica, la mujer lamió y besó los alegres y medianos senos de la joven exclamando:

­— ¡Oh Dios! Que ricas tetas tienes niña — Dijo besándola de nuevo en la boca.

La mujer pelirroja haciendo presión en los hombros de Claudia; esta se volvió a hincar, volviéndose le dijo:

— Zorrilla, cómeme. —

Enterrando el rostro de Claudia entre sus nalgas, la muchacha morena vio el ano rosa de la mujer su boca se hizo agua, con lujuria percibió el aroma del agujero trasero afrutado y floral con cierta inseguridad y desazón por la degradante tares comenzó a lamer el agujero rosa trasero de Mircalla. La pelirroja gimió:

— ¡Oh, sí! Putilla. — La pelirroja comenzó a contonear el culo.

— Si putilla cómeme el culo. — Claudia sin saber porque, pero cada vez que la mujer que la mujer la trataba de puta se excitaba más, lamia con más seguridad, tomándola de las caderas lamia desde la raja del coño hasta el ano de la mujer.

La mujer gemía sintiendo la lengua traviesa de Claudia a través de sus agujeros íntimos, se acercó a la cama dejando a Claudia confundida, sentó en la colcha y abriendo sus piernas se acostó por completo y flexionando las rodillas ordenó:

— ¡Arrástrate, zorrilla y entierra tu dulce boca en culo! — Claudia gateo en cuatro patas viendo el coño y el culo de Mircalla; el sexo madura la humedad blanquecina escurría hasta el ojote del culo. Claudia llego con la mujer y lamió del clítoris al ojote de Mircalla esta gimió:

— ¡Oh sí! Chúpame más —Dijo la mujer.

Claudia obedeció dando lamida de arriba abajo desde el clítoris al ano de la pelirroja, que gemía. La mujer estaba al punto de alcanzar el clímax. Paro a Claudia tomando la del cabello:

— Aún no mi zorrilla — Dijo estriando las piernas y subió a Claudia a la cama. La joven pelinegra quedo sobre la mujer madura tetas contra tetas:

— Serás una buena amante puta — Dijo la pelirroja madura besando de nuevo a Claudia, moviéndose a un lado quedando sobre la adolescente reparito besos y lamidas por el cuerpo de Claudia esta gemía por el éxtasis.

En las tetas de la joven volvió a hincar los agudos dientes en la piel dejando una herida superficial de la que mano sangre de la que Mircalla bebió y continuo su recorrido de lamidas, al llegar al pubis de la adolescente beso y lamió separando las piernas viendo totalmente afeitado el sexo de la chica exclamó:

— ¡Oh por Dios! Es perfecto. — lamiendo es coño juvenil exploro cada grieta intima de Claudia con una maestría que la da los coños comidos.

La joven sentía la lengua de la madura en todo su sexo, su orgasmo comenzó a construirse desde dentro de su coño su espalda se arqueo sus manos se tensaron en un puño entre las sabanas, Claudia gemía, Mircalla lamió mientras miraba los ojos de Claudia, vio la expresión de la joven, sus ojos cerrados; sabiendo que la explosión se acercaba hundió su lengua en el sexo juvenil, la jovencilla estallo en un gemido:

— ¡Oh, por Dios! Que me corro — Exclamó.

Sus caderas se contorsionaron sus senos y piernas temblaron. Gran cantidad de flujo empapo el rostro de la pelirroja, está sorprendida:

— Dios niña mira como me has puesto — Dijo con unos últimos lametazos en el coño juvenil saboreando los últimos restos de los jugos de Claudia, volviendo al lado de la joven para volver a besarla Claudia probo sus propios jugos de otra boca, estaba extasiada era increíble el sabor de su coño. Claudia besos y beso a la madura pelirroja.

— Eres perfecta — Dijo la pelirroja.

— ¿Quieres terminar lo que empezaste, putilla? ¿Quieres hacerme correr? —

Claudia que estaba muy excitada solo asintió con la cabeza. La mujer abrió sus piernas le dijo:

— Bueno, ven y busca tu primer bautismo de coño putilla. —

Nuevamente Claudia se encontró viendo ese pubis que se le antojaba tan sexy pálido con ese sutil recubrimiento de vellos rojizos, lamiendo ese sexy pubis se recreó en la tarea de satisfacer a ese ser que la había mordido bebido su sangre y la había llevado a su primer orgasmo. Con lametazos se fue abriendo paso a través de esos abultados labios vaginales de la pelirroja, está a su vez fue meneando sus caderas con suavidad mientras sus gemidos saliendo se su boca.

La lengua de Claudia capto sabor entre frutal y metálico que ahora le parecía tan adictivo. Fue lamiendo toda la raja de la pelirroja, cada pliegue del sexo fue explorado. Traviesamente Claudia volvió a lamer en ano de Mircalla que gimió más fuerte:

— ¡Que puta! Te gusta mucho mi culo ¿No? — Preguntó.

—¡Que zorra! — Exclamó la pelirroja al sentir también los dedos de la adolescente dentro de su sexo. Los ojos de Mircalla brillaron hacía décadas que no tenía una jovencilla tan viciosa como Claudia entre sus piernas.

Claudia era perfecta, era una aprendiz perfecta.

— Eso es puta, folláme con tus dedos mientras me comes — Dijo Mircalla mientras se volteaba para quedar a cuatro patas.

— Si, folláme el coño mientras me comes el culo, zorra — Exclamó.

Claudia puso empeño en complacer a la mujer pelirroja; Claudia comía el ano, follaba el coño de Mircalla y se tocaba su propio sexo húmedo otra vez.

La mujer Mircalla empezó a menear más rápido su culo mientras ordenaba:

— ¡Más rápido zorra, estoy a punto de correrme, comete mi coño y no desperdicies una gota. —Claudia se puso boca arriba entre las piernas de la mujer y la lamió otra vez es pálido agarrando los cachetes del culo de la pelirroja. La inundación bañó el rostro de Claudia bebiendo ella todo lo que pudo el flujo escurría por las mejillas de Claudia.

—¡Oh mierda, puta me corro Oh! — Gimió la mujer.

— Eres una buena putilla comecoños. — Claudia estaba en un frenesí de placer se había vuelto a correr chupando el sexo de la mujer.

Mircalla se dio la vuelta recostándose en la cama, indicándole a Claudia con señas que se uniera a ella, Claudia se acercó hasta la cabecera de la cama, mujer abrazándola la beso con pasión:

— Eres perfecta dulce y pequeña Claudia, será una buena sumisa.  Ahora esto dolerá un poco. — Dijo mientras besaba todo el rostro de Claudia acercándose al lado del cuello que previamente había mordido. Hincando profundamente los agudos dientes en el cuello.

Claudia grito fuerte:

—¡Ah! No, no por favor. — un gran dolor le sacudió todo su cuerpo sus senos temblaron, se corrió otra vez y fue consiente que su ano se dilato. Sintió como si su cuerpo fuera aguijoneado con mil agujas al rojo vivo….

AHORA….

………Comenzó a perder el conocimiento, su vista se nublo, sus brazos y piernas se convirtieron en plomo. Lo último de lo que fue consiente fue que Mircalla estaba bañada en su sangre que escurrían sobre los voluptuosos senos. Mircalla con un brillo asesino en sus ojos dijo:

— Duerme putilla, mañana serás otra mujer. —

Claudia cayo inconsciente. La pelirroja Mircalla recogió del suelo su camisón y deslizándose hacia la ventana donde la luz de la luna brillaba iluminando el voluptuoso cuerpo de la mujer que ahora era de una jovencilla no mayor que la que yacía en la cama más firme y sensual, mientras que este se desvanecía en unas volutas de humo…………

El canto de las aves nocturnas fueron la canción de la vampiresa Claudia que se transformaba agitadamente en la cama…………….

FIN