Karla
El día más feliz para una mujer es el día de su boda, quien sabe para esta chica.
El día más feliz para una mujer es el día de su boda, quien sabe para esta chica.
Ese sábado Karla estaba de plácemes, a sus 25 años por fin se casaría con David, su novio desde hacía cinco; todo estaba listo y preparado, a las 7:00 p.m. fue la misa, a las 9:00 p.m. empezó la recepción en un salón muy bonito, todo fue maravilloso, el vestido strapless de Karla la hacía ver verdaderamente hermosa; el baile, la cena, el pastel, los padrinos, las damas de honor, etc. Lo único que ensombreció un poco la alegría de Karla fue que David tomó demasiado, pero ella pensó que en ese momento él se despedía de sus francachelas y que a partir del día siguiente sería solo suyo.
La fiesta estaba planeada para terminar a las 2:00 a.m., pero el Papá de Karla pagó otra hora al salón y la fiesta terminó hasta las 3:00; Karla le encargó a David que hiciera cuentas con las personas del salón mientras ella despedía a los invitados; ella estuvo en la puerta despidiendo a todos, cuando casi ya no había nadie, se acercó el capitán de meseros para decirle que a que hora harían cuentas, pues ya tenían que cerrar e irse. Karla le respondió que David vería eso, pero el capitán le hizo saber que David se había quedado dormido de lo borracho que estaba; ella, enfadada, le dijo que la esperara un momento en lo que terminaba de despedir a los invitados; el capitán le miró morbosamente el pronunciado escote del vestido y se retiró, pidiéndole que no se tardara, Karla se incomodó un poco, pero se entretuvo despidiendo a los que faltaban.
Una vez que se fueron todos los invitados, Karla entró de nuevo al salón, el capitán cerró la puerta con llave y se sentaron en una de las mesas; David estaba dormido roncando a todo pulmón en una silla al fondo, junto al baño.
Al hacer cuentas, el capitán le dijo a Karla que aún debían una cantidad muy fuerte y que tenían que pagarla en ese momento; ella revisó la cuenta y le dijo que algo estaba mal, que no podían deber tanto, por lo que el capitán llamó al dueño del lugar y le explicó la situación, este último, un tipo muy alto y muy gordo se sentó, revisó las cuentas y dijo: "Efectivamente, usted nos debe ocho mil pesos" (Unos 800 dólares más o menos); Karla volvió a protestar y ellos le pidieron los recibos de los anticipos pagados por ella y David. Karla les dijo que David los tenía, por lo que fue a despertarlo, pero este estaba tan borracho que no pudo decir donde estaban o si los llevaba siquiera.
El dueño sacó los recibos que él tenía y de nuevo le demostró a Karla que el adeudo era por esa cantidad. Ella les dijo que faltaban recibos, que no debería ser tanto, pero ellos no se dejaron convencer; el dueño le dijo a Karla que si no pagaba de inmediato tendría que llamar a la policía para que los detuvieran hasta que le pagaran, Karla se horrorizó, a esas horas de la madrugada, en sábado, con todo listo para irse de luna de miel a Cancún, no pensaba arruinar así su boda, pidió al dueño comprensión con lágrimas en los ojos; el se mostró comprensivo aparentemente, le dijo que se tranquilizara y que le propusiera una solución. Karla le dijo que ellos irían la próxima semana para hacer las cuentas correctas y pagar lo que debieran, "es más, le dijo, traemos dos mil pesos, le doy eso y el resto cuando regresemos del viaje". El dueño le dijo que no, que era muy poco, que necesitaba más dinero o llamaría a la policía y le ordenó al capitán de meseros que llamara. Al verlo levantarse, Karla les pidió que le ayudaran, que ella les prometía el pago, pero que comprendieran su situación y que checaran las cuentas, pues no coincidían con lo que ella recordaba; el gordo, haciéndose el ofendido, le dijo que ellos no robaban a nadie y que su paciencia se había agotado, así que llamaría de inmediato a la policía; Karla, desesperada, le dijo que le podrían dejar en garantía algo, que él viera que podían tomar mientras ellos le pagaban. El gordo, que no había dejado de verle los senos que asomaban en su vestido sin tirantes ni mangas, le dijo: "Pues... podemos arreglarnos muy fácilmente si usted quiere", acercó su silla a la de ella y su gordo rostro con olor a puro; Karla se alejó y le dijo que hablara claro, que le explicara que quería.
El gordo se paró y le dijo: "Es muy fácil señorita, usted nos da los dos mil que trae y lo demás nos lo paga de otra manera, en especie, digamos y nosotros le firmamos un recibo liquidando la cuenta".
Karla vio al gordo con furia y le dijo que estaba loco, que jamás se prestaría a sus cochinadas. El gordo le dijo que entonces se atuviera a las consecuencias y que además acusarían a David de haber hecho destrozos en el salón estando borracho, "es su decisión" le dijo, encaminándose al teléfono; Karla, furiosa, se le fue encima al gordo para pegarle, pero el capitán de meseros la detuvo, sosteniéndola por detrás de las muñecas, con los brazos hacia arriba. El gordo se acercó a ella y le dijo: "Como no quisiste por la buena, ahora va a ser por la mala", y tomó entre sus gordas manos los pechos de Karla, estrujándolos, ella chilló de dolor y comenzó a gritarles que la dejaran en paz y a David que despertara, el gordo la besó con su boca llena de saliva y le ordenó al capitán que no la soltara. El gordo tomó la parte de arriba del escote de Karla e intentó bajarlo, pero no pudo.
Por los gritos de Karla otros diez meseros salieron a ver que sucedía; pero en lugar de ayudar a Karla, le echaron porras a su jefe y sin tardanza sacaron sus vergas del pantalón para masturbarse; mientras, el gordo besaba en el cuello y los hombros desnudos a Karla; ella seguía gritando, por lo que David medio despertó, pero estaba tan borracho que no reaccionó; dos de los meseros fueron por él y se lo llevaron cargando a la cocina. Otro mesero tomó la cámara de video que David había llevado y con la que su hermano había filmado la boda, la encendió y empezó a filmar lo que le hacían a Karla.
El capitán de meseros le ordenó a otro que le detuviera las manos a Karla, cuando este lo hizo, comenzaron a desatarle las cintas que el vestido de novia traía atrás, rápidamente lo hicieron y el vestido cedió a las manos del gordo, el cual lo bajó un poco para apreciar los senos de la novia. Los acarició un poco y luego se inclinó para chuparlos. Karla seguía gritando, pero no pudo negar que la boca del gordo en sus pechos le daban un poco de placer, el capitán siguió desnudando a Karla y el gordo bajó con su boca sebosa por el cuerpo de ella hasta llegar a su triángulo del sexo. Le bajó su calzoncito y metió su lengua en el clítoris de la novia. Karla sintió una mezcla de asco y placer por la caricia del gordo; uno de los meseros detuvo las manos a la espalda a Karla para que el jefe maniobrara con más libertad.
Karla tenía puestos solamente sus zapatos blancos, sus guantes largos, sus medias con liguero y su velo de novia. El gordo hincado empezó a desvestirse, con mucho trabajo se quitó el saco, la corbata de moño y la camisa, se levantó y se desabrochó el pantalón; al soltar a Karla ella intentó huir, pero los meseros la sostuvieron con fuerza; el jefe se desnudó totalmente y les ordenó a los meseros que empinaran a Karla en una mesa, ellos lo hicieron, un mesero la sostuvo para que no se levantara y el gordo se colocó atrás de ella, le abrió las piernas y puso su miembro en la entrada de su panocha, sin miramientos, empujó su verga para meterla en la vagina de ella y lo logró, Karla gritó de dolor, el gordo se quedó quieto unos segundos y después empezó a meter y sacar la verga de ella, gozando con cada embestida, tomado de las nalgas de ella. El gordo cerdo se cogió a Karla un buen rato sin hacer caso a sus gritos de dolor, hasta que tuvo su orgasmo y se vino sin salirse de ella.
"Ya viste que fácil era" le dijo el gordo mientras sacaba su verga flácida de la vagina de ella; Karla lloraba de rabia y dolor, intentó levantarse pensando que todo había acabado, pero el mesero que la sostenía no la dejó; el capitán de meseros se bajó el pantalón y se colocó atrás de ella; metió su pene poco a poco en la vagina de la novia hasta que la empaló toda en medio de gritos y lloriqueos de ella; El capitán empezó su mete saca mientras gemía y le decía a Karla que desde que la había visto se le había antojado, Karla lloraba y gritaba que la soltaran, que pagarían si no lo hacían, los meseros, el capitán y el gordo a medio vestir se rieron de ella y este último le dijo: "Si la que estás pagando eres tú". De nuevo los meseros rieron de la ocurrencia de su jefe mientras este se alejaba hacia la cocina.
El capitán estuvo metiendo y sacando un rato su verga de Karla y de repente se detuvo, pero no se vino todavía, les dijo a los meseros: " A esta hembra hay que disfrutarla completa" y colocó la punta de su verga en la entrada del ano de ella, Karla gritó: "¡NO, por favor, por ahí no, no sea desgraciado, por favor se lo suplico!" pero el ya estaba empujando hacia delante, al principio fue difícil, pues el culo de Karla era estrecho, pero a fuerza de insistir, el culo empezó a ceder, el capitán gritó de placer cuando logró empalarla toda y Karla gritó de dolor, el capitán empezó su mete y saca de nuevo disfrutando el ano de Karlita sin compasión. Después de estar masacrando el culo de Karla, el capitán rugió y se vino inundando las entrañas de ella con su semen.
Al salirse el capitán, Karla se enderezó, pero los meseros rápidamente la tomaron de los brazos y piernas y la llevaron en vilo al centro de la pista, ahí la acostaron y mientras uno le sostenía los brazos por encima de la cabeza, otro le abrió las piernas y se colocó en medio de ellas para cogérsela; Karla gritó: "No, por favor chicos no, ustedes no, déjenme ya por favor"; el mesero sin hacer caso de las súplicas de ella, le clavó la verga de un empujón y empezó su vaivén adentro, gozando con la violación, los otros le indicaron que se volteara y así lo hizo, giró sobre si mismo dejando a Karla encima de él, lo que aprovechó otro mesero para clavar su pene en el ano de la chica, Karla gritó desesperada por el dolor, situación que aprovechó otro de los meseros para meter su verga en la boca de ella, obligándola a mamársela, Karla quiso negarse, pero el tipo la tomó del velo y la hizo chuparlo todo; los tres meseros se cogieron a Karla hasta que se vinieron, ninguno de ellos se salió de ella y la obligaron a tragarse todo el semen del mesero, siguieron otros tres en la misma posición, uno debajo de Karla, otro por atrás y otro al que se lo tuvo que mamar, solo que el que se colocó atrás de ella era un negro imponente con una verga enorme, los demás meseros echaron vivas y porras al negro cuando este logró por fin meter toda su tranca gigante en el culo de Karla, mientras ella sentía que esa tranca la partía en dos.
El mesero que estaba abajo de Karla se vino primero y como pudo se salió de ahí, después terminó el que estaba recibiendo la mamada, haciendo que Karla se tragara el semen; el negro seguía cogiendo mientras Karla gritaba: "¡Nooo, ya no por favor, ya no que duele mucho, por favor ya déjame!"; pero el negro siguió cogiéndosela un buen rato, los demás meseros y el capitán estaban asombrados, pero el negro impávido seguía cogiéndose a Karla.
El dueño del lugar salió de la cocina contando unos billetes, se quedó viendo al negro como se la cogía y le hizo una señal levantando el dedo pulgar, como felicitándolo por su hazaña, luego le dijo a Karla: "Si, son dos mil pesos, me los quedo como parte del pago". Karla no se movía, porque cuando lo hizo para tratar de zafarse del negro, solo logró que éste le clavara más la verga, así que estaba quieta y en silencio, esperando que el mesero terminara. El negro se tardó casi cuarenta minutos o más en terminar, al venirse, todos los meseros, el capitán y el gordo dueño aplaudieron y celebraron; el negro levantó los brazos como triunfador y Karla quedó en el suelo inmóvil; otros tres meseros tomaron sus posiciones y se cogieron de nuevo a Karla mientras esta lloraba de rabia y del dolor que le ocasionaban al meterle la verga por el culo adolorido.
Después de que todos los meseros pasaron por ella, dejaron a Karla tirada en el piso sollozando y los meseros comenzaron a retirarse, pero el gordo llamó a dos de ellos y les dijo que hincaran a Karla, estos lo hicieron y el gordo se paró frente a ella, se bajó los pantalones y el calzón y colocó su verga frente a la novia, ella se volteó hacia otro lado y apretó la boca; entonces el gordo le dijo: "mira niña puta, si no me mamas la verga, hago que regresen todos estos y te vuelvan a coger, ¿cómo ves?". Karla vio que el gordo hablaba en serio y sin más remedio abrió la boca, chupó la gorda verga del cerdo mientras era sostenida de los brazos por los dos meseros y el gordo la tomaba de la cabeza aún con velo y gruñía como animal, la hizo chupársela hasta que se vino y le sostuvo la cabeza para que se tragara el semen, Karla asqueada intentaba retirar la cabeza, pero el gordo no la dejó.
Una vez que terminó el gordo, se colocó el capitán de meseros y repitió la operación bajo la misma amenaza, por lo que Karla tuvo que mamarlo a él y también a los dos meseros que les habían ayudado; todos se vinieron en su boca y la llenaron de semen en al cuello, los hombros y los senos. Cuando terminaron, soltaron a Karla y el gordo le dijo: "Bueno, ya estamos a mano, vístete y llévate al briago de tu marido rápido que ya no quiero verlos aquí.
Karla humillada y adolorida se vistió como pudo con su vestido de novia maltratado y se fue, dejando allí a David mientras le decía al gordo que hicieran lo que quisieran, que ella se largaba. Cuando iba saliendo, el capitán de meseros la alcanzó y le dijo que no dijera nada de lo ocurrido porque sería muy malo para ella.
Karla le dijo que no se preocupara, que ella no haría nada y que no volverían a saber de ella y así fue, ni David volvió a saber de ella, al parecer se fue del lugar y nadie la volvió a ver.