[Karla] El amor de familia (pt1)

Karla es una chica timida que no tiene suerte en el amor. En su última decepción amorosa aparece su madre para consolarla...

Hola, lo que están a punto de leer es el primer relato que escribo, y será parte de una serie de historias que estaré publicando. Sin más espero que lo disfruten.

Parte 1.

Karla

La noche en la cual perdí mi virginidad.

Mi nombre es Karla. El relato que contaré a continuación trata sobre la vez en que perdí mi virginidad a manos de la persona a la que más amo en este mundo, mi madre.

En ese entonces tenía 17 años, vivía con mi madre Sara y mi hermano menor Carlos. Mi madre a sus 37 años ya no lucía el cuerpo de una joven, el tener dos hijos le había pasado factura pero a pesar de ello aún se ejercitaba y mantenía una figura delgada con anchas caderas, sus pechos -copa b- no atraían a tantos hombres como lo hacía su rostro. Tenía una cara angelical con una nariz respingada, uno ojos grandes de color avellana y unos labios finos que con solo verlos provocaban morderlos. Toda esa belleza estaba resaltada por una cascada de cabello castaño que caía un poco más debajo de sus hombros. Sobre mi hermano no tiene caso hablar por el momento, en cuanto a mí: heredé la belleza de mi madre, soy una réplica de ella según familiares y amigos que la conocen de años a excepción del color de los ojos, pues los míos son verdes como los de mi padre.

A mis 17 años aún no tenía novio, en ese entonces era una chica muy callada e insegura por el tamaño de mis pechos -copa a- que no atraían a los chicos pues decían que me hacían parecer 3 años menor de lo que era, misma razón por la cual siempre que intentaba ligar con alguien la respuesta era siempre la misma, un rotundo NO.

Y de esta manera es como inicia la historia. Un día llegaba del colegio triste por otro intento fallido de conseguir pareja. La casa estaba sola como todos los días cuando yo llegaba, me dirigí a mi habitación y me arroje a la cama derrotada, hundiendo mi cara contra la almohada. Me puse a pensar en cómo sería si aquel tipo me hubiera dicho que sí,  imaginé como sería besarlo, tocarlo…me sentí humedecer. Mi mano izquierda se dirigió bajo la falda del colegio y la derecha bajo mi blusa y el sostén hasta llegar al pezón que con el mínimo roce de mi mano fría se endureció. Mordía la almohada, cada vez con más fuerza mientras mis dedos frotaban mi clítoris cada vez con más rapidez, estaba a punto de llegar al orgasmo cuando escuché entrar a mi madre y a mi hermano a la casa:

-Ya llegamos cariño- Grito mi madre desde la sala de la casa.

-En un momento salgo má, me estoy vistiendo.- Corté la tarea de tajo y me vestí, cambie mis bragas mojadas por unas  limpias, mi falda por un pantalón ceñido y mi blusa del colegio por una camisa de franela. Salí de mi habitación para encontrar a mi hermano y a mi madre esperándome en el sofá de la sala para salir a comer.

-Hola enano.- Saludé a mi hermano que siendo dos años menor que yo ya sobrepasaba mis  1.64m de altura. –Hola má.- Saludé a mi madre con un beso en la mejilla.

-Hola cariño, ¿cómo te fue?- Preguntó. Si me notó sonrojada, no dio señas de ello.

-Fue un día muy largo. ¿Podemos regresar a casa después de comer? Estoy muy cansada –Intenté no expresar lo triste y excitada que estaba- Necesito dormir.

-Claro hija, hace mucho sol para andar por la calle.- Respondió ella mientras tomaba las llaves del auto y se dirigía hacia la puerta.

Mis padres se divorciaron cuando yo tenía 5 años, desde entonces mi madre nos ha cuidado a mi hermano y a mí. Durante 12 años mi madre no había estado con otro hombre (historia para otro día), entre el trabajo, los quehaceres de la casa y cuidar de nosotros no tenía tiempo para entablar una relación o estar con un amante ocasional.

Ya en el auto, camino al restaurante habitual, miraba celosa por la ventana a las parejas que caminaban por el parque por el que siempre pasábamos cada que íbamos a comer, mi excitación se había ido hace ya un rato y solo quedaba el sentimiento de tristeza. Mi madre se percató de ello y me hizo una pregunta que no escuche hasta que la repitió.

-¿Pasa algo amor? –Preguntó mientras se mantenía concentrada en el camino.

Miré por el retrovisor  y vi a mi hermano con sus audífonos centrado en su celular. –No má, te digo que fue un día muy largo, ya vienen los exámenes y no pude dormir bien anoche -mentí- Tengo sueño es todo.

Pasamos la comida hablando entre los tres del viaje que veníamos preparando desde hace tiempo para las vacaciones de verano, mi hermano estaba emocionado y mi madre no paraba de comentar lo bien que lo pasaríamos. Yo…yo intentaba estar emocionada de igual manera, no quería que mi madre me hiciera más preguntas sobre mi día durante la hora de la comida y mucho menos quería que mi hermano se metiera en el asunto. Finalizamos la comida y como se lo había pedido a mamá, regresamos directo a casa. En cuanto llegamos me dirigí a mi habitación con la intención de leer algún libro para despejar mi mente, como siempre hacía cuando me encontraba en estas situaciones.

Eran las 11 de la noche cuando desperté, justo cuando mi madre entraba a mi habitación para apagar el interruptor de la luz, solo llevaba puestas unas bragas y un camisón para dormir, no llevaba sostén. Me incorpore, tapé con un cobertor  mi cintura y mis piernas mientras mi madre se sentaba sobre la cama y ponía mi libro sobre una mesita de noche. –Estoy húmeda- Noté.

-Hoy has estado muy rara. Ahora que no está tu hermano ¿me vas a decir que pasó?

Nunca me ha gustado exponer mis problemas cuando está mi hermano presenté, siempre lo hago cuando estoy con mis amigas, y lo hago frente a mi madre cuando él no está o se ha ido a dormir. –Hoy lo intenté con otro chico má, pero dijo que no- comenté con un nudo en la garganta producido por la frustración que sentía.

-Será idiota el tipo, si eres hermosa cariño. He visto cómo te voltean a ver los chicos cuando vamos por la calle. –Comentario con toda la intención de hacerme sentir bien.

-Es porque no estoy buena mamá. Sin pechos parezco solo una niña y los chicos que me voltean a ver no son mayores que mi hermano. –Suelto esta última frase sin poder contener mis lágrimas. Inmediatamente mi madre me abraza pegando su pecho contra mi cara.

-Ya te crecerán cariño- lo dice mientras pone su mano sobre uno de mis pechos. Mi cuerpo reacciona al repentino contacto y me siento humedecer aún más –Yo era igual que tú, y me crecieron hasta que estuve embarazada de ti.

-Pero conociste a papá cuando tenías 16 años. Yo tengo 17 y no tengo a nadie para hacerlo. –Inmediatamente cubro mi cara con mis manos.

Mi madre aparta mis manos de mi rostro y sujeta mi barbilla de manera que la pudiera ver a los ojos -Ya llegará amor solo tienes que ser paciente y ser tu misma y cuando llegué lo tienes que disfrutar, no sabes que cosas puedan pasar.-Acto seguido planta un tierno beso en mi mejilla muy cerca de la comisura de mis labios.

No sé qué fue lo que me impulso a hacerlo, si el sueño que estaba teniendo, causante de mi excitación, el tener su rostro tan cerca del mío, o la cercanía de su beso con mi boca, pero la besé, no fue un beso tierno como el que daría una hija a su madre, fue un beso con toda la intención de saciar mis ganas de hacerlo. No llegué a introducir mi lengua pues mi madre se apartó casi inmediatamente.

-¡¿Pero qué haces?! –Exclamó, mientras me miraba desconcertada.

-Perdón mami –Respondo arrepentida por lo que acababa de hacer, aunque la acción me había puesto más excitada de lo que estaba. –Perdón, no sé porque hice eso.

-No puedes hacer estas cosas Karla, sé que estás pasando por momentos difíciles pero no puedes plántame un beso como ese. –Lo dice volviendo a la calma, aunque se le notaba nerviosa por la sorpresa.

-Lo sé, pero estabas muy cerca y nunca antes había besado a alguien…no pude contener las ganas.

-¿Cómo? –Exclamó mi madre con un tono de incredulidad. – ¿Nunca has besado?

-Pues no, como voy a hacerlo con la suerte que tengo. –La tristeza invadió mi cara una vez más, mientras el calor de mi entrepierna seguía creciendo.

Mi madre me miro por un largo tiempo, sin decir nada, mientras yo me sentía cada vez más apenada por lo que había hecho. Finalmente mi madre soltó un suspiro.

-Cariño, se lo desesperante que puede llegar a ser no poder dar ni recibir amor de una persona por mucho tiempo, a fin de cuentas yo tampoco he besado a nadie desde que tu padre decidió irse y nosotras también tenemos necesidades –Suspira mientras su cara se torna cada vez más roja, después de una ligera pausa lo dice – ¿Quieres que te bese?

No daba crédito a lo que acababa de oír, mi corazón empezó a latir como nunca antes lo había hecho. Mi respiración se aceleró y ya no soportaba el calor de mi entrepierna. No pude articular la palabra, así que solo me limite a asentir con la cabeza.

Mi madre tomo mi rostro entre sus manos, se acercó lo suficiente para notar su respiración sobre mi cara. –Cierra los ojos –Obedecí. El contacto de sus labios con los míos fue increíble, deje de respirar y por un momento pensé que mi corazón saldría de mi pecho. El beso fue largo, sentía el sabor de su saliva en mi boca y el calor de su respiración sobre mi mejilla. No quería que acabara nunca. Cuando sentí que mi madre se iba a apartar, insistí y seguí besándola, esta vez pude sentir el contacto de su lengua con la mía. Mi madre no rechazó el beso y seguimos así por un buen rato.

Note como la respiración de mi madre se aceleraba a medida que el beso se hacía más frenético. Ya no pensaba con claridad, pero ahí estaba la oportunidad así que la tomé.

Mis manos empezaron a recorrer su cuerpo, lentamente desde su cintura hasta llegar a sus pequeños pechos, más grandes que los míos, hasta sujetar su rostro de la misma manera que ella lo hacía.

-Para cariño, no podemos hacer esto. –Se acabó la magia pensé, mientras retiraba su rostro dejando un hilo de saliva conectando nuestros labios. –Soy tu madre y esto se está saliendo de control.

No dejaba de sujetar mi rostro, aún estaba muy cerca de mí. Noté el rubor en sus mejillas y sus bellos ojos avellana llenos de desconcierto. Es hermosa. –Pero te ha gustado má y a mí también. –Había notado como los pezones de mi mamá se había puesto duros cuando pase mis manos sobre sus pechos. –No quiero terminarlo ahora. –La excitación hablaba por mí.

La duda en el rostro de mi madre era evidente. No esperé respuesta y empecé a besar su cuello, besos ligeros como había visto en las películas románticas. Mi madre no hizo ademán por detenerme así que seguí recorriendo su cuello con mis labios y fui bajando hasta encontrarme en su pecho. Baje los tirantes de su camisón dejando sus pequeños pechos al descubierto y empecé a lamer uno de ellos. Mi lengua jugueteaba en círculos y daba un chupetón al pezón de cuando en cuando.

Mi madre me separó, dudó por un momento, su excitación era evidente. –Solo será esta noche ¿entendido? –Fue ella la que no espero respuesta esta vez. Me recostó sobre la cama mientras me volvía a besar. Esta vez fue ella la que buscó mi lengua, siguió con mi cuello mientras que una de sus manos desabrochaba los botones de mi camisa. Cuando terminó de hacerlo se incorporó para quitar mi pantalón, mi humedad era tal que había traspasado ya la mezclilla. Mi madre prosiguió a deshacerse de mi sostén e introdujo uno de mis pezones en su boca mientras pasaba su mano por encima de mis bragas.

Sus besos fueron bajando poco a poco hasta que llego a mi sexo. Retiro mis bragas con ambas manos dejando al descubierto mi entrada, rodeada de bello café, brillante por mis fluidos.

Inmediatamente pego su boca sobre mi clítoris. Mi cuerpo no tardo ni cinco segundos en reaccionar, me estremecí y mis piernas se cerraron en torno a la cabeza de mi mamá que no paraba de degustar mi sexo. Había llegado al orgasmo acompañado de un grito ahogado de placer.

-Mami es increíble no pares –Mi cuerpo seguía temblando. –Uff te-e a-amo.

Dicho esto, mi madre se apartó y me beso una vez más, esta vez fue un beso tierno pero eso no impidió que degustase el sabor de mis fluidos. –Esto va a doler un poco. –Me susurro al oído. -¿Quieres hacerlo?

Asentí.

Abrace a mi madre por el cuello, mientras uno de sus finos, pero largos dedos se introducía en mí. Cuando entro por completo yo mordía a mi madre uno de sus hombros. –Ya está me cariño, te amo, ahora voy a empezar a moverlo.

El movimiento de su dedo se hacía cada vez más rápido y mi dolor se convertía en placer con cada segundo que pasaba. Mi sangre se mezclaba con mis jugos. La situación, el morbo, el sonido y el aroma de mi madre, todo me provocaba una excitación que no había tenido jamás. El último orgasmo llegó, mi sexo aprisionaba el dedo de mi madre como si no quisiera que saliera nunca. Después de estremecerme y temblar por el placer que mi madre me había dado, el sueño y el cansancio se apoderaron de mí.

Lo último que escuche fue decir a mi madre un te amo seguido por un suave beso en mis labios. Me tapo con las sabanas de la cama y salió de mi habitación apagando la luz. Quede dormida al instante.