Karen y Remi
Que la tensión sexual se resuelva, que la pasión no acabe, debieron pensar ellos...
Los primeros rayos de sol de la mañana, desde luego, ya no eran cuando Remi despertó. Sentía el calor en su rostro y en el brazo de derecho. Entreabrió los ojos y la luz dolía. Se incorporó cubriéndose la cara con la mano hasta que finalmente pudo ver que esa no era su casa. ¿Y que hacía allí? Se preguntaba. A un lado, sentada en un pequeño taburete había una chica, con una taza de café que lo observaba.
-Al fin se despierta el señorito -dijo ella adelantándose a sus palabras.
Ella era una chica joven, como él, de veintymuchos o treintaypocos. Tenía el cabello castaño claro, o muy claro con esa luz que entraba por el ventanal que tenía a su lado. Vestía una bata de levantarse de dormir, y sus piernas cruzadas y su escote sugerente dejaban adivinar que poca ropa más. ¿Se habría acostado con ella? La cabeza le dolía, no recordaba nada, pero no habría sido un mal plan.
-¿Desayunas? -dijo ella levantándose a por otra taza que había una bandeja con todo el servicio.
Se fijó entonces un poco más en todo el entorno. Definitivamente estaba en una habitación de hotel.
-Perdoname si soy grosero -dijo tímidamente- pero no recuerdo que hago aquí. -hizo una pausa- ¿y quien eres tú? -añadió.
-No me extraña -dijo sonriendo mientras le acercaba la taza- menuda llevabas anoche. ¿No te acuerdas de nada? ¿nada? -dijo ella a la vez un poco incrédula.
-Sí, tengo un vago recuerdo -dijo él en tono serio-, me llammo Remi... -añadió sonriendo.
-Remi, de Remigio, un nombre feo, pero ¿a que soy guapo? -habló ella copiando las palabras casi en sincronía con él.
-Eeeeh -se molestó Remi levemente- ¿como sabías?... -se quedo en el limbo.
-No parabas de repetirlo anoche, jaja -rió ella.
Remi cogió la taza que le ofrecía dando una tregua a su mente y a la burla de la misteriosa chica. Dio un sorbo, era café, del fuerte, no era lo que más le apetecía, pero le ayudaría.
-Entonces tu y yo... anoche... -se atrevió a preguntar.
-Anoche no pasó nada -dijo ella tranquilamente- y no será porque yo no quería -se atrevió a añadir en un tono casi inaudible mientras se acostaba de lado junto a Remi.
La luz de atrás dibujaba una silueta sensual en la sombra que apenas podía disfrutar. Ella movió la cabeza y la apoyó sobre su mano. En esa pose le tapó el sol de la cara a Remi y este pudo contemplar el escote más de cerca. Pechos que clamaban al cielo un "mírame", a la par que dejaban ver parte de un sujetador blanco de encaje.
-Entonces anoche no pude... -dijo el extrañado después de otro sorbo. Ella se sonrojó.- Será la primera vez que dejo así a una chica... sin... ya sabes... -no quería terminar de explicarse.
-Creía que después de la borrachera serías menos... -hizo una pausa- fantasma -y se levantó de la cama.
-Espera -la cogió del brazo- cuéntame más de anoche -pidió con cara de corderito.
La chica se soltó igualmente y fue hacia una cómoda donde tenía su bolso. Removió los enseres hasta que encontró lo que buscaba y encendió un cigarrilo apoyándose en el ventanal.
-Anoche me fijé en ti -empezó a contar pausadamente y con la mirada hacia la terraza exterior- aunque tu ibas buscando lio con una y con otra, y no te funcionó. Al final te quedaste prendado de una tal Ana, la perdiste, y por alguna razón, acabaste en este hotel gritando su nombre como si la buscaras. -hizo una pausa para otra calada y Remi escuchaba atento- La seguridad del hotel te persiguió pero yo te reconocí y les dije que no se preocuparan. Entramos a mi habitación. Te salvé del escándalo y aquí estamos -dio otra calada y le miró.
-Y tú eres... -insistió él decorando las palabras con un gesto de manos.
-Llámame Karen -dijo ella.
Remi se percató de que estaba desnudo debajo de la sábana. Dejó la taza y sin ningún pudor se levantó y se disculpó para ir al baño. Karen lo miró de arriba a abajo como si fuera el primer hombre que veia desnudo. Su torso era digno de una foto. Su miembro no estaba erecto pero estaba más grande de lo que Karen recordaba. Cuando entró al baño no perdió ojo del culo de Remi y algo eléctrico la recorrió desde su nuca hasta sus pies lanzando una alarma mental de "disponible de nuevo".
-No me gustan las chicas que fuman -dijo Remi gritando desde el baño, pero no obtuvo respuesta.
Cuando salió ella no estaba. Había salido a la terraza y seguía allí fumando y contemplando la playa. Remi salió y quedó impresionado por las vistas. La brisa mecía el pelo y la bata de ella. Él seguía desnudo por lo que le pareció perfecto abrazarla por detrás. Ella se extremeció levemente y se dio media vuelta. Ahora los ojos de ella parecían de un tono verde, los de él seguían siendo un azabache penetrante. Los labios carnosos de Karen invitaban a Remi como un imán por la cercanía. Él intentó besarla pero de sus labios salió el humo burlón de ella mientras tiraba la colilla. Un instante perfecto para que Karen se zafara de los grandes brazos de Remi y corriera con una risa traviesa hacia adentro.
Solamente pudo llegar a la cama, Remi la atrapó, y es lo que ella deseaba también. Volvían a estar cerca, ahora más cerca si cabe. Ella olía a humo mezclado con brisa del mar y algo de coco. Se movió y Remi la sujetó con fuerza. Los ojos de Karen eran fuego y su boca era la de una felina. Dos segundos, tres segundos, eran demasiado tiempo en aquel instante y ella lo besó con fuerza. Remi saboreó todos los rincones de su dulce boca y su pene adivirtió el juego rápidamente.
-No sé que es lo que buscaba anoche -dijo él en un respiro- pero me gustas tú -finalizó.
-Parece que a tu soldadito también le gusto más ahora que anoche -dijo traviesa de nuevo.
Karen mordió el labio de Remi y este se excitó más. Una sensación de deseo incontrolable corría dentro de los dos y los dos movieron fréneticamente las caderas mientras seguían mordiéndose. Él frotaba su miembro sobre las suaves braguitas blancas de encaje en un intento desesperado por entrar por donde no se podía. Ella abrió la bata como pudo dejando al descubierto su sostén y su vientre. La boca de Remi no tardó en encontrar un nuevo camino hacia abajo. Besó su cuello, hasta llegar a sus pechos. Ella gimió. Él mordió la tela del sostén pero no pudo liberar los aprisionados senos.
Remi movió sus manos hacia el sotén en un intento desesperado por subirlo, bajarlo o arrancarlo y los brazos de Karen quedaron libres. Ella lo aprovechó para para empujar su pecho apartándole repentinamente. Se desabrochó ella misma el sostén con mucha habilidad y se lo lanzó a la cabeza: "un bonito disfraz de caballero" -rió.
En ese punto él empezaba a ser como un animal fuera de sí con un solo objetivo y ella era una salvaje demasiado traviesa. Karen cogió a Remi del cabello y lo atrajo con fuerza hacia sus pechos redondos y tersos. Él mordió y lamió sin dejar un rincón, mientras ella suspiraba hasta que sus pezones dolían de tan erectos. Fue rápido. Karen era fuego y cada vez más ardiente.
Ella lo empujó hasta la pared dejando que su pene bien erecto apuntara al techo. No necesitaba que nadie lo animara más pero a ella le daba igual. Karen se sentía sucia como solo se sentía cuando el sexo era bueno de verdad. Y cuando se sentía así le gustaba tener un buen miembro en la boca y mirarles a la cara. Así lo hizo y Remi solamente podía rezar para no correrse en aquella boca porque sabía que le esperaba un lugar mejor.
La empujó de nuevo a la cama antes de que sacara todo su jugo. Ella no dejó de mirarle mientras él deslizaba sus braguitas suavemente, con una delicadeza que, por un momento, rompió el desenfreno y desesperó a Karen. Remi se detuvo cuando estaban apunto de salir por sus pies y con los pies en alto, los ató con ellas. Karen se derritió en aquel momento, nunca le habían hecho nada parecido, y su vulva latía como un corazón esperando impaciente.
La boca de remi bajo lamiendo sus muslos hasta la entrada de su vagina que esperaba húmeda, impaciente. Su lengua buscó el clitoris y ella gimió. Remi estiró suavemente el clitoris con sus labios y la piel de Karen se erizó. Jugó durante unos minutos a ser el dueño de su cueva y ella suspiraba pidiendo más, pidiendo que la penetrara. Remi se detuvo y colocó su miembro a continuar el juego de su boca. Frotaba su vulva tremendamente mojada y jugaba en la entrada de su vagina haciendo que ella desesperara todavía más.
-Pídemelo -susurró él ahora travieso y sufriendo más que ella.
-Fóllame -respondió ella mordiéndose el labio.
Su pene entró lento pero imparable hasta el fondo. Ella sintió toda la profundidad de su miembro. Se habían quedado tan pegados que se habían fundido en un pozo profundo. Remi sacó su pene y esta vez empezó a entrar y salir más rápidamente. El calor que desprendían era el de un incendio que deseaban que no acabara. Remi no podría aguantar mucho a ese ritmo y Karen era una catarata blanca. Parecía que él se hubiera corrido ya.
Los gemidos de Karen eran cada vez más fuertes y Remi estaba al borde del éxtasis final. Ella gritó finalmente sacando toda el alma de su interior al hacerlo y Remi se dio cuenta que había conseguido que ella se corriera antes. Siguió penetrándola hasta que Karen apretó sus testículos suavemente y entonces tuvo que sacar su miembro y dejar salir toda su leche de forma incontrolable por la cama y por el cuerpo de Karen.
Se quedaron un buen rato extasiados sobra la cama.
-Oye -dijo ella- nunca habíamos hecho esto, pero me ha gustado como me has seguido el juego -añadió sorprendida.
-¿Soy bueno, eh? -dijo él en tono pícaro.
-¡Fantasma! -respondió ella con un golpe de almohada.
-A mi también me ha gustado -y le dio un tierno beso en la boca que ella correspondió.
Después de una buena ducha y un cambio de vestuario, decidieron salir del hotel. El hall del hotel estaba casi vacío y al pasar por la recepción, Mr. Darby les observó atentamente con una sonrisa.
-Señor Carlos, señorita Ana -dijo Mr Darby muy atentamente-, que tenga un bueno último día de vacaciones -añadió con un castellano que dejaba mucho que desear.
-Gracias -contestaron al unísono con una sonrisa de felicidad.